89 - 'Capricho'
Las semanas siguieron transcurriendo con velocidad, vaya que el tiempo vuela cuando finalmente eres feliz. Robert y yo nos enfocamos en el trabajo y las clases, luchábamos por no dejar morir el romance, aunque a veces ni siquiera teníamos tiempo para una ronda de sexo rápido en la mañana, sobre todo porque ahora debíamos compartir alcoba con Algodón, y esa pequeña rata era más inoportuna que una erección a medio día.
Y así, finalmente llegamos a marzo, un mes que siempre me generó conflicto, pero que ahora, me llenaba de alegría y mucha emoción, sobre todo al pensar, que fue el mes en el que conocí al amor de mi vida, el hombre que cambió por completo mi vida, y que la hizo mucho más feliz.— ¡¡Algodón!! — grité al salir de la habitación, usando solamente una pantufla, ya que el endemoniado animal tenía la otra — ¡¡Dame mi maldita pantufla!!
— Nada como los gritos de mi prometido para despertar de buena manera — dijo Robert de forma cínica, sonriendo al verme ir hacía él con cara de pocos amigos.
— ¡Tu rata me quitó mi pantufla!
— De hecho, es "nuestra" rata, ambos la hicimos ¿lo olvidas? — dijo con malicia, haciéndome suspirar pesadamente — Oh vamos Ty, cálmate, ya irás a buscar tu pantufla después, por ahora ven y dame los buenos días — dijo mientras palmeaba su regazo, indicándome que me sentara en él, cosa que hice, besándole los labios para después mirarle a los ojos con algo de pesar y fastidio.
— No quiero ir a clases hoy.
— ¿Porqué? te ví muy entusiasmado ayer.
— ¡Hoy tengo un maldito exámen oral, y siento que me irá del asco! — me quejé, mientras mi pareja daba un sorbo a su café y me observaba con detenimiento.
— No pienses así, estoy seguro de que te irá excelente — dijo mientras tomaba mis mejillas y me besaba los labios con dulzura — Eres lo más precioso que han visto mis ojos.
— Gracias — murmuré sonriendo ampliamente, él me sonrió de vuelta para irse a mi cuello y besarlo suavemente — Mgh, amor.
— Mi gatito va a cumplir veintidós mañana, eso me tiene enloquecido — susurró mientras me apegaba más a su cuerpo y me hacía moverme lentamente, después del asunto de la silla, nos quedó a ambos las ganas de repetir ese momento, aunque no teníamos oportunidad de hacerlo, gracias a mis clases y su trabajo, apenas y pudimos sobrellevar nuestras labores el día después de san valentín, y al llegar a casa solo nos dispusimos a dormir como por veinte horas.
— Ah, n-no mi amor — me quejé suavemente, empezando a sentir cómo mi entrepierna reaccionaba por aquel vaivén.
— ¿Ya pensas qué regalo quieres?
— Tu pene — dije de forma algo sumisa, él rió para besarme el cuello lentamente, dejándome algunas marcas que ya no me importaba tapar — Ah, Robert, c-cógeme por favor.
— Tienes clases hoy, Ty.
— No me importa, puedo llegar tarde — susurré apretando su ropa, él no dejaba de moverme sobre su regazo — Si sigues haciendo eso me vas a hacer venirme.
— ¿Tan sensible estás que con solo rozarnos vas a explotar? ya eres un hombre, Ty, deberías aguantar un poco más.
— E-Es que no lo hacemos desde san valentín y— hablaba entre suaves gemidos, aunque ver a Algodón correr por la sala con mi pantufla en la boca me hizo brincar de golpe de la silla e ir corriendo tras él — ¡¡Ahí estás engendro del demonio!!
Pude oír cómo Robert reía algo frustrado para levantarse e ir detrás de mí, mientras yo me agachaba frente al sofá para intentar quitarle mi pantufla a ese odioso perro.
— Ven acá, engendro mal nacido.
— Deja de hablarle así al perro.
— ¡Sacó lo mal nacido de ti! — renegué, sonriendo victorioso al sentir finalmente la pantufla en mi mano, por lo que saqué la mano y la alcé — ¡Jaja! ¡la tengo!
Me levanté para empezar a bailar victorioso, Robert me miró incrédulamente mientras rodaba los ojos y reía por debajo.
— Eres muy impredecible, ¿sabes? — murmuró tomándome de la mejilla suavemente — Vé a ducharte, te llevaré a la universidad.
— Mañana es mi cumpleaños ¿no puedo tener un pase libre o algo así?
