61 - 'Atención'
Luego de un rato de besos candentes y de nulas ganas de levantarnos de la cama, finalmente nos dispusimos a arreglarnos e irnos de aquel hotel, a medida que nos alistábamos, le rogué a Robert que volviéramos a ir algún día, y él sin dudarlo me dijo que sí lo haríamos, amo cuando mi prometido hace mi voluntad sin chistar.
Apenas caminamos por la recepción, mucha gente fue hacía él para estrechar su mano y desearle feliz cumpleaños, principalmente gente adinerada que se hospedaba en dicho hotel, era increíble la cantidad de personas que mi prometido era capaz de conocer.
— Vamos — me susurró al oído mientras me jalaba a la salida de aquel hotel, logrando escapar de aquel grupo de hombres adinerados que no dejaban de preguntar si los rumores sobre su "boda homosexual" era cierta, es tan odioso recordar esos días donde el matrimonio entre hombres era tan poco conocido, y en gran medida satanizado y despreciado.
— ¿Cómo puedes trabajar con tantos sujetos tan cerrados de mente? — dije mientras entrábamos al auto de Robert.
— Primero, no trabajo con todos ellos; segundo, no es mi elección trabajar con hombres así; y tercero, hombres así hay en todos lados, Taylor, así que lo mejor es hacernos la vista gorda.— Lo sé, pero, ¡usht! odio que hablen de nuestra boda como si estuvieras loco.
— Estoy loco — dijo mientras me sonreía con malicia — Pero de amor por ti.
— ¡Te lo digo enserio, Dawson! — le reclamé, haciéndole reír mientras encendía el auto y empezaba a conducir.
— Cálmate, Ty; aún cuando hablan de tal manera, ambos sabemos que eso no logrará romper nuestro compromiso.
— Lo sé, pero — suspiré pesadamente mientras miraba por la ventana cómo empezaba a salir un poco el sol, cosa que me asombró bastante — Desearía que nuestra boda no fuera motivo para que la gente nos vea con morbo.
— Solo es envidia, cariño; nosotros vivimos nuestra vida sin prejuicios de por medio, ellos deben esconderse en capas de "moralidad y buenos valores", en parte los compadezco, son ancianos que vivieron en épocas peores que la nuestra.
— Eso no me hace sentir mejor — dije con molestia, él rió por debajo para tomar mi mano y besarla dulcemente.
— No te amargues por cosas sin valor, cariño; hoy es nuestro día, pasemoslo bien ¿de acuerdo? Sonreí ampliamente al oír a Robert decir eso, sus palabras bastaron para que yo quisiera dedicarme a olvidar todos los inconvenientes, y disponerme a pasar un buen día al lado de mi pareja, enfocándome en hacer que ese cumpleaños fuera muy memorable para él, así como él lo logró con el mío.
-
En cuanto llegamos a casa, Robert me cargó entre sus brazos para entrar a nuestra vivienda, me sorprendía que siguiera teniendo tanta fuerza, sobre todo porque a mí me estaba costando mantenerme de pié por la rudeza con la que me trataron la noche anterior.
Llegamos de repente a la sala, donde la familia de Robert estaba reunida, y apenas nos vieron llegar, todos se fueron sobre nosotros, yo me bajé de los brazos de Robert y me aparté para evitar que me arrollaran, aunque el objetivo de aquella multitud no era mi persona, era mi prometido.
— ¡Ay mi hijito! — dijo Catherine mientras abrazaba con fuerza a mi pareja — ¡Siento que apenas y fue ayer cuando te cambiaba el pañal!
— ¡Mamá, mi cabello, mamá! — gruñía mientras trataba de zafarse del agarre de ella, haciéndome reír al ver cómo sus hermanos también lo mangoneaban.
— ¡¿Cuándo te volviste tan viejo, Bob?! ¡ni siquiera se nota que acabas de cumplir sesenta!
— Ja-ja — dijo él mientras miraba con molestia a George, mientras Catherine le seguía besando las mejillas y abrazando del cuello.
— ¡Estamos tan orgullosos de ti, querido! — dijo Catherine mientras le tomaba de las mejillas y las apretaba con fuerza — Eres un hombre tan recto y de bien.
— Gracias mamá — dijo mi prometido mientras tomaba la mano de Catherine y la besaba dulcemente, para después voltear a ver a George y abrazarlo con fuerza, logró conmoverme mucho esa situación.
