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45 - 'Enloquecer'

Bostecé saliendo de la habitación a paso algo pausado, luego de ese fogoso rapidín me quedé acostado en la cama durmiendo un poco, mientras mi prometido se levantaba e iba por las cosas que dejamos en el auto, pero al cabo de unos diez minutos decidí que mejor salía por algo de comer, si me quedaba en la cama me quedaría dormido sin siquiera cenar, y no quería eso.— Hola Teresa — le saludé al acercarme a la cocina y verla preparar la cena.


— Hola Ty, ¿tienes hambre? — me preguntó mientras volteaba a verme, detallando curiosa las escandalosas marcas que Robert dejó en mi piel, ¿qué puedo decir? mi prometido parecía un caballero refinado, pero en el fondo era un animal salvaje.


— ¿Pasa algo? — pregunté mientras colocaba una mano en mi cuello y sonreía con falsa inocencia, me volví un poco cínico ante mi vida sexual con Robert, y lo peor es que ni yo mismo lograba darme cuenta de ello, ya que salía con poca ropa de la habitación y permitía que cualquiera viera las marcas que mi prometido dejaba en mi piel, y ni hablar de mis escandalosos gemidos de actriz porno.


— ¿Puedo preguntarte algo, Taylor? — dijo ella mientras me miraba con severidad, severidad que me puso muy nervioso.


— C-Claro.


— ¿Robert te obliga a hacer cosas con él? — tal cuestionamiento me hizo fruncir muy abrumado el ceño.


— ¿Qué? n-no, Teresa ¿porqué preguntas algo así?


— Porque a juzgar lo que yo he oído, pareciera que él te obliga.


— ¡Ah! — dije entre risas algo nerviosas, me daba mucha vergüenza admitir lo siguiente — N-No, s-solo... d-disfruto mucho del sexo brusco, y-y a Robert también le gusta, s-sobre todo cuando yo digo que me duele — me costó mucho admitir eso en voz alta, sonaba demasiado vergonzoso, a mí muchas veces me acomplejaba admitir que el sexo masoquista me gustaba, pero, ver la naturalidad con la que Teresa se lo tomó, no me hizo sentir tan culpable conmigo mismo.


— Oh, ya veo, en ese caso, sigan disfrutando de sus cosas, ¡pero nada de semen en las sábanas! ¡¿de acuerdo?! — clamó mirándome con seriedad, yo asentí rápidamente mientras sonreía con un gran rubor penoso en mis mejillas.


— Vaya, al fin te levantas — dijo esa voz galante y sensual que hace un rato pronunciaba mi nombre de forma lasciva. Yo voltee a verlo con una sonrisa pícara en mi rostro.


— Hola anciano — dije mientras lo recibía con un abrazo y un beso en los labios — ¿Guardaste todo?


— Sí, esto es lo último — dijo alzando algunas bolsas de compras — Ah, por cierto Teresa — dijo mi prometido mientras tomaba una bolsa mediana y se la entregaba a ella — Ten.


— ¿Qué es esto? — preguntó ella mientras tomaba algo dudosa dicha bolsa.


— Un bono por mantener tan limpio mi hogar — sonreí cálidamente al oír a Robert decir eso, yo estaba con él cuando escogió aquel bolso para ella, me parecía muy tierno que Robert quisiera tener esas consideraciones aún con la servidumbre de la casa, esa era otra de las muchas cosas que me hacían amarlo tanto.


— Oh chicos, no se hubieran molestado — dijo ella mientras revisaba aquella bolsa de compras, asombrándose totalmente al ver el contenido de la misma — Oh por Dios, e-este bolso es precioso.


— Lo mejor para quien cuida mi casa como la mejor — dijo Robert mientras se daba vuelta y caminaba hacía nuestra habitación, yo me mordí el labio inferior mientras lo veía marcharse, ese hombre me enloquecía en cada aspecto posible.


— Robert es tan generoso — dijo Teresa mientras abrazaba su bolso.


— Y que lo digas — dije sonriendo como todo un idiota mientras observaba a mi prometido ir a nuestra habitación.


— Ya veo porqué dices que hay tantas mujeres enloquecidas por él.


