69 - 'Ficticias'
Robert me dejó en la universidad y se fue rumbo al trabajo, tenía mucho por hacer ese día, y yo también tenía varios pendientes, algo de tarea y un exámen oral, cosas relativamente fáciles, lo único complicado era hacer todo eso, con el peso corporal de haber pasado toda la mañana teniendo sexo con mi prometido.
— Buenos días — dije al entrar al aula de clases, caminé directamente hacía cierto sujeto rubio que mordía un bolígrafo mientras escuchaba las explicaciones del profesor, a simple vista parecía estúpido, pero lo crean o no, Shawn era de los que poseían mejores calificaciones en el curso, era una bendición ser amigo del cerebrito del salón, porque él me ayudaba cuando yo no entendía algo.
— Llegas tarde — me dijo sin quitarle la mirada de encima al profesor de patología.
— Lo siento, Robert apenas y me soltó esta mañana — admití mientras me sentaba y dejaba de lado mi mochila, se me estaba empezando a soltar de más la lengua con respecto a mi "vida íntima", y no era algo que me ocurría solo con Shawn, también con Mónica me ocurría.
— Te envidio, Benny tiene demasiado trabajo últimamente, apenas y me toca como antes — admitió en un pesado suspiro de pesar, reí por debajo al oírle.
— Descuida, yo también tuve un período de sequía, estoy seguro de que pronto te dejarán lleno.— Eso espero — suspiró mirándome de reojo — ¿Qué harás hoy?
— Iré a una fiesta de halloween con Robert.
— Creí que no te gustaba el halloween.
— Lo odio, pero ¿qué puedo hacer? es la inauguración del bar de su mejor amiga, no puedo faltar y ser un cretino.
— Cretino ya eres — canturreó mientras me miraba con diversión, cosa que me hizo arquear una ceja con incredulidad — ¡Jaja, estoy jugando!
— ¿Está ocupado? — murmuró una voz terriblemente conocida para mí, y al voltear me di cuenta de que se trataba del sujeto que provocó que Robert y yo discutiéramos hace algo de tiempo.
— Hay mesas más al fondo, Winchester — dijo Shawn mientras le señalaba el final del aula de clases, pero el sujeto le hizo caso omiso y se sentó a mi lado, cosa que me hizo apretar los dientes con rabia, sin duda lo habría empujado, pero Shawn me susurró que me calmara.
— Genial — murmuré de mala gana mientras sacaba mis cosas y me preparaba para copiar la clase, viendo de reojo al sujeto que estaba a mi lado, afortunadamente parecía concentrado en la clase, así que bajé un poco la guardia y me concentré en mi clase también.
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Las horas pasaron de forma lenta (como era costumbre cuando estaba en la universidad) finalmente se hizo hora de ir a casa, así que salí junto a Shawn y nos dispusimos a caminar un rato por la ciudad, al menos hasta que yo lograba conseguir un taxi para irme.
— ¿Se casarán en Cambridge?
— Sí, Robert cree que es lo mejor, tiene demasiada familia, y yo tengo muy poca, así que es más sencillo traer a mi familia que llevar a todos los Dawson a Detroit, o cualquier otro sitio donde vaya a ser la boda.
— Entiendo, igual es lindo, Cambridge es precioso, fuí allí con Benny el mes pasado, fue tan romántico — dijo mientras sonreía bobamente, cosa que me hizo reír por debajo.
— Sí, estoy muy emocionado, e-es decir... desde que conozco a Robert siempre he querido estar cerca de él, y ahora nos vamos a casar, es como si todo esto fuera un sueño.
— La realidad supera los sueños, Taylor — dijo Shawn mientras me sonreía tranquilamente, y la verdad era que sus palabras tenían mucha razón, pasé meses imaginando cómo sería nuestra boda, y ninguna de mis fantasías logró ser igual de hermosa que el momento donde realmente nos dispusimos a casarnos, aún suspiro tan solo de recordarlo, pero no quiero adelantarme de más.
— ¿Qué debería usar para la fiesta de disfraces? no soy de usar máscaras, y siento que todos los disfraces en la fiesta serán grandiosos — dije mientras miraba a los lados con curiosidad, la brisa golpeaba de forma algo fuerte, el clima en londres empeoraba a medida que se acercaba diciembre.
