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38 - 'Una sola Piel'

— Mgh — gemí entre besos mientras sentía la mano de Robert entrar y salir y de mi cuerpo — D-Deja ya de jugar conmigo, por favor.


— Sigue suplicándome, quiero oírte rogar — murmuró pegando su frente con la mía mientras aceleraba los movimientos de su mano, yo jadee ahogadamente mientras lo miraba a los ojos con deseo.


— R-Robert — dije sacando la lengua — Q-Quiero tu-¡ah! — gemí arqueando la espalda.


— ¿Mi qué, eh?


— Tu... tu pene, mi amor — murmuré con pena mientras lo miraba a los ojos con detenimiento.


— Buen chico — dijo mientras me sacaba los dedos y alzaba un poco mis piernas para rodear sus caderas con ellas — Coger contigo ebrio me trae tantos recuerdos.


— C-Cállate — murmuré mirándole con detenimiento, sintiendo mi cuerpo arder en cuanto él me penetró de golpe — ¡¡A-Ahh, Robert!!


— Mgh, carajo — gruñó sonriendo de deseo — Me encanta esto.


— ¡Ah, Robert, d-detente por favor! — gemí mirándole de forma sumisa, él me sonrió maliciosamente para alzar mis piernas y empezar un brusco vaivén.


— ¡Ah, Taylor! — clamó mordiéndose el labio inferior — Mgh, me encantan las caritas de placer que haces.


— Robert, ¡a-ah, m-más lento! — rogué mirándole de forma suplicante — M-Mi amor, n-no tan fuerte.


— Ay Taylor — murmuró azotándome con más fuerza y haciéndome estremecer — Ni creas que voy a detenerme, no hoy, mi amor.


— ¡¡Ahh, Robert!!


Mis quejidos fueron callados por un hambriento beso que me dio mi pareja, beso al que correspondí gozando de sus intensas embestidas, cada una me hacía temblar de forma increíble, me sentía en el cielo.


— Ah, Robert, mi amor — susurré tomándole de las mejillas — S-Sigue.


— ¿Ya no te duele? — preguntó mientras se movía con más intensidad, haciéndome jadear pesadamente.


— Sí, p-pero este dolor me encanta — admití sacando la lengua y soltando un fuerte gemido de deseo, amaba que estuviéramos solos para poder gritar todo lo que yo quisiera, sin temer que alguien afuera nos pudiera escuchar.


— Ty — murmuró alzando más mis piernas, era una posición algo incómoda para mi cuello, pero amaba que gracias a dicha posición, las embestidas de mi novio eran más profundas y certeras.


— ¡¡Ahh, Robert!! — gemí de forma aguda mientras apretaba las sábanas y lo sentía moverse sobre mí como todo un experto.


— Mgh c-carajo Taylor, ¿porqué estás apretando tanto? — preguntó moviéndose de forma brusca, escuchaba perfectamente cómo su piel chocaba con la mía, haciéndome sentir más ansioso que nunca.


— ¿T-Te estoy lastimando? — pregunté apretando más las sábanas.


— U-Un poco, pero eso en vez de enojarme me excita — dicho esto, sujetó mis piernas con ambas manos para evitar que me moviera, y de esta forma, prosiguió con su tosco y certero vaivén que tanto me hacía temblar y gritar con fuerza su nombre.


— ¡¡Ahh, Robert, ahh, mi amor!! — gritaba echando la cabeza hacía atrás y poniendo los ojos en blanco, me encantaba estar de esa forma con mi futuro esposo.


Jadee al sentir cómo me azotaban boca abajo contra la cama y me hacían alzar las caderas, me divertía y abrumaba un poco que a Robert le empezara a encantar tanto esa posición, no quería relacionarla con el hecho de que mi novio me empezó a apodar "gatito" a los días de vivir juntos, pero admito que sí se podría malinterpretar.


— Esta vista es tan hermosa — murmuró apretando mis nalgas de forma brusca, haciéndome gemir lascivamente y mover mi cadera de forma vergonzosa.


— Mi amor — susurré de forma sumisa mientras volteaba a verlo — ¿Puedes hacerme venir?