— Muchas, Teresa — dije mientras apoyaba ambos brazos en la isla de mármol y veía atentamente los ojos oscuros de Teresa — Pero él me ama a mí, ¿no es increíble? a veces ni siquiera logro creermelo de lo hermoso que es.


— Ambos se merecen el uno al otro, mi Ty — dijo ella amablemente, haciéndome sonreír de manera tímida mientras mis mejillas ardían sutilmente.


— Ty — voltee rápidamente al oír cómo me llamaban desde la habitación.


— ¡Ya voy! — dije levantándome de mi asiento para ir a la habitación desde la que me llamaron.Apenas entré, vi a Robert sonriéndome con malicia, mientras el montón de ropa que me había comprado reposaba sobre nuestra cama, eso hizo que yo suspirara con fastidio al saber lo que él quería que hiciera.


— ¿Es muy necesario? — pregunté con flojera.


— Desde luego que lo es, necesitas probarte toda tu ropa para saber cómo te queda, además de que necesitamos preparar la ropa que usarás mañana — decía él mientras tomaba un suéter celeste junto con un pantalón negro y lo colocaba frente a mí — Por favor desnúdate, mi amor.


Gruñí por debajo al oírle decir eso, pero dado que no quería pelear o hacerme el difícil, opté por mejor dejarme llevar, tomando dichas prendas y empezando a quitarme la ropa para ponérmelas, creerán que todo era una excusa de Robert para verme desnudo, pero no, en realidad él adoraba que yo me probara ropa, como si de un muñeco de colección se tratase, me gusta que me consienta, pero no me emociona quitarme y ponerme ropa cada dos segundos.


No sé cuántas veces me tuve que cambiar, pero para mí, esa hora se volvió eterna; Robert me miraba maravillado ante cada conjunto que me ponía, halagaba cada parte de mi cuerpo, cosa que me hacía sentir muy confundido y avergonzado, entenderán que Ty de veintiuno tenía bastantes complejos sin resolver con su aspecto físico, el Ty actual ya no tiene tantos, aunque los fantasmas del pasado a veces vuelven para molestar.


— Amor, estoy cansado — murmuré haciendo un puchero mientras veía a mi prometido guardar la ropa que acababa de quitarme en nuestro clóset.


— Cálmate, ya estamos por terminar.


— ¡Siempre que dices eso aún faltan como veinte cosas por probarme! — clamé entre gruñidos de molestia, Robert empezó a reír mientras iba a la cama para tomar una última prenda de color vino para colocarla frente a mí.


— Ten, creo que esta te va a gustar bastante.


Miré confuso dicha prenda, tomándola para extenderla, sonriendo al ver que se trataba de aquella camiseta ancha con la que me encapriché. Me puse dicha camiseta para ir a verme al espejo, me llegaba un poco más arriba de las rodillas, era ridículamente ancha, pero por algún motivo eso me encantaba, adoraba la ropa ancha para dormir (aún cuando la mayoría del tiempo yo dormía desnudo).


— Luces lindo — dijo Robert observándome coquetamente, yo reí por debajo para acercarme a él y besarlo dulcemente en los labios.


— ¿Ya podemos ir a cenar? — pucheree abrazando las caderas de mi prometido, quien rió cínicamente para tomarme del cuello y besar dicha zona suavemente, haciéndome sonreír mientras jadeaba suavemente.


— Claro — susurró en mi oído con voz sensual, para acto seguido, tomarme de las piernas y cargarme con fuerza para caminar fuera de nuestra habitación conmigo entre sus brazos, haciéndome reír tímidamente.



-



Luego de cenar, Teresa limpió un poco la cocina y se fue a dormir a su habitación, Robert se quedó conmigo en la sala viendo televisión, el clima estaba muy fresco, eso nos hizo querer quedarnos tumbados en el sofá un largo rato.


— ¿Estás nervioso? — preguntó mientras me veía con atención, yo miraba fijamente al techo mientras usaba mis brazos como almohada, él mantenía apoyada su mandíbula sobre su mano y el codo en el sofá.