Robert volteó de repente para ver a cierta mujer parada a su lado, se trataba de Alice, quien no decía ni media palabra aún, imagino que buscaba las palabras correctas para decirle a su hermano "te amo, aún cuando intenté alejarte de la persona a la que amas, y traje a tu ex a joderte la vida, y me encargué de hacer tu vida un infierno".
— Feliz cumpleaños, hermano — dijo ella mientras se le acercaba para abrazarlo con fuerza, y sorpresivamente, Robert correspondió dicho abrazo mientras acariciaba el cabello de su hermana, ahí me di cuenta de que, a pesar de todo lo que Alice hizo y seguía haciéndonos, Robert seguía amando a su hermana, sé que la sangre es más espesa que el agua, pero mi pareja es bastante rencoroso, y por ello me animaba tanto que perdonara a su familia de tal manera, o bueno, a casi toda.
— ¡Tío Robert! — gritaron unas voces agudas que salieron de repente de la cocina para ir a abrazar a mi pareja, él se agachó para recibirlos a ambos en un fuerte abrazo.
— Gracias chicos — dijo apretándolo con fuerza — Vaya que me quieren por aquí.
— Te tenemos un regalo — dijo Charlie mientras sacaba de su bolsillo una pluma azul con el grabado de pingüino, cosa que hizo a Robert sonreír sutilmente.
— Qué lindo, niños — dijo Robert mientras tomaba la pluma en cuestión y la observaba con detalle — Es un regalo muy lindo.
— Bien, ya te felicitamos, hora de ir a arreglarnos para la fiesta — dijo George mientras se acercaba a Charlie para cargarlo con fuerza entre sus brazos — Trata de llegar puntual esta vez, ¿sí?
— Lo haré — dijo mi prometido de forma algo incrédula mientras se levantaba con Lorenzo en brazos para entregárselo a Alice.
— Trata de que no lleguen tarde, ¿de acuerdo, Ty? — dijo George mientras volteaba a verme.
— Descuida, llegaremos a tiempo, yo me encargaré de ello — dije mientras sonreía ampliamente, viendo cómo mi cuñado se marchaba del lugar con su hijo en brazos, se me hizo raro no ver a Will y a Molly por ahí, tampoco estaba Sandro, y desde luego que aún no aparecía el odioso señor John, afortunadamente, pero la ausencia que más me intrigó, fue la de Mónica.
— Los veré más tarde, muchachos, yo me quedaré con Robert para ayudarlo en algunas cosas — decía Catherine mientras caminaba hacía las escaleras con George, cosa que Alice replicó, pero primero volteó a ver a Robert con detenimiento, se notaba algo apenada y dudosa.
— ¿Estamos bien? — preguntó mientras acariciaba el cabello rubio de Lorenzo. Robert sonrió de lado mientras asentía sutilmente con la cabeza.
— Eres mi hermana, nunca olvides eso — Alice sonrió penosa cuando escuchó eso, me miró de reojo sin saber qué decir, yo sonreí alzando los hombros sutilmente, pero era crédulo creer que ella de la nada me aceptaría, así que se dió media vuelta y se marchó junto a George sin decir nada más, cosa que hizo a mi prometido suspirar algo abrumado.
— Hará algo estúpido — dijo él con seguridad — Estoy seguro.
— No pienses así, seguramente trata de ganarse tu cariño de nuevo.
— Le va a tomar tiempo si sigue con esa actitud — murmuró mientras se acercaba hacía mí para besarme los labios dulcemente — Tenemos que preparar lo que usarás hoy.
— ¡Es cierto! — jadee abrumado mientras pensaba qué usar, aunque rápidamente una voz femenina interrumpió de golpe mis palabras.
— ¿Interrumpo la entrega de regalos? — dijo aquella elegante mujer mientras entraba a la sala junto a nosotros, pero lo que más me sorprendió, fue ver que Mónica la estaba acompañando.
— Qué puntual, Yel — dijo mi prometido, pero cuando su amiga se le acercó, le golpeó con algo de fuerza el brazo — ¡Auch!
— Eso fue por no contestar el celular — dijo ella mientras metía la mano en el saco que llevaba puesto para sacar una caja mediana del mismo y entregársela a Robert — Y esto es tu regalo.
— Dios Yel, ¿de dónde sacas el tiempo para comprarme estas cosas? — dijo burlón mientras abría la caja, dejando ver un hermoso reloj negro con detalles plateados, que venía acompañado de un bolígrafo y un encendedor.
Robert la miró con una sonrisa incrédula, aunque yo tragué en seco al ver aquella máquina tan hermosa, y notoriamente cara.
