90 - 'Fascinado'
— Hola cariño, al fin llegas — dijo mientras me miraba atentamente — ¿Porqué tienes esa cara?
— Ya no aguanto — gruñí cerrando de golpe la puerta tras de mí, para dejar mi mochila en el suelo e irme sobre Robert para sentarme en su regazo y empezar a besarlo hambrientamente, besos a los que él correspondió algo abrumado y confundido.
— ¿Qué te ocurre, Ty?
— Me ocurre que estoy que reviento, Dawson — dije de forma brusca mientras me quitaba el suéter que llevaba puesto — Hagámoslo.
— ¿Amor qué te— murmuró algo dudoso, bajando la mirada hacía mi pantalón, alzando las cejas con asombro al ver la hinchazón en mi entrepierna, cosa que le hizo reír cínicamente — ¿Y esto, a qué se debe exactamente?
— E-Es que hoy me estaban molestando, y-y empecé a decir que mi prometido es muy sexy, y-y que me coge rico y... y-y sin quererlo me excité a mitad de la clase — murmuré sumisamente mientras me acercaba para lamer el cuello de mi pareja, sonriendo al sentir cómo su respiración se agitaba de repente.
— ¿Osea que me estabas presumiendo, eh? ¿y ahora tienes el descaro de venir y atacarme de esta forma tan brusca? — murmuró apretándome los glúteos — Sí que te he educado mal, Taylor.
— Por favor, mi amor — gimotee en su oído — Y-Ya no aguanto, estoy que reviento.
— Sí, ya eso lo dijiste — bromeó, tomándome con fuerza de las mejillas para verme a los ojos atentamente — Sí que te has vuelto todo un depravado, hace un año tenías miedo de que yo te tocara, y ahora me ruegas que te la meta, en cuestión de meses muchas cosas cambian de la nada ¿no es así?
Gemí al sentir cómo me apretaba la entrepierna, haciéndome temblar de golpe.
— Yo que tú habría tenido cuidado con lo que me pedías — susurró en mi oído mientras me empezaba a mover encima suyo, tal y como hicimos en san valentín.
— ¡Ah, sí, a-así! — gimotee mientras empezaba a temblar — ¡Robert! ¡ah, sí!
— ¿Cómo te atreves a interrumpirme en mi horario laboral, todo para que te la meta, Taylor? ¿no te cansas de que yo te haga chillar? — dijo mientras me tomaba de las caderas y me obligaba a moverme encima suyo, haciéndome temblar y sacar la lengua mientras jadeaba su nombre.
— ¡Ah, R-Robert mi amor! ¡ah, sí!
— Debería dejarte con la erección en el pantalón, para castigarte por interrumpirme así — murmuró mientras se levantaba de su silla y me cargaba en brazos, mirándome a los ojos con un deseo intenso, cosa que me hizo sonreír juguetonamente.
— O podrías hacérmelo — canturree, haciendo a Robert reír y verme a los ojos con deseo y absoluta sensualidad.
— Debería ¿no es así? — dicho esto, me recostó en un sofá nuevo que recién había instalado en su oficina, para empezar a bajarme el pantalón — Voy a dejarte exhausto.
— Hazlo, no te contengas — le pedí, vaya que me vuelvo una perra por ese sujeto.
Ambos gemimos al unísono cuando Robert finalmente terminó de desnudarme, se bajó un poco el pantalón, y empezó a atacar mi cuerpo sin más, haciéndome temblar y chillar como la propia perra en celo.
— ¡¡Ahh, me-me duele!!
— ¡¿De qué mierda te quejas?! ¡esto era lo que querías! — gruñó en mi cara mientras me obligaba a verle a los ojos — Gime mi nombre, gatito lujurioso.
— ¡¡Robert, ahh!! ¡a-alfin! ¡lle-llevo todo el día queriendo esto!!
