79 - 'Esmeraba'
Finalmente llegó la hora de la cena, y con certeza puedo decir, que jamás en mi vida había visto tanta comida apilada en un solo sitio, había tanto qué comer, que yo no lograba decidir qué probar primero, afortunadamente tenía a Robert a mi lado, y él me ayudó a elegir qué comer primero, ¿no es un encanto mi prometido?
— Bien familia, antes de comer, quisiera proponer un brindis — dijo Catherine mientras alzaba su copa de vino, acción que todos copiamos, me causó gracia ver cómo los niños alzaban vasos con agua en vez de copas de vino — Brindo porque el año que viene, esté plagado de éxitos y cosas buenas para todos nosotros, y los más importante, que nuestra familia esté unida siempre.
— ¡Salud! — dijimos todos al unísono, ella explícitamente dijo "éxito" para todos, ¿entonces porqué el año entrante, tuvo que ser por mucho el peor de mi vida? no lo entiendo, es tan tedioso.
— Ahora sí, disfruten de la comida, por favor, hemos preparado tanta comida como para alimentar a un ejército.
— Todo huele tan bien — dije tomando un tenedor para disponerme a probar el pavo, mi estómago rugía como nunca, vaya que tener sexo constantemente te deja hambriento.
— ¿Y qué ha pasado con eso que ustedes discutieron, sobre adoptar? — habló Sandro de repente, haciéndonos a Robert y a mí tragar en seco algo abrumados, vaya que tal comentario nos sacó por completo de onda.
— Ay por favor, Sandro — dijo Catherine — Aún ni se han casado, tampoco pueden darse el lujo de adoptar sin siquiera tener un hogar establecido.
— Es muy precipitado pensar en eso aún — dijo Molly, me aliviaba que pensaran eso, pero, un pesado sentimiento inundó de golpe mi pecho, ¿porqué habrá sido?
— Definitivamente lo es — dijo Robert con severidad, mientras daba un sorbo a su copa de vino — No hemos salido del asunto de la boda aún, obviamente no iré a adoptar a una criatura sin siquiera haberme casado; además, Taylor apenas empezó la escuela, ninguno está en condiciones de cuidar de un bebé por los momentos.
Tragué en seco al oírle decir eso, vaya, la maldita ironía era capaz de molestar a alguien que no fuera yo solamente, es increíble.
— Creí que querías hijos, Robert — dijo Sandro de nuevo.
— Los quiero, pero quiero tenerlos con Taylor, y que ambos estemos cómodos con dicha decisión.
Al escucharle decir eso, mi suegra me miró con duda y preocupación, yo agaché apenado la mirada, ya imaginaba lo que estaba pensando, "por tu culpa mi hijo no puede tener familia" y no se equivocaban, en absoluto.
— Creí que Taylor había dicho— trató de hablar mi suegra, hasta que mi prometido le interrumpió.
— Madre, ¿hablaremos de eso toda la noche? me es tedioso tener que sobre explicar el tema, sobre todo cuando Taylor y yo ya lo hemos platicado en privado.
— No nos veremos en quién sabe cuánto, es entendible que mamá quiera hablar de ello por el momento — dijo Alice mientras limpiaba con una servilleta la boca de su hijo.
— Irán a mi boda, no pasará mucho tiempo — dijo mi prometido, arqueando con severidad una ceja al ver cómo sus hermanos agachaban de repente la mirada — ¿Hay algo que deberían decirme?
— Es que — murmuró George con pesar — Robert, te juro que yo realmente quiero ir, y lo sabes, pero...
— ¿Pero? — dijo mi pareja de mala gana, su semblante me preocupó bastante.
— ¡Por favor, muchachos! ¡es navidad! ¿enserio quieren discutir hoy? — dijo mi suegra, aunque ni ella logró cortar en seco la severidad de mi prometido.
— Debiste decir eso antes de que me atacaran con preguntas sobre mi familia — murmuró con seriedad — Déjalo que termine de hablar, quiero saber lo que están por decirme.