— Un poco — admití — Hace meses que no estudio, me preocupa ser el más atrasado, y por ende, el menos brillante del curso.


— No pienses en eso — dijo mi novio mientras acariciaba suavemente mi mejilla — Lo harás increíble, estoy muy seguro de eso.


— ¿Tú crees? — pregunté volteando a ver a Robert con detenimiento — Es decir, ¿realmente crees que logre tener buenas notas? digo, la educación americana no se compara a la de aquí, tú mismo lo dijiste.


— Lo sé, pero también dije que tú eras capaz de asumir este nuevo reto — murmuró apegándose a mi cuerpo para abrazarme y besarme los labios con ternura — Lo harás bien, mi amor, no dudes de eso.


— Mh, si tú lo dices — susurré besando lentamente a mi prometido, mientras él acariciaba cada centímetro de mi cuerpo con ternura.


Me alertó sentir cómo Robert se colocaba encima mío y empezaba a bajarse el pantalón, cosa que me hizo reír de lado con deseo.


— ¿Qué haces? — dije con falsa inocencia, él me miró con deseo mientras terminaba de desnudarse.


— Quiero ver algo — dicho esto, tomó la tela de mi camiseta para alzarla un poco, y de esta forma, meterse debajo de esta misma, para que ambos quedáramos pegados al cuerpo del otro, mientras ese trozo enorme de tela era lo único que nos cubría.


— O-Oye— murmuré entre risas tímidas mientras separaba las piernas por inercia — Eres un pervertido ¿Sabes?


— Es tu culpa por darme estas ideas — murmuró rodeando mi cuello con sus brazos para empezar a besarme hambrientamente, besos a los que correspondía entre suaves jadeos de éxtasis, al notar cómo mi prometido comenzaba a frotar su hombría contra la mía.


— No hagas eso — le pedí de forma muy sumisa.


— ¿Porqué? — preguntó cínicamente.


— P-Porque se siente muy— no pude terminar de hablar, ya que una brusca embestida contra mi cuerpo hizo que un gemidos agudo saliera de mis labios — ¡¡Ahh!! ¡¡R-Robert!!


— Shh, despertarás a Teresa — murmuró mientras hundía su cara en mi cuello y comenzaba un vaivén lento que me hizo jadear de forma muy ronca mientras varias lágrimas rodaban por mis mejillas.


— ¡A-Ah! ¡Robert mi amor! ¡¿P-Porque tan lento?!


— Mañana tienes clases, no quiero dejarte indispuesto — dicho esto, tomó mis caderas para alzarlas un poco — Aunque lo único que quiero ahora es hacerte chillar de dolor, Ty.


— ¡Ah, Robert! ¡Mi amor! — gimotee moviendo un poco las caderas — D-Dios mío, ¡S-Se siente tan bien!


— Mgh, mi amor — susurró en mi oído mientras hacía cada vez más profundas sus embestidas — Quiero que nos casemos ya.


— Yo también, ¡A-Ay Dios! — gemi echando la cabeza hacía atrás — ¡C-Carajo, qué rico!


— Siento que a alguien le encantó esta camiseta — murmuró maliciosamente en mi oído, haciéndome temblar por lo ronca que estaba su voz.


— L-La amo — admití mientras tomaba el cuello de Robert para besarlo hambrientamente, mientras él seguía moviéndose dentro de mí de forma lenta y algo brusca — ¡A-Ah! ¡A-Ay por Dios!


— N-Normalmente no me gusta el sexo lento, pero... Dios — gruñó entre roncos gemidos de placer — Esta vez se siente tan bien.


— L-Lo sé, ¡Ah! ¡Ay Dios santo Robert, me encanta!


Ambos gemíamos de forma lenta pero muy sensual, ignorando totalmente que la televisión seguía encendida junto a nosotros, ya era normal en nosotros que empezáramos viendo una película y termináramos haciendo el amor, es que ¿cómo podíamos prestarle un poco de atención, estando ambos con la pasión a flor de piel?


— Ah, ¿c-crees que Teresa nos esté escuchando? — preguntó mi prometido mientras aceleraba un poco su vaivén.