— Se te nota en los ojos que morías una follada de mi parte — mencionó dándome una embestida brusca que me hizo temblar de golpe — ¡Ah, ay Taylor!
— ¡¡Ah!! ¡¿t-te está gustando también?!
— ¡Claro que sí! ¿s-sabes hace cuánto que no te la meto? — susurró mientras empezaba a besarme el cuello — Y la manera en la que llegaste hoy, emanando lujuria, deseando que te follara, Dios, habría sido un pecado no cogerte.
— ¡Ahh, m-más fuerte!
— Cálmate gatito, si te trato mal no podrás levantarte mañana, y debes estar presentable para tu cumpleaños.
— Me da igual — gemí lascivamente — S-Solo quiero tenerte conmigo, n-nada más me importa.
— Mgh, ay Taylor — gruñó tomándome de las muñecas para alzar la cabeza y verme fijamente a los ojos mientras proseguía con el vaivén — Dios santo, y-ya tienes veintidós, eres tan hermoso, ¡a-ah! c-cuando tengas treinta me vas a volver loco.
— ¡Ah, me-me voy a venir!
— No, cállate — gruñó mientras me hacía verle fijamente a los ojos — Te estoy hablando, cuando yo te hable te callas, ¿te quedó claro?
Asentí con la cabeza mientras me mordía el labio inferior, tratando de aguantar las ganas tremendas de venirme.
— Voy a casarme con el chico más sexy de américa, no, ¡de todo el mundo! — dijo entre suaves jadeos — No sabes lo mucho que eso me enloquece.
— E-Estás temblando — dije mientras le jalaba los brazos — Siéntate, quiero hacerlo yo.
— Bien, ven acá — murmuró mientras se sentaba en el sofá y me jalaba de los brazos para sentarme en su regazo, y apenas lo hice, empecé a moverme por mi cuenta.
— ¡Ah, Robert! — chillé sacando la lengua — ¡Ah, e-esto duele!
— ¿Será por eso que te gusta tanto? — preguntó juguetonamente mientras me tomaba de los glúteos y los separaba para hacer más profundas mis embestidas.
— ¡Ah, a-ay qué rico!
— Qué sucio te has vuelto — susurró mirándome fijamente a los ojos — Cuando te conocí ni siquiera te gustaba verme mientras te cogía.
— ¡¿E-Estás loco?! ¡ah! — clamé al sentir una corriente de repente — ¡M-Me encantaba! s-siempre he amado verte a los ojos, e-es solo que, t-tu mirada siempre me ha excitado mucho, y-y me ponía muy nervioso.
— Ow, ¿enserio? cuéntame un poco más — demandó tomándome de las mejillas con fuerza — Sigue contándome Ty, ¿te gustó tener sexo conmigo en la playa?
— ¡ah! ¿gustarme? ¡l-lo quiero repetir! — murmuré sacando la lengua — Ah, me-me encantó que me hicieras tuyo, solamente tuyo.
— Es que eres mío, Taylor; y de nadie más — dicho esto, me abrazó con fuerza para besarme hambrientamente, besos a los que correspondí sin dudarlo dos veces — ¿Y si te llevo a la playa para aprovecharme de ti otra vez?
— Adelante — chillé pegando mi frente con la suya, sin dejar de moverme — Me va a encantar, siempre será así.
— ¿Así como te está encantando esto? — preguntó mientras pasaba sus dedos por mi miembro, el cual estaba frotándose contra su abdomen — Siento que en cualquier momento vas a terminar corriendote.
— S-Sí — asentí de forma sumisa — E-Es que esto me gusta mucho, mi amor.
— No te contengas entonces, déjame claro cuánto te gusto.
Escuchar eso me hizo volverme loco, no logré contener mis acciones de nuevo. Azoté a Robert contra el espaldar del sofá para hacer más rápidos y bruscos mis movimientos, sacándonos a ambos roncos gemidos de placer, todo mientras nos veíamos fijamente a los ojos y jadeábamos el nombre del otro, y de esta forma, ambos nos corrimos de golpe pronunciando entre lascivos gemidos el nombre del otro, y viéndonos a los ojos con cansancio e intenso placer.
