78 - 'Regalo'
— Ah, m-mi amor — gemí suavemente, moviendo mis caderas mientras veía fijamente los ojos azules de mi prometido — ¿P-Puedo venirme ya?
— Depende, ¿quieres salir ya? — preguntó besando lentamente mi cuello, seguíamos envueltos en aquellas gruesas sábanas, él besaba mi cuello mientras se movía lentamente encima mío, sacándome roncos gemidos de placer muy lascivos.
— N-No — negué con la cabeza — Q-Quiero quedarme así contigo, t-todo el día.
— Mgh, qué gatito tan lujurioso — murmuró mientras apretaba la punta de mi miembro, lo tenía tapado con su dedo para no dejarme venirme, cosa que me estaba volviendo loco — Debemos salir algún día, Ty, ¿sí sabes eso, verdad?
— ¡Ah, n-no lo aprietes así!
— ¿Porqué? se nota que te gusta, tiemblas cada que lo hago.
— ¡T-Tiemblo de dolor, no de gusto!
— Mh, pero a ti te gusta el dolor, mi amor — murmuró mientras alzaba un poco la cabeza, descubriendo un poco nuestros cuerpos y acelerando su vaivén — Qué indecente de tu parte, tenerme encerrado todo el día, con toda mi familia ahí abajo, ¿no tienes vergüenza eh, mi amado gatito de ojos cafés?
— ¡A-Amor! ¡s-sigue, m-me encanta esto! — dije con voz algo baja, tanto por el cansancio como por la pena de que nos escucharan a mitad del sexo (aunque varias veces hemos estado en tal menester).
— Alza la pierna — me demandó, tomando mi pierna para morderme el muslo con algo de fuerza, y aprovechando que soltó por un momento mi miembro, mi cuerpo aprovechó el chance para descargar todo el deseo que sentía por mi prometido.
— ¡Ah, Robert! a-ah, mgh, D-Dios santo.
— Mira nada más — murmuró pasando sus dedos por mi vientre, tomando algo de excedente de semen para lamerlo de forma muy sugestiva, que me hizo sonrojar como nunca — Mggh, tu sabor es tan bueno.
— No mejor que el tuyo — dije moviendo mis caderas — Por cierto, ¿puedes venirte ya, amor? quiero que me dejes exhausto.
— Qué sucio te has puesto, Ty — murmuró azotandome las caderas lentamente — ¿No te da miedo que te termine embarazando? no usamos condones.
— ¡Ah! ¡n-no digas tonterías! — dije sacando la lengua — ¡Ay por Dios, e-ese es el sitio!
— Lo sé, me sé de memoria cada rincón de tu cuerpo, por ejemplo, te enloquece cuando te toco los pezones — murmuró pasando su dedo índice sobre mi pezón, cosa que me hizo jadear pesadamente — Y también te gusta cuando me hundo de lleno en tu cuerpo... justo así.
Ambos gemimos de repente cuando él clavó toda su hombría en mi interior, haciéndome temblar y mover mis caderas por inercia, mientras él iba a mi cuello para besarlo lentamente.
— También te gustan los besos en el cuello, juraría que se te pone dura cada vez que sientes mi respiración en tu nuca, me pregunto porqué será.
— Ah, p-porque eres mi pareja — jadee clavando mis uñas en su espalda — ¿A-A ti qué te pone duro de mí?
— Mgh, son tantas cosas — gruñó azotándome con fuerza — T-Tu carita de "cógeme" es la que te digo siempre.
— ¡S-Sí! — asentí con la cabeza — ¿Q-Qué más?
— Tu suave piel, la forma en la que a veces actúas tan difícil, pero cuando te quiero coger, no te niegas en absoluto.
— ¡Ah, me duele!
— Sí eso también me fascina — murmuró apretando mis piernas — Tu dolor, Ty, no sé porqué pero me encanta; también amo cómo tu cuerpo no me suelta en absoluto, aún cuando dejaste de ser virgen hace mucho, a veces siento que te estoy arrancando la virginidad nuevamente.
— ¡Ah, a-ahí, t-toca ahí!
— ¿Aquí? — susurró besando mi cuello — Lo haré, porque una de las cosas que más amo, son tu gemidos, mi cielo; cómo gritas mi nombre me enloquece, me hace perder la cordura.
