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42 - 'Deseo Insaciable'


— Señor Davies — habló ella cuando abrió la puerta de un enorme despacho, dejando ver a cierto sujeto de cabello castaño que estaba revisando unos documentos — Taylor Dawson acaba de llegar.


— Gracias Joline, déjalo pasar por favor — dicho esto, ella me permitió entrar a dicho sitio, y en cuanto lo hice me acerqué al escritorio para estrechar la mano de aquel hombre, quien se levantó de su asiento para corresponder a mi saludo — Hola Taylor, ¿cómo estás?


— Buen día, yo estoy bien, gracias — dije tratando de sonar lo más adulto posible.


— Siéntate por favor — dijo mientras se sentaba nuevamente, yo hice lo que me pidió, viendo atentamente a aquel hombre ridículamente refinado y educado (no tanto como Robert, pero sí tenía lo suyo) — Bien, primero que nada, bienvenido a reino unido.


— Se lo agradezco — murmuré sonriendo tímidamente.


— Ya tenemos tus documentos, tu pasaporte británico y tu identificación, traté de tenerlo lo más pronto posible, debido a que Robert me comentó que vas a empezar a estudiar y necesitan tus documentos para inscribirte.


— Así es, espero no haya sido tan difícil hacerlos.


— Para nada, el proceso fue más rápido de lo que piensas — explicó mientras abría un sobre que estaba junto a él, ojeando un pasaporte que tenía el escudo londinense, ridículamente parecido al logo de cierta banda de rock británica que también le gustaba mucho a mi prometido — Todo parece estar en orden, pero—


— ¿Pero? — dudé mirándole algo preocupado — ¿Sucede algo?


— Aquí entre nos — dijo mientras me miraba con detenimiento — Robert dijo que ustedes dos planean contraer matrimonio.


— Así es, ¿p-porqué?


— Pues, sinceramente creo que, en caso de que ustedes dos se casen, deberías tener otro apellido en tus documentos legales, para evitar confusiones.


— ¿Tener el apellido Dawson dos veces puede ser confuso, verdad? — dudé con algo de molestia, le advertí a Robert que eso pasaría, pero como siempre, mi novio actuó como un necio obstinado.


— La verdad sí, no tiene mucho impacto a decir verdad, pero a simple vista puede ser muy confuso, y en cierto modo, de mal gusto, sobre todo considerando la diferencia de edad entre ustedes.


— Lo entiendo — murmuré agachando sutilmente la mirada.


— Es por eso, que para evitar confusiones, se me ocurrió que podemos agregar otro apellido en tus documentos, y así nos ahorramos el "qué dirán" que siempre atemoriza a los Dawson, a la hora de que revisen tus papeles.


— ¿Tan grave sería?


— Simplificando las cosas, adquirir el apellido Dawson antes de casarte, significaría que Robert te estuviera adoptando como su hijo, de manera indirecta — dichas palabras hicieron que mi sangre se helara y un escalofrío desagradable recorriera mi cuerpo — Por eso mi insistencia a que te cambies el apellido, y así cuando te cases podrás asumir el apellido Dawson sin problema alguno.


— Qué complicado — dije sobando mi entrecejo con mis dedos, de inmediato un amargo sentimiento de frustración inundó mi mente, pero al mismo tiempo, me alivió haber sido yo quien fue a dicha reunión, porque a Robert le habría dado igual todo eso, él quería que yo fuera Dawson, costara lo que le costara.


— Lo sé, por eso quisiera facilitarte las cosas dándote otro apellido.


— ¿P-Pero los documentos ya no están expedidos? ¿eso no sería más complicado?


— Para nada, llamé a la imprenta y les dije que esperaran un poco para colocar el apellido correcto a tus documentos, solo están esperando el apellido que van a colocar, y ya después de eso, lo terminarán y lo enviarán aquí rápidamente.


— ¿Enserio? — dije alzando sutilmente las cejas, me asombraba bastante el compromiso profesional de los británicos.


— Así es — afirmó sonriendo cordialmente — Y bien Taylor, ¿qué apellido te gustaría tener? — dicha pregunta me dejó algo pensativo, no me imaginaba con otro nombre que no fuera el de mi pareja, pero, pensar que ponérmelo implicaba ser oficialmente hijo de Robert, me daba demasiado asco para considerarlo.


