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56 - 'Merecía'

El resto de la tarde y la noche estuvimos platicando sobre nuestros planes de boda, Yelena recomendaba lugares muy lujosos para la boda, aunque Robert se veía algo indeciso, él me dejó claro que no quería una boda pequeña, pero tampoco quería sucumbir a las excentricidades de su mejor amiga, era algo obvio en realidad.


A eso de las 11:25, Yelena decidió que era hora de irse a casa, y Mónica también dijo que quería descansar, así que Robert y yo nos fuimos juntos a nuestra habitación, ¿a dormir? aún no, era demasiado temprano para dormir, al menos eso pensamos nosotros, sobre todo considerando que era sábado.


Bostecé mientras salía del baño de la habitación, estaba desnudo de la cintura para abajo, y arriba solo usaba un suéter algo grueso de mi prometido; él estaba acostado en la cama usando un suéter color vino, además de estar tapado por algunas mantas a causa del terrible frío que estaba haciendo.


— Hola — le saludé al meterme a la cama, él estaba ocupado viendo la televisión, uno de esos programas medievales que tanto le gustaban, por lo que se limitó a rodear mi cadera con su brazo y pegarme a su cuerpo, sin siquiera quitar la mirada del televisor.


— Hola — murmuró besándome la frente — ¿Hora de dormir?


— Sí — susurré besando suavemente sus labios — ¿Mañana qué haremos?


— Yo solo quiero descansar, hace mucho que no me tomo un día para solamente dormir, sería lindo que tomemos un día de hibernación ¿no crees?


— ¿"Día de hibernación"? — dudé algo abrumado y risueño — ¿Desde cuándo te gusta la idea de dormir todo el día?


— A todo el mundo le gusta descansar a menudo, Ty; que yo no lo haga no significa que no me agrade la idea.


— Mh, sospecho que tomas eso de excusa para que no tengamos sexo — dije entre sutiles risas, haciendo que Robert sonriera cínicamente y alzara las cejas.


— Es posible — murmuró bostezando un poco — Te recomiendo descansar igual, mi cumpleaños será un día agotador para ti.


— ¿Y eso porqué? — dudé riendo sutilmente.


— Porque apenas despierte quiero canjear mi regalo — susurró mientras deslizaba su mano por encima de mis nalgas, cosa que me hizo sonrojarme totalmente, mientras él me sonreía coquetamente.


— ¿O-Osea que vamos a— traté de hablar, pero él me interrumpió en seco.


— Todo el día, cariño — jadee abrumado en cuanto mi prometido dijo eso, a mi líbido le encantó la idea, pero a mi sentido común, que estaba perfectamente consciente de que mi cuerpo no aguantaría todo un día de sexo salvaje y desenfrenado, la idea le aterró, aunque igual no sirvió de nada aterrarme, porque eso iba a suceder sí o sí.


— B-Bien, mejor me duermo entonces — murmuré acurrucándome en el pecho de Robert con intenciones de dormir, mi pecho latía con mucha fuerza, saber que el día de su cumpleaños él solo quería devorarme, me hacía sentir un poco especial, pero al mismo tiempo, me frustraba pensar que no había algo más que pudiera regalarle a mi pareja.


Cerré los ojos tratando de dormir, sintiendo cómo Robert me besaba y acariciaba el cuerpo con ternura, amaba que él me consintiera de tal manera, "este es mi lugar feliz" pensé mientras gozaba del calor corporal de mi pareja.


-


No sé qué hora era exactamente, solo sé que ya era de día, y lo supe por los rayos de sol que se colaban por la ventana de nuestra habitación, Yo seguía dormido sobre el pecho de Robert, él estaba profundamente dormido también, creo que no se equivocó cuando dijo que quería dedicarle el día únicamente a dormir, algo que me llenó de ternura, pero viniendo de Robert, se me hizo muy peculiar.


— Buenos días — susurró besándome el cuello suavemente — ¿Dormiste bien?


