44 - 'Privilegio'
El rector nos dió un breve recorrido por las instalaciones de la universidad, cada rincón de ese lugar era precioso, me sentía en una película por lo hermoso que era todo eso. Luego del recorrido fuimos a su oficina, donde Robert hizo todo el papeleo para inscribirme, creerán que fue complicado, pero la verdad es que, como era una universidad paga, fue bastante rápido y cómodo (sobre todo porque Robert no dudó dos veces en pagar lo que fuera con tal de que yo estuviera inscrito al fin, eso me hizo sentir culpable, pero yo no controlaba la manera en la que mi prometido derrochaba dinero, eso era como intentar detener la lluvia con tus manos).
— Bien, eso sería todo — dijo el rector mientras se colocaba de pie — Mañana temprano se pondrá al corriente, señor Brown.
— Se lo agradezco señor rector — dije mientras estrechaba la mano de ese hombre.
— Por cierto, señor Moore — habló Robert de forma calmada y sutil — ¿Cree que pueda referirse a él como "señor Dawson?" — esa petición me abrumó, pero me hizo sonreír algo apenado — Verá, es que pronto nos vamos a casar, y realmente quisiera que Ty se vaya acostumbrando a que le llamen de tal manera.
— Lo entiendo perfectamente — dijo el rector mientras sonreía tranquilamente, me sorprendió mucho que no se horrorizara al oír como un hombre de casi treinta y seis años iba a desposar a uno de veintiuno, o la sociedad londinense era más avanzada de lo que yo creí, o los que teníamos demasiados prejuicios en nuestra mente éramos los americanos, tal vez un poco de ambos, ¿quién sabe?
— Bien, mañana temprano entonces — dijo Robert mientras estrechaba la mano ajena — Fue un placer, señor Moore.
— Igualmente señores Dawson — esas palabras me ruborizaron como nunca, pero se sintió bien, he de admitirlo.
Salimos juntos de aquella oficina, caminando a la salida de la universidad, un enorme campus era el punto de reunión de muchísimos jóvenes, todos daban la impresión de ser de familias adineradas y muy pudientes, y yo por primera vez no sentí que estaba de más, o que no encajaba en aquel lugar lleno de gente privilegiada, es decir ¡era el prometido de Robert Dawson! ¡¿qué mayor honor y privilegio que ese?!
— Bien, se me quita un enorme peso de encima — dijo él mientras suspiraba pesadamente — Ahora vamos a comprarte algunas cosas para que arranques con todo mañana.
— Ya me compraste muchos libros hace un tiempo — dije mientras caminaba a mi lado del auto para subirme al mismo.
— Sí, pero aún necesitas otras cosas; artículos de oficina, uniformes de laboratorio, ropa cómoda para que asistas a clases sin lucir como un estudiante de artes.
— Vaya, nos pusimos despectivos, señor Dawson — dije burlonamente mientras veía cómo mi prometido empezaba a conducir.
— Una mochila nueva, zapatos cómodos, y no te vendría mal una laptop.
— ¡¿Una laptop?! — dije algo abrumado, empezaba a emocionarme y a preocuparme de más — Amor creo que empiezas a exagerar.
— ¿Exagerar? Taylor vas a estudiar medicina, necesitas tener todo lo necesario, ¿o quieres quedar como el peor estudiante del curso?
— N-No pero— no pude terminar de hablar, ya que mi novio me interrumpió en seco.
— Antes tus calificaciones eran regulares, porque la preocupación de que te cortaran la colegiatura no te dejaba concentrarte, pero esta vez no tendrás ninguna excusa para no sacar buenas notas, así que quiero que seas el más brillante de tu curso ¿de acuerdo? — dijo mirándome con detenimiento, mientras un escalofrío agridulce recorría todo mi cuerpo.
— Mgh, sin presión ¿eh? — dije incrédulamente mientras miraba hacía otro lado.
— No pretendo presionarte, Taylor, solo quiero que des lo mejor de ti, mi cielo — explicaba mientras conducía y su mano acariciaba mi rodilla suavemente — Tienes un gran potencial, todo lo que quiero es que lo explotes, que le saques provecho, ¿o quieres que tus esfuerzos se desperdicien?