— Hay uno — dije de forma algo dudosa, no era un apellido con el que estuviera totalmente familiarizado, pero no me avergonzaba en absoluto, así como no me avergonzaba la persona que me lo otorgó.



-



Esperaba fuera del despacho del abogado por mis documentos, no me molestaba tanto esperar, lo que me preocupaba era dejar solo a Robert tanto tiempo.


"Hola gatito" recibí de repente un mensaje suyo, cosa que me hizo fruncir notoriamente el ceño."Deberías estar durmiendo" le dije, sé que ya sonaba muy exagerado, pero entiéndanme, Robert se veía muy débil, y yo como aspirante a doctor no podía hacerme la vista gorda de ello."Desperté para comer, ¿cómo te fue".


"Todo bien, solo estoy esperando que le hagan unas correcciones a mi pasaporte" dije tratando de evitar el tema de mi cambio de apellido, no quería que Robert se angustiara o se enojara. "Bien, vuelve pronto a casa, te extraño" sonreí por inercia al leer dicho mensaje, vivía con él, y aún así él admitía extrañarme, amaba tanto eso de él.


"Yo también te extraño" escribí junto con un corazón, ignorando todo lo que pasaba a mi alrededor, hasta que escuché una voz ridículamente conocida cerca de mí, una voz que no me generaba gusto en absoluto, sino todo lo contrario.


— ¿Señor Atwood? — habló cierto sujeto a mi lado, por lo que yo alcé sutilmente la mirada, sintiendo mi sangre hervir al observar cierto rostro pecoso de cabellera rojiza con el que yo tanto fantaseaba golpear.


— Ah, hola — dije sonriendo de forma forzada mientras me levantaba de mi asiento, no me daba gusto ver a ese tipo, pero no podía ser grosero, trabajaba con mi novio a fin de cuentas.


— ¿Cómo está? me da gusto verlo.


— Igualmente — mentí, ¿qué? ¿creen que me daba gusto ver al sujeto que quería seducir a mi prometido? ¡en absoluto!


— Es una sorpresa verlo por aquí, ¿busca asesoría legal?


— Ah, s-sí, algo así — dije mientras llevaba uno de mis mechones tras mi oreja — Mi estancia aquí se prolongará, así que empecé a tramitar mis papeles británicos para ser residente de este país.


— Vaya, bienvenido sea — dijo estrechando mi mano, correspondí aquel apretón de manos con algo de fuerza — Supongo que fue Robert quien le recomendó esta firma de abogados.


— S-Sí, algo así, ¿cómo lo— traté de hablar, pero él me interrumpió.


— El día que usted hablaba con él, imaginé que le daba algunos consejos financieros.


— Ahh, sí sí, la verdad él me da... muchos consejos — "y muchas otras cosas también" quise decir, pero tuve que morderme muy fuerte la lengua para evitar decir alguna indiscreción.


— Él es muy comprensivo, a mí también suele darme muchos consejos, ha sido de gran ayuda para mí.


— Lo imagino — dije sintiendo cómo mi esófago ardía por la cantidad de bilis que añoraba vomitar, tuve que contenerme muchísimo para no hacerlo, "no te dejes influenciar por cosas imaginarias" pensé, tomando aire y actuando con naturalidad.


— Taylor — habló el abogado al salir de su despacho, yo rápidamente voltee a verlo — Ya está listo.


— Perfecto — dije aliviado para voltear a ver de forma algo incrédula al pelirrojo — Nos vemos otro día, Green.


— Greene, señor Atwood — corrigió mientras me miraba de forma pasivo-agresiva, yo correspondí mirándole de igual forma, mis ganas de decir "para ti soy señor Dawson, bastardo igualado" me mataban, no sé cómo logré contenerme tanto, sinceramente.


— Claro, disculpe — dicho esto, me di vuelta y entré al despacho del abogado de Robert, ni siquiera me detuve a preguntar qué hacía el odioso pelirrojo ahí, realmente no me interesaba, solo quería mis cosas para ir a ver a mi novio, realmente lo extrañaba, y me preocupaba que le subiera la fiebre mientras yo no estaba.


