39 - 'Creer Ciegamente'
Luego de que Robert se terminara de arreglar, ambos tomamos nuestras cosas y nos fuimos, nadie parecía estar despierto, así que caminamos por la sala de aquella cabaña como si nada, un taxi nos esperaba afuera para llevarnos al aeropuerto, me sorprendía un poco que Robert tuviera todo eso cubierto ya, pero conociendo lo calculador que es mi pareja, rápidamente me dió igual este detalle.
— ¿Cómo te sientes? — preguntó mientras bajábamos las escaleras de la cabaña con nuestras maletas en mano.
— Bien, solo un poco cansado.
— Tranquilo, podrás tomar una siesta en el avión — afirmó mientras llegabamos con el taxi para tomar mi maleta e ir a guardarla en el maletero, yo me dispuse a ver por última vez el paisaje montañoso de suiza, en verdad amaba el clima y el ambiente, me frustraba mucho que mi primer viaje a dicho país acabara siendo tan agridulce.
Voltee de reojo hacía la cabaña, alertándome al ver un par de ojos azules que detallaban con desdén el cómo Robert y yo nos preparábamos para irnos; yo por mi parte, miré de mala gana a dicha persona, quien me observó incrédulamente mientras se cruzaba de brazos.
Rápidamente noté cómo Robert se acercaba hacía mí para pegarme a su pecho y abrazarme con ternura, mientras miraba de forma incrédula al hombre que estaba parado en la puerta de dicha cabaña, observando con frialdad cómo su hijo me brindaba protección.
— Vámonos ya, Ty, este lugar ya me fastidió — dijo mi prometido mientras me guiaba al auto para subirnos en este mismo, y así sin más, nos marchamos de aquella cabaña de ensueño, pero que para mí, fue toda una pesadilla haberme quedado ahí.
Sonreí por debajo al sentir un beso en mi mejilla de parte de mi novio (ya que él se sentó atrás conmigo para mantenerse pegado a mí).
— Lamento que tu primer viaje a Suiza tuviera tantos inconvenientes — murmuró pegando su cráneo con el mío.
— Descuida, estuve contigo, solo eso ya lo hizo memorable — admití sonriendo por debajo mientras mantenía mi cabeza pegada a la de mi pareja.
— Tal vez en unos meses podamos volver, ¿qué opinas?
— ¿Los dos solitos? — pregunté juguetonamente.
— Desde luego, ¿enserio crees que quiero repetir una reunión familiar tan desastrosa como esta? — preguntó incrédulamente, yo reí por debajo al oírle.
— No me molestaría volver, en verdad me gustó acurrucarnos con una fogata de fondo — admití besando sus labios suavemente — Tal vez para nuestra luna de miel.
— ¿En verdad? creí que te gustaría ir a otro sitio en nuestra luna de miel.
— Siendote sincero, no tengo muchas ideas sobre adónde ir, imagino que tú tienes más expectativas para eso que yo.
— Pues... la verdad sí — admitió sonriendo coquetamente — Pero la decisión final será tuya, de nadie más.
— Gracias — susurré volviendo a besarlo suavemente, mirando por la ventana el paisaje montañoso por el que mi prometido y yo estuvimos paseando hace unos días atrás, fue la mejor tarde de todo el viaje a Suiza, si me lo preguntan a mí (porque si de noche hablamos, me cuesta decidir cuál de todas fue la mejor).
-
Cuando finalmente llegamos al aeropuerto, Robert hizo todo el trámite necesario para subirnos al avión con destino a Londres, yo me dispuse a jugar con su celular mientras él hacía esas "cosas de adultos" que a mí no me correspondían, supongo que por ser el "mantenido" de los dos.
Tecleaba algunas letras con intención de formar una palabra, odiaba tanto no ser tan bueno en Scrabble como Robert, supongo que el tiempo y experiencia fue lo que lo hizo tan bueno. Mientras me disponía a formar una palabra, noté la notificación de que mi novio acababa de recibir un mensaje, estuve a punto de dejarlo pasar, pero ver que el contacto estaba registrado como "A. Greene" me hizo fruncir el ceño y disponerme a revisar.
