31 - 'Desquiciados'
— ¡Al fin llegamos! — dijo el pequeño mientras llegaba a la mesa y empezaba a tomar esas mini salchichas y a meterselas en los bolsillos — ¡Guarda todas las que puedas!
— ¡¿Charlie me trajiste aquí para ayudarte a guardar salchichas?! — reclamé mirándole con frustración.
— ¡Son muy sabrosas, además tus manos son más grandes que las mías, seguro tus bolsillos lo son también!
— Eres un— gruñí tomando aire y mirándole de forma algo incrédula — ¿Qué gano si te ayudo?
— Ayudar a un niño indefenso — hizo un puchero que me hizo arquear la ceja de forma incrédula — Y no le diré a Will que tú fuiste el que creó el rumor de que aún mojaba la cama.
— ¿Nos pusimos chantajistas eh? — dije revisando mis bolsillos un momento, y al verlos vacíos, no me quedó de otra que acceder en ayudar al enano — Bien, pero las papas horneadas son mías.
— Hecho — dijo Charlie para seguir metiéndose salchichas en los bolsillos, yo empecé a guardar comida también, rogando porque nadie notara lo que estaba haciendo.
Cuando ya no hubo más espacio para que pudiéramos guardar comida, fuimos a la parte detrás del bar del salón, una especie de almacén donde la gente podía transitar, pero igual era muy poco transitado, lugar donde yo me quité el saco y lo usé para envolver las salchichas que había obtenido, Robert iba a matarme, pero en mi defensa, lo hice por ayudar al niño, y por las papas horneadas, más que nada.
— Bien, con eso basta ¿no? — pregunté mirando cómo tomaba el bulto y lo levantaba fácilmente.
— Así es — dijo sonriendo victorioso — Fue un placer hacer negocios contigo, reina del pop.
— Ya vete, mini Elton — dije mirando cómo se apartaba de mí y se iba al salón nuevamente.
Metí mi mano a mi bolsillo para sacar una mini papa y morderla, en verdad tenían buen sabor, aunque me sorprendió oír cómo alguien me hablaba desde atrás.
— Veo que te llevas bien con los niños — brinqué al oír esa voz, se trataba del abuelo de Robert, quien me miraba tranquilamente mientras agitaba un vaso de whisky en su mano, yo tragué en seco sin saber qué decir.
— S-Señor Mervin — murmuré rascándome la nuca — N-No lo escuché llegar.
— Es que estaba fumando un poco, ¿fumas habanos?
— N-No, solo cigarrillos — dije negando con la cabeza, aunque me sorprendió ver cómo sacaba una caja de cigarrillos de su bolsillo y me ofrecía uno.
— Ten, no seas tímido — sus palabras me hicieron decidirme finalmente, así que tomé un cigarrillo y lo puse en mi boca, él guardó la caja y sacó un encendedor para entregármelo, yo hice lo propio con él, sintiendo cómo el humo se colaba por mi nariz y por mi garganta.
— Se lo agradezco — susurré mientras el humo escapaba de mis labios.
— No agradezcas — afirmó mientras daba un sorbo a su trago — ¿Y Robert dónde está? Es raro que no esté contigo.
— Está buscando champaña — "desde hace una hora" pensé, no quería ser grosero, pero en verdad me irritaba pensar que, mientras él iba por champaña, yo saludé a la familia de Molly, expliqué de qué parte de Detroit era, Charlie me secuestró, robé salchichas y papas con él, las oculté en mi saco, y ahora fumaba con su abuelo, ¿fue a buscar la champaña a España o qué?
— Ya veo — murmuró aquel hombre calmadamente, en verdad me ponía nervioso estar a solas con él, no tenía idea de qué opinión podía tener él sobre mí, y al ser una figura a quien mi prometido realmente estimaba, me preocupaba echarlo a perder.
Me sorprendió oír cómo él repentinamente me tomaba del hombro y me miraba curioso.
— ¿Te ocurre algo, hijo? te noto tenso — murmuró calmadamente, por lo que yo me atreví a ser franco con él.
— Señor Mervin, yo... ¿us-usted tiene algo contra mí? — él me miró con confusión cuando dije eso.
— ¿Porqué habría de tenerlo? apenas te conozco, y hasta ahora me has parecido un chico agradable y empático, no tengo motivos para tenerte recelo todavía.
— Me refiero a... ¿q-qué opina usted con que su nieto sea... p-pareja de otro hombre? — él me miró curioso cuando dije eso, sonrió de lado mientras daba un sorbo a su trago nuevamente.
— Sinceramente, yo no tengo porqué opinar, es la vida de mi nieto, él siempre dice que odia que la gente se meta en su vida, y yo lo respeto, él se ha ganado a pulso el respeto que le tengo, y por consiguiente, el respeto que debo tenerte a ti también hijo.
— ¿E-Entonces a usted no le importa?
— Siendote sincero, no; los tiempos cambian, la vida cambia, todos merecemos ser felices, y si Robert se siente feliz a tu lado, yo no podría estar más a gusto — sus palabras me quitaron un gran peso de encima, en verdad me preocupaba que él también quisiera ponerse en mi contra, pero ver que le daba igual quién era, me hizo sentir bastante aliviado.
— Comprendo — susurré mirando atentamente al señor Mervin, quien me sonrió cordialmente mientras yo daba otra calada a mi cigarrillo — Se lo agradezco mucho, señor.
— No tienes porqué, hijo, soy yo el que debe agradecerte por cuidar de mi nieto, él siempre ha sido un hombre fuerte, pero es esa misma su debilidad, querer afrontar todo solo, sin ayuda de nadie, así ha sido desde que lo enviaron al internado.
— ¿Usted supo lo del internado?
— Por supuesto, admito que Robert en su juventud era muy salvaje y rebelde, pero ese internado solo lo hizo peor, contener a la bestia en una capa de severidad y de frialdad no resuelve el problema, de hecho, juraría que lo hace aún peor, porque en cualquier momento Robert explotará, y se dejará a flote su naturaleza verdadera — un escalofrío desagradable recorrió mi cuerpo al recordar la noche en la que Robert me vió besarme con Julius, esa mirada de odio absoluta, esa aura salvaje, rápidamente entendí que era eso a lo que se refería el señor Mervin.
— ... Lo sé, ya lo he visto así, y no es agradable en absoluto — murmuré dando una calada a mi cigarrillo.
— Cuida de él, Taylor, no he conocido a nadie hasta ahora que haya podido controlar el genio de mi nieto, pero, por alguna razón, presiento que tú sí podrías lograr eso.
— Se equivoca, señor Mervin, y-yo no me siento capaz de eso en absoluto — susurré agachando la mirada.
— ¿En verdad? mh, es curioso, yo normalmente no me equivoco con las personas, y siento que tampoco me equivocaré contigo — afirmó sonriéndome cordialmente, yo le miré muy asombrado y curioso cuando me dijo eso — Mejor vuelvo ya, mi esposa odia que me desaparezca tanto tiempo, te veré en un rato, Taylor.
— C-Claro — murmuré mirando cómo se apartaba de mí y se marchaba de vuelta a la fiesta, sus palabras eran abrumadoras, pero de cierta forma, me ayudaron a sentir un poco de confianza en mí mismo, y obviamente me alivió darme cuenta de que el abuelo de mi novio no me odiaba, un punto más a mi favor, afortunadamente.
Luego de terminar el cigarrillo que el señor Mervin me obsequió, regresé a la fiesta con intenciones de buscar a mi prometido, no lo veía por ninguna parte, eso me abrumaba bastante, pero más me abrumó haberlo encontrado, ¿porqué? ya verán porqué.
Me acerqué a la barra mirando a todos lados con curiosidad, encontrándome sus hermosos ojos azules no muy lejos de mí, rápidamente fuí hacía él, pero, me perturbó observar cómo sus joyas azules estaban clavadas sobre la delgada figura de una chica de largo cabello claro, a quien le sonreía cordialmente mientras daba un trago al que se supone, era el licor que había ido a buscar para beber conmigo.
— ¡Ty! — clamó mi nombre al fijarse finalmente en mí, yo le miraba con seriedad, no pretendía disimular mi molestia, pero más me enojaba que a él parecía darle igual mi cara de odio — Ven aquí.
