30 - 'Ayudando A Sanar'
— Qué bonitos ojos tienes — susurré embobado mirando fijamente los ojos de mi prometido, él me sonrió coquetamente mientras me apegaba más a su cuerpo, estábamos bajando de los autos y llegando a la cabaña donde nos quedábamos, estaba increíblemente ebrio y abrumado, era consciente de lo que pasaba, pero una parte de mi cerebro estaba en "control automático".
— Dios, siento que moriré — murmuró George mientras subía las escaleras con nosotros y el resto de los hombres Dawson.
— Cálmate, ya Molly no puede cancelar la boda por verte ebrio — dijo mi prometido de forma burlona, George le miró con seriedad mientras abría la puerta y entrábamos a la cabaña, yo apenas y me podía mantener de pie, no comprendía cómo todos ellos estaban como si nada.
— Al fin aparecen — dijo mi suegra mientras nos miraba con seriedad, yo me zafé del agarre de Robert para ir hacía ella y abrazarla con fuerza.
— ¡Me alegra verte, Catherine!
— ¿Ty? ¿estás ebrio? — preguntó tomándome de las mejillas.
— Un poquito — murmuré con la lengua trabada, mi suegra vió a mi prometido con seriedad mientras me tomaba de la mano y me jalaba a la cocina.
— Ven tesoro, hay que darte un café.
— Él no es un niño, Catherine — dijo John de mala gana, pero mi suegra le hizo caso omiso y me guió a la cocina para darme un poco de café.
Me senté en la mesa y miré cómo mi suegra me servía café, se me hizo raro ver que no había más nadie aparte de nosotros alrededor.
— ¿Y las chicas? — pregunté mirando cómo colocaban una taza con el logo de Queen frente a mí.
— Están ayudando a Molly con su cabello — dijo mi suegra mientras se sentaba a mi lado para verme atentamente — ¿Te obligaron a beber?
— No, yo bebí con gusto, normalmente no lo hago porque soy muy idiota y siempre hago tonterías al beber, una vez le dije a Robert que no quería irme a vivir con él a Londres, y ese fue el punto de quiebre que causó nuestra separación — murmuré con vergüenza mientras daba un sorbo a mi café, Catherine me miró curiosa cuando dije eso.
— Lamento escuchar eso, tesoro.
— Descuida, solo... me gustaría ser tan fuerte como Robert para beber, de hecho... me gustaría ser igual que él para todo — admití con algo de pesar, haciendo que mi suegra me mirara con asombro — Él es tan recto, tan serio, se da a respetar, él es todo un hombre, y yo sigo siendo un niño idiota — bufé algo frustrado, aunque me sorprendió sentir como Catherine me tomaba de la barbilla y me sonreía calmadamente.
— Robert me ha dicho muchas cosas sobre ti, que me han dejado claro que eres un muchacho muy fuerte, cariño, tan solo con tolerar todo lo que mi esposo y mis hijos te hicieron, deja muy en claro tu fuerza y tu amor por mi hijo.
— ¿Robert te ha hablado de mi vida?
— Así es, y en verdad lamento que tu vida haya sido tan dura, cielo — sonreí apenado al oírla — No te sientas mal, todos pasamos por dificultades alguna vez, mira al propio Robert, su carácter no se formó por una vida tranquila, él toleró muchas cosas, cosas que yo no me perdono haber dejado que le pasaran, es por eso que él tiene ese carácter.
— ¿Hablas de sus días en el internado?
— Así es, mi hijo estuvo solo mucho tiempo, tuvo que aprender a defenderse solo, estoy orgullosa de lo que él es, pero pensar en lo que tuvo que pasar para serlo... es horrible — miré a Catherine atentamente, sintiendo un extraño deja vu al oírla hablar del arrepentimiento que sentía por no haber hecho más por su hijo, inmediatamente pensé en mi madre, en lo mucho que ella se debía sentir culpable por todo lo que yo pasé en mi niñez y adolescencia, solo que ella se lo callaba, seguramente por vergüenza.
Me acerqué hacía ella para abrazarla con fuerza, seguramente la tomé por sorpresa, yo mismo me sentía sorprendido de lo mucho que me identificaba con su confesión de madre.
— No fue tu culpa — susurré con la voz algo apagada, sé que se lo dije a mi suegra, pero en el fondo, también se lo estaba diciendo a mi madre, quien no era perfecta, sí, pero no todas las desgracias de mi vida fueron por su culpa, su único pecado fue tenerme, el resto era un recopilado de culpa suya, mía, y de mi odioso progenitor.
— ... Gracias Ty — murmuró acariciando mi cabello con ternura, yo me acurruqué en su hombro mientras me mantenía pegado a su cuerpo, era agradable sentir algo de calor maternal después de tanto tiempo.
— Amor — escuché la voz de Robert llamarme, cosa que me hizo voltear a verlo con curiosidad — Ven cielo, hay que ducharnos — dijo extendiendo su mano para llamarme, yo me levanté de mi asiento para ir con él, no sin antes darle un fuerte abrazo a mi suegra, no sé quién lo necesitaba más, si ella, o yo.
— Gracias por el café — dije sonriendo tranquilamente y apartándome del abrazo — Nos vemos en un rato.
— Adiós tesoro — dijo ella mientras me miraba ir hacía Robert, aunque oír su voz nos hizo frenarnos de repente — Por cierto, muchachos, ¡no hagan tanto ruido, por favor! anoche apenas y me dejaron dormir — un gran rubor inundó de lleno mis mejillas, Robert sonrió apenado mientras se rascaba la nuca, me sorprendía mucho verlo sentir vergüenza.
— Claro mamá, perdona — dicho esto, tomó mi brazo y me guió hasta nuestra habitación, admito que hablar con ella me generó más ansiedad, pero me hizo sentir un poco mejor.
-
Cuando entramos a la habitación, Robert cerró con llave y me sujetó de las caderas para empezar a besarme con deseo, guiándome hacía la cama para acostarme en ella y colocarse encima mío.
— Mgh — gemí entre besos mientras sujetaba sus brazos con fuerza para evitar que se apartara de mí.
— ¿Quieres un oral? — me preguntó sin pelos en la lengua, un gran rubor inundó de golpe mis mejillas al oírle.
— Claro — murmuré sonriendo algo tímido, él me guiñó el ojo para empezar a bajar por mi abdomen, aunque yo le tomé por sorpresa, empujándolo para ponerme encima suyo — Pero quiero hacerlo yo — murmuré coquetamente, él me sonrió con malicia para llevar sus manos a mis nalgas y apretarlas con fuerza.
— Eres muy impredecible — susurró mientras miraba cómo yo empezaba a besar su abdomen cuidadosamente, llegando hasta su pantalón para empezar a bajarlo junto con los boxers.
— Quiero probarte, amor — susurré mientras dejaba expuesto el miembro de mi prometido, empezando a besarlo y a pasar mi lengua por su vientre, sacándole suaves jadeos de placer.
— Mgh, Ty — gruñó echando la cabeza hacía atrás — Deja de jugar, carajo.
— Déjame — dije para empezar a lamer sus testículos, él me sujetó de la cabeza con algo de fuerza, soltando jadeos roncos que a mí me fascinaban.
— Taylor, ¡p-para, e-esa parte es muy sensible!
— Me gusta que tú seas quien me ruegue a mí — dije con malicia para tomarlo de las piernas y seguir chupando dicha zona, mi prometido jadeaba pesadamente mientras acariciaba mi cabeza con suavidad.
— Carajo Ty, ¡déjate de juegos ya! — gruñó sacando la lengua, amaba que Robert actuara de tal forma.
Me aparté un poco de él para quedarme arrodillado frente a la cama, sonriendo algo embobado mientras miraba fijamente los ojos azules de mi prometido.
— ¿Qué ocurre, gatito? — preguntó juguetonamente, yo me levanté del suelo sacudiendo un poco mis rodillas, sentía una presión molesta en mi garganta, que solo podía significar una cosa.
— Discúlpame un minuto — dije con la lengua algo trabada para irme corriendo al baño, Robert me miró con preocupación en cuanto hice eso.
— ¡Taylor! — clamó yendo detrás de mí.
Llegué corriendo al baño y caí de rodillas frente al inodoro, depositando en el mismo todo lo que había comido ese día, mi cabeza empezó a dar vueltas de la nada, supongo que fue por el mismo efecto de la borrachera.
— Pobre gato cachondo — dijo Robert entre risas burlonas mientras me miraba desde el marco de la puerta.
— No te riaas — murmuré tosiendo mientras alzaba la mirada y veía con frustración a mi pareja.
— Lo siento, iré por agua — comentó mientras iba a la habitación nuevamente, di una arcada repentina mientras miraba el fondo del inodoro con asco.
-
— Nunca más vuelvo a beber — dije con pesar mientras Robert me acariciaba con ternura la cabeza, yo estaba acostado en la cama con mi cráneo sobre su regazo, mirando fijamente el fuego de la chimenea.
— Todos dicen eso, pero sabes que es mentira — murmuró calmadamente mientras pasaba su mano por mi rostro.
— No es chiste, enserio no quiero volver a beber — murmuré haciendo un puchero y volteando a ver a mi prometido con pena, él me sonrió calmadamente para besar mi frente con ternura.— Ya se te pasará el malestar, aquí estoy para cuidar de ti.
— Gracias — susurré acurrucándome sobre su regazo — En verdad agradezco que estés conmigo.
— No agradezcas, siempre que me necesites aquí estaré — afirmó sonriéndome con cordialidad, amaba cuando me sonreía de esa forma.
— La pasé muy bien hoy — susurré mirándole con atención.
— ¿Enserio? eso me alegra, me preocupaba que los comentarios de mi tío te abrumaran.
— Sí fueron algo molestos, pero preferí simplemente ignorarlos, además tú y George ayudaron a que yo la pasara de mejor forma.
— Me alegra mucho saber eso — susurró acariciando mi rostro suavemente — Estás muy pálido, tal vez estás embarazado.
— No seas ridículo — gruñí con frustración, logrando sacarle a mi prometido una suave carcajada.
— Enserio, en verdad luces como si tuvieras síntomas de embarazo, hasta gordito estás.
— ¡Para ya! — me quejé apartándome un poco, él me tomó del brazo y me hizo pegarme a su cuerpo para abrazarme con ternura.
— Es muy fácil hacerte enojar — susurró mirándome fijamente con una cálida sonrisa que estremeció por completo mi corazón.
Alcé un poco mi mano para acariciar las mejillas ajenas suavemente, mi pecho latía con fuerza mientras miraba atentamente las joyas azules de mi novio.
— Te amo — salió de mis labios por inercia, era lo único que se me ocurría decir en ese momento.
— Me encanta cuando dices eso — murmuró besando mi mejilla con ternura — Yo también te amo, mi querido Taylor.
Ambos nos abrazamos cálidamente y nos dispusimos a besarnos con deseo, deslizando nuestras manos por el cuerpo del otro, disfrutando del trato que nos dábamos mutuamente.
— Te debo un oral — susurré frotando mi nariz con la suya, Robert empezó a reír ligeramente mientras me observaba con detenimiento.
— Déjalo, me pagarás cuando te sientas mejor, no quiero que te dé por vomitar sobre mi pene de repente.
— Casi lo hice — dije entre suaves risas, haciendo a mi prometido fruncir el ceño con asco.
— ¡Ug Tyy, no era necesario que me dijeras eso!
— Jajaj, perdón — dije mordiendo suavemente la mejilla de mi novio, me causaba gracia ver cómo el señor "témpano de hielo" odiaba lidiar con vómito, en verdad se me hacía curiosa la obsesión-compulsión de Robert, pero eso no me disgustaba, de hecho, la encontraba un poco encantadora.
