93 - 'Tormenta'
Varios días después de mi cumpleaños, todo se volvió un caos para nosotros, no me había percatado del inminente embrollo en el que me metí, hasta que finalmente llegó la tan esperada "tormenta prenupcial" causada por los preparativos y arreglos para la ya mencionada, la tensión en el aire podía ser cortada con un cuchillo, ahora entendía porqué todo el mundo me advertía que no saliera corriendo, fue lo primero que quise hacer cuando los preparativos comenzaron a ser ridículamente sofocantes para mí.
La boda tal y como se planeó, sería en Cambridge, no obstante, aún en Londres Robert y yo estábamos muy atareados con eso, asistíamos a ensayos e íbamos con modistas recomendadas por Alice para hacer nuestros trajes, no saben cuántas veces tuve que reclamarle a Robert para impedir que me hiciera ponerme un maldito traje rosa.
Las bodas siempre traen felicidad, eso dicen, y en cierto modo es así, pero también causan estrés, frustración, y muchas discusiones entre la pareja comprometida, nosotros no fuimos una excepción a la regla, al contrario, juraría que somos esos "casos especiales" donde el punto se confirma sin duda alguna.
— Ahora, ambos se toman de las manos — explicaba el hombre que nos ayudaba con el ensayo, yo miraba a Robert con algo de nerviosismo, él lucía tan frío y severo como siempre, lo notaba algo tenso, y era obvio porqué, las últimas semanas antes de la boda, su celular no dejó de sonar en ningún momento, él tenía que cargar con el peso de nuestra "enorme boda gay" totalmente solo y sin ayuda, solo aceptaba ayuda de Catherine y Yelena porque ambas son obstinadas, pero de resto, mi prometido no quería ningún tipo de ayuda, de nadie, ¿quién carajo entiende a ese hombre?
— Yo, Taylor Brown — murmuré con nerviosismo, ya había perdido la cuenta de la cantidad de veces que me equivoqué con mis votos, no porque fueran muy difíciles, solo estaba nervioso, imaginar que debía decir eso frente a un montón de gente, entre ellos mi madre y mi hermana, hacían que mi garganta se sintiera obstruida de golpe.
Tartamudee tratando de recordar lo que venía después, Robert solo rodó sus ojos con fastidio y apartó sus manos de las mías, para apartarse de mí y avanzar hacía la salida de aquel pequeño salón en el que estábamos.
— ¡R-Robert! — murmuré tratando de frenarlo, pero él solo siguió de largo sin más, lo notaba ridículamente tenso, y tenía sus razones, él organizaba la boda del año, y yo apenas podía pronunciar mi nombre sin trabarme, era un estúpido.
— Tranquilo, Ty; es normal equivocarse — dijo Yelena, quien estaba sentada en un banquillo revisando su celular, dado que Robert y yo no podíamos ir a un ensayo sin acabar discutiendo (todo porque yo no recordaba mis líneas, y él me reclamaba por ello) Yelena decidió acompañarnos para tratar de suavizar las tensiones, y sí ayudaba, un poco, pero sí lo hacía.
— Equivocarse tantas veces no — renegué mientras caminaba hacía la puerta por la que él se había ido, sabía que iba a gritarme, pero en el fondo yo también estaba enojado conmigo, necesitaba recibir un grito de parte de Robert.
Al salir de aquella habitación de ensayos, miré a los lados en busca de mi pareja, arqueando una ceja al ver que él no estaba por ningún lado, "¿adónde pudo ir tan pronto?" pensé, mientras caminaba hacía las escaleras principales que daban al lobby de aquel lugar.
Me quedé helado al estar a punto de bajar, y ver de repente cómo Robert hablaba por teléfono con alguien, pero me dió muy mala espina ver su lenguaje corporal, parecía que hablaba a escondidas, como si quisiera que alguien escuchara lo que estaba diciendo.
— Descuida, terminaré temprano hoy — explicó mientras se rascaba la nuca — No, debo chequear unas cosas de la boda, pero eso puede esperar hasta mañana, estoy demasiado cansado para seguir lidiando con todo eso hoy.
Bajé cuidadosamente las escaleras, tratando de que él no escuchara mis pasos, y mi sigilo dió resultados, porque logré pararme detrás de él, sin que el señor Dawson se diera cuenta.
— Claro, ahí estaré, hasta luego — dicho esto, colgó rápidamente el teléfono y volteó en seco, jadeando con horror al verme parado detrás de él — ¡¿T-Taylor qué carajo estás haciendo ahí parado?!
— ¿Con quién hablabas? — pregunté sin pelos en la lengua, haciéndole reír incrédulamente mientras guardaba su celular en su bolsillo.
— ¿No te basta con todo este circo que nos rodea, también quieres drama por celos sin fundamento?
— Te hice una maldita pregunta, Dawson — gruñí de mala gana, él me miró con seriedad en cuanto yo dije eso.
— Hablaba con Arthur Greene; Dustin quiere una nueva campaña publicitaria, y vamos a analizar las opciones que tenemos a la mano.
— Jaj, sí como no.
— Creeme si quieres, en todo caso ¿no sería idiota de mi parte serte infiel luego de estarme rompiendo la espalda por estar boda que tendré 'contigo'? — reclamó haciendo énfasis en esa última frase, pero por alguna razón, sus palabras sonaban ácidas, casi como reproches incrédulos, no me gustaba en absoluto lo que estaba escuchando.
— Te echas la carga de la boda a la espalda tú solito, ¡Yelena y tu madre insisten siempre en que las dejes ayudar, tú eres el que no quiere recibir la ayuda de nadie!
— Porque cuando necesito algo de la gente, ¡no saben hacer lo que les pido! — agaché la mirada mientras sentía algo de presión en mi garganta, ¿porqué no solo fuimos a un registro civil y ya? pudimos ahorrarnos tanto drama en aquel entonces.
— ... ¿Lo dices porque no puedo memorizar mis votos, no es así?
Me heló la sangre oírle reír con cinismo, para después tomarme de las mejillas con algo de fuerza y verme fijamente a los ojos.
— No lo digo por ti, pero mentiría si digo que no está sacándome de quicio que no puedas memorizar tus votos, actúas como si no quisieras casarte.
— ¡¿C-Cómo podría no querer casarme?! ¡¿te estás escuchando?!
— Oigan chicos — habló Yelena de repente, logrando que ambos nos apartáramos el uno del otro, con semblante serio y frustrado — ¿Está todo bien?
— Así es — dijo Robert mientras tomaba la mano de Yelena y la jalaba hacía él para susurrarle algo al oído, no tengo idea de lo que era, pero a juzgar por la expresión seria y algo incrédula de Yelena, imagino que no fue algo muy "grato" que digamos.
— ¿Es enserio? — murmuró Yelena, haciéndome tragar en seco.
— Muy enserio — dijo Robert mientras la mirada seriamente — Sé que estoy organizando una boda, pero aún soy el líder de las empresas Dawson, sabes bien que nadie hará mi trabajo por mí.
— Como quieras — escupió Yelena para ir hacía mí, pero se detuvo en seco para ver a Robert con seriedad — Trata de bajarte ese maldito mal genio ¿quieres? harás que tu matrimonio se acabe antes de empezar.
Robert me miró de reojo en cuanto Yelena dijo eso, pero yo rápidamente miré a otro lado con vergüenza, no quería darle la razón a ella, pero mentiría si digo que no me estaba desesperando esa actitud tosca de parte de Robert.
— Ven Ty, hora de irnos — dijo Yelena mientras me tomaba de la muñeca y me guiaba a la salida de aquel lugar, sin si quiera voltear a ver a mi prometido, no imagino lo que debió hacer o decir, para que la propia Yelena que esa su socia y confidente, estuviera dispuesta a enojarse de tal manera con él.
En cuanto salimos de aquel sitio, Yelena me guió a su auto y me dijo que me subiera en él, yo le obedecí, mirando por la ventana y esperando que mi prometido saliera arrepentido y con intenciones de disculparse, cosa que, obviamente, el orgulloso y soberbio Robert Dawson no hizo en absoluto, no sé ni porqué esperaba tanto de él en primer lugar.
— Ese idiota — gruñó ella de mala gana mientras empezaba a conducir — ¿Tú sabías de esa aparente reunión con Arthur Greene?
— Me acabo de enterar — admití, suspirando pesadamente y volteando a verla con curiosidad — ¿Porqué? ¿Hay algo que deba saber al respecto?
Casi sufrí un ataque al ver la expresión dudosa e inquieta en el rostro de Yelena, no sé cómo tuve el coraje de no saltar del auto e ir a estrangular a Robert en cuanto ella hizo tales gestos.
— Yelena, ¿qué está pasando? si es algo serio debes decírmelo, por favor.
— ... No quiero agobiarte ni abrumarte, mucho menos con la boda tan cerca, pero... — tomó aire mientras pensaba qué decirme — La verdad es, Taylor; desde hace un par de meses he notado muy rara la actitud de Arthur para con Robert, lo sigue a todas partes en la oficina, se ofrece a quedarse horas extra cuando Robert debe hacerlo, incluso escuché que se atrevió a decirle "Boby", cuando el trato entre socios es estrictamente profesional.
Sentí mi sangre helarse en cuanto Yelena me confesó eso, todo aquello estuvo pasando en mis narices, y yo ni enterado estuve, ahora mis arrebates de paranoia no parecían tan ficticios como creía, "maldito idiota" resonó en mi mente, cuando pensé en todas las veces en las que mi prometido me perjuró, que no pasaba nada entre él y el maldito pecoso de Greene.
— Voy a matarlo — dije abiertamente.
— Cálmate Ty, estas son sospechas mías, y no quiero que creas que Robert tiene algo que ver con él, solo digo que Arthur es quien está buscando a Robert con desespero, pero él no parece prestarle atención, no creo que sea algo por lo que debas preocuparte.
— Si no es algo por lo que me deba preocupar, no te habría enojado saber que él saldría con Green, Yelena — dije de forma corta pero concisa, ella me miró abrumada en cuanto dije eso, ni siquiera se molestó en responderme, imagino que se dio cuenta de que en cierto punto, yo tenía la razón.
-
— Gracias por traerme — dije mientras trataba de bajarme del auto, aunque ella me jaló del brazo para frenarme un momento.
— Taylor, si te dije lo de Greene es porque no me gusta que Robert haga cosas a tus espaldas, pero tampoco quiero ocasionarte celos sin fundamento, sobre todo con tu matrimonio tan cerca.
— ... ¿Qué crees que suceda entre ellos, Yelena? — pregunté volteando a verla con atención, Robert cada día está actuando peor, y saber que Greene lo acosa en el trabajo, yo... — tomé aire mientras pasaba mi mano por mi rostro, de golpe sentí la mirada de Teddy clavarse sobre mi nuca, susurrándome un helado y odioso "te lo dije".
— ¿Confías en él, Taylor?
— Con los ojos cerrados — respondí en seco — Le confiaría mi propia vida, pero a Arthur Greene... ese sujeto me exaspera.
— A mí igual, actúa como un santo frente a todos, pero estoy segura de que oculta algo sucio.
— Espero estarme equivocando, pero... siento que algo no está bien — admití, mirando de reojo a Yelena, quien me dedicó una expresión penosa mientras acariciaba suavemente mi rostro.— Boby te ama, Ty; te ama de verdad, no quiero que olvides eso, ¿de acuerdo?
Sonreí apenado cuando la escuché decirme eso, y sin más, bajé de su auto para irme rumbo a casa, pensando en todo lo que había sucedido ese día, en todo lo que estaba sucediendo desde hace semanas, y también pensé un poco en todo lo que ocurría desde mi llegada a Londres, desde el momento en que ví al maldito Arthur Greene, desde el primer día he querido golpearle la cara, moría por hacerlo, y sentía que en cualquier momento, el tipo me daría razones para lograr mi cometido, odio tanto haber tenido la razón nuevamente.
-
Acariciaba suavemente el pelaje de Algodón mientras veía la televisión, aunque aquella película de Sandra bullock solo era ruido de fondo para mí, ya que mi mente estaba creando su propia película de terror, no dejaba de imaginar al maldito pelirrojo en brazos de mi prometido, besándolo y rogándole que me dejara, ese pensamiento hacía que mis dientes castañearan de la ira, ojalá tuviera manera de usar mi don de imaginar escenarios trágicos y tormentosos para algo verdaderamente productivo, y no solamente para hacer sufrir a mi pobre y tonto corazón.
Ver al perro saltar del sofá y correr a las escaleras me hizo notar que ya Robert había llegado, pero a diferencia de otros días, no me molesté en ir a recibirlo, solo abracé mis propias piernas y me quedé viendo fijamente el televisor con seriedad, aún cuando no estaba prestándole nada de atención a la película que estaban transmitiendo en ese instante.
— Hola pequeño huracán — decía él mientras llegaba a la sala con el perro en brazos — Buenas noches, Teresa.
— Hola Robert — habló ella desde la cocina, mientras terminaba de preparar la cena.
Se acercó hacía el lugar donde yo estaba viendo fijamente la televisión, mirándome con detenimiento, pero yo no voltee la mirada en ningún momento, y vaya que me estaba costando trabajo ignorarlo.
— Buenas noches — murmuró con severidad.
— Buenas — respondí, inhalando profundamente al ver cómo bajaba a Algodón para ir al sofá y sentarse a mi lado a ver fijamente el televisor igualmente.
Ninguno dijo ni media palabra, estuvimos así por varios minutos, mi piel se erizaba al sentir su respiración tosca y seria, pero ni loco quería quebrarme, por primera vez en nuestra historia juntos, yo no era el que estaba fallando, tenía derecho de reprochárselo, tal y como él siempre me reprochaba a mí.
— Te creía dormido — dijo él.
— ¿Contabas con eso? — pregunté de mala gana, aún sin voltear a verlo.
— De hecho creí que estarías abajo esperándome con un bate de béisbol.
— No conseguí uno — afirmé alzando los hombros, él siguió ignorándome unos minutos más, hasta que llegó Teresa para romper el hielo entre nosotros.
— La cena está lista, vayan y coman antes de que se enfríe.
— Ya comí, Teresa, pero muchas gracias — dijo él, esas palabras hicieron que un enorme sentimiento de rabia inundara de lleno mi pecho, no sé de dónde saqué fuerzas para contener mis ganas de arrojarle algo a la cabeza.
— Yo no tengo hambre, Teresa, pero igual gracias — dije mientras la miraba de reojo, aunque me sorprendió ver cómo ella nos miraba a ambos con absoluta seriedad.
— ¡Okey, estoy harta! — clamó para pararse frente a nosotros y vernos con severidad absoluta — ¡¿Qué demonios le pasa a ustedes dos, por Dios santo?! ¡¡mírense!! ¡¡actúan como un matrimonio inestable, y aún no se han casado!! ¡¡¿qué creen que están haciendo, creen que actuando como niños caprichosos lograrán resolver sus problemas?!!
— ¡¿Teresa qué carajo crees que— clamó Robert mientras se levantaba del sofá, pero la voz de Teresa le interrumpió en seco.
— ¡¡Cállate y siéntate Robert!! — reclamó de golpe, logrando que robert se sentara en el sofá y la mirara con asombro absoluto — ¡¡Ustedes dos son una pareja jóven, de buena economía, no tienen problemas serios!! ¡¿solo por un par de discusiones bobas y sin fundamento van a dejar de dirigirse la palabra?! ¡actúen como hombres, por Dios santo!
Ambos agachamos la mirada con pesar mientras veíamos a Teresa ir hacía Algodón y cargarlo entre sus brazos.
— Mi pequeño y yo nos iremos de aquí, ¡y no regresaremos hasta que ustedes hayan resuelto sus líos! ¡¡se los estoy advirtiendo!!
— ¡Pero Teresa! — tratamos de detenerla, pero fue en vano, cuando menos lo esperamos, ella ya iba escaleras abajo a su habitación, dejándonos solos al señor Dawson y a mí.
Nuevamente, el silencio reinó de golpe en aquella habitación, Robert y yo no nos dirigíamos la mirada ni por error, pero al cabo de unos minutos, (y todo gracias al sermón de Teresa) volteamos a vernos con semblante serio y algo curioso.
— ... Lamento mucho cómo te hablé — murmuró con la voz algo apagada — Cómo te he estado tratando estos últimos días, Ty; tú no tienes la culpa de mis frustraciones por la boda, he hecho mal al desquitarme contigo.
— Lamento haber sido un dolor de cabeza estos días — dije mientras abrazaba mis propias piernas, empezando a sentir algo de frío alrededor — Sé que esperas más de mí, y yo ni siquiera puedo memorizar mis votos.
— No te culpo por eso — comentó mirándome con detenimiento — Te he forzado demasiado, no he sido justo contigo en absoluto.
Se acercó un poco hacía mí para tomarme la mejilla y acariciarla dulcemente, ese tacto logró reconfortarme bastante.
— No quiero que pienses cosas erróneas, solo salí con Arthur para hablar de trabajo, y... bueno, desahogarme un poco de la boda.
— Odio que te hagas esto — dije mirándole con seriedad, él me observó curioso cuando dije eso — Odio que te pongas esa carga a los hombros, y no dejes que nadie más te ayude; y no conforme con eso, tratas mal a todos por la frustración que ello te genera.
Él miró a otro lado en cuanto dije eso, pero yo le tomé con firmeza de las mejillas y lo obligué a verme a los ojos con atención.
