47 - 'Genuinas'
Mi pecho latía de forma muy fuerte mientras mis manos temblaban sutilmente, yo miraba fijamente la televisión mientras mi mente creaba miles de escenarios en los que pasó algo terriblemente serio que hiciera que mi prometido llegara a casa considerablemente abrumado, "tal vez Terrence Dustin sí terminó siendo un imbécil" fue lo que pensé, mientras mordía mi labio inferior y observaba un comercial de condones sin ponerle mucha atención que digamos.
— Taylor — escuché una ronca voz detrás de mí que me hizo voltearme en seco, temblando un poco al ver la cara fría y severa que tenía mi prometido — ¿Teresa dejó de cenar?
— N-No, ya revisé el refrigerador, solo hay sobras de ayer.
— Ya esa mujer no quiere ni siquiera trabajar — escupió de mala gana mientras desabotonaba su camisa y avanzaba a la cocina, yo tragué en seco sin saber qué hacer, era primera vez que veía a Robert tan furioso.
— T-Tuvo que irse a casa rápido, s-seguramente tuvo alguna emergencia — expliqué mientras me levantaba del sofá para ir a la cocina con Robert, él rebuscaba en la alacena con algo de molestia, yo no sabía qué hacer, solo se me logró ocurrir una cosa, y creo que fue lo mejor que pude hacer en ese instante.
Tomé aire y me acerqué a Robert para abrazarlo desde atrás con mucha fuerza, pegando mi frente en su espalda, rezando porque no me gritara por haber hecho eso, aunque sentir cómo se quedaba quieto y se dejaba abrazar, me hizo darme cuenta de que mi prometido no pareció enojarse por lo que hice.
— ¿Está todo bien, mi amor? — murmuré con voz algo apagada y tímida, él suspiró pesadamente para acariciar con ternura mis manos, eso logró aliviar muchísimo a mi nervioso corazón.
— Podría decirte que sí, pero sé que no me creerías — murmuró dándose vuelta para verme a los ojos con pena y algo de frustración, tomando mis mejillas para acariciarlas — Y no quiero preocuparte diciendo que no.
— Así me preocupe, solo quiero que seas honesto conmigo — dije besando su mejilla para pegar mi frente con la suya — No me gusta verte así, mi amado anciano.
Él sonrió de lado para abrazarme con fuerza mientras mantenía pegadas su frente y la mía.
— Siempre sabes qué decirme, no sabes cómo amo eso de ti — dichas palabras hicieron que mi pecho latiera con fuerza, mientras un rubor inundaba de lleno mis mejillas, por un instante creí que todo había pasado, pero lamentablemente, ese solo fue el comienzo de todo.
El ruido del celular de mi pareja rompió por completo el silencio entre nosotros, y con él, también rompió la poca paz que se había generado en el ambiente.
Robert sacó dicho objeto de su bolsillo, me dió terror ver cómo apretó el celular con ira y observó con cólera absoluta quién era la persona que le estaba llamando, habría jurado que se trataba de Giselle para que él pusiera esa cara, aunque la verdadera respuesta era igual, o incluso peor que mis sospechas.
— ¡¿Qué carajo quieres?! — clamó mientras se apartaba de mí para caminar por la sala con el celular en el oído — ¡¡¿No te bastó con toda la maldita porquería que dijiste de mí en frente de mis socios?!! ¡¡No eres más que un pobre anciano infeliz que no sabe ni siquiera cuánto es el balance bruto de esa empresa que tanto te jactas de decir que es tuya!! ¡¡me he roto la maldita espalda por el patrimonio familiar, y tú solo sabes tacharme de incompetente!! ¡¡si no fuera por mí esa empresa habría quebrado hace años, y tú lo sabes bien!!
Miraba muy preocupado cómo mi prometido gritaba a la persona que estaba al otro lado de la línea, me costaba muchísimo deducir lo que estaba sucediendo, pero más que claro me quedó que todo eso había sucedido por negocios.