-
La noche cayó repentinamente, Robert y yo nos quedamos acostados el resto de la tarde, platicando trivialidades y besándonos cálidamente, se notaba en nuestros ojos que queríamos tener sexo, pero mi prometido no quería forzarme a coger estando yo algo mareado todavía, así que preferimos aguardar hasta la noche.
Me miraba frente al espejo mientras arreglaba un pantalón negro y la camisa blanca que Robert me había comprado el día anterior, acababa de ducharme junto a mi prometido, y ahora nos preparábamos para ir a la cena tradicional antes del gran día, estaba muy tranquilo, convencido de que todo saldría bien, en verdad odio a la maldita ironía que siempre ha jodido mi vida.
— ¿Cómo me veo? — preguntó saliendo del baño, usaba un traje azul marino que le quedaba algo ajustado, una corbata negra combinaba muy bien con su atuendo, me fue imposible no sonreír coquetamente al verlo.
— A mi miembro y a mí nos encanta — dije juguetonamente, sacándole a mi prometido una sutil carcajada mientras se acercaba hacia mí para abrazarme desde atrás y ver nuestro reflejo en el espejo.
— Tú también te ves increíble — susurró repartiendo besos por todo mi cuello.
— ¿Debo usar corbata? — pregunté algo incómodo.
— Yo diría que sí, ¿porqué? ¿no te gusta la idea?
— Es que yo no sé ponerla — murmuré algo apenado, Robert me sonrió con dulzura mientras me apretaba un poco la mejilla.
— Descuida, yo te ayudaré con eso — comentó caminando hacía la cama para tomar un saco que me había comprado el día anterior también — Es mi trabajo percatarme de que luzcas hermoso.
— ¿Tengo bien el cabello? — pregunté tocando mi cabeza — Me peiné, pero mis rizos son muy rebeldes.
— Tus rizos son preciosos — comentó mientras un gran rubor inundaba sus mejillas, me conmovía ver cómo adoraba cada parte de mi cuerpo, a veces sentía que exageraba, pero otras veces sí lograba creer realmente que yo era atractivo.
— Si tú lo dices — murmuré mirando cómo llegaba con el saco para dármelo.
— ¿De qué color quieres la corbata? — preguntó caminando hacía un pequeño guardarropa para revisas sus prendas.
— No lo sé, cualquier cosa que combine con el negro.
— Mejor algo que combine con tus ojos — murmuró volteando a verme coquetamente, detallando milimétricamente lo oscuro de mis ojos cafés — Rojo será.
— Mh, ¿no tienes otro color? el rojo empieza a disgustarme — murmuré cruzándome de brazos, él volteó a verme con algo de seriedad cuando dije eso — ¿Qué?
— No me digas que dices eso por Giselle.
— Giselle, Arthur Greene, ¡todos los pelirrojos son odiosos!
— Empiezas a exagerar, cariño — dijo sacando una corbata color vino para acercarse hacía mí y rodear mi cuello con ella — No puedes odiar un color solo porque te recuerda a alguien.
— ¡Sí puedo! de la misma forma que puedo amar un color porque me recuerda a alguien — murmuré mirando calmadamente a mi prometido, él me sonrió coquetamente mientras ataba la corbata en mi cuello cuidadosamente.
— Bueno, admito que tu lógica si tiene algo de razón — susurró tomando mi barbilla para acercarse un poco a mi rostro — Yo he empezado a amar el color café por alguna razón rara, ¿porqué crees que sea?
— Tal vez es el color de ojos de la persona que te gusta — susurré tomando su cuello para besar los labios de mi prometido con deseo, besos que él me correspondió sin dudarlo dos veces.
Jadee al apartarme de esos besos, pegando mi frente con la de él mientras apretaba su cabello con algo de fuerza, mirando fijamente sus hermosas joyas azules, las cuales me observaban con pasión y cariño, amaba tanto que me vieran de esa forma.
— Debemos salir ya