58 - 'Inconfundible'
Estaba en la cocina sirviendo varias copas de vino, luego de lo que dijeron los niños empecé a sentirme muy avergonzado, y preferí ocultarme en la cocina con la excusa de que estaba ayudando a Molly con la cena, aún cuando Robert y Catherine me insistían en que me quedara platicando con ellos.
— Oye — murmuró cierta chica rubia que llegó a la cocina conmigo, yo sonreí apenado al verla — Hola ¿cómo te sientes?
— Algo cansado — dije mientras cerraba el vino y lo dejaba de lado — Lamento haberte dejado sola hoy.
— Descuida, tu suegra es encantadora, ella me cae muy bien, me quedé platicando con ella hasta que llegaste.
— Entiendo — murmuré tomando una copa de vino para darle un sorbo.
— Oye, ¿compraste algo? — preguntó Mónica, yo estuve a punto de comentarle lo que conseguí, pero oír cómo una voz jóven se acercaba hacía nosotros, detuvo por completo mis planes.
— Oye Madonna, ¿el tío Robert tiene Redbull? — preguntó Will mientras llegaba con nosotros.— No deberías tomar esa cosa a tu edad — le regañé.
— ¡No son para mí, son para papá! — dijo con fastidio, logrando sacarle una sutil risa a Mónica, y apenas la escuchó reír, él se quedó helado mientras un gran rubor inundaba sus mejillas, cosa que me hizo sonreír con malicia.
— ¿Y tú por qué te sonrojas, eh? — dije burlonamente, él me miró con nerviosismo sin saber qué decir — ¿Acaso te gusta mi mejor amiga?
— ¿Q-Qué? n-no, yo— iba a hablar, pero Mónica le interrumpió.
— Eres un encanto, lástima que ya tengo novio — dijo ella mientras le apretaba la mejilla, cosa que logró sonrojar aún más a William.
— ¡Will! — habló una voz desde la sala, que logró que el chico se apartara de nosotros y se fuera rápidamente al sitio en cuestión, y apenas nos quedamos solos, Mónica y yo empezamos a reír burlonamente.
— No puede ser, esa estuvo buena — le dije palmeándole el hombro.
— Cielos santo, me abruma estar rodeada de tanta gente pelinegra, hasta los niños tienen el cabello negro — explicó ella — Se nota que los genes Dawson son bastante fuertes.
— Lo son — dije suspirando sutilmente — Pero el gen que predomina por aquí es el mal carácter. Por cierto ¿cómo te fue cuando llegaron George y Alice? ¿te dijeron algo hiriente?
— Para nada, la hermana de Robert me miró con recelo, pero creo que no me dijo nada solamente porque su madre se lo impidió.
— Entiendo, menos mal que fue así, no me habría gustado en absoluto que se desquiten contigo — dije mientras tomaba algunas copas de vino — ¿Me ayudas?
— Claro — dijo tomando algunas copas también para ir a la sala y empezar a repartirlas a los invitados, al único que no le di vino fue a Robert, solo porque él ya estaba bebiendo whisky.
Nos quedamos platicando un rato más (yo me quedé escuchando cómo los demás hablaban) y luego todos nos dispusimos a cenar, y estando ahí en el comedor, noté la ausencia de cierto sujeto de cabello canoso y ojos azules, entendía perfectamente porqué no estaba ahí, pero igual me sorprendía, sobre todo porque Catherine era una mujer que amaba la unión familiar, pero entiendo que ella decidió venir sin John, precisamente para mantener el espíritu de "unión familiar" luego de que su esposo ofendiera a todos y cada uno de sus hijos, aunque es una teoría mía solamente.
Luego de cenar, ayudé a Molly a recoger la mesa, mientras Catherine seguía hablando con sus hijos, aunque me pareció raro ver que mi pareja se levantó del sofá de repente y avanzó hacía nuestra habitación.
— Discúlpenme un minuto — dijo mientras caminaba a la habitación, aunque me alertó ver cómo me hacía una seña para acercarme hacía él, cosa que hice sin dudarlo dos veces.
— ¿Qué pasa, amor?
— Iré a ducharme para irnos — susurró en mi oído, cosa que me abrumó bastante — ¿Te quieres duchar aquí o esperarás a que lleguemos allá?
— ¿Adónde vamos? — dudé, él me sonrió para guiñarme el ojo.
