Capítulo único
El viento que se cuela por la ventana solo termina por refrescar la habitación donde yo me encuentro, más bien, donde nos encontramos los dos, recostados sobre el sofá, ese incomodo sofá que venía junto con el departamento que ambos decidimos rentar, ese mismo sofá donde muchas veces nos unimos haciendo el amor, si, por que hacíamos el amor, no teníamos simple sexo.
Puedo sentir tu muy calmada respiración en mi pecho, que es donde te encuentras dormido, con mucha calma, como lo muestra tu rostro, ese angelical rostro que me tiene cautivado desde que tengo memoria, uno que muchas veces odie, pero más veces amé.
Puedo ver las 68 pecas que surcan tu rostro, por que sí, las conté, aun ya sabiendo que cada día te salen cada vez más. Mis favoritas son las que se acumulan en tus hombros, espalda y la nariz, esa respingada y linda nariz que tienes, que ahora se encuenta roja por haber llorado por esa estúpida pelicula la cual insististe en que pusiera, aún sabiendo que serías un mar te lagrimas al terminar de verla.
Amo cada una de tus pecas, aún cuando de niño decía mil y un insultos al verlas, odiaba que alguien más te dijera lo hermosas que eran. Pero me acostumbré, lo bonito no siempre se puede ocultar, y menos contigo, que eres la personificación de la palabra.
Frunces el ceño entre sueños y aprietas mi camisa entre tus manos, parece que no tienes un buen sueño.
-Kacchan...-susurras muy bajito, tanto que si no fuera por que nos encontramos en completo silencio, me sería imposible escucharte.
Dirijo mi mano hacia la mata verde de rizos que tienes por cabello y comienzo a acariciarlos tratando de tranquilizarte, amo tu cabello, amo cada rizo extravagante que tiene, amo como huele en las mañanas al despertar, amo cuando se mezcla con el jabón de la ducha y el pasto cuando nos acostamos a ver las estrellas, amo como brilla justo como cada sonrisa que me muestras cada día.
-Aquí estoy, mi amor- susurro no tan bajito como tú, llamandote con ese cursi mote el cual me rehuso a decirlo en voz alta, se como eres, se que te volveras loco de saber que solo mientras no me escuchas te lo digo, por que eso eres para mí, mi amor, el amor de mi vida.
Al parecer te tranquilizas al escuchar mi voz y al sentir mi toque en tu nuca, donde comienzan tus hermosos rizos, pero no aflojas el agarre entre tus manos, pareces aferrarte a mí cada vez más.
Susurras algo innentendible y te mueves algo incómodo, sujeto una de tus manos y la muevo hacía mis labios, beso tus nudillos para luego entrelazar nuestros dedos en un romántico agarre.
-Aquí estoy contigo, no me iré, amor- beso de nuevo tu mano para ver como una sonrisa se instala en tus labios, en esos suaves y tersos labios, esos mismos que he besado durante mucho tiempo, de esos mismos de los cuales robe su primer beso teniendo la edad de 4 años, tiempo mucho antes de portarme como un idiota ante ti.
Deslizo mi otra mano por tu espalda, llegando a esa cintura que me vuelve loco, esa cintura de la cual cada que te hago mío me sujeto para no perderme en ti, esa diminuta cintura por la cual muero y revivo cada que la contoneas. No sabes lo loco que me tienes, no sabes todo el control que tienes en mí, y preferiría que no lo supieras, debo de mantener mi imagen de chico rudo frente a ti.
Acarició tu cintura, alzando sin querer tu camisa blanca dejandome ver tu espalda baja, espalda baja que se encuentra sin un vello, eres completamente lampiño y yo mismo puedo asegurar que en ningun rincón tienes vello alguno. Lo cuál me parece peculiar.
Mi mano por instinto ya, se dirije a tus lindos glúteos, pero rápidamente la regreso a tu diminuta cintura, acariciandola, no te tocare sin tu consentimiento, es una promesa que te he hecho desde que comenzamos a salir, y no ha sido fácil menos con esas tentaciones que tienes por trasero, las cuales he profanado de maneras impensables, maneras que si tu madre las supiera me mataría sin remordimiento, pero no me arrepiento en lo absoluto, ha valido la pena cada suspiro que te he hecho soltar.