— Por supuesto que puedo, pero eso no te saldrá gratis — murmuró hundiéndose de lleno en mí, sacándome un brusco gemido de dolor — Necesito que hagas algo por mí.


— ¡Ah, d-dime qué, haré lo que sea!


— Necesito oírte pedirlo, Taylor — gruñó llevando su mano a mi cuello para apretarlo y hacerme voltear hacía atrás para verlo a los ojos con detenimiento, sus joyas azules estaban super dilatadas, eso me hizo morderme los labios con deseo — Pídemelo, Ty, pídeme que te dé placer.


— Robert — murmuré suavemente, aunque me alertó sentir una fuerte nalgada — ¡Ah!


— No no no, "Robert" suena muy formal, sabes que me fascina que me llames de cierta forma — susurró apretando mi cuello con fuerza, haciéndome cerrar los ojos y jadear de placer.


— Mi amor — gemí de forma ronca — M-Mi vida.


— Sí, pero también soy tu dueño Ty, tu amo, ¿porqué no pruebas llamarme de esa forma?— ¿Quieres que te llame así? — pregunté moviendo las caderas.


— Desde luego, ¿o es que acaso no eres mío? — preguntó azotando mi trasero con fuerza, haciéndome estremecer y jadear de placer.


— ¡Sí, sí soy tuyo, mi amor, sí eres mi dueño! s-sí eres mi...— tomé aire tratando de hacerme a la idea, estaba ebrio y excitado, sí, pero aún así me avergonzaba un poco dicha situación — ... M-Mi amo.


— Buen chico — gruñó azotando con fuerza mis caderas, haciéndome gemir de forma algo estruendosa.


— ¡¡Ahh, ahh, amo, p-para, n-no tan fuerte!!


— Querías placer, placer te voy a dar — gruñó apretándome del cuello y continuando con su brusco vaivén, me preocupaba quedarme sin aire por lo fuerte que me mantenía sujetado, pero mentiría si digo que eso no me tenía increíblemente excitado.


— ¡¡Ah, mi amor, mi amor n-no aguanto!! — dije sacando la lengua y poniendo los ojos en blanco, sintiendo cómo Robert alzaba una de mis piernas con su mano libre.


— ¿Estás a nada, eh? — preguntó en mi oído mientras me mordía el cuello de forma brusca, yo asentí entre jadeos mientras echaba la cabeza hacía atrás.


— N-No aguant-¡¡a-ahh!! — grité al sentir una brusca embestida que me hizo venirme de golpe, derramando todo mi semen sobre las sábanas blancas en las que estuvimos durmiendo esos días.


— Mgh, buen chico Ty — murmuró prosiguiendo con su vaivén, a pesar de los bruscos gemidos que yo estaba dando.


— R-Robert mi amor — jadee al sentir finalmente cómo me dejaba respirar — Me vas a matar si sigues apretando así — murmuré con voz ronca mientras sobaba mi cuello, haciendo a mi prometido reír coquetamente.


— Lo lamento, es que me enloquece tu voz suplicante — murmuró mientras me azotaba boca arriba en la cama para verme fijamente a los ojos con deseo — Yo aún quiero más, Ty.


— Raro sería que no quisieras más — murmuré risueño mientras abrazaba sus caderas con mis piernas — No te contengas, hermoso — susurré con voz algo ronca, logrando hacer que Robert se relamiera los labios y empezara a cogerme de forma muy brusca y acelerada — ¡¡Ahh, ahh, Robert!!


— Ruegame que pare, Ty, dime que te duele — gruñó mientras bajaba hasta mis pezones para empezar a morderlos y chuparlos, haciéndome estremecerme y gemir de forma muy brusca.


— ¡¡Ahh, ahh, Robert me duele, por favor detente!! — exclamé poniendo los ojos en blanco, en verdad me excitaba mucho cuando Robert le daba atención a mis pezones.


Mi garganta empezaba a arder de tanto que Robert me hacía gritar, mi respiración estaba muy acelerada, y ni hablemos del dolor en mis caderas y mi pecho, no era un dolor muy intenso, de hecho, era ese tipo de dolor que me hacía sonreír de manera desvergonzada al día siguiente, solo por eso dejé que mi pareja prosiguiera con su ataque contra mi cuerpo, amaba lo agitada que estaba la respiración de Robert, eso me hizo darme cuenta de lo mucho que mi prometido estaba disfrutando nuestra "demostración física de afecto".