Caminé hacía él cruzado de brazos, y al estar frente a esa encantadora mujer de ojos grises, un escalofrío asqueroso recorrió por completo mi cuerpo.
— Taylor, quiero presentarte a Olivia Carson, una vieja amiga y compañera de la universidad — dijo Robert mientras tomaba suavemente mi hombro.
— Mucho gusto, ¿tú eres—
— Taylor Dawson — salió de mis labios por inercia, pero no me abrumó decirlo, de hecho, me gustó usar el "Dawson" en mi oración, pero solo por si las dudas, preferí completarlo con otra oración — Pareja de Robert.
La jóven me miró risueña y algo asombrada, como si Robert no le hubiera dicho que tenía pareja, eso solo hizo que mi sangre hirviera aún más.
— ¿No es un encanto? — dijo mi prometido entre risas mientras apretaba sutilmente mis mejillas, yo rápidamente aparté su mano de mi rostro, sonriendo cínicamente y observando con detenimiento a la mujer en cuestión.
— Vaya que sí — dijo ella mientras daba un sorbo a su trago, estaba bebiendo champaña también, eso me hizo recordar rápidamente el porqué mi prometido se alejó de mí.
— Veo que encontraste la champaña — dije mirando a Robert con algo de seriedad, él me sonreía como si nada — ¿Porqué tardabas tanto?
— Perdona, se quedó hablando conmigo, es que hace mucho que no nos vemos — dijo ella mientras se mordía el labio inferior, odiaba esa sonrisa, pero no me quedó de otra que corresponderle.
— Entiendo — murmuré volteando a ver a Robert — ¿Y mi copa?
— Aquí — comentó tranquilamente mientras me entregaba la misma copa de la que estaba bebiendo, yo se la quité de golpe y di un trago seco a esta misma, sacándole una sutil carcajada al verme así — ¿No que no ibas a volver a beber en tu vida, gatito?
— Jódete — escupí de mala gana, estaba celoso ¿qué esperaban? admito que en ese momento no tenía razones para ponerme celoso, pero enterarme después sobre la relación entre esa chica y mi pareja, me hace pensar que actué muy relajado a como debí de comportarme.
— Vaya carácter, tal como te gustan Robbie — dijo aquella chica alzando las cejas.
— ¿Qué puedo decir? las personas dóciles me aburren — afirmó desbordante de ego y cinismo, y por alguna razón, en ese momento yo no toleraba oírlo hablar así.
— Lo recuerdo bien, por algo tu romance con Kitty Burns no duró nada — afirmó ella cínicamente, yo tragué en seco al oírle.
— ¿Romance? — pregunté volteando a ver a Robert, quien suspiró pesadamente mientras se rascaba la nuca.
— Sigues sin saber controlar tu lengua, Liv — dijo mi prometido entre toscas risas incómodas.— Ay perdona, olvidé que ya debo controlarme cuando de hablar de tu vida de desenfrenado se trata — afirmó alzando sutilmente las cejas, yo le miré sin saber qué decir, "no soy hombre de saltar en cama en cama" rebotó por mi mente junto con un "vete al diablo".
— Son principios básicos, Liv, cuando alguien consigue pareja debes respetar cuando esa persona esté presente.
— Puedo irme para que hablen con libertad, si quieren — dije con seriedad dando otro sorbo a mi champaña, ella rió ligeramente al oírme, mientras Robert me miraba con asombro, seguramente ahí se dio cuenta de que estaba en problemas.
— Para nada, a mí no me molesta que estés presente querido, ¿a ti te molesta que tu pareja oiga cómo eras en la universidad, Robbie?
— ¿Porqué? es decir, ya claro me queda que se cogió a la mitad, ¡por no decir que a toda la universidad! — dije entre risas cínicas — Cogía todas las tardes con una compañera de curso, ¡sepa Dios qué más hacía!
— Vaya, veo que le has hablado de mí, Robbie — mi sangre se heló al escuchar tal explicación, miré a Robert sin saber qué expresión poner, mis ganas de abofetearlo me mataban, el Taylor de hoy en día sí lo habría hecho, pero el Ty de hace diez años seguía siendo muy inexperto en armar escándalos.