Así como ha valido cada minuto de mi lucha contra el idiota ese que te trataba de apartar de mi lado, que trataba de conquitarte como si de una mujer fueras, te llenaba de chocolates y rosas
¿Qué se pensaba ese dos caras?
Tu eres muy hombre, eso lo tengo bastante claro.
Acaricio tu cabello sintiendo la suavidad que estas hebras tienen entre mis dedos, pareces removerte y te planto un beso en la frente. No sabes cuanto te amo, no sabes lo feliz que soy a tu lado, de lo afortunado que me siento de que me hayas escogido a mí y no al imbecil de dos colores. No se si ha sido suerte ó no, más bien todo el esfuerzo que he puesto en que esto no se vaya al carajo, todo el esfuerzo que hice al conquistarte y todo ese esfuerzo que hago cada día para que vuelvas a caer enamorado ante mí, por que no descansare hasta demostrarte cuanto te adoro y amo, aún sino es con palabras.
Veo de lejos mi chaqueta la cual esta colgada de la silla del comedor, chaqueta que he guardado celosamente de tus curiosas manos, temo mucho el que encuentres el regalo que he preparado para ti durante tanto tiempo, no arruinaras la sorpresa.
Veo como comienzas a abrir tus hermosos ojos esmeralda, entre pequeños y repetidos parpadeos bostezas para terminar de posar tu mirada en mí acompañda de una sonrisa.
-Hola- dices aún adormilado, con ese hilillo de saliva corriendo por tu barbilla, misma saliva que creo un pequeño charco en mi camisa, notas que lo miro fijamente y te ruborizas tratando de ocultar la evidencia -Lo siento, no sé como parar de hacerlo- te excusas bastante apenado yo solo niego tratando de quitarle importancia, el que me babees es algo que poco me importa.
-No importa idiota, llevas más de 4 años haciéndolo- te digo en mi común tono algo tosco, solo sin decir nada te sientas sobre mi, pero aún te recargas recostando tu pecho sobre el mío acunando tus mejillas en tus dos palmas.
-Kacchan...¿Cuánto llevas observandome?- me dices con un tono de voz entre juguetón y coqueto, desvío mi mirada, aún teniendo tanto tiempo juntos tus ojos aún me ponen nervioso.
-Casi nada, acabo de despertarme, cabeza de brócoli- digo bufando sacandote una carcajada, por fín veo tus ojos verdes, los cuales no me dejas apreciar a detalle ya que los cierras esperando algo que me pides sin emitir alguna palabra.
Inclinó un poco mi cabeza cortando el espacio, juntando nuestros labios moviendolos a un compás que solo nosotros creamos y seguimos. Pasas tus brazos enrredandolos en mi cuello, juntado más nuestro toque a la vez que entre-abres tus labios invitandome a algo lo cuál ambos amamos. Con el paso de los años que tenemos en relación te has vuelto un experto en dominar cada acción mía, pero te conozco de toda una vida y eso es incomparable, se saber cuando quieres algo sin decirlo y eso me pides a gritos justo ahora.
En unos ágiles movimientos te dejo bajo mío aún sin cortar el beso que nos tiene hipnotizados el uno con el otro, nos separamos y me dedicas una sonrisa que estremece todo mi ser.
-Te amo- dices con tanta calma que parece lo más natural del mundo, palabras que me dices cada amanecer y anochecer, cada día que nos amamos más.
-Yo más- te digo con una sonrisa de lado, esas que se que te hacen sonrojar, ries divertido.
-Eso es imposible- sueltas con ese tono infantil que te caracteriza a la vez que tus dos manos escurridizas se meten en mi camisa y acarician mi abdomen. Niego ante lo dicho.
-Imposible es como no amarte- te sonrojas a tal punto que no soportas que te vea así, escondes tu rostro en mi cuello murmurando un "idiota" de paso. Y es que es verdad, es imposible no amarte teniendote en cada momento importante de mi vida, en cada momento malo y bueno, en cada una de mis primeras veces, en cada uno de mis pensamientos al despertar. Has estado a mi lado con esa particular sonrisa que me vuelve loco, muchas veces me he dicho que todo esto (ósea se tú) me lo he ganado con esfuerzo, pero estoy seguro que la suerte ha influido, al ponerte a mi lado.
Al dejar a un idiota con suerte con el mayor tesoro que el mundo tiene.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro