81 - 'Reconocido'
Volví a la habitación a esperar que Robert se arreglara, y apenas llegué, empezó a hacerme preguntas sobre lo que estaba hablando con su hermana, mil y una veces le insistí que era cierto lo de las fotografías, pero él bufó y me miró con recelo, sabía que estaba mintiendo, ¿tanto se me notaba en la cara?
— Mira, Algodón, tu papá es un mentiroso — dijo Robert mientras alzaba al cachorro para que lo viera a los ojos, cosa que me hizo ponerme algo nervioso, los ojitos marrones e inocentes de Algodón me mataban de la ternura — ¿Enserio vas a mentirle a nuestro cachorro, Taylor?
— Y-Yo... — agaché apenado la mirada, él chasqueó la lengua para acariciar el pelaje de Algodón y dejarlo en la cama, para ir al clóset y rebuscar un saco que combinara con su suéter color beige.
— Permíteme arrojar una flecha, ¿tendrá algo que ver con cierta discusión que tuvieron Alice y Sandro hace algunas horas?
— ¡¿C-Cómo lo sabes?! — dije abrumado mientras lo veía con atención, él volteó para arquear una ceja y sonreírme incrédulamente.
— Sé leer tus ojos, mi amor... Además de que Teresa duerme junto a la habitación de Alice, escuchó todo el pleito y me lo comentó.
— ¿E-Entonces sabes de sobra porqué fue la pelea?
— Ahh, sí — suspiró de mala gana mientras tomaba un saco de color negro y se lo ponía, hacía juego con sus pantalones, ya que eran del mismo color — Detesto muchísimo saber lo que ese mal nacido le grita a mi hermana en nuestras narices, pero no puedo entrometerme, es una mujer adulta, debe saber cómo afrontar los problemas de su familia.
— C-Creí que te enloquecería saber sobre esa discusión.
— No es primera vez que escucho que Sandro le grita por sentirse insatisfecho con su relación — murmuró con seriedad — Pero como te dije, no puedo entrometerme, una vez lo hice, y no logré nada en absoluto, porque cuando me di la vuelta, ellos estaban planificando su boda.
— Imagino que fue muy estresante para ti.
— Lo fue; Yelena me recomendó hacerme la vista gorda, "tu hermana es una mujer fuerte e independiente, no creo que se deje pisar", es un pensamiento que yo compartía, pero a medida que pasa el tiempo, empiezo a dudar sobre si tomé la decisión correcta — dijo con algo de molestia y pesar, cosa que me hizo acercarme a él y abrazarlo con fuerza desde atrás, besándole sutilmente la mejilla.
— No te preocupes, no pasará nada malo — dije mientras le sonreía cálidamente.
— Eso espero — dijo él mientras pegaba su frente con la mía — Odiaría que mi hermana deba pasar por un tormentoso divorcio, sobre todo con Lorenzo siendo tan jóven.
— Descuida, no pienses en eso — dije besándole los labios — Todo estará bien ¿de acuerdo?
— De acuerdo — dijo mientras me tomaba de las caderas y me besaba con deseo — Te amo.
— También te amo — dije mordiéndole suavemente el labio inferior — Algodón debería dormir hoy con Teresa.
— ¿Enserio? — preguntó con malicia, acariciando sutilmente mi mejilla — Creí que querías protegerlo del frío.
— Eso quiero, pero... también quiero protegerte a ti del frío — dije mientras tomaba las mejillas ajenas y las acariciaba sutilmente, me encantaba ver la manera en la que brillaban los ojos de mi prometido cuando yo admitía sin rodeos que quería tener sexo con él, aún después de tanto tiempo, ¿lo pueden creer?
— Eres todo un caso, ¿lo sabías? — dijo mientras acariciaba sutilmente mi barbilla, haciéndome sonreír tímidamente — Seguiremos discutiendo este asunto a medianoche ¿de acuerdo?
— De acuerdo — asentí para tomar su brazo e ir con él a despedirnos de Algodón, planeábamos dejarlo encerrado en la habitación, cubriendo las ventanas para que los fuegos artificiales a medianoche no lo asustasen.
-
Bajamos a la sala, donde varias personas ya paseaban tranquilamente, me sorprendía mucho que ya hubiera visitas, porque aún era algo temprano.
