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59 - 'Creativo'

Los besos y caricias protagonizaron esas pocas horas que quedaban del día, aún no empezábamos como tal a tener sexo, estaba disfrutando demasiado de la delicadeza con la que nos tratabamos para arruinarlo pidiendo sexo de manera prematura, prefería esperar un poco más, aunque mi cuerpo empezaba a impacientarse.


— Eres hermoso — susurró pasando sus manos por mis caderas — La persona más hermosa que he conocido jamás.


— Tú eres el hermoso aquí — respondí mordiendole suavemente la boca, él rió por debajo para tomarme el cuello y acariciarlo dulcemente — Mi amor, ¿Puedo pedirte un favor?


— Claro, lo que tú quieras — sonreí mientras me acomodaba sobre su pecho para ver sus joyas azules con detenimiento, moría por saber más de mi pareja, aún cuando casi siempre hablábamos de nuestras vivencias, sentía que aún había mucho por conocer de Robert, y aún hoy en día lo siento, a pesar de que ya tenemos demasiado tiempo juntos.


— ¿Cuáles han sido tus experiencias con tu cumpleaños?


— Jaj, bueno, hay de todo un poco, cariño — dijo mientras empezaba a juguetear suavemente con mi cabello, haciéndome sonreír de lado — De niño eran fiestas muy grandes, me encantaba, sobre todo porque toda la familia se reunía, aunque a medida que fuí creciendo se fue volviendo más incómodo.


— ¿Porqué?


— Los regalos empezaron a volverse vacíos, al igual que las personas que me los daban — murmuró mientras miraba fijamente mis ojos y me acariciaba el cabello, la atmósfera era preciosa, juraría que eran igual de cómoda y sensual que la que había en nuestro cuarto en Suiza — El peor de mis cumpleaños fue el primero que pasé en el internado.


— Imagino que debió ser difícil.


— Lo fue. Quería estar en casa, y en casa no era bienvenido; ese día mis padres no pudieron ir a verme, dicen que debía viajar, o algo así, lo cierto es que ese día estuve solo, el primer cumpleaños que pasé totalmente solo.


— Lamento tanto escuchar eso, cariño — susurré pegando mi frente con la suya.


— En el internado mi vida fue muy difícil, por ello me alegra haber salido de ese asqueroso sitio — murmuró mientras apretaba mi cadera y me mantenía pegado a su cuerpo — Así como me alegra haberte conocido.


— Desearía haber podido salvarte de ese internado — él sonrió de lado al oír mis palabras.


— Descuida, admito que el internado me ayudó a forjar mi carácter, no fue bueno, pero siento que al menos logré sacar algo bueno de ahí; además, ya me estás salvando, Ty — murmuró rozando sus labios contra los míos — Estaría tan solo, si no fuera por tí.


— Ambos lo estaríamos — respondí besando sus labios lenta y cálidamente — Qué suerte tuvimos.


— La mejor del mundo — sonrió tomando mi cuello para besarme nuevamente, yo correspondí mordiendo sutilmente su labio inferior.


— Amor — susurré entre besos — ¿Puedo preguntarte otra cosa?


— Lo que tú quieras, mi cielo.


— ... ¿Podrías contarme algo de tí, que no sepa nadie más, ni siquiera Yelena? — él me miró asombrado ante tal pregunta, y admito que yo mismo me asombré, pero, todo ese asunto de los regalos me hizo reflexionar, que yo no conocía algo "tan íntimo" de mi pareja, o al menos eso pensaba yo, porque cada cosa que Robert me decía, yo estaba seguro que Yelena la conocía, y entendía que ella llegó primero que yo, pero igual era odioso sentir que Robert no me confiaba algo tan suyo, o al menos eso creí yo.


— Hm — sonrió apretándome suavemente la mejilla — Normalmente no hablo con nadie de mi experiencia en el internado, ni siquiera Yelena lo sabe.


— ¿Enserio?


— Sí, sabe que lo pasé del asco, pero no me gusta ahondar en el tema, ni siquiera le conté de mi primera vez con ese odioso tipejo que me acosaba — gruñó acariciando suavemente mi espalda — Aunque, hay algo, muy secreto, que nadie sabe de mí.


