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63 - 'Desabrido'

La noche transcurría de forma algo lenta, Robert platicaba con algunos de sus socios mientras me mantenía pegado a su cuerpo, era lindo estar así con él, pero me aburría oírle hablar de cosas que yo no entendía, y me frustraba que esos hombres me miraran con asco, como si yo fuera una pulga pegada al lomo de él, tal vez sí lo era, pero ese no es el punto al que quiero llegar.


— Los veré después — dijo mientras sus socios se marchaban, yo rápidamente me aparté un poco para tomar una gran bocanada de aire.


— Al fin, me empezaba a aburrir — dije mirando de reojo a Robert, él dió un trago seco a su whisky mientras miraba a los lados, lo notaba estresado, eso me hizo sentir un poco culpable — ¿Estás bien?


— Sí — respondió acercándose hacía mí para tomarme la barbilla suavemente — Solo quisiera estar de nuevo en el hotel contigo, era más divertido que esto.


— Y-Yo no me refería a eso — murmuré sutilmente, odio cuando se me suelta demasiado la lengua, aunque parece que mi excesiva honestidad le encantaba a mi pareja.


— Tranquilo, no lo digo por lo que dijiste, la verdad yo también estoy algo aburrido — dijo entre sutiles risas, me hubiera encantado sacarlo de ahí y darle una mejor fiesta de cumpleaños, pero lamentablemente, no tenía formas de hacer eso realidad.


— Qué fiesta ¿no? — dijo una voz que llegaba con nosotros, se trataba de George, quien venía junto a Molly y a Alice, se me hizo raro no ver a Sandro ahí, aunque considerando que él tenía ciertas "riñas" con mi prometido y mi cuñado, no se me hizo tan raro luego de pensarlo bien.


— Y que lo digan — dijo Robert alzando las cejas con algo de fastidio, haciendo reír a George y a Molly.


— Hay mucha gente — dijo Alice.


— Siempre es así — dijo mi pareja rodando sutilmente los ojos — ¿Sandro dónde está?


— Mi niñera canceló, así que se quedó cuidando de Lorenzo.


— ¿Qué hay de Colette?


— Ella me pidió el día libre — dijo Alice, aún me incomodaba oír el nombre de esa chica, debido a todo lo que me hizo pasar cuando llegué a Londres.


Los tres empezaron a hablar tranquilamente, de cosas triviales que ya ni siquiera logro recordar, lo que recuerdo bien es que miré a los lados con algo de aburrimiento, Mónica estaba en la barra con Yelena ayudándole a organizar unas cosas, me sorprendía ver que ya se habían hecho buenas amigas.


Sonreí al sentir la mano de Robert sobre mi cadera, amaba que aún cuando estábamos rodeados de tanta gente, él se dedicaba a actuar de manera posesiva, era tan cautivador, lástima que esa nube de alegría coqueta se esfumó rápidamente.


Sentí mi sangre helarse al ver una silueta terriblemente familiar entre la multitud, "no, no es ella" pensé, luchando por aclarar mi vista y tratar de distinguir a aquella mujer de largo cabello rojizo que se acercaba hacía nosotros, usando un vestido negro algo descubierto, y sujetando una bolsa algo grande de regalos, aún cuando estuvo cerca de nosotros, prácticamente frente a frente, mi mente no lograba creer que realmente se trataba de ella, "no se atrevería a venir" pensé, lástima que me equivoqué.


— Qué fiesta — dijo ella al llegar, logrando que todos los que estábamos ahí volteáramos a verla (aunque yo la estaba viendo fijamente desde hace rato) Alice sonrió ampliamente para ir a saludarla, George y Molly no sabían qué decir, mientras que Robert, mostraba un semblante receloso y muy serio, creo que ni besándole el cuello habría quitado esa cara.


— ¡Giselle querida, qué gusto me da verte! — dijo Alice mientras la abrazaba con fuerza, Robert estuvo a punto de darse vuelta e irse, pero la voz de aquella mujer le hizo frenarse de repente.