— No en mi guardia — afirmó coquetamente, yo suspiré con fastidio para ponerme la pantufla que me faltaba e irme a la habitación a arreglarme, mis ganas de ir a clases eran pocas, por no decir que nulas, pero Robert tenía razón, no podía darme el lujo de faltar a clases así como así, sabía de sobra que eso me pasaría factura después.
-
Salimos de casa y fuimos rumbo a la universidad, yo revisaba mi celular mientras Robert conducía cuidadosamente, hubo mucha lluvia esos días, y eso hacía que el conducir fuera muy complicado, pero irónicamente, esos días lluviosos llegó repentinamente un deseo que, sentía que era un simple capricho, pero igualmente no dejaba de revolotear por mi mente, y las ganas de compartirlo con mi prometido me mataban, pero sabía que la idea no lo convencería del todo, es decir, se trataba de mí detrás de un volante, ¿realmente creen que eso le daría paz al señor Dawson?
— ¿Enserio no quieres nada? — dijo volteando a verme, haciéndome fruncir confundido el ceño.
— ¿De qué hablas?
— De tu cumpleaños, amor; ¿enserio no quieres ningún regalo especial?
— Te diré lo mismo que tú me dijiste a mí, cielo; no — recalqué sonriendo tranquilamente, él chasqueó la lengua mientras me miraba con fastidio.
— Vamos Ty, vas a cumplir veintidós, no puedo hacerme de la vista gorda y no darte nada, no es mi estilo, y lo sabes bien.
— N-No quiero nada material ¿de acuerdo amor? s-solo quiero una cena tranquila contigo, nada más, sabes que mis cumpleaños no me parecen la gran cosa.
— Pues a mí sí — recalcó tomándome de las mejillas para apretarlas con algo de fuerza, aprovechando que estábamos en un semáforo — Debe haber algo que quieras, mi cielo, tú pídemelo, y yo te lo daré.
Sonreí embobado cuando me habló de tal forma, suspiré mientras pensaba si era correcto o no revelar mi deseo por aprender a conducir, sentía que era muy precipitado, pero él me estaba insistiendo, y no mentía al decir que no quería nada más, tenía todo lo que podía desear en aquel entonces, no había nada más que pudiera pedirle, salvo eso, obviamente.
— Pues... a decir verdad, yo... — tomé aire para verle a los ojos y sonreír ampliamente — Quiero aprender a conducir.
Él alzó las cejas con asombro al decirme eso, sonriéndome coquetamente mientras acariciaba mi labio inferior.
— ¿Solo eso?
— ¡¿C-Cómo que "solo eso"?! ¡¿no te basta con imaginar al señor "poco ético" detrás de un volante?!
— Planeaba enseñarte en vacaciones, pero parece que tienes prisa, así que — alzó los hombros mientras volvía a ver el camino, yo le miré perplejo en cuanto dijo eso.
— ¿L-Lo dices enserio?
— Claro — asintió — Ya es hora de que aprendas a conducir, aunque personalmente me encanta llevarte a todos lados, no siempre puedo darme el lujo de fungir como tu chofer.
— N-No puedo creerlo — jadee yéndome hacía él para besarle la mejilla, él rió por debajo para mirarme de reojo con malicia.
— Eso sí, ni creas que vas a conducir mi auto.
— ¡¿Qué?! ¡oh vamos, Robert!
— Cariño te amo, mataría por ti, lo sabes bien, ¡pero ni a Yelena le doy mi auto! — clamó entre risas cínicas.
— ¡¿Y cómo carajo aprenderé a conducir si no me prestas tu auto?!
— Las escuelas de manejo tienen autos — respondió relajadamente, yo le miré con molestia mientras me cruzaba de brazos, haciendo un puchero que hizo a Robert carcajear sin más.
Me apretó la mejilla para estacionar el auto frente a la universidad, yo tomé mis cosas rápidamente para intentar bajarme, pero él me jaló del brazo y me dió un hambriento beso que me hizo bajar la guardia de inmediato.
— Compórtate — demandó con esa voz ronca que tanto me enloquecía — ¿O acaso quieres que te ponga en tu lugar?
— ¿Y si no quiero comportarme? — murmuré de forma algo sumisa, logrando que él empezara a besarme el cuello hambrientamente, sacándome jadeos muy lascivos, importándonos poco que estábamos en la entrada de mi universidad, y cualquiera de mis compañeros y profesores podía vernos.
Ambos brincamos al oír cómo alguien tocaba la ventana del auto con insistencia, obligándonos a volver a la realidad, aunque poco o nada de gusto me dió tener que hacerlo.
Voltee la mirada hacía la ventana, frunciendo el ceño al ver que se trataba de shawn, quien tenía un semblante nervioso y algo inquieto, seguro estaba pasando algo serio, pero yo solo estaba pensando en el pene de Robert.
