77 - 'Calor'
— Mamá — murmuré tratando de rebajar mi genio — ¿Porqué no me lo dijiste?
— ... Estás tan tranquilo, por primera vez siento que estás donde debes estar — admitió con algo de pesar, cosa que me dolió bastante — No quería que te preocuparas, además de que, me da mucha vergüenza pedirte dinero, Ty; y-y yo le insistí a Robert que no era necesario, pero él me dijo que no quería que estuviéramos mal, ahora que seríamos familia.
Sonreí apenado al escuchar eso, realmente sonaba a algo que diría mi pareja.
— Lamento si te causé incomodidades, cariño, pero... no tenía el valor para decirte la verdad a la cara.
— Sí, pero odio que me ocultes las cosas, lo sabes — dije mientras limpiaba una lágrima que rodaba por mi rostro, recuerdo esa frase con tanto dolor, porque a pesar de que abiertamente le pedí que no lo hiciera, mamá no dejó nunca de guardarme secretos, a veces siento que aún hay muchas cosas sobre ella que nunca supe, y que quizá nunca lograré saber.
— Lamento haberte hecho creer que Tyson estaba en malas condiciones, él está mejor que nunca, Ty, eso te lo garantizo.
— Me alegra mucho saberlo, pero ahora quisiera saber, ¿tú estás bien, mamá?
— Sí cariño, estoy bien — "estoy bien", palabra que aún hoy en día revolotea en mi conciencia, taladra mi mente, y agrieta como nunca mi corazón; Teddy, ¿qué te costaba ser franca conmigo? nunca dejaré de preguntarte eso, aún cuando no seas capaz de responderme.
— Bien — murmuré agachando la mirada — ¿N-Necesitas más? p-puedo pedirle a Robert que— traté de hablar, pero ahora fue ella quien me interrumpió.
— No Ty, Robert ha sido demasiado generoso conmigo estos meses, siento que ya he abusado de su generosidad, por lo que no hace falta que siga enviándome dinero.
— No digas eso, a-así le diga que no, él seguirá haciéndolo, lo sabes, ¡e-ese hombre es la obstinación hecha persona! — dije riendo sutilmente entre lágrimas.
— Encaja bien contigo — sonreí algo nervioso cuando la escuché decir eso — Dale las gracias mi parte, por favor.
— Lo haré — murmuré apretando el teléfono con ambas manos — Mami, l-lamento haberte gritado, yo, n-no sé lo que me pasa, m-me puso muy nervioso saber lo de Sony.
— Descuida, yo también te grité sin razón — explicó mientras movía el celular un poco, lo noté por la repentina interferencia — Debo colgar ya, Ty; Peter acaba de llegar.
— B-Bien — dije mientras pasaba mi mano por mi frente — Te amo, mami, d-de nuevo lamento el haber—
— Deja de disculparte, uno no se disculpa cuando tiene la razón — dijo ella de forma calmada y tranquila — También te amo, cariño; saluda a Robert de mi parte ¿de acuerdo? y por favor no dejes de agradecerle por el dinero.
— L-Lo haré — dicho esto, pude oír cómo mi madre colgaba abruptamente el celular, dejando un silencio a través de mi teléfono, y un enorme vacío en mi pecho, increíblemente, el frío en la atmósfera y nuestra discusión-reconciliación logró aumentar aún más mi melancolía navideña, y en ese momento, no añoraba nada que no fuera un abrazo fuerte y muy cálido de parte de mi madre, aún recuerdo esos instantes, y cada fibra de mi cuerpo me duele como nunca, ¿el porqué? ni con todos mis años y conocimiento en medicina sé explicarlo con certeza.
— ¿Todo bien? — preguntó suavemente una voz parada detrás de mí, voz que me hizo voltear y sonreír tímidamente, mientras varias lágrimas seguían bajando por mi rostro — ¿Qué ocurrió, cariño?
— Yo...— jadee ahogadamente, y cuando él se me acercó, solo pude empujarlo con algo de fuerza — ¡¿Porqué no me dijiste que le enviabas dinero a mi madre?!
— No lo creí necesario, ¿porqué tan de repente eso te genera molestia?
— ¡Debiste decírmelo! — clamé agachando la mirada, y abrazándome a mí mismo mientras seguía lagrimeando — Debe estar hasta el cuello de deudas, de no ser así, jamás te habría pedido dinero.
— Cariño — murmuró tomándome de los hombros suavemente — No te pongas así, por favor, seguiremos ayudando a tu madre, ¿de acuerdo?
— ¡Odio tanto que ella deba hacerle frente a todo sola! — dije con la voz algo ronca — Todo es por culpa de ese maldito infeliz de Peter, él es el que crea las deudas, y es Teddy quien debe pagarlas.
— Lo lamento mucho, Ty; pero no podemos hacer más por ellos, lo sabes.
— Sí — murmuré limpiando mi rostro sutilmente. Robert tenía razón, por más que yo odiara que Teddy se pusiera la soga al cuello por aquel infeliz, ella estaba con él por voluntad propia, nadie podía hacer nada más, no mientras ella siguiera aferrada a ese imbécil, desde luego.
Me alivió sentir un beso en mi frente, junto con un fuerte y cálido abrazo que logró reconfortarme como nunca, justo cuando necesitaba abrigarme en unos brazos, los de mi prometido me sujetaron con fuerza y no me dejaron ir, fue una sensación de alivio tremenda la que sentí cuando estuve en sus brazos.
— Hablé con Sony — murmuré suavemente.
— ¿Él está bien?
— Sí, dijo que comió muchas cosas deliciosas — murmuré sonriendo sutilmente, ocultando mi cara en el hombro de Robert — También habló de ti.
— ¿Enserio? ¿qué te dijo?
— Preguntó si estaba contigo, y me dijo que eras una buena persona, pero que le parecías algo amargado — dije entre sutiles risas a la que mi pareja correspondió.
— Vaya, creo que le di una buena impresión a tu hermano — dijo mientras pasaba su mano por mis brazos, al mismo tiempo que se alejaba un poco para verme a los ojos — Entonces, ¿todo está bien?
— Si, eso creo — dije apretando las manos ajenas — Teddy suena apenada, pero creo que están bien, Tyson hablaba con fluidez, así que su salud es buena, y está feliz.
— ¿Y el hermano de Tyson está feliz? — preguntó acariciando mi mejilla, cosa que me hizo sonreír ampliamente.
— Sí, lo estoy — dicho esto, lo tomé de los hombros para besar suave y tímidamente a mi prometido, mientras él me abrazaba y me protegía del terrible frío que empezaba a azotar, producto de una nevada que comenzó esa noche, y no terminó hasta tres días después.
-
— ¡Volvimos! — dijo mi suegra apenas entramos a la casa, Robert me tenía pegado a su cuerpo, y de vez en cuando me besaba la frente, yo estaba algo angustiado por mi conversación con Teddy, pero ya no me sentía tan nervioso, sentía que ya no tenía porqué preocuparme, pero algo en mi pecho no me dejaba estar 100% tranquilo, vaya que la ironía es una hija de perra.
— ¡Mami! — clamó Lorenzo mientras iba corriendo junto a Charlie a la sala, lugar donde estaban sus madres platicando animadamente con sus esposos, quienes tenían una larga sonrisa en sus rostros, Dios bendiga el increíble efecto placebo del sexo.
— ¡Mi angelito! — clamó ella mientras cargaba al pequeño — ¿Cómo la pasaste con tu tío Robert?
— Muy bien, ¡montamos ponis!
— Y tío Taylor se cayó del suyo — dijo Charlie, logrando que Molly y George voltearan a verme con mucha preocupación.
