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62 - 'Repulsión'

— Esa loca obstinada — decía mi suegra mientras bebía un té que Mónica y yo le preparamos, lucía serena, cosa que me aterraba, era igual de fría y severa que mi novio, eso era demasiado perturbador para mí — Justo quiso hacer este espectáculo hoy.


— No se sienta mal, señora Catherine — dijo Mónica mientras le palmeaba el hombro.


— Lo sé, solo... es tan frustrante — dijo ella mientras reía por debajo — Por años traté de arreglar todo con ella, pero siempre me ignoró, ¡hoy le dió por venir a casa de mi hijo!


— No te sientas culpable — le dije palmeándole las manos — Ella no podía forzarte a aceptarla.


— Hubo una época donde lo pensé, pensé en aceptarla, pero... no podía, me sentía incómoda, sentía que trataba de hallar agua en un desierto — admitió mientras reía por debajo con pesar — De mis hijos solo Robert sabe lo que vivimos Marinne y yo, aunque George y Alice saben que "su madre tenía una amiga lesbiana que estaba enamorada de ella" — dijo con molestia mientras rodaba los ojos.


— Adivinaré, eso lo dijo John — dije de mala gana.


— No, el hermano de John, August; John no quería hablar del tema, odiaba decir en voz alta que su esposa tenía a una mujer enloquecida por ella — murmuró pasando su mano por su rostro — Gracias al cielo que él y los chicos no estaban aquí, habrían enloquecido.


— ¿Quieres un analgésico? — pregunté.


— No, estoy bien — dijo ella mientras nos palmeaba las manos a Mónica y a mí — Se les está haciendo tarde, chicos, deben ir a arreglarse para la fiesta.


— ¿Segura? — dijo Mónica.


— Sí, no se preocupen por mí, yo estoy bien — dijo mientras nos sonreía cálidamente — Háganme caso, esto no es nuevo en absoluto.


— Bien — murmuré acercándome a ella para besarle la mejilla dulcemente, y acto seguido, irme a la habitación junto a Mónica, dado que ella me ayudaría a elegir mi ropa para la fiesta.


— Dios, qué drama — dijo ella mientras cerraba la puerta.


— ¡Lo sé! — clamé volteando a verla — ¡¿Lo puedes creer?! ¡yo aún no me la creo!


— Tu suegra es una mujer muy fuerte, yo habría llorado apenas me alzaron la voz.


— Somos dos — dije suspirando pesadamente — Yo habría llorado, gritado, y me habría arrastrado por el suelo.


— Ya veo de dónde heredó Robert su frialdad — dijo mientras caminaba hacía el clóset para abrirlo — Bien, veamos, ¿qué debería usar el prometido del cumpleañero?


— ¡Algo sexy! — dije sentándome estilo indio en la cama — Habrá muchas perras modelos que querrán seducirlo, debo estar a la altura de las circunstancias.


— Tengo una idea — dijo Mónica mientras volteaba a verme — ¿Dijiste que a Robert le encantaron tus fotos?


— Sí, ¿porqué?


— ¿Porqué no te convertimos en una perra modelo también? — dijo mientras me sonreía coquetamente, yo le miré de forma incrédula cuando dijo eso.


— ¿Mónica de qué carajo estás hablando?


— Hablo, mi querido Ty — decía mientras se me acercaba para tomarme de las mejillas y apretarlas — De que tienes mucha belleza acumulada, pero no la explotas, y hay que empezar a hacerlo.


— ¿Segura? — dudé, ella me sonrió ampliamente mientras asentía con la cabeza.


— ¿Tienes rizadora de cabello? ¡ah, olvídalo, yo traje la mía! — clamó mientras iba corriendo de nuevo a la puerta, yo tragué en seco mientras pensaba en qué terrible error acababa de cometer.


-


— Recuerda, no es solo la apariencia, también es la actitud — decía ella mientras me ayudaba a definir mis rizos, yo estaba demasiado nervioso, Mónica no me dejaba verme al espejo por nada del mundo.


— ¡Sí, sí, eso lo entiendo! ¡¿puedo verme en el maldito espejo?!


— ¡Bien, vé! — dijo de mala gana mientras me dejaba levantarme de la cama.