Asentí con la cabeza manteniendo los ojos cerrados, me sentía algo caliente, pero también me sentía adormilado, tal vez era porque esa mañana hizo un poco más de frío de lo usual.


— ¿Tienes hambre? — preguntó besándome suavemente.


— Un poco — admití abriendo los ojos, sonriendo al ver la cara adormilada de Robert — Qué lindo eres.


— Gracias — respondió besándome el cuello de nuevo — Tú eres hermoso.


— No exageres — susurré besando sus labios lentamente, él me correspondió los besos de forma lenta y muy sutil, no parecía apurado en absoluto, y eso era igual de encantador que cuando me besaba con hambre y locura, era tan encantador.


Ambos nos abrazamos para seguir besándonos sin intención alguna de empezar algo sexual, solo saboreábamos los labios del otro mientras disfrutábamos nuestro calor corporal, era hermoso despertar y poder dedicarnos solamente a besarnos y acariciarnos, creerán que lo hacíamos a menudo, pero mis obligaciones y las suyas no nos permitían darnos ese lujo, por eso nos encantaba aprovechar cada momento libre que teníamos a la mano.


Volteamos la mirada al oír la puerta ser tocada con insistencia, pero lo que me alertó fue oír cómo abrían la puerta sin esperar siquiera una respuesta.


— ¡Buenos días! — clamó Teresa mientras entraba con una bandeja llena de comida para nosotros.


— Vaya Teresa, qué puntual — dijo Robert entre risas mientras se sentaba en la cama conmigo entre sus brazos, me abrumaba estar desnudo de la cintura para abajo frente a Teresa, aunque por suerte me tapaban las mantas.


— Es raro que no se levantaran a desayunar, así que decidí traerles la comida — dijo ella mientras dejaba la bandeja en la cama — Tu amiga rubia ya comió.


— ¿Mónica? ¿y dónde está ella? — pregunté.


— Está abajo hablando por teléfono.


— ¿Quieres ir a saludarla? — preguntó Robert mientras me besaba suavemente el cuello, mi piel se erizaba cuando sus labios rozaban dicha área de mi cuerpo, juraría que los besos en el cuello son lo que más logran alterar mi líbido, aunque mi prometido por sí solo logra enloquecer dichas sensaciones en mi piel.


— Sí, pero primero comeré algo — dije tomando una galleta de la bandeja para llevármela a la boca.


— Bien muchachos, el almuerzo está en el horno y mi número en la puerta del refrigerador — dijo Teresa mientras nos apretaba las mejillas a ambos.


— ¿Debes irte? — pregunté.


— Así es, pero vendré mañana temprano.


— De acuerdo, ¿quieres que te llame un taxi? — preguntó mi prometido.


— No hace falta, tomaré el transporte público.


— ¡Por favor, Teresa! — clamó mi prometido para hacerme a un lado y levantarse de la cama, me sorprendió ver que él sí estaba vestido con un pantalón para dormir largo, ¿el único que dormía dispuesto a tener sexo a media noche era yo?


Robert acompañó a Teresa a toma un taxi, yo aproveché para vestirme, comer un par de cosas más, e ir a saludar a Mónica, ella estaba en la sala hablando por teléfono con Spencer, con una sonrisa de oreja a oreja que me hizo verla pícaramente.


— Sí, yo también te extraño — decía mientras miraba a otro lado con algo de vergüenza, yo arquee una ceja mirándola coquetamente, qué hermoso es poder reírte de las personas que se reían de ti en tu "época romántica".


— ¡Cuelga ya! — le dije mientras la sacudía del brazo, Mónica me dijo que me callara mientras escuchaba las posibles cosas sexuales que Spencer debía estar diciéndole, creerán que eran inventos míos, pero Mónica no sabe mentir, y el sonrojo que se formó en su cara tampoco.Cuando finalmente se dignó a colgar el celular, la miré sonriendo cínicamente, mientras ella me observaba algo abrumada y risueña.


— Spence te manda saludos — dijo ella.