— ¿Olvidas qué día es mañana? — murmuró coquetamente, cosa que me abrumó bastante.
— No termino de entenderte — susurré algo intrigado, mi prometido me sonrió pícaramente para besarme la frente dulcemente.
— Excúsate con Mónica, dile que tendremos una cita.
— ¿Cita? — dije mirando cómo Robert se apartaba de mí para ir a ducharse, estaba bastante abrumado, aunque oír la palabra "cita" logró emocionarme bastante, hace mucho que Robert y yo no teníamos una cita, de hecho, al vivir juntos, veía innecesario que tuviéramos citas, pero eso no quita el hecho de que igual me emocionaran bastante.
Caminé hacía el sofá donde Mónica estaba sentada bebiendo algo de té, y cuando me senté a su lado con una sonrisa curiosa, ella me miró algo abrumada.
— ¿Todo bien?
— Tendré una cita con Robert — admití, haciendo a mi amiga sonreír ampliamente.
— ¡Eso es fantástico Ty!
— ¿No te molesta que te deje sola otra vez, verdad? digo, me avergüenza mucho que vengas a verme y que te deje aquí encerrada en casa.
— ¿Bromeas? ¡adoro esta casa! la cama es enorme y cómoda, el clima es delicioso, Robert dijo que podía comer y beber lo que quisiera, además de que hay quinientos canales de televisión disponible ¡Ty siento que estoy de vacaciones!
— Me alegra que te la estés pasando bien a pesar de todo — murmuré sonriendo algo apenado.
— Me encanta poder descansar luego de tantos días sin siquiera poder dormir bien, Ty; además, puedo verte al menos un rato al día, y adoro muchísimo que tú y Robert la estén pasando tan bien, nada me alegra más que seas feliz, cielo.
— Gracias Moni — dije sonriendo cálidamente. Mi amiga me besó la mejilla para tomar la taza de té y darle un sorbo, mientras se dedicaba a escuchar algunas de las anécdotas de mi suegra con sus hijos.
— Recuerdo que George y Alice eran bastante revoltosos, y Robert siempre terminaba echándose la culpa por ellos, aunque un día fue Robert quien hizo una travesura terrible.
— ¿Qué hizo? — pregunté.
— Estábamos en Escocia, su abuelo tenía algunos trofeos de cacería en la chimenea, y Robert se encaprichó con que quería aprender a cazar igual que su abuelo Mervin.
— ¿Qué edad tenía? — preguntó Mónica.
— Doce — dijo George — por obvias razones papá y mamá le dijeron que no, pero eso nunca detuvo a mi hermano.
— Tomó un rifle de Mervin y se fue solo al bosque, regresó con un venado y dos zorros — admitió Catherine riendo algo abrumada — Yo casi me infarto cuando lo ví, su padre estaba furioso, y Mervin estaba orgulloso.
— Sí suena a algo que haría él — dije riendo por debajo con cinismo, mi prometido era el rey del misticismo, le daba igual que le dieran una negativa, si él se proponía lograr algo, lo conseguiría, siempre era así.
Miré de reojo cómo Charlie jugaba con una pequeña consola de videojuegos, cerca suyo estaba Lorenzo, quien trató de ir hacía él, pero un brusco agarre de parte de su padre le impidió hacer esto, cosa que me dejó muy abrumado y algo receloso, entendía que era por la disputa entre Sandro y George, pero me parecía tan absurdo que metieran a los niños en sus tonterías sin sentido.
La plática duró un rato más, hasta que finalmente salió mi prometido, recién bañado y con el cabello húmedo, usando un pantalón de color negro y la camiseta de Queen que le obsequié hace tiempo; todos los presentes voltearon a verlo de inmediato.
— Hu lala — canturreó Alice — ¿Adónde vas, hermanito?
— A canjear mi regalo — dijo él de manera coqueta mientras me hacía una seña para que fuera hacía él, cosa que hice, mientras comenzaba a temblar por lo guapo que se veía mi pareja (como siempre) — Mamá, Ally, Georgie, los dejo a cargo; Mónica querida, esta es tu casa; Taylor y yo volvemos mañana.
— ¡¿Mañana?! — dijimos Alice, Catherine y yo al unísono, yo le miraba sin entender en absoluto lo que él planeaba, pero sorprendentemente, el único que parecía entender lo que ocurría, era George.
— Conduce con cuidado, Bob — dijo George — Y no te excedas con la champaña del hotel.