— ¿De qué se trata? — cuestioné.


— Luego de que las cosas con Giselle se arruinaran, consideré seriamente la idea de alquilar un vientre y de tener un hijo — dichas palabras me asombraron considerablemente, e hicieron que mi sangre se helara sin más.


— ¿E-Enserio? — murmuré.


— Sí, pero desistí a la idea luego de pensarlo bien, moría por familia, pero vivía trabajando, no iba a condenar a otra criatura a padecer una vida de soledad igual que la mía, además, dicen que no es bueno querer llenar vacíos de soledad con hijos, eso solo les hace daño a ellos.


— Yo... no tenía idea — susurré mirándole con asombro.


—Nadie lo sabía, yo no quería hablarlo con nadie, era un tema que me tenía muy indeciso, me tacharían de ridículo por querer un hijo, y no esforzarme al menos en conseguir una buena mujer para desposar, pero yo no iba a casarme con cualquiera solamente para que me diera hijos, sobre todo porque mi gusto por las mujeres se ha vuelto muy nulo.


— ¿Así que las mujeres te están cansando? — pregunté algo risueño.


— Claro que sí, sobre todo cuando tengo a un chico tan lindo en mi vida — murmuró apretando mis mejillas con una sola mano, sonreí por inercia al oírle.


— ¿Y aún quieres familia? — pregunté algo apenado, él sonrió cálidamente mientras me abrazaba de las caderas.


— Te quiero a ti, Taylor; lo demás para mí es opcional.


— Pero— traté de hablar, pero los labios ajenos me lo impidieron.


— Estamos en una etapa de nuestras vidas algo complicada, Ty; ¿no crees que es prematuro adoptar a un bebé, cuando ninguno tiene tiempo de cambiar pañales?


— Bueno... s-supongo que tienes razón, pero— intenté de nuevo, pero otra vez me interrumpieron en seco.


— No pienses más en eso, pasará cuando tenga que pasar — susurró abrazándome suavemente, rozando sus labios con los míos.


— Si tú lo dices — murmuré entre suaves besos, aunque me distrajo ver de reojo el reloj en la pared, jadeando al ver que ya era media noche.


Rápidamente abracé del cuello a Robert para besarlo de forma más hambrienta, sonriéndole ampliamente de forma coqueta y con emoción.


— ¡Feliz cumpleaños, cariño!


— Jeje, vaya, te acordaste — murmuró de forma burlona mientras correspondía mi abrazo — Gracias, mi cielo.


— ¡Ah, espera! — dije apartándome de él para caminar hacía el lugar donde estaba mi ropa, sacando una caja de terciopelo negra para ocultarla tras mi espalda y ver a Robert coquetamente — Te tengo un regalo.


— Ay ¡Taylor! — dijo entre risas algo frustradas.


— ¡Perdóname, pero me mataba no darte nada! — dije mientras me agachaba frente a él para sonreírle coquetamente, manteniendo mis manos tras mi espalda — Y contrario a lo que crees, este regalo no es vacío, es uno muy importante para mí, y espero que para ti también lo sea.


— ¿Enserio? — murmuró sonriendo asombrado, yo asentí mientras colocaba la caja frente a él, sonriendo tímidamente al ver la sonrisa curiosa en el rostro de mi pareja.


— Siendo honesto, no buscaba darte esto, porque ya me habías dicho que no lo querías, así que traté de buscar algo más — dije mientras abría la caja, dejando que mi prometido viera aquella hermosa joya entre mis manos — Pero, apenas lo ví, no pude evitar quedar fascinado por su belleza, supe que era perfecto apenas lo ví, quedé enamorado apenas lo ví, tal y como me sucedió contigo, mi amor.


Tomé aire tratando de no quebrarme, sentía que lloraría de la emoción, y más me emocionaba ver la expresión tierna y conmovida de Robert.