— ¿No te cansas de derrochar tu dinero en mí? — le preguntó cínicamente — Sé que me adoras, pero el dinero no mide el amor.
— Eso es para gente pobre, mientras yo tenga dinero te voy a comprar todo lo que pueda — dijo tomando a Robert de las mejillas para apretarlas con fuerza, cosa que me hizo reír algo apenado, y no, no crean que me puse celoso, Yelena adoraba a Robert, pero ya he dicho que es igual que mi relación con Mónica, por lo que no me sentí amenazado en absoluto por su manera de tratarlo.
— Eres tan cabeza dura — dijo Robert mientras le sonreía cínicamente.
— Feliz cumpleaños, Robert — dijo Mónica mientras se acercaba para abrazarlo — Aquí tienes un pequeño presente de mi parte.
— Oh cariño, no te hubieras molestado — dijo él mientras revisaba el regalo que Mónica le dió, era una bolsa de regalos, y al abrirla, pudimos ver que se trataba de una camiseta de Scorpions, muy parecida a cierta camisa que Robert indirectamente me obsequió, y perdí cuando el viejo me echó — Jaj, vaya, estás muy informada sobre mis gustos.
— Tuve ayuda de Ty y de Yelena — admitió alzando los hombros sutilmente.
— ¿Y qué te dió Ty? — preguntó Yelena, yo tragué en seco sin saber qué responder, luego de ver ese hermoso reloj, sentía que mi regalo era increíblemente pobre y corriente; afortunadamente llegó mi suegra para interrumpir ese interrogatorio.
— ¡Oh vaya! ¿empezaron a dar los regalos? ¡esperen, es mi turno! — dijo Catherine mientras avanzaba hacía el sofá para tomar una enorme caja de regalos y acercarla hacía mi prometido, yo miré abrumado aquel enorme obsequio, todos esos detalles solo me hacían sentir aún más miserable y mezquino, por solo haberle dado un anillo que él no estaba muy emocionado de recibir, o al menos eso fue lo que yo sentí.
— ¿Y esto? — preguntó Robert mientras abría receloso aquella caja, aunque su semblante cambió al abrirla y sacar un suéter blanco con muchos pingüinos bordados, se notaba que era hecho a mano, pero eso no le quitaba lo hermoso que se veía — Oh madre.
— Me moría por dártelo, cariño — dijo ella mientras abrazaba con fuerza a mi pareja — Hace mucho tiempo que lo tengo listo.
— Gracias madre — susurró mientras abrazaba a Catherine con fuerza, mirándome de reojo y guiñándome el ojo, cosa que me hizo sonreír tímidamente.
— Todo muy lindo, todo hermoso — dijo Yelena mientras palmeaba el hombro de Robert — Pero ya debemos irnos.
— ¿Irnos? — dije mientras arqueaba una ceja — ¿Adónde?
— Ah, Ty... perdóname, pero esta vez no nos puedes acompañar — dijo Yelena mientras sonreía algo incómoda, sentí mi sangre helarse en cuanto ella dijo eso.
— Creí que este año no lo haríamos — dijo Robert entre gruñidos mientras miraba con molestia a Yelena.
— Por favor, ¿cómo no hacerlo? ¡es nuestra tradición!
— ¿C-Cuál tradición? — dije temeroso, y más dudoso me puso ver que la propia Catherine parecía de lo más relajada con el tema, como si ya supiera a lo que se referían.
— Yelena y yo solemos salir en nuestros cumpleaños, salimos solos, sin parejas o familia.
— Oh, e-entiendo — dije sonriendo tímidamente, me abrumó enterarme de dicha tradición a último minuto, sobre todo porque ni el propio Robert se veía tan convencido de ir.
— No es personal, cielo — dijo Yelena mientras me tomaba de las mejillas — Simplemente creo que te aburrirías si nos acompañas.
— Descuida — dije sonriendo tranquilamente — Vayan, solo lleguen temprano ¿sí? George pidió puntualidad.
— Seremos puntuales, es una promesa — dijo Yel mientras se me acercaba para besarme la mejilla, aunque oír a Robert carraspear le hizo reír incrédulamente — ¿Hasta de mí lo vas a celar, Boby?
— De cualquier ser humano que no me dé confianza — dijo él sin más, acercándose hacía mí para abrazarme con fuerza — Te explico cuando llegue ¿sí?
— Sí amor — murmuré hundiendo mi cara en su cuello para besarlo dulcemente — Diviértete.
— Gracias cariño — dicho esto, Robert dejó sus regalos en el sofá y caminó escaleras abajo con Yelena, dejándome solo con mi suegra y Mónica.