— ¡Robert, muchacho! — dijo un hombre rubio que recibía a mi prometido palmeándole el hombro, Robert le saludó cordialmente mientras mantenía su mano en mi cintura y mi cuerpo apegado al suyo, aún rodeado de hombres de negocios, mi prometido actuaba de forma posesiva y protectora conmigo, era tan encantador — Felicidades por tu expansión a Estados Unidos, es una oportunidad muy grande.
— Gracias, estoy muy emocionado por esto, el mercado americano es el más exigente, entrar en él significa mucho para mí.
— Tu abuelo debe estar muy orgulloso.
— Eso espero, solo trato de llevar adelante el patrimonio familiar.
— Pues estás haciendo un gran trabajo, hijo — dicho esto, el hombre rubio volvió a palmearle el hombro, fijando su mirada en mí de repente, cosa que le hizo alzar las cejas con asombro — Oh, tú eres el famoso Taylor Brown, ¿no es así?
— S-Sí — asentí tímidamente, sorprendiéndome al ver cómo estrechaba mi mano.
— Mi hija es fanática de tus fotografías, ¿crees poder darme tu autógrafo?
— C-Claro — dije mientras tomaba un papel y una pluma que me daba dicho hombre, para firmarlo y devolvérselo.
— Gracias; por cierto, felicidades por su compromiso, no creí que te terminarías casando con un modelo, Robert.
— La vida da muchas vueltas — dijo mi prometido mientras rodeaba mi cuello con su brazo, haciéndome sonreír sutilmente.
— Ya lo creo que sí — dicho esto, aquel hombre se apartó de nosotros para seguir saludando personas, Robert y yo nos miramos con asombro y timidez cuando nos quedamos solos.
— Vaya, al fin alguien me felicita por mi arduo trabajo en América.
— Y al fin un hombre de negocios nos felicita por nuestro compromiso — dije sonriendo con orgullo, sonrisa a la que Robert me correspondió para tomar mi mano y guiarme al centro de aquel salón, que poco a poco se iba llenando de más y más personas.
— ¡No puede ser! — clamó una chica delgada de cabello negro que me vió pasar junto a Robert, creí que él había llamado su atención, pero tal parece que no fue así — ¡Taylor Brown!
— ¿M-Me conoce? — dudé con nerviosismo.
— ¡¿Conocerte?! ¡tu rostro no deja de aparecer en las revistas de Londres! — clamó aquella chica mientras apretaba mi mano — A pesar de que solo te tomaron algunas fotos, todo el mundo quedó fascinado contigo.
— ¿E-Enserio? — dije algo dudoso, sentía que en cualquier momento alguien saldría de un rincón con una cámara y gritarían "¡caíste!" ¿porqué? porque yo no me consideraba lo suficientemente atractivo para ser un "modelo exitoso", es decir, solo fueron algunas fotos, ¿porqué tanto alboroto?
— Sí — ella sacó una tarjeta de presentación y me la dió — Elizabeth Casey, modelo y diseñadora, me gustaría saber si estás dispuesto a hacer una sesión de fotos con mi agencia.
— L-La verdad—traté de hablar, pero mi "manager" me lo impidió.
— Disculpa linda, pero justo ahora estamos ocupados, ¿crees poder llamarlo después?
— Claro, mi número está en la tarjeta, llámenme apenas puedan.
— Claro que lo haremos — dicho esto, Robert me jaló del brazo y me alejó de aquella mujer, para verme con cinismo — Vaya vaya, me estoy follando al modelo cotizado de Londres ¿eh?
— No digas idioteces — gruñí mientras miraba atentamente dicha tarjeta — S-Siento que esto es un chiste de mal gusto.
— ¿Porqué? tus fotos resultaron ser muy buenas, es normal que la gente reaccione así.
— P-Pero, ¿q-qué hace que todos digan que soy tan "bueno"? yo no me veo lo especial por ningúna parte — gruñí chasqueando la lengua mientras observaba dudoso dicha tarjeta, Robert rió por debajo para tomarme las mejillas y apretarlas con fuerza.
— Amo tanto tu modestia — dijo con suavidad — Cualquiera en tu lugar estaría desbordando egolatría, por ver que se ha vuelto una tendencia del modelaje, y tú más bien pareces frustrado por todo esto.
— Lo estoy — admití — No me malinterpretes, e-es halagador, pero siento que están exagerando.— Exagerando o no, me agrada ver que seas reconocido por tus propios méritos, Ty.
— Soy reconocido por mi físico, no por mis méritos — murmuré a regañadientes.
— Es igual; me gusta mucho que salgas de las sombras, me hace sentir orgulloso que mi pareja sea reconocido por la multitud.
