41 - 'Conmovedor'
— ¿Cómo te sientes? — pregunté mientras palpaba la frente de Robert, él estaba medio dormido en la cama usando uno de sus brazos para ocultar sus ojos, me preocupaba que tuviera migraña.
— Cansado, débil, y con un odio creciente hacía los suizos — suspiré algo frustrado al oírle.
— Veo que tu sentido del humor sigue intacto — dije mientras miraba la hora en el reloj de la mesa de noche, él seguía desnudo, pero yo llevaba una bata de baño para cubrirme, en caso de que tuviera que salir por medicinas o algo más para Robert — ¿Te duele la cabeza?
— Un poco — respondió bostezando — Quiero dormir.
— Claro, pero primero quiero que trates de comer algo.
— No, no tengo hambre — puchereó mientras se recostaba de lado dándome la espalda.
— ¡Claro que sí, anciano quejumbroso! — reclamé sentándome junto a él para jalarle del brazo — ¡Me niego a dejarte dormir sin comer primero!
— Lo único que quiero tener ahora en la boca son tus pezones — murmuró con falsa inocencia, haciéndome suspirar con frustración mientras lo observaba atentamente.
Voltée al oír la puerta ser tocada con insistencia, y al saber que se trataba de Teresa con la comida que pedí para mi novio, le dije que podía pasar.
— ¿Cómo sigue? — preguntó ella mientras entraba con una tablilla donde llevaba la comida para mi novio, un tazón de sopa junto con un vaso hasta arriba de jugo de naranja, se notaba que sabía qué preparar para gente enferma.
— ¡Estoy bien! — reclamó con fastidio — Solo es un catarro, no entiendo porqué deben ser tan alarmistas.
— Porque nos preocupas, tesoro — dijo Teresa mientras me entregaba la tablilla en cuestión, yo miré a Robert con seriedad, aprovechando que él se sentó en la cama para vernos con molestia por cuidar de él, ¿quién entiende a ese hombre?
— No te dejaré en paz hasta que comas al menos un poco — dije mirándole con seriedad, él bufó para sentarse frente a mí y verme atentamente con flojera, yo de inmediato tomé la cuchara y la llené de caldo, para colocarla frente a Robert y sonreírle cínicamente — Abre grande, mi amor.
Él me hizo caso a lo que le pedí, comiendo lo que yo le daba, me daba ternura verlo así, parecía un cachorro regañado, aún en su faceta obstinada Robert me parece tan precioso.
— Seguro el cambio de clima te afectó — dijo Teresa — Deberíamos darle algo para la alergia.
— No, me dará sueño, y debo ir mañana con mi abogado.
— ¡Nada de eso! — dije con seriedad — Usted, señor Dawson, está oficialmente de reposo — él chasqueó la lengua ante lo que le dije — ¡Shh! ¡soy tu doctor, debes obedecerme!
Él no pudo evitar reír al oírme decir eso.
— ¿Ah sí? — murmuró tomando mi barbilla y acariciándola suavemente — Pues tengo un doctor muy lindo.
— Halagos para después — dije quitando su mano de mi rostro para disponerme a seguir dándole comida, de vez en cuando yo la probaba también para que él no creyera que le habíamos dado algo para dormir (aunque realmente el analgésico estaba diluido en el jugo de naranja, y él ni siquiera lo notó).
-
Luego de darle de comer, dejé que Robert durmiera, afortunadamente la medicina le hizo dormir toda la tarde como un tronco, eso me alivió mucho, mi prometido no había descansado bien los últimos días, de golpe asumí que eso también pudo influir en sus malestares.
Estaba acostado en la cama encima suyo, viéndolo dormir con detenimiento, vigilaba que no le diera fiebre de nuevo, además de que Robert se negaba a dormir si no me tenía cerca, creo que la dependencia a la hora de dormir no era solo de mi lado de la cama.
Me alertó escuchar cómo mi teléfono comenzaba a vibrar, y dado que no quería despertar a Robert, solo estiré un poco mi brazo para tomar el teléfono, mi novio me tenía apegado a su cuerpo, abrazándome con fuerza para evitar que me fuera, Robert enfermo me llena de tanta ternura.
Suspiré al ver que se trataba de Teddy, dejarla ir al buzón no era una opción, dado que ella me regañaba cuando no le contestaba el teléfono, así que por más que quería quedarme en la cama, como pude tuve que zafarme del agarre de Robert y levantarme de la cama, ya que no quería despertarlo de su sueño.
Lo dejé acostado y tomé la bata que estaba junto a la cama (ya que sí, aún seguía desnudo, Robert no me dejaba vestirme) para ponérmela y salir de la alcoba, y apenas lo hice, contesté finalmente el celular.
— ¿Hola? — hablé entre murmullos mientras caminaba al sofá.
