75 - 'Pleno'
Los días transcurrieron de forma muy lenta, no recuerdo mucho de ellos, porque pasé la mayor parte de esos días encerrado durmiendo, sospecho que Teresa me seguía medicando por orden de Robert, todo a causa de que, Teddy aún no contestaba las llamadas, y cada vez que yo preguntaba por ello y recibía una negativa, Robert perjura que mis ojos reflejaban preocupación absoluta, e imagino que eso no le gustó a mi pareja para nada.
23 de diciembre, un día para Nochebuena. Yo apenas estaba abriendo los ojos, aún cuando ya eran pasadas las tres de la tarde. Me levanté de la cama con dificultad, bostezando y rascándome la cabeza, estaba haciendo bastante frío, afortunadamente empaqué ropa abrigadora y muy cómoda.
Salí de la habitación y avancé hacía la sala, rascándome la nuca mientras buscaba con la mirada a mi prometido, no lo veía por ningún lado, eso me ponía muy nervioso (lo admito, estaba hecho un manojo de nervios desde hace días).
— ¡Robert! — dije mientras bajaba las escaleras, aunque una voz aguda y femenina me interceptó de repente.
— ¡Señor Taylor! — gritó una chica desde la cocina, que al oír mi voz fue corriendo hacía mí — Ho-Hola, creí que despertaría más tarde.
— Hola Victoria, ¿Robert está por aquí?
— Tuvo que salir a hacer algunas cosas, pero me encargó decirle que volverá pronto, y que si necesita algo que no dude en pedírmelo a mí.
— Te agradezco, pero no necesito nada por ahora — dije de forma algo cortante, no quería ser un patán, pero lo único que quería en ese momento era estar con mi prometido.
— ¡S-Señor Taylor! — dijo ella mientras iba detrás de mí — ¿Tiene hambre? escuché que no ha comido nada desde ayer.
— Estoy bien, ¿adónde fue Robert? — dije con terquedad, caminando hacía la entrada de aquel enorme hogar.
— E-Está en el centro con sus hermanos y sus padres, me parece que también les acompañaba la señora Teresa.
— ¿Queda muy lejos? — pregunté mientras tomaba un abrigo del perchero junto a la puerta y me lo ponía, alertando totalmente a la chica junto a mí.
— Señor Taylor, temo que no puedo dejarlo salir.
— Tranquila, diré que trataste de detenerme — dije de forma incrédula mientras abría la puerta principal, pero apenas lo hice, choqué de golpe con el par de joyas de mi prometido, las cuales me miraron con asombro y algo de curiosidad.
— ¡Mira tío, Madonna ya se siente mejor! — dijo un pequeño rubio que estaba en los brazos de mi pareja.
— ¡Taylor! qué gusto verte cielo, ¿cómo te sientes? — preguntó mi suegra mientras tomaba mis hombros y me besaba suavemente las mejillas.
— B-Bien, aún algo cansado, nada más.
— ¿Estás bien? — preguntó mi pareja mientras bajaba a Lorenzo para ir hacía mí y tocar suavemente mi rostro — ¿Cuánto llevas despierto?
— No mucho, acabo de bajar — dije mientras tomaba su mano y la acariciaba suavemente, sonriendo al ver el anillo que reposaba en ella — ¿Teddy no llamó, verdad?
Robert me miró con algo de pena cuando pregunté eso, expresión a la que yo correspondí sonriéndole con algo de cinismo.
— Muero de hambre, vayamos todos a comer — dijo mi suegra mientras palmeaba las manos.
— ¿Qué tal esos planes para su primera navidad en pareja, eh? — preguntó George mientras se nos acercaba y rodeaba nuestros cuellos con sus brazos, a medida que empezábamos a avanzar al comedor.
— Todo bien — dijo Robert, parece que no quería dejarle claro a su familia lo que nos estaba pasando — Estamos muy emocionados por ello.
Me dolió que Robert dijera algo así, porque al oírle me di cuenta de algo, mis problemas y mi ansiedad no me dejaban gozar de la primera navidad junto a mi pareja, y aún cuando Robert sí estaba entusiasmado y sí quería que tuviéramos una navidad de ensueño, mis conflictos lo forzaron a tener días largos y pesados, y tengo el maldito descaro de insinuar que él era el egoísta de la relación.
-
Luego de comer, la familia propuso salir a dar un paseo por la ciudad, cosa a la que todos accedieron de prisa, excepto mi pareja, cosa que me hizo voltear a verlo con algo de asombro y vergüenza.
— ¡Por favor, Robert! ¡no te pierdas la diversión familiar! — replicó George.
— Lo lamento, pero Taylor sigue delicado de salud, y el clima no es nada amigable, no quiero exponerlo a que tenga una recaída.
— Robert tiene razón — dijo mi suegra — Recuerden que Taylor no está acostumbrado al frío invernal de Cambridge, pasar tanto tiempo afuera podría hacerle daño.
— Tonterías — dijo Alice ácidamente — Tiene meses aquí en Inglaterra, dudo que el clima pueda afectarle tanto como ustedes dicen, si el chico no quiere formar parte de las tradiciones familiares, esas ya son palabras mayores.
— ¿Vamos a empezar con el sermón, hermanita? — dijo mi prometido de forma filosa.
— ¡¿Alice cómo puedes insinuar que Taylor hace esto a propósito?! — clamó Catherine.
— Desde que llegó está encerrado, dudo muchísimo que sea por pura coincidencia y por una "enfermedad" — dijo Sandro de forma filosa, logrando que mi prometido lo observara con odio absoluto.
— ¡¿Es esto enserio?! — clamó mi suegra — ¡¿Qué acaso no podemos tener una reunión familiar sin que empiecen a discutir con Taylor por cualquier tontería?!
— Está bien — dije con algo de duda, asombrando totalmente a mi suegra y a mi prometido — E-Ellos tienen razón; no he sido parte de las tradiciones familiares, y ya pronto seré un Dawson, así que es tiempo de que me ponga al corriente con todo lo que eso conlleva, incluído el tiempo de calidad en familia.
— No tienes que demostrarle nada a nadie — dijo Robert mientras me observaba con seriedad.
— No quiero demostrar nada, solo quiero estar contigo — murmuré acariciando suavemente su mano — Es nuestra primera navidad juntos, y no hemos podido disfrutarla como se debe, todo por mi culpa.
— No digas eso — mencionó tomando mi mejilla para acariciarla suavemente, sonreí de lado mientras lo dejaba mimarme, por un momento olvidé incluso que estábamos rodeados de toda su familia, y que su padre y su hermana nos estaban mirando con desdén, pero me dió totalmente igual.
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Fuí con Robert a arreglarme para salir, me sentía algo perdido, no sé si fue por mis excesivas horas de sueño, o era el hecho de saber que mi madre me estaba ignorando a propósito, de cualquier manera, me sentía que estaba avanzando en piloto automático.
— ¿Estás listo? — preguntó Robert mientras se acercaba hacía mí, yo asentí con la cabeza mientras estiraba aquel suéter azul que cubría mi cuerpo, viendo fijamente mi propio reflejo en el espejo.
— Sí — murmuré volteando a ver a mi pareja, quien me tomó de ambas mejillas suavemente.— ¿Estás bien?
— Claro, ¿porqué no habría de estarlo?
— No te veo, bien, Ty; tus ojos lucen tristes — sonreí con pena al oírle decir eso — No tienes que salir si no te sientes bien.
— No te preocupes — dije palmeando sus manos suavemente — Yo enserio quiero salir contigo, mi amor.
— Me duele tanto verte así, mi cielo.
— No te preocupes, has hecho de todo para ayudarme, y te amo por eso.
— Ojalá pudiera hacer más.
— Descuida, no hay nada que hacer — dije agachando la mirada — Ya estoy resignado, t-tal vez Tyson sí está bien, y Teddy me evita solamente porque... p-porque siente que ya no formo parte de su familia.
— No digas esas cosas, tu madre te ama, lo sabes.
— Pero ya no estoy ahí, siendo así ¿qué caso tiene avisarle a una figura ausente sobre las cosas que te ocurren a diario? — me dolía lo que estaba diciendo, pero más me dolía sentir que tenía la razón, y a juzgar por la mirada penosa de Robert, supe que él pensaba igual que yo.
Un beso en mi frente logró apaciguar mi malestar en ese instante, y me hizo sonreír con timidez mientras me aferraba al cuerpo ajeno.
— No te des por vencido aún — susurró mientras me acariciaba el cuerpo, palabras que me hicieron sonreír de lado y besar suavemente el pecho de mi prometido.
— Vamonos ya — le pedí — Tu familia debe estar esperándonos.
— Bien — respondió tomando mi mano para guiarme a la salida de la habitación, mis emociones eran más amargas que otra cosa, pero aún así, una ligera chispa de emoción se formó al darme cuenta de que al día siguiente era nochebuena, y que a pesar de todos mis problemas, podría estar junto al hombre al que amaba, no lograba llenar por completo el vacío, pero Robert siempre me ayudaba a sentirme pleno, aún cuando estaba a un pie de caer a un vacío emocional inminente.
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Paseamos por horas en todo el centro de Cambridge, los adornos eran impresionantes, cada decoración elaborada con lujo de detalles, las personas en las tiendas disfrazadas de duendes y de santa claus (a quien los ingleses le decían "padre navidad" nombre que casi me hace vomitar, pero me aguanté como pude, ya cuando estuviera a solas con Robert me burlaría más a gusto).Varias personas iban por la calle cantando villancicos, mientras los niños corrían alegremente entre la nieve, admito que aquel ambiente tan festivo y hermoso me hizo sonreír finalmente, y sentir algo de paz en mi pecho, incluso llegué a olvidar por un momento mis problemas, aunque cada vez que veía a una madre con sus hijos, mi pecho dolía terriblemente.
— ¡Vamos a tomarnos una foto! — clamó mi suegra mientras íbamos hacía una lugar donde tomaban fotos familiares con un enorme y muy bello fondo navideño, y sin dudarlo dos veces todos fueron tras ella, Robert y yo éramos los últimos en avanzar, no teníamos tanta prisa, aunque sospecho que lo que Robert quería, era tener cierto grado de privacidad para besarme sin que su familia hiciera mala cara.
— ¡Ven tío Madonna! — gritaron Charlie y Lorenzo mientras llegaban hacía mí y me jalaban de los brazos, haciéndome apurar el paso.
— ¡B-Bien bien, cálmense! — dije entre risas sutiles, y apenas llegamos al lugar de la foto, los niños alzaron los brazos, cosa que me hizo verlos con preocupación — ¿Qué están insinuando?
— ¡Cárganos!
— ¡¿Están locos?! ¡me van a doblar la espalda!
— Cargas al tío Robert, nosotros somos más livianos — en cuanto Charlie dijo eso, un gran rubor inundó de golpe mis mejillas.
— ¡Y-Yo no cargo a tu tío! ¡¿d-de dónde sacas esas cosas?!
— ¡Vamos tío Madonna! — dijo Lorenzo con algo de fastidio.
Suspiré con frustración para agacharme y cargarlos con algo de dificultad, Robert sí podía con ambos, pero yo evidentemente no estaba acostumbrado al peso de un niño de diez años y otro de siete, que comían como adolescentes de catorce.
— Vaya, ¿cuándo tuvimos dos hijos y no me enteré? — dijo mi prometido de forma burlona, haciendo a los niños reír y a mí fruncir el ceño con molestia.
— Ja-ja.
— ¿Tío Madonna va a tener un bebé? — preguntó Lorenzo de forma inocente.
— ¡No Lore, Taylor no tiene pechos, y para dar a luz necesita tener pechos! — dijo Charlie.
— ¡Shhh! — susurré mirándole con algo de seriedad — ¡¿Y tú de dónde sacas esas cosas?!
— Will me lo dijo.
— No dejes que Will te contagie lo virginal, Charlie — ambos me miraron con curiosidad en cuanto dije eso, Robert rió por debajo mientras se paraba a mi lado para rodear mi cuello con su brazo, apegándome de esta forma a su cuerpo, cosa que me hizo sonreír tímidamente.
— Qué hermosos se ven todos — dijo Catherine mientras nos organizaba para la foto, y al terminar, se paró en medio de todos, abrazando a su esposo, me sorprendía que ella siguiera tan apegada a ese hombre que tanto le colmaba la paciencia, "está enamorada" fue la forma en la que mi cerebro justificó tal detalle, pero igual me sorprendía mucho, porque se notaba a kilómetros que ambos eran agua y aceite.
— ¡Digan "navidad"! — dijo el fotógrafo mientras oprimía el botón de la cámara, todos dijimos al unísono lo que nos pidió, aunque yo me quedé algo atontado por culpa del flash de la cámara.
— Esa luz siempre me lastima los ojos — murmuró Lorenzo mientras se tallaba los ya mencionados, haciendo que Alice, Molly y mi suegra se le acercaran y le besaran con ternura las mejillas para consolarlo.