— ¿Qué quieren hacer? — dijo Catherine mientras sonreía ampliamente — ¿Quieren té?
— Sí por favor — asintió Mónica, y apenas mi suegra se fue, la empecé a interrogar.
— ¿Saliste con Yelena?
— Me pidió que fuera por el regalo de Robert, no le ví nada de amenazante a acompañarla.
— ¿Y se portó bien? ¿te dijo algo malo?
— Honestamente siento que me estaba coqueteado — admitió con algo de intriga, aunque luego rió por debajo con vergüenza — Pero de resto, no ocurrió nada raro.
— Dios ¿porqué todo el mundo trata de seducirte? digo, sé que eres preciosa, pero ya exageran — dije mientras caminaba al sofá para echarme en él mirando fijamente el techo, Mónica rió para ir hacía mí y sentarse a mi lado, acariciando suavemente mi cabello.
— ¿Y a ti cómo te fue?
— Tuvimos sexo hasta esta mañana, fue muy lindo — dije mientras me sonrojaba sutilmente — Anoche la pasamos increíble, solo espero que hoy ocurra lo mismo.
— ¿Te preocupa que él y Yelena salgan solos?
— Me intriga, pero no llega a preocuparme, él me ama y ella me tiene mucho afecto, además no me los imagino como amantes, si te soy honesto, es como si tú y yo fuéramos amantes.
— Te quiero, Ty, pero paso — dijo ella entre risas cínicas.
— ¡Lo sé! ¡¿lo ves?! ¡es simplemente absurdo! es tan— alcé la mirada al oír algunos pasos acercarse a la sala nuevamente, pasos que eran acompañados por la voz de mi pareja, cosa que me intrigó bastante.
— ¡Vamos, no creo que tengas compromisos pendientes a estas horas! — dijo cierta mujer que entraba al lugar como si fuera su casa, cosa que me asombró bastante, e imagino que a Robert también, a juzgar por su cara.
— Marinne enserio me gustaría atenderte, pero— trató Robert de hablar, pero la voz de su madre logró interrumpir de golpe dicha situación.
— ¿Hijo no estabas a punto de— decía Catherine mientras salía a la sala, quedándose helada al ver a aquella mujer de canoso cabello castaño, quien miraba abrumada y atónita a mi suegra, yo casi grito al ver cómo ambas se veían de frente, debido a todo lo que Robert me dijo sobre la "relación" de ambas.
— Marinne— trató Robert de hablar, pero su madre le interrumpió.
— Robert, ¿no ibas saliendo? — dijo Catherine con seriedad, cosa que me hizo tragar en seco, y ni hablar de la expresión de duda y severidad en la cara de mi prometido — Se te hará tarde si no te vas, lo digo enserio.
Él suspiró de mala gana para hacerme una seña, indicándome que fuera hacía él, cosa que hice, y apenas me acerqué, Robert me dió una botella de vino que estaba envuelta con un moño azul, imagino que fue un regalo de Marinne.
— Llévalo a la cocina — susurró tomándome de la mejilla para empezar a besarme el cuello — Vigila lo que hagan, y dime si ocurre algo serio.
Asentí apartándome de él para ir a la cocina, no creí que fuera una situación tan seria, pero escuchar las palabras de Robert, me dejó clarísimo que sí era algo a lo que había que ponerle mucha atención.
Dejé el vino en la mesa y me fuí al sofá con Mónica, Robert ya se había ido, aunque parecía bastante frustrado por hacerlo.
— Vaya Cat, creí que estabas en Cambridge — dijo Marinne mientras caminaba hacía ella, mi suegra se mantenía inerte, mirándola con frialdad, ya ví de dónde heredó mi pareja su don innato de ser un témpano de hielo.
— No creí que vendrías, Marinne.
— Siempre que puedo visitar a Robert en su cumpleaños lo hago, al fin y al cabo, soy su madrina por algo — dijo alzando los hombros, yo miraba muy abrumado todo lo que estaba sucediendo, no tenía idea de lo que pasaba frente a mis ojos — Sigues estando hermosa — dijo Marinne de manera muy relajada, haciéndonos a Mónica y a mí jadear algo abrumados.
— Gracias, tú también lo estás — dijo Catherine mientras miraba la hora en el reloj de su muñeca — ¿Sigues soltera?
— El amor no es lo mío — admitió alzando los hombros — Por un momento creí que Robert seguiría mis pasos, me alegra que no lo hiciera.