— Hola Ty — habló ella calmadamente, eso me alivió mucho, no me sentía con paciencia suficiente para reclamos — ¿Cómo está todo cielo?
— Bien ma, aunque un poco ajetreado, Robert llegó enfermo del viaje.
— No ¿enserio? ¿qué le pasó?
— Supongo que el clima y el sobreesfuerzo, no hemos dormido bien en días.
— No necesitaba saber eso, pero gracias por decirme que él no te suelta, hijito — comentó de forma cínica, haciéndome rodar los ojos con algo de fastidio — En fin, hablé con Julia Henderson, la vecina de enfrente ¿la recuerdas?
— Vagamente — admití mientras me recostaba en el sofá, Teddy de vez en cuando me llamaba para contarme chismes o trivialidades que ocurrían en el vecindario, lo hacía cada domingo cuando iba a verla, así que es entendible que no quisiera perder el hábito cuando yo me mudé a inglaterra.
Escuchaba con algo de flojera cómo mamá me contaba sobre el aparente embarazo de la hija adolescente de los vecinos, admito que sí era interesante oír algo de chisme que no tenía que ver conmigo, sobre todo esos días donde la mayoría del chisme y palabrería giraba entorno a mi persona y a mi relación con mi prometido.
— Esa niña siempre fue precoz — le respondí mientras bostezaba un poco, admito que el viaje también me tenía algo exhausto.
— Lo sé, pero en fin, allá ellos con sus problemas — dijo mi madre cínicamente, me divertía oírla decir eso, luego de desmenuzar por completo la vida de esas personas — Por cierto Ty, no me has dicho cuándo vas a inscribirte a la universidad.
— Ahh — maldije para mis adentros ese pequeño gran detalle, y dado que ya pasé por un "pronto mamá" con el tema de mi boda, no quise responderle de la misma forma con respecto a mis estudios (los cuales ella aún estando yo en Detroit, se negaba a permitirme renunciar) así que no me quedó más remedio, que decir una mentirilla blanca, la cual sorprendentemente, no terminó siendo mentira — E-Esta semana, probablemente.
— ¿Enserio? — preguntó algo incrédula.
— S-Sí, R-Robert ya arregló mis papeles, y-ya solo es cuestión de inscribirme.
— Qué bueno cariño, eso me alivia mucho, me preocupaba que la vida de pareja te volviera un holgazán y no quisieras seguir tus estudios.
— ¿Qué? pff, por favor, Tedd, ¡la medicina es mi vida! — "maldito hipócrita" rebotó por mi mente, creanme que me dolía no ser franco con ella, pero la pobre mujer ya tenía mucha angustia diaria, ¿iba yo a ser tan infeliz de darle más angustia por mi tonta indecisión y pereza de volver a la escuela, estando consciente de que tarde o temprano retomaría los estudios? no iba a hacerle eso a mi pobre madre.
— Qué alivio tan grande, Ty — escuché de repente un brusco sonido al otro lado de la línea que me hizo arquear dudoso una ceja — ¡¡Bastardos mal nacidos!!
— ¿Qué ocurre?
— ¡¡Unos mocosos rompieron una ventana con un balón!! — reír por debajo al oír aquello, no podía evitarlo, me daba ternura recordar esos días de mi infancia — Te llamo luego ¿sí cielo?
— Claro má, cuídate mucho, te amo.
— Yo también te amo, cielo — dijo tranquilamente, noté que desde nuestra "discusión" telefónica, tratábamos de ser más afectivos el uno con el otro, y digo "tratábamos" porque obviamente éramos un par de dementes que nunca supieron demostrar afecto, y empezar a hacerlo, nos costaba enserio — Saluda Robert de mi parte ¿sí? que se mejore.
— Gracias má — dicho esto, colgué el celular y me quedé recostado en el sofá con dicho objeto en mi pecho, tomaba aire mientras pensaba en lo que le dije a Teddy, "debo volver a la escuela" rebotó por mi mente de golpe, aún cuando mi pecho no se sentía listo en ese momento para hacerlo, ya había firmado un compromiso con Teddy y con mi prometido, no podía defraudarlos, ellos aún confiaban en mí, aún cuando ni yo mismo lograba hacerlo.
Alcé de golpe la mirada al oír la puerta de la habitación, alertándome al ver que se trataba de Robert, quien usaba una larga camiseta de Scorpions para "cubrirse" el cuerpo (no llevaba nada abajo, así que no estaba cubriendo casi nada realmente).
— ¡Oye! — dije levantándome del sofá para ir a tomarlo de las manos — ¿Cómo te sientes?
— ¿Porqué te levantaste? — preguntó con algo de seriedad, estaba medio dormido, eso me hizo sonreír de la ternura.
— Perdona, Teddy me llamó, y no quería despertarte.