— Pues, tal vez un disfraz casual, ¿porqué no te cubres con una manta y finges ser un fantasma?
— Eso es muy corriente — dije chasqueando la lengua y cruzándome de brazos.
— Bueno, puedes ponerte unas orejas, un escote, unas pantimedias, y ¡serás la conejita sexy de la noche!
— Shawn — lo detuve para verlo de frente con odio absoluto — ¿Enserio tengo cara de ser una maldita coneja sexy?
— Tienes más cara de gata, la verdad — dijo mirándome de arriba a abajo de forma burlona.
— Y tú tienes cara de perra.
— Lo soy, mi cielo — admitió alzando los hombros sin más, a veces me abrumaba lo abierto que era Shawn con su "vibra gay", sobre todo porque yo era todo menos "delicado y coqueto", solo con Robert dejaba expuesta toda mi naturaleza sumisa, de resto, trataba de ser todo menos el típico "chiquillo gay que viste de rosa", suena estereotipado, pero creanme, no hay mayor estereotipo que el que una persona tiene sobre sí mismo, es algo que aprendí a lo largo del tiempo.
-
Llegué a casa luego de pasear un rato junto a Shawn, todo estaba en silencio, cosa que me abrumó bastante.
— ¿Hola? — dije al llegar a la sala, notando rápidamente que cierto sujeto pelinegro estaba sentado en el sofá viendo televisión, mientras fumaba un habano.
— Hola — comentó volteando a verme con una coqueta sonrisa.
— Creí que saldrías tarde — dije al acercarme a él para sentarme en su regazo y besarle el cuello.
— Me escapé temprano para arreglarme con tiempo — susurró mientras me acariciaba el cuerpo suavemente — ¿Qué quieres usar para la fiesta?
— No tengo idea, ¿qué usarás tú?
— Es sorpresa — murmuró mientras me recostaba en el sofá para ponerse encima mío — Pero te puedo dar una pista.
— Te escucho — dije coquetamente, jadeando al sentir cómo se iba sobre mi cuello para morderlo con fuerza — ¡A-Ay Robert eso duele!
— Deja de quejarte — gruñó mientras me mordía el cuello de forma algo brusca, haciéndome jadear de forma lenta y algo ahogada.
— A-Amor basta — susurré cerca de su oído — Y-Ya entendí, por favor basta.
— No me ruegues así, sabes que me gusta oírte sufrir — dijo coquetamente mientras alzaba la mirada y me veía con picardía — ¿Nos duchamos juntos?
— Claro, solo no te vuelvas loco.
— No prometo nada — dicho esto, me jaló del brazo para levantarnos del sofá y guiarme a nuestra habitación, notaba a Robert de muy buen humor todavía, y eso me fascinaba.
-
— Y el profesor me felicitó por mi explicación acerca de dicha patología — dije mientras enjabonaba la espalda de mi pareja, él me escuchaba con atención, al mismo tiempo que gozaba del masaje que le estaba dando en la espalda.
— ¿Lo ves? te dije que si te lo propones podrías ser de los mejores estudiantes.
— Ya sé, pero igual me pone nervioso estar al frente, ser el cerebrito hace que los demás te odien.
— No pienses en los demás — dijo Robert — Enfócate en ti, en nadie más.
— Bien — dije con algo de fastidio mientras me apegaba al cuerpo ajeno para abrazarlo desde atrás, pude oír cómo el señor Dawon reía por debajo a causa de mi abrazo — ¿Estás orgulloso de mí?
— Lo estoy — admitió volteando a verme con una sonrisa encantadora — Estoy orgulloso de que este chico tan listo sea mi prometido.
— Gracias — susurré repartiendo besos por los hombros ajenos, mientras pasaba mis manos por el abdomen ajeno — Te amo.
— Yo también te amo, Ty — susurró mientras volteaba y me pegaba a su cuerpo, estuvimos a punto de besarnos de nuevo, hasta que el molesto ruido del celular nos interrumpió en seco.
— No puede ser — dije de mala gana, haciendo que mi pareja riera por debajo.
— Debe ser Yelena.
— No te vayas — pucheree mientras jalaba el brazo de mi novio, pero él me besó la frente y se apartó de mí para salir de la ducha.
— Lo siento, Ty, si me llama debe ser por algo serio.