— ... Surgió un imprevisto — dijo George — Debo estar en américa los días de tu boda, traté en serio de mover mis compromisos, pero se me complicaron muchas cosas de mi nuevo negocio.
— Jaj, qué curioso — dijo Robert de mala gana mientras fijaba sus joyas azules sobre Alice — ¿Y tú? ¿qué compromiso importante tienes para faltar a mi boda también?
— Tengo un desfile en Mónaco — dijo ella mientras pasaba un mechón negro por su oreja — Quise posponerlo enserio, pero no puedo darme el lujo de faltar.
— Mh — bufó arqueando una ceja, sonriendo de forma incrédula, me aterraba como nunca esa sonrisa, se notaba que estaba enojado, pero parecía que se estaba limitando.
— N-No den nada por sentado aún — dijo mi suegra, tratando de aligerar la situación — T-Tal vez para esa fecha ustedes ya estén desocupados y— trató de proseguir, pero la voz de mi prometido le interrumpió en seco.
— Qué buena cosecha — dijo mi prometido al probar el vino — Mh, qué vino tan espumoso, a Yelena le encantan los vinos de este año.
— ¡¿Te atreves a interrumpir las palabras de tu madre?! — clamó John, alzando un poco la voz.
— Deberíamos comprar una botella cuando regresemos, Ty; Teresa, por favor recuérdame comprarla al volver — dijo Robert, obviamente ignorando las palabras de sus padres, algo que puso histérico a John.
— Eres tan malcriado — gruñó mirándole con severidad, mi prometido le observó por encima del hombro mientras arqueaba una ceja — ¡¿Te pones así solo porque tus hermanos faltarán a tu estúpida boda?! ¡date cuenta de que ellos tienen cosas que hacer!
— ¿Y yo no las tengo, señor Dawson? — preguntó mi pareja mientras sonreía cínicamente — Cuando George se casó, estaba a mitad de un importante negocio, tuve que madrugar para poder ir a los ensayos, dividir mi tiempo como nunca, mi secretaria canceló citas con mis socios a más no poder, y aún el día de la boda tuve que regresar a la oficina después de la fiesta.
George agachó la mirada con pena, mientras Molly le miraba apenada.
— Y en la boda de Alice, recuerdo bien que fue en Francia, ¿saben todos los problemas que me causó ese odioso viaje? — dijo cínicamente mientras reía por debajo — No dormí en dos días enteros, mis socios no dejaban de llamarme, y ni hablemos de todo lo que tuve que hacer al volver, no había tenido una migraña tan fuerte desde mis días en el internado.
El silencio reinó de golpe aquel comedor, era increíble la forma en la que la voz de mi prometido retumbaba por el lugar, y lograba callar a todos los presentes, es que, su sola presencia impone respeto, ¿creen que lo que estaba diciendo no lo haría de igual forma?
— Pero lo entiendo, es decir, yo soy bastante obstinado, y cuando me propongo algo, lo consigo, pero no espero que todos tengan el mismo nivel de perseverancia que yo — murmuró mientras empujaba su plato con sus dedos y se levantaba de la mesa, estirando un poco su suéter — Disfruten la cena, iré a fumar un poco, discúlpenme.
— ¡Robert espera! — clamó Catherine mientras se levantaba de la mesa para tratar de frenarlo, pero fue en vano, en cuanto Robert se dio vuelta y se fue, no hubo forma de hacerle volver a la mesa, algo que me hizo suspirar pesadamente y pasar mi mano por mi rostro con frustración.
— Fantástico — dije por debajo con molestia, ¿no podíamos tener un solo segundo de paz, ni siquiera en navidad?
— ¿Quieres que vaya a verlo? — me preguntó Teresa.
— Te va a gritar — le advertí — Hay que dejarlo solo un momento, ir a verlo implicará que se enfurezca más.
— ¿Cómo puedes estar tan seguro de eso? — dijo Alice incrédulamente.