— ¡Robert espera! — dijo ella mientras se le acercaba cuidadosamente, ignorando totalmente mi presencia, hecho que hacía que mi sangre hirviera como nunca — antes de que te largues y no quieras verme, yo solo quería decirte que—


— Hoy no, Giselle, te agradecería de corazón que hoy te ahorres el teatro — escupió de mala gana, ella sonrió algo penosa mientras se le acercaba un poco más, no sé de dónde saqué las fuerzas para no empujarla cuando la vi tan cerca de mi prometido.


— Sé que me detestas, pero... me gustaría que de alguna forma, pudiéramos hacer las pases tú y yo, ser amigos, no sentir rencor el uno por el otro — dijo mientras alzaba aquella bolsa de regalos — Este regalo es una ofrenda de paz, porque tú sabes lo mucho que yo te quiero, y ni loca habría dejado pasar tu cumpleaños.


Robert tomó con recelo aquella bolsa de regalos, ni siquiera vió el contenido, solo se quedó mirando con frialdad a Giselle, ella mostraba un semblante tímido y un poco coqueto que me daba mala espina, ya me había quedado claro que ella sabía manipular a la gente, y que era una excelente actriz.


— Te prometo que no quiero incomodarte, solo quiero ser tu amiga.


— Lo dudo — dijo de mala gana, mirando de reojo la expresión algo seria de Giselle, y también a algunos fotógrafos que había alrededor, imagino que eso fue lo que le hizo gruñir y asentir con la cabeza — Puedes quedarte, pero no te quiero cerca de mí.


— Te prometo que no te incomodaré — dijo mientras se acercaba más a él para tomarlo de los hombros y abrazarlo con fuerza, mientras yo estaba parado a un lado mirándolos sin saber qué hacer — Felíz cumpleaños querido — murmuró en un tono de voz muy lascivo y sensual que hasta a mí me erizó la piel.


Robert se apartó de ella para darse vuelta y alejarse, yo me quedé ahí parado sin saber qué hacer, no creí correcto ir tras él, sentía que terminaría desahogando su rabia en mí, algo que ambos no queríamos, así que preferí dejarlo solo unos minutos.


— Cuñado querido — dijo ella mientras se acercaba a George para besarle la mejilla — Felicidades por tu segunda boda, me dijeron que fue espectacular.


— Gracias, aunque está de más decirme "cuñado" Giselle — dijo George con esa calma tan contundente de su parte, no era grosero, pero tampoco pretendía ser sutil — Robert está comprometido con alguien más.


— Ya lo sé, creeme, ¡todo Londres habla de cómo Robert está viviendo con un...— murmuró volteando a verme de repente, sonriendo de forma notoriamente falsa mientras arqueaba una ceja — Tyler, tiempo sin verte.


— Taylor, querida — le corregí, mientras la miraba con algo de incredulidad, ni loco iba a dejarme pisotear esa noche, era el momento en el que yo debía demostrar que era digno de Robert, ni loco iba a dejarlo pasar — Taylor Dawson, si no te importa.


— Jaj, ay qué lindo, ¿aún no te casas y ya quieres que te llamen Dawson? qué ternura, recuerdo cuando yo también era Dawson, fue espectacular — dijo mientras echaba su cabello hacía atrás, dejando que todos vieran un hermoso collar de perlas que colgaba de su cuello.


— Oh por Dios ¿ese es? — dijo Alice mientras se le acercaba un poco.


— Así es, quise llevar algo de Robert conmigo para venir a su cumpleaños, él siempre amó cómo se me ven las perlas — dijo con obvias intenciones de incomodarme, yo rodé mis ojos con fastidio, mentiría si digo que no me dolía oírla, pero en mi interior se disputaba una guerra entre el dolor y la rabia, las ganas de abofetear a esa mujer y luego ir a tener sexo con mi pareja, esa sensación era la que me estaba matando.


— Taylor — me habló George mientras me palmeaba el hombro — ¿Estás bien?


