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43 - 'Dependencia Mutua'

Luego de aquella sesión tan fogosa entre nosotros, logré que Robert durmiera un rato, me encantaba lo dócil que se volvía cuando estaba exhausto, pero no me encantaba que él estuviera indispuesto, así que quería que se recuperara pronto para que volviéramos a nuestra rutina de siempre.


06:45 marcaba el reloj, yo me levanté de la cama para ir por un bocadillo, el sexo me dejaba demasiado hambriento. Salí usando una camiseta de Robert junto con unos shorts que me llegaban a la rodilla, empezaba a hacer frío, así que no podía quedarme desnudo así como así, además de que empezaba a avergonzarme estar en bata frente a Teresa.


Bostecé caminando a la cocina, moría por algo dulce, tal vez unas galletas o donas, cualquier cosa con un nivel considerable de azúcar era suficiente para mí.


Me alertó oír de repente el timbre de la puerta, cosa que me hizo alzar la cabeza y arquear curioso una ceja, tomé una galleta del refri para metérmela a la boca, cerrar el electrodoméstico en cuestión, e ir a abrir la puerta para ver quién era.


Bajé las escaleras con algo de rapidez, aunque Teresa me ganó la carrera, ya que ella fue quien abrió la puerta (imagino que estaba limpiando el recibidor en ese momento). Miré con curiosidad a la persona a quien Teresa le permitía entrar, aliviándome al ver que era una cara conocida, pero llenándome mucho de curiosidad por su repentina visita.


— ¡Hola Ty! — dijo ella mientras me sonreía ampliamente — ¿Cómo les fue en su viaje?


— Hola Yel — le saludé calmadamente, y cuando se acercó a mí, la recibí con un sutil beso en la mejilla — Nos fue bien, aunque Robert llegó algo enfermo de Suiza.


— Ah sí, el cambio de clima, el polen, es normal — dijo ella mientras me tomaba del brazo para empezar a subir las escaleras conmigo — ¿Está dormido?


— Sí, lo acabo de dejar en la— hablaba mientras subíamos las escaleras al primer piso, aunque detuve en seco mis palabras al llegar y ver a mi prometido con cara de acabarse de despertar, parado en medio de la sala, usando solo un pantalón de pijama largo, su pecho estaba descubierto, dejando perfectamente visibles algunas marcas que yo le dejé en suiza y aún no terminaban de sanar.


— Vaya, no sabía que Ty era vampiro — dijo Yelena con diversión, yo rápidamente fuí hacía Robert para tomarle suavemente de la mejilla.


— Oye, creí que dormías — dije mirándole con detenimiento.


— No te sentí en la cama, ¿dónde estabas? — preguntó con seriedad, sonreí apenado al oírle, me llenaba de ternura que actuara así, pero en parte me dolía esa dependencia mutua que estábamos desarrollando los dos.


— Vine por algo de comer, y escuché el timbre — dije señalando a Yelena, quien sonreía maliciosamente mientras miraba el rostro perdido de Robert.


— Oí que enfermaste, Boby — dijo ella mientras se nos acercaba — ¿Ya te dieron tu penecilina?


— De hecho venía por ella — dijo él de forma calmada y cínica, haciéndome sonrojar de manera considerable — ¿Cómo has estado, Yel?


— Bien, solo un poco angustiada por el trabajo — admitió suspirando sutilmente — Quería hablar contigo de eso, pero verte así me hace darme cuenta de que apenas y puedes estar de pie.


— No exageren, estoy bien — dijo él de mala gana para caminar a paso lento hacía la cocina, yo suspiré con frustración al verle de tal manera.


— Bastardo obstinado — murmuró Yelena mientras rodaba sutilmente sus ojos.


— Y que lo digas — respondí cruzándome de brazos mientras observaba cómo Robert revisaba los estantes, parecía buscar algo en particular, me preocupaba que quisiera licor, pero me alivió ver cómo sacaba sus "provisiones secretas" de Earl Grey.



-



Robert preparó té y nos dió un poco a Yelena y a mí, para sentarnos en la sala a platicar un poco, él se puso un suéter para contrarrestar el frío que empezaba a hacer en nuestro hogar; ambos hablaban sobre el negocio de Yelena, mientras yo solo fungía de espectador, hablar de negocios nunca fue lo mío realmente.


— Me alegra que te haya ido bien, Yel — dijo él mientras daba un sorbo delicado a su té, rodeando mi cuello con su brazo para mantener mi cuerpo pegado al suyo.


— Ha sido difícil, pero no imposible — dijo ella mientras se cruzaba de piernas — ¿Y a ustedes cómo les fue en la boda de George? imagino que pasaron muchas cosas allá.


— Así es — dijo Robert suspirando pesadamente — Todo lo que te dije, pero multiplicado por diez.


— Vaya, debió ser muy estresante — dijo ella dando un sorbo a su té — Me sorprendió bastante que hicieras público tu compromiso con tu padre y Alice tan cerca tuyo.


Ambos nos quedamos helados al oír a Yelena decir eso, ella nos miró algo confundida cuando nos vió actuar así.


— ¿Dije algo malo?


— ¿Al decir "hacer público tu compromiso" ¿qué tan público estamos hablando? — Yelena nos miró perpleja en cuanto mi prometido dijo eso.


— Robert, casi todo Londres sabe que te vas a casar con Taylor — dichas palabras hicieron que mi sangre se helara como nunca, mi cuerpo empezó a temblar de golpe, quería creer que era por el frío.


— ¿Enserio? — preguntó él con algo de seriedad e incredulidad.


— ¿Se te olvida lo influyente que es tu apellido por aquí? — dijo ella — Además, los que corrieron la noticia fueron hombres que trabajaron o que trabajan con tu padre, dijeron que te empajeraste con un hombre, quien hizo un espectáculo en la cena de ensayo, y todo parece indicar que te casarás con él.


— Dios santo — murmuré dejando la taza en la mesa de centro para pasar mis manos por mi rostro — No puede ser.


— ¿Porqué reaccionas así? — preguntó mi prometido de forma incrédula, yo le miré algo abrumado cuando dijo eso.


— ¡¿N-No querías que esto fuera secreto?!


— ¿Cuándo he dicho yo algo así, Taylor?


— D-Dijiste que Greene no podía saber que nosotros— traté de hablar, pero Robert me interrumpió en seco.


— Eso fue cuando buscaban asociarme con tu padre, pero ya eso quedó atrás, no hay algo que nos force a ocultar nuestro compromiso — dijo él mientras me tomaba de la barbilla para acariciarme dulcemente — Deja de preocuparte por sombras, Taylor, nada malo va a ocurrir.


— ¿Y el qué dirán de ti?


— Si me preocupara el "qué dirán de mí" no me casaría con un chico de veintiún años, ¿no crees? — susurró sonriéndome maliciosamente, yo sonreí tímidamente mientras miraba con detenimiento sus hermosos ojos azules, ellos me hacían sentir seguro cuando todo a mi alrededor parecía desmoronarse.


— Solo lo digo para que estén al tanto de lo que se dice de ustedes — dijo Yelena mientras daba un sorbo a su té — Por cierto, ¿cuándo será la boda?


— Aún no lo sabemos — dijo Robert — Lo que quiero por ahora es que Taylor se inscriba a la universidad, una vez hecho eso, mi prioridad será la boda.


Me emocionaba mucho oír a Robert decir todo eso, amaba ese sentimiento de que él deseaba estar conmigo tanto como yo deseaba estar con él, sé que ya es demasiado obvio, pero mi prometido constantemente me lo recordaba, y yo amaba que lo hiciera, porque mi paranoia y mi inseguridad me hacía dudar cada que yo me descuidaba dos segundos.


-


Yelena y Robert siguieron hablando de negocios un rato, y también platicaban sobre algunas universidades donde yo podría inscribirme, mientras yo me dedicaba a beber té y a oírles con detenimiento.


Cuando empezó a hacerse tarde, Yelena se despidió de nosotros y se marchó, debía madrugar o algo así nos comentó, aunque noté que ella estuvo murmurándole unas cosas a Robert antes de irse, era normal que ellos tuvieran sus cosas que hablar, y contrario a lo que podrían pensar, yo no me sentía celoso de Yelena, en absoluto, porque sabía muy bien que ella era como una hermana para mi novio, una amiga incondicional con la que podía contar ante cualquier dificultad, en resumidas cuentas, Yelena es para Robert lo que es Mónica para mí, aunque ya lo he dicho varias veces, repetirlo está de más.


— Muero de hambre — dije caminando a la cocina, mientras Robert bostezaba y caminaba detrás de mí.


— Cielo santo, cómo me van a interrogar cuando vaya a la oficina — dijo con fastidio mientras se sentaba en la isla de la cocina, observando cómo yo me dedicaba a buscar qué comer en el refrigerador, Teresa ya había hecho de cenar, pero entre tanta comida empaquetada en aluminio yo no sabía qué comer.


— ¿Cómo crees que reaccionen tus socios? — pregunté mientras sacaba un par de paquetes de comida, seguían tibios, así que seguramente fue esa la cena que preparó para nosotros.


— Algunos me juzgarán, otros se sorprenderán, muy pocos lo tomarán enserio — dijo con molestia — No hay nadie más prejuicioso que un hombre de cuarenta años con dinero, Ty, ten eso en cuenta siempre.


— Lo haré — dije entre risas mientras me dedicaba a desempacar la comida — Uhh, tacos.


— Extraño la comida china — dijo Robert de forma algo lastimosa, reí un poco al oírle.


— No seas grosero, Teresa cocina delicioso.


— ¡Amo la comida de Teresa! pero extraño demasiado el pollo agridulce de la señora Chao.


— Recuperate, y cuando lo hagas te compraré pollo agridulce — dije acercándome a su rostro para besar suavemente los labios de mi prometido — ¿Sabes lo que más me anima de que nuestro compromiso sea público?


— ¿Que Arthur al fin sabrá que tengo novio? — dijo entre risas cínicas.


— ¿Qué come que adivina, señor Dawson? — pregunté sonriendo de forma orgullosa, él rió mientras me ayudaba a desempacar la comida, era lindo tener un momento para nosotros después de un fin de semana tan infernal como el que nos tocó hace tiempo.



-



El resto de la noche fue bastante tranquilo, luego de cenar Robert y yo volvimos a la cama, nos besamos un poco y después caímos rendidos en los brazos del otro, durmiendo plácidamente, sin el temor de tener que separarnos al día siguiente, era lo que más me encantaba.


Los rayos de sol empezaron a chocar con mi rostro de repente, haciéndome fruncir el ceño mientras abría los ojos con dificultad, sorprendiéndome al notar que la cama estaba algo vacía, y que cierto caballero de ojos azules ya no estaba conmigo.


— ¿Amor? — murmuré sentándome en la cama y viendo a los lados con curiosidad, no escuchaba ruidos en el baño, así que asumí que no estaba ahí.


Me levanté de la cama y caminé descalzo hacía la puerta de la habitación, el piso estaba algo frío, pero esto poco o nada me importó.


— ¿Robert? — dije al salir de la habitación, aliviándome al ver que estaba sentado en la cocina bebiendo café, mientras Teresa cocinaba algo que admito, olía muy bien.


Volteó al oírme hablar, sonriéndome con esa galantería y calidez tan propias de él, haciéndome sonrojar al instante.


— Hola gatito — dijo al ver cómo me acercaba a él, para besarlo dulcemente y sentarme en sus piernas — ¿Dormiste bien?


— Sí — asentí entre besos — ¿Cómo te sientes?


— Muy bien, enserio necesitaba descansar — dijo suspirando suavemente — Gracias por cuidarme, Ty.


