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91 - 'Posible'

— ¡Ah! — gemí arqueando de golpe la espalda, sintiendo cómo empezaba a venirme en la mano de mi novio, perdí la cuenta de la cantidad de veces que me había corrido ya, nunca creí que sería posible decir esto, pero por primera vez en mi vida, aborrecía masturbarme.


— ¿Te gustó, mi amor? — preguntó besándome el cuello lentamente, mientras se movía en mi interior suavemente — ¿Quieres una más?


— No amor, no más — le rogué — S-Siento que me muero, estoy exhausto.


— ¿Seguro que no quieres más? — preguntó moviendo su mano rápidamente, jadee abriendo las piernas, lo admito, estaba exhausto, pero mi cuerpo seguía rogando por más.


— B-Bueno... p-pero una más y ya — le dije mientras me abría de piernas, él me empezó a embestir mientras proseguir con sus movimientos manuales, haciéndome gemir de forma ronca y sumisa — ¡Ah, Robert mi amor, ah, más rápido!


— Ven acá — gruñó poniéndome boca abajo para azotarme con fuerza contra el sofá, haciéndome gemir de dolor e intenso placer, al sentir cómo me venía una última vez, y él se corría en mi interior casi de golpe.


— Ah, por Dios — murmuré hundiendo mi cara en un cojín del sofá — Estoy muerto.


— Respira — susurró besando mi espalda — Solo necesitas recuperar líquidos.


— Jamás me lo he hecho tanto — dije cerrando sutilmente los ojos.


— ¿Cuál ha sido tu record? — preguntó recostándose en mi espalda.


— Tres veces.


— ¿Tres? ¿nada más? — voltee a verlo incrédulamente en cuanto él me dijo eso.


— ¡¿Cómo que "nada más"?! ¡¿tú te lo has hecho más de tres veces?!


— Para lo mucho que te gusta tocarte, imaginé que tu límite sería más alto, pobre, con razón no pasas de tres segundos — murmuró con falsos aires inocentes, que me hicieron verlo con odio absoluto mientras él masajeaba mis glúteos lentamente.


— Eres muy odioso — dije de mala gana, él rió para besarme la mejilla con dulzura.


— ¿Quieres dormir?


— Sí, tengo sueño — susurré, él se acurrucó encima de mí para besarme suavemente el cuello.— Duérmete, cuidaré tu sueño mientras lo haces.


— Gracias — dije mientras me iba quedando dormido ahí en el sofá, no quería pasar mi día libre durmiendo, pero Robert se las ingenió para dejarme exhausto, como ya era costumbre en él.


-


Me desperté al sentir un suave aroma a café en el aire, aroma que me hizo abrir los ojos y sentarme en el sofá, buscando con la mirada a mi novio, pero no lograba dar con él.


Me levanté del sofá y me puse de nuevo mi ropa, me sorprendió ver que mi cuerpo estaba limpio, y que la parte del sofá donde yo estuve "viendo televisión" con Robert estaba limpia también, seguramente él se encargó de limpiar mientras yo dormía plácidamente.


Fuí hacía la cocina a paso lento, notando que cierta silueta de largo cabello negro se estaba sirviendo una taza de café, por lo que me acerqué desde atrás y lo abracé con fuerza, sacándole una suave carcajada de los labios.


— Hola, ¿despertaste ya, gatito?


— Sí — asentí mientras le daba algunos besos en la espalda — Me dejaste solito en el sofá.


— Perdona, se me antojó preparar un café — dijo mientras volteaba a verme y me besaba los labios cálidamente — ¿Listo para ver tu regalo?


— ¿Mi regalo? ¿enserio vas a darme algo? — me quejé, él rió para acariciar mi mejilla.


— Creo que eres la primera persona en el mundo que se enoja porque le regalen cosas.


— De hecho, soy la segunda — dije incrédulamente, él rodó sus ojos al oírme decir eso — ¡Quéjate, pero no tienes derecho de hacerlo y lo sabes!


— No es la misma cosa, yo he recibido muchas baratijas en mi vida, tú apenas estás empezando a vivir, ¡mereces ser llenado de regalos y demás cosas!


— Con el sexo y el pastel me conformo — dije sacudiendo mis manos, él me tomó de los hombros para guiarme a las escaleras principales — ¡Ay Robert por favor!


— ¡Te va a encantar, estoy seguro! — dijo mientras me guiaba escaleras abajo, aunque me abrumó mucho sentir cómo me cubría los ojos con su mano mientras me guiaba a la puerta principal, ni en sueños imaginé que me darían algo como lo que estaba apunto de ver, lo digo enserio, ni en sueños me imaginé poder tener uno, mucho menos uno que fuera totalmente mío.


— Si es alguna tontería, o una bravuconada de tu parte, te voy a patear el trasero — renegué sintiendo la brisa fría golpeándome el rostro, claro indicio de que finalmente salimos de casa.