— ¡Ah, Robert! — clamé tratando de apartarlo de mí, pero él realmente se esforzaba por permanecer encima mío — ¡Ah, p-para, me duele, me estás lastimando!
— Sí, grita así — demandó sujetando mis brazos para impedirme moverme — ¿Te duele Ty?— ¡Me duele, me-me estás lastimando mucho!
— Mgh, ¡T-Taylor! — clamó dándome una fuerte embestida para empezar a venirse de golpe, yo me estremecí al sentir aquello, tanto así, que sentí un orgasmo seco invadirme de golpe.
— ¡Ah, ah, p-por Dios! — murmuré viendo fijamente el techo de la habitación, donde había varios posters pegados — Hugh Grant debe estar abrumado por vernos coger tanto.
— Cierto — Robert rió por debajo al oírme, bostezando y recostándose en mi pecho — Es tarde, debemos levantarnos ya.
— Sí — dije acariciando su cabello — Muero de hambre.
— Mh, descuida, en la noche habrá tanta comida que no sabrás por dónde empezar.
— Eso suena genial — dije sentándome con algo de dificultad, tomando las mejillas de mi prometido para besarlo lentamente — Te amo.
— Yo también te amo — susurró correspondiendo mis besos — Mgh, por cierto, ¿qué quieres de regalo?
— ¿Regalo?
— Es navidad, tonto; debo regalarte algo, es la tradición entre parejas.
— No me dejas regalarte nada, por lógica tampoco deberías darme nada.
— Es distinto, yo he tenido cosas que tú no.
— Sí, pero me hace sentir culpable darte algo y que tú no me des nada a mí, sobre todo enfrente de toda tu familia.
— Mh, es cierto — murmuró mientras se sobaba la barbilla — Mh, tengo una idea.
— Te escucho.
— ¿Porqué no te doy dinero y me compras algo? cualquier baratija que encuentres, me gustará de todas formas.
— Dicho así suena horrible — dije de mala gana — No quiero que te guste algo solo porque yo te lo di, además, ¿qué sentido tiene obsequiarte algo comprado con tu propio dinero?
— Piensa que te lo ganaste trabajando para mí... con tu cuerpo — murmuró con malicia, pasando su mano por mi pierna, cosa que me hizo verle con recelo — Vamos, Ty ¿estás dispuesto a soportar el sermón de mi familia, o quieres que nos libremos de un regaño por al menos una vez?
— Bien, pero me debes una enorme — dije con fastidio.
— Mgh, ¿una enorme eh? ¿con la mía no te basta? — murmuró mientras se me acercaba para besarme, reí tomándolo de las mejillas para sonreír pícaramente.
— ¿Bastarme? un día de estos me dejarás inválido.
— Tú eres el que me lo pide, yo anoche iba a dormir sin más, pero alguien me vió con lujuria, me sentí tan acosado que creí que lloraría — dijo en un tono de falsa inocencia que me hizo reír cínicamente.
— Hipócrita — le piqué la mejilla para besarle hambrientamente, besos a los que él me correspondió de forma muy apasionada y sensual.
-
Cuando finalmente logramos quitarnos las manos de encima el uno del otro, nos arreglamos y salimos de la habitación de mi pareja para ir a la sala, donde todo el clan Dawson estaba reunido escuchando música navideña y riendo alegremente, al juzgar por el leve aroma a licor en el aire, imaginé porqué había tanto júbilo en el ambiente.
— ¡Ahí están! Dios creí que no saldrían hoy — dijo mi suegra mientras se acercaba hacía nosotros.
— Lo sentimos — dije riendo algo apenado.
— ¡No lo sientas, cariño! son una pareja jóven a punto de casarse, es normal — dijo mi suegra, apretándome la mejilla mientras nos guiaba al sofá, donde estaban George, Molly, y también estaba Teresa, quien estaba tejiendo algo mientras usaba a Charlie para sujetar la lana.
— Ya casi termino, cielo — dijo ella, logrando que Charlie suspirara de aburrimiento, algo que me hizo reír sutilmente.
— Entonces Ty ¿vas a salir? — me preguntó mi prometido de repente, haciéndome voltear a verle sin saber qué decir.