— Cuando te vi por primera vez, no lo supe a ciencia cierta, pero, mi corazón sintió algo, algo que no me dejaba olvidarte, mi corazón y sabía que te amaba, y yo aún ni me enteraba de eso — ambos reímos suavemente cuando dije eso — Pero ahora, mi corazón y mi alma saben de sobra que te amo, que moriría por ti, que quiero pasar el resto de mi vida contigo, aún cuando no soy el mejor para preparar regalos.


Tomé la mano de Robert para besarla suavemente, él se sentó frente a mí para sonreírme encantado, un gran rubor inundaba su rostro, era tan hermoso ver a mi pareja así.


— ¿Q-Qué opinas? ¿te gustó? — pregunté mostrándole de nuevo el anillo, él lo miró con detenimiento para sacarlo de la caja y colocarlo en su dedo, el mismo dedo de la misma mano donde yo tenía el mío, yo no pude evitar sonreír conmovido al verlo.


— Me encanta — respondió tomando mis mejillas para apretarlas con fuerza — Eres el mejor regalo del mundo, Taylor — sonreí ampliamente en cuanto él me dijo eso, mi pecho empezó a latir con mucha fuerza mientras observaba fijamente las hermosas joyas azules de mi pareja — ¿No me vas a decir que estoy exagerando? — preguntó burlonamente, yo reí de lado al oírle.


— Bueno, si lo estás diciendo, ha de ser por una buena razón — dije alzando los hombros con cinismo, él rió para abrazarme de las caderas y besarme los labios delicadamente, yo correspondí rodeando su cuello con mis brazos.


— ¿Tanto querías darme ese anillo, eh? — dijo entre suaves besos.


— Es injusto que solo yo tenga anillo, tú necesitas uno también, para que quede claro que tienes dueño — murmuré sonriéndole coquetamente, él rió por debajo mientras me apegaba más a su cuerpo.


— Tienes un punto, gatito celoso — dijo mientras me jalaba de los brazos para volver a acostarnos en los cojines, dejándome estar arriba mientras él me masajeaba los glúteos suavemente — Ya quiero mi otro regalo, Ty.


— ¿Ya podemos? — pregunté de forma algo sumisa, sentía que iba a reventar de tanto que estaba aguantando las ganas de meterme la hombría de Robert a la boca.


— Sí, y creeme que no pasará desapercibida tu obediencia y tu habilidad para aguantar tanto, mi amor — murmuró mientras empezaba a frotar su bulto contra mis nalgas, sacándome suaves jadeos de deseo muy sumisos.


— Mi amor — murmuré viéndolo fijamente a los ojos — No vas a ser gentil, ¿Verdad?


— ¿Debería? — dijo de forma risueña.


— E-Es que como dijiste que— traté de hablar, pero los labios de mi pareja me lo impidieron, se notaba que Robert estaba ansioso por tenerme.


— Ya impusimos muchos protocolos de seguridad, creo que podemos hacerlo sin delicadezas — dicho esto, empezó a besarme el cuello suavemente — Igual si sientes que me estoy excediendo, avísame ¿De acuerdo?


— S-Sí — susurré dejándolo acariciarme — P-Podemos tener una palabra de seguridad.


— ¿Cuál se te ocurre?


— No sé, amm... — miré de reojo hacía la mesa de centro, dónde reposaba una botella de champaña que ya iba por la mitad — ¿Champaña?


— Me gusta — dicho esto, sentí cómo me colocaban boca arriba para empezar a besarme lentamente, acariciando mis piernas y jugueteando con mis pezones, haciéndome estremecer de deseo.


— Mi amor — susurré mientras mi lengua jugueteaba con la de Robert, se notaba que estaba impaciente, pero quería disfrutarme, no solo metermela y ya, cómo amo cuando mi pareja se pone creativo hasta para tener sexo.


— Ty cariño — murmuró viéndome a los ojos con deseo — Puede que hoy yo sea un poco más brusco de lo habitual, ¿crees poder lidiar con eso? — reí por debajo al oírle decir eso, obviamente sabía porqué lo decía, debido a nuestro "acuerdo verbal sobre cómo ser más delicados durante el sexo", y me llenaba de ternura que se molestara en avisarme.