— Bien, todo listo — dijo entregándome un sobre algo grande, yo lo abrí para revisar algunos papeles y certificados, y ahí me di cuenta, de que pude haberme cambiado el "Nikita" pero no se me ocurrió; "maldito" rebotó por mi mente al pensar que mi prometido hizo caso omiso a este detalle y dejó mi nombre tal y como estaba, muy seguramente de manera intencional.


Firmé algunas cosas, agradecí al abogado y me fui de aquel despacho, oficialmente era británico, y no solo eso, ya no debía cargar con el apellido del hombre que tanto se esmeró por arruinar mi vida, era una doble satisfacción demasiado plena y disfrutable, comenzaba a sentir que mi vida solo podía ir cuesta arriba a partir de ese momento, y en cierta forma fue así, pero el dolor igual nunca me abandonó, solo me dejó descansar un tiempo.


-



Llegué exhausto a casa, arrastrando los pies mientras mi estómago rugía como nunca, pero al menos ya había resuelto la encomienda del día, ahora solo me quedaba descansar y cuidar de mi pareja.


Entré sigilosamente a nuestra habitación, sorprendiéndome al ver a Robert y Teresa sentados en nuestra cama viendo fijamente el televisor, cosa que me hizo arquear curioso una ceja.


— Y es ahí cuando ellos se infiltran en la hacienda de ese sujeto para trabajar ahí, pero realmente su objetivo es vengarse por lo que ellos le hicieron a su hermana — explicaba Teresa mientras señalaba el televisor con su dedo índice.


— Ya entiendo, ¿y es ahí donde conocen a las chicas? — preguntó Robert bastante fascinado por lo que ella le decía, sonreí ampliamente al verles interactuar de tal manera.


— Hola hola — le saludé mientras terminaba de entrar a la habitación, rápidamente las joyas de Robert se posaron sobre mi cuerpo, detallándome con ternura y algo de preocupación.


— Al fin apareces — dijo mientras aprovechaba que me acerqué para jalarme del brazo y hacer que me sentara en sus piernas, besándome el cuello mientras me abrazaba dulcemente las caderas — ¿Cómo te fue?


— Todo bien — dije sonriendo tímidamente — Ya tengo mis papeles.


— Déjame verlos — dijo tratando de tomar la carpeta en mis manos, pero yo rápidamente la quité para que no la tomara, él me miró con seriedad cuando hice eso, yo realmente no sabía cómo explicarle lo de mi otro apellido — ¿Taylor?


— Hay algo que debo explicarte primero, para que no enloquezcas — dije mientras suspiraba pesadamente, él frunció el ceño al oírme.


— Depende de lo que debas decir.


— ... No me pusieron Dawson aún — admití mientras algo de pena se reflejaba en mi rostro, Robert me miró con seriedad cuando dije esto — ¡Y-Yo fui quien quiso negarse a que me lo pusieran, p-pero fue por una buena razón!


— ¿Existe una buena razón? — dijo incrédulamente.


— El abogado dijo que, tener tu apellido antes de casarnos es... indirectamente una adopción, c-como si yo fuera tu hijo — murmuré con algo de pesar, Robert rodó sus ojos con fastidio al oírme.


— Qué tontería — dijo con molestia, aunque notó algo de pena en mi rostro, porque rápidamente tomó aire y trató de reagrupar sus palabras mientras me tomaba de las mejillas con una sola mano — ¿Te molesta que crean que eres mi hijo?


— A diario lucho con no lucir como un niño para ti, imagina qué tan difícil se me hará si llegas a quedar como mi padre frente a todos — mis palabras hicieron a Robert sonreírme con algo de pesar, imagino que le frustró mucho que yo no fuera Dawson aún, pero ¿qué caso tenía enojarse? pronto nos íbamos a casar, y aún con todo lo anterior en mente, él siguió diciéndome "Taylor Dawson", y yo seguí presentándome de tal manera cada que tuve la mínima oportunidad.


— Lo entiendo — murmuró de forma suave y gentil, sabía que el tema le incomodaba, pero que igual se tomara la molestia de comprenderme y apoyarme, hacía que mi pecho doliera de amor por él — Y bien, ¿cuál es tu nombre entonces?