— Carajo — gruñí de mala gana mientras me arreglaba la ropa, Robert me dió un último beso en los labios para pegar suavemente su frente con la mía.
— Ten un lindo día hoy, mi amor.
— Gracias, tu igual cariño — susurré mordiéndole los labios para abrir la puerta del auto y bajarme del mismo, dedicándole una mirada de odio absoluto a Shawn mientras arreglaba mi ropa — ¡Más te vale que sea de vida o muerte!
— Tengan un lindo día, muchachos — dijo Robert mientras nos saludaba a través de la ventana del auto.
— ¡Gracias señor Dawson! — dijo Shawn tranquilamente, y apenas Robert se dispuso a marcharse, me miró atentamente sin saber qué decirme — Pasó algo.
— ¡Más te vale que haya pasado algo para que me interrumpieras de tal forma! — gruñí de mala gana, es increíble el cómo la frustración sexual me vuelve todo un cretino, algo que aún hoy en día me ocurre seguido, y quienes más padecen dicho mal son mis internos.
— El profesor ya asignó los grupos para la presentación de anatomía, y enserio te vas a enojar al saber con quién nos toca.
— Con tal y no sea Jerome Winchester, me da muy igual — mencioné mientras empezaba a caminar hacía la entrada de la universidad, pero me detuve en seco al notar que Shawn no vino detrás de mí, cosa que me hizo voltear a verle con suma preocupación — No... ¡dime por favor que no es cierto!
— ¡Te juro que traté de negarme, pero el profesor dijo que no hay manera de cambiarnos de equipos!
— ¡Shawn, si Robert se entera de que estoy haciendo un trabajo con ese tipo, va a matarme! — gruñí mientras me acercaba a Shawn y lo sujetaba con fuerza de los hombros — ¡Yo no soporto a ese mal nacido!
— ¡¿Y crees que yo sí lo tolero?! — renegó con molestia — ¡Taylor estoy igual de ofuscado que tú!
— ¡¿Ofuscado Shawn?! ¡¡estoy furioso!! — reclamé apartándome de él para caminar a paso acelerado a la oficina del profesor que dirigía dicha materia, ni loco iba a quedarme haciendo equipo con Jerome Winchester, prefería lamer la axila de un diabético que tolerar a ese imbécil.
-
— Maldito profesor de anatomía — murmuré a regañadientes mientras caminaba con Shawn hacía el comedor.
— Te dije que no había forma de cambiarnos — decía mientras me palmeaba sutilmente el hombro.
— ¿Ahora qué le diré a Robert? ¡va a malinterpretar muchísimo verme con ese tipo!
— Dile que no hay cambio en el equipo, él fue estudiante, debería entenderlo.
— Cuando se trata de mí, él no entiende nada en absoluto — inhalé profundamente mientras entrábamos a aquel enorme comedor, moría de hambre, necesitaba meterme algo a la boca para olvidar ese odioso inconveniente con el profesor de anatomía, lástima que cuando llegué a la fila para pedir el almuerzo, mi apetito se esfumó por completo.
— ¡Miren nada más, pero si son mis compañeros de estudio! — clamó aquel sujeto al que tanto moría por golpear, maldije entre dientes al ver cómo venía hacía nosotros.
— Me lleva el demonio — gruñí.
— Respira, recuerda que no podemos armar escándalos — me dijo Shawn al oído.
— ¿Lo dice el que golpeó a un chico en la clase de patología?
— ¡El idiota se lo buscó! ¡me dijo "princesa"!
— ¿Cómo están, chicos? es bueno verlos por aquí — dijo aquel tipo con ínfulas de ser todo un galán de cine, y yo no podía verlo de otra manera además del "típico idiota que tiene más aire que cerebro en la cabeza" — ¿Cuándo nos reuniremos a hacer el trabajo?
— Yo hoy no puedo — dijo Shawn — Saldré a cenar con Benny.
— Vaya, eso nos deja a mí y al señorito americano a solas — murmuró volteando a verme, yo le miré con absoluto desprecio mientras me metía ambas manos en los bolsillos traseros de mi pantalón.
— Lo lamento, pero mi prometido y yo tenemos planes también.
— Vaya, ¿qué harán, ir al asilo a jugar bingo? — dijo de forma incrédula, le miré con seriedad en cuanto dijo eso — No puedo creer que estés saliendo con un sujeto tan viejo, ¿cuántas pastillas debe beber para poder darte gusto? ¿o eres tú el que le da gusto a él? lo dudo mucho, esa cara de pasivo que tienes es muy difícil de disimular.