— Es un placer conocerte al fin — dije sonriendo de lado — Perdonen — murmuré para apartarme de ambos y caminar rumbo al otro lado del salón, mis ojos ardían, pero no sentía ganas de llorar, ni siquiera me sentía humillado, solo sentía celos, rabia, me costaba poner en orden lo que estaba sintiendo, lo único que sentía era ganas de abofetear a esa mujer por ser tan cínica, si yo me hubiera cogido a un sujeto, ni loco lo digo frente a su actual pareja, al menos así pienso yo que tengo un poco de vergüenza, ya me queda claro que las mujeres que rodean a mi prometido carecen de tal virtud.
Caminé hacía el baño del salón, había varios hombres ahí conversando, yo entré mirando a todos lados con odio absoluto, siempre pensé en quién sería la misteriosa mujer con la que mi prometido compartía cama en sus años de universidad, pensaba que me desmoronaría al verla, ahora que la conocía, no me sentía capaz de desmoronarme, solo sentía rabia, enojo, principalmente con Robert, y claro, con ella por ser tan ácida como Giselle y las demás brujas que tanto desean a mi pareja.
Di un trago seco a lo que me quedaba de champaña y dejé de lado la copa para empezar a lavarme la cara con agua fría, escuché detrás unos pasos lentos y firmes, supe rápidamente de quién se trataba, ¿cómo sé reconocer a alguien con solo oír sus pasos? no lo sé, no pretendo hacerme el metahumano, solo soy sincero con ustedes.
— Lamento todo lo que ella dijo — murmuró con su voz lastimera, que en ese instante me llenó el pecho de frustración.
— ¿Qué te costaba ser honesto? — pregunté alzando la mirada y mirando a mi prometido a través del espejo, él me miraba con algo de seriedad y pesar — ¡Presentármela como si nada! ¡eres un maldito cínico!
— ¡De haberme dado tiempo te la habría presentado como se debe!
— ¡No lo habrías hecho! ¡así como no me has dicho ni la quinta parte de las cosas que hiciste en la universidad! — clamé volteando a verlo — ¡Te lo pedí, Robert, hasta el hartazgo te rogué que me lo dijeras! ¡¿porqué me lo ocultaste?!
— Salir con una chica en la universidad no significa que yo haya "cogido con todo el campus", además solo quería ahorrarte dolor, ¡y ahorrarme precisamente lo que está pasando!
— Dime una cosa, ¿con cuántas malditas locas obsesionadas contigo tendré que lidiar a partir de ahora? ¡dímelo, para llevar la cuenta y no toparme con sorpresas de este tipo! ¡¡porque no eres tú el que queda como idiota frente a ellas!! — clamé alzando considerablemente la voz, afortunadamente los hombres que estaban ahí se habían ido cuando Robert entró al baño, como si ya sospecharan lo que iba a suceder entre los dos.
Robert suspiró pesadamente pasando su mano por su rostro, yo le miré con frialdad en cuanto hizo eso.
— Tienes razón, debo ser franco contigo.
— No sabes las malditas ganas que tengo de abofetearlos a ti y a ella — gruñí cruzándome de brazos.
— ¡¿Y a mí porqué?!
— ¡¿Cómo que porqué?! ¡¡no le dijiste que tienes novio, fui yo quien dejó claro quien soy!!
— ¡¡Sï se lo dije!! — le miré extrañado cuando dijo eso — ¡¡Se lo dije apenas me la encontré, quería cortar rápido la conversación precisamente para que no actuaras como un loco celópata, pero evidentemente no lo logré!! — le miré atentamente bajando un poco la guardia, lo notaba tenso, seguramente a él también le irritaba que su amiga fuera tan "boca floja".
Bufé sutilmente pasando mi mano por mi cuello, pensando qué otra cosa decir sin sonar como un cretino, aunque decir que ya no estaba enojado, era mentir obviamente.
— ... Lo lamento — murmuré mirando a otro lado, aunque me alteró sentir cómo me tomaban de las mejillas con fuerza y me forzaban a verle fijamente a los ojos.
— Celoso estúpido — bufó acercándose a mi boca para morderme con fuerza.