Corrí al baño para verme al espejo de este mismo, quedándome helado al ver a un sujeto muy guapo, de cabello rizado, que vestía unos pantalones terracota un poco alto, junto con una camisa de botones color negro, yo no podía creer lo que veía, hasta mis ojeras fueron cubiertas gracias a que Mónica me puso algo de base para cubrirlas.


— Por Dios — dije mientras miraba embobado mi reflejo, no podía creer que ese era el viejo Taylor Atwood que vestía de vagabundo para ir a la universidad — ¿E-Ese soy yo?


— Así es — dijo ella mientras me tomaba de los hombros y sonreía ampliamente — Te ves hermoso, Ty.


— Tú me hiciste hermoso, Moni — dije mientras volteaba a verla para abrazarla con fuerza — ¡Te adoro!


— Oww, yo también te adoro, Ty — dijo ella mientras me abrazaba con fuerza — Pero ni así tendría sexo contigo.


— ¡¿Estás loca?! — dije entre risas mientras volteaba a verme al espejo — Carajo, estoy tan guapo que yo mismo me cogería.


— Robert dice que te masturbas mucho, así que supongo que ya lo haces — dijo ella mientras alzaba los hombros, yo reí cínicamente mientras fruncía el ceño con vergüenza.


— ¿Enserio te dijo eso? no puede ser.


Ambos nos alertamos al oír cómo tocaban la puerta, Mónica rápidamente fue a abrir, haciéndome una seña para que me apegara al plan, yo asentí mientras me cruzaba de brazos y trataba de poner la cara más diva que podía, aunque por dentro tenía unas ganas increíbles de reírme.


Temblé al sentir las pisadas de mi pareja acercarse al baño, pronunciaba mi nombre con sensualidad, pero yo luché por no sucumbir, quería actuar difícil al menos por esa noche, y solamente para provocarlo aún más.


— ¿Ty? — dijo mientras se asomaba al baño finalmente, quedándose helado al verme de frente — Oh por Dios — murmuró mirándome de arriba a abajo con deseo, mientras un gran rubor inundaba sus mejillas.


— Hola señor Dawson — dije mientras arqueaba una ceja.


— No puede ser — dijo entre jadeos mientras se acercaba hacía mí para acariciarme la mejilla y verme embobado — Estás guapísimo.


— Gracias — dije quitando su mano de mi rostro — Es mi trabajo, después de todo.


— ¿Trabajo? — dudó risueño.


— Sí, dijiste que siempre te acosaban modelos sexys, así que quise actuar como uno.


— Ya veo — dijo mientras empezaba a caminar alrededor de mí — Pues eres el modelo más sexy que he visto en mi vida.


— Gracias — dije mientras lo miraba con seriedad, creo que mi plan funcionó, porque Robert me miraba con deseo absoluto — ¿Qué fuiste a hacer con Yelena? — dije cruzándome de brazos, eso no estaba en el guión, pero enserio me intrigaba saber qué fueron a hacer a mis espaldas.


— Ah, eso, es una tontería — dijo tomándome de la mejilla — Siempre en nuestros cumpleaños, ella y yo vamos a un bar llamado "Pixie's", fue ahí donde nos conocimos, y vamos allí en ocasiones especiales, ya se volvió tradición ir en nuestros cumpleaños, así sea solamente para hablar de nuestro día.


— Qué lindo — dije mientras sonreía sutilmente — ¿Vas a ducharte?


— Sí, ¿me quieres acompañar? — dijo de forma sensual, pero yo me aparté para caminar como todo un divo hacía la habitación.


— Lo siento, pero tengo prisa, debo ir al cumpleaños de alguien importante — dije mientras volteaba a verlo, haciéndole sonreír con malicia.


— ¿Qué tan importante es?


— Es el sujeto que me folla cada noche — admití mientras me mordía el labio inferior, para luego guiñarle el ojo e irme a nuestra habitación, admito que sí sentí que mi juego estaba dando frutos, solo me preocupaba que llegara el punto donde Robert se aburriera o se hartara.


-


— Entonces Marinne se fue indignada, y tu madre se quedó aquí lamentando haberla visto hoy — explicaba mientras veía cómo mi prometido se arreglaba, quería seguir con el juego, y él también, pero me tomé una pausa para sentarme estilo indio en la cama y relatarle lo que pasó mientras él no estuvo.


— No puede ser — gruñó mientras se colocaba algo de colonia, y al terminar, se acercó hacía mí para ponerme de esa colonia también, cosa que me hizo sonreír tímidamente — Esa Marinne cada día está más loca.