— A mí también me alegra — dijo Catherine con frialdad, haciendo a Marinne reír incrédulamente — Tú sola te condenaste a la soledad, y lo sabes, Marinne.
— Solo te hice una pregunta, tú fuiste la que hizo el drama del siglo.
— ¿Enserio quieres hacer esto, Marinne? ¿hoy? ¿en casa de mi hijo, el día de su cumpleaños? — dijo Catherine con molestia, haciendo que Marinne riera por debajo y la mirara de arriba a abajo.
— Solo quiero que me digas algo, ¿valió la pena? — me quedé helado al oírla decir eso — ¿Valió la pena dejar de lado todo, por él?
— Lo valió — afirmó Catherine con seriedad, haciendo a Marinne reír de forma algo estruendosa — Es el padre de mis hijos.
— ¡¿Y de qué sirvió?! ¡he oído que es un bruto con temperamento de animal! dime Cat ¡¿valió la pena que tu vida soñada culminara así?!
— Para mí sí lo valió — afirmó de forma brusca, logrando que Marinne riera y rodara sutilmente sus ojos, mientras yo miraba todo lo que pasaba, sin poder decir ni media palabra para objetar u opinar.
— Es una lástima — dijo Marinne — Pudiste tener más.
— No, no pude — dijo Catherine con seriedad, más parecerse a Robert no pudo en ese momento — Te conozco, Marinne, tú no habrías sido feliz a mi lado.
— ¿Porqué siempre debes pensar por las dos?
— ¡Porque tú eres irracional, y no habrías hecho lo correcto!
— ¡¿Lo correcto?! ¡¿o lo que tú querías?! — clamó alzando considerablemente la voz, sentía que debía interceder, pero cuando traté de levantarme, Catherine me hizo una seña para que me quedara quieto.
— Yo quería mi felicidad, sí, pero también quería la tuya — afirmó acercándose a ella para verla con detenimiento — Esto nunca habría funcionado, y eso solo te iba a causar más dolor — Marinne sonrió incrédulamente mientras se cruzaba de brazos.
— Pudiste intentarlo, al menos.
— Habría fracasado, y eso te habría hecho daño igual — dijo Catherine mientras miraba a otro lado — Sé que nunca vas a perdonarme, Marinne, pero no podría cambiar la vida que tuve, lo único que me habría gustado cambiar, es la manera en la que tú me veías, perderte fue muy difícil para mí.
— Sí claro — dijo Marinne de mala gana — ¡¿querías que fuera un perro faldero detrás tuyo por siempre?!
— Quería una amiga — dijo Catherine con seriedad, logrando que Marinne riera incrédulamente para darse vuelta y caminar hacía nosotros, tomándome de los hombros y besándome suavemente la mejilla.
— Saluda a Robert de mi parte — susurró en mi oído para luego caminar de vuelta a las escaleras principales, volteando a ver por última vez a Catherine, dedicándole una expresión de odio y luego marchándose del lugar sin más, dejando a mi suegra con un semblante abrumado y muy serio, que increíblemente no se quebró en ningún momento.
Sé que deben creer que eso no tenía nada que ver con Robert y conmigo, y no lo tenía en realidad, pero no pude evitar reflexionar sobre lo que acababa de ocurrir, Marinne actuaba cegada por el amor hacía mi suegra, amor que trascendió el tiempo, cosa que me sorprendió bastante, y fue doloroso ver cómo ese amor no correspondido seguía perdurando con el tiempo, y la manera tan seria y directa en la que mi suegra le dejaba claro que la amaba, pero no de la manera en la que ella esperaba, me dejó muy en claro que algunas historias de amor no siempre eran lindas, o tenían un buen final.
Eso me hizo apreciar aún más y valorar con mi alma que mi amor por Robert fuera correspondido y que perdurase, porque yo en cierto modo sentí, que si las cosas fueran similares al caso de ellas, yo actuaría igual que Marinne, desquiciado, obsesionado con esa persona, enojado con la vida por la forma en la que nos forzó a estar separados, pero sobre todo, cada día lo amaría aún más, a pesar de tenerlo tan lejos, ¿cómo lo sé? porque hoy en día he tenido que pasar largas jornadas diarias lejos de él, y el vacío en mi pecho me agobia, y ni hablemos de la semana gris, donde algunos días sin Robert eran estar muerto en vida para mí; todo eso me hace sentir que no aguantaría vivir una vida entera sin él, admiro mucho la fortaleza de Marinne, yo habría muerto de pena ante el inminente rechazo de mi ser amado.
Continuará
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- Gema
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