— ¡A-Ah, n-no sé pero-¡ah! ¡ay mi amor, e-estoy cerca!


— Mgh, a-ah, Taylor — gimió mientras alzaba mis piernas para hacer más profundo su vaivén, sacándonos a ambos gemidos roncos y muy sensuales.


— ¡A-Ah, Dios mío, s-sigue! — grité echando la cabeza hacía atrás ,gruñendo al oír el ruido de un celular sonando — ¡Ah, no contestes!


— ¿E-Es el mío? — preguntó alzando un poco la mirada, yo le tomé del cuello para besarlo hambrientamente de manera algo posesiva, enserio no quería que nos interrumpieran.


— No pares — le pedí mientras abrazaba sus caderas con mis piernas, él me volvió a besar para proseguir con su vaivén, aunque me enojó notar cómo extendía su brazo hacía la mesa de noche para tomar aquel aparato infernal que no nos dejaba en paz.


— E-Espera — dijo mientras frenaba su vaivén para ver el identificador de llamada, yo maldije entre dientes mientras miraba la televisión con detenimiento — M-Mierda.


— ¿Quién es? — pregunté entre jadeos, frunciendo el ceño al notar cómo Robert salía de mi cuerpo y se apartaba de mí para levantarse del sofá y caminar desnudo por la sala — ¡¿Ejem?!


— Es Terrence Dustin, debo contestar.


— ¡¿A esta hora?! — clamé con molestia.


— Son las 03:00 de la tarde en américa Ty, dame un segundo ¿de acuerdo? — dicho esto, contestó el celular y empezó a caminar hacía su oficina.


Maldije en voz baja mientras mantenía las piernas separadas y miraba fijamente el techo de la sala, un amargo sentimiento de frustración invadió de golpe mi cuerpo y mi pecho, era tan tedioso que tuvieran que interrumpirnos de esa manera, pero más odiaba que Robert se viera forzado a contestar, porque la forma en la que él temblaba cuando el celular empezó a sonar, me hizo darme cuenta de que él estaba gozando del sexo tanto como yo.



-



Caminaba con algo de dificultad por aquellas escaleras que daban a la oficina de mi pareja, llevaba rato hablando por teléfono, eso me empezaba a dar mala espina.


Me paré junto a la puerta para tratar de oír a través de la misma lo que estaba sucediendo, amaría decir que esa era una "maña" del Taylor de veintiún años, pero el Taylor treintañero aún de vez en cuando aplica dicha táctica, no solo con su prometido.


— Sí, mañana sería perfecto — decía él mientras le escuchaba caminar de un lado a otro por su oficina, mis dientes empezaron a castañear, por alguna razón comenzaba a sentirme celoso — Perfecto, te estaré esperando entonces, y de nuevo te agradezco por tomarte todas estas molestias, Terrence.


Luego de despedirse de ese hombre, oí cómo mi prometido caminaba hacía la puerta de su oficina, abriéndola y topándose con la delgada figura de su novio, quien le sonrió con nerviosismo mientras se mordía el labio inferior.


— Hola amoor — dije entre risas nerviosas, él me miró con algo de molestia — ¿T-Todo bien?


— Sí, algo así — murmuró entre pesados suspiros de molestia — Lamento haberte dejado así, es que enserio necesitaba contestar.


— D-Descuida, no pasa nada — murmuré mientras me rascaba la nuca — Y am... ¿qu-qué ocurrió?


— Terrence Dustin llega mañana a Londres, debo preparar todo para recibirlo y empezar negociaciones con él.


— Oh, e-entiendo — me alivió mucho que me aclarara ese punto, pero igual me sentía extrañamente incómodo, por alguna razón — S-Seguramente todo irá bien, cielo.


— Eso espero — dicho esto, se acercó hacía mí para tomarme de los muslos y cargarme con fuerza para verme fijamente a los ojos — Estoy algo enojado.


— ¿P-Porqué? — pregunté tímidamente, aunque empecé a entender el rumbo de todo cuando Robert me metió a su oficina y cerró la puerta detrás de él.


— Odio que me interrumpan mientras te estoy follando — dijo de manera brusca y muy sensual, haciéndome sonrojar considerablemente — Me apretabas tan rico, juro que no quería detenerme.