— Ah, Robert mi amor — murmuré de forma sumisa, acurrucandome en el pecho de él mientras le besaba el cuello — ¿Te lastimé?
— ¿Lastimarme? quiero que lo hagas de nuevo — bromeó acariciando suavemente mi espalda y besando suavemente mi frente, sonreí tímidamente mientras me dejaba mimar por él, hace dos segundos éramos un par de locos cegados por la lujuria, ahora éramos un par de tórtolos dándonos cariños y atención mutua, nuestra dualidad es bastante peculiar, pero muy hermosa, en mi opinión.
— ¿Te quité mucho tiempo? — pregunté repartiendo besos por el cuello ajeno, él sonrió para tomarme el cuello y besarme lentamente.
— No — respondió entre besos, acariciando mi espalda mientras me recostaba cuidadosamente en el sofá — Te adoro ¿sabes?
— Me gusta oírte decirlo — dije mientras frotaba mi nariz con la suya — Yo también te adoro.
— ¿Quién te molestaba hoy? — preguntó mientras acariciaba mis piernas, seguía dentro de mi cuerpo, sin intención alguna de salir, y yo no quería que lo hiciera.
— Winchester — dije de mala gana, él me miró con seriedad cuando dije eso — No fue nada grave, solo le recalqué que tú sí sabes satisfacerme, porque él estuvo diciéndote viejo y demás idioteces que no quiero ni recordar.
— "¿Viejo?", ¿nadie sabe un mejor insulto que ese? — dijo de mala gana, haciéndome reír por debajo.
— No estás viejo, cariño — murmuré besándole rápidamente los labios.
— Como sea, si ese tipo te sigue molestando avísame ¿de acuerdo? quiero ponerlo en su lugar, sobre todo después de la noche en que lo ví coqueteándote.
— No pasará a mayores, te lo prometo — dije volviendo a besar los labios de Robert, gruñendo con molestia al sentir cómo abandonaba mi cuerpo.
— Perdona, debo terminar de leer unas cosas — murmuró acariciando mi mejilla — Quédate acostado aquí ¿de acuerdo? me gusta tenerte cerca mientras trabajo.
— Sí amor — murmuré mientras me recostaba de lado y veía cómo Robert se sentaba en su escritorio a trabajar, no tenía tarea pendiente, así que podía darme el lujo de quedarme viendo a mi futuro esposo en sus labores, "qué afortunado soy" pensé, mientras poco a poco el sueño empezaba a ganarme, y sin planearlo si quiera, me quedé dormido en dicho sofá, el cual era bastante cómodo, imagino que Robert lo compró así para poder follarme en él cada que quisiera.
-
No recuerdo nada más de ese día, supongo que luego de dormirme Robert me llevó a la cama y me dejó tomarme el resto de la noche para descansar, amo tanto que mi prometido sea tan atento conmigo.
Unos cálidos besos en el cuello me hicieron abrir poco a poco los ojos, al mismo tiempo que escuchaba una suave voz cantándome al oído.
— "Hasta que me olvides voy a intentarlo" — murmuró suavemente mientras me acariciaba el cuerpo, cosa que me hizo sonreír mientras abría poco a poco los ojos — "No habrá quien me seque tus labios por dentro y por fuera".
— Mi amor — murmuré entre risas tímidas, mientras él me besaba el cuello y me seguía cantando al oído, pasando sus manos por mis piernas (las cuales ya por inercia, doblé creyendo que me iban a "dar los buenos días").
— "No habrá quien desnude mi nombre una tarde cualquiera, hasta que me olvides tanto que, no exista mañana ni después; no no" — susurraba mientras me daba algunos besos rápidos en el cuello, mi piel se erizó de golpe al oír cómo mi pareja me cantaba al oído mi canción favorita la mañana de mi cumpleaños, ¿qué más se puede pedir en esta vida, eh?