— Sentí pena por ella — admití.


— No tienes porqué.


— ¡Sí tengo! e-es que sin querer pensé... q-que si yo estuviera en la misma situación que ella, yo me volvería loco, amor.


— No te compares con ella — me dijo mientras me acariciaba suavemente las mejillas — Yo te amo, Taylor, te amo con mi vida; nuestra relación es muy distinta a su amor platónico por mi madre, amor que nunca llegó ni siquiera a ser una relación, porque mamá siempre le dijo que no se sentía atraída por ella.


— Lo sé, pero— traté de hablar, pero mi prometido me interrumpió con un cálido beso en los labios.


— Adoro tu empatía, pero este caso es unilateral, cariño.


— ¿Por ser tu madre?


— Por ser lo justo — dijo él con seriedad — Marinne quería obligar a mamá a estar con ella, le reprocha hasta el hartazgo haber salido con mi padre, ¡decisión que yo también cuestiono! ¡¿pero qué le vamos a hacer?! ¡ella lo ama, y no comprendo porqué!


— Pues, tienes razón en eso — murmuré mientras me rascaba la nuca.


— ¿Perdón? ¿qué dijiste? — dijo él mientras sonreía con malicia, yo gruñí mientras miraba a otro lado, odiaba tener que darle la razón, sobre todo porque él amaba reprochármelo sin más.


— ¡Dije que tienes razón! ¡¿feliz?! — gruñí, haciéndole sonreír con malicia para tomarme las mejillas y apretarlas con fuerza.


— Buen chico — murmuró besando suavemente mis labios — Qué modelito tan sexy, ya te quiero follar.


— ¿Lo dices porque soy yo, o porque parezco no ser yo? — dudé con recelo; así es, señores, había llegado a la cúspide de mi locura, estaba celando a Robert de mí mismo, debí medicarme para la esquizofrenia cuando pude.


Él desde luego empezó a reír al oírme.


— ¿Estás loco, Ty? — dijo con ternura, aún insultándome sonaba tan tierno — Con verte a los ojos ya sé que eres tú, así no parezcas tú, con ver este par de hermosos y tiernos ojos cafés, sé que es a mi gatito a quien tengo en brazos.


— Mi amor — murmuré sintiendo cómo él me abrazaba para besarme con ternura, besos a los que correspondí sin dudarlo.


— Estoy tan enamorado de ti, Taylor — me dijo entre besos — No te cambiaría por nadie, lo sabes.


— Te amo — dije pegando mi frente con la de él, estuvimos a punto de condensarnos en un cálido beso, hasta que él posó su dedo índice sobre mis labios para detenerme.


— ¿Qué pasó con el modelito que se estaba haciendo el difícil? — preguntó burlonamente, haciéndome gruñir por debajo para tratar de apartarme de su abrazo, cosa que le hizo reír cínicamente — Es tan fácil hacerte enojar.


— Para un imbécil como tú, sí que lo es — dije entre sutiles gruñidos de molestia, me causaba nostalgia volver a insultar a Robert como antes (no es que no lo insultara viviendo juntos, simplemente que antes predominaban más los insultos y maldiciones hacía él, y muy poco me atrevía a decirle abiertamente "te amo", ahora las cosas eran al revés, era raro, pero no me mortificaba en absoluto).


— Vámonos ya, Yelena me colgará si no llego a tiempo — dijo mientras me jalaba de los brazos y me hacía levantarme de la cama, se veía guapísimo con ese suéter cuello de tortuga blanco y ese saco y pantalón negro, un atuendo monocromático que le hacía ver demasiado sensual, aunque podía usar solo una gorra de béisbol y unos jeans rotos, e igual yo lo vería con ojos lujuriosos.


-


Llegamos de repente a un restaurante bastante grande y concurrido, mucha gente entraba y salía sin más, todos vestían de manera muy elegante (como ya era costumbre en dicho país) Mónica y yo mirábamos todo eso con asombro, mientras Robert y su madre lo veían de manera muy natural.


— Creí que Yelena reservaría el lugar — dije mientras sujetaba el brazo de Robert, el otro brazo era acaparado por mi suegra, y mi otro brazo era acaparado por Mónica.


— Lo reservó — dijo Robert, haciéndome mirarle con asombro total.