— ¿No conoces a tu hermano, verdad? — dije con algo de molestia, no quería pelear, enserio no, pero que incomodaran a mi prometido me parecía de lo más bajo — ¿No pudieron morderse la lengua, al menos por ser navidad?
— ¡¿Cómo te atreves— clamó John, pero su esposa le interrumpió en seco.
— Él tiene razón — murmuró sentándose de nuevo y mirando el plato con pesar — Será muy difícil que se le pase el enojo por todo esto.
— Bastante — dije mientras me levantaba de la mesa también — Discúlpenme, iré a ver cómo está.
— ¿Quieres ayuda, Ty?
— No gracias, Catherine; lo mejor será que yo lidie con él, a ti podría gritarte sin motivo alguno.
— ¿Y qué garantiza que no te gritará también? — dijo Molly algo preocupada, yo sonreí de lado al oírle.
— Sé que lo hará, pero no me importa, es decir, él merece desahogarse de alguna manera, y si no puede hacerlo conmigo ¿qué clase de pareja sería para él? — dicho esto, me aparté de ellos y me fuí rumbo al lugar por dónde mi prometido se fue, dejando un abrumador silencio detrás de mí, sé que mi palabras sonaron algo masoquistas, pero realmente sentía que era el único merecedor de la ira del señor Dawson, aún cuando yo no la había provocado, prefería que se desquitara conmigo a hacerlo con su familia, vaya, Taylor de veintiún años necesitaba aprender mucho todavía.
-
Caminé por aquellos salones enormes, esa casa era todo un laberinto para mí, cada puerta abría una habitación totalmente diferente, ¿porqué tanto espacio? dos habitaciones y un baño era perfectamente bueno para mí, o al menos así fue hasta mis veintidós años.
Entré de repente a una pequeña biblioteca, con chimenea y unos enormes ventanales que dejaban ver cómo la nieve caía sobre Cambridge, una vista muy preciosa, pero más hermosa era la persona que la estaba observando.
— Hola — le saludé sutilmente, él estaba sentado frente a dichos ventanales, fumando un habano mientras bebía algo de whisky, lo descifré por el color de la bebida.
— Hola — murmuró al ver cómo me acercaba hacía él — ¿Disfrutaste la cena?
— Sí — respondí sentándome en su regazo para verle atentamente a los ojos — Pero la habría disfrutado más, si te hubieras quedado conmigo.
— Lo lamento, me sentí enojado de repente, y no quiero causar molestias en navidad, por eso preferí tomar mi distancia.
— ¿Y crees que eso es mejor? — pregunté con algo de seriedad — Amor, sé que es difícil, pero ¿podrías solo olvidar por un momento lo que dijeron tus hermanos?
— ¿Que lo olvide? por favor, Taylor — bufó de mala gana — ¡¿Sabes cómo me irrita que pongan excusas para faltar a nuestra boda?! ¡lo hallo tan despreciable! es un gesto tan cobarde de parte de ellos.
— Oye — dije tomándole con firmeza de las mejillas — Sé que te enoja pero ¿qué podemos hacer? ellos, tengan o no cosas que hacer, ya dijeron que no irían, sé que te duele, amor, pero no hay nada que podamos hacer.
— Igual es... frustrante, Ty — admitió mirando a otro lado con molestia — Yo siempre he hecho de todo por ser un buen hermano, y ellos ni siquiera se esfuerzan.
— Lo lamento — murmuré besando suavemente la frente de mi pareja, me dolía bastante verlo así.
— Gracias — dijo mientras me tomaba de la barbilla para hacerme verle a los ojos — Supongo que tú eres más afortunado que yo.
— ¿De qué hablas?
— Al menos ya sabes a qué atenerte con tu familia, para mí siguen siendo todo un misterio; a veces son buenos, a veces son insensibles, es como jugar a lanzar una moneda al aire, nunca sabré qué cara me tocará ver hoy.
— ¿Prefieres la certeza dolorosa, a una incertidumbre agridulce?