"Todo marcha bien, pero la oficina ha estado algo aburrida sin ti" decía el mensaje de texto, seguido de algunas caritas sonrientes que me hicieron gruñir con molestia, de inmediato empecé a leer algunos mensajes anteriores, al parecer mi prometido le había preguntado cómo estaban las cosas por allá en la oficina, pero igual era muy odioso saber que Robert se escribía con ese tipo.
"Perdona, hoy no podré ir al bar, tengo una cita importante" envió Robert dicho mensaje, cuya fecha fue del día antes de irnos a Suiza (cuando toda su familia se quedó en su casa), eso hizo que me calmara un poco, pero ver la respuesta del chico pelirrojo, me hizo castañear los dientes con molestia; "es una lástima, eres el único de la oficina que no me trata como un niño, por lo que salir al bar se vuelve aburrido cuando no estás" junto con una carita de pena y otra de aburrimiento, ese mensaje fue la gota que colmó el vaso con respecto a mi paciencia.
— Taylor — habló mi pareja de repente, haciéndome ocultar el celular y voltear a verle con una sonrisa ingenua, moría de los celos, sí, pero no iba a hacer una escena en medio de un aeropuerto, eso lo dejaría para cuando llegáramos a casa — Ven amor, el avión está por salir.
— Claro — dije levantándome de mi asiento para acercarme a Robert y tomar su mano, me daba algo de calma ver lo seco y directo que era Robert cuando le enviaba mensajes a ese pelirrojo, pero igual me sentía muy irritado, sobre todo al pensar en las palabras que me dijo Yelena el día anterior.
Ambos subimos al avión que nos llevaría a Londres, como siempre caminamos a la sección de primera clase, ya yo estaba totalmente acostumbrado a esto, ¿creen que es chiste cuando dije que Suiza me ayudó a volverme un poco más orgulloso y egocéntrico? (no tanto, repito, pero sí empezaba a actuar como la pareja de un hombre influyente, cosa que Robert quiso desde el principio).
— Muero de hambre — dijo él mientras se sentaba junto a mí a ver la hora en su reloj — Ojalá Teresa tenga algo listo para cuando lleguemos.
— ¿Porqué no comes algo aquí?
— ¿Sabes lo horrible que es la comida de avión? — dijo mientras fruncía el ceño de mala gana, me divertía lo quisquilloso que era mi pareja.
— Buen día caballeros — habló una azafata que se acercaba a nosotros — ¿Puedo ofrecerles algo?
— Jugo natural, por favor — dijo mi prometido, yo estuve a punto de sumergirme en el celular de mi novio nuevamente, aunque me quedé viendo de reojo a la azafata, quien sonreía bobamente mientras miraba con detenimiento a mi novio.
— Perdone, ¿usted es Robert Dawson?
— Así es — afirmó calmadamente, la chica sonrió mientras le miraba con atención, haciéndome fruncir el ceño con extrañez y algo de recelo.
— Es un placer tenerlo aquí con nosotros — comentó mientras le estrechaba la mano a mi novio, maldije la forma de actuar de esa chica, aunque admito que Robert lucía demasiado sexy para pasar desapercibido, usaba un suéter cuello de tortuga color blanco junto con un saco y unos pantalones cafés, su cabello estaba suelto y muy bien peinado, cosa que lo hacía lucir sumamente atractivo, lo admito, pero ni siquiera eso logró que me calmara que aquella chica lo mirara como lo estaba haciendo.
— Yo quiero jugo de naranja — dije alzando un poco la voz para que ambos voltearan a verme, todo mientras llevaba mi mano a la pierna de Robert y la apretaba un poco — ¿Tú de cuál quieres, amor? — pregunté sonriendo tranquilamente, él me miró algo asombrado, pero luego de unos segundos mostró aquella sonrisa cínica y maliciosa que tanto me fascinaba.