— ¡¡¿Sabes qué?!! ¡¡si tanto crees que tú lo harías mejor que yo pues bien, adelante, hazlo!! ¡¡veamos cuánto dura el maldito imperio Dawson sin mí!! ¡¡porque te guste o no, yo soy el que le dió forma a esa empresa!! ¡¡cualquier norteamericano con un poco de cerebro batallaría por asociarse conmigo, me lamerían las bolas si se los pidiera!! ¡¡pero a ti te encanta criticar mi manera de hacer negocios!! ¡¡¡gracias a mí es que aún tienes techo y comida, Jhonathan!!!
Oír eso me hizo suspirar con fastidio, saber que todo no era más que otra de las muchas discusiones de parte del odioso de su padre, hizo que mi preocupación se transformara en molestia.
— ¡¡No me interesa, no me interesa nada de la porquería que me digas!! ¡¡estoy harto de ti, estoy harto de Greene, estoy harto de todos los imbéciles que creen que por tener canas pueden cuestionarme!! ¡¡y ni creas que te debo nada a ti, solo has hecho mi vida lo más miserable posible!! ¡¡ni siquiera sé porqué sigo dejando que me aconsejes sobre cómo hacer 'mi' trabajo!! — dicho esto, Robert colgó el celular y lo tiró al sofá, para acto seguido, pasar ambas manos por su rostro mientras suspiraba pesadamente.
— ¿Todo bien? — pregunté acercándome hacía él.
— Vuelves a preguntar eso y voy a romper algo — dijo él sin una sola gota de tacto, haciéndome dar un paso atrás mientras lo observaba con pena — No quiero ser un cretino contigo, Taylor, pero creeme que no estoy de humor.
— ¿Qué fue lo que pasó?
— No quiero hablar ahora, solo seré cruel, y no quiero serlo, no contigo al menos — decía mientras caminaba hacía las escaleras principales, yo me fuí detrás suyo con algo de preocupación, sintiendo una impotencia terrible apoderarse de mi ser, al saber perfectamente que Robert planeaba cometer alguna indiscreción, y yo no me sentía capaz de frenarlo.
— ¿Adónde vas? — pregunté mientras caminaba detrás suyo.
— Quiero calmarme, o terminaré haciendo una idiotez.
— ¿Vas con Yelena? — él volteó de golpe para verme con frialdad, frialdad que me hizo dar un paso atrás, pero sorprendentemente, no me acobardó del todo — Merezco saber adónde vas, ¿qué pasa si te ocurre algo?
— Estaré bien, Taylor — dijo con algo de increduliad mientras tomaba las llaves de su auto y se las metía al bolsillo, para acto seguido, tomarme con fuerza de la barbilla con una sola mano, y hacerme verle a los ojos — Lamento actuar así, espero puedas entender que no estoy en mi mejor momento.
— Lo entiendo, pero siento que necesito saber lo que te ocurre — él inhaló profundamente mientras pasaba su pulgar por mis labios.
— Terrence Dustin no quiere asociarse con las empresas Dawson — dijo Robert — Dice que alguien le mencionó que somos una empresa descuidada, poco ética, que defrauda totalmente a sus socios, y eso le hizo desconfiar.
— Dios mío, ¿q-quién pudo haber dicho algo así?
— ¿Enserio, Taylor? — dijo de mala gana, rápidamente entendí lo que quiso decir, y suspiré con molestia mientras maldecía entre dientes — Desde luego que imaginé que fue tu padre quien dijo eso; es por ello que traté de convencer a Dustin de tener una segunda reunión.
— ¿Y qué ocurrió?
— John Dawson abrió su gran boca — gruñó con odio absoluto mientras miraba a otro lado — Como siempre, actuó en base a su orgullo, diciendo que él no toleraría que le falten el respeto de esa manera, y dijo que ni loco haría un trato con ese hombre.