— Yo... — titubee pensando qué decirle, hasta que la voz de mi suegra nos interrumpió de repente.
— Está cayendo mucha nieve, chicos, me temo que no podremos salir hoy.
— ¿Enserio? — dijo Robert, para después suspirar pesadamente — Mh, es una verdadera lástima, planeaba salir a comprar algunas cosas para la cena.
— Ya tu padre y yo preparamos todo para la cena, no se preocupen — insistió Catherine mientras se levantaba para ir hacía mi prometido y apretarle suavemente la mejilla — ¿O acaso olvidaste algún regalo especial?
— ¿Por quién me toman? tengo listos los regalos desde agosto — dijo mi prometido de manera sumamente cínica y algo egocéntrica, yo no pude evitar tragar en seco mientras sentía algo de pánico inundarme, debido a que, desde luego, yo no tenía ningún obsequio a la mano, ni siquiera para mi prometido.
Comimos y estuvimos un rato platicando con toda la familia, meras trivialidades, mi suegra me preguntaba cosas sobre mi carrera, y Robert sonreía orgulloso cuando yo contaba con fluidez todo lo que conllevaba la medicina, mi pecho latía con fuerza al notar lo orgulloso que estaba él de mí, aún cuando su hermana y su padre rodaban los ojos con incredulidad cada que yo abría la boca.
De repente llegó la hora de la cena, todos fuimos a arreglarnos, Robert rebuscaba nuestra maleta en busca del atuendo perfecto para mí, mientras yo estaba sentado estilo indio en la cama, usando solo mis boxers, esperando a que él decidiera qué debía ponerme, ¿y luego no quería que dijeran que él me trataba como a su hijo o a su mascota?
— Veamos — murmuró alzando un suéter celeste, viéndolo con detalles y volteandome a ver a mí — Siempre me encantó cómo te queda el azúl.
— ¡Robert tengo frío! — me quejé, haciéndole reír con sutileza.
— De acuerdo, pequeño cascarrabias — murmuró dándome dicho suéter para sacar un pantalón color blanco y dármelo también — Ten, colores claros, para que resalten tus ojos.
— Gracias — dije levantándome de la cama para empezar a vestirme — Y, s-sobre tu regalo— traté de hablar, pero él me interrumpió.
— No digas nada — dijo él mientras revisaba su maleta también, para sacar un suéter cuello de tortuga de color vino y ponérselo — No te mortifiques por un simple objeto material, ¿de acuerdo?
— ¿Pero qué dirá tu familia?
— No deberían decir nada, y si lo hacen, ese no es su problema, tenerte conmigo ya es un regalo para mí, allá ellos si no quieren entenderlo.
— Mh, vaya regalo tan pobre — dije de mala gana mientras me abrochaba el pantalón, alertándome al sentir cómo me tomaban de las mejillas y las apretaban con fuerza, obligándome a ver fijamente a los ojos al hombre junto a mí.
— ¿Te consideras tan poca cosa para decir eso?
— La pregunta ofende — dije con algo de pesar, él chasqueó la lengua para besarme sutilmente la frente.
— ¿Cuánto tendré que luchar porque empieces a verte de la misma forma en la que yo te veo? — murmuró gentilmente mientras me acariciaba la barbilla, haciéndome sonrojar y mirar hacía otro lado — Me tienes rendido a tus pies, y aún no te lo puedes creer.
— ¿Cómo podría hacerlo? eres un hombre tan... y-yo soy tan...— suspiré pesadamente para ver a otro lado, sorprendiéndome al oír cómo Robert reía por debajo con cinismo.
— Deja de menospreciarte — dijo mientras me hacía verlo a los ojos — Eres el dueño de mi corazón, Taylor, aún cuando no puedas creerlo; que eso no se te olvide nunca ¿de acuerdo?
— ... Bien — dije tomándolo de los hombros para besarlo suavemente, beso al que mi prometido correspondió sin dudarlo dos veces.
— Eres un regalo de navidad muy lindo — murmuró pasando su mano por mi cuello, haciéndome sonreír tímidamente por debajo.
— Y tú el mejor de todos — dije mientras rozaba mi nariz con la suya — Mi amado novio.