— Como sea — dije de mala gana para darle la espalda, me irritó escuchar una risa salir de los labios de mi pareja, amaba y odiaba ese lado suyo, el cinismo que emanaba de manera tan natural, tan genuina, era algo tan característico en él, que nadie podía replicar de la misma forma.
Luego de ducharme, salí del baño con una toalla rodeando mi cadera mientras usaba otra para secarme la cara. Apenas llegué a la habitación y me quité la toalla de la cara, ví de forma algo dudosa cómo mi prometido se arreglaba frente al espejo de la habitación, usaba un traje oscuro, algo viejo, de estilo colonial, lo sabía por los pliegues de la camisa blanca que salían de las mangas del saco a saludar, eso me dejó muy abrumado, pero más abrumado me quedé al ver cómo se aplicaba maquillaje en la cara.
— Ya decía yo que alguno de nosotros debía maquillarse para poder ser un buen matrimonio gay — dije burlonamente mientras me paraba detrás suyo, viendo cómo se aplicaba un escandaloso labial negro en los labios.
— Estás celoso de mi metrosexualidad — dijo él sin si quiera voltear a verme.
— Celoso no es exactamente la palabra que escogería — murmuré riendo por debajo, ganándome que Robert volteara a verme y me jalara de los brazos para besarme hambrientamente.
— ¿Cómo me veo? — preguntó al apartarse del beso.
— ¿Quieres mi opinión sincera? — dije entre risas mientras me limpiaba el excedente de pintura de mis labios.
— Búrlate, pero siempre soy el más sexy en las fiestas de halloween, nadie le gana al vampiro sediento de sangre y lujuria — afirmó cínicamente mientras se veía al espejo.
— Lo admito, eres un vampiro muy sexy — murmuré acercándome a él para tomarle del cuello y besarlo hambrientamente, mientras él pasaba sus manos por mis caderas, y luego de algunos segundos de besos voraces, pregunté — Yo no tengo que ponerme maquillaje ¿verdad?
— Para ser gay eres bastante cerrado de mente — dijo él entre risas incrédulas.
— No me molesta el hecho de maquillarme ¿okey? Me molesta tener la cara embarrada de tanta porquería.
— Descuida, no usarás tanto maquillaje en tu disfraz — explicó mientras caminaba hacía nuestra cama, donde reposaba un disfraz de enfermera algo corto, disfraz que me hizo ver a Robert con absoluta seriedad.
— ¡No!
— Vamos Ty, no seas aguafiestas.
— ¡Ni loco me pondré esa mierda, y no hay manera en la que puedas obligarme a usarlo! — estuve a punto de irme de vuelta al baño, hasta que un agarre de parte de mi pareja me detuvo en seco.
— Bien, ¿entonces qué quieres usar?
— No lo sé, ¡algo donde no use una maldita falda!
— ¿Enfermera vampiro? — preguntó pícaramente, yo gruñí entre dientes para tratar de irme, pero él me frenó en seco de nuevo — ¿Qué quieres para ponerte el disfraz?
— Déjame tocarte el trasero.
— ¡¿Cuál es tu problema con mi trasero?!
— ¡Es hermoso! — dije haciendo un leve puchero, él se quedó un rato pensativo, enserio creí que se negaría, pero sorpresivamente, me sonrió con malicia y dijo:
— Bien, tú ganas.
— ¡¿Qué?! ¡¿enserio me dejarás hacerlo?!
— Sí, cualquier cosa es buena mientras pueda verte usando una minifalda — dijo mientras me apretaba la mejilla y se apartaba de mí para ir hacía la cama, ahí me di cuenta de que tal vez debí negociar un acuerdo mejor, pedirle que me dejara ser el activo por al menos una vez, no creo que haya accedido, pero no perdía nada con intentarlo.
-
Mucha gente entraba y salía de aquel nuevo local, mucha vestía trajes extravagantes y disfraces muy elaborados, eso ayudó a que no me sintiera tan avergonzado, pero igual era horrible caminar con tacones y sentir la brisa fría recorrer partes de mis piernas que solo tenía descubiertas en casa.
— Relájese, enfermera — dijo mi pareja mientras rodeaba mi cuello con su brazo, yo le miré con odio absoluto mientras avanzabamos al interior de aquel sitio; a parte del ridículo disfraz de enfermera de los cincuenta, Robert quería que nuestros disfraces fueran iguales, así que igual me maquilló y me dió unos dientes falsos iguales a los suyos, me habría encantado gozar el momento, pero no dejaba de sentir que estaba haciendo el ridículo.
