72 - 'Delirio'
Finalmente salimos de casa hacía el centro de Londres, lugar que estaba repleto de adornos y demás decoraciones navideñas, he de admitirlo, Inglaterra es hermoso cuando llegan estas fechas.
— Necesitamos algunas cosas para el árbol — decía Robert mientras me tomaba de una mano y sujetaba en la otra la lista de compras que estaba leyendo, yo estaba perdido viendo los aparadores de las tiendas, cada una más hermosa que la anterior, desde renos de cristal hasta cascanueces perfectamente pulidos, cada adorno era todo un deleite para la vista.
— ¿Qué tanto vamos a comprar? — pregunté mientras ocultaba mi mano en el bolsillo de mi pantalón, tenía un suéter grueso sobre un suéter no tan grueso, un gorro rojo, unos pantalones gruesos, guantes, y aún así, me estaba muriendo de frío, y lo más irónico era, que Robert estaba como si nada, vaya que era un maldito pingüino.
— Solo algunas cosas para el árbol, nada muy— explicó hasta que repentinamente resonó su celular, cosa que me hizo gruñir con molestia mientras miraba hacía otro lado.
— Veo que Arthur no respeta ni siquiera el horario navideño — dije de mala gana, logrando que Dawson me mirara con algo de molestia mientras se sacaba el teléfono del bolsillo y veía el identificador de llamada.
— Es mamá, dame un segundo — dijo mientras me jalaba hacía una banca para sentarse en ella conmigo a su lado.
Contestó la llamada en seguida, saludando a Catherine y preguntándole cómo estaba; algo que olvidé mencionarles, es que John y Catherine volvieron a Cambridge por allá a mediados de noviembre si mal no recuerdo, más que nada por presión de ella, no quería estar lejos de sus hijos, pero sabía que quedarse en Londres implicaba que John siguiera discutiendo con Robert sin razón, así que, para que todo fluyera con tranquilidad hasta el día de la boda, ella se fue lejos con su esposo (aunque ahora que lo pienso, sospecho que también lo hacía para huir de Marinne, ¿Quién sabe? mi suegra era muy reservada con sus emociones, igual que el hombre con el que iba a casarme).
Alcé la mirada para ver el cielo nublado, mi mente empezó a divagar, así que no le puse nada de atención a lo que Robert y su madre estaban platicando, solo noté que él estaba algo frustrado, cosa que me intrigó bastante, pero apenas empezaron a caer algunos copos de nieve sobre mi cabeza, mi concentración se volvió nula.
— ¿Madre es enserio? — dijo de mala gana, cosa que me hizo voltear de golpe, arqueando una ceja al ver la expresión frustrada y colérica de Robert — ¡¿Sabes todo lo que tendría que posponer para complacerlos?!
Arquee una ceja con curiosidad al escuchar las palabras ajenas, ¿Qué plan desquiciado tendría ahora la familia Dawson? no lo sabía, pero a juzgar por cómo me fue en mis primeras vacaciones con ellos, empecé a sentir un pánico terrible.
— ... Bien, ¡bien, tú ganas! — gruñó apretando con fuerza el celular en su mano — ¡Pero al primer desplante me largo, se los estoy advirtiendo!
Dicho esto, Robert colgó el celular para suspirar con pesadez, el frío en la atmósfera lograba que el aliento de mi pareja se lograra ver con facilidad en cuanto salía de sus labios, no miento cuando digo que Londres era muy gélido.
— ¿Qué ocurre? — pregunté con algo de preocupación.
— Otra brillante idea de Catherine Dawson — dijo de mala gana mientras se cruzaba de brazos y miraba a otro lado con molestia — Quiere que pasemos navidad con ellos en Cambridge.
— ¿Qué? —dije con algo de asombro e incredulidad — P-Pero es muy complicado viajar en estas fechas.
— Lo sé, pero ella perjura que será lo mejor — dijo mientras chasqueaba la lengua y miraba a otro lado, la manera en la que fruncía el ceño me hizo notar que la idea le desagradaba completamente, y dado que no quería incomodarlo de más, solo me tragué mis miedos, me acerqué a él, y le bese suavemente la mejilla a modo de tranquilizarlo.
— No suena tan mal — dije pegando mi cabeza en su hombro — Sería lindo conocer el hogar donde creciste.
— No es nada impresionante — dijo con molestia, se notaba que el tema le incomodaba.
— Claro que sí, es el hogar donde pasaste tu niñez, para mí sí es impresionante.
Él rió por debajo al oír mis palabras, parecía que le daba ternura mi entusiasmo por conocer su hogar.
— Me alegra que no te incomode — susurró pegando su frente con la mía — Pero al primer desplante nos iremos ¿de acuerdo?
— De acuerdo — asentí apretando sutilmente las manos ajenas.
Lo admito, me aterraba pasar fiestas con los Dawson, pero si Catherine en persona nos pidió ir, seguramente era porque ella iba a cerciorarse de que nada nos incomodara a su hijo y a mí, cosa que me aliviaba muchísimo en realidad, no quitaba todo el miedo y la duda, pero sí los lograba apaciguar un poco.
-
Volvimos a casa y nos fuimos directamente a dormir, el clima me había dado mucho sueño, y Robert estaba muy cansado por el trabajo, y la noticia del viaje lo hizo sentir muy estresado, así que preferimos irnos directamente a dormir, ya jugaríamos a ser lujuriosos después.
08:15 marcaba el reloj, Robert empacaba algunas maletas mientras yo estaba sentado en la cama viéndolo con atención, maldecía entre dientes mientras guardaba mis cosas y las suyas, lo notaba tenso, seguramente odiaba tener que viajar de un día a otro (porque sí, mi suegra nos rogó que nos fuéramos al día siguiente de ser posible, viajar de tal manera era muy abrumador para mí, no imagino cómo fue para mi prometido, cuyo tiempo siempre estaba medido con exactitud.
— Es increíble — gruñía entre dientes mientras doblaba un suéter mío y lo guardaba en una maleta — "¡Deben llegar puntuales, hijo, no me importa que tengas otras cosas pendientes!".
— Amor — murmuré sutilmente — Trata de calmarte ¿De acuerdo? nada ganas con hacerte mala sangre.
— Odio que me obliguen a cambiar mi agenda, Taylor, ¡mis padres lo saben, y aún así me hacen esto!
— No lo hacen solo por fastidiarte — dije mientras me acercaba hacía él para quedarme frente suyo y acariciarle las mejillas — No te estreses de más, cariño; solo ten en mente que esta será nuestra primera navidad juntos ¿de acuerdo?
— Por ser nuestra primera navidad juntos es que estoy tan angustiado —admitió inhalando profundamente — Me preocupa mucho que las cosas no salgan de buena manera, Ty; no quiero que el recuerdo de nuestras primeras fiestas juntos sea que mi padre nos gritó en plena cena de nochebuena, o que Alice te haga algún mal gesto.
— Eso no pasará — susurré acariciando las mejillas ajenas con sutileza — Todo estará bien, cielo; no pienses más en lo que podría salir mal, solo enfócate en lo que va a salir bien.
Qué hipócrita era que el que diera todo ese discurso motivacional, era el "rey de la paranoia".
— Bien — murmuró dedicándome una cálida sonrisa mientras me tomaba de las caderas y me besaba dulcemente — Mientras estés conmigo, sé que todo estará bien.
— Así se habla — susurré pegando mi frente con la suya, aprovechando la cercanía para darle un cálido beso en los labios, al que Robert correspondió mientras sus manos iban a parar a mis glúteos, masajeándolos lenta y cuidadosamente.
— Estás engordando — murmuró entre besos húmedos y llenos de pasión, haciéndome gruñir con algo de molestia.
— Cállate — me quejé, haciendo a mi pareja reír con cinismo.
Jadee al sentir cómo me recostaban en la cama con cuidado, empezando a bajarme la ropa interior con cuidado, cosa que me hizo reír cínicamente mientras seguía besando esos labios que tanto me fascinaban.
— Creí que tenías prisa.
— La tengo, pero nunca está de más hacer chillar a mi Nikita — murmuró con voz ronca, haciéndome reír con algo de fastidio, él amaba decirme "Nikita" y yo odiaba que lo hiciera, pero justo lo hacía cuando sus palabras eran tan buenas que no podía hacerme el difícil, por más que así lo deseara.
Gemí de forma ronca al sentir cómo invadía mi cuerpo de forma brusca, empezando un vaivén apresurado y nada sutil, que me hizo temblar y gemir mientras miraba fijamente los ojos azules de mi pareja.
— ¡A-Ahh, R-Robert, mi amor!
— Mgh, carajo Ty, ¿t-te duele?
— S-Sí — chillé sacando la lengua mientras lo veía fijamente a los ojos — P-Por favor sigue.
— ¿Te duele, pero aún así quieres que siga? jaj, qué gato tan masoquista — dicho esto, alzó una de mis piernas para proseguir con aquel vaivén brusco y nada tierno, que me hacía temblar y gemir con fuerza el nombre de mi pareja.
— ¡A-Ah, m-más rápido! — gemí sacando la lengua, apretando con fuerza las sábanas de nuestra cama.
— Me encanta cuando gimes así — susurró en mi oído mientras hacía más brusco su vaivén, me enloquecía la forma en la que resonaba el choque de su piel contra la mía, a veces no me daba cuenta de lo brusco que era Robert conmigo en realidad, sino hasta que escuchaba el choque de nuestra piel, y claro, cuando luego del acto el dolor físico apenas y me dejaba caminar.
— ¡A-Ah! ¿a-a qué hora sale el tren? — pregunté aferrándome al cuerpo ajeno.
— 11:30, me da tiempo de cogerte un rato más antes de irnos.
— ¡A-Ah, ahí, s-sigue tocándome ahí! — grité mientras ponía los ojos en blanco, no entiendo porqué mi cuerpo estaba tan sensible, tal vez era el frío, o la emoción de saber que cada vez faltaba menos para ser oficialmente el esposo de Robert.
— Me pregunto qué toqué para que te pusieras así — murmuró maliciosamente para azotarme con fuerza contra la cama y proseguir con aquel vaivén que casi me dejó afónico de tanto gemir, mis piernas temblaban con cada embestida, y ni hablemos del dolor en mis caderas, Robert las golpeaba como si quisiera dejarme inválido, obviamente me costó mucho levantarme de la cama cuando acabamos.
Ambos gemimos con fuerza en cuanto finalmente llegamos al clímax, condensandonos en unos embriagantes besos mientras nuestros cuerpos seguían moviéndose a causa de los "espasmos post-orgásmicos" con los que ya estaba completamente familiarizado.
— Carajo — gruñó apartándose un poco para verme con malicia — Eres tan irresistible.
— Tú igual, guapo — dije con voz algo ronca, me sorprendía que a veces mi voz era muy aguda, y otras veces casi tan rasposa como la de mi pareja, ¿Cuál de las dos le gustaba más al señor Dawson? No tengo idea, porque sea cual sea el tono de voz con el que le hable, él siempre me sonríe galantemente.
-
Al terminar ese huracán de pasión, yo me fuí a duchar y a arreglar para irnos, mientras que Robert iba a organizar unas cosas con Teresa (quién debido a que su familia pasaría fiestas fuera de la ciudad, estaría sola en navidad, así que Robert y yo la invitamos a ir a Cambridge con nosotros, no queríamos que ella estuviera sola, créanme, no miento cuando digo que Teresa era parte de la familia también).
— A ver, ropa interior, camiseta, jeans — murmuraba mientras revisaba mi maleta, mi trabajo era verificar que no olvidábamos nada, aunque revisaba las maletas por obsesión-compulsión de parte de mi pareja, debido a que él mismo organizó perfectamente el equipaje, de modo que nada se nos estaba olvidando, pero igual me entretenía revisar la maleta mientras esperaba por él.
— Ty — habló mientras entraba a la habitación — Es hora de irnos, amor.
— Ya voy — dije cerrando la maleta para caminar con ella hacía la puerta de la habitación — ¿Teresa está lista?
— Sí, nos está esperando afuera junto con el taxi que nos llevará a la estación de trenes.
— Dios, es primera vez que viajaré en un tren, ¿hay algo que deba saber?
— No mucho, la verdad — admitió mientras iba a la cama para tomar la otra maleta y caminar conmigo fuera de nuestra habitación, los primeros meses de mi vida con Robert estuvieron llenos de viajes de un lado a otro, cosa que me sorprendía bastante, yo creía que al llegar a inglaterra no me movería de ahí hasta nuevo aviso, qué equivocado estuve.
Salimos de casa junto a Teresa, a quien notaba muy entusiasmada, algo que me llenaba de ternura, daba la impresión de no viajar hace muchísimo tiempo.
— Démonos prisa, el tren debe estar por salir — dijo Robert mientras bajábamos del taxi y caminábamos por aquella concurrida estación.
— Qué frío está haciendo — dije mientras me aferraba a la mano de mi prometido.
— Y que lo digas — dijo Teresa — No recuerdo la última vez que hizo tanto frío.
— Hace dos años — dijo mi prometido — Pasé esa navidad en la oficina, el clima era horrible, no quise conducir a casa a causa de la nieve.
— Espero que este año no sea tan fuerte — dije mientras veía varios trenes estacionados cerca de nosotros, algunos estaban a punto de salir, otros apenas acababan de llegar.
— ¡Última llamada, pasajeros con destino a Cambridge! — escuché de repente a un hombre parado en la puerta de un tren, y de inmediato Robert me jaló hacía dicho sitio.
Subimos al tren en cuestión, cuyo interior era muy acogedor, además de espacioso y de buen aspecto, sé que nunca había visto un tren, pero ese definitivamente era hermoso.
Fuimos hasta un vagón muy espacioso, que tenía hasta una mesa en medio de los asientos, y que tenía una cesta llena de chocolates y bombones, cosa que nos dejó abrumados a Teresa y a mí, pero a mi prometido le parecía algo totalmente habitual, pero entiendan algo, él viajaba, nosotros no.
— Wow, qué bonito — dijo Teresa mientras se sentaba frente a nosotros, yo me puse del lado de la ventana, para ver cómo la nieve caía a medida que avanzábamos.