— ¿No te pone celoso que tanta gente me mire? — dije algo dudoso.
— Un poco, pero tú serás mi esposo, y tengo el privilegio de presumir eso — murmuró besando suavemente mi frente — ¿Qué harás? ¿accederás a la sesión de fotos?
— No lo sé, me da miedo que esto escale y se vuelva más grande que solo algunas fotos.
— Los limites los impones tú, recuerda eso siempre ¿de acuerdo? — me sonrió calmadamente mientras rodeaba mi cuello con su brazo, le miré algo dudoso sin saber qué decir.
— ... ¿Crees que deba aceptarlo?
— Lo hagas o no, recuerda que te seguiré amando incondicionalmente — dichas palabras me hicieron sonreír ampliamente; estaba asustado, no tenía idea de lo que significaba ser un "modelo reconocido", pero a una parte de mí, le emocionaba mucho ser igual de reconocido y talentoso que mi pareja, siempre creí que Robert merecía salir con alguien que estuviera a su altura, y finalmente tenía la oportunidad para serlo, la cuestión era, ¿me creía capaz de afrontar todo lo que eso conllevaba? y de nuevo, odio tanto mi idiotez, y la maldita ironía que llena cada rincón de mi vida por completo.
-
Seguimos paseando por el salón, saludando gente y platicando un poco, me sentía como pez en el agua por fin, ¿quién lo diría? empezando el año creí que mi vida seguiría siendo lenta y miserable, y ahora estaba nadando entre los peces más finos y elegantes de Cambridge, la vida es una maldita rueda de la fortuna, yo más que nadie doy fé absoluta de ello.
— He oído que Wall Street da muy buenos beneficios a quienes invierten en ella — decía un hombre que bebía whisky junto a mi prometido, yo estaba ocupado viendo los alrededores, había mucha gente con ropa preciosa, y sin quererlo me distraje viendo dichos trajes.
— Así me han dicho, tal vez empiece a invertir este año — dijo mi prometido calmadamente, mientras me mantenía pegado a su cuerpo.
Yo miraba a los lados con algo de aburrimiento, buscaba a algún camarero que estuviera sirviendo vino o champaña, moría de sed, necesitaba algo para aliviar la resequedad en mi garganta.
— Ya vuelvo — dije al oído de Robert, él me dió un beso en los labios para dejarme ir, amaba cuando actuaba amoroso solo porque sí, aún en medio de tanta gente que tal vez no estaba tan a gusto con nuestro estilo de vida, eso le daba muy igual, y a mí también.
Caminé buscando a algún camarero, me sorprendía no ver ni siquiera a la servidumbre de la casa, ¿cómo podían darse el lujo de no repartir licor, con tanta gente alrededor?
Seguí avanzando hasta que pasé junto a un grupo de damas que platicaban animadamente, reconocí algunas voces, pero estaba muy ocupado buscando alcohol, lástima que no pude hacerme de la vista gorda por mucho tiempo.
— ¡Taylor! — clamó una de estas damas, y apenas voltee a verlas, pude ver a mi cuñada, junto a varias damas delgadas que bebían y reían tranquilamente, a algunas ya las conocía, a otras no, pero una en específico, me hizo morderme la lengua con fuerza, mientras mi mente resonaba con un sinfín de insultos que ni me atrevería a decir en voz alta... al menos no sin un poco de alcohol en mi sangre si quiera.
— Hola — saludé sonriendo de manera algo forzada, acercándome a ellas — Bienvenidas, ¿cómo la están pasando?
— Excelente — dijo cierta dama rubia, "Brigitte" era su nombre, si mal no recuerdo — Enserio me sorprende verte aquí, cielo, creí que lo de Robert y tú sería pasajero.
— No, no lo es — dije sonriendo de manera algo forzada, sintiendo mi piel erizarse por la mirada de repudio que me dedicaba satán.
— ¿Y Robert dónde está? — preguntó la pelirroja mientras arqueaba una ceja.
— Hablando con unos hombres, acerca de algo en Nueva York — dije mientras movía la mano con algo de cinismo, ella me miró totalmente asombrada en cuanto dije eso.
— ¿Robert planea ir a Nueva York?
— No seas tonta, Giselle — dijo una chica de cabello castaño — Él solo cometió esa idiotez estando contigo, y tú desaprovechaste la oportunidad, después de esa decepción dudo mucho que él quiera irse de Inglaterra.