Jadee al sentir cómo me lamía el cuello de arriba a abajo, y su mano iba a parar a mi miembro para acariciarlo suavemente por encima de la ropa, cosa que me hizo reír ligeramente.
— "Hasta que me olvides voy a intentarlo" — prosiguió mientras me seguía besando el cuello — "no habrá quien desnude mi boca como tu sonrisa; y voy a rodar como lágrima entre la llovizna, hasta que me olvides tanto que, no exista mañana ni después".
Dicho esto, pegó su frente con la mía para seguir cantándome suavemente, mientras yo le miraba totalmente embelesado y fascinado, amaba que Robert se portase tan romántico de repente.
— "Hasta que me olvides, voy a amarte tanto tanto, como fuego entre tus brazos, hasta que me olvides..." — susurró dándome un beso rápido en los labios — "Hasta que me olvides, y me rompa en mil pedazos, continuar mi gran teatro; hasta que... me olviides" — reír por debajo mientras le daba un beso cálido y tierno en los labios, beso al que él no dudó dos veces en corresponderme.
— Te amo, ¿sabías?
— Felíz cumpleaños, mi cielo.
— Gracias, cariño — murmuré mientras abrazaba a Robert con fuerza, sonriendo gustoso al recordar por un momento el año pasado, el cual fue increíblemente hermoso y memorable, empezó con Robert mimándome de igual forma, justo después de esos horribles días donde ambos solo nos dedicamos a sufrir y hacernos daño, pero como dicen por ahí, después de la terrible tormenta, llega finalmente la paz.
Gemí suavemente al sentir cómo Robert frotaba su cuerpo contra el mío, haciéndome temblar suavemente.
— ¿Quieres? — preguntó mientras me besaba suavemente el cuello.
— Claro que sí — asentí echando la cabeza hacía atrás — Se supone que soy mayor ya, estréname.
Aprovechando que solo tenía una pijama corta puesta, él me quitó la ropa y empezó un vaivén lento y muy sexy, que me hacía temblar y jadear pesadamente su nombre.
— ¡Ah, mi amor! más rápido.
— No, quiero que tiembles — susurró besándome el cuello — Quiero que chilles, Ty.
— ¡Ah! ¿y-y que Teresa nos oiga?
— Teresa siempre nos escucha — susurró alzando mis piernas para hundirse de lleno en mi cuerpo, haciéndome jadear con fuerza — Mgh, tan rico.
— ¡Robert mi amor! ¡a-ah, a-así!
— ¿Aquí? — preguntó separando más mis piernas, mordiéndome con fuerza el muslo, y provocándome un orgasmo brusco que hizo a Robert sonreír con orgullo.
— ¡Ah, R-Robert mi amor! — chillé mientras empezaba a venirme sobre las sábanas — Oh por Dios.
— ¿Quieres la leche dentro, o fuera? — preguntó mientras se hundía más en mi cuerpo, yo arqueé la espalda mientras lo veía fijamente a los ojos.
— ¿D-De cuándo acá haces esas preguntas tan vergonzosas? — me quejé, haciéndole reír por debajo.
— Solo quería ver tu reacción — dicho esto, me abrazó con fuerza para seguir aquel lento vaivén, que me hizo sufrir un orgasmo seco, y a Robert lo hizo venirse de golpe.
— Mgh, qué rico desayuno de cumpleaños — susurré hundiendo mi cara en el hombro de mi prometido — ¿Podemos quedarnos así?
— No — respondió alzando el torso para verme a los ojos y sonreírme pícaramente — Debes comer, ayer no cenaste.
— No tengo hambre — murmuré tímidamente, él me miró con seriedad para jalarme del brazo y forzarme a levantarme de la cama e ir a vestirme, era tedioso tener que salir, sobre todo cuando yo solo quería pasar el día con mi prometido dentro de mi cuerpo.