— Sí — dije rápidamente y con firmeza — Algo acalorado nada más, ¿tienes vino a la mano?


— No, iré por un poco, Molly también tiene sed, ¿te traigo uno igual?


— Sí, gracias George — dije mientras lo miraba irse, notaba que la pelirroja me miraba de arriba a abajo con incredulidad, pero yo trataba de no prestarle atención, lucir lo más tranquilo posible, aunque en el fondo me mortificaba no saber de mi pareja.


Gruñí sintiendo algo de calor de repente, así que empecé a desabotonar un poco mi camisa, olvidando totalmente que mi cuello estaba lleno de marcas y mordidas, aunque no me apenaba esconderlas, después de todo, era el cumpleañero quien me las había hecho.


— ¿Ty sabes dónde está— habló Yelena mientras llegaba conmigo, aunque se quedó helada mirando con total seriedad a la pelirroja que estaba con Alice frente a mí — ¿Qué haces tú aquí?


— Yelena querida, qué gusto me da verte, veo que sigues haciendo pomposas fiestas para llenar el vacío del amor que sientes por Robert.


— Y veo que tú no sabes lo que es recibir un "no" por respuesta — dijo Yelena mientras rodeaba mi cuello con su brazo, miré de reojo a Mónica (quien había llegado con Yelena) ella me miró algo preocupada, seguramente mi cara de malnacido me delataba.


— Ella vino en calidad de amiga, Yelena — dijo Alice mientras se cruzaba de brazos — Te suplico que no la incomodes.


— Yo puedo callarme, querida, es ella la que no sabe cerrar la boca, y también la que incomoda a todos — dijo mientras me miraba de reojo, sonriendo al ver mi cuello — Veo que a Robert le gustó tu regalo.


— Sabes cómo es él — dije mientras pasaba mi mano por mi cuello, sintiendo la mirada de Giselle encima mío, sobre todo porque la mano con la que sobaba mi cuello, era la mano en la que reposaba el anillo que Robert me dió.


— Por cierto, el anillo que le diste está hermoso.


— Gracias, espero que le haya gustado.


— ¿Gustarle? ¡Ty, él lo amó! no dejaba de presumirme esa cosa cuando salimos esta tarde.


— ¿Enserio? — dije mientras un gran rubor inundaba de golpe mis mejillas, y una sonrisa tímida se dibujó en mi rostro.


— Sí, adora esa cosa, imagino que es porque tú se lo diste, así como él te dió el tuyo — dijo Yelena mientras tomaba mi mano para ver con atención aquel anillo que reposaba en ella, imagino que lo hacía para presumir disimuladamente, algo que yo también me animé a hacer poco a poco.


Ella jadeó horrorizada al ver mi mano, yo le miré de reojo arqueando una ceja con recelo, juraría que su cara era de haber visto un espectro, me causa gracia recordarla, a veces cuando tengo un mal día la recuerdo, y me ayuda a sentir más animado.


— ¿Qué es eso? — preguntó, ya sin afán de disimular.


— ¿Qué es qué? — pregunté de vuelta, sonriendo cínicamente mientras me cruzaba de brazos.


Ella estuvo a punto de irse sobre mí, pero Alice la jaló del brazo para verla con algo de pena, y en cuanto Alice mostró esa cara, Giselle se la llevó arrastrando de aquel sitio, dejándome solo con Mónica y Yelena.


— ¿Quién era, Ty? — preguntó Moni.


— La ex prometida de Robert — dijo Yelena con algo de fastidio.


— Satanás — dije mientras gruñía por debajo, Mónica jadeó abrumada al oírnos decir eso — Parece que no se cansa de rogar.


— No lo hará, al menos no mientras siga teniendo el respaldo de Alice — dijo Yelena — Carajo, Robert debe estar furioso, ¿Porqué hoy precisamente?