— ¡¿Cómo te— estuve a punto de empujarle, pero Shawn me sujetó del brazo y me impidió cometer una indiscreción, y ante tal agarre, solo tomé aire y sonreí cínicamente mientras pensaba que debía defenderme con astucia, y no con ataques físicos que solo empeorarían todo — Para tu información, amigo mío, Robert no necesita nada de esas porquerías, él por su cuenta ya es ¡increíble! pero está de más que yo presuma las habilidades de mi pareja.
— Si tuviera tantas "habilidades" no tendrías siempre una cara de amargado todas las mañanas.
— Hablas demasiado ¿sabes? — dije mirándole de arriba a abajo — Estoy seguro de que no eres ni la mitad de hombre de lo que él es.
— ¿Te atreves a compararme con un anciano como él?
— No necesito compararte, Robert no tiene comparación — dije plagado de soberbia y de incredulidad, amaba presumir a mi prometido, y obviamente no dudaría en hacerlo frente a alguien que pretendía manchar su reputación, desde luego no iba a permitir que hablaran de tal manera sobre él, mucho menos alguien tan poco hombre como ese tal Jerome Winchester.
— Ven Taylor, hay que ir a clases, comeremos después — dijo Shawn mientras mientras me jalaba del brazo y me guiaba a la salida del comedor, yo realmente moría de hambre, pero prefería pasar hambre a seguir lidiando con el idiota de Jerome, lástima que esa no fue la última vez en la que tuve que lidiar con él.
-
El profesor dictaba algunas cosas sobre anatomía básica, mientras todos alrededor anotábamos en nuestros cuadernos lo que él dictaba, yo enserio estaba luchando por concentrarme, pero repentinamente, la anatomía de mi prometido fue lo único en lo que pude concentrarme el resto de la tarde, presumirlo frente a Jerome hizo que mi apetito por Robert aumentase considerablemente, y eso más mis días de ayuno, hicieron que mi mente se volviera el escenario para toda clase de escenas poco o nada sutiles entre el señor Dawson y yo, haciéndome sonrojar y cruzar las piernas con algo de frustración.
Me mordí el labio inferior mientras agachaba la mirada, era increíble el cómo mi mente lograba divagar tanto hasta llegar al punto de dejarme tan necesitado, es decir, necesitado estaba, pero las jugarretas de mi mente, más el embriagante recuerdo de la noche de san valentín, fueron aquello que terminó por endurecer mis problemas.
— Bien clase, pueden retirarse ya — dijo el profesor calmadamente, yo esperé a que todos los alumnos se marcharan, porque no dudaba que tendría un enorme problema en el pantalón, y no quería que me vieran así, "deja vu" fue lo que pensé, ya que tal situación, me recordó muchísimo a aquel día de mi estancia en américa, en el que me ocurrió exactamente lo mismo, pensar de más en ese odioso londinense me hizo sentir necesitado a mitad de la clase, y lo único disponible para bajarme la hinchazón, fueron unos cubos de hielo que tomé del comedor, tan solo recordar eso todo el cuerpo se me eriza de golpe.
— Al fin — murmuré al ver el salón solo, por lo que fuí casi corriendo a la puerta con intenciones de irme, rezando por no encontrarme con nadie de camino a la salida de la universidad.
Apenas salí de clases, tomé un taxi y me fui directo a casa, rezando porque Robert hubiera llegado ya a casa (últimamente no podía recogerme de la universidad, porque tenía trabajo atrasado y debía revisar una pila de documentos en su oficina, así que prefería tomar un taxi para volver a casa por mi cuenta, y de esta forma, no quitarle tiempo valioso).
Pagué al hombre del vehículo y me fuí corriendo a la puerta de mi hogar, me emocionó demasiado ver el auto de mi prometido estacionado frente a casa, por lo que no me quedaba ninguna duda de que mi prometido ya estaba en casa, y por ende, podía satisfacer mis caprichos lujuriosos, como todo un consentidor de primera, tal y como era conmigo siempre.
Subí las escaleras y me fui directo hacía su oficina, apenas y acaricié al cachorro que movía alegremente la cola ante mi llegada, y ni siquiera pregunté por Teresa, tenía un único objetivo en mi mente, y ni loco quería distraerme con algo más que no fuera el pene de Robert.
— ¡Amor! — clamé mientras iba hacía su oficina, ni siquiera toqué la puerta, solo entré de golpe, logrando que él alzara la mirada y me viera atentamente, lucía tan hermoso, seguía usando traje, pero no llevaba saco ni corbata, y se había desabotonado un poco la camisa; su cabello estaba atado en una coleta de caballo, y estaba usando esos lentes para lectura que tanto lograban calentarme, ya yo me sentía cachondo, pero ver a mi prometido así, hizo que mis piernas empezaran a temblar.
Continuará
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- Gema
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