— ¿Quieren dar otra vuelta? — preguntó George.
— Tengo una idea mejor — dijo mi prometido mientras me quitaba a Charlie de los brazos para cargarlo él — ¿Porqué no dan ustedes una vuelta, mientras Taylor y yo paseamos a los niños?
— ¿Qué? — dijo Alice de forma algo incrédula, Molly también miró curiosa a mi prometido cuando dijo esto.
— ¿Enserio? — dijo George sonriendo de forma algo curiosa, y al ver que Robert asentía con la cabeza calmadamente, exclamó — ¡Sí! d-digo, suena bien.
Miré curioso a Robert cuando dijo eso, él lucía sereno, aunque había un ligero aire de malicia en su mirada, lo sabía, lo notaba fácilmente.
— Oh, bueno, si eso quieres, hijo — dijo mi suegra mientras sonreía algo curiosa — Tu padre y yo podemos acompañarlos también, si quieren.
— Nos encantaría — dijo Robert, aunque le alertó ver cómo su hermana se acercaba hacía nosotros con un semblante muy serio.
— ¿Qué pretendes? — mi pareja suspiró con fastidio mientras bajaba a su sobrino, para así hablar con mayor libertad.
— Considéralo mi regalo de navidad — dijo Robert con un semblante incrédulo en su rostro — Tiempo a solas con tu esposo, mientras yo cuido de tu hijo, suena demasiado bueno para declinar ¿no crees?
— ¡¿Qué?! ¡¿d-de qué estás—
— Alice no quiero que tú y Sandro tengan el ceño fruncido mañana y el día de navidad, por eso te doy la oportunidad de estar a solas con él, pero bueno, si no quieres aceptarlo, no queda de otra — murmuró alzando los hombros incrédulamente, yo me sonrojé de la vergüenza en cuanto mi pareja dijo eso, sé que era adulto, y era un tema ya conocido para mí, pero igual me avergonzaba saber de la vida sexual de personas ajenas a mí, apenas y podía con saber la de Mónica y Shawn.
Alice estaba algo dudosa, en sus ojos se notaba que le incomodaba dejar a su hijo tirado para irse a tener un "momento íntimo" con su esposo, pero también se notaba que no quería declinar, ¿cuánto tiempo habrá pasado sin intimidad? me imagino que debió ser mucho, algo que me sorprende, a mí me negaban el sexo por dos meses, y me alteraba sobremanera.
— ¡Bien! — gruñó dándose vuelta y yendo hacía su hijo para cargarlo y besarle la frente, acción que replicaron George y Molly con Charlie y Will. Robert me miró divertido al notar las acciones de sus hermanos, yo en respuesta le miré con mucha curiosidad, no entendía en absoluto sus intenciones.
Luego de despedirse de sus hijos, los hermanos de Robert se fueron junto a sus parejas, dejándonos solos a mi prometido y a mí, con mis suegros y mis sobrinos, ellos se veían entusiasmados, aunque mi suegra y su esposo se veían algo curiosos y abrumados.
— ¿Quién quiere montar a caballo? — dijo Robert mientras tomaba la mano de Charlie y de Lorenzo, para empezar a caminar por aquel sendero de nieve, mientras los niños cantaban con entusiasmo.
— ¿Me explicas porqué se fueron mis padres? — me preguntó Will al oído, yo alcé los hombros sin saber qué decirle, desde luego no iba a decir abiertamente "se fueron a tener sexo", era demasiado vergonzoso admitir algo así, sobre todo con un chico que no llegaba a los diecisiete años.
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Llegamos hasta un área grande, donde había niños y adultos montando a caballo por la nieve, algo que emocionó mucho a los niños, pero que a mí, me llenó de pavor.
— ¡Quiero montar un poni! — gritó Lorenzo mientras iba corriendo junto a Charlie hacía el hombre que cuidaba a los caballos, y aprovechando el momento a solas, Catherine se acercó a Robert con intenciones de preguntarle lo evidente.
— ¡¿Porqué dejaste que tus hermanos se fueran así?!
— Por favor, madre; no creo que deba explicarte con dibujos mis intenciones — dijo mi prometido de forma cínica — Es navidad, merecen algo de tiempo a solas.
— Sí pero, esto fue muy repentino — dijo ella mientras caminaba hacía los caballos juntos a nosotros, y mientras más me acercaba, más miedo me provocaban esos enormes animales.