— Iré a verlo, denme un minuto — dije para apartarme de ellas y avanzar hacía por aquel local, sin saber exactamente hacía dónde fue mi pareja, pero ni loco me iba a quedar cruzado de brazos, necesitaba verlo, verificar que estaba bien, y que no planeaba hacer alguna tontería.



-


Entré a los sanitarios del local, ya había buscado en todos lados, solo me faltaba revisar ahí, y afortunadamente, pude ver a mi pareja apoyado de los lavabos, con los brazos cruzados y cara de pocos amigos.


— Hola amor — murmuré acercándome hacía él.


— Hola cariño — dijo mientras estiraba su mano hacía mí, a manera de pedirme que me acercara — Lamento haberme ido así, necesitaba tomar aire.


— ¿Tomar aire en un baño, eh? — dije risueño mientras me acercaba para pararme frente a él y besarlo suavemente — ¿Estás bien?


— Sí, solo algo enojado — admitió suspirando pesadamente — Me costó mucho no empujarla cuando se me acercó a susurrarme al oído.


— Tampoco fue un susurro muy sutil, yo la escuché, y me costó bastante no empujarla también.


Me alivió mucho ver que Robert me sonrió cálidamente para besar mis labios con ternura.


— ¿Te enojó verla, no es así?


— No me agrada en absoluto ver a tu ex, pero admito que no fue tan abrumador como la primera vez — expliqué mientras pasaba mis manos por el pecho ajeno — Sobre todo porque ya tengo clarísimo que no es posible que me dejes por ella.


— Primero me cuelgo, Ty — dijo mientras gruñía con seriedad, reí por debajo para tomar sus mejillas y besarlo suavemente.


— Vamos, no es justo que debas encerrarte en tu cumpleaños, sal y demuéstrale que ella ya no te importa.


— Ella ya no me importa, pero me enoja que Alice te haya dado todo ese sermón ridículo en Suiza ¡para que justo la invite a mi fiesta de cumpleaños! cuando empecé a creer que Alice estaba cambiando.


— No pienses en ello — dije mientras tomaba su mano y la besaba dulcemente — Deja el rencor para mañana, hoy trata de actuar con esa frialdad tan tuya, y disfrutemos lo que queda de tu cumpleaños, ¿de acuerdo?


— ¿Disfrutar, eh? — dijo con algo de cinismo, tomando mi mejilla para acariciarla suavemente — ¿Tú lo estás haciendo?


— Lo que yo sienta no importa.


— Sí importa — me corrigió — Eres mi prometido, no estaré en un lugar donde no te sientes cómodo.


— Estoy bien, cariño, u-un poco aburrido, sí, pero de resto no me sucede nada — dije mientras le sonreía ampliamente, él me miró con seriedad mientras deslizaba sus manos por mis caderas.


— ¿Realmente estás dispuesto a pasar el resto de la noche en el mismo sitio que Giselle?


— Claro, ella no tiene esto — dije mientras alzaba la mano donde reposaba mi anillo — Y ella no te dió esto — dije tomando la mano donde Robert tenía el suyo, cosa que hizo reír a mi pareja.


— ¿Ya los vió?


— Yelena se lo presumió en la cara, y yo quiero presumirle en la cara el que yo te di — dije con orgullo mientras apretaba la mano ajena, Robert sonrió con malicia mientras arqueaba una ceja — Vamos, cariño, ¿es tu cumpleaños o el de ella?


En cuanto dije eso, Robert sonrió ampliamente, apartándose del lavabo para abrazarme con fuerza y besarme suavemente, de manera tierna y dulce, como ya era costumbre en él.


— Te amo — me susurró entre besos a los que yo no dudé en corresponder.


— También te amo, anciano — dije pegando mi frente con la suya, él rió por debajo para apretarme sutilmente los glúteos.


— Seré un anciano, pero te encanta que te haga chillar — murmuró lascivamente en mi oído, haciéndome sonreír coquetamente.


— Me fascina — dije mientras rozaba mis labios con los suyos, viendo de reojo una bolsa de regalos en el suelo — ¿Ese es el regalo que te dió?