— No me gustan los rodeos, lo sabes — afirmó con seriedad — Norte o sur, blanco o negro, amor u odio; prefiero la franqueza, la dolorosa honestidad, así evitaré hacerme ilusiones o planes que no se llevarán a cabo.
— Vaya... irónico que digas eso, al estar comprometido con el rey de la inseguridad — murmuré con algo de pena, logrando que él me besara dulcemente la mejilla.
— No digas eso — susurró — No tienes la culpa de tus emociones, eres el producto de una vida llena de carencias y de maltratos, te considero todo un campeón por haber salido medianamente cuerdo de todo eso que te pasó, y ello solo me hace adorarte más, admirarte más, y estar más orgulloso de ti.
Sonreí tímidamente al oír las palabras ajenas, acercando mi boca a sus labios para rozarlos dulcemente.
— Nadie jamás me ha dicho "loco" de manera tan linda — ambos reímos por debajo en cuanto él escuchó mis palabras — ¿Volvemos a la sala?
— No lo sé, siento que terminaré diciendo algunas cosas bruscas, y ya me quedó claro que ambos somos el blanco de los comentarios ácidos esta noche.
— Vamos amor — murmuré pegando mi frente con la suya — Es nuestra primera navidad juntos, no dejemos que nos la arruinen ¿de acuerdo?
Él me miró cálidamente en cuanto dije eso, besándome los labios con ternura mientras me tomaba de las manos y las apretaba un poco.
— Bien, lo haré por ti, mi amor.
— Gracias — murmuré tomando sus mejillas para besarlo dulcemente, amaba la gentileza con la que Robert me trataba, aún cuando se notaba que seguía enojado, se esmeraba por ser un novio atento, ¿ya ven porqué lo amo tanto?
-
Volvimos a la sala con su familia, quienes trataban de disculparse, pero Robert actuó como si nada, esbozando una larga sonrisa y jugando con los niños, admiro tanto el autocontrol que tuvo esa noche para no gritarle a sus hermanos por dejarlo solo en un día tan especial como era nuestra boda, y que significaba tanto para él, no por nada mi prometido era todo un témpano de hielo.
Bebimos ponche y jugamos un rato con los niños, hasta que empecé a sentir sueño, y sin darme cuenta, me quedé dormido junto a Robert en el sofá, me sorprende mucho que ambos cayéramos rendidos en aquel mueble así sin más, rodeados de toda la familia de mi pareja, asumo que fue porque la noche anterior no logramos dormir nada, por culpa de nuestra "incontrolable lujuria" típica de las parejas recién formadas.
Dormía tranquilamente en aquel sofá junto a mi prometido, me encantaba sentir su respiración en mi cuello, aunque de repente me alertó sentirme vigilado, detenidamente observado por alguien, sentimiento que me hizo abrir los ojos con dificultad, topándome con tres siluetas jóvenes que nos miraban con detenimiento a mí y ami prometido.
— ¿Chicos? — dije con los ojo entrecerrados.
— Al fin despiertan — se quejó Will — ¡Llevamos horas esperando que despierten!
— ¿Porqué? ¿qué hora es? — dije mientras trataba de levantarme, aunque el brazo de Robert mantenía aprisionada mi cintura y me impedía moverme con libertad.
— 08:15 — dijo Lorenzo, quien abrazaba un oso de peluche — El padre navidad ya vino ¡y no podemos abrir los regalos hasta que tú y el tío Robert despierten!
— Sí sí, ya entendí — me quejé mientras me sentaba en el sofá y empezaba a mover a Robert para que despertara — Cariñoo, despierta ya.
— Déjenme dormir — se quejó, haciendo a los niños fruncir el ceño, algo que me hizo reír sutilmente.
— Todo suyo — dije levantándome del sofá, dejando que los niños atacaran a Robert, obligándole a despertarse por completo de su embriagador sueño.