— El viaje dura hora y media, así que pónganse cómodos — dijo el señor Dawson mientras se quitaba los guantes y se disponía a utilizar su celular.
Teresa sacó un libro y se pasó todo el viaje leyendo, yo solo me quedé mirando cómo la nieve caía sobre la ciudad, era hermoso el paisaje londinense cubierto por una gruesa capa de nieve, si antes me encantaba esa ciudad, ahora la amaba, todo gracias a su hermoso clima invernal.
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— Lindo, ¿no crees? — escuché una voz muy familiar hablar cerca de mi hombro, yo voltee bastante abrumado, parecía estar sentado en el pórtico de la casa donde crecí, viendo la nieve caer y a varios niños correr como si nada.
Al voltear la mirada, ví a mi madre con dos tazas de chocolate caliente en sus manos, cosa que me hizo sonreír ampliamente.
— Muy lindo — admití al verla sentarse a mi lado, entregándome una de las tazas, con cuidado de no quemarme.
— Sé que las nevadas en Londres deben ser mejores, pero igual esto es muy lindo.
— Lo es — susurré mientras veía fijamente el cielo semi-nocturno — ¿Dónde está Tyson?
— No lo sé, hace mucho que no sé de él.
— ¿De qué hablas? — voltee de golpe al escuchar las palabras ajenas.
— Ty cielo, ¿viajaste solo para preguntar eso y ver la nieve caer? creí que querrías hacer algo más antes de volver a tu cautiverio.
— ¿"Cautiverio"? — dije de forma algo incrédula, me abrumaba la sonrisa cínica en el rostro de mi madre — ¡¿Teddy de qué cautiverio estás hablando?!
— No lo sé, siempre he creído que te sientes enjaulado en Londres, lo he notado desde hace meses, y lo noto al verte a los ojos.
— No Teddy, creeme, te estás equivocando — dije mientras me colocaba de pie — Mejor dime dónde está Tyson.
— Mira, vinieron por ti — dijo mi madre mientras señalaba con su dedo el frente de su hogar, donde se estaba estacionando un auto negro, del que se bajó un sujeto de largo cabello negro que vestía un traje negro, parecía ser un traje de bodas, no lo recuerdo muy bien.
— Amor — murmuraron gentilmente en mi oído, cosa que me hizo abrir los ojos y darme cuenta de que aquello que inundó mi subconsciente, no era más que un producto de mi insana imaginación, un filme provocado por el profundo sueño rem al que entré gracias a que me quedé dormido en algún punto del viaje en tren.
Voltee a ver a Robert con algo de confusión, mientras él acariciaba mi mejilla y me miraba con curiosidad.
— ¿Estás bien? ¿tuviste una pesadilla?
— Yo... no lo sé — murmuré viendo a Robert sin saber exactamente dónde estaba — ¿Ya llegamos?
— Sí, hay que bajarnos ya — dijo mientras me jalaba con cuidado y me ayudaba a levantarme yo seguía muy abrumado tratando de procesar que acababa de despertar de ese sueño tan particular, por alguna razón, sentí que necesitaba llamar a mi madre para preguntar por el paradero de mi hermano mayor, porque ese sueño hizo que mi pecho empezara a latir con mucha preocupación, desde ese día empecé a tenerle mucho miedo a mis sueños, sé que dicen que los sueños son locuras de la mente, pero los míos de vez en cuando lograban dar en el clavo, ¿porqué lo digo? ya se los explicaré a fondo después.
Bajamos del tren y tomamos un taxi hacía el hogar Dawson, y en todo el camino le conté a Robert y a Teresa sobre aquel raro sueño que había tenido, Teresa me sonrió y me dijo que solo era cosa de mi melancolía navideña, mientras que mi prometido se mostraba más curioso y serio, como si viera algún patrón en dichos delirios.
— No te mortifiques por eso, Taylor — dijo Teresa — Solo fue un sueño.
— L-Lo sé, pero... s-se sintió tan real.
— No pienses de más en eso — dijo mi prometido mientras me besaba la mejilla suavemente — Teddy y tu hermano están bien.
— No sé de Tyson hace mucho, Teddy solo me dice "está bien", pero empiezo a creer que me está ocultando algo.
— Sabes cómo es tu madre de caprichosa, no pienses mucho en eso ¿de acuerdo? — dichas palabras me sorprendieron bastante, sobre todo por venir de Robert, quien a pesar de sus problemas con ella, siempre trataba con el máximo respeto posible a Teddy, y que de la nada me dijera que ella era una caprichosa, me intrigaba demasiado, sobre todo porque yo no recordaba algún tipo de situación en la que Teddy haya actuado de tal manera con él, algo estaba pasando, mi instinto sociópata me lo decía.
Continuará
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- Gema
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