— Podré con todo lo que me quieras dar, mi cielo — susurré entre suaves jadeos sensuales, mientras sentía cómo él me volvía a besar y proseguía con aquellas lentas caricias.


— Voy a entrar — murmuró mientras me tomaba de las manos y las apretaba con fuerza, empezando a adueñarse de mi ser, haciéndome gemir de forma ronca y estremecerme como nunca.


— ¡A-Ah! ¡Robert! — grité al sentir cómo entraba en mí — Me-Me duele, Dios mío, q-que grande estás.


— Gracias — murmuró tomando mi barbilla con una sola mano para apretarme las mejillas — Mgh, me encanta tu carita de "cógeme" Ty.


— Robert — gemí arqueando la espalda — M-Muévete mi amor, por favor.


— Shh, cálmate gatito, dentro de poco vas a estar rogandome que pare, y por más que lo hagas, ni loco me detendré hasta sentirme satisfecho — amenazó sonriéndome con esa malicia suya que tanto lograba excitarme, mientras me disponía a observar con detenimiento lo dilatados que estaban sus bellos ojazos azules, no importa cuánto podía verlos así, a mí me encantaba cada día más.


Gemí de forma ronca al sentir cómo empezaban a azotar mis caderas con más fuerza, sujetando mis manos mientras me miraba fijamente a los ojos con un deseo intenso, "mi prometido me está follando" pensé de repente, y por alguna razón, pensar en eso me puso mucho más caliente, porque no era el mero sexo lo que me enloquecía, era hacerlo con Robert lo que me mataba.


— ¡Ah! ¡Ay mi amor, n-no pares! — rogué mientras movía mis caderas de forma lenta para gozar de mejor manera el vaivén de mi pareja, haciendo a Robert sonreír mientras alzaba una pierna y empezaba a azotarme con más fuerza.


— Ah, carajo, qué regalo tan bueno — gruñó entre gemidos mientras azotaba mis caderas con más fuerza.


— ¡Ah, ay que rico! ¡y-ya no aguantaba! — dije entre jadeos mientras apretaba con fuerza los cojines sobre los que estábamos.


— No vas a caminar mañana, Ty — dijo mientras separaba mis piernas aún más, entrando y saliendo de manera muy brusca de mi cuerpo, yo no aguantaba el intenso placer que sentía, aún hoy en día recuerdo esa noche y no puedo evitar cruzar las piernas por lo increíble que fue.


— ¡¡Ah, Robert!! — grité sintiendo mis ojos cristalizarse — N-No aguanto.


— Ni se te ocurra venirte aún — me amenazó mirándome con intenso deseo, cosa que me hizo jadear con sumisión.


— Mi amor — gimotee — Mis pezones te extrañan.


— Lo sé — dijo relamiéndose los labios para jalarme de los brazos y colocarme encima suyo, con mis pezones en su boca mientras él desde abajo continuaba con su vaivén, sacándome intensos gemidos de placer y algo de dolor, no imagino cómo debieron quejarse con recepción esa noche por nuestra culpa.


— ¡¡Ahh, ahh, sí, así!! — gritaba mientras sentía la lengua de mi pareja sobre mi piel, amaba que Robert me atendiera los pezones, era tan bueno haciéndolo.


Estuvimos en esa posición por un buen rato, yo no me atrevía a moverme, me encantaba estar así, y a juzgar por cómo temblaba al darme cada embestida, me atrevo a jurar que a Robert también le estaba gustando mucho.


— Taylor — gimió en mi oído — ¿Te duele?


— ¡Sí, ay sí, me duele! — grité de forma muy sumisa, ¿ya les he dicho que tiendo a volverme una perra cuando de mi prometido se trata, verdad? — ¡Por favor para, me lastimas!


— Me encantaría que el pelirrojo viera cómo chillas mi nombre, y así sepa que solo eres mío.


— ¡Ah, Robert, mi amor! — gemí arqueando la espalda — N-No aguanto, voy a venirme.


