94 - 'Inestable'
Luego de nuestra charla en el sofá, ambos nos fuimos directamente a dormir, estábamos exhaustos, y aún teníamos mucho por hacer al día siguiente, así que preferimos descansar, ya después podríamos reconciliarnos como se debe.
Al día siguiente, ambos nos levantamos temprano para empezar nuestra rutina diaria, no estábamos tan enojados como el día anterior, pero seguía sintiendo cierta "tensión" entre nosotros, tensión que me daba muy mala espina, y tan solo de recordarla hoy en día, siento unas ganas asquerosas de vomitar.
— Llegaré un poco tarde hoy, seguimos discutiendo el nuevo método publicitario — decía él mientras caminaba a mi lado hacía el frente de nuestro hogar, sitio en el que estaba su auto y el mío estacionado, afortunadamente ya yo había obtenido mi permiso de conducir, y lo recibí justo a tiempo, porque no quería (ni podía) quitarle tiempo a Robert en esos días, así que pedirle que me llevara a la universidad, no era una opción para mí.
— De acuerdo — dije mientras me revisaba los bolsillos para sacar las llaves del auto, aunque me alertó sentir cómo me jalaban del brazo y me daban un hambriento beso en los labios, beso al que correspondí sin dudarlo dos veces.
— Te amo — dijo mientras pegaba su frente con la mía — No lo olvides nunca, ¿de acuerdo?
— Nunca — respondí dándole un rápido beso en los labios para sonreírle cálidamente — Ten un buen día hoy ¿de acuerdo?
— Gracias, tú igual; mi cielo — dicho esto, caminó hacía su auto para subirse a él y marcharse, dejándome solo con mi cóctel amargo de emociones, y mi raro presentimiento de que estaba sucediendo algo, admito que aquí sí me equivoqué, nada había sucedido todavía, lo peor estaba por venir, e iba a ocurrir esa misma tarde.
-
Me bajé de mi auto y me fuí rumbo al campus, tratando de pasar totalmente inadvertido, últimamente muchos compañeros de clase me acosaban y me preguntaban sin cesar si podía invitarlos a mi boda, ya que morían por asistir a una boda de sociedad como las de la familia Dawson, eso me hacía sentir demasiado asfixiado, no quería consentir esa clase de morbo hacía los Dawson, y mucho menos ser parte de él.
Entré al aula de clases y fui a mi asiento, sacando mis cosas y empezando a tomar apuntes, aunque me sentía en las nubes, mi mente no dejaba de divagar, pensaba en mi conversación con Yelena, en la charla que tuve con Robert en la noche, y la frase que más palpaba mi pecho era "¿confías en Robert?" y cada que me hice yo mismo esa pregunta, mi mente y mi corazón gritaban que sí, por primera vez ese par se ponían de acuerdo en algo, aunque bueno, cuando se trataba de Robert, ambos siempre estaban en sintonía.
Ese día solo tuve medio día de clases, debido a que un docente se ausentó por gripe, o algo así escuché; la cuestión era que, al salir temprano, empecé a pensar en qué podría hacer el resto de la tarde, y mi mente pensó repentinamente "he sido muy paranoico estos días, Robert está estresado con el trabajo, y además yo me atrevo a insinuar que me está siendo infiel, ¿qué pasa conmigo?", pensamiento que me hizo sentir culpable, y me hizo plantearme una solución que me hizo sonreír con emoción, pobre Taylor, tan impulsivo, no tenías idea de lo que te esperaba.
Salí de la universidad y me fuí a Covent Garden, ahí siempre vendían arreglos florales bellísimos, y de inmediato pensé, que una disculpa con flores por haber sido un novio inseguro, sería algo que lograría endulzar el mal carácter de mi prometido, en mi mente ese plan era perfecto, y en cierto modo sí lo fue, lo que se vino de repente no fue culpa del regalo, ni siquiera fue culpa mía, sorprendentemente.
— Se lo agradezco — dije mientras pagaba las flores y caminaba con ellas hacía mi auto, olfateando esas hermosas rosas rojas, normalmente yo odiaba el color rojo, pero las rosas eran las flores de los amantes, y darle rosas a tu pareja se consideraba un gesto muy lindo.
Subí al auto y acomodé las flores para que no sufrieran durante el viaje, y al poner mi mano en el volante, me quedé mirando el hermoso anillo que Robert me obsequió, anillo que compartía mano con la cadena que yo le di también, y que tenía grabadas nuestras iniciales; sonreír con ternura al ver ambos regalos, y ello me hizo darme cuenta, de que era un idiota al desconfiar de él, porque ambos nos demostrábamos a diario que nos amábamos, a pesar de todas nuestras peleas, él siempre estaba dispuesto a darme afecto, y yo por más que me consideraba una persona "difícil y muy despistada" adoraba demostrarle a Robert que lo amaba, aquel pensamiento me dio fuerzas de ir y decírselo en la cara, me hizo sentir vivo y capaz de lo que sea, ahh, cómo te odio, ironía.