— ¿Antes o después de decir que le encanta tu vagina? — pregunté cínicamente, ella se quedó callada un rato, y luego, admitió:


— ¿Antes?


— Eres una diablilla ¿sabías? — dije riendo pícaramente, y al ver a los lados que Robert no estaba cerca, me le acerqué para tomarla de los hombros y decirle — Necesito que me ayudes a conseguir un regalo para Robert.


— ¿Qué? ¿no ibas a obsequiarle el anillo?


— ¡Eso planeaba, pero sin querer terminé diciéndole lo que le daría! ¡y menos mal lo hice, porque él me dijo que no quiere que le obsequie algo caro pero vacío!


— ¿Cómo podría ser un anillo un obsequio vacío? él te dió uno, por eso le quieres dar uno también.


— ¡Lo sé! pero empiezo a dudar sobre qué tan buena idea es darle eso, e-es decir, se nota que Robert quiere algo más significativo, no una baratija costosa.


— ¿Y qué se supone que vas a obsequiarle entonces?


— ¡No lo sé, Mónica, por algo te estoy pidiendo ayuda! — gruñí entre susurros mientras miraba algo nervioso a mi mejor amiga — Es decir ¿qué puedes obsequiarle a un hombre que ya lo tiene todo?


— Pues, no conoceré mucho a Robert, pero solo sé que le gustan tres cosas; Scorpions, tú, y el whisky.


— También le encantan los pingüinos, pero ya tiene tazas y llaveros de ello, así que debo pensar en otra cosa.


— ¿Porqué no le preguntas a su madre?


— ¡Mónica no puedo! ¡creerán que yo no amo tanto a Robert!


— ¿Porqué dirían algo así?


— ¡Por no saber las cosas que le gustan! ¡él sabe casi todo de mí, y yo apenas sé algunas cosas de él! no puede ser — gruñí pasando mi mano por mi rostro, afortunadamente Mónica me tomó de brazo y trató de hacerme entrar en razón.


— Escucha Ty, que tú no conozcas las mil y un cosas que a Robert le gustan, no significa que tú no lo ames, y desde luego que eso no hará que él deje de amarte a ti, así que no te agobies en vano por algo así ¿de acuerdo?


Tomé aire tratando de hacerle caso a las palabras de Mónica, me aliviaba mucho tenerla conmigo, me daba ese confort que tanto necesitaba para no volverme loco, aunque igual el tema me seguía taladrando la consciencia.


— Dios, estoy exhausto — murmuró mi prometido mientras entraba a la sala con nosotros, yo le sonreí mientras le hacía una seña para que fuera hacía mí.


— Oww, ¿tienes sueño? — pregunté al verlo acercarse, y apenas llegó, se sentó a mi lado para abrazarme y acurrucarse en mis brazos, me llenó de ternura verlo así.


— Sí — murmuró con la cara en mi hombro — ¿Podemos ir a dormir?


— Amm — miré de reojo a Mónica, ella alzó los hombros con curiosidad, yo quería cumplirle el capricho a mi pareja de quedarme durmiendo con él, pero en serio quería resolver lo del regalo de cumpleaños para Robert, y debía hacerlo ese día, porque el día siguiente era su cumpleaños.


Volteamos al oír el timbre de la puerta principal, cosa que hizo a mi prometido gruñir con molestia, mientras yo suspiraba sutilmente y le acariciaba el cabello.


— Cálmate, yo iré — dije tratando de apartarme de él, aunque fue difícil, Robert tiende a ser igual de posesivo y dependiente que un cachorro.


Fuí rumbo a la puerta principal, y apenas la abrí, me quedé helado al sentir cómo se me iban encima para abrazarme con fuerza.


— ¡¡Madonna!! — gritaron al unísono aquellos demonios que se disponían a abrazarme con fuerza.


— ¡¡Agh, oigan!! ¡¿ustedes no estaban en hawai?! — les clamé mientras trataba de levantarme del suelo, y apenas aclaré la vista, vi una silueta rubia que me sonreía con encanto.