— ¡Estoy bien! s-solo fue un golpe ligero — dije mientras sonreía apenado, pero me hacía sentir especial que se preocuparan por mí.
— ¿Qué tal pasaron el rato? — preguntó mi prometido mientras se acercaba a un sofá y se sentaba frente a su hermano.
— Pues, bastante bien — dijo George sonriendo cínicamente — Te debo una, Bob.
— Con dejar de decirme "Bob" me basta — dijo mi prometido mientras me miraba de reojo y me sonreía cálidamente, sonrisa a la que correspondí mientras me abrazaba a mí mismo, aún dentro de casa estaba haciendo mucho frío.
-
Cenamos y nos fuimos a nuestros respectivos dormitorios, yo me recosté mientras Robert se daba una ducha, me sentía muy cansado, imagino que la caída y el golpe en el trasero fue lo que logró fatigarme tanto.
— Amor — me habló mientras entraba de nuevo a la habitación, totalmente desnudo y secándose el cabello con una toalla — ¿Sabes en qué maleta empaqué los boxers?
— En la maleta roja — murmuré mirándole con atención, estaba cansado, sí, pero igual me gustaba ver sin ropa a mi pareja.
— Gracias — dijo mientras iba a la esquina donde estaban nuestras maletas, pero al notar cómo yo me deleitaba con su cuerpo, se detuvo en seco para verme pícaramente — ¿Pasa algo?
— No — negué con la cabeza mientras me recostaba boca abajo, dejando expuesta cierta área de mi cuerpo que mi pareja perjuraba que había crecido.
Robert sonrió con malicia para acercarse hacía mí y apoyar su cuerpo sobre el mío, cosa que me hizo reír y jadear sutilmente.
— ¿Qué mirabas con tanta atención, eh?
— Nada — murmuré mientras sentía aquel roce de su cuerpo contra el mío — Solo ví algo que me gustó bastante.
— ¿Enserio? — susurró besando mi cuello, haciéndome jadear suavemente — ¿Seguro que te sientes bien para esto, Ty?
— Sí — asentí dejándolo besarme — He pasado días enteros angustiado, no he podido disfrutar de mi primera navidad con mi novio.
— Descuida, aún tenemos muchas navidades para disfrutar juntos — susurró mientras deslizaba sus manos por cada rincón de mi cuerpo, haciéndome jadear y estremecer suavemente — ¿Porqué tiemblas así, gatito?
— E-Es que hace frío, y-y tu cuerpo está caliente.
— Mh, siendo así, déjame brindarte calor toda la noche, mi cielo.
— ¿T-Toda? — dije con nerviosismo, haciendo a mi pareja reír por debajo.
— ¿Tiene algo de malo?
— N-No, pero... c-con toda tu familia aquí—
— Ellos tuvieron toda la tarde para gozar, ahora es nuestro turno ¿no crees? — dicho esto, me tomó de las mejillas para besarme hambrientamente, besos que me hicieron estremecer y jadear el nombre de mi pareja.
Robert me quitó la ropa de forma lenta, besándome el abdomen y pasando sus manos por mi pecho, la habitación entera estaba oscura, no lograba ver en absoluto lo que Robert hacía, pero sí lo sentía, y estar a ciegas me ayudó a sentir de mejor manera todo lo que mi prometido me estaba haciendo.
— ¡A-Ah! — gemí de golpe al sentir que me penetraban lentamente, comenzando un vaivén lento pero muy profundo que me hizo jadear de manera muy lasciva — ¡A-Ah, R-Robert! ¿q-qué estás haciendo?
— Shh — susurró en mi oído — ¿Quieres despertar a todo el mundo?
— A-Ah, e-es que, ¡ah, l-lo haces tan rico!
— Qué lindo que digas eso — murmuró mientras echaba mis piernas hacía atrás, moviendo de forma brusca mi cuerpo mientras se apoderaba de él, y de no haber sido porque me cubrió la boca con su mano libre (la otra estaba haciendo presión en mi muslo) habría llenado de gritos toda la casa, ¿qué digo la casa? la mitad de Cambridge se habría enterado que tuve sexo con mi pareja esa noche.
— ¡Mgh! — gemí mordiendo uno de los dedos de Robert sacándole un tosco gruñido que me hizo estremecerme.
— ¡Mgh! ¡¿te encanta usar esos dientes, eh?! — clamó quitándome la mano de la boca para irse sobre mi y besarme hambrientamente, era raro no ver a quien me estaba cogiendo, pero yo sabía bien que era Robert, su aroma, su voz, la forma en la que me tocaba, todo era tan típico de él, que era imposible para mí confundirlo con alguien más.
La oscuridad ayudaba a que no fuera consciente del tiempo mismo, tampoco ayudaba que mi mente se nubló totalmente, "qué rico", "Dios mío" era lo único que rebotaba por mi subconsciente, no lograba pensar en nada más.
— Eres tan hermoso — susurró en mi oído mientras proseguía con su vaivén, cubriendo de nuevo mi boca con su mano — Desde que te ví quise hacerte mío, soy tan afortunado de tenerte, cariño.
— Mgh — gemí quitando su mano de mi boca — R-Robert, mi amor.
— ¿Qué pasa? ¿te duele?
— S-Sí — dije sacando la lengua — S-Siento que me estoy por venir.
— ¿Me apuro un poco? — preguntó dándome unas embestidas mucho más rápidas.
— ¡A-Ah, s-sí! ¡sí mi amor, así!
— Dios santo, Taylor, eres tan indecente — gruñó hundiéndose de lleno en mi cuerpo mientras azotaba con fuerza mis caderas, sacándome gemidos roncos y algo bajos de placer intenso.
— ¡A-Ah, Robert! ¡te amo, te amo!
— Yo también te amo — respondió hundiendo su cara en mi cuello — Carajo Ty ¿seguro que no te estoy lastimando?
— ¿P-Porqué preguntas?
— Porque enserio estás apretando — reí por debajo al oírle decir eso — Maldición, sentir esto me trae tantos recuerdos.
— ¿Cómo cual? — pregunté con malicia.
— Cuando te hice mío por primera vez, Dios, aún me excita recordar ese momento, a pesar de que tenemos sexo a diario.
— Significa que te sigo gustando ¿verdad?
— Así es, y vas a gustarme siempre, Ty — dicho esto, sentí cómo me cargó entre sus brazos para proseguir con aquel vaivén, manteniéndome aferrado a su cuerpo.
— ¡Ah, Robert! ¡mi amor! ¡e-es mucho!
— Bésame — me pidió rozando sus labios con los míos, no sé porqué habrá sido, pero apenas conecté mi boca con la de Robert, me fue imposible no venirme de golpe, gimiendo entre besos mientras él daba profundas embestidas contra mi cuerpo.
— ¡Mgh, a-ah! — gemí al sentir los últimos ápices del orgasmo recorriendo mi cuerpo — C-Cariño.
— ¿Rico verdad? — preguntó besándome el cuello — Pero aún me falta exprimirte más.
— ¿D-De qué hablas? — dije tímidamente, temblando al notar cómo me recostaban en la cama otra vez.
— Relájate — susurró en mí oído de forma sumamente sensual — Cierra los ojos, yo haré el resto.
— R-Robert— murmuré sutilmente, jadeando de forma brusca al notar cómo empezaba un brusco vaivén de nuevo.
Arquee la espalda al sentir cómo se acercaba a mis pezones y empezaba a chuparlos, sin detener su vaivén, y sujetando con firmeza mi miembro para empezar a masturbarme, cosa que me hizo sentir un placer increíble.
— ¡O-Oh por Dios! — gemí moviéndome de forma algo vergonzosa — ¡A-Ay sí, n-no pares!
— ¿Te encanta cuando te toco, verdad?
— S-Sí — murmuré sacando la lengua — ¡ah, ay Robert, me vas a terminar matando!
— Si sigues gimiendo así, el que morirá de placer seré yo — gruñó azotándome con más fuerza mis caderas, sacándome gemidos bastante bruscos y sonoros.
— ¡A-Ay por Dios, Robert! — grité mientras apretaba con fuerza las sábanas sobre las que estaba, mi cuerpo temblaba como nunca, ¿y cómo no iba a hacerlo? la idea de masturbarme mientras me follaba, solo podía salir de la maliciosa y depravada mente de mi prometido.
Tomé rápidamente el cuello de mi prometido para besarlo con deseo justo en el momento en que sentí que no iba a aguantar más las ganas, y sin quererlo terminé corriéndome apenas sus labios tocaron los míos (otra vez), afortunadamente, no fui el único que sucumbió ante nuestro beso, porque Robert también derramó su semilla en cuanto nos condensamos en aquel apasionado y dulce beso.
— Bésame más — le pedí entre jadeos lascivos, logrando que él me estampara contra la cama a seguir besándome y acariciándome lentamente, era tan placentero que nuestras bocas fueran el único medio por el que nos demostramos deseo en ese instante, no dijimos ni media palabra, solo seguimos besándonos sin recato alguno, y así estuvimos por un largo tiempo, hasta que finalmente nos quedamos profundamente dormidos, tapados bajo unas gruesas sábanas que nos brindaban calor, aunque no era mayor que el calor que nos dábamos mutuamente.
-
Dormía plácidamente envuelto en aquellas gruesas sábanas, con el cuerpo de Robert pegado al mío, estaba haciendo bastante frío, así que ambos no queríamos despegarnos el uno del otro, nuestro calor era demasiado agradable para querer separarnos, imagino que muchos dirían "vaya, qué dependientes, qué asco" si nos vieran desde fuera, la verdad sí lo éramos, pero ¿quién, bajo las influencias del amor, no se siente totalmente dependiente (de manera emocional) de su ser amado?
— Ah — gemí suavemente al sentir cómo me besaban el cuello lentamente — Buenos días.— Buenos — respondió mi prometido mientras me acariciaba lentamente — No tuve oportunidad de decirte anoche "duerme bien" ¿verdad?
— No lo sé, me quedé dormido — dije riendo por debajo, logrando que Robert riera de igual forma.
— ¿Quién diría que uno poco de sexo nos dejaría tan exhaustos?
— ¿Crees que alguien nos haya oído?
— No lo creo, y si nos escucharon, me da muy igual, sabes que no soy tímido cuando de hacerte el amor se trata, y que todo el mundo nos escuche.
— Sé muy bien que no — dije sonriendo pícaramente, mientras abrazaba las caderas ajenas con mis piernas, logrando que Robert me sonriera de igual forma.
Ambos nos besamos lentamente de nuevo, abrazándonos con fuerza sin quitarnos aquellas mantas de encima, si así empezaba la nochebuena, ya quería que llegara navidad.
— ¡Toc toc! — escuchamos a alguien llegar de repente y tocar la puerta con insistencia, cosa que nos hizo a ambos gruñir de igual forma.
— No salgas — dije mientras me aferraba con brazos y piernas al cuerpo de mi pareja — Quedémonos así, por favor.
— ¿Eso deseas? — preguntó mientras volvía a besarme lentamente, besos a los que no pude resistirme en absoluto, deslizando cuidadosamente mi lengua por la boca de mi prometido, mientras él apretaba mis manos y dejaba todo el peso de su cuerpo sobre el mío, impidiéndome moverme, tal y como siempre amaba tenerme.
— ¡¿Están despiertos?! — insistió aquella voz femenina al otro lado de la puerta, voz que ignoramos completamente, teníamos algo más importante que hacer, o al menos era así como nosotros nos sentíamos.
Continuará
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- Gema
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