Él de repente quitó la mano de mi rostro, dejándome ver un auto de color negro que estaba estacionado frente a nuestra casa, de no haber sido por el moño azul que le adornaba en la parte de arriba, nunca hubiera creído que ese auto era mi regalo.


— ... Estás jugando — murmuré volteando a verle sin saber qué decir, jamás en mi vida imaginé que me regalaran un auto, lo consideraba la cúspide de las exageraciones, solo podía pensar "cuánto costó esa cosa", dejar de ser pobre lleva más tiempo del que pensé.


— No, no juego — afirmó sonriéndome coquetamente — ¿Y bien, no te gusta?


— ¡¿Un auto?! ¡¿d-de dónde se te ocurrió regalarme un auto?!


— Ayer dijiste que quieres conducir, necesitarás un auto para ello — jadee emocionado para irme sobre él y colgarme de su cuello, empezando a besar sus labios con deseo.


— ¡Gracias gracias gracias! — repetía mientras le tomaba las mejillas y repartía besos por todo su rostro, importándome poco que las personas alrededor pudieran vernos.


— ¿Y bien, vamos a dar una vuelta? — preguntó alzando la llave, yo le miré totalmente nervioso, pero mentiría si digo que no me emocionaba conducir mi propio auto.


— ¿C-Crees que estoy listo?


— No, pero mientras más rápido aprendas mejor — dicho esto, me tomó del brazo para guiarme al auto con él, estaba empezando a ponerme muy nervioso, pero al mismo tiempo, una fuerte corriente de emoción recorría mi cuerpo, no podía creer que me habían hecho un regalo como ese, sé que Robert es especialista en sorprenderme, pero eso realmente fue la cúspide de las sorpresas que podría darme el señor Dawson.


-


Nos fuimos a una parte abierta y algo solitaria de la ciudad, las calles de Londres eran muy estrechas, pero afortunadamente logramos conseguir una lo suficientemente buena para que yo iniciara mis lecciones, impartidas por el señor Dawson, quien es un maestro de primera.


— Ese no es el pedal, idiota — gruñó mientras me miraba presionando el freno, cuando realmente trataba de avanzar.


— "¡Amor de mi vida, el botón que estás oprimiendo es el erróneo!"— renegué mirándole con molestia.


— Te he repetido cuatro veces que ese es el freno, Taylor, ¿podrías ponerme atención?


— No me tienes paciencia — dije con molestia, él inhaló profundamente para sonreírme con fastidio.


— Mi amor — murmuró mientras luchaba por contener sus ganas de decirme "¡deja de actuar como idiota y concéntrate!", con verle la cara era fácil deducirlo; no crean que Robert era cretino, al contrario, en serio se esforzaba en tenerme paciencia, aún cuando él era demasiado obsesivo-compulsivo y se ofuscaba fácilmente cuando alguien no hacía la tarea más simple como manejar un auto — Solo debes presionar el pedal y darle a la palanca de cambio, eso te hará avanzar.


— De acuerdo — murmuré mientras hacía lo que él me pedía, temblando al notar cómo el auto comenzaba a avanzar — ¡Ay por Dios, esta mierda está avanzando!


— Te dije que sería sencillo — murmuró sonriéndome orgulloso — Ahora acelera un poco, ¡no mucho!


— ¿Dónde acelero? — pregunté mientras presionaba un pedal, pero al hacerlo el auto frenó de golpe, haciendo que ambos casi nos golpeáramos contra el tablero del auto.


Robert me miró de reojo con seriedad, yo sonreí con nerviosismo mientras golpeaba suavemente el volante con mis dedos.


— Y-Ya vi cuál es el freno.


— Gracias a Dios por eso — dijo de mala gana mientras me sonreía incrédulamente, lo admito, yo era pésimo conduciendo, pero ¿creen que yo aspiraba a tener un auto? mi mayor aspiración era conseguir una bicicleta, como mucho una motocicleta en la cual hacer encargos, pero de ahí en más, jamás me vi conduciendo un auto, mucho menos un propio.


Robert me siguió explicando un rato más, enserio luchaba por no reírme, pero me daba tanta ternura verlo tan incómodo e inquieto con mi manera poco ética de conducir.


— Muy bien, lo estás haciendo genial, Ty — dijo mientras veía cómo yo iba conduciendo cuidadosamente por aquella solitaria calle — El sábado iremos a la escuela de manejo para que consigas tu permiso de conducir.


— ¿Puedo tener auto sin tener un permiso primero? — pregunté sin quitar la mirada del camino. — Claro, solo no salgas aún ¿de acuerdo? para ahorrarnos problemas.


— Bien — murmuré frenando el auto para voltear a ver a Robert e irme sobre él y besar suavemente sus labios — Gracias amor.


— No hay de qué — susurró besándome de vuelta — ¿Te gustó tu regalo?


— ¡Me encanta! ¿debería ponerle nombre?


— ¿Nombre? — murmuró con seriedad.


— ¡Sí! — clamé pasando mis manos por el volante — Este bebé es hermoso, ¡eso, le pondré "Baby"!


— Taylor yo no creo que— trató de hablar, pero puse mi dedo en sus labios para evitar que siguiera con su explicación.


— Shhh, no ofendas a Baby en mi presencia — él me miró incrédulamente cuando dije eso, yo no pude evitar reír al ver su expresión.


— Debo llevarte con un psiquiatra luego de la boda — comentó mirando la hora en el reloj de su muñeca — Se hace tarde, perderemos la reservación si no nos vamos ya.


— ¿Reservación?


— Sí, reservé en un restaurante no muy lejos de aquí, espero que no te moleste.


— Estamos celebrando mi cumpleaños y nuestro aniversario, raro sería que no reservaras nada — admití encendiendo de nuevo el auto, él me miró algo preocupado ante esto.


— ¿No planeas conducir hasta casa, no es así?


— ¿Y si lo hago, eso estaría mal? — pregunté maliciosamente, él gruñó mientras echaba la cabeza hacía atrás, frunciendo el ceño al oír cómo yo empezaba a reírme maliciosamente.


— Debí regalarte otro perro — renegó mientras yo empezaba a conducir con cuidado, tarareando aquella canción que me cantaron en la mañana apenas me desperté.


-


Apenas volvimos a casa, fui rumbo a mi habitación para arreglarme con tiempo, aunque me retrasé un poco al contestar las llamadas de felicitación que me hicieron Teddy y Mónica, mi madre sonaba melancólica como siempre, y mi mejor amiga, sobra decir lo emocionada que la sentí por mi cumpleaños, nunca lo olvidó, ni yo olvidaba el suyo, y espero no olvidarlo en el futuro.


Dado que, nuestra relación logró tomar forma nuevamente el día antes de mi cumpleaños, Robert y yo decidimos que no era mala idea celebrar mi cumpleaños y nuestro aniversario el mismo día, nuestra agenda era apretada, y preferíamos celebrar todo de golpe, a tener que dejar que pase sin pena ni gloria, así que luego de contestar las llamadas de mis seres queridos, fuí corriendo a ducharme para estar listo a tiempo para mi cita con mi prometido.


Me terminaba de arreglar frente al espejo del baño, colocándome colonia mientras miraba mi propio reflejo, me gustaba mucho la persona que estaba frente al espejo, empezaba a verme a mí mismo como una persona muy atractiva, siento que era porque empezaba a verme de la misma forma en la que Robert me miraba, era eso, o la vida de pareja me estaba embelleciendo mucho.


Caminé de vuelta a la habitación, sentándome en la cama para abrir uno de los cajones, sacando una pequeña caja azul que había guardado hace días entre mi ropa interior, en el interior había dos brazaletes plateados con nuestras iniciales grabadas en ellas, fue un regalo que se me ocurrió luego de ver una película, pero igual sentía que era demasiado pobre para dárselo a mi prometido, él no era hombre de usar esos típicos brazaletes de cadenas que usaban las personas normales, él usaba relojes caros, ni loco se pondría algo tan corriente en la muñeca, ¿en qué estaba pensando?


Suspiré pesadamente mientras observaba dicha caja, no sabía qué hacer con ella, quería dársela ese día, pero sentía que no valía la pena, él me regalaba un auto ¿y yo que le daba? una cadena, una simple y sucia cadena que se rompería con el tiempo, sé que deben creer que me ahogaba en un vaso de agua, pero para mí, obsequiarle algo a Robert igual de significativo que todo lo que él me daba a menudo, era muy importante para mí, porque él siempre me mimaba y me daba cosas, y yo nunca le daba nada.


— Amor — habló de repente mientras entraba a la habitación, yo oculté la caja tras mi espalda, levantándome de la cama y sonriéndole algo nervioso — ¿Estás listo?


— C-Claro — asentí con la cabeza, preocupándome al ver cómo se acercaba hacía mí.


— ¿Estás bien? te noto algo nervioso.


— N-No es nada, solo— traté de hablar, pero él tomó mi brazo y me hizo revelar lo que ocultaba tras mi espalda, agaché la mirada con vergüenza absoluta, mientras él sonreía conmovido al ver esa minúscula (a mis ojos) caja que reposaba en mi mano.


— Oh Ty, ¿y esto qué es? — preguntó quitándome la caja para abrirla.


— N-No es nada, e-es solo una... u-una tontería — murmuré mirando a otro lado — N-No es nada importante, en realidad.


— ¿Cómo que no lo es? — dijo mientras abría la caja, revelando las dos cadenas con nuestras iniciales — Ow, Taylor, mi vida, esto está hermoso.


— N-no es para tanto, s-solo es un detalle que... l-la verdad no es la gran cosa, s-son cadenas muy feas y, ¡y muy pobretonas! — me quejé tratando de quitarle la caja, pero él me lo impidió.


— ¿Pobretonas? es plata, Taylor, además el grabado está hermoso, ¿con qué dinero las compraste?


— M-Me quedó algo de dinero de las fotos que Marinne me tomó, a-además ella de vez en cuando me envía algunos cheques, dice que esas fotos le siguen generando buenas ganancias, y no deja de rogarme que trabaje con ella otra vez.


— ¿Y vas a hacerlo?


— Por lealtad a Catherine, creo que no — admití ocultando mis manos tras mi espalda, sonrojándome totalmente al ver cómo mi prometido tomaba una de esas cadenas y se la ponía en la muñeca derecha (la misma mano donde tenía el anillo que le di), sonriendo gustosamente mientras se la terminaba de poner.


— Están preciosas — dijo mientras me miraba atentamente — ¿Porqué no te gustan?


— E-Es que yo... s-siento que esto es muy pobre de mi parte, d-digo, ¡tú me regalaste un auto, por Dios santo!


— Ya te he dicho que no te acomplejes por esas cosas, prefiero un regalo pequeño y lleno de romance, a uno costoso y con poco significado — susurró tomando mi mejilla para besarme cálidamente la frente, y acto seguido, tomó mi mano para ponerme mi cadena también — Te queda perfecto.


— A ti igual — admití pegando mi frente con la suya — Me alegra que te gustara mi regalo.


— ¿Gustarme? me encanta, realmente me tomaste desprevenido.


— Era un día muy especial, no podía dejar pasar la oportunidad de regalarte algo.


— Qué dulce, cielo — murmuró tomándome del cuello para besarme lentamente, mientras yo le abrazaba y pegaba mi frente con la suya.


-


Fuimos hasta un restaurante bastante grande y bello que quedaba en el centro de la ciudad, estaba a reventar, eso me sorprendía bastante, principalmente porque era un día de semana, por lo que no me explicaba porqué había tanta gente alrededor.


— Buenas noches — habló mi prometido con esa galantería tan suya, el hombre de la puerta casi gimió de gusto al verlo, la gente no miente cuando dicen que los Dawson son celebridades en Londres.


— B-Buenas noches señor Dawson — habló aquel caballero mientras tomaba un menú y empezaba a caminar — Sígame por favor.


— Muero de hambre — murmuré al oído de mi prometido, él rió por debajo mientras me tomaba de las caderas y me apegaba a su cuerpo, amo tanto ese lado posesivo suyo.


Nos guiaron hasta una mesa junto a una ventana enorme, y apenas nos sentamos nos dieron el menú, aún me abrumaba un poco la comida londinense, echaba tanto de menos las hamburguesas y la comida rápida de Detroit, creo que era lo único autóctono de mi país que realmente me hacía suspirar con añoranza (a excepción de mi hermano y mi madre, desde luego).


— Quiero lasaña por favor — le pedí al mesero, sonrojándome al ver la mirada cálida y tierna que me dedicaba Robert de repente.


— Yo igual — respondió mientras le daba el menú al mesero — Y un vino tinto, por favor.


— Desde luego, vuelvo en un segundo — dicho esto, el mesero se marchó, y al dejarnos solos, Robert siguió viéndome de arriba a abajo con ternura, expresión que me hacía sonreír tímidamente.


— ¿Qué pasa? — pregunté.


— Nada, solo me gustas mucho — admitió alzando los hombros, haciéndome suspirar y sonreír cálidamente — Ir a américa fue lo mejor que pude hacer en mi vida.


— Suenas como un colonizador que se casó con un indio — dije de manera burlona mientras arreglaba una servilleta sobre mi regazo.


— Al conocerte ni siquiera sabías deletrear "croissant" la verdad sí siento que te salvé del nuevo mundo.


— Cállate ¿quieres? abres la boca solo para decir tonterías — dije de mala gana, haciéndole reír cínicamente.


— ¿Aún recuerdas la tarde que te invité a salir por café?


— ¿Cómo olvidarlo? saliendo de ahí me llevaste a tu hotel — dije con algo de acidez, haciendo a mi prometido sonreír con malicia.


— Ahh, me encanta recordar ese día, el dulce sabor amargo de tus labios, me sigue persiguiendo hasta en sueños.


Sonreí tímidamente al oírle decir eso, me conmovía mucho darme cuenta de que yo no era el único que recordaba diariamente aquellos días en los que conocí al amor de mi vida, y eso solo me hacía amarlo mucho más, algo imposible, pero hey, con Robert yo sentía que hasta lo imposible era posible.



Continuará


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- Gema


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