— ¡Taylor cariño! qué gusto me da verte.


— C-Catherine — murmuré levantándome para ir a saludarla — Q-Qué sorpresa verla aquí, junto a— murmuré viendo a los tres pequeños que me miraban divertidos — ¿Dos de ustedes no estaban en hawai?


— Sí, es que George decidió volver antes del cumpleaños de Robert ¡para que estuviéramos todos juntos!


— ¿Y George y Molly dónde están?


— Vienen más tarde, nosotros nos adelantamos con la abuela — dijo Will mientras empezaba a caminar escaleras arriba junto a los otros dos pequeños.


— ¿Dónde está mi Robert? — preguntó Catherine mientras copiaba la acción de los pequeños, yo cerré la puerta principal y me fuí tras ella.


— Está arriba, está algo exhausto.


— Mh, qué tradición tan rara la suya de querer dormir todo el día antes de su cumpleaños, solo cuando estaba con Giselle olvidó esa tradición un tiempo — oír la confesión de mi suegra me dejó algo abrumado, creí que eso de querer un "día de hibernación" era algo que se le ocurrió de repente, pero saber que ya acostumbraba hacerlo, me dejaba muy intrigado.


Apenas llegamos a la sala, pude ver a Charlie y a Lorenzo abrazando con fuerza a mi pareja, mientras William miraba abrumado a Mónica, con un gran rubor en su rostro, ya imagino porqué.


— ¡Cariño! — clamó Catherine mientras iba hacía él para abrazarlo con fuerza también.


— Mamá, creí que vendrían mañana — dijo Robert mientras trataba de zafarse de aquel agarre, cosa que me causó mucha ternura.


— Sí pero ¡me moría por verte, cariño! — dijo ella mientras se apartaba para verlo con atención, volteando a ver con curiosidad a la chica rubia a su lado — Oh, hola, no sabía que tenían visitas.


— S-Soy Mónica, señora Dawson, l-la amiga de Ty — dijo Moni mientras le estiraba su mano a Catherine, quien le sonrió ampliamente para estrechar su mano.


— ¿Tú eres la famosa Mónica? ¡ay cariño, es un placer conocerte al fin! Taylor habla maravillas de ti.


— Tío Robert — dijo Lorenzo — ¿Me cargas en tu espalda?


— ¡Y a mí, y a mí! — dijo Charlie, creí que Robert pondría mal gesto, pero él solo sonrió algo abrumado para levantarse del sofá y cargar a Lorenzo en su espalda, empezando a caminar por la sala con él encima suyo.


— ¡Wiii!


— ¡Oigan chicos, no hagan que su tío se canse tanto! — dijo Catherine.


— ¡Cargame tú, Madonna! — dijo Charlie volteando a verme, yo tragué en seco con nerviosismo, pero me fue imposible negarme, el pequeño diablo me daba mucha ternura, y no quería que Robert se excediera tampoco, además, William dijo algo que me motivó aún más a hacerlo.


— Olvídalo, Charlie; ¡míralo, es una nena! seguramente ni siquiera puede contigo.


— ¿Quieres apostar, enano? — dije agachándome frente a Charlie para hacer que se subiera a mi espalda, y apenas lo hizo, empecé a pasear con él encima mío, arrepintiéndome al instante, debido a que Charlie era el más robusto de esos tres diablillos.


— Aw, me encanta ver que ya se llevan tan bien — dijo Catherine al vernos.


— Mi tío Robert es el mejor — dijo Lorenzo — ¡Soy su sobrino favorito!


— ¡Ni en sueños! ¡el sobrino favorito soy yo! — replicó Charlie.


— Niños niños, no tienen que discutir por eso, yo los quiero a los tres por igual — dijo Robert mientras se acercaba al sofá para bajar a Lorenzo.


— Es otra forma de decir que yo soy su favorito — dijo William mientras sonreía con orgullo, aunque se quedaba embobado cada que volteaba a ver a Mónica, cosa que me hacía reír cínicamente.