Rodé los ojos con fastidio mientras escuchaba las palabras ajenas, aprovechando que vino un mesero para tomar una copa de champaña y darle un gran sorbo, necesitaba algo que me nublara los sentidos para ignorar las tonterías que decían esas Barbies plásticas.
— ¡Tío Madonna! — escuché una voz infantil llegar de repente, que me hizo agachar la mirada y sonreír cálidamente.
— Hola Lore — dije mientras lo cargaba en brazos para verle con atención, noté que las damas me observaron incrédulamente en cuanto hice esto, mientras Alice sonreía de lado al ver a su pequeño — ¿Dónde están Charlie y Will?
— Están robando canapés — dijo tranquilamente, reí cínicamente al oírle.
— ¿Crees poder conseguirme uno? — dije guiñándole el ojo, aunque oír cómo Alice carraspeó me hizo retractarme — Digo, ¡niños eso está mal! no deberían robar comida así, no son ratones o algo así. ¡Vé y dile a Charlie y a William que regresen los canapés!
— Está bieen — dijo el pequeño con fastidio mientras lo bajaba de mis brazos, y apenas se fue, Alice sonrió de lado y dio un sorbo a su copa de vino.
— Vaya, qué raro que haya hecho eso — dijo Giselle mirando de reojo a Alice — Siempre creí que Lorenzo sería autista.
Fruncí el ceño al oírle decir eso, me desagradaba cuando hablaban de niños con dicha condición, pero mi cara de molestia fue poco, comparada con la cara de molestia de mi cuñada.
— ¿Disculpa? — dijo Alice de mala gana.
— Lorenzo no es abierto con mucha gente, de hecho, solo lo he visto ser así contigo y con Robert, y claro, con Sandro; de resto, no es tan abierto con nadie más, me sorprende mucho que quisiera serlo con...— detuvo sus palabras al verme de frente, para dedicarme una sonrisa incrédula, a la que correspondí guiñándole el ojo.
— Es un encanto — dije — Un poco revoltoso, pero un niño muy tierno.
— Me sorprende que te caiga bien — dijo ella mientras arqueaba una ceja — Creí que a los homosexuales les asqueaban los niños, ¿acaso me perdí de algo?
Mi sangre hirvió en cuanto escuché las palabras de la pelirroja endemoniada, pero en vez de mostrar mal semblante, sonreí con cinismo mientras daba un sorbo a mi copa, creo que Taylor sociópata quiso salir a saludar.
— Para nada, los niños me parecen muy tiernos, y bueno, a Robert ni se diga, muere por una casa llena de niños, me mata de ternura.
— Lástima que tú no se los puedas dar — dijo Giselle, haciéndome reír y ver a los lados, me preocupaba excederme y decir algo demasiado tosco.
— Hoy en día tener hijos es muy fácil, claro, mientras tu pareja sí acepte tenerlos, el resto se vuelve tan sencillo — comenté alzando tranquilamente los hombros, ella sonrió de manera forzada mientras arqueaba una ceja, Alice rodó sus ojos con fastidio, no con seriedad o enojo, juraría que le fastidiaba el mismo sermón de siempre.
— ¡Miren eso! — dijo una de aquellas damas, haciendo que todos voltearan de golpe, divisando a una elegante mujer delgada, de abundante cabellera rubia, verla me hizo pensar en Marilyn Monroe — ¡No puedo creer que esté aquí!
— No tiene vergüenza — gruñó Brigitte, cosa que me hizo arquear una ceja con incredulidad, ¿hablaban de vergüenza, y Giselle estaba metida en la casa del hombre al que le fue infiel? no tenía sentido, y menos sentido tuvo que, lo que le criticaban a dicha mujer, era su propio pecado.
Las ganas de preguntar "quién es esa" me mataban, pero no podía hacerlo, ninguna de esas mujeres era mi "amiga" por así decirlo, y menos mal no pregunté, eso solo le habría echado leña a la hoguera.
— Esto es imperdonable — dijo Alice mientras caminaba hacía aquella mujer, el grupo de damas se fueron detrás de ella, y yo sin pensarlo lo hice de igual forma, no podía evitar querer matar la curiosidad.
Alice fue hacía dicha mujer, quien saludaba a todos de manera despreocupada, y al ver llegar a la pelinegro, solamente sonrió como si nada.
— ¡Alice! ¡qué gusto verte!
— ¡¿Qué demonios haces aquí, Sharon?!
— ¿Yo? tu esposo me invitó, dijo que no te importaba que yo viniera, por los viejos tiempos.