— No tienes nada que agradecer, yo te cuidaré siempre que te sientas indispuesto.


— Me encanta como suena eso — susurró besándome con deseo, besos a los que correspondí sin dudarlo ni un solo segundo.


— Espero tengas hambre, Taylor — dijo Teresa mientras servía el desayuno.


— Mucha — admití alzando la cabeza, aunque sonreí al sentir cómo Robert me besaba el cuello suavemente, sin duda había vuelto a ser el mismo de siempre.


— Arreglate, vamos a salir — dijo mientras me apretaba la mejilla, dichas palabras me hicieron fruncir confundido el ceño.


— ¿Salir?


— Sí, ya me siento mejor, así que quiero que retomemos las cosas que tenemos pendientes.


— ¿Y con eso te refieres a...? — pregunté arqueando una ceja, él alzó los hombros con falsa inocencia para tomar su taza de café y darle un sorbo, yo fruncí el ceño ante el misticismo tan característico de mi pareja, lo amaba, pero también lo odiaba con creces.


— Te va a encantar, solo eso te diré — dicho esto, tomó algo de tocino de su plato para colocarlo frente a mí, yo le miré con algo de fastidio para abrir la boca y darle una mordida al tocino, mientras mi prometido me miraba con diversión y malicia, "¿qué estás tramando, Dawson?" rebotó por mi mente, y vaya que me habría vuelto millonario por cada vez que he dicho o pensado dicha frase, porque sí, aún hoy en día la digo, más seguido de lo que ustedes puedan imaginar.


-



Luego de desayunar, fuí a arreglarme a nuestra habitación, creí que Robert me acorralaría en el baño y me haría suyo antes de salir, (porque es algo que él ya hizo más de una vez) pero sorprendentemente, él esperó a que yo me arreglara, parecía que tenía prisa, porque enserio me insistió que debíamos irnos rápidamente.


— ¿Vamos a un hotel? — pregunté mientras salía de casa con él y avanzábamos a su auto.


— No — dijo mientras miraba a la nada con tranquilidad, llevaba puesto un pantalón negro junto con un suéter blanco y una chaqueta negra, hace dos días estaba débil y ardiendo en fiebre, y ahora actuaba como si él fuera el hombre más sexy del mundo (que sí lo es, desde luego) cómo amo esa habilidad que tiene mi prometido de no sentir pena por sí mismo, y esforzarse siempre por lucir increíble, tanto de manera física como en cuestión de actitud.


— ¿Adónde demonios vamos, Dawson? — le reclamé mientras me paraba junto a él, Robert me miró divertido mientras arqueaba una ceja, observándome de arriba a abajo, eso me hizo sonrojarme, pero igual no quité mi semblante incrédulo.


— Cálmate, Brown — dijo juguetonamente, haciéndome arquear una ceja — Iremos a ver unas cosas, y tal vez comamos algo en el camino.


— ¿Específicamente qué vamos a ver? — pregunté cruzándome de brazos, pero Robert no me respondió en absoluto, solo abrió mi puerta del auto y me miró con seriedad, haciéndome entender que me subiera al vehículo de una buena vez.


Chasqueé mi lengua para subirme al auto, él cerró la puerta y fue a subirse también, encendiendo el mismo y empezando a conducir.


— Gato necio — me dijo mientras extendía su mano a mi rostro para apretarme la mejilla, yo gruñí por debajo mientras miraba hacía otro lado, admito que sí era molesto que Robert no me dijera abiertamente adónde íbamos, pero a una parte de mí, le gustaba mucho que él me sorprendiera.


-


Luego de un rato de camino, finalmente llegamos a un enorme edifico lleno de chicos cuya edad era mas o menos la misma que la mía, esto hizo que me sintiera aún más confundido, pero al bajar del auto y ver con más atención las instalaciones de dicho edifico, entendí rápidamente lo que estaba sucediendo.


— Sorpresa — dijo él de forma cínica mientras bajaba del auto para verme con atención.


— Eres un infeliz — dije entre risas mientras observaba maravillado lo enorme y bello de aquel edificio.


— Ya fue suficiente de quedarte en casa a comer chatarra y masturbarte, vas a retomar las clases así deba obligarte — dijo mi prometido mientras se me acercaba para besarme la frente, sonreí algo frustrado al oírle decir eso.


— Sí sí, ya entendí — dije palmeándole la mejilla — ¿Vinimos a inscribirme, no es así?


— Sí, Yelena me dijo que aún están aceptando estudiantes en el área de medicina, me fue imposible no querer venir en seguida.


— Ya veo qué era lo que estaban hablando ayer a mis espaldas — dije con algo de molestia, Robert me besó los labios para tomarme de la cadera y guiarme al interior de aquel edificio.


Miraba todo a mi alrededor con detenimiento, me encantaba cada rincón de aquel edificio, era mucho más grande que mi universidad en Detroit, poco a poco empecé a sentirme entusiasmado, y eso me alegró muchísimo, porque me aterraba pensar que no sentiría nada a parte de molestia al volver a clases, pero sentir aquella emoción crecer en mi estómago, hizo que aquel miedo se fuera al demonio.


Entramos a los pasillos de aquel lugar, donde un hombre canoso estaba parado con semblante tranquilo, parecía que nos estaba esperando.


— Señor rector — dijo mi prometido al acercarse a él y estrechar su mano — Robert Dawson, es un placer conocerlo.


— Es un placer conocerlo también señor Dawson, nos honra muchísimo con su visita — dijo aquel hombre con tranquilidad y mucha elegancia — Mi nombre es Winston Moore.


me puso nervioso ver cómo repentinamente ese hombre fijaba su mirada en mí.


— Usted debe ser el jóven Taylor Brown, ¿no es así? — me alivió y sorprendió como nunca oír que me llamaban de tal manera, aún era raro para mí que me dijeran así, pero no se sentía tan mal, cualquier cosa era mejor que el "Atwood" a fin de cuentas.


— A-Así es — asentí estrechando la mano de aquel hombre — Es un placer conocerlo, rector.


— Es placer es nuestro, jóven; oí que tenía muy buenas notas al estudiar en américa.


— B-Bueno, n-no me iba mal, eso es un hecho — dije con algo de duda y preocupación, yo no tenía una pizca de confianza en mi cuerpo, afortunadamente Robert tenía suficiente confianza por los dos.


— Es bastante modesto — dijo mi prometido mientras palmeaba mi hombro.


— Ya lo creo. Bien, acompáñenme por favor — dijo aquel hombre mientras empezaba a caminar frente a nosotros, yo observaba con detalle cada rincón de aquel edificio, era tan bello, incluso me hizo sentir entusiasmado por empezar a ver clases.


Mientras íbamos caminando, algunas chicas que pasaban junto a nosotros se le quedaron viendo de forma poco sutil a mi prometido, y yo como buena persona racional y paciente, hice lo que cualquiera habría hecho, desde luego.


— Mi amor — murmuré suavemente, él volteó a verme curioso, y apenas lo hizo, le besé los labios de forma poco sutil, remarcando que aquel hermoso hombre de ojos azules era mío, y de nadie más.


— Mgh, qué celoso — murmuró mientras sus manos se deslizaban por mi piel, llegando a cierta zona que él no dejaba de proclamar "había crecido mucho" para apretarla un poco, haciéndome reír sutilmente.


— Aprendí del mejor — admití mientras me apartaba de esos besos para seguir caminando detrás del rector, viendo de reojo cómo las chicas me miraban de arriba a abajo con curiosidad y algo de morbo, al Ty de hace meses le habría avergonzado mucho la forma en que ellas le miraban, pero al Ty de aquel entonces le dió muy igual, y el Ty actual, bueno, habría sido mucho más agresivo, de eso estoy más que seguro. 



Continuará


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- Gema

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