— ¿Qué dicen si preparo algo para comer? — dijo mi suegra, haciendo a los tres pequeños gritar con emoción.


— Yo debo salir — dije mientras bajaba a Charlie, logrando que Robert me miraba algo serio y receloso.


— ¿Adónde vas? — preguntó.


— Debo...— traté de inventar una excusa, pero la jóven voz de Charlie me interrumpió.


— ¡¿Nos puedes llevar a Ratzzy's?!


— ¿Qué? ¡n-no, yo— traté de hablar, pero Will me interrumpió.


— ¡Vamos Madonna! ¡no seas amargado!


Los tres empezaron a agitarme los brazos, yo inhalaba profundamente para evitar decirles alguna grosería, aunque más me preocupaba el semblante serio de mi prometido.


— ¡Bien, con un demonio! — gruñí, los tres gritaron con emoción al oírme, mientras mi suegra reía algo divertida.


— Qué lindo, los cuatro pasando tiempo de calidad juntos, mientras yo me quedo con Robert y Mónica cocinando y tomando té.


— ¿Té? ¡me apunto! — dijo Mónica, cosa que me asombró, nunca la creí tan amante de algo que salía de una bolsa y solo lograba disolverse en agua caliente.


-


— ¿Puedo saber a qué vas a salir? — preguntó mirando cómo salía de la ducha con una toalla rodeando mi cadera, yo había ido a ducharme para salir, y en todo ese rato que me bañé, él estaba sentado en la cama esperándome, imagino que para interrogarme y regañarme.


— N-Necesitos zapatos — dije mientras caminaba por la habitación buscando qué ropa usar, él rió por debajo mientras arqueaba una ceja.


— Yo te compré zapatos, y camisetas también — tragué en seco pensando qué decir, pero al no hallar una respuesta válida, decidí optar por usar mi cuerpo para desviar la atención de Robert.— Es cierto — dije quitándome la toalla para quedar desnudo frente a mi prometido, mientras él sonreía maravillado — Pero ví un par ayer que me encantó, y me los quiero comprar.


Empecé a temblar al oír cómo caminaba hacía mí, sujetándome de las caderas y besándome el cuello suavemente, cosa que me hizo gemir por debajo.


— ¿Crees que me dejaré engatusar con ese chiste? — murmuró pasando su mano por mi vientre — No sabes mentir, Taylor, al menos conmigo no lo haces.


— Para — susurré mientras lo dejaba tocarme a sus anchas.


— Dime la verdad, Ty, ¿irás a comprarme un regalo, no es así?


Me quedé helado al no saber qué decir, no quería que Robert supiera que iba por un regalo para él, quería darle una sorpresa, pero lamentablemente, yo siempre he sido un asco para ocultarle cosas a mi pareja, no crean que es cosa del pasado, aún hoy en día suele ocurrirme.


Él rió por debajo para besarme dulcemente la mejilla, yo me sentí muy frustrado cuando lo escuché reír.


— ¿Te pido un taxi? — preguntó.


— No — murmuré con frustración.


— Irás con los niños, no puedes ir en el transporte público. Si quieres puedo pedirle a Brighton que te lleve.


— Prefiero el taxi entonces — dije mientras tomaba algo de ropa del clóset y caminaba a la cama con semblante frustrado, Robert rió nuevamente para abrazarme desde atrás y susurrarme al oído.


— ¿Te enoja no poder sorprenderme?


— Bastante — admití — Odio tanto no conocerte tan bien como me gustaría.


— Tú me conoces — murmuró rozando mi piel con sus labios — Sabes cuando algo me pasa, y eso es algo que mucha gente a mi alrededor no sabe distinguir aún.


— S-Sí pero, no hablo de eso — dije volteando a verlo con frustración — Hablo de... ¡l-las cosas que te gustan! no tengo idea de qué tipo de cosas te gustan ¡¿te gusta el arte?! ¡no lo sé! ¡¿te gusta la moda?! ¡tampoco lo sé! ¡aún ni siquiera entiendo porqué yo te gusté!