Apenas me vestí, Robert me guió fuera de nuestra habitación, específicamente a la cocina, sitio donde Teresa nos esperaba con un pastel de melocotón muy precioso.
— Oh Teresa, no te hubieras molestado — dije mientras me sentaba frente a aquel pastel.
— ¿Cómo no me iba a molestar, cielo? — dijo ella mientras iba hacía mí y me besaba suavemente la frente, — Feliz cumpleaños, Tesoro.
— Gracias — murmuré sonriendo tímidamente, tomando un tenedor para degustar aquella belleza que reposaba frente a mí, moría por hincarle el diente.
— Bien mi príncipe — murmuró Robert mientras se sentaba a mi lado y me besaba dulcemente la mejilla — ¿Qué quieres hacer hoy en tu día libre por motivo de tu nacimiento?
— No lo sé — murmuré metiéndome el tenedor a la boca, Robert había mencionado que podía faltar a clases en mi cumpleaños, y que él también faltaría al trabajo, fue algo que ví muy riesgoso en su tiempo, pero me daba igual, enserio quería un día libre, no iba a reprocharle por darme eso que tanto quería, era como regañarlo por querer metérmela.
— Yo tengo unas ideas — dijo él mientras me sonreía pícaramente, era la típica mirada que ponía cuando quería que tuviéramos sexo, lo conocía de sobra como para saber eso — Pero primero acaba tu desayuno ¿sí? yo bajaré a revisar algo.
— De acuerdo — dije mientras tomaba un plato para empezar a dividir el pastel, dándole un poco a Teresa y guardando una porción para Robert, y también tomé un trozo de melocotón y se lo dí a Algodón, quien no dejaba de ladrar y de tratar de irse sobre mí, como si quisiera felicitarme él también.
-
Luego de degustar mi desayuno, me fuí al sofá para ver algo de televisión, noté que Robert le murmuró unas cosas a Teresa, algo estaban planeando, pero yo fingí no saber nada para que creyeran que me estaban sorprendiendo, aunque a fin de cuentas, el sorprendido siempre acabé siendo yo.
— Bien, gatito, tenemos casa sola, Teresa se fue a comprar — murmuró mientras se me acercaba y se sentaba a mi lado para besarme el cuello — ¿Qué quieres hacer?
— Justo lo que estás pensando — admití volteando a verle de frente, él me miró con deseo y me dió un beso al que no dudé en corresponder, aún cuando sentí que se me había caído el control remoto.
Robert me recostó en el sofá para ponerse detrás de mí, empezando a quitarme los shorts y a levantar mi suéter, y apenas me tuvo como quiso, empezó a masturbarme mientras me seguía besando.
— Ah, no — me quejé, pero él no me dejó moverme.
— Relájate — murmuró besándome el cuello — Amas masturbarte, imagino que debes amar más que alguien lo haga por ti.
— C-Carajo — gemí de forma sumisa mientras lo dejaba hacer con mi cuerpo lo que quisiera — Robert mi amor, s-sigue.
— Pásame el control, quiero cambiar el canal — murmuró en mi oído sin detener sus movimientos, haciéndome jadear mientras hacía lo que me pedía.
— No pares — le rogué — Se siente rico.
— Sé que se siente rico — comentó besándome el cuello mientras frotaba su bulto contra mi cuerpo — Y más rico se sentirá cuando te haga venirte.
— ¿C-cuánto tiempo me quieres hacer esto?
— No lo sé, cuando me canse de oírte gemir, osea... nunca — dijo entre risas cínicas, que a mí poco o nada de gracia me causaron, enserio creía a Robert capaz de pasarse el día dándome placer, y a mí la idea me gustaba, sí, pero no todo el día, no quería morir deshidratado a manos de mi novio y de su lujuria insaciable, aún cuando mi actitud parecía recalcar lo contrario.
Continuará
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- Gema
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