— ¿A qué hora termina esto? — pregunté con algo de dificultad, los dientes apenas y me dejaban hablar.
— Tranquilo, estaremos un rato, y luego nos vamos.
— ¿Y el "luego" a qué hora sucederá exactamente? — él rió por debajo mientras apretaba suavemente mi mejilla.
— Te ves tan lindo.
— Sigo sin creer que accedieras a dejarme tocarte.
— Lo harás solo en casa, así que no me importa — dijo alzando los hombros cínicamente — Es un precio bajo con tal de verte en tacones y pantimedias.
— ¿Tan viejo eres que te excitan las pantimedias? — dije entre risas incrédulas, él alzó los hombros mientras miraba a otro lado.
— No es mi culpa que te queden bien.
— A mí todo me queda bien — dije desbordante de soberbia, aunque de repente me tambalee y estuve a punto de caer al piso, hasta que mi prometido me sujetó entre brazos impidiéndome caer al suelo sin más.
— Creo que alguien tiene dos pies izquierdos — dijo coquetamente mientras me mantenía pegado a su cuerpo — Hice bien al morderte.
— Tendrás que evitar que me caiga por toda la eternidad.
— La eternidad a tu lado será una bendición, no importa bajo qué circunstancias — murmuró mientras tomaba mi barbilla y me daba un lento y apasionado beso en los labios, al que correspondí sin dudarlo dos veces.
— Vaya, aquí están mis chupasangre favoritos — dijo cierta mujer que se nos acercó de repente, usaba un vestido negro bastante revelador, junto con unas orejas de conejo y un maquillaje bastante trabajado, admito que se veía muy bien.
— ¿Cómo te fue con Hefner, Yel? — preguntó Robert de forma ácida al ver el atuendo de su amiga.
— Ja-ja, ¿y a ti cómo te fue, conde picaflor?
— Vaya, estás agresiva hoy — dijo él mientras me apegaba más a su cuerpo, cosa que me hizo reír por debajo.
— El lugar es grandioso, Yel; hiciste una buena inversión.
— Gracias, Ty; por cierto, ese disfraz te queda hermoso, aunque me sorprende que lo uses, creí que esto no te gustaba.
— Me chantajearon — dije alzando los hombros, ganándome que me mordieran la mejilla — ¡Auch! ¡¡la mejilla no!!
— Ah, amor jóven — dijo Yelena mientras se daba vuelta y nos guiaba hacía la barra, donde había brujas, zombies, más vampiros, y una chica que no sé si estaba vestida de Elton John o de Madonna, realmente me confundía la cantidad de lentejuelas que estaba usando.
— Lindo traje, muñequita — dijo un sujeto que me vió llegar, pero rápidamente me besaron el cuello como forma de marcar territorio.
— Disculpa, viene conmigo — dijo mi prometido mientras me jalaba y me hacía sentarme en su regazo, cosa que me hizo reír y rodar los ojos con cinismo.
— Qué vampiro tan posesivo — dije mientras me cruzaba de piernas, sonriendo al sentir la mano de él sobre mi muslo, masajeando aquellas medias que tanto le gustaban.
— Tengo derecho, me costó mucho trabajo morderte para que otro tipo quiera tu sangre.
— Mi sangre es tuya, lo sabes — susurré sonriendo pícaramente, admito que me gustaba usar metáforas para referirnos a nuestra relación, y es que, encajaban tan bien que me costaba mucho sentir que eran ficticias.
Me acerqué un poco al rostro de Robert para besarlo lentamente, besos a los que él me correspondió de forma lenta y muy sensual, acariciando mis piernas mientras me mantenía pegado a su cuerpo, no recuerdo cuánto tiempo exactamente estuvimos así, solo sé que pasamos gran parte de esa fiesta besándonos como un par de indecentes en la barra, importándonos poco que la gente nos mirara o hablara de nosotros, vaya que el Ty de hace meses se habría horrorizado sin duda.
— Tengo sed — dije al apartarme de repente de aquellos voraces besos, riendo por debajo al ver que el maquillaje empezaba a correrse en la boca de mi prometido.