Oír la forma en la que Robert hablaba de mí con tanto orgullo y sentimiento hizo que mi pecho latiera con fuerza, él veía un potencial en mí que yo aún no lograba distinguir, eso me conmovió, pero al mismo tiempo me aterró, me aterraba defraudar a mi novio, demostrarle que al final sí se había equivocado conmigo, yo no quería eso en absoluto, creo que eso fue lo que me impulsó a hacerle caso.
— Lo entiendo, mi amor — murmuré tomando su mano para besarla suavemente — Prometo esforzarme.
— Eso es todo lo que quiero de ti, pero no lo hagas por mí, ¿de acuerdo? hazlo por ti — dijo tomándome de la barbilla suavemente.
— Lo haré, enserio quiero que estés orgulloso de mí — él sonrió de lado al oírme.
— Yo ya estoy muy orgulloso de ti, mi amor, pero quiero que tú estés orgulloso de ti mismo, que nadie te haga sentir menos, porque lograste hacerte con ese sueño que tanto anhelabas, eso es todo lo que deseo.
Sus palabras hicieron mucho eco en mí, y tenía razón, los pesares de mi vida cegaban lo mucho que yo adoraba mi carrera, lo mucho que yo disfrutaba las clases de anatomía, cómo me fascinaba descifrar el conocimiento del cuerpo humano, ni loco iba a permitir que eso se me escapara de nuevo, quería lograr mi meta, sentirme orgulloso de mí mismo, tal y como Robert me lo pidió, ahh, enserio me cuesta imaginar cómo hubiera sido mi futuro de no haberme casado con Robert.
-
Fuimos al centro de Oxford Street (una zona bastante movida y colorida, y de los sitios favoritos de Robert para ir de compras en todo Londres) a comprar las cosas que mi prometido mencionó, esa tarde él estaba eufórico, el orgullo se le salía por los poros, me emocionaba verlo así, admito que a mí también me emocionaba volver a clases, pero también estaba algo aterrado, no sabía qué tan bien me recibirían los meses sabáticos a la hora de ver mi primer exámen, y ni hablemos de la convivencia social con mis compañeros, esperaba que fuera mejor que con mis compañeros norteamericanos.
Robert entraba y salía de tiendas como si nada, me compraba cuanta chuchería se consiguiera, ni el viejo le concedía tantos caprichos a Roger como lo hacía Robert conmigo, era muy tierno, pero me hacía sentir algo apenado.
— Amor — murmuré acercándome a él mientras Robert miraba el aparador de una tienda de electrónica, donde varias laptops estaban en exhibición — No te excedas ¿de acuerdo? e-esto es demasiado para mí.
— ¿De nuevo tu modestia? creí que ya habíamos pasado por eso antes — dijo mientras tomaba mi barbilla y apretaba mis mejillas sutilmente — Te daré todo lo que necesitas, eso ya te lo dije.
— Estás comprando más de lo que yo necesito.
— Lo admito, sí, pero no me gusta escatimar cuando se trata de ti — afirmó sonriéndome coquetamente — Además, ambos sabemos cómo me vas a pagar todo esto — jadee al sentir cómo después de dicha oración me daban una fuerte nalgada y se apartaban de mí para entrar en aquella tienda de electrónica.
Un gran rubor inundó de golpe mis mejillas ante tal golpe, voltee de reojo con algo de preocupación, sonrojándome aún más al ver a una familia completa caminar cerca de mí, observando con morbo lo que acababa de ocurrirme.
— E-Es mi prometido — le dije a esa gente mientras sonreía algo apenado, la madre jaló del brazo a sus hijos preadolescentes y apuraron el paso, mientras el padre me miraba con asco y repulsión, pero irónicamente, su reacción no me afectó tanto, al Taylor de hace meses le habría hecho sentir del asco, pero el Taylor de aquella época se sintió de lo más tranquilo del mundo, es lo que pasa cuando te comprometes con un témpano de hielo, poco a poco se van congelando tus emociones también.
— También me gustaría una impresora, será muy necesaria para él estos días — decía Robert mientras salía con una chica que parecía trabajar en dicha tienda — Ty mi cielo, ¿de qué color quieres que sea la tapa de tu laptop?
— ¿Eso importa? — pregunté algo frustrado, Robert me miró de manera incrédula para voltear a ver a la chica y sonreírle cálidamente.
— ¿Me das un segundo, cariño? vé buscando lo que te pedí por favor.
— Claro señor — en cuanto la chica se marchó, Robert se acercó hacía mí para tomarme de la barbilla y verme fijamente a los ojos con curiosidad y firmeza.
— Es muy difícil entenderte, ¿sabes?
— O-Oye no pretendo ser ingrato pero s-solo no quiero que te excedas gastando en cosas innecesarias.
— El dinero vá y viene, Taylor; además, tú nunca gozaste de una educación de calidad, solo quiero darte ese privilegio que nunca tuviste, mereces que gasten en ti, mereces que te consientan, ¿o acaso extrañas vivir de sobras? — preguntó con algo de seriedad, pero merecía que me tratara así, actuaba como si fuera un pecado recibir ayuda, y obviamente no lo era, pero mi idiotez rebasaba los límites de lo permitido legalmente.
— Lo siento — murmuré mirando tímidamente a mi novio, él me acarició dulcemente los labios con su pulgar mientras me miraba fijamente a los ojos.
— No lo sientas, déjame darte lo que nunca tuviste.
— Lo material no me importa, lo sabes.
— No se trata de lo material, se trata de pensar un poco en ti de vez en cuando — dicho esto, me sonrió coquetamente para sujetarme de la cadera y hacerme entrar con él a la tienda — Pídeme lo que quieras, yo te lo daré, y lo sabes — susurró en mi oído de forma muy sensual y lasciva, haciéndome morderme el labio inferior mientras un gran rubor inundaba mis mejillas.
"Quítame la ropa y cógeme" fue lo que pensé al oírle hablar así, pero rápidamente sacudí mi cabeza para entrar en razón, debía controlar mi líbido mientras estuviéramos fuera de casa, ya en casa podía actuar como una zorra, pero en público debía ser un poco más discreto, o al menos intentarlo.
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Luego de aquella plática decidí bajar la guardia y dejar que Robert me comprara lo que quisiera, aunque admito que ya luego de un rato me emocioné, y empecé a actuar un poco más "mimado" por así decirlo.
— Qué lindo — dije viendo unos suéteres algo ligeros con logos de fruta y animales — Mi amor, ¿cuál te gusta?
— El de koalas es bonito — dijo señalando un suéter celeste con la cara de varios koalas alrededor, yo rápidamente lo tomé y se lo mostré a Robert.
— Quiero este, y estos dos también — dije dándole ese sueter junto con otros dos que tomé de la percha, para seguir viendo las cosas de aquella tienda — También quiero jeans, los míos empiezan a quedarme ajustados.
— No imagino porqué — dijo él de forma burlona mientras caminaba detrás de mí, llevaba varias bolsas de compras consigo, pero eso no era todo lo que llevamos esa tarde, ya que había muchas cosas más, pero estaban en el maletero del auto.
— Tenemos una sección llena de ropa masculina que seguramente le va a encantar — decía la mujer que trabajaba en la tienda, quien caminaba detrás de nosotros tratando de convencernos de comprar todo lo que veíamos.
— Quiero una camisa ancha — dije volteando a ver a Robert y a la mujer en cuestión, mi prometido me miró curioso cuando dije eso.
— ¿Ancha? ¿porqué?
— Son cómodas, me gusta dormir con ropa cómoda — admití mientras alzaba los hombros sutilmente, Robert me sonrió con malicia para acercarse hacía mí y verme a los ojos con deseo, un deseo al que correspondí sin dudarlo dos veces.
— Tenemos ropa ancha por aquí, estoy segura de que podremos encontrar algo que a su hijo le guste señor Daws— hablaba la mujer que más perdida no podía estar sobre mi relación con ese hombre, pero rápidamente notó su error, ya que justo cuando terminaba de entonar dicha oración, mi novio me tomó de las caderas para meter su lengua en mi boca de forma nada sutil — O-Oh, D-Dios santo — dijo ella con algo de timidez, seguramente por la gran tontería que acababa de decir.