— ¡¿Qué?! ¡¿p-pero porqué hay tanta gente entonces?!


— Es que mucha gente viene al cumpleaños de Robert — dijo Catherine — Su cumpleaños siempre es un evento enorme.


— Ahora entiendo lo que me decías — le dije suavemente al oído, él sonrió con frustración mientras tomaba mi mano y la apretaba sutilmente.


— No te alejes, quiero tenerte cerca toda la noche.


— Lo estaré — dije besándole sutilmente la mejilla, quería besarle los labios, pero debido a que ya íbamos a entrar, y que había mucha gente en la puerta, preferí dejarlo para después.


Apenas entramos a dicho lugar, miré abrumado la cantidad de gente que había conversando animadamente, el restaurante fue arreglado de manera que parecía un club muy lujoso, admiro sobremanera los dones sociales de Yelena.


— ¡Ahí está, el alma de la fiesta! — dijo cierta dama de piel morena que se acercó a nosotros, vestía un hermoso vestido azul que resaltaba su belleza, aunque Yelena lucía bien con todo lo que se ponía, no solo por su encanto natural, era su carisma lo que enamoraba.


— Agradezco que este año no trajeras bailarinas y enfermeras — dijo mi prometido de forma burlona.


— ¡Ay claro que no! estás a punto de casarte, hacerlo sería de mal gusto.


— Eso no te detuvo los últimos cuatro años — dijo Robert mientras reía sutilmente.


— Ty me cae bien, tu ex mujer por otro lado — murmuró rodando sutilmente los ojos, aunque se contuvo al ver a Catherine junto a nosotros — ¿Qué opinas de la decoración, Catherine?


— Hermosa, querida, definitivamente este es tu don — dijo mi suegra mientras le tomaba las manos para palmearlas suavemente — ¿Sabes si mis hijos ya llegaron?


— Están más adelante, George mira lo del bufette y Alice habla por teléfono.


— Qué novedad — dijo mi prometido de forma incrédula.


Sonreí nervioso cuando Yelena me miró de frente, abriendo los ojos por completo al ver mi apariencia con más detenimiento.


— ¡Oh Ty, qué guapo estás! ¡no te había visto bien!


— Gracias, Mónica me ayudó a arreglarme.


— Es una estrella — dijo palmeando mi hombro y el de Moni, aunque rápidamente se apartó sonriendo al ver cómo mi prometido rodeaba mi cuello de forma posesiva — Y tú eres un celoso idiota.


— ¿Hablamos de celosos idiotas, Yel? — dijo sonriendo con malicia, me abrumó notar cómo el semblante de Yelena cambiaba y lo miraba de arriba a abajo con frialdad.


— Es tu cumpleaños, pero no me tientes.


— Solo decía — dijo mi prometido para tomar la mano de mi suegra junto con la mía para caminar más adentro de aquel lugar, Mónica y yo mirábamos todo con asombro, "ni loco beberé como idiota aquí" pensé mientras avanzábamos por aquel sitio, todo el mundo se detenía a felicitar a mi pareja, y él respondía de forma tan galante, con esa sonrisa sobria y ese porte tan suyo, apenas y movía el cuello mientras agradecía por sus felicitaciones, ese hombre definitiamente era un sueño hecho realidad para mí.


— Temprano ví a Ernest Walker, tenía más arrugas que el cutis de mi abuela Magda — decía Yelena mientras caminaba entre la multitud junto a nosotros, Robert reía al oír sus anécdotas, me alegraba mucho ver que al menos él no se sentía tan agobiado por la cantidad de gente a nuestro alrededor, yo sin embargo, me empezaba a sentir asfixiado, pero traté de disimularlo, no quería arruinar el cumpleaños de Robert con alguna de mis idioteces.


— Tengo sed — le dije a Mónica al oído — ¿Vamos por un trago?


— Bien, pero no te excedas, Ty — me advirtió antes de tiempo ¿ya ven porqué amo tanto a Mónica? me conocía de sobra, y me ayudaba a prevenir alguna de mis muchas idioteces.


— De acuerdo — dije para voltear a ver a Robert y besarle suavemente el cuello — Iré por un trago — susurré en su oído.


— No tardes — me dijo mientras pasaba su mano por mis caderas sutilmente, ya imagino qué era lo que quería tocar, pero extrañamente se contuvo, seguramente por la cantidad de personas que había alrededor, incluído uno que otro camarógrafo, ¿porqué? no tengo la menor idea.