— ¡¡Ahh, R-Robert, no aguanto!! — clamé arañando su espalda de forma algo brusca, él mordió mi pezón y lo jaló un poco en cuanto hice eso — ¡¡Ahh, no, déjame!!


— Cómo me encanta chuparlos — murmuró con voz ronca mientras se acercaba al otro y lo empezaba a morder, haciéndome estremecer mientras mi temblorosa voz pronunciaba su nombre.


— ¡¡Robert, m-me vengo!! — grité arqueando la espalda, él alzó una de mis piernas para darme una profunda embestida que me hizo temblar, y al mismo tiempo, me hizo derramar mi semilla sobre la piel de mi pareja — ¡¡Ahh, m-mi amor!!


— Mgh, Ty — susurró alzando la cabeza y dándome una última embestida muy fuerte y profunda, embestida que hizo a mi prometido correrse en mi interior, todo mientras me miraba fijamente a los ojos, casi morí al ver la expresión de intenso éxtasis que Robert hizo apenas el orgasmo lo abrazó — ¡A-Ay Taylor!


— Carajo — murmuré entre jadeos mientras sentía la semilla de Robert inundando mi cuerpo.Ambos nos condensamos en un cálido beso en cuanto el calor del orgasmo nos abandonó finalmente, pero ni eso logró que ambos nos quisiéramos separar el uno del otro, solo queríamos estar bien abrazados, con nuestra piel desnuda rozándose, y besándonos como si no hubiera un mañana.


— Mira nada más — susurró pasando sus dedos por mis pezones — Quedaron más rojos de lo habitual.


— Es que eres muy brusco — murmuré mirándole de forma sumisa, él me sonrió para besar dulcemente mi frente.


— ¿Te habría gustado que te lo hiciera de otra forma?


— No, me hiciste adicto al sexo violento, el sexo normal ya se me haría aburrido — admití rodando sutilmente mis ojos, y sacándole una sutil carcajada a mi novio.


— Te amo, Ty — murmuró rozando su dedo pulgar en mi labio inferior, yo sonreí tímidamente ante sus palabras y su suave tacto.


— Yo también te amo — dije mientras lo tomaba del cuello para besarlo hambrientamente — Futuro esposo.


— Me gusta que me digas así — comentó pegando su frente con la mía — Llamé a mi abogado hoy, empecé los trámites de tu cambio de apellido.


— ¿Enserio? — murmuré con asombro — ¿A-Así de simple?


— Sí, todo es simple cuando tienes dinero para gastar — admitió alzando los hombros — Serás Dawson muy pronto, eso te lo prometo.


— ¿No es raro ponerme "Dawson" como mi nuevo apellido justo antes de casarnos? — dudé arqueando una ceja, Robert sonrió cínicamente al oírme.


— ¿De nuevo con tus insinuaciones sobre que me encanta el incesto?


— ¡Después de conocer a tu familia me quedó claro que odias el incesto! — ambos empezamos a reír en cuanto dije eso — No lo sé, solo... siento que será un poco confuso.


— Tu nuevo nombre es Taylor Dawson, y a quien te pregunte, solo dile que es el apellido de tu esposo, ¿de acuerdo? — comentó besando dulcemente mi mejilla.


— De acuerdo — murmuré sonriendo tímidamente para rodear el cuello de Robert con mis brazos y empezar a besarlo con deseo y pasión — Te amo — susurré entre besos mientras él me apegaba a su cuerpo para seguir condensándonos en besos poco sutiles.


Sus manos acariciaban cada centímetro de mi piel, y es que gracias a que yo estaba sentado sobre su regazo y él estaba sentado en la cama para sujetarme con firmeza, sus manos lograban deslizarse por cada rincón de mi piel, y eso en vez de incomodarme, solo lograba ponerme aún más caliente de lo que ya estaba de por sí.


— No — susurré al sentir cómo trataba de recostarse en la cama — Quedémonos así.