— La boda fue tu idea, Robert — dije mirándole con seriedad y algo de pesar — Yo me conformaba con vivir contigo sin estar casados, o-o con ir a un juzgado y firmar un papel y ya, ¡el que quería una boda grande eras tú, y ahora no puedes con todo lo que eso conlleva!
— Yo sé hasta qué punto puedo tolerar, Taylor — gruñó quitando su mano de mi rostro — No quiero que me trates como si fuera un niño.
— No te trato como a un niño, te trato como a un hombre que no quiere ver que está esforzándose más de lo necesario — afirmé mientras lo empujaba contra el sofá y me colocaba encima suyo, para así evitar que se fuera — Eres el amor de mi vida, Robert, ¿crees que me gusta verte así de estresado? ¿o que me gusta que cada noche discutamos por alguna idiotez sin sentido?
Él me miró atentamente con asombro y algo de seriedad, pero no trató de apartarme, solo tomó mis mejillas y las acarició suavemente.
— ¿Tú también estás estresado, no? — me preguntó, haciéndome sonreír con pena.
— La única razón por la que no he salido corriendo, es porque Mónica me matará si lo hago — admití, aliviándome totalmente al ver que una sonrisa se reflejaba en los labios de Robert.
él me jaló de los brazos para hacer que me acurrucara en su pecho, besándome el cráneo y pasando sus manos por mis brazos.
— Tú ganas — murmuró pegando su frente con la mía — Le pediré a Yelena y a mamá que me apoyen un poco.
— No sabes cómo me alivia oír eso — dije entre suaves suspiros.
— Tienes razón, solo nos hago daño a ambos con mi absurda necesidad de hacer todo solo; además, se supone que los días antes de la boda son emocionantes, y muy especiales, y gracias a mí y a mi terquedad, solo han sido ridículamente agobiantes para los dos, eso no es justo en absoluto.
— Me alegra que te des cuenta de ello — dije mientras me recostaba en su pecho, apretando suavemente su ropa, aunque me alertó oírle decir unas palabras más.
— ¿Yelena te dijo algo cuando te trajo? — preguntó de repente, yo no sabía qué decir, sabía que si era franco, él iría a reclamar y desahogar sus frustraciones injustamente con ella, pero si me callaba, Robert igual le preguntaría a Yelena, y al saber que le mentí, solo terminaríamos discutiendo de nuevo, no sabía qué decir, pero no me dio tiempo de responder, porque él me tomó de las mejillas y me hizo alzar la mirada de golpe — Respóndeme.
— ... Sí, habló conmigo — admití, tomando una gran bocanada de aire — No creas que lo hizo con mala intención, solo... y-yo fui quien le preguntó, ella solo dijo que sí.
Él inhaló profundamente mientras masajeaba mis mejillas, pensando en qué decirme, creo que ya saben sobre qué estábamos hablando indirectamente.
— Sí, la verdad he notado cierta "conducta" cuestionable de parte de Arthur, pero no le he prestado mucha atención, ¿de acuerdo? apenas y me enfoco en eso cuando estamos en junta, solo hablo lo necesario con él, lo más atrevido que he hecho fue quejarme de la boda con él, y en ningún momento le he dicho algo mal sobre ti o nuestra relación, solo me he quejado de la decoración y cosas así.
Miré a otro lado con seriedad cuando le escuché decir eso, aunque un beso en mi cuello me ayudó a bajar la guardia.
— ¿Enserio me crees capaz de fallarte, mi amor? ¿faltando solo unos días para que seas mío por completo? — preguntó mientras hundía su rostro en mi cuello y me abrazaba las caderas, suspiré con pesar mientras masajeaba suavemente su cabello.
— ... Ya soy tuyo, y lo sabes — respondí suavemente, fue lo único que se me ocurrió decir en ese instante — Pero no me gusta que ese chico esté tan cerca de ti, sobre todo ahora que eres consciente de que se trae algo entre manos.
— Te prometo, que no dejaré que las cosas lleguen a mayores, Taylor — murmuró mientras pegaba su frente con la mía, haciéndome sonreír tímidamente con algo de inseguridad, me daba miedo pensar que todo realmente pudiera tornarse gris, faltando tan poco para que mi vida soñada lograra concretarse finalmente, y es aquí nuevamente, donde la ironía vino a mí, e hizo miserable mi vida como tanto le encantaba a la infeliz.
Continuará
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- Gema
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