— Naranja también — afirmó mirando a la chica en cuestión, quien asintió algo apenada para irse y dejarnos solos al fin.
— Cuánta confianza — murmuré mirando hacía la ventana, pero Robert me tomó de las mejillas y me hizo voltear a verle con atención, mostrando una expresión risueña y asombrada.
— ¿Qué acaba de pasar? — preguntó risueño.
— ¿Sobre qué? — pregunté incrédulamente.
— ¿Qué le pasó a mi mojigato novio? — preguntó arqueando una ceja.
— Está harto de que lo pisen, y un fin de semana de infierno lo hizo darse cuenta de que debe darse respetar — admití rodando sutilmente mis ojos, creí que Robert me daría un sermón al oírme, pero en lugar de eso, me observó fascinado mientras se mordía los labios.
— No sabes cómo me excita que actúes así, me recuerda tanto al Taylor que conocí en Detroit, y del que me enamoré perdidamente — sonreí de lado al escuchar sus palabras, mientras un gran rubor inundaba de lleno mis mejillas.
— Él sigue aquí, solo que tenía miedo de actuar como tal — dije mientras llevaba uno de mis mechones tras mi oreja — Espero que no te enoje que quiera ser más directo.
— ¡¿Enojarme?! ¡Taylor llevo semanas rogándote que seas más serio con la gente que quiere patearte! ¡no sabes cómo me alegra que quieras hacerlo!
— Quiero seguir siendo amable, pero no quiero que me sigan pisoteando, tú y yo no merecemos eso.
— Así me gusta — susurró tomando mis mejillas para besarme con deseo — Cómo me excita que vuelva el tú salvaje.
— Robert — murmuré sutilmente — Aquí no.
— Perdona, es que me vuelves loco — murmuró pasando su pulgar por mis labios — Te amo.
— Yo también te amo — dije sonriendo tímidamente, acercándome un poco a su rostro para besarle la mejilla con dulzura, haciendo a mi prometido sonreír de lado.
Me aparté un poco con intenciones de seguir usando el teléfono de Robert, me empezaba a gustar mucho jugar Scrabble, y a él no parecía enojarle que yo usara su celularcon frecuencia, afortunadamente.
Me quedé helado al ver cómo llegaba de repente una notificación de que mi novio había recibido un correo electrónico, "Terranova Industries" era el nombre del remitente, yo fruncí confundido el ceño al ver esto, "¿será el hombre al que Yelena se refería?" pensé, pero oír la voz de Robert hablándome, me hizo salir en seco de mis pensamientos.
— ¿Me llegó un correo? — preguntó mientras pasaba sus dedos por mi mejilla. Yo asentí para entregarle el celular, y observar con recelo cómo se dedicaba a ojear aquel texto que acababa de recibir.
— ¿Quién es? — pregunté arqueando una ceja.
— No es Arthur Greene, si es eso lo que quieres saber — respondió en seco de manera algo incrédula, eso me hizo sentir aún más receloso y molesto.
— ¿No puedo saber con quién hablas?
— No hablo con nadie, Taylor, es un correo electrónico de trabajo — respondió con fastidio, volteando a verme con algo de frialdad, frialdad que siempre lograba helarme los huesos, pero que en ese momento, me hizo castañear de la rabia.
— ¿Porqué no me hablas más acerca de tu trabajo? no me has dicho qué más has hecho, ¿qué ocurrió con la empresa americana con la que planeabas asociarte?
— ¿Porqué no dejas los rodeos y empiezas de una buena vez el regaño, Taylor? — escuchar aquello hizo que mi piel se erizara considerablemente. Lo miré algo abrumado mientras él me sonreía con ese cinismo tan característico de un desgraciado como él.
— ¿D-De qué estás— traté de hablar, pero mi prometido me interrumpió en seco.