— ¡Ya basta, bájense de encima! — clamó mientras los niños se subían sobre él y le mordían los brazos, algo que me hizo reír sutilmente, aunque me llamó la atención voltear a ver el enorme roble bellamente adornado en dicha sala, el cual estaba repleto de regalos grandes y pequeños, jamás en mi vida había visto un arbol con tantos regalos, en casa siempre era un regalo para cada persona (los cuales siempre eran ropa o algo que no emocionaría a ningún niño en la faz de la tierra) ni siquiera en casa del viejo eran tan generosos a la hora de darse regalos entre ellos (porque obviamente, yo no recibía nada de ellos jamás), más por su naturaleza mezquina que por cuestiones económicas, pero creo que no hace falta que yo aclare dicho detalle.
— ¡Buenos días a todos! — clamó Catherine mientras llegaba junto al resto del clan Dawson, me sorprendía que todos siempre aparecieran de golpe — ¡Feliz navidad, muchachos!
— ¿Porqué no me despertaron cuando se fueron a dormir? — dijo Robert mientras sujetaba a Charlie y a Lorenzo para impedir que lo volviera a morder.
— Es que te veías tan cómodo que no quisimos molestarte — dijo mi suegra mientras iba hacía el árbol — ¡Hora de abrir los regalos!
— ¡Sii! — gritaron los niños mientras iban al árbol, empezando a romper las envolturas de aquellos lujosos y muy bellos regalos, desde patines hasta patinetas y muñecos de acción, me atrevo a decir que podías empezar una juguetería con todo lo que esos diablillos recibieron ese año, y ni hablar de los años que siguieron.
— Robert — habló Alice mientras iba hacía su hermano con una caja algo grande entre sus manos — Este es para ti, de parte mía y de Lorenzo.
— Vaya — dijo mi pareja con algo de cinismo, tomando dicha caja para empezar a abrirla, y al hacerlo, vimos que se trataba de varios libros de edición especial, algunos de Agatha Christie, y otros de Oscar Wilde, los escritores favoritos de mi novio — Wow Ally, no te hubieras molestado.— Los encargué desde mayo — dijo ella cálidamente — Espero que los disfrutes.
— Lo haré, son hermosos — dijo mi pareja mientras los ojeaba un poco, me pareció peculiar la manera en la que Robert veía esos libros, sobre todo porque, ya teníamos ediciones limitadas de esas mismas obras en casa, lo recordaba perfectamente, porque yo estuve con él cuando los compró.
Me alertó ver cómo Robert se levantaba del sofá, para ir al árbol y tomar dos cajas algo pequeñas y darle una a cada uno de sus hermanos; la de Alice tenía un hermoso collar con una enorme piedra amarilla en medio, y el de George, tenía un hermoso y muy lujoso reloj. Ambos regalos dejaron perplejos a ambos hermanos, ¿enserio creían que mi pareja, el señor "amo a mi familia" no iba a obsequiarles nada? vaya que la gente juzga por su propia condición.
— Wow Bob, gracias — dijo George mientras abrazaba a mi prometido, acción que replicó Alice, aunque ella actuaba más tímida y dudosa, imagino que era por todos los inconvenientes que provocaron sus prejuicios hacía mi relación con su hermano.
— No es nada — murmuró él rodando sutilmente sus ojos, imagino que era porque, a pesar de darles dichos obsequios, seguía enojado con ellos por el incidente de su inasistencia a nuestra boda, y no lo culpo, si yo tuviera una relación mediánamente buena con mis hermanos, también estaría enojado.
— Tío Madonna — me llamó Lorenzo, jalándome sutilmente de la manga de mi suéter — Aquí hay un regalo para ti.
— ¿Q-Qué? ¿para mí? — dije algo curioso y asombrado, sobre todo al ver la pequeña caja envuelta en cinta azul que tenía Lorenzo entre sus manos.
Arquee receloso una ceja al ver cómo Robert sonreía cínicamente e iba hacía Lorenzo, para cargarlo mientras el pequeño mantenía el regalo entre sus manos.
— Para ti, tío Madonna — dijo mi prometido de forma burlona.
— ¿Qué tramas, Dawson? — dije de mala gana.