— Ven — dijo jalándome del brazo, sonreí al verle actuar así, era lindo ver el lado involuntariamente tierno de mi novio.
Me llevó de nuevo a nuestra habitación para quitarse la ropa y acostarse en la cama, yo copié su acción, acostándome a su lado mientras nos cubría con una manta gruesa.
— Bien, aquí estamos — murmuré pegándome a su cuerpo para brindarle calor, estábamos acostados de lado, uno frente al otro, yo le miraba con atención mientras él mantenía los ojos entrecerrados por el sueño y el malestar — ¿Cómo te sientes?
— Mejor ahora que estás aquí — murmuró besando dulcemente mis labios — ¿Qué dijo Teddy?
— Chismes sobre adolescentes embarazadas, nada muy relevante — admití entre suaves risas — Te mandó saludos.
— Qué atenta — susurró pegando su frente con la mía, yo cerré mis ojos para tratar de dormir igual que él, hasta que oír su ronca voz, me hizo alzar la mirada — Ty.
— ¿Sí, mi amor?
— ¿Crees que me estoy precipitando? — le miré totalmente confundido en cuanto él me dijo eso.
— ¿De qué hablas?
— ¿Crees que estoy haciendo mal, al cerrar el trato con Terrence sin esperar un poco más? — me conmovió y me frustró oírle decir eso, ni siquiera enfermo mi prometido tenía derecho de descansar, era tan odioso.
— Ya has esperado demasiado, necesitas un buen socio, y si tú sientes que él es una buena opción, entonces es porque lo es.
— Todos dicen que me equivoco.
— El jefe eres tú, el que está al frente de todo eres tú, la decisión que tomes será la mejor, les guste o no les guste, lo sé muy bien — susurré besando a mi prometido con ternura, él me abrazó las caderas para hundir su rostro en mi pecho de una manera que me hizo sonreír con timidez.
— Gracias Ty, en verdad necesitaba oírte decirme eso.
— Lo diré las veces que sean necesarias para que te sientas mejor — murmuré acariciando tranquilamente su cabello, observando cómo mi témpano de hielo se derretía en mi pecho, era tan conmovedor ver a Robert actuar así, con nadie más se daba el lujo de ser así, y no lo digo por ser su pareja, realmente Robert no era de abrirse con nadie, yo era el privilegiado de consolar a mi novio, y siempre me sentí motivado a hacerlo, porque cuando el mundo quería darle la espalda, yo quería abrazarlo y recordarle lo mucho que lo amaba, porque sabía bien que eso era lo que él necesitaba, lo que ambos siempre necesitamos, en realidad.
-
07:21 marcaba el reloj, mi cuerpo se sentía pesado, seguramente era porque yo no acostumbraba levantarme tan temprano desde que vivía en Inglaterra, pero esa mañana sentí que necesitaba despertar con el sol, debía actuar como adulto, ya que mi adulto estaba indispuesto.
Me levanté con cuidado de la cama, Robert dormía profundamente, quería quedarme en la cama con él, pero recordé algo que él tenía pendiente por hacer, y dado que yo no quería que mi prometido se esforzara de más, decidí que lo mejor era que yo hiciera tal cosa que Robert tenía tan presente por hacer para ese día.
Me bañé y vestí con rapidez, usaba unos jeans claros y un suéter café cuello de tortuga, quería verme lo más formal posible, de todos modos, no iba a representar a Robert luciendo como un andrajoso.
— ¿Ty? — habló él mientras despertaba de a poco y se sentaba en la cama con dificultad, yo fuí hacía él para sentarme a su lado y besarle dulcemente los labios.
— Hola cariño — dije entre besos — ¿Cómo te sientes?
— Bien — dijo por obligación, le miré algo serio cuando dijo eso — Con un poco de migraña.— Sé sincero conmigo, ¿cómo te atiendo si no sé lo que te pasa?
— ¿Adónde vas? — preguntó mirando cómo me había arreglado.
— Ah, bueno, como debes ir a buscar mis papeles, decidí ir yo por ellos, y así no debes levantarte e ir tú.
— Oh Ty — murmuró tomándome la mejilla — No, ni loco te dejaré ir solo.
— ¡Claro que sí! — dije tomándole las manos que sujetaban mis mejillas — Recuerda que ya soy un adulto que debe valerse por su cuenta, y que puede hacer ciertas cosas que tú no puedes.— Pero— trató de hablar, pero yo le callé con un beso.
— Pero nada, mi amor — dije acariciando su rostro dulcemente — Dame la dirección de tu abogado, y dime todo lo que deba saber — él me miró algo dudoso, imagino que le preocupaba dejarme solo en las frías calles de Londres, pero al no tener ninguna otra opción, solo suspiró y asintió con la cabeza mientras tomaba su celular para explicarme lo que debía hacer.