— Futuro esposo — me corrigió, sacándome una suave carcajada de los labios.
— Futuro esposo — admití, tomándolo del cuello para besarlo de manera lenta y muy apasionada, hasta que escuchamos la puerta de la habitación ser tocada con insistencia, obligándonos a apartarnos de dichos besos.
— Robert querido, ¿dónde quieres que ponga la caja? — preguntó la voz de Teresa, logrando que yo volteara a ver a mi pareja con curiosidad.
— ¿Cuál caja?
— Algunos artículos personales que planeo llevarme a casa — dijo él con tranquilidad y aquel cinismo tan suyo, maldigo tanto ese don suyo de parecer inocente, aún cuando era totalmente culpable.
— Oh, entiendo — dije mientras veía cómo iba hacía la puerta, para hablar de forma algo susurrante y misteriosa con Teresa, algo que no me dió buena espina en absoluto.
— Bien, te encargo eso, gracias Teresa — dijo mi prometido mientras se despedía de ella y me volteaba a ver — ¿Nos vamos ya, mi amor?
Me acerqué a él algo dudoso, tomando su mano para salir juntos de la habitación, aunque me pareció extraño ver que Teresa se iba en otra dirección contraria a la nuestra, ¿qué estaba sucediendo exactamente?
Bajamos hasta el salón, donde todo estaba decorado de manera preciosa, toda la familia vestía de manera muy elegante y hermosa, y ni hablemos del delicioso aroma en el aire, que de inmediato hizo a mi estómago rugir con fuerza.
— Wow, lucen guapísimos chicos — dijo Molly al vernos llegar.
— Gracias — dije tímidamente, aunque me alertó ver que mi suegra venía hacía nosotros con dos suéters en sus manos.
— Tengan — dijo ella mientras sonreía tranquilamente.
— C-Catherine creo que— traté de hablar, pero Robert me tomó del hombro para frenarme, y después tomó un suéter de esos para ponérselo, era rojo con verde, se veía cosido a mano.— Gracias madre — dijo mi pareja mientras sonreía tranquilamente, ver eso me hizo notar que yo también debía de ponerme el mío, cosa que hice, sintiendo una abrumadora comezón en mi piel de repente.
— G-Gracias, es muy lindo — dije tomando las manos de mi suegra, y ahora que me daba cuenta, todos tenían ese mismo modelo de suéter, incluso la servidumbre.
— No agradezcas, Ty; adoro tejer, es tan relajante — dijo ella mientras nos palmeaba las mejillas suavemente.
— Oigan — murmuró Molly mientras nos veía con atención, señalando sutilmente algo que estaba arriba de nosotros.
— ¿Qué? — dije alzando la mirada, sonrojándome al ver que se trataba de una rama de muérdago que estaba sobre nosotros.
— Vaya, el hada del muérdago se emocionó mucho este año — dijo mi prometido mientras miraba de reojo a su madre, quien rió y alzó sutilmente los hombros.
— ¿S-Seguro que podemos— traté de hablar, pero el dedo de Robert sobre mis labios me interrumpió de golpe.
— Es de mala suerte no besarse bajo el muérdago, no quieres mala suerte ¿o sí? — preguntó mientras pegaba su frente con la mía, yo no dudé en acercarme y besar con ternura sus labios, aunque, hoy en día recuerdo eso de la mala suerte y pienso "qué engaño tan grande", yo besé a mi prometido bajo el muérdago, y aún así, los meses siguientes en mi vida estuvieron plagados de mala suerte, ¿qué digo mala? espantosa, penosa, lúgubre.
Me aparté del beso para ver de reojo a las personas que nos rodeaban, hablando tranquilamente como si nada, ignorando que mi pareja y yo nos estábamos besando, ni siquiera tenían mala cara o algo asi, y los niños estaban muy ocupados tratando de adivinar cuál de los regalos bajo el árbol eran los suyos, no pude evitar sonreír al sentir plenitud gracias a esto, sentí que ya mi relación con Robert no era vista como un "vicio dañino que debía ser erradicado", era parte de la familia ahora, y Robert no sería juzgado ni regañado por ello, ¿qué mejor regalo navideño que ese?