— Ah sí, ignóralo, solo me dió baratijas.


— ¿Baratijas? — dije arqueando una ceja, él rodó los ojos con fastidio.


— Un traje y una colonia, pero no pienso usar algo que venga de ella.


— Buen chico — dije apretando las mejillas ajenas, haciendo a mi prometido mirarme con una sonrisa cínica — Vamos afuera ¿sí? En serio se me antojó probar ese pastel.


— A mí también, mataré a alguien si no me dejan llevarme la mitad a casa — dijo él, cosa que me sorprendió y me hizo reír cálidamente, me alegraba haber podido animar a mi pareja, sabía que esa noche sería difícil, así que mi meta era esforzarme porque Robert la pasara bien las últimas horas de su cumpleaños, era mi deber como su prometido, y ni loco iba a permitirme fracasar.


Apenas salimos del baño, las miradas se fijaron en nosotros, imagino que era por las marcas en mi cuello, y porque Robert me mantenía pegado a su cuerpo, pero poco o nada me importó, era la noche de mi prometido, no quería que nada la echara a perder, ni siquiera la presencia de satanás.


— Ven — dijo jalándome del brazo, yo le seguí, viendo cómo nos acercábamos a la barra, sitio donde estaban Yelena y Mónica platicando, aún hoy en día me intriga qué tanto era lo que ambas estaban conversando, sobre todo porque Mónica no me quiso decir, y Yelena tampoco le dijo a Robert, resumieron todo en "cosas de mujeres" ¿porqué la gente con útero es tan rara?


— Mira, pero si son los señores mapaches — dijo Yelena de manera burlona mientras se cruzaba de piernas — ¿Se divierten, o quieren escaparse a un hotel otra vez?


— Prefiero el hotel, pero adoro el trabajo que hiciste aquí, Yel — dijo Robert mientras se sentaba en la barra y me jalaba para sentarme en sus piernas.


— Está aquí — murmuró Yelena mientras agitaba su martini — Imagino que ya la viste.


— Sí, y ya hizo de las suyas — dijo él mientras pasaba sus manos por mi abdomen — Pero ya Ty me ayudó a relajarme ¿verdad cariño?


— Sí — asentí orgulloso — Y creo que también la dejé en su lugar.


— Buen trabajo, Ty — me felicitó Yelena, mientras Mónica me sonreía con entusiasmo.


— Espero no toparme con nadie más esta noche — dijo mi pareja mientras me besaba el cuello — Quiero que la fiesta termine temprano para que vayamos a seguir jugando tu jueguito del modelo mojigato.


— ¿Te quedó gustando, eh? — dije risueño mientras me dejaba besar, disfrutando del momento y olvidando lo que ocurría a nuestro alrededor, lástima que de nuevo, llegaron a interrumpir.


— Robert — habló una voz masculina algo desgastada, que llegaba de repente con nosotros, Robert y yo volteamos de inmediato, yo me quedé helado al ver a la versión futura de mi pareja, con semblante serio y la mirada clavada sobre él, solo que, no reflejaba la misma soberbia y desdén de siempre, juraría que había algo de pena inclusive en su mirar.


— John Dawson — dijo mi pareja con esa incredulidad tan suya — ¿En qué puedo ayudarte?


— Quisiera hablar contigo — dijo mientras lo miraba con detenimiento.


— Ya lo estamos haciendo — murmuró mi prometido, con aquel cinismo y frialdad tan característico en él.


— A solas, Robert — insistió.


Mi novio suspiró con fastidio para apartarme un poco y levantarse, besando mi mejilla antes de irse, susurrando un tenue "ya regreso, cielo" mientras se marchaba, me preocupaba mucho que Robert se fuera con él, temía que acabaran discutiendo terriblemente de nuevo, "vaya forma de coronar la noche" pensé con amargura, no tenía idea de cómo fueron sus cumpleaños anteriores, pero me dolía mucho que ese cumpleaños de mi prometido fuera tan desabrido.



Continuará


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- Gema


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