— ¡Agh deja! — me quejé apartándome un poco — ¡¿Y cómo carajo quieres que actúe?! ¡le sonreías como si ella fuera la jodida Adele!
— No puedo ser grosero, es hija de uno de los socios de mi padre.
— Jaj, ¡¿hay alguien en Inglaterra hijo de los socios de tu padre que no quiera coger o que no haya cogido contigo alguna vez?!
— No sé qué me frustra más, que estés actuando como un idiota, o que eso me ponga como piedra — dijo mi prometido mientras sobaba su entrecejo con su mano, yo reí cinicamente al oírle decir eso.
— ... Es raro, creí que al conocer a tu "compañera de universidad" me sentiría inferior, pero... extrañamente no me siento así.
— Se llama "autoestima" mi cielo — comentó tomándome del brazo y haciéndome voltear a verme en el espejo, admito que me gustaba cómo me veía, empezaba a verme con distintos ojos, ya no veía solo una mancha fea y sucia en el espejo, veía a un chico atractivo, y ver eso me gustaba — Empiezas a verte como yo te veo.
— ... Sí — susurré sintiendo un suave beso en mi mejilla, tomé aire y voltee a verlo con seriedad — Igual quiero abofetearla, no pretendas que eso ha cambiado.
— Sería raro que no quisieras hacerlo — dijo mi prometido entre sutiles risas — Con tal y te quede claro que ella ya no me interesa, por mí está bien.
— Pero se nota que ella te sigue viendo atractivo — murmuré jalándole de la corbata para verlo fijamente a los ojos, él me miraba con deleite, como si esperara impaciente de saber cuál sería mi siguiente movimiento.
— Eso a mí no me importa, Ty.
— A mí sí, odio que te miren, deberías saberlo bien — murmuré tomándolo del cuello para acercarme a esa misma zona y empezar a morderlo y chuparlo con fuerza, sacándole a Robert roncos gruñidos de placer.
— Ty — susurró acariciando mi cuello — Mgh, ¿qué pretendes?
Yo le hice caso omiso a sus palabras, solo me dispuse a desabotonar un poco su camisa para seguir dejando marcas por todo su cuello, "eres mío" rebotaba por mi mente en esos momentos, creo que desde esa noche mi actitud cambió considerablemente, me volví más posesivo, creo que desde el encuentro con Giselle en el café me volví así, pero no tuve oportunidad de demostrarlo hasta ese momento.
— Maldición, me haces desearte tanto — susurró apretando mi cabello con fuerza — Pequeño gatito celoso.
— Eres mío — susurré pasando mi lengua por su cuello — Quiero refregárselo en la cara.
— ¿Y qué te detiene? — preguntó juguetonamente, le miré extrañado cuando dijo eso.
— ¿Quieres que lo haga en su cara? ¿qué pasó con el señor "compórtate con los socios de mi padre?" — pregunté incrédulamente, Ty sociópata había tomado la palabra por mí.
— ¿Le tienes miedo? — preguntó mirándome de forma retadora, de haber sido otro día, me tomo con calma lo que me dijo, pero, estaba que reventaba de los celos, no iba a desaprovechar la oportunidad para remarcar a mi novio como mío.
— Ven — dije entre gruñidos jalándolo del brazo, él empezó a reír al verme así, me imagino que era todo un deleite ver a su chico enloquecer de celos, después de que pasé tanto tiempo agachando la mirada y actuando como un mojigato.
Me detuvo en seco para tomarme de la barbilla y acariciarme con ternura, eso me hizo voltear a verlo con curiosidad y extrañeza.
— No te oculto nada de mis años de universidad, claro, hay cosas que no me he tomado el tiempo de decirte, pero no porque quiera ocultarlo, simplemente siento que no son relevantes.
— Lo sé, y lo entiendo, solo quiero saber, si ha habido alguien más en tu vida, otra Giselle, o... otra Olivia, de la que me deba preocupar.
— Olivia solo fue una compañera sexual, nunca fuimos pareja, ella y yo éramos muy diferentes, no es fácil deducir quién utilizaba a quién en esos años — murmuró rodando sutilmente sus ojos — Solo teníamos sexo y ya, las pocas veces que salimos juntos fueron muy desagradables, sobre todo porque ella odia con creces a Yelena.