— ¡¿Sandro te invitó?! — clamó ella de mala gana, mientras la rubia alzaba los hombros despreocupadamente.
— Espero que no me guardes rencor por cambiarme de agencia a último minuto, entenderás que esto solo fue un negocio.
— Veo que para ti fue más importante el dinero que otra cosa — dijo Alice de mala gana mientras se cruzaba de brazos.
— No tanto el dinero, querida, fue más una cuestión de amistad.
— ¡¿Amistad?!
— Por supuesto, quedarme implicaba que tu matrimonio se destruyera, y no quería hacerte eso, no después de todo lo que has hecho por mí — dijo aquella chica mientras le sonreía tranquilamente, Alice la miró con total incredulidad, me inquietaba mucho la expresión abrumada y algo recelosa en su rostro, ¿qué estaba pasando?
La rubia se apartó y se fue, dejando a mi cuñada con un semblante aturdido y muy perdido. Sus amigas se acercaron a ella, acción que yo repliqué, tratando de descifrar lo que me estaba perdiendo.
— Esa igualada — dijo Brigitte — No te agobies, Alice; es solo una cualquiera sinvergüenza.
— Necesito un trago — dijo Alice, rápidamente una chica le dió una copa de champaña, copa que ella bebió de un solo golpe.
— Admito que, ella tiene algo de razón — dijo Giselle mientras se cruzaba de brazos — De haberse quedado, tu matrimonio se habría disuelto hace muchísimo tiempo.
Alice volteó a verla con absoluta seriedad, mientras Giselle la miraba de manera incrédula.
— Aceptémoslo, querida; tu matrimonio con Sandro es la fachada más inestable que jamás haya existido, que Sharon siguiera trabajando contigo solo implicaba que se adelantara lo inevitable.
— ¡¿Y por lo inevitable a qué te refieres exactamente, Giselle?!
— Cariño, él ya te fue infiel una vez, ¿crees que no lo hará de nuevo? — esas palabras me dejaron totalmente aturdido, pero no más aturdido que a Alice, quien miró a los lados con pena y seriedad, todas las mujeres la miraban con desdén y algo de burla, ¿cómo se atreven? ¿y así se hacían llamar "sus amigas"? Mientras más mujeres conozco, más amo a Mónica.
— D-Disculpen — murmuró Alice mientras se daba media vuelta y se apartaba de ellas, aunque se quedó helada al ver una figura masculina que estaba parada detrás suyo, y que al ver su semblante apenado y nervioso, no dudó dos veces en ayudarla.
— ¿Estás bien, Ally? — preguntó Robert, mientras tomaba sutilmente la mejilla ajena, aunque Alice lo apartó y siguió de largo, dejando a mi pareja con la palabra en la boca.
— ¡Robert! cariño qué gran celebración — dijo Giselle mientras agitaba su bebida. Mi prometido la miró con absoluta severidad.
— Taylor — me llamó con esa voz ronca tan característica en él.
Me acerqué a Robert para tomarle de las mejillas y besarlo hambrientamente, mientras él posaba sus manos sobre mis caderas.
— ¿Sí, mi amor? — dije de forma algo sumisa, obviamente mi intención era marcar territorio frente a esas arpías miserables.
— ¿Te di permiso de perderte? — preguntó apretando con fuerza mis mejillas, haciéndome sonreír sutilmente.
— Perdóname, quería champaña.
— Debiste pedírmela — dicho esto, me apegó a su cuerpo con intenciones de irnos, pero primero se detuvo en seco para voltear a ver a la mujer pelirroja con odio absoluto — Si tienes vergüenza, no vuelvas a abrir tu asquerosa boca para decir algo sobre mí o mis hermanos, recuerda que yo también sé muchas cosas de ti, que no las haya dicho por ser un caballero es una cosa, pero fácilmente se me puede soltar la lengua si me haces enojar.
La expresión de temor y nerviosismo en el rostro de Giselle era ridículamente satisfactoria, y no hablemos de las caras abrumadas e incrédulas de sus amigas, daba ganas de abofetear a ese montón de arpías.
Robert me jaló de la cintura para alejarme de ese montón de mujeres frívolas y sin empatía, aún me cuesta trabajo entender cómo él estuvo viviendo durante tanto tiempo con la peor de todas ellas, supongo que solo lo hacía por complacer a su familia, porque no le hallaba lógica alguna, ni siquiera en el ámbito sexual.
Continuará
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- Gema
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