— ¿T-Tu padre estuvo en la reunión? ¿p-pero no estaban en suiza?
— Volvió apenas supo que Terrence Dustin venía a Londres, pero hubiera preferido mil veces que se quedara donde estaba — gruñó de forma tosca para apretar su puño libre, yo suspiré pesadamente para intentar tomar la mejilla de Robert, pero él me lo impidió — Te amo, Taylor, mataría por ti y lo sabes, pero ahora no me siento bien, quiero estar solo.
— ¿Porqué? — murmuré algo decepcionado — Estar solo no te hace bien.
— Prefiero eso, a herir a las personas que me importan — murmuró acariciando con ternura mi mejilla — Lamento mucho actuar así, pero nunca me perdonaré gritarte por culpa de una discusión con mi padre, ¿puedes entenderlo?
— Lo entiendo — murmuré acariciando su mano para besarla dulcemente — Por favor no llegues tarde, no quiero que te hagas daño.
— Lo haré — dicho esto, tomó mi cuello para besarme rápidamente, y acto seguido, salió de nuestro hogar azotando con algo de fuerza la puerta detrás de sí.
Tomé aire mientras algo de dolor inundaba mi pecho, Robert realmente lucía histérico, eso me llenaba de pavor, "no cometas una indiscreción, amor mío" pensaba con preocupación, mientras oía cómo él encendía su auto y se marchaba de nuestro hogar.
-
11:29 marcaba el reloj, yo estaba con los nervios de punta, caminando de un lado a otro mientras me mordía el labio inferior, me había puesto unos jeans y un suéter grueso, empezaba a hacer frío, quería creer que eso era lo que causaba mis temblores, pero eso sería mentir, ya que el frío poco o nada me afectaba en ese instante.
Alcé la mirada al oír el timbre sonando con insistencia, quise creer que Robert había olvidado sus llaves y por eso tocaba el timbre, pero recordar el momento donde tomó sus llaves y las guardó en su saco junto con las llaves del auto, hizo que dicha esperanza muriera en seco sin más.
Corrí escaleras abajo y fuí a la puerta para abrirla, quedándome helado al ver que se trataba de Yelena, quien mostraba un semblante frustrado y preocupado en su rostro.
— ¿Ty? — dijo ella mientras entraba y me abrazaba con fuerza.
— ¿Yel? — murmuré correspondiendo su abrazo — ¿Q-Qué ocurre?
— ¿Estás bien? ¿él te dijo algo? — rápidamente entendí a lo que se refería, cosa que me hizo dar un paso atrás y verla sin saber qué decir.
— N-No mucho, e-estaba muy histérico, pero trató de ser lo más amable conmigo, recalcándome que no quería lastimarme, pero que quería estar solo.
— Dios santo — murmuró ella mientras pasaba su mano por su rostro.
— Yelena ¿tú sabes lo que pasó?
— ¡¿Saberlo?! ¡¡yo estuve ahí cuando ocurrió!! ¡¡John gritó a Terrence Dustin en frente de toda la directiva, y cuando Dustin se fue, le gritó a Robert y casi lo golpea!!
— ¡¡¿Qué?!! — escuchar eso hizo que mi pecho doliera terriblemente, ya entendía porqué mi pareja estaba tan ofuscado.
— De no ser porque Robert lo empujó, definitivamente lo habría golpeado, ¡y de no ser porque Arthur y yo sujetamos a Robert, él habría golpeado a John frente a todos!
— Dios mío — murmuré cubriendo mi rostro con mi mano, me hirvió la sangre al oír el nombre de ese maldito pecoso, pero poco o nada me importaba en ese instante, lo que me importaba era mi prometido.
— Vine apenas pude, imaginé que Robert estaría muy nervioso, ¡se niega a contestarme las llamadas! solo cuando está enojado es que actúa así, tiende a aislarse cuando está furioso.