— Vé por tu camisa ancha para irnos a casa — me dijo con voz ronca y poco sutil, yo asentí para morderle los labios y apartarme de su cuerpo en busca de la prenda que se me ocurrió pedir, admito que sí la pedí para dormir con ella, aunque Robert y yo le dimos otro uso apenas el primer día de haberla comprado.
Pedí algunas prendas más y luego Robert se encargó de pagar, nadie se alegraba más que los empleados de esas tiendas cuando mi prometido sacaba su tarjeta de crédito, yo no amaba a Robert por su dinero, pero sí se sentía bien que él me consintiera de tal manera, aunque igual yo prefería no ser tan exigente, no quería que me tacharan de interesado, porque más lejos de la realidad no podía estar quien pensara en eso.
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05:27 marcaba el reloj, nosotros apenas salíamos del centro comercial para ir a casa, la lluvia empezó a caer de forma algo brusca, mojando mi cabello y el de mi novio.
— Maldición — dijo él mientras subíamos al auto con las bolsas de compras, yo reía mientras miraba cómo se empañaban los vidrios del auto sin más.
— Dios santo — jadee exhausto para revisar las bolsas entre mis brazos, Robert me miró malicioso mientras se mordía el labio inferior.
— Tengo hambre — murmuró con voz ronca, haciéndome alzar la mirada mientras un gran rubor inundaba de golpe mis mejillas.
— ¿Q-Quieres ir a un hotel?
— No, quiero azotarte contra nuestra cama — gruñó tomándome del cuello para besarme hambriéntamente, besos a los que correspondí sin dudarlo dos veces.
— Para — gemí apartándome de esos besos — Deja de jugar y conduce, quiero ir a casa para que me la metas — escupí con algo de desespero, haciendo a Robert sonreírme con malicia absoluta.
— Me encanta desesperarte de esta forma — murmuró encendiendo el auto y empezando a conducir, mientras yo jadeaba de deseo y miraba por la ventana cómo la ciudad era empapada por aquella lluvia relativamente fuerte (en Londres no llovía a cántaros, pero de vez en cuando caían lluvias considerablemente fuertes que lograban dejar totalmente empapada la ciudad).
El camino a casa se me hizo eterno, vaya que estar excitado es muy complejo e incómodo, sobre todo cuando quieres bajarte las ganas y algo te lo impide.
Me emocioné como nunca al ver que luego de un rato en el camino, finalmente logramos llegar a nuestro hogar, mientras la lluvia seguía cayendo con intensidad.
Dejamos las bolsas en el auto y bajamos del mismo con bastante prisa, importándonos poco empaparnos por completo, ni el agua fría que caía del cielo lograba apagar mi calor corporal y el de Robert.
— Mi amor — gemí entre besos mientras Robert abría la puerta y entrábamos en nuestra casa de golpe, manoseándonos como un par de indecentes, mientras nuestra respiración chocaba en la cara del otro.
— Taylor — susurró en mi oído mientras frotaba su cuerpo contra el mío, ambos estábamos empapados de pies a cabeza, pero eso nos daba totalmente igual — No aguanto, voy a reventar si no te hago gemir justo ahora.
— No aguantes — dije empujándolo hacía las escaleras principales, mientras nos seguíamos devorando con locura e intensidad.
Estábamos tan ensimismados en nuestra ronda de besos lujuriosos que no notábamos lo que sucedía a nuestro alrededor, ni siquiera nos tomamos la molestia de buscar a Teresa paar saludarla, solo fuimos directamente a nuestra habitación, sin soltar por nada del mundo el cuerpo del otro.
— Ty, vas a ir cojeando a la universidad mañana — dijo Robert en mi oído mientras llegábamos finalmente a nuestra habitación, cerrando con llave la puerta para empezar a desnudarme con desespero.
— Robert mi amor — dije entre jadeos nerviosos de placer, mientras mi prometido me empujaba hacía la cama para tirarme en ella y terminar de despojarme de mis prendas, viéndome fijamente a los ojos con una lujuria sumamente intensa.
— Taylor — gruñó quitándose la ropa frente a mí, haciéndome relamerme los labios mientras abría las piernas y me tocaba un poco mientras veía con deseo total el cuerpo de mi novio — Vaya, se nota que te gusto.
— ¿Gustarme? Robert cariño, tú me enloqueces, me vuelves loco— no pude terminar de hablar, porque una lengua se interpuso en mis labios y me impidió continuar con mi sermón.