— Podemos compensar eso — murmuré tomando las mejillas ajenas para besar hambrientamente a mi prometido, él me correspondió metiendo su lengua en mi boca de manera poco sutil.


Caminó un poco hasta el centro de su oficina, para recostarme cuidadosamente en el suelo y volverse a escabullir debajo de mi ropa, para quedar igual de pegados como estábamos en el sofá.


— ¡Ah! — gemimos al unísono en cuanto Robert me volvió a penetrar, solo que ahora como mi cuerpo ya estaba "adaptado" y muy caliente, fue más fácil para él penetrarme.


— ¡Ah, Robert! l-lento — murmuré arañando la espalda de Robert, mientras él me besaba el cuello y se movía de forma brusca sobre mi ser.


— Cállate — gruñó mordiéndome una de las orejas, haciéndome reír entre gemidos de placer intenso — Quiero que tiembles, igual que como hiciste cuando me tuve que ir.


— T-Tu sabes cómo ponerme así, mi amor — dije separando más las piernas, permitiéndole a mi prometido moverse a su antojo dentro de mi cuerpo.


— Maldición Ty, ¡Mañana tienes clases, no me hagas maltratarte! — me regañó mientras me miraba fijamente a los ojos con deseo — Carajo, tu carita de "cógeme" me vuelve loco.


— Cógeme — dije con obvias intenciones de enloquecer a mi prometido, él gruñó para alzar una de mis piernas y moverse como loco encima de mí, sacándome roncos gemidos de placer.


Ambos repetíamos el nombre del otro mientras nuestras pieles se frotaban de manera nada sutil, haciéndonos gemir de forma demasiado lasciva.


— ¡¡A-Ahh, Robert!! ¡¡Mi amor me voy a-¡¡Ah!! — grité de forma brusca al sentir la intensa corriente del orgasmo recorrer mi cuerpo, haciéndome retorcerme de forma poco sutil mientras echaba la cabeza hacía atrás y sacaba la lengua de forma muy sugestiva — ¡¡Ay Robert!! ¡Mi amor!


— Taylor — gruñó tomándome de las mejillas con una sola mano para apretarlas con fuerza — ¡¿Quién te dió permiso de venirte?!


— Perdóname, e-es que me gustas demasiado.


— Eso no es una excusa — dicho esto, me obligó a rodear sus caderas con mis piernas, y luego tomó mis dos brazos para colocarlos sobre mi cabeza y sujetarme con fuerza de las muñecas para no dejarme moverme, mientras aumentaba su vaivén considerablemente — T-Tú a mí me encantas, mgh, y no me ves viniendome apenas te la meto ¿O sí?


— ¡¡Ahh, Robert!! ¡¡Mi amor!!


— Sé que te duele, Taylor, ¿Porqué no me lo haces saber? — dijo acelerando aún más su vaivén, haciéndome balbucear sinsentidos mientras gemía como loco.


— ¡¡A-Ay Robert!! ¡¡Ah!! ¡¡Me duele mi amor!! ¡¡Para por favor!!


Me tomó de las mejillas con fuerza para verme fijamente a los ojos, haciendo unos gestos tan malditamente eróticos que sentí un fuerte orgasmo atacarme una segunda vez, cosa que hizo a Robert venirse de golpe dentro de mi ser.


— ¡¡Aahh!! ¡¡A-ay qué rico!! — dije mientras aquel orgasmo me abrazaba y no me dejaba ir — Robert, mi cielo.


— ¡¡Ay, carajo Ty — gruñó mientras daba unas últimas embestidas contra mi cuerpo, para acto seguido, recostarse sobre mi cuerpo para besarme dulcemente el hombro — Ya me siento mejor.


— Yo también — murmuré entre risas cínicas, acariciando la espalda de mi prometido mientras le besaba dulcemente la mejilla — Te amo.


— Yo también te amo, cariño — susurró mordiendome el cuello, cosa que me hizo reír y gemir por debajo, vaya que ese hombre sabe cómo hacerme enloquecer de deseo. 



Continuará


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- Gema

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