-
Al llegar a las empresas Dawson, bajé con las flores entre mis manos, aquel arreglo era algo grande, pero nada que yo no pudiera manejar por mi cuenta.
— Buen día — saludé al entrar, la recepcionista ya me conocía, así que no tuvo problema alguno en cederme el paso.
Tomé el ascensor y fuí hacía la oficina de mi pareja, aunque llegar me costó un poco, ese corporativo era todo un laberinto lleno de pasillos largos y concurridos, no entendía cómo alguien podía pasar el día en él sin perderse.
Llegué hasta la oficina que tenía las siglas "Ceo Dawson" grabadas en la puerta, no me molesté en tocar la puerta, solo me preparé un poco antes de entrar, olfateando mi aliento y arreglando un poco mi cabello, quería verme lindo para mi novio.
Al percatarme de que estaba listo, abrí la puerta sin más, y al hacerlo, cada fibra de mi cuerpo se quedó estática, al ver con mis propios ojos el cómo cierto sujeto pelirrojo estaba demasiado cerca de mi pareja, y en un rápido movimiento, tomó a Robert de los hombros y le plantó un hambriento y deseoso beso en los labios, luchando por mantenerse aferrado a los brazos de mi pareja.
Mis piernas empezaron a temblar en seco en cuanto vi tal escena,no sabía lo que estaba viendo, me sentí ridículamente abrumado e inseguro, no sabía si lo que estaba viendo era real, o si era uno de esos fantaseosos sueños que creaba mi subconsciente para mortificarme, lo cierto es, que sueño o no, ver eso me dolió más de lo que yo pude haber imaginado en toda mi vida.
Ahogado en mis pensamientos dudosos e inseguros, apenas y noté que Robert tomó con firmeza los hombros de Arthur y lo apartó en seco de su rostro, pero no pude ver qué cara hizo o de qué manera lo miró, porque él estaba dándole la espalda a la puerta donde yo estaba, quien sí me veía de frente a la perfección, era Arthur Greene, quien me miraba de reojo con una sonrisa pícara, como si le diera gusto haber besado a mi prometido en mis narices, no saben cómo hierve mi sangre cada que recuerdo esa ocasión.
— Arthur te advierto que estás cometiendo un error terrible — dijo Robert, aunque el pelirrojo le miró suplicante mientras ocultaba sus manos tras su espalda.
— Lo lamento, pero... iba a morir si no te probaba antes de tu gran día, tantas noches juntos me han tenido comiéndome las uñas del deseo; el señor Atwood tiene suerte de tenerte, lo envidio de verdad, señor Atwood — dijo aquel chico con picardía, mientras me miraba de reojo y me saludaba con la mano.
Finalmente el sujeto de cabello largo se volteó, y al ver mi silueta parada en la puerta, mostró un semblante de pena y pavor que solo me hizo sentir peor.
— ¿Taylor? ¿q-qué estás haciendo aquí? — murmuró tratando de acercarse hacia mí, pero yo di un paso atrás y le impedí que me tocara, estaba demasiado abrumado, no tenía idea de lo que acababa de ver, pero las palabras del pelirrojo bastaron para que mi lado sociópata se alterara enserio.
— Un error, eso estoy haciendo — dije mientras dejaba caer las flores que reposaban en mis manos, mirando con odio absoluto ese par de joyas azules a las que me dolía terriblemente tener en frente, no podía creer lo que me estaban haciendo — No debí venir.
— Taylor espera— Robert trató de hablar, pero yo no pude evitar darle una fuerte bofetada en la cara, al mismo tiempo que inhalaba pesadamente y luchaba por no gritar con mucha fuerza.
— Así que esto era el porqué me has tratado como has hecho estos días — dije mientras varias lágrimas empezaban a rodar por mis mejillas — Debí imaginarlo, ¡no sé cómo no lo ví venir!
— Si me permite explicarle, señor Atwood — dijo el pelirrojo, yo le miré con odio total, mientras me acercaba lentamente hacía él — No debería culpar a Robert, él ha estado demasiado agobiado estos días, esa odiosa boda no lo deja respirar.
No saben el maldito gusto que sentí cuando mi mano finalmente tocó la fina piel de porcelana de aquel sujeto de cabello rojizo, ni siquiera fui tan delicado como para darle una bofetada, a él le di un golpe a puño cerrado, que le hizo jadear con dolor absoluto, mientras yo lo miraba con total desprecio.
— En tu maldita vida, vuelvas a aparecerte frente a mí — le advertí, dándome vuelta para ir hacía la puerta, ignorando totalmente al sujeto de ojos azules que avanzaba detrás de mí tratando de detenerme.