— ¿Hotel? — dijo Catherine muy confundida, y no la culpo, a mí también me intrigó la palabra "hotel".
— ¿Cómo que un hotel? ¿no te quedarás aquí?
— No con la casa llena, no espero que lo entiendas, hermanita; es cosa de hombres — dijo mi prometido sonriendo cínicamente.
— ¿Cosas de hombres? — dudé, aunque George se levantó para palmear el hombro de su hermana y el de su madre.
— Recuerden de quién estamos hablando, quién está por cumplir años — murmuró George de manera algo cínica, yo no terminaba de entender lo que estaba sucediendo.
— Yo no termino de entenderte, hijo — dijo Catherine.
— Te lo diría abiertamente, madre, pero no con los niños aquí, son demasiado impresionables — dicho esto, Robert me tomó del brazo y me jaló hacía las escaleras principales, yo le miraba sin entender lo que estaba sucediendo.
— ¿Nuestra mentada cita es en un hotel? — renegué.
— ¿Querías tener sexo con la casa llena de gente? — dijo él mientras caminábamos a la salida de nuestro hogar.
— N-No ¡p-pero pudiste decírmelo con tiempo!
— Lo planeé de último minuto, ya que no contaba con que se quedarían hoy en casa — explicaba mientras salíamos y caminábamos hacía el auto de mi pareja — Además, creí que querías conocer los hoteles de Londres.
— S-Sí pero, e-eso fue muy abrumador — dije suspirando con molestia — ¿Cómo sabía George tus intenciones?
— Se lo dije cuando llegó, aprovechando un momento donde nos quedamos solos — afirmó mientras abría la puerta del auto y se subía al mismo, acción que yo copié, mirándole muy abrumado.
— ¿T-Tú le cuentas a tu hermano abiertamente tu intimidad sexual?
— No abiertamente, pero le tengo la confianza suficiente para admitir que me quiero coger a mi prometido — afirmó alzando los hombros despreocupadamente mientras encendía el auto, vaya que amaba y odiaba esa faceta tan cínica en mi pareja.
-
Llegamos de repente a un enorme y muy lujoso hotel, donde mucha gente de aspecto muy fino entraba y salía sin más, me recordó demasiado al hotel de cierta película sobre una chica que se dedicaba a vender su cuerpo hasta que conoció a un hombre adinerado, ¿era igual a mi historia de amor? no, eran polos totalmente opuestos, pero eso no implica que yo no ame esa película.
Robert nos registró para irnos juntos a nuestra habitación, la cual era enorme, tenía una vista preciosa de Londres, ni siquiera en casa teníamos una vista así.
— Wow — murmuré entrando a la habitación para ir a la ventana y ver las hermosas luces de la ciudad, sintiendo las pisadas de mi pareja avanzando detrás de mí lentamente, haciéndome sonreír coquetamente.
— Hermosa ¿verdad?
— Bellísima — admití, él se paró a mi lado para ver con detenimiento su ciudad natal.
— A veces pienso en mudarme, pero... soy demasiado local para hacerme a la idea de vivir en otra ciudad, aún cuando le dije a Giselle que me iría a américa con ella, en el fondo sentía que mis palabras eran vacías, porque no habría aguantado ni dos meses viviendo fuera de mi país.
— Gracias por traerme — murmuré sonriendo y volteando a verlo — Gracias por mostrarme esto.
— Gracias a ti, por venir — susurró besando suavemente mi frente, yo no pude evitar tomar sus mejillas y besarlo hambrientamente.
— Ya me siento bien — dije sonriendo coquetamente — Ya el cuerpo no me duele, estoy seguro de que ya la hinchazón se bajó, así que quitémonos la ropa y celebremos tu nacimiento, mi querido anciano.
Robert rió coquetamente al oírme, aunque me abrumó ver cómo frenaba mis intentos por quitarme la ropa.
— Aguarda — murmuró tomándome de las caderas — No quiero que te apresures, tenemos toda la noche para dedicarnos al romance.
— ¿De qué hablas? — cuestioné, él me sonrió para guiñarme el ojo.
— He pensado que, casi siempre te digo abiertamente "quiero hacerlo" y tú ya accedes, y eso me gusta, pero... siento que falta algo, falta un poco de... sensualidad — murmuró empujándome lentamente hacía la cama para hacerme sentarme en ella, cosa que me hizo sonrojarme y mirarlo hambriéntamente — Hoy quiero dedicarme a cortejarte, Ty; hoy te quiero seducir.