— Por tu honestidad, tu naturaleza impredecible, por tu originalidad, lo errático que puedes ser, pero al mismo tiempo por toda la ternura y timidez que esconden esos bellos ojos tuyos — murmuró acariciando mi barbilla suavemente — Son algunas de las razones por las que me enamoré de ti.


— Te enamoraste de un idiota — gruñí mientras un gran rubor se acentuaba en mis mejillas.


— Del idiota más hermoso, si me permites opinar — murmuró de forma burlona, cosa que me hizo mirar a otro lado con molestia, aunque me sorprendió sentir un suave beso en mi mejilla — No te esfuerces mucho, amaré cualquier cosa que venga de ti.


— ¿Aún si se trata de un jarrón con vómito? — dije de mala gana, él frunció el ceño con asco mientras me miraba abrumado.


— Taylor empiezas a sacar de contexto mis palabras.


— ¡Perdóname, pero me cuesta tomarme enserio que me digas que te gustará cualquier cosa que venga de mí! ¡¡sobre todo porque siento que debo llenar algún tipo de expectativas con el regalo que te voy a dar!!


— ¿Otra vez con las expectativas? — dijo con molestia mientras se cruzaba de brazos — ¿Yelena tuvo algo que ver?


— ¡No es por Yelena, es por todo! ¡eres un hombre que merece todo londres, yo apenas y puedo darte sexo sin sangrar como todo un inútil! — clamé con frustración absoluta mientras volteaba para ir al clóset nuevamente, estaba ventilando mis inseguridades sin siquiera darme cuenta.


— Esa cabecita tuya es bastante creativa en ciertas ocasiones — murmuró acercándose hacía mí para besarme el hombro suavemente — ¿Crees que un simple regalo de cumpleaños me hará dejar de amarte?


— No es el regalo, Robert — murmuré volteando a verlo — Mi cumpleaños lo hiciste inolvidable, en cada aspecto posible, ¡y-yo quiero replicar ese hecho! ¡pero me choca ser el menos pudiente y menos creativo en la relación!


— Tu sola presencia ya lo hace memorable — dijo tomándome de la barbilla para besarme cálidamente la frente — No creas que un simple obsequio hará o no memorable ese día.


— Sí pero, me ayudaría mucho saber qué quieres, enserio — dije mientras lo miraba haciendo un puchero, él rió por debajo para acariciar mi rostro dulcemente.


— Quiero tranquilidad, no quiero drama, solo quiero que la pasemos bien, tú y yo, junto a las personas que queremos.


— ¿Osea que podría obsequiarte un simple lápiz, y no tendría importancia alguna? no me parece justo.


— Lo material es indispensable, Taylor — murmuró besando dulcemente mis labios — ¿Quieres que te acompañe?


— No, estás cansado, mereces descansar.


— Pero me preocupa que salgas tú solo con los niños, podría ser difícil.


— Estaré bien, yo cuidaba de Tyson, sé lidiar con niños.


— Me refería a ellos, será difícil para ellos lidiar contigo — murmuró de forma burlona, yo le golpee el brazo para apartarme y disponerme a vestirme, aunque me detuvo un agarre en mi brazo que me hizo voltear la mirada, y al hacerlo, unos labios dulces chocaron de golpe contra los míos.


— ¿Prometes que no vas a matarte ni estresarte de más por esto, verdad? Lo que menos quiero es que vayas por todo Londres enloquecido al no saber qué obsequiarme.


— ... Lo haré — murmuré agachando apenado la mirada, me sentía tan inútil, no podía ni siquiera prepararle una sorpresa a mi pareja, no podía preparar un regalo decente que no fuera mi cuerpo, por más que él me decía que no le importaba, yo quería darle un regalo, él me regaló mucho en mi cumpleaños, y día a día me regalaba mucho también, ¿y yo no podía darle nada a cambio? era muy injusto, él no merecía algo así, no se merecía tener una pareja que le ofreciera tan poco, no me merecía en absoluto.


Continuará


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