— ¡Taylor, Taylor déjame explicarte, por favor!
— ¡Yo no quería esto! — grité, a mitad de aquellas escaleras por las que estaba bajando, volteando a verlo con absoluta seriedad — ¡Yo no quería una boda enorme que fuera imposible de sostener para nosotros! ¡solo quería vivir contigo, ser feliz a tu lado! ¡yo pude atarme un maldito lazo al dedo, y eso ya habría sido matrimonio para mí!
Él se me acercó para tratar de tomarme las mejillas, pero yo le empujé con firmeza, mirándolo con dolor absoluto.
— Empezaba a creer que estaba haciendo mal, que hacía mal al desconfiar de ti, pero parece que al final del día tuve razón, y una vida simple con un tipo simple como yo jamás será suficiente para ti.
Dicho esto, me di vuelta y me marché escaleras abajo, sintiendo mi pecho doler al sentir cómo Robert se quedaba en las escaleras y no se iba detrás de mí, creerán que yo era caprichoso, pero, que no tratara de seguirme, me hizo sentir que yo tenía razón al decir lo que estaba diciendo, sentimiento que era casi tan doloroso como ver a ese maldito pelirrojo devorando la boca del hombre al que yo amaba.
Salí del edificio como alma que llevaba el diablo, con el rostro húmedo y el pecho más duro que una roca, me quedé un rato en la puerta, esperando a ver si él llegaba, importándome poco que las personas a mi alrededor estaban mirándome con burla y recelo, toleré todo eso por él, esperando a que llegara y me dijera que me equivocaba, pero por más que lo esperé, él no llegó, por ende, yo tenía la razón.
— Maldito seas — murmuré con la voz entrecortada, para irme hacía mi auto finalmente, y una vez estuve dentro de él, descargué toda mi ira contra el volante, él no tenía la culpa de mis problemas, desde luego, pero algo tenía que hacer para descargar todo el odio y la rabia que sentía en aquel instante, o terminaría muriendo de un infarto.
-
Las emociones amargas y un volante son una mala combinación, definitivamente mala, sobre todo cuando la persona que lo sujeta es alguien tan inestable y descontrolado como yo.
— ¡¿Qué carajo te pasa, idiota?! — clamó un sujeto junto a mí, yo le hizo caso omiso, conducía como si mi vida no me importara, y en cierto modo era así, mi mente estaba nublada por completo ,una parte de mí decía "solo fue un beso, Taylor, él vió como otro tipo te besó una vez, y henos aquí", pero otra parte de mí, proclamaba que me habían traicionado, tanto por lo del beso, como por las palabras ácidas de Arthur hacía mi boda con él.
Frené de golpe frente a la casa en la que me quedaba, ni siquiera apagué el auto al bajar de él, todo porque yo no planeaba quedarme, solo planeaba hacer algunas cosas, mi estancia ahí sería corta, y así fue.
Apenas llegué al recibidor, Algodón fue corriendo a recibirme, pero yo le ignoré por completo, solo me fuí directamente hacía la habitación en la que dormía con Robert, y de inmediato me dispuse a tomar mis cosas y ponerlas en una maleta, llámenme extremista, pero que no quisiera ir a detenerme al salir de su empresa, era un claro mensaje para mí.
Guardé mi ropa y mis documentos en la maleta, y me preparé para irme, aunque me detuve en seco para ver mi propia mano, donde mi anillo y mi cadena seguían recordándome que estaba cometiendo un error, pero en ese momento, sentía que el mayor error que podía cometer, era quedarme.
Quitarme el anillo fue casi tan doloroso como arrancarme el corazón y dejarlo en la mesa de noche, y es que, para mí significó exactamente lo mismo, aquel anillo simbolizaba la promesa de estar juntos a pesar de todo, promesa que para mí, estaba hecha pedazos.
Al dejar la cadena y el anillo en la mesa de noche, cargué a Algodón en brazos y bajé con él y con la maleta hacía mi auto, dejándolos a ambos en el asiento trasero, y de esta forma, empecé a conducir como un desquiciado otra vez, no tenía idea de adónde ir, pero quedarme ahí, definitivamente no era una opción.
Miré de reojo cómo mi celular comenzaba a vibrar, pero mayor fue mi decepción al ver que no me estaba llamando él, sino Yelena, ¿tuvo el descaro de llamar a Yelena, pero no se atrevió a llamarme a mí? Nunca consideré a Robert Dawson un cobarde, pero vaya que ese día vi un lado suyo que me decepcionó bastante.
-
Toqué aquella puerta con insistencia, una fuerte lluvia empezaba a azotar la ciudad, pero a mí me daba igual, todo me daba igual, sentía un ardor en mi pecho horrible, por un segundo creí que en serio iba a morir.