— No sé porqué les extraña tanto que quiera cuidar de mis sobrinos, yo siempre los he cuidado cuando Alice o George tienen algo por hacer, incluso cuidé por una semana a Will cuando tenía nueve años.
— ¿Osea que es tu culpa que haya terminado así? — dije de forma algo burlona, ganándome que Robert me pellizcara sutilmente el brazo — ¡Auch!
— ¡Ven tío Madonna! — dijo Lorenzo mientras iba hacía mí y me jalaba de los brazos — Ven conmigo en mi pony.
— ¡Oh no no no, Lore! l-los caballos no son lo mío, mejor vé con el tío Robert.
— ¿Te aterran los caballos? — preguntó mi prometido de forma algo burlona.
— Nunca he subido a uno, ¡¿cómo no quieres que me aterren?!
— Vamos Ty, solo será un paseo lento — insistió Robert mientras me tomaba de los hombros y me guiaba hacía los caballos, yo tragué en seco en cuanto estuve frente a uno, un hermoso espécimen blanco con algunas manchas negras, se veía muy dócil, pero igual me aterraba bastante subir a su lomo.
— Okey, a-aquí voy — dije mientras me preparaba para subir sobre el animal, Robert me ayudó a hacerlo, indicándome qué postura tener, y qué podía o no podía hacer para asustarlo.
— Dá una vuelta tú primero, después darás una con Lorenzo.
— ¿Te da miedo que me caiga con él, verdad? — dije con nerviosismo.
— Te amo, Ty; pero también soy precavido — en cuanto dijo eso, el hombre que cuidaba a los animales hizo un sonido con su boca para que el caballo empezara a avanzar, yo jadee con horror cuando comenzamos a movernos.
— ¡Ay carajo, me voy a caer! — grité sujetando con fuerza las riendas del animal, escuchando de fondo las odiosas risas de los niños.
— ¡No te vas a caer! — dijo Robert con algo de seriedad.
— ¡Y en caso de hacerlo, aterriza con el trasero! — me gritó Charlie, cosa que me hizo voltear a verlo con odio absoluto.
Cerré los ojos y tomé con fuerza las riendas, dejando que el animal se moviera a sus anchas, ni loco iba a contradecir a una bestia que pesaba el doble que yo, mi experiencia personal con dicho tema me hizo saber que me iría mal si intentaba hacer eso, así que en su lugar, solo tomé aire y dejé que el caballo me guiara, aunque supongo que lo hice mal, porque mi prometido tuvo que interceder.
— Eres pésimo en esto — dijo de mala gana mientras se me acercaba para jalar las riendas del caballo.
— Dominar bestias no es lo mío — dije con fastidio.
— Se nota — murmuró burlonamente — Escucha, solo debes jalar las riendas y sujetarte con las piernas, no es tan complicado.
— ¿Y si se vuelve loco y sale corriendo?
— No lo hará, dudo que este animal sea más loco que el sujeto al que tiene encima.
— Ja-ja — dije de mala gana, haciendo reír a Robert con cinismo.
— Inténtalo de nuevo ¿sí?
— De acuerdo — murmuré algo dudoso para hacer un movimiento con las riendas que le indicó al caballo que avanzara, y apenas empezó a hacerlo, yo jalaba las ya mencionadas para tratar de guiarlo, logrando poco a poco mi cometido.
Al cabo de unos minutos, empecé a tomar confianza, asombrándome al ver que el caballo hacía lo que yo le pedía.
— ¡Jaja, lo hice! — dije con entusiasmo mientras alzaba la mano para saludar a Robert y a los niños a lo lejos — ¡Lo logré!
— ¡Te lo dije! — gritó mi pareja, mientras los niños reían y gritaban también.
— ¡Sabía que podía hacerlo! — dije con algo de ego mientras ponía la espalda recta, obviamente era ironía, yo creía que el caballo me mataría si me atrevía a jalar con mucha fuerza las riendas.Guié al animal hacía el sitio donde estaban Robert y los niños, mis suegros habían ido a comprar café, o algo así recuerdo yo, el punto es que estábamos solos Robert y yo con los pequeños, y admito que fue muy agradable compartir un rato así con ellos, ¿Quién diría que el señor Dawson y yo terminaríamos siendo tan buenos con los niños?
Continuará
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- Gema
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