— ¿Ponche? — habló una voz femenina junto a nosotros, se trataba de la jóven chica que trabajaba en la casa, y que admiraba a mi prometido, al principio me sentía celoso, pero luego empecé a calmarme, no veía malicia en ella, solo un deseo muy infantil e inocente por impresionar a una figura mayor que tú, lo entendía, o bueno, no lo entendí hasta que empezó mi etapa de internado en el hospital.
— Gracias Victoria — dijo mi pareja mientras tomaba dos copas de ponche, pero apenas traté de tomar la mía, me observó con seriedad y me advirtió — Esto tiene whisky, Taylor, por favor no te excedas.
— Pff — bufé de mala gana — ¿Por quién me tomas, Dawson?
Él me vió con incredulidad cuando tomé mi copa y le di un sorbo, admito que tenía un sabor muy bueno, lo preocupante era, que la mezcla de sabores dificultaba mucho detectar el licor, y eso te embriagaba más fácilmente.
— Tengo hambree — chilló Charlie, haciendo a los adultos reír sutilmente.
— Paciencia, mi niño — dijo mi suegra mientras le palmeaba el cráneo al pequeño.
— ¿Y qué planes tienen para el próximo año? — preguntó George, mientras Robert iba al sofá y me jalaba del brazo para sentarme en su regazo.
— Un desfile en Nueva York, no he tenido uno en mucho tiempo — dijo Alice, recibiendo un beso en la mejilla de parte de su esposo, se veían bastante acaramelados y felices, más de lo habitual, ya imagino porqué.
— Al salir de mi matrimonio, mi plan será enfocarme en la empresa Dawson y en la expansión con las industrias Terranova, y también debo remodelar la cafetería de la que soy socio, será un año muy movido para mí — dijo mi prometido mientras suspiraba pesadamente.
— Hablando de matrimonio — dijo Molly — ¿Dónde será su luna de miel?
— Aún no decidimos — dije apenado.
— Hay muchos sitios preciosos que deben visitar — explicó mi suegra sentándose en otro sofá junto a su esposo, quien miraba a todos con seriedad mientras fumaba un habano, hasta en eso era muy similar a Robert — He oído que en méxico hay hoteles hermosos.
— Amo la cultura mexicana, pero creo que lo mejor será quedarnos cerca de Londres — dije sonriendo algo apenado — Un viaje tan lejos podría ser muy cansado para ambos.
— Sin mencionar que son doce horas encerrado en un avión — dijo mi pareja mientras daba un sorbo al ponche, yo enserio amaba la cultura mexicana, pero odiaba sobremanera estar encerrado tanto tiempo en un avión.
— Tío Madonna — habló Lorenzo mientras se acercaba hacía mí con algo entre sus manos — Dame tus manos.
— Oh, c-claro — murmuré dejando el ponche en la mesa de centro para recibir lo que Lorenzo me estaba dando, observando algo abrumado que se trataba de la cara de un gato hecha con plastilina; al verla, no pude evitar arquear una ceja y ver dudoso al pequeño.
— El tío Robert me dijo que te gustan los gatos, así que quise darte uno — dijo él con dulzura e inocencia, haciéndome sonreír tímidamente.
— G-Gracias Lore — dije mirando atentamente ese pequeño obsequio, mientras el pequeño se apartaba para volver con sus primos.
Los adultos me miraron asombrados, incluso Alice y su esposo, cosa que me hizo encogerme de hombros y verles algo nervioso.
— ¿Q-Qué ocurre?
— Te dió una figura de plastilina — dijo Robert — Eso en el lenguaje de Lorenzo, significa que te quiere.
— ¡¿E-Enserio?! — dije sonrojándome de golpe, y más nervioso me puso ver cómo Alice se me acercaba para ver atentamente dicha figura de plastilina, y más terror me provocó, cuando la ví sonreír de lado.
— Mh, vaya, parece que le agradas bastante — mencionó mirándome con atención, para después apartarse de mí e ir hacía la cocina, dejándome bastante nervioso y abrumado.
— Miren nada más, mi gatito tiene talento para lidiar con niños — dijo Robert mientras me besaba la mejilla, haciéndome sonreír tímidamente mientras seguía observando aquel pequeño gesto de cariño de parte de mi sobrino.
Continuará
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- Gema
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