Fuí con Mónica hacía la barra, pedí vino y algo de whisky, obviamente no era para mí, era para Robert, yo no me atrevía a beber whisky, al menos no en un evento tan importante como ese.


— Mira Ty — dijo ella mientras me palmeaba el hombro y me señalaba una mesa donde había un enorme pastel de cumpleaños, lleno de fresas y flores de chocolate, se veía delicioso — Vaya que Yelena quiere a Robert.


— Ella es muy detallista — dije mientras le daba un trago al vino — Aunque sospecho que el pastel es obra de George.


— ¿Porqué lo dices?


— Corazonada — murmuré mientras arqueaba una ceja y veía de reojo cómo George y Molly miraban el pastel con detenimiento, como si inspeccionaran que no tuviera algún error, y dado que mi pareja me comentó de la afición de ambos por la cocina, no dudé que aquella obra de arte fuera de parte suya.


— Hermosa noche ¿no es así? — escuché de repente una voz asquerosamente conocida que me hizo voltear de repente, fruncí el ceño con molestia al ver esos ojos verdes frente a mí — Vaya, y yo que creí que no podía ver más cosas hermosas el día de hoy.


— Hola Harry — dije de mala gana, me contenía el hecho de que ese sujeto era primo de mi novio, pero ganas no me faltaban de mandarlo al demonio — Me sorprende verte aquí, considerando tu afición por molestar a Robert.


— Es mi primo, ni loco me perdería su cumpleaños número setenta — dijo mientras alzaba los hombros, yo lo miré con odio absoluto mientras arqueaba una ceja, Mónica me miró algo curiosa sin saber qué decir — Por cierto, ya te he visto antes con esta bella señorita, ¿están saliendo, o es algún jueguito que están haciendo con Robert?


— Es mi amiga, se llama Mónica — dije rodeando el cuello de Mónica con mi brazo — Y tiene novio, así que ni siquiera pienses en enredarla con tus tonterías.


— Por más hermosa que es esta encantadora mujer, yo me encuentro muy fascinado por otro... tipo de personas justo ahora.


— Tengo un amigo a quien le encantaría probarte — dije sonriendo con cinismo, ese sujeto no me agradaba en absoluto, por ello quería ser lo más ácido posible, aunque obviamente, no era yo el que lo terminaba poniendo en su lugar.


Sonreí al sentir cómo me abrazaban desde atrás y pasaban su mano por mi vientre, sentir el aroma de su colonia me hizo saber de quién se trataba, de haber sido otro sujeto, seguramente habría gritado.


— ¡Ahí está el cumpleañero! vaya Rob, no se vé que tienes más de setenta y tres — dijo Harry mientras le sonreía incrédulamente a Robert, quien lo miraba con recelo mientras sus dedos acariciaban mi abdomen, tacto que me hizo sonrojarme de golpe.


— Tus chistes me causan caries, Harry, mejor ahorratelos — dijo de mala gana mientras me quitaba el whisky de la mano para darle un gran trago.


— Tan amargado como siempre — dijo aquel sujeto mientras se cruzaba de brazos — Por cierto, escuché que oficialmente se van a casar, ¡felicidades! no creí que te atrevieras a casarte de nuevo.


— Me gusta sorprender a la gente — dijo jalándome y haciéndole una seña a Mónica para empezar a caminar — Disculpa Harry, tengo que seguir saludando por aquí, te veo después — dijo de manera notoriamente incrédula, sacándole a su primo una risilla cínica.


— Diviértete Rob, hoy es tu noche — dijo mientras me guiñaba sutilmente el ojo, yo le miré con odio absoluto para voltear la mirada y seguir caminando junto a Robert y a Mónica.


— Imbécil — dijimos al unísono él y yo, mientras Mónica nos miraba algo confusa.


— ¿Es el sujeto que mencionaste del spa?


— Sí, un patán de primera — dije chasqueando la lengua — Un asco de persona.


— Te dije que no te alejes por una buena razón.


— ¡Bien, no me alejaré! — dije con fastidio, se notaba que a Robert no le gustó mi acercamiento con Harry, pero igual no es como que a mí me alegrara ver a ese tipo que tanta repulsión me causaba.



Continuará


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- Gema


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