— Me dijo que quería estar solo, c-creí que estaría contigo — murmuré entre gruñidos de frustración — Maldición, Yelena, ¿dónde está mi novio?
— Cálmate Ty, tengo una idea de en dónde puede estar, solo que no sé si quieras que vayamos a buscarlo, considerando lo enojado que está.
— Prefiero que me grite a arriesgarme que le ocurra algo — dije mientras ocultaba mis manos en los bolsillos de mi pantalón, Yelena rápidamente asintió a mis palabras y me guió hacía su auto, yo cerré las puertas de casa y me fuí con ella, tan solo escuchar lo que ella me dijo, mi corazón latía con mucha fuerza a causa de la rabia y la impotencia, ahora entendía de sobra porqué mi prometido se vió forzado a actuar como lo hizo, y no lo culpo, él al menos tuvo el autocontrol suficiente para no gritarme ni romper cosas cerca suyo, y es lo que más admiro de él, porque yo no me habría contenido, habría gritado y roto todo a mi alrededor, sin pensármelo dos veces.
-
Llegamos a un sitio ya conocido para mí, aquel lugar donde yo cometí la indiscreción de emborracharme y hablar idioteces por horas, todo a causa de un ataque de celos provocado por cierto tipejo pelirrojo que no pretendía ocultar su deseo por mi pareja, tan solo recordar ese día donde George tuvo que sacarme de ahí, la vergüenza inunda por completo mi ser.
— Ese es su auto — dijo Yelena mientras bajábamos del vehículo, aliviándome totalmente al ver el auto blanco de mi prometido estacionado ahí — Sabía que estaría aquí.
— Pero George está de viaje — dije mientras caminábamos al interior de dicho local.
— Estando él o no, Robert prefiere beber aquí, dice que le gusta el ambiente, pero yo siento que lo hace para apoyar a su hermano — dicha explicación me generó mucha ternura, y me hacía adorar aún más a mi pareja por sus bellos sentimientos para con sus seres queridos de siempre querer brindarles su apoyo (aún cuando estos no siempre eran tan leales con él).
Apenas entramos a dicho local, fruncí el ceño al ver la multitud que bailaba y reía sin más, asqueándome al oír que tenían puesto hard rock de fondo, no me malentiendan, admito que es buena música, pero personalmente, es demasiado ruidosa y brusca para mí, ¿y lo irónico de todo? es que a mi esposo le encanta esta música, y yo conozco los mejores éxitos de dicho género por él, no renieguen nunca de algo, muchachos, porque la vida les hará pagarlo con creces.
— ¡Ahí está! — clamé al aclarar la mirada y ver hacía la barra, donde un sujeto de cabello negro bebía de golpe un "caballito" de una bebida rojizo-naranja que yo temía con el alma que fuera Tequila, pero al parecer, sí se trataba de eso.
Yelena y yo nos acercamos hacía aquel sujeto de ojos azules, quien rellenaba su vaso sin percatarse de que nosotros nos estábamos acercando a él.
— Hola guapo — habló una mujer rubia que se acercaba y se sentaba junto a él, yo estuve a punto de interceder, pero Robert se logró defender solo.
— Hola señorita, lamento desilusionarte, pero estoy felizmente comprometido con un chico hermoso, así que mejor vé e invita a alguien más a embriagarse contigo, ¿de acuerdo? — afirmó mientras le guiñaba el ojo a aquella chica, ella suspiró con decepción para levantarse e irse, y aprovechando que yo estaba cerca suyo, miré con odio absoluto a aquella barbie con pechos de silicona, quien me miró abrumada mientras se alejaba de la barra.
— Se acabó la fiesta, Boby — dijo Yelena cuando finalmente nos acercamos a mi prometido, haciendo que él volteara y nos mirara con asombro, había algo muy diferente en él, y no era solo el hecho de que ya se le había bajado el enojo, era algo más, que no tardé mucho en deducir.