— Mh, debí imaginarlo — dije de forma algo cínica.
— Como te dije, no soy hombre de acostones ocasionales, tuve algunas parejas, sí, pero eso fue hace mucho tiempo, y definitivamente la más duradera y dañina fue con Giselle.
— ¿Osea que no hay nadie más de quien deba cuidarme?
— Nadie más, enserio — murmuró tomando mi mano y besándola con ternura — ¿Yo debería preocuparme por alguien?
— No, es lo que logras por ser un picaflor — dije cínicamente, logrando sacarle a Robert una sutil carcajada que me hizo reír por debajo.
— ¡¿Picaflor?! ¡¿eso piensas de mí, Taylor Dawson?!
— Yo era un virgen puro y casto, hasta que alguien me invitó a tomar café — dije entre sutiles risas mientras miraba a otro lado, sí lo sé, hace poco nos estábamos gritando, y ahora reíamos a la par, estamos igual de desquiciados los dos.
— ¿Te recuerdo quién le metió la lengua en la boca a quién en primer lugar? — preguntó arqueando una ceja, yo reí de lado alzando sutilmente mis hombros.
— Me empezaba a irritar que hablaras tanto — dije sonriendo bobamente al recordar ese mágico momento que por mucho tiempo me causó una terrible ansiedad, pero ahora, me encantaba recordar.
— Fue linda tu forma de callarme — murmuró acariciando suavemente mi mejilla — Así como también fue lindo que te presentaras usando tu apellido de casado.
— Aún no estoy casado — dije con algo de seriedad.
— Pero lo estarás, sin contar que ya usas el apellido Dawson, y admito, que te queda muy bien.
— No me molestaría usarlo a partir de ahora, solo quisiera que fuera oficial mi cambio de apellido — dije con obvias intenciones de mencionar el tema de mi boda, odiaba que ese tema siguiera inconcluso, pero más odiaba pensar que mencionarlo solo ocasionaría más discusiones entre nosotros.
— ¿Tanto quieres casarte ya? — preguntó pasando su mano por mi rostro, un gran rubor inundó mis mejillas de golpe, trataba de quebrarme, y era precisamente eso lo que estaba consiguiendo.
— ... ¿Acaso tú no quieres hacerlo? — pregunté de forma filosa, él sonrió incrédulamente para azotarme contra un muro y rozar sus labios con los míos mientras sujetaba mis caderas con firmeza.
— Si por mí fuera, serías Dawson desde hace muchísimo tiempo — susurró mordiendo mi labio con algo de fuerza, haciéndome soltar ligeros gemidos de dolor — Relájate, Ty, nuestra boda no se retrasará por mucho tiempo.
— ¿Lo prometes? — susurré mirándole con algo de pena.
— Te doy mi palabra — dicho esto, me dio un cálido beso al que no dudé en corresponder, sintiendo un ligero cosquilleo recorrer mi cuerpo cuando Robert me empezó a acariciar las caderas — Mgh, ¿porqué tus labios saben a cigarrillo?
— Perdona, es que estuve fumando — murmuré limpiando algo de saliva de mi labio.— Mh, ¿fumando eh? ¿y de dónde sacaste cigarrillos?
— Tu abuelo me regaló uno — en cuanto dije eso, Robert me miró curioso y algo asombrado.
— ¿Enserio? vaya, quién lo diría, creí que te costaría trabajo abrirte con él.
— A mí también, es muy raro, supongo que le caí bien, por alguna razón. Dijo que le agrada que esté en tu vida.
— ¿Dijo eso? jaj, ese anciano — murmuró tomándome de las mejillas para besarme con un poco más de deseo — Opino igual que él.
— Yo igual — susurré entre besos mientras mis manos acariciaban los brazos de mi prometido, estuvimos un buen rato ahí besándonos, estábamos conscientes de que debíamos salir a convivir con los invitados, pero, por alguna razón, me costó mucho trabajo querer apartarme de los labios de mi prometido en ese momento, y a juzgar por la forma en la que él me sujetaba con firmeza, asumo que él opinaba igual que yo.
Continuará
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