— No esperaba menos de mi gatito — dicho esto, se sentó conmigo entre brazos para volver a besarme hambrientamente, besos a los que correspondí sin dudarlo dos veces, jadeando al notar cómo Robert me estaba moviendo de forma lenta sobre su regazo.


— Ah, ah, ¡me duele!


— Lo sé, me encanta que te duela — dijo viéndome a los ojos con deseo y malicia — Y se nota que a ti también te encanta que te duela.


— Claro que me-¡Ah! c-claro que me encanta, t-tú me acostumbraste así — dije entre jadeos mientras tomaba los hombros ajenos y le sonreía a mi prometido con deseo — ¿Estás disfrutando de tu regalo, mi amor?


— ¿Disfrutarlo? Taylor, quiero cogerte toda la noche — dijo mientras me hacía moverme de nuevo, sacándome roncos gemidos de intenso placer.


Lentamente volvió a recostarme para ponerse encima mío, siguiendo con un vaivén lento y muy brusco, que me hizo venirme de golpe, pero aún cuando yo me vine, Robert no dejó de moverse.


— ¡Ah, Robert! ¡e-espera, me duele!


— ¿Te duele, eh? pero si tu cuerpo no quiere dejarme ir — dijo hundiéndose de lleno en mi interior — Mgh, ¡mierda! me abrazas como si no quisieras dejarme ir, ¿y se supone que yo soy el que no quiere parar?


— E-Es que tu cuerpo me encanta — dije entre jadeos mientras veía cómo la hombría de Robert entraba y salía de mi cuerpo sin más, normalmente no me gustaba quedarme detallando tal vista tan vergonzosa, pero admito que con el tiempo me empecé a acostumbrar a ella.


Sonreí al sentir cómo mi pareja empezaba a besarme y morderme el cuello, obviamente quería marcarme como suyo, y no me molestaba en absoluto que lo hiciera, de hecho, me fascinaba.


— Ven acá — gruñó mientras me colocaba boca abajo para empezar a azotarme desde atrás mientras apretaba mis glúteos y mordía mi cuello con fuerza.


— ¡Ah, mi amor! ¡t-toca ahí! — le rogué al sentir cómo tocaba mi "punto sensible". — Se siente bien ser uno solo ¿verdad? — preguntó en mi oído mientras llevaba sus manos con las mías para apretarlas con fuerza, su anillo y el mío se rozaron cuidadosamente, aunque poco o nada nos importó, el único roce que mantenía ocupada nuestra atención, era el lujurioso roce de nuestra piel desnuda.


— Se siente increíble — admití entre jadeos mientras pegaba mi frente con la de él — Siento que podría morir en tus brazos y me daría igual.


— No mueras aún, gatito — demandó azotándome con más fuerza — Nos espera una vida llena de sexo y romance ¿o acaso quieres perdértela?


— ¡Ah, n-ni loco! — grité sacando la lengua, me estaban enloqueciendo sus palabras y sus movimientos, por lo que hundí mi cara en los cojines para seguir gimiendo de forma algo ahogada — ¡Ah! ¡Dios mío! ¡¿cómo puedes coger tan rico?!


— Qué lengua tan sucia — dijo risueño mientras aceleraba su vaivén, tomando mis caderas con firmeza y alzándolas un poco, mientras yo aún tenía la cara hundida en los cojines, pero aún se lograban distinguir mis gemidos fácilmente, sí, así de fuertes eran.


— ¡¡Ahh, ahh, mi amor!! — gemí sintiendo algo de ardor en mis glúteos a causa del choque de la piel de Robert contra la mía, no imaginaba lo roja y colorada que tendría dicha zona al día siguiente.


— Cálmate, gatito; la noche es jóven — dijo mientras proseguía con su vaivén, es increíble la manera en la que me asustaba y entusiasmaba oír cómo Robert admitía que me cogería toda la noche, supongo que es de los privilegios que obtienes al salir con una persona adicta al sexo, aunque el daño colateral y más evidente, es que tú también te vuelves adicto a dicha práctica tan deliciosa y desvergonzada.



Continuará


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