— Yo nada, abre la caja, se va a sofocar si sigue encerrado tanto tiempo.
— ¿D-De qué estás— pregunté algo abrumado, tomando con cuidado la caja que me daba Lorenzo, para quitarle el listón y abrirla cuidadosamente.
Apenas abrí la caja, pude ver un pequeño bulto blanco no más grande que un gato, era todo lo contrario a un gato; era un pequeño cachorro de cabello blanco como la nieve, de ojos brillantes y curiosos, que miraba a los lados sin saber lo que estaba pasando.
— Oh por Dios — jadee tomando con cuidado al animal para sacarlo de la caja, viéndolo de mejor manera, casi morí de la ternura cuando lo tuve entre mis manos, y no fui el único encantado.
— ¡Ay Dios mío! — clamó mi suegra mientras se acercaba para ver al cachorro — Qué cosita más hermosa.
— Bichón maltés, una raza muy linda y juguetona — dijo George.
— Es un angelito — dije acariciando su rizado pelaje blanco — ¿Era esto lo que tú y Teresa ocultaban de mí?
— Sorpresa — dijo mi prometido mientras alzaba los hombros, yo reí por debajo mientras pegaba aquel pequeño animal de mi pecho.
— ¿Puedo cargarlo? — preguntó Charlie.
— ¡Yo también lo quiero cargar! — clamó Lorenzo.
— Niños, niños, es un ser vivo, no un juguete — dijo Catherine.
Me acerqué con cuidado a Robert para besarle suavemente la mejilla, mirándolo con emoción mientras mantenía pegado al animal de mi pecho.
— ¿Qué te hizo pensar en regalarme un cachorro?
— Nunca tuviste mascotas, además creo que ya es tiempo de que empecemos a llenar nuestra casa para que no se sienta tan vacía ¿no crees?
— Te amo — dije sonriendo con emoción, alzando al pequeño animal para ponerlo frente a él — Ambos te amamos.
— ¿Sabes lo que me costó conseguir un cachorro a último minuto? — dijo Robert mientras tomaba al animal para acariciarlo un poco, y luego se lo dió a Charlie para que lo acariciara también.
Reí por debajo al oírle decir eso.
— Imagino que fue difícil.
— ¡¿Difícil?! ¡casi me vuelvo loco! ¡estuve a nada de regalarte un perico!
— Qué regalo tan lindo, hijo — dijo Catherine mientras se acercaba a nosotros — ¿Y tú qué le diste a él, Taylor?
Me quedé helado ante la pregunta de mi suegra, me dolió el pecho como nunca, odiaba sentir que no le di nada a mi novio, aunque él de manera elegante me defendió, aunque no de la mejor manera posible.
— Aún no me da mi regalo, madre; lo que pasa es que el regalo de Ty es más... "privado" — dijo él mientras sonreía cínicamente, yo le miré algo frustrado en cuanto dijo eso.
— Oh, entiendo — dijo ella mientras sonreía algo dudosa — Bien, mientras a ti te guste, todo bien.
Volteó para ir hacía sus otros hijos y las empleadas que les ayudaban con los regalos, Robert me miró con ternura cuando nos dejaron solos, yo le sonreí nervioso mientras tomaba su mano y la apretaba sutilmente.
— Prometo compensarte la falta de regalos — susurré suavemente.
— No debes compensarme nada — dijo besando sutilmente mi mejilla — Ya te lo dije, tenerte conmigo es más que suficiente para mí.
— Sí pero— traté de hablar, pero los labios ajenos interrumpieron mis palabras.
— Regálame una sonrisa, eso es todo lo que quiero de ti, y es lo que voy a querer siempre.
Hice lo que mi pareja me pidió, le dediqué una sonrisa llena de duda y timidez, sonrisa que hizo a Robert sonreír ampliamente, para tomar mis mejillas y plantarme un suave beso en los labios, al que no dudé en corresponder, ignorando totalmente a las personas a nuestro alrededor, enfocándome solamente en disfrutar de los labios de mi ser amado.
Continuará
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- Gema
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