— ¡Yel! ¡qué bueno que llegas! ¡ven, siéntate, vamos a beber un poco! — dijo mi prometido con la lengua algo trabada, eso me hizo jadear con asombro total, no lo podía creer, Robert estaba ebrio, ¿pero qué digo ebrio? ¡estaba borracho!
— Ay por Dios — murmuré cubriendo mi boca con mi mano, logrando que él alzara la mirada y me dedicara una amplia sonrisa muy encantadora.
— ¡Oye pero si es mi Ty! — clamó levantándose de su asiento para ir hacía mí y abrazarme con fuerza — ¡Mi gatito vino a verme!
— A-Amor cálmate — dije tratando de apartarme de él, aunque me tomó por sorpresa sentir cómo pegaba su mejilla con la mía.
— Te he extrañado tanto, Ty — dijo con la lengua trabada — Beber solo me hace pensar en ti, por eso amo el alcohol.
— Bien señor fiestero, hora de irnos — dijo Yelena mientras lo jalaba del brazo para guiarlo a la salida de aquel bar, mientras él me mantenía agarrado de la mano con fuerza.
— Espérate — dijo él frenándose en seco — Tengo que pagar una botella que rompí.
— ¡¿Qué?! ¡¿cómo que rompiste una botella?! — pregunté muy abrumado, él alzó los hombros mientras se rascaba el cráneo.
— Es que estaba aquí, y luego hizo wuuu — murmuró mientras hacía unos gestos con su mano, dando la idea de que la botella se había resbalado y caído del mostrador.
— No puede ser, ¡bien! yo la pagaré; ve saliendo con Ty, los alcanzo en un minuto.
— Claro que sí, yankee — dijo Robert mientras tomaba mi mano y caminaba conmigo a la puerta de aquel bar, yo no sabía qué hacer, me causaba demasiada gracia y ternura ver a Robert así, pero yo igual estaba muy preocupado por él.
— ¿Cómo te sientes? — pregunté mientras caminaba con él hacía el auto de Yelena, Robert sonreía cínicamente mientras tarareaba una canción que yo no lograba distinguir del todo, imagino que es porque yo no había nacido cuando dicha canción era popular.
— Mareado y con una erección — admitió mientras se metía ambas manos en los bolsillos y rebuscaba en estos mismos — Y ambas cosas son por tu culpa.
— Yo no tengo la culpa de que bebas — dije con algo de frustración.
— Claro que sí, era embriagarme o romper cosas, pero yo necesitaba bajarme el enojo de alguna forma, y desquitarme contigo no era una opción — explicó mientras me jalaba del brazo para acorralarme contra el auto de Yelena — Yo te amo demasiado para hacerte daño otra vez, Ty.
— Ya te he dicho que no recuerdes eso — dije mientras le acariciaba las mejillas, yo sabía bien a lo que se refería, a esa semana en la que nosotros nos hicimos daño mutuamente, pero que fue necesaria para darnos cuenta de que no queríamos vivir el uno sin el otro — Nosotros nos hicimos daño, el uno al otro, no hubo culpables y lo sabes.
— Nunca te voy a volver a dañar, Ty — susurró mientras rozaba sus labios con los míos, me sorprendía que Robert tuviera eso tan presente, sobre todo en ese momento que nuestra vida era "perfecta" de cierto modo, supongo que algo en su ser no lo dejaba olvidar eso, como si aún se sintiera culpable por haberme hecho daño, y no culpo, a mí en ocasiones también me ataca ese odioso sentimiento de arrepentimiento y frustración por todo lo ocurrido en el pasado, todo mi relato sobre nuestra vida juntos es fiel prueba de ello.
— No sigas pensando en eso — le pedí mientras lo besaba cálidamente, aunque poco a poco ese beso se fue volviendo aún más lujurioso y hambriento.
— Dios mío, qué asco — dijo una mujer cerca de nosotros, haciendo que Robert volteara a verla incrédulamente.
— ¡¿Porqué no va y coje con su esposo y nos deja en paz, anciana imbécil?! — dijo él de forma brusca, haciéndome jadear y cubrirle la boca para evitar que siguiera diciendo esas cosas, mientras la mujer se daba media vuelta y se alejaba escupiendo pestes sobre nuestra orientación sexual.
— Oye, cálmate gallo de pelea — dije entre risas mientras quitaba mi mano de su boca.
— Maldita gente que no nos dejan en paz — gruñó de mala gana para abrazar mis caderas y disponerse a besarme el cuello — Quiero coger, Ty.
— A-Amor espérate, a-aún no estamos en casa.
— Shh — susurró mientras pegaba su frente con la mía — Estoy que reviento, enserio necesito que me la chupes.
— ¡Robert! — dije entre risas mientras le tomaba el cuello y lo acariciaba dulcemente — El tú borracho es tan tosco, aunque no es muy diferente al tú real.
— Casi golpeo a mi padre hoy — admitió mientras ocultaba su rostro en mi hombro — Sé que estarás decepcionado de mí después de saber esto.
— ¡No mi amor! ¿estás loco? ¡nunca podría sentirme decepcionado de ti! — dije abrazándolo con fuerza — Ya Yelena me dijo lo que pasó, y creeme, estoy orgulloso de ti por haber logrado contenerte tanto.
— Me van a quitar la directiva Dawson.
— No lo harán, esa empresa no es nada sin ti, y eso hasta tu padre lo sabe.
— Mamá va a matarme — dijo echando la cabeza hacía atrás mientras fruncía el ceño con fastidio — Alice me gritará, George va a regañarme, ¡todos van a odiarme!
— Nadie te va a odiar, no tienen derecho de hacerlo — dije tomándole de la barbilla para hacerle verme a los ojos — Hiciste todo lo que pudiste para cerrar ese trato, y el que actuó como todo un bruto fue tu padre, tú solo te defendías.
— No creo que lo tomen así — murmuró mientras ocultaba su cara en mi hombro nuevamente — Me da tanta paz que estés conmigo, eres lo mejor que me ha pasado en la vida, Taylor.
Esas palabras tan genuinas hicieron que mi pecho latiera con fuerza, él siempre me lo decía, sí, pero que saliera de su boca sin preparación previa, o sin siquiera estar consciente de lo que decía, hizo que fueran igual, o incluso más especiales que todas las cosas lindas que siempre solía decirme.
— Quiero que nos casemos pronto — murmuró abrazándome con fuerza — Sé que solo es un papel, pero en serio quiero que nos casemos, Ty, nos merecemos festejar lo que sentimos.
Sonreí cálidamente al oírle decir eso, rápidamente me colgué de su cuello para besar hambrientamente los labios de mi pareja, él correspondió a dichos besos mientras me abrazaba con fuerza y me pegaba más a su cuerpo.
— Cojamos en la sala apenas lleguemos — dije mientras le sonreía pícaramente, él me sonrió cálidamente al oír mi lujuriosa petición.
— Como tú quieras, cariño — murmuró mientras me abrazaba de nuevo, yo correspondí a dicho abrazo mientras miraba de reojo cómo llegaba Yelena cruzada de brazos, y mirando algo abrumada al ebrio que estaba aferrado a mis brazos.
— Hora de irnos, tórtolos — dijo Yelena mientras sacaba sus llaves para abrir su auto y subirse al mismo.
— Ya rugiste — dijo mi prometido con la lengua algo trabada, no pude evitar reír al oírle, mi prometido siempre hablaba con un dialecto fino y muy educado, por lo que escucharle decir la primera idiotez que se le venía a la mente (tal y como le ocurre a su servidor) me causó demasiada risa y algo de asombro por lo peculiar que era.
Continuará
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