— Ya sé que Yelena te llamó, Ty; no eres el único que se entretiene hurgando en los registros telefónicos de su pareja — le miré atentamente sin saber qué decir, me mataba la manera tan serena en la que él admitía abiertamente registrar mi celular cuando yo me descuidaba, vaya que éramos un par de celosos sin escrúpulos, y digo éramos, porque Robert tiene lo suyo, sí, pero yo también admito ser demasiado paranoico.
— ¿Entonces sabes que ella me llamó?
— Sí, y la verdad no entiendo para qué lo hizo, los asuntos de la empresa Dawson son muy complejos para que tú los entiendas.
— ¿Ahora me llamas estúpido? — pregunté de mala gana, logrando que Robert riera con cinismo mientras guardaba su celular y me miraba fijamente con esa seriedad y galantería que satán en persona le otorgó al nacer.
— No eres estúpido, Taylor, si fueras estúpido no querría casarme contigo — afirmó mientras me tomaba de la barbilla para hacerme verlo fijamente a los ojos — Pero no espero que entiendas lo que voy a hacer.
— ¿Aliarte con un socio de mi padre?
— Exactamente — me horrorizó la firmeza con la que me respondía, sabía de sobra que ese sujeto era socio del viejo, ¿y aún estaba dispuesto a hacer negocios con él? aún recuerdo esos días y siento unas ganas tremendas de abofetear a mi adorado esposo.
— ¿Estás mal de la cabeza? — dije con molestia, él rodó los ojos mientras miraba hacía otro lado.— ¿Tú también me vas a sermonear, mi cielo?
— ¡Claro que voy a sermonearte! ¡¿tienes idea de la idiotez que quieres hacer?!
— ¿Consideras esto una idiotez?
— Cualquier cosa que involucre a Albert Atwood es una idiotez, Robert, ¡no hay punto medio alguno aquí! ¡no existe!
— Mh, es una pena, creí que al menos tú me entenderías — dijo para soltarme y mirar hacía otro lado, me dolió que me dijera eso, pero ¿qué quería que dijera? yo no quería ver a mi padre ni en pintura, mucho menos que él estuviera cerca del hombre al que amaba.
— Mi amor — murmuré tomando la barbilla de Robert para hacer que me viera con atención, empezaba a entender que no podía razonar con Robert si usaba un vocabulario violento, debía ser "sumiso" si quería persuadirlo, aprendí tarde esa táctica, de haberla aprendido a tiempo, tal vez habríamos empezado a vivir juntos en suelo americano y no en suelo británico, ¿quién sabe? por algo pasan las cosas, y no me arrepiento de haberme ido a Londres en absoluto.
— No quieras regañarme, Taylor — respondió con seriedad.
— No quiero regañarte, amor, solo me preocupa que esto pueda traerte problemas — murmuré acariciando suavemente las mejillas ajenas — ¿Sí recuerdas que mi padre hizo que sus socios te mintieran, no es así?
— Esto es distinto, la empresa Terranova tiene números similares a los de tu padre, es una empresa consolidada y totalmente independiente, no depende del apoyo de tu padre para subsistir, a diferencia de sus otros asociados.
— Igual siento que cometes un error al asociarte con alguien a quien ni siquiera conoces, o has investigado a fondo si quiera.
— ¿Me crees idiota? — dijo con algo de molestia — Claro que lo investigué, he hecho todo lo que corresponde a la hora de asociarme con alguien, y si Yelena te dijo lo contrario—
— ¡No lo hizo! — le interrumpí mirándole con algo de nerviosismo — No me insinuó nada de eso.— Debió decirte algo serio, tú no metes la nariz en mis negocios ni aunque yo te obligue.
— S-Solo me puso nervioso que te quisieras involucrar con mi padre, y-ya fuera por motivación propia o por presión de...— me mordí la lengua al darme cuenta de lo que iba a decir, pero fue tarde, porque ya le había dado a Robert la pista vital sobre porqué me encontraba tan angustiado con respecto a su negocio en el extranjero.
— ¿Por presión de Greene? — preguntó de manera incrédula, tomando mis mejillas con una sola mano y apretándolas con fuerza — ¿Aún en esto te atreves a relacionarme con Arthur? ¿crees que hago esto para tenerlos contentos a ellos?
— ¿Me equivoco? — murmuré mirando fijamente las joyas azules de mi prometido, él dudó qué decirme, eso hizo que mi pecho latiera de forma lenta y muy temerosa.
— ... Tal vez es así — admitió mirando a otro lado con vergüenza, yo no podía creer lo que me decía — Greene padre es demasiado exigente, y mi padre se deja influenciar mucho por lo que él dice, si hago algo que a él le disguste, mi padre me lo va a recriminar hasta el hartazgo.
— ¿Solo por eso quieres asociarte con ese hombre?
— Al igual que tú tengo mis dudas, pero es el mejor partido aparte de tu padre, y no puedo permitirme perder otro socio americano, la expansión al extranjero no puede retrasarse un mes más — explicaba mientras miraba a otro lado con pesar, verlo así me conmovió, pero al mismo tiempo, me hizo desear estrangularlo con mis propias manos, así es mi amor por Robert, besaría el piso por donde él camina, pero también le golpearía la cara si pudiera.
— Imagino que debe ser muy estresante.
— Lo es — admitió mientras pasaba su mano por su frente — Lamento que Yelena te llenara de angustia y te involucrara en esto.
— Descuida, debí preguntarte a ti primero antes de dejarme llevar por lo que ella decía — dije mientras tomaba la mano ajena y la besaba con dulzura — ¿Y qué harás?
— Lo que debo hacer, aunque deba tragarme mi orgullo para ello — afirmó mientras carraspeaba sutilmente — Eso sí, a la primera señal de que tu padre esté metiéndose en nuestros negocios, cancelaré el contrato con Terranova, así Greene y mi padre me caigan encima.
— Ojalá nos equivoquemos y él no tenga nada que ver en esto — dije mientras acariciaba suavemente la mano de mi prometido — ¿Entonces, debes ir a américa para hablar con él?
— Creo que no, él se ofreció a venir a Londres.
— ¿Enserio? ¡eso es fantástico amor!
— Lo sé, al menos me ahorraré el boleto de avión — murmuró entre sutiles risas, verlo reír me hizo darme cuenta de que ya no estaba tan molesto como se veía.
Me acerqué un poco más a él para besarle dulcemente el cuello, mientras lo miraba tímidamente a los ojos, me avergonzaba mucho actuar como un bruto, solo para darme cuenta de que mi prometido estaba más dividido y estresado de lo que parecía, a veces desearía abofetearme a mí mismo.
— Es lindo verte preocupado por mí — murmuró pegando su frente con la mía — Pero no le creas a Yelena todo lo que dice ¿de acuerdo?
— De acuerdo — susurré rozando mis labios con los de él suavemente.
"¿Y si era Robert el que mentía, y Yelena me estaba diciendo la verdad?" rebotó por mi mente, pero de inmediato ignoré dicho pensamiento ¿porqué? porque Yelena solía dejarse llevar por las primeras impresiones, le sucedió conmigo, así que fácilmente podría ocurrirle con otras personas, además de que, yo confiaba en Robert, aún cuando algo me decía que él podría estarme mintiendo, mi corazón solo quería creer ciegamente lo que él me decía, sonará un poco estúpido, pero aprendí a confiar en mi novio, y no hay nada más hermoso que darte cuenta de que hiciste bien al confiar en una persona (a pesar de todas las veces que mi inseguridad me jugó malas pasadas, y las que aún me juega hoy en día, suena contradictorio, pero ¿qué cosa en mi vida no lo es?).
Continuará
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- Gema
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