— P-Pero tú siempre me seduces — dije bastante nervioso y apenado, él me sonrió para apretarme suavemente la mejilla.
— Porque me gusta hacerlo — admitió, y apenas escuchó cómo tocaban la puerta de la habitación, fue a ver de quién se trataba.
Aprovechando que Robert se apartó, me dispuse a ir corriendo al baño, olfateando mi aliento y viendo lo desaliñado que estaba, con el cabello revuelto y la ropa arrugada, él era tan sexy, y yo tan corriente.
Me arreglé un poco y volví corriendo a la cama para sentarme con las piernas cruzadas, asombrándome al verlo llegar con champaña, fresas y algo de chocolate, de nuevo recordé la película de Julia Robberts, cosa que me hizo sonreír algo apenado.
— ¿Y eso? — dudé.
— Algunas cosas que pedí en recepción — comentó mientras empezaba a servir dos copas de champaña, el ambiente era muy raro, no era incómodo, pero sí era muy tenso, me empezaba a sentir ansioso y asfixiado, moría por quitarme la ropa, y eso que Robert no había empezado aún con el "romance".
— Gracias — susurré al recibir una copa de su parte, él me sonrió pícaramente para dejar de lado su copa y empezar a servir las fresas con el chocolate — M-Me sorprende que quisieras hacer algo así.
— He querido hacerlo desde antes, pero nuestros compromisos retrasaban mis planes, así que tomé mi cumpleaños de excusa para escaparnos, espero que mi intento de ser romántico no te agobie — dijo mi pareja mientras bañaba aquellas fresas con chocolate, haciéndome agua la boca, aunque no sé si por él o por el fruto en cuestión.
— N-No, m-me encanta, solo... me tomaste desprevenido, como siempre — susurré riendo sutilmente mientras daba un sorbo a mi trago, aunque me alertó ver cómo Robert tomaba una fresa llena de chocolate y la colocaba frente a mí, traté de tomarla con la mano, pero él no me dejó, por lo que entendí rápidamente lo que él pretendía que hiciera.
Abrí la boca y mordí de forma algo lenta y lasciva la fruta en cuestión, sonriendo por inercia ante la combinación de sabores, relamiéndome los labios al sentir algo de chocolate derramarse por encima de estos.
— Se nota que te gusta — dijo él de manera burlona.
— Está muy rico — respondí cubriendo mi boca con mi mano al hablar mientras masticaba.
— Déjame verte — susurró quitando mi mano de mi boca, usando su pulgar para untarme chocolate en los labios, y al hacerlo, se acercó a mi boca para besarme lentamente, yo enserio luchaba por tomarmelo con calma, no apurar el acto sexual, pero miento si digo que ya no moría porque Robert me quitara la ropa y me hiciera gritar su nombre.
Sonrió de lado al apartarse de los besos, mirándome coquetamente mientras deslizaba sus dedos por mi mejilla.
— Te noto impaciente — susurró.
— Lo estoy — admití — Pero ignórame, n-no quiero apresurarme, tú lo dijiste, hay que gozar del romance.
— Eso quiero, pero me cuesta mucho trabajo ignorarte cuando empiezas a temblar por el éxtasis.
— ¿Estoy temblando? — pregunté de forma sumisa, Robert me jaló de los brazos para hacerme levantar de la cama y abrazarlo con fuerza, condensándonos en un beso sensual y muy apasionado.
— Así es — dijo entre cálido besos — ¿Quieres desnudarte?
— ¿Puedo? — pregunté, haciéndole sonreír con galantería.
— Desde luego — comentó, tomando la champaña junto con el chocolate y las fresas para caminar hacía la ventana de la habitación, donde había una pequeña mesa, y cerca había un sofá lleno de cojines, por lo que rápidamente tuve una idea que imagino, fue igual a la de Robert.
Tomé unas almohadas de la cama junto con algunos cojines, para dejarlos tirados en el suelo, logrando que Robert me mirara coquetamente.
— Vaya, tú piensas en todo — dijo mi pareja mientras dejaba la bebida y la comida en la mesa de noche, y al hacerlo, se acercó hacía mí para besarme lentamente mientras me acariciaba de arriba a abajo lentamente.
Jadee por debajo al sentir cómo Robert me recostaba con cuidado sobre los cojines, besando mi cuello mientras poco a poco me iba quitando la ropa, me sentía en las nubes, me encantaba que mi prometido se propusiera a ser romántico, eso de seducirme, me estaba enloqueciendo, en el buen sentido.
— Eres hermoso — me susurró al oído mientras terminaba de desnudarme, y al hacerlo, él empezó a quitarse la ropa también, haciéndome sonreír pícaramente.
— Te amo — murmuré tomando uno de sus pectorales y apretándolo suavemente, afortunadamente no le molestaba que le toque esa parte.
— Yo también te amo, cariño — dijo volviendo a besarme lentamente, mientras me acariciaba el cuerpo con ternura, sin disponernos a empezar el acto sexual todavía, solo nos disponíamos a gozar el uno del otro, ¿porqué tuvimos que esperar tanto para hacer algo así?
— Espera — susurré tomándole los hombros, logrando que él me observara curioso, sobre todo al verme tomar aire y echar la cabeza hacía atrás.
— ¿Estás bien? — preguntó juguetonamente.
— Sí, solo... estoy más caliente de lo que pensé — admití con vergüenza, Robert sonrió para besarme el pezón y apartarse un poco de mí.
— Solo estás nervioso, la champaña te ayudará.
— Siento que es estúpido que aún después de tanto tiempo juntos me ponga nervioso estar así contigo — admití con frustración mientras lo veía acercarme la champaña y las fresas.
— Es normal, cariño, a todos nos ocurre.
— A ti no te ocurre — murmuré con frustración mientras tomaba una fresa y me la llevaba a la boca.
— ¿Eso piensas? — cuestionó — Que no lo admita, o que no lo demuestre, no significa que los nervios no me ataquen.
— Ay por favor, ¿qué te podría hacer sentir nervioso sobre nosotros?
— Nuestra boda — admitió tranquilamente, cosa que me dejó abrumado — No me quiero equivocar contigo, Ty, y me da miedo que mis intentos porque nuestra relación sea "perfecta y estable" solo terminen por agobiarte e incluso cansarte.
— Mi amor — murmuré apegándome a él para recostarme a su lado, viéndolo fijamente con una cálida sonrisa — Sé que soy impresionable, muy idiota, y muchas veces soy estúpido a la hora de actuar y tomar decisiones, pero nada en la tierra me haría querer alejarme de ti, así nos casemos en las vegas con un imitador de Luis Miguel como el ministro, ¡eso será igual de romántico para mí, y lo sabes!
— ¿Lo dices por el imitador de Luis Miguel, o por el hecho de casarnos al fin? — preguntó coquetamente mientras se ponía cómodo a mi lado, haciéndome reír mientras me recostaba un poco en su pecho, las almohadas hacían que él estuviera con el torso algo levantado, así que no era difícil estar acostados y beber champaña al mismo tiempo.
— Mm, tal vez por ambas — murmuré riendo pícaramente, estuve a punto de besarlo, pero rápidamente me aparté para levantarme de golpe del suelo — ¡claro, eso es lo que hace falta! — clamé mientras iba corriendo hacía la cama con la copa de champaña en mano, haciendo a Robert reír.
— Qué lindo se ve tu trasero desde aquí — murmuró.
— Cierra la boca — dije entre risas mientras tomaba mi celular y empezaba a rebuscar en mi carpeta de música algo para mejorar el ambiente, a Robert y a mí nos gustaba esa música, así que no dudé que le gustaría oírla también.
— Bien pensado — dijo al verme acercarme con mi celular en mano, yo puse una canción y dejé el celular en la mesa de centro "culpable o no" fue la que elegí, era lenta, suave, aunque su letra era algo amarga, pero afortunadamente mi pareja no entendía del todo dichas letras por su léxico, así que él no me puso cara larga cuando la puse.
Me volví a acostar en su pecho para seguir besando a mi prometido con deseo, mientras él acariciaba mi espalda de arriba a abajo con delicadeza, amaba cómo sus suaves caricias dejaban más que claro lo mucho que mi prometido me deseaba, cómo se esmeraba porque mi cuerpo siempre estuviera cubierto por sus gruesas manos, y que mis labios siempre estuvieran impregnados del sabor de su boca, aún cuando solo nos dedicábamos a pecar, el lenguaje de amor de mi pareja era claro, conciso, e inconfundible.
Continuará
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