En cuanto abrieron la puerta, aquel sujeto rubio me miró con total asombro y preocupación, y más se preocupó al ver que aquello que brotaba de mis ojos, no eran gotas de lluvia.
— Hola Shawn — murmuré tratando de contener las ganas de llorar — ¿P-Puedo quedarme aquí por hoy?
— ¿Taylor qué te pasó? — preguntó mientras me dejaba pasar, mirándome con absoluta preocupación, sobre todo al ver la maleta detrás de mí.
— No habrá boda — dije mientras bajaba a Algodón y lo dejaba correr por aquel salón — Perdona, ¿el perro puede quedarse también?
— ¡¿De qué carajo estás hablando?! ¡¿cómo que no habrá boda?! — preguntó mirándome con absoluta seriedad, yo sonreí cínicamente sin saber qué decir, la imágen de Arthur Greene besando a Robert no dejaba de taladrarme el pecho y el corazón, al mismo tiempo que Teddy aparecía en mi subconsciente gritándome "te lo dije".
Le expliqué todo a Shawn con lujo de detalles, luchando por no quebrarme mientras lo decía, él era mi amigo, sí, pero la única que tenía derecho de verme hecho pedazos era Mónica, así ha sido siempre.
— Oh por Dios — murmuró mientras me miraba con pesar, yo miraba a través de una enorme ventana de su habitación el cómo las gotas de lluvia caían y empapaban por completo aquella ciudad, amargamente me hicieron recordar la semana gris, donde él y yo también tuvimos que separarnos, odiaba tanto tener que revivir un momento como ese, cumpliéndose exactamente un año de haber pasado el anterior — Taylor lo lamento tanto.
— Descuida — susurré mientras miraba mi celular entre mis manos, tuve que ponerlo en silencio para ignorar las llamadas constantes de Yelena — Robert estaba exhausto, y lo entiendo, lidiar conmigo no es fácil, era cuestión de tiempo para que esto sucediera.
— ¿Pero qué lo llevó a hacer esto, Taylor?
— ¿Qué lo llevó? Shawn, Arthur Greene es la definición de chico perfecto, y yo soy la definición de dolor de bolas — dije con frialdad — Él solo me pidió que recordara los malditos votos matrimoniales, y ni siquiera eso pude hacer, merezco totalmente que me hiciera esto.
— ¡No digas esas tonterías! ¡¿estás loco?! ¡esa idiotez no es excusa para que mandes al demonio un año de relación!
— Tú no lo entiendes, Shawn; Robert es un hombre perfecto, de familia perfecta, de vida perfecta, él desde luego quería una boda perfecta, y la merecía, sí, ¿y yo qué le digo? "con atarme un listón al dedo bastaba" — sonreí con decepción al recordar mis propias palabras — Él quiere a alguien que lo apoye, y yo solo soy un corriente que se conforma con cualquier cosa, somos agua y aceite, no encajamos de ningúna manera.
— ¿No encajan, Taylor? — dijo mirándome con seriedad — He visto la forma en la que tú lo ves, y la forma en la que él vé a ti, y Taylor, ustedes son el uno para el otro, con verlos se siente el amor que se tienen.
— A veces el amor no basta — admití, mientras una lágrima rodaba por mi mejilla, creerán que me ahogaba en una tormenta, y la verdad era así, pero, el drama de la boda me hacía darme cuenta de que Robert no quería hacerse cargo de todo él solo, tal vez deseaba que yo cooperara de alguna manera, pero, que yo fuera un incompetente, le hacía sentir frustrado, tal vez la boda era una metáfora, para referirse a que, la vida conmigo se le estaba haciendo insostenible, no por nada Arthur se atrevió a besarlo en mis narices, como si esa fuera una manera de decirme "él está harto, déjalo libre de una vez", y pensar en eso, solo hacía que mi pecho doliera aún más.
Me alertó sentir cómo mi celular comenzaba a vibrar, me sorprendía ver que finalmente se había dignado a escribirme, "¿dónde estás", un mensaje corto y algo seco, que me hizo reír por debajo incrédulamente.
"Cancela la boda, se te está haciendo insostenible, y no quiero que sigas cargando con más peso del que puedes tolerar" escribí para después apagar mi teléfono, mientras veía cómo la lluvia empapaba totalmente a la fría y solitaria Londres, ¿porqué cada vez que Robert y yo nos separábamos llovía de tal manera? no dejaba de preguntarme eso, es una coincidencia bastante deprimente, en realidad.
Continuará
Voten y comenten si les ha gustado el capítulo, también recuerden apoyar el libro en las plataformas Alphanovel y Manobook para poder seguir publicando capítulos gratuitos con más frecuencia <3
Y no te olvides de dejar un comentario de apoyo, enserio te lo agradezco <3
- Gema
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro