70 - 'Dulce'
— La noche está tan hermosa — dijo mientras salíamos del bar, eran ya las 10:27, nos quedamos más de lo planeado, todo porque Yelena no dejaba de preguntar cosas de la boda, y a Robert le costaba mucho no presumir que estaba planificando la "boda del siglo",y a mí me daba ternura verlo tan entusiasmado por ello.
— Muero de hambre — chillé mientras usaba el saco de Robert para cubrirme el cuerpo, estaba haciendo algo de frío esa noche.
— Paseemos un rato, aprovechando que estamos fuera de casa.
— ¿Seguro? — dije arqueando una ceja.
— Sí, cenemos y luego vayamos a casa, hace mucho que no salimos a cenar.
— Tienes razón — asentí tomando la mano ajena para ir con él hacía el auto, me entusiasmaba mucho que por fin pudiéramos ir a cenar, lástima que yo me veía como una modelo de película porno con temática de halloween, de muy bajo presupuesto.
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Robert condujo un rato hasta que llegamos a un restaurante bastante concurrido, donde mucha gente estaba disfrazada también, así que eso me ayudó a no sentirme tan avergonzado, sobre todo al entrar y ver una mesa llena de chicos travestidos.
— Veo que no soy la única enfermera por aquí — dije mirando la mesa en cuestión, mientras Robert me miraba atentamente con expresión galante, cosa que me hizo sonreír algo apenado — ¿Qué ocurre?
— Nada, solo te miro — susurró sin dejar de mirarme, cosa que me hizo sonrojarme y mirar a otro lado, aún después de tanto tiempo, yo lograba doblegarme ante la galantería de mi pareja — Estoy tan feliz de que te cases conmigo.
— Yo igual — dije llevando uno de mis mechones tras mi oreja — Me cuesta creer que esto esté pasando enserio.
— ¿Nuestra boda?
— Todo — admití sonriendo con algo de vergüenza — Me cuesta trabajo creer que vivo contigo, que tengo un novio que me ama tanto, me cuesta creer que... que finalmente tengo una vida feliz — admití sonriendo muy apenado, Robert me devolvió la sonrisa mientras apoyaba ambos brazos en la mesa y me observaba con detenimiento.
— Apenas es el principio, Ty — oír eso provocó que un cosquilleo hermoso recorriera mi cuerpo, y que una larga sonrisa se dibujara en mi rostro, cosa que hizo que mi prometido me sonriera de igual forma — Ty, ¿puedo preguntarte algo?
— Lo que sea, amor; dime.
— ¿Hay algo que te gustaría para nuestra boda? es que siento que es injusto que yo tome todas las decisiones sin consultarte.
— No, yo confío completamente en ti, mi amor.
— ¿Enserio? — preguntó arqueando una ceja, yo asentí con la cabeza mientras sonreía ampliamente — ¿Y si quiero que haya enanos que escupen fuego en vez de meseros?
— Me pondré un traje a prueba de fuego — bromee alzando los hombros, él me miró con asombro en cuanto dije eso.
— ¿Y si quiero que los invitados vayan con trajes rosados y celestes?
— El rosa y el celeste son colores lindos.
— ¿Y si quiero que un pingüino lleve los anillos?
— Mientras no se los trague, por mí está bien.
— Jaj — bufó entre risas incrédulas, como si creyera que yo le decía todo eso en chiste.
— Robert lo digo enserio, confío plenamente en tu criterio para organizar una boda perfecta, creeme, ¡yo no sé nada sobre planificar eventos! si fuera por mí nos casaríamos en un registro civil y tendríamos una parrillada como recepción.
— Bien — murmuró mientras miraba a otro lado — ¿Y si quisiera que Arthur fuera el padrino? Le miré con odio absoluto en cuanto él dijo eso, y ni siquiera porque él empezó a reír mi semblante cambió en lo más mínimo.
— Esos chistes tuyos me dan asco — gruñí, ganándome que mi prometido estirara su mano y me apretara las mejillas suavemente.
— Sé que confías en mí, pero quisiera un poco más de participación de parte tuya, es nuestra boda, no quiero sentir que yo te estoy obligando a hacer mi voluntad.
— Bien, si quieres mi participación, no quiero a Arthur en el altar, y si vas a invitarlo, ¡que esté lo más lejos posible de nosotros!
— Sí que odias a ese chico — bromeó.
— Así como tú odias a Richard.
— Mi odio está justificado, él trata de volverte un ramero, ¿acaso a ti te agradaría que un amigo me quiera volver ramero?
— Tu etapa de ramero terminó hace años, así que si me enoja o no, no hay nada que yo pueda hacer — dije mientras alzaba los hombros, él suspiró entre risas mientras movía de un lado a otro la cabeza.
— Auch — murmuró entre risas — Bien, y dejando de lado el tema, ¿tienes alguna otra petición para el día de nuestra boda?
— No quiero usar vestido — le advertí, haciéndole reír de forma estruendosa — ¡Robert hablo enserio, si me obligas a usar un vestido te juro que no me pararé en el altar ni en chiste!
— ¿Realmente me crees capaz de forzarte a usar vestido?
— No lo sé, amm... ¡¡sí!! — él rió cínicamente al oír mis palabras.
— Bien, nada de vestidos — dijo alzando sutilmente los hombros — ¿Algo más?
— No sé si sea correcto que vaya vestido de blanco, me parece hipócrita.
— ¿Porqué piensas tanto en eso?
— No lo sé, ir de blanco me hace sentir muy... niño — dije esto último con la voz algo baja, y al oírme, Robert me sonrió con ternura para apretar suavemente mis mejillas con una sola mano.
— No eres un niño, Ty.
— A tu lado sí lo soy.
— Eres un hombre jóven, si fueras un niño no me habría enamorado de ti, son cosas muy distintas.
— ¿En qué se diferencian?
— Los niños son caprichosos, crédulos, terriblemente berrinchudos y pedantes — murmuró frunciendo el ceño con asco — Desde que te conozco me has demostrado ser un chico centrado, temperamental, pero listo, eres inseguro, pero siempre me has dejado claro que me quieres, aún cuando yo creí lo contrario por culpa de mi soberbia.
— Siento que hablas de alguien más — dije de mala gana mientras miraba hacía otro lado, me costaba tomar enserio los cumplidos que me daba mi pareja, sobre todo porque yo siempre sentí que era un chiquillo tonto y muy torpe que nunca supo lo que quería, y de no ser porque Robert me ayudó a ponerle orden a mi vida, quién sabe qué habría sido de mí.
— Hablo de Taylor Brown Dawson, mi pareja, mi prometido, el amor de mi vida — murmuró mientras se apoyaba en la mesa para verme con atención, yo no pude evitar sonreír con emoción y acercarme a su rostro para besarlo lentamente, sintiendo una mezcla rara de amor y pena apoderarse de mi ser, era el tipo de emociones que Robert siempre hacía relucir en mí con sus palabras bonitas, y aún hoy en día, cuando creí que ya no habría nada que lograría conmoverme, él sigue logrando causar ese efecto en mí.
— Disculpa — escuché una voz juvenil cerca de mí, y al apartarme del beso y voltear la mirada, pude ver a tres chicas con disfraces de brujas paradas junto a nosotros, con unas revistas entre sus brazos, daban la impresión de tener catorce o quince años de edad — ¿E-Eres Taylor Brown?
— Sí, ese mismo — dije con algo de pena, ya imaginaba lo que querían, pero igual era abrumadora la manera en la que iban hacía mí.
— ¿P-Podrías firmar estas fotos, por favor?
— Claro — sonreí ampliamente mientras tomaba el objeto en cuestión para firmarlo, lo crean o no, las fotos que me tomó Marinne causaron más revuelo del que imaginé, creí que nadie me reconocería a largo plazo, pero sorprendentemente, muchas personas me saludaban por la calle y me decían "oh mira, eres el chico guapo de la revista", algo que siempre me hacía sonrojar, y ni hablemos de lo celoso que ponía a mi querido novio.
Luego de firmar (cosa que se me daba del asco debido a mi horrible gramática de doctor) le devolví las revistas a las chicas, y ellas muy alegremente se fueron a sus mesas otra vez, aún seguía sin entender qué era lo que veía en mí, yo no me sentía la gran cosa, incluso trataba de evitar esas fotos cuando veías las revistas en la calle, ¿porqué? porque me daba vergüenza, y mucha.
— Vaya, me estoy follando a una celebridad — dijo Robert con aquel cinismo que le caracterizaba, yo reí por debajo mientras jugueteaba con uno de mis rizos.
— N-No sé qué tienen esas fotos, en la universidad también me piden firmar revistas, es muy curioso.
— Se llama "ser guapo" cariño — dichas palabras me hicieron reír de forma algo incrédula, empezaba a verme con otros ojos, sí, pero de ahí a creerme el nuevo Leonardo DiCaprio, o Brad Pitt, eran palabras mayores.
— Como sea — murmuré mientras tomaba el menú y lo ojeaba un poco — Solo espero que esto no me convierta en una especie de celebridad o algo así, me avergüenza mucho ser el centro de atención.
— Me encanta la manera en la que siempre tratas de ser invisible, pero por más que lo intentas, es imposible que tu belleza pase desapercibida por todos los que te rodean — dijo el vampiro frente a mí, haciendo que un gran rubor inundara de golpe mis mejillas.
— Qué galante estás hoy, mi amor — dije mientras me mordía el labio inferior.
— Me gusta decirte cosas lindas cada que puedo, solo que últimamente el trabajo hace que olvide mencionarlas, me disculpo de antemano por ello, mi cielo.
— Disculpa aceptada, ahora comamos ¿de acuerdo? siento que me comería un caballo de lo hambriento que estoy.
— Qué lindo suena eso — dijo mientras me veía con detenimiento — Me encanta cuando estás hambriento.
— Déjame comer, y luego hablamos de sexo ¿de acuerdo? — le amenacé, sonriendo pícaramente al ver cómo mi prometido alzaba los hombros con falsa inocencia, no importa cuánto tiempo estuviéramos juntos, no importa cuántas veces íbamos a cenar juntos, para mí siempre era un deleite gozar de la compañía de mi pareja, y me gusta pensar que el sentimiento siempre ha sido mutuo, a pesar de lo exasperante que yo puedo llegar a ser.
-
Al terminar de cenar, Robert me llevó de vuelta a casa, aprovechando cada oportunidad que podía para manosear mis piernas, en serio me sorprende lo mucho que le quedaron gustando esas pantimedias.
Gimoteaba entre besos mientras él me sujetaba entre sus brazos y me guiaba hacía nuestra habitación, los pies me dolían de tanto caminar con esos odiosos tacones, era por ello que él decidió cargarme como si yo fuera un pequeño príncipe o algo así.
Reí al sentir cómo me recostaba en nuestra cama para besarme lentamente el cuello, logrando que cada fibra de mi ser se estremeciera de placer.
— ¿Podemos hacerlo lento? — pregunté mientras jugueteaba con su largo cabello negro.
— Como quieras, amor — respondió de forma muy galante, pero sin dejar de lado su tono autoritario y posesivo, amaba cuando mi prometido quería ser complaciente con mis propios deseos.
Miraba atentamente cómo me empezaba a quitar ese disfraz tan particular, hasta que me quedé totalmente desnudo bajo el cuerpo de mi pareja (a excepción de esas odiosas medias, cosa que me hizo confirmar que fueron ellas quienes alteraron el líbido de mi pareja).
— Eres tan hermoso — murmuró entre besos mientras masajeaba mis pezones con sus dedos — Tu piel es tan suave.
— A-Ah, n-no los aprietes así — dije entre ahogados jadeos que hicieron al señor Dawson reír con malicia.
— Me encanta cuando me ruegas así, Ty — dicho esto, me recostó en la cama para separar mis piernas y empezar a usar su boca para atender mi hombría, cosa que me hizo gemir de forma ronca y arquear la espalda.
— ¡Ah, R-Robert! ¡e-espera, n-no hagas eso! — rogué totalmente en vano, porque a pesar de pedirle que parar, él no se detuvo, solo continuó masajeando mi miembro con su lengua, era una sensación increíble, pero muy sofocante, tanto que sentía que moriría de placer.
— Relájate, Ty, creí que te gustaba el sexo oral.
— M-Me gusta, pero, e-es que lo haces muy rico y-¡ah! — gemí con fuerza al sentir que me estampaban contra la cama para seguir devorando mi cuerpo, mientras la mano derecha de Robert masajeaba mi pierna, y la izquierda me masajeaba el pecho — E-Eres un vampiro muy sinvergüenza.
— Tu sangre sabe muy bien — susurró mientras seguía atendiéndome, cada vez que movía la boca yo por inercia separaba las piernas y empezaba a temblar, vaya que Robert sabía cómo volverme loco.
— ¡Ah, no más, para! me voy a... a-a venir.
— Sigues siendo tan precoz — murmuró burlonamente mientras se tragaba entera mi hombría, haciéndome arquear la espalda y sentir un fuerte orgasmo que me hizo venirme de golpe en la boca de mi pareja, cosa que a él no parecía enojarle, de hecho, juraría que le fascinó.
— ¡Ah, R-Robert, a-ay por Dios! — gemí arqueando la espalda — ¿P-Porqué me torturas así?
— Porque me encanta verte sufrir — dijo entre risas maliciosas — Carajo Ty, qué sabor tan bueno el tuyo.
— Eres tan odioso — gruñí mientras trataba de levantarme, pero él me empujó contra la cama para ponerse encima mío y darme un hambriento beso al que me fue imposible no corresponder.
— ¿Crees que terminamos? — preguntó entre besos mientras alzaba mis piernas y frotaba su intimidad contra la mía, haciéndome temblar y gemir por debajo.
— D-Deja de jugar ya — chillé — M-Métela, por favor.
— Claro, claro, qué impaciencia la tuya.
Miré fijamente las hermosas joyas azules de mi pareja, mientras él se preparaba para entrar en mi cuerpo, me sentí en un trance en cuanto las ví de frente, siempre me pasaba eso, sin importar cuánto conviviera con ellas.
Gemí de forma lenta al sentir cómo se apoderaban de mi cuerpo, con movimientos bruscos pero pausados, cosa que me enloquecía, me hacía jadear y gritar con fuerza, a pesar de que ya me habían hecho el amor hace tan solo unas horas, mi cuerpo ya era adicto al cuerpo de Robert, y viceversa.
— ¡Ah, a-ay mi amor!
— Mgh, se nota que te gusta, y eso que lo hicimos temprano.
— N-Nunca tengo suficiente de ti, ¡ah, s-sigue!
— Tu carita de placer me mata, Ty — susurró mientras se agachaba para rozar sus labios con los míos — ¿Te gusta recibir mi pene, verdad?
— ¡Ah, s-sí! — asentí mirándolo a los ojos — S-Se siente tan bien.
— Taylor — murmuró pegándose más a mi cuerpo, viéndome fijamente a los ojos mientras sus caderas proseguían con aquel lento vaivén, se notaba que quería enloquecer y moverse como loco, pero trataba de contenerse por mí, eso también me enloquecía de placer.
— R-Robert, ¡ah! — gemí pegando mi frente con la suya, el sexo últimamente no era tan agresivo, era más lento, más pasional, tal vez porque el sexo brusco solo nos dejaba con ganas de más (y dado que nuestra agenda se vió severamente ajustada por el trabajo y la universidad, debíamos limitarnos a hacerlo una sola vez, dos a lo mucho, y volver a lo nuestro) y el sexo pasional era más tierno e intimo, y eso era lo que queríamos, demostrarnos ternura el uno al otro, dejar claro que nuestras obligaciones no lograrían separarnos o hacernos dudar de nuestro amor, irónico que sea yo el que profetice acerca de esto, ¿no es así?.
— Estás temblando — dijo mientras me apretaba las piernas — ¿Te quieres venir ya?
— No — negué con la cabeza — Quiero quedarme así toda la noche, mi amor, por favor.
— Mgh, no me pongas esa carita, Ty, que soy capaz de dejarte sin poder caminar durante días — gruñó azotando mis piernas contra la cama para empezar un vaivén mucho más agresivo, que me hizo gritar y apretar las sábanas de la cama.
— ¡Ah, Robert! ¡¡a-ahh!! — grité sacando la lengua — ¡¡P-Para!! ¡m-me duele!
— Mgh, Taylor, te adoro — gruñó tomándome de las manos para besarme hambrientamente, mientras aceleraba su vaivén y me hacía gemir entre besos, tal fue el éxtasis que sentí, que terminé derramando de golpe mi semilla sobre el cuerpo de mi prometido.
— ¡Ah, c-cariño! — gemí viéndolo a los ojos — E-Es mucho.
— Shh — susurró pegando su frente con la mía, todo mientras me apretaba las manos con fuerza y empezaba a venirse él también, derramando su semilla en mi interior, cosa que me hizo jadear ahogadamente.
— A-Ah, r-rico — murmuré hundiendo mi cara en el hombro ajeno.
— Lo fue — susurró entre sutiles jadeos, para hundir su cara en mi cuello y besarlo lentamente — Tu cuerpo no se cansa de mí.
— Nunca — respondí tomándolo del cuello para besar a mi prometido con deseo, besos a los que él me correspondió de forma lenta y muy sensual, se notaba que necesitaba más de mí, así como yo necesitaba más de él.
Nos seguimos besando un rato más, hasta que finalmente nos quedamos dormidos aferrados al cuerpo del otro, yo fui el último en quedarme dormido, aún cuando estaba exhausto, no dejaba de pensar en lo afortunado que era, al dormir todas las noches en los brazos del hombre al que amaba, de que mi cuerpo y el suyo pudieran darse afecto a pesar de nuestra atareada agenda, esa noche sentí que mi vida era perfecta, sé que desde meses que lo era, sí, pero esa noche algo era diferente, halloween siempre era amargo para mí, pero por primera vez, se tornaba dulce y muy encantador, y nuevamente, todo fue gracias al señor Dawson.
— Te amo — susurré mientras le acariciaba el cabello suavemente, sintiendo la respiración ajena en mi pecho, amaba que Robert durmiera sobre mi cuerpo, me hacía sentir protegido, pero al mismo tiempo me hacía sentir que yo lo protegía a él, de todas las preocupaciones que aquejaban a mi prometido (porque sí, a pesar de ser el más centrado de los dos, Robert vivía con temor de que lo nuestro se arruinara, cosa que solo me hacía amarlo aún más, porque saber que yo no era el único que temía por nuestra relación, me hacía darme cuenta de que nuestra relación no era unilateral, era totalmente correspondida).
Continuará
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- Gema
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