— Es lindo cuando dices esas cosas, pero justo ahora no quiero oírlas, solo quiero oír esto — en cuanto dijo eso, separó de golpe mis piernas y me embistió de forma brusca, haciéndome soltar un fuerte gemido de dolor y placer.
— ¡¡A-Ahh, Robert!! ¡¡m-mierda!! — grité separando más mis piernas, mientras Robert me penetraba con mucha fuerza — ¡¡A-Ay Robert, no tan fuerte!!
— ¡¿No?! ¡pero si tu cuerpo me implora por más — dijo mientras aceleraba considerablemente su vaivén, sacándome fuertes gemidos de placer, ni siquiera la lluvia lograba enmascararlos.
— ¡¡Ahh, Dios mío!! — gritaba echando la cabeza hacía atrás — ¡¡Me duele!!
— Sé que te duele — dijo tomándome del hombro para moverme con más fuerza — Me encanta que te duela.
— Robert — gemí sacando la lengua y poniendo los ojos en blanco — ¡¡Ah, ay mierda!! ¡no pares mi amor!
— Ty, mi cielo — murmuró jalándome de los brazos para cargarme con fuerza mientras se arodillaba en la cama — No quiero dormir hoy.
— Yo tampoco — admití entre gemidos roncos mientras miraba con detenimiento las joyas azules de mi prometido, aquellas que me observaban con absoluta atención, como si no hubiera nada más en el mundo, como si yo fuera lo único que importara para ellas, y es que en el fondo, siento que para él si era así, muchas veces me lo ha dicho, sí, pero su mirada logra describirlo muchísimo mejor que sus palabras — ¡¡Ahh, sí, a-ahí!!
— ¿Toqué tu punto? — me preguntó al oído mientras azotaba con más fuerza mis caderas.
— ¡¡Ay sí, mi amor, sigue por favor!!
— Harás que Teresa nos oiga — dijo mientras azotaba mi cuerpo con más intensidad, haciéndome imposible el no gemir como un maldito maniático mientras miraba fijamente los hermosos ojos azules de mi pareja, quienes me devoraban con una lujuria totalmente ajena a este mundo.
— ¡¡No me importa!! — dije ya totalmente cegado por el éxtasis — ¡S-Seremos espo-¡ah! s-seremos esposos, ¡e-esto es lo que los esposos hacen!
— Es cierto — murmuró acercándose a mi cuello para besarlo y lamerlo de forma poco sutil, enloqueciendome totalmente de deseo — ¿Los besos en el cuello te desquician, eh?
— Tu pene me desquicia — dije con la lengua algo trabada, el Ty cachondo me da asco, pero lamentablemente me cuesta mucho controlarme cuando tengo el miembro de mi esposo dentro de mi cuerpo.
Ambos gemimos al unísono mientras una fuerte corriente recorría nuestros cuerpos, me sorprendió mucho lograr venirnos al mismo tiempo sin siquiera avisarle al otro, pero supongo que la reacción física de uno fue lo que desencadenó el orgasmo del otro, tal vez ¿quién sabe?
Gemíamos nuestro nombre al unísono mientras pegaba mi frente con la de él, viéndonos a los ojos con ternura y mucho deseo, amaba estar así con mi pareja, aunque luego del fuerte frenezy del orgasmo, ambos volvimos en seco a la realidad.
— Mierda — susurré entre jadeos mientras le daba besitos rápidos en la boca — ¿En qué momento llegamos a la habitación?
— No lo sé — dijo Robert entre suaves risas — Ahh, solo sé que estuvo riquísimo Ty, desde que llegamos he querido cogerte así.
— Me gusta cómo suena eso — murmuré tomando su cuello para besarlo hambrientamente — Quiero más — susurré sonriendo coquetamente, pero antes de que mi prometido se moviera, rápidamente recalculé mis palabras — ¡P-Pero quiero cenar primero! — exclamé con algo de nerviosismo, Robert rió cínicamente par dejarse caer en la cama boca arriba mientras me besaba el cuello de forma poco sutil, remarcando que yo era suyo, y de nadie más, adoro lo territorial que puede llegar a ser mi prometido.
Continuará
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- Gema
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