— Mira — dije entregándole ahora sí la carpeta, él rápidamente empezó a ojear dichos documentos, tomando en específico mi pasaporte nuevo, arqueando una ceja al leer el apellido en cuestión.


— ¿"Taylor Brown"? — preguntó con algo de recelo, yo le sonreí tímidamente al oírle.


— ¿No te gusta?


— Me parece un tanto corriente — admitió de forma algo incrédula, no podía evitarlo, él era ridículamente sincero, adoraba dejar claro cuando algo no era totalmente de su agrado — ¿De dónde sacaste ese apellido?


— De Teddy — admití inclinando un poco la cabeza mientras hablaba — Es su apellido de soltera.


Me divirtió ver cómo el semblante receloso de Robert desapareció para mostrarse un tanto dudoso pero temeroso, como si creyera que yo me enojaría por lo que dijo, siendo todo lo contrario, no me enojaban sus palabras, sobre todo porque un apellido como "Dawson" era demasiado llamativo y prestigioso, y "Brown" era de los más comunes en américa, pero ¿qué puedo hacer? era el apellido de mi madre, yo disfrutaba portarlo con cariño.


— Oh, n-no tenía idea — dijo mientras ojeaba atentamente aquel documento — Ya entiendo porqué te lo pusiste; lamento lo que dije.


— Tranquilo, solo dices la verdad, y la verdad sí es un apellido demasiado común — admití entre risas mientras me acurrucaba en su pecho, él me besó la frente para dejar de lado la carpeta y acariciar mi abdomen mientras veíamos con detenimiento el programa que había puesto Teresa (subtitulado, porque el dialecto aún era algo complicado para nosotros).


— Oficialmente eres británico — susurró mi prometido mientras me besaba el cuello.


— Mhm — asentí mientras cerraba los ojos con cansancio, y de inmediato, recordé a cierta silueta pelirroja que hizo hervir mi sangre en cuestión de segundos — Me encontré a Arthur Greene en la firma.


— No me sorprende, su hermano es asociado de esa firma — admitió mientras acariciaba suavemente mi cuerpo, aquellas caricias ayudaron a que el tema no me afectase tanto (sorprendentemente) — ¿Le dijiste algo?


— No le grité, si eso quieres saber — dije con algo de molestia, haciendo a mi prometido reír por debajo — Le dije que empezaré a vivir aquí en Londres.


— Mh, bien, marcas territorio de forma discreta, me sorprende lo calculador que te has vuelto, mi cielo — susurró repartiendo besos por mi piel, yo le dejaba besarme mientras miraba el programa en la tv, rogando porque Robert no quisiera empezar un acto sexual en frente de Teresa.


Vimos televisión un rato más, hasta que Teresa le dió un medicamento a Robert y esto le hizo caer rendido en la cama, yo aproveché esto para dormir un rato también, estaba muerto de cansancio, el sedentarismo me estaba afectando bastante.


Dormía acurrucado en el pecho de mi prometido, disfrutando de sentir su calor corporal, que lograba apaciguar el frío Londinense que nos abrazaba sin más.


— Taylor — susurraron lascivamente en mi oído, maldije para mis adentros al oír eso.


— No — dije adormilado sin siquiera abrir los ojos.


— Por favor — murmuraron de forma suplicante en mi oído.


— No amor, necesitas descansar.


— Por favor, Ty, enserio necesito follarte — dijo con voz ronca, yo estaba más dormido que despierto, ni siquiera sabía lo que estaba diciendo.


— De acuerdo — renegué algo adormilado, y luego de decir eso, me quedé inerte en la cama, ignorante de lo que me iba a ocurrir.


Sentí una fuerte corriente recorrer mi espina dorsal al sentir cómo un cuerpo ajeno penetraba el mío, haciéndome despertar de mi sueño para empezar a gemir de forma muy ronca y algo dolorosa.


— ¡Ah, ay Robert! — dije echando la cabeza hacía atrás mientras él se movía encima mío, mordiéndome el cuello y sacándome quejidos de dolor intenso.


— Sí, así — dijo azotando con más intensidad mi cuerpo — Grita, déjame saber que te estoy lastimando.


— ¡¡Ah, Robert para!! — dije mientras apretaba con fuerza las sábanas de nuestra cama — ¡¡A-Ah, me duele!! ¡¡Robert me lastimas!!