— Esta es la dirección — dijo mientras me la enviaba en un mensaje — Mi abogado te dirá qué debes firmar, no creo que haya muchos inconvenientes, pero en caso de que suceda algo, no dudes en llamarme ¿de acuerdo?
— De acuerdo — asentí tomando las mejillas de mi prometido para besarle los labios con dulzura — Teresa está afuera, si te ocurre algo dile, por favor.
— De acuerdo — asintió tomando mis caderas para besarme de forma un poco menos sutil — Mi gatito está creciendo — reí tímidamente al oírle.
— Debo cuidar de mi anciano sexy — dije acariciando la barbilla de Robert, mientras él me sonreía con cinismo — Te amo.
— Yo también te amo — respondió dándome un último beso antes de que yo me colocara de pie y fuera por mis cosas para irme — Toma dinero de mi cartera para que pidas un taxi.
— Puedo tomar el autobús.
— Nada de eso — dijo con molestia, yo reí al verle actuar de tal forma — Es más, llamaré a Brighton para que te lleve en mi auto.
— ¡No, Robert eso no hace falta! — insistí — Mi amor, yo puedo ir solo, no hace falta que le pidas a alguien que cargue conmigo.
— Pero Taylor— no le dejé hablar, ya que utilicé en su contra un argumento que él mismo me había dicho hace tiempo, que al principio no me lograba convencer, pero admito que sí tenía un poco de razón de ser.
— Tú dijiste que debo empezar a desenvolverme más sin ti, ¿no fue eso lo que me dijiste? — me llenó de ternura ver cómo arrugaba el entrecejo y maldecía entre dientes ante las palabras que salían de mi boca, como si odiara tener que darme la razón.
— Bien — dijo a regañadientes, yo reí por debajo para lanzarle un beso al aire y caminar a la puerta de la habitación.
— No te estreses, viejito, estaré bien ¿sí? tú concéntrate en descansar.
— Sí — dijo mientras se recostaba en la cama y bostezaba un poco — Que te vaya bien, Ty.
— Gracias amor, te adoro.
— Y yo a ti — respondió sonriéndome cálidamente, yo le lancé un beso al aire de nuevo para salir de la habitación e ir a hablar con Teresa para darle las indicaciones sobre cómo cuidar de Robert mientras yo no estaba, aunque decírselo fue manía de mi parte, porque Teresa ya sabía de sobra cómo cuidar a alguien con catarro, agradecía enormemente ese sentimiento maternal que ella poseía de cuidar a las personas, y ni hablemos del cariño que nos tomó a Robert y a mí en tan poco tiempo, y viceversa.
-
El ajetreo de la ciudad me hizo recordar mis días de estudiante en Detroit, admito que me causó algo de melancolía, pero fue agradable sentir que volvía a mi "rutina" de alguna manera, aunque tal vez solo fue el delicioso clima que hizo ese día cuando tuve que salir por mi cuenta.
— Buen día — dije al bajarme del autobús, ese país estaba lleno de gente educada y de buenos modales, así que poco a poco fuí adoptándolos, aunque fue chocante aprender los "buenos hábitos londinenses" para después recordar amargamente de qué país tan apático y amargado provenía, pero me estoy adelantando otra vez.
Caminé hacía un enorme edificio que quedaba en una parte muy céntrica de Londres, mucha gente entraba y salía de él (gente muy elegante y bien parecida, por cierto).
Entré a dicho lugar tratando de disimular mi cara de no saber dónde estaba parado, qué odioso es ser turista. Me acerqué a la recepción, donde una encantadora mujer rubia estaba tecleando a prisa y revisando correos que le llegaban, rogaba porque no fuera igual a la rubia que me atendió cuando fui por mi traje de bodas.
— Buen día — dije al llegar, logrando que ella me mirara con atención — Vengo a ver a Thomas Davies, tengo una cita con él.
— Oh bienvenido — dijo ella calmadamente — ¿Es usted el señor Taylor Dawson? — me sonrojé cuando le oí hablarme de tal forma, fue lindo que me llamaran de esa manera, aunque no terminaba de entender porqué lo hacían.
— S-Sí, ¿cómo sabes usted que yo— traté de hablar, pero ella me respondió rápidamente.
— El señor Robert Dawson llamó al señor Davies — sonreí con algo de cinismo al oír eso, debí imaginar que mi amado novio no se quedaría cruzado de brazos, pero agradezco que lo hiciera, me facilitó mucho el proceso — Sígame por favor, el señor Davies lo está esperando.
— Muchas gracias — dije mientras iba tras aquella delgada mujer, observando maravillado aquel edificio que era casi tan grande como las industrias Dawson, a pesar de ser solo una firma de abogados.
Continuará
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- Gema
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