— ¿Quieres tequila? — preguntó con malicia.
— No gracias, mañana tengo exámen.
— ¿Qué tal algo de tequila? — insistió, cosa que me hizo reír con algo de fastidio.
— No, Robert; mejor algo más ligero.
— Bien, señor aguafiestas — comentó mientras me apretaba de nuevo la pierna — Igual no te salvarás cuando lleguemos a casa.
— Eso suena lindo — dije riendo suavemente, para volver a tomar el cuello ajeno y besar a mi prometido con deseo, no me gustaba salir solamente a besarnos, pero realmente no había mucho por hacer en esa fiesta a parte de ingerir alcohol, no conocía a nadie, solo al sujeto que me manoseaba como si quisiera devorarme (que sí quería hacerlo), como si yo fuera de su propiedad (que sí lo era), o como si estuviera locamente enamorado de mí (que sí lo estaba).
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— Aún falta remodelar algunas cosas, pero siento que ya como está, tendrá mucho éxito — explicaba Yelena mientras nos veía a ambos con atención, yo comía algo de maní mientras sentía las manos de Robert acariciando mis piernas de arriba a abajo, juraba que quería levantarme la falda, afortunadamente estaba sobrio y no se atrevía a hacer eso, estando ebrio no dudo que lo habría hecho.
— Tiene potencial, te felicito, Yel — dijo mi prometido mientras daba un sorbo al trago que tenía en la mano — ¿Y quién es ese misterioso socio que aún no me quieres presentar?
— Luego te digo — dijo ella mientras sonreía coquetamente — Mejor dime, ¿cómo van los preparativos de la boda?
— Excelentes, lo único malo es la impaciencia que tengo por ver a Ty con vestido de novia — le miré con odio absoluto en cuanto él dijo eso.
— En tus sueños — dije de mala gana, logrando que Robert me mordiera de nuevo la mejilla.
— ¿Y han pensado dónde será la luna de miel?
— Es cierto — dije algo abrumado, tanto pensar en la boda me hizo olvidar completamente cierta tradición postnupcial, aunque escuchar la respuesta de Robert, me hizo notar que él no lo olvidó del todo.
— Estaba pensando en París, o España, pero dejaré que Ty tenga la última palabra — murmuró mientras me abrazaba desde atrás, yo tragué en seco mientras volteaba a verlo con curiosidad.
— ¿P-París?
— Es un lindo país, pero si quieres ir a otro lugar, lo entenderé perfectamente.
— B-Bueno... — me quedé un rato pensando adónde podríamos ir, yo no era bueno escogiendo, mucho menos cuando de algo "grande" se trataba, si por mí fuera, habría elegido la playa de Detroit donde hicimos el amor todo el fin de semana, o aquel cuarto de hotel donde nos hospedamos en su cumpleaños, era muy difícil decidir, sobre todo porque sentía que Robert quería algo grande, y yo no lograba imaginar nada grande.
— No te preocupes — dijo él besando mi frente — Ya podrás pensar en eso, ¿de acuerdo?
— E-Es que— traté de hablar, pero los labios de Robert me interrumpieron en seco.
— Callada te ves mas hermosa, mi pequeña presa.
— Si sigues refiriéndote a mí como si fuera mujer, te voy a patear los testículos — le dije con la voz más rasposa que pude, logrando que él me sonriera con malicia y me tomara del cuello para besarme hambrientamente, importándole poco que Yelena estaba con nosotros.
— Ah, el amor — dijo ella mientras veía la hora en el reloj de su muñeca — Por cierto, Robert, tu primo Harry estuvo temprano por aquí.
— ¿Y qué? él no me importa — susurró sin dejar de besarme.
— Sé que no te importa, pero él es un odioso entrometido, así que imaginé que te gustaría saber que está acechando la zona.
— ¿Insinúas que querrá ir tras de Ty? — dijo Robert mientras me pegaba más a su cuerpo — Pues que lo intente, así podré desahogar las ganas que tengo de golpearlo desde hace años.
— ¿Puedo golpearle la cara también? — pregunté, logrando que Robert me sonriera con malicia y me besara nuevamente el cuello,de forma muy lenta y apasionada, como si tratara de decirme "te deseo" solo con acciones, y vaya que estaba surtiendo efecto.
Continuará
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- Gema
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