— Carajo Ty, ¡enserio necesitaba esto! — gruñí alzando mis piernas para abrazarlas mientras continuaba con ese vaivén, yo miraba con los ojos entrecerrados el techo de nuestra habitación, jadeando el nombre de mi prometido mientras rogaba porque Teresa no creyera que él realmente me estaba violando, porque realmente era alarmante oír los gritos que yo daba cuando Robert me hacía el amor, y lo peor era, que ese gusto insano por el sexo sádico y nada sutil, era algo que compartíamos los dos.


— ¡¡A-Ahh, Robert!! ¡n-no te fuerces!


— ¡Ah, y-ya sé pero-mierda! — gruñó mientras colocaba mis pies cerca de mi cuello y comenzaba a empujar mis piernas, una posición algo incómoda al principio, pero vaya que se siente increíble.


— ¡¡A-Ahhh, ay qué rico!! — dije sacando la lengua y viendo fijamente los ojos de mi novio — ¡Robert mi amor, s-soy tuyo!


— Eso, buen chico — dijo mientras se movía de forma un poco más lenta, eso me hizo jadear y verlo con preocupación.


— ¿Estás cansado? — dije tomándole de los brazos.


— No — negó moviendo la cabeza de un lado a otro, pero yo sabía que no era totalmente franco conmigo.


— Deja de ser tan necio — dije empujándole para ponerme encima suyo y empezar un vaivén algo lento — ¡A-agh! ¡s-sabes que yo también puedo tomar el control de vez en cuando!


— Lo sé, pero yo quiero hacerte chillar a mi manera — dijo viéndome a los ojos de una forma tan aterradoramente intensa que me hizo estremecerme y gemir como la propia perra en celo, mientras mis caderas comenzaban a moverse por sí solas.


— Robert mi amor — gemí mientras le tomaba de las muñecas para aprisionarlo debajo mío — ¡Ah! ¡hazme chillar todo lo que gustes! p-pero primero quiero que te recuperes completamente, odio que mi- ¡ah! o-odio que mi prometido esté enfermo.


— Es tu culpa — dijo tomándome de las caderas para hacerme bajar de forma brusca — Tú no me dejas descansar como se debe, me seduces y me haces querer follarte toda la noche, ¿porqué eres tan cruel, Ty?


Reí entre gemidos mientras oía atentamente su explicación, y lo dejaba moverme a su antojo.— Mi amor — dije lascivamente — Ya no aguanto, me quiero venir.


— ¿Eso deseas? — murmuró mientras me hacía subir y bajar de forma poco sutil, aunque lo que fue poco sutil, fue mi forma de reaccionar ante esto.


— ¡¡Ahh, Robert, ay Robert por Dios!! y-ya no aguant- ¡¡ahh!! — grité con fuerza al sentir un intenso orgasmo que me hizo venirme de golpe, manchando el pecho y cara de mi prometido, quien echó la cabeza hacía atrás para gemir de forma muy ronca mientras empezaba a venirse dentro de mí.


— ¡A-Ah, Taylor! — gemía mientras llenaba mi ser con su semilla, haciéndome jadear pesadamente de deseo.


— Oh por Dios — susurré mientras me recostaba en el pecho de Robert, sonriendo al escuchar su acelerado palpitar — Te dije que no te presionaras de más.


— Valió la pena — dijo entre suaves risas.


— Sí, pero estás muy débil — dije alzando la mirada y viéndole con detenimiento — No quiero que te esfuerces demasiado.


— Amo que mi prometido se preocupe tanto por mí, aún cuando se muere porque yo lo haga gritar — dijo tomándome de las caderas para besarme hambrientamente, besos a los que correspondí de forma nada sutil; lo admito, Robert no mentía, estaba preocupado por él, pero al mismo tiempo quería que tuvieramos sexo día y noche, ¿qué puedo decir? él hizo que descubriera un lado de mí que nunca creí conocer, una lujuria insaciable que me hacía desear tenerlo metido dentro de mí todo el día, pero no es una lujuria que te hace querer coger con cualquier, es más una lujuria por él, por el hombre al que amo, un deseo insaciable por la persona que amo, y a mi opinión, no hay deseo más puro y hermoso que ese. 



Continuará


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- Gema

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