— Te dolerá más si lo hacemos así — susurró entre besos mientras apretaba mi pecho con una de sus manos.


— Hagámoslo lento — le rogué con voz suplicante — Esto es demasiado hermoso para arruinarlo, ¿no crees?


— Tienes razón, mi amor — dicho esto, me tomó de las caderas para empezar un vaivén lento y algo brusco que me hizo estremecerme, pero por nada del mundo me hizo apartarme de esos besos tan apasionados que me daba mi prometido.


Y así, de forma lenta y sumamente espectacular, Robert y yo hicimos el amor por algunas horas más, él moría porque nos moviéramos, pero yo le rogaba porque nos quedáramos abrazados y nos siguiéramos besando, petición a la que él accedió sin problemas, solo que me pidió que nos acostáramos y nos cubriéramos con una sábana, para así sumergirnos en una atmósfera mucho más apasionada y romántica.


Amo tanto recordar ese instante, cuando todo a nuestro alrededor estaba oscuro, las velas en la habitación era lo único que iluminaba un poco la atmósfera, los únicos sonidos a nuestro alrededor eran los suaves gemidos que salían de nuestros labios, pero a nosotros no nos importó en absoluto estar a oscuras y gimiendo, solo nos importaba vernos fijamente a los ojos mientras nuestros cuerpos se condensaban en una sola piel, y nuestras miradas de deseo expresaban todo lo que estábamos sintiendo en esos momentos.


Amo tanto recordar esa noche tan mágica y especial, en donde el sexo solo fue una excusa para demostrarnos todo lo que sentíamos el uno por el otro, creerán que mis palabras son confusas y extrañas, pero ni el sexo más salvaje que pudimos haber tenido esa noche, logró ser tan significativo para mí como esas horas en las que un lento vaivén y suaves gemidos de deseo, fueron la manera en la que Robert y yo nos dijimos de una forma muy sincera y pura "te amo".



-



Las velas se consumieron casi por completo, el hielo que mantenía fría la champaña se volvió agua con el pasar de las horas, y ni hablemos del desastre que había en la cama, cuyas sábanas blancas fueron testigo de los arrebates de pasión y locura que tuvimos mi prometido y yo en plena madrugada.


06:15 marcaba el reloj, nosotros seguíamos envueltos entre esas delgadas y suaves sábanas, nuestra respiración estaba muy agitada, y ni hablar de las ojeras en nuestros ojos por no haber dormido en toda la noche (porque ahí donde estábamos, no habíamos dormido nada, solo descansamos de la actividad sexual, pero dormír como tal, ninguno le permitió al otro hacerlo).


— Ya salió el sol, gatito — susurró mi prometido mientras pasaba su mano por mi espalda, yo sonreí embobado mientras alzaba un poco la mirada para verlo a los ojos con ternura — ¿Cómo dormiste?


— ¿Dormir? pero si me soltaste hace poco — dije risueño mientras me acercaba a su boca para besarla con deseo, aprovechando que estaba acostado sobre el pecho de mi novio.


— Tampoco dormirás cuando lleguemos a casa — susurró mientras pasaba su mano por mi cuerpo, haciéndome sonreír juguetonamente.


— ¿Está bien que no hayamos dormido nada? — pregunté soltando un ligero bostezo — Yo estoy exhausto.


— Dormiremos un poco en el avión — dijo Robert mientras me besaba suavemente el cuello — Aunque nos vendría bien una siesta.


— No, mejor vayámonos temprano, no quiero que pase algo más — dije haciendo un leve puchero.


— Ow, pobre de mi gatito que añora volver a casa — murmuró tomándome de las mejillas con una sola mano para apretarlas con algo de fuerza y sonreírme pícaramente — Tranquilo amor, hoy volveremos a casa.


— Nada me hace más feliz — dije sonriendo tranquilamente para quitarme la sábana de encima y pararme con cuidado de la cama, jadeando al sentir el dolor en mis piernas y mis caderas — Carajo.


— ¿Estás bien? — preguntó Robert mientras se levantaba para ayudarme.


— S-Sí solo, necesito un minuto — dije apoyándome de la mesa de noche para tratar de tolerar el adormecimiento en mis piernas.


— Lo lamento, debí ser más cuidadoso ayer — dijo mi prometido con un tono lastimero más falso que el tono cariñoso que Marcela le ponía al viejo cuando quería dinero.


— Hipócrita — dije mirándole con seriedad, él sonrió maliciosamente al oírme.


— Deberías quedarte acostado, iré por calmantes y algo que puedas desayunar.


— No, está bien, no es nada — murmuré mientras me disponía a caminar cuidadosamente al baño de la habitación.


— ¿Seguro? — cuestionó arqueando una ceja.


— Si, vete tranquilo — dije mientras hacía un gesto con mi mano para que se moviera, y acto seguido, me metí al baño para tomar una ducha que relajara la tensión en mis músculos, pero apenas entré al baño y me vi al espejo, me quedé helado al ver todas las mordidas y chupetones regados por mi piel, mi cuello y mi pecho parecía haber sido atacados con un vampiro insaciable, y es que, de cierta forma, así fue.


Sonreí juguetonamente mirando a través del espejo dichas mordidas, pasando mis dedos por encima de estas mismas, adoraba tanto cuando Robert me marcaba de esa forma, "me encantaría que esa chica las viera" pensé mientras la mujer de cabello claro aparecía de lleno en mi mente, y es que, admito que volví de suiza un poco más presumido y orgulloso, y ni hablemos de los celoso y posesivo que me estaba volviendo, todo por culpa de los besos y las caricias de mi, en ese entonces, futuro esposo.




-



Luego de ducharme salí del baño y busqué algo que ponerme para el viaje, opté por un sueter negro con cuello de tortuga para ocultar las mordidas en mi piel, no porque me disgustaran, pero Robert siempre me decía que debía lucir presentable a la hora de viajar, así que no quería defraudarlo.


Me miraba al espejo para verificar que lucía bien, sueter negro y un ajustado pantalón blanco fue lo que me puse para viajar, me veía muy mimado, y eso me fascinaba, ser el novio de un exitoso hombre de negocios me inflaba mucho el ego, vestirme para estar a la altura de mi estatus, hacía que mi ego se inflara aún más (no llegaba aún a ser un ególatra, pero lograba hacerme sentir como "un divo" por así decirlo).


Voltee al oír la puerta de la habitación abrirse, se trataba de Robert, quien entró a la habitación con una bandeja de comida entre sus manos, usaba una bata blanca para ocultar su desnudez, pero esta estaba algo abierta en el pecho, dejando expuestas varias mordidas y marcas que yo dejé en su cuello y en su pecho igualmente, cosa que me hizo sonreír con malicia, y él por su parte, sonrió con deseo al ver lo que yo llevaba puesto.


— Hu lala, ¿desde cuándo mi novio sabe vestirse tan sexy? — preguntó dejando la comida en la cama para ir hacía mí y sujetarme las caderas con firmeza.


— Soy tu futuro esposo, debo empezar a verme como tal — dije coquetamente mientras le mordía los labios suavemente.


— Mm, me encanta como suena eso — susurró repartiendo besos por mi rostro, tratando de bajar hasta mi cuello.


— ¡Bastaa! — dije entre risas y algunos gemidos sumisos — Vé a ducharte para irnos, viejito.


— Tienes razón, no puedo lucir harapiento junto a un chico tan sexy, qué vergüenza.


— Empiezas a exagerar, amorcito — dije juguetonamente mientras lo veía ir al baño, me quedé embobado al ver cómo se quitaba la bata frente a la puerta del baño y me volteaba a ver sin nada que cubriera su desnudez, haciéndome sonrojar por completo — Dios bendiga Reino Unido — murmuré detallando de arriba a abajo el cuerpo de mi novio.


— Deberías cerrar la boca, hay moscas cerca — dijo burlonamente para entrar al baño y cerrar la puerta detrás de él, yo sonreí pícaramente para ir a la cama a empezar a comer lo que Robert había traído para mí, la comida Suiza no me terminaba de convencer del todo, las salchichas y el fondue eran decentes, pero lo demás simplemente no lograba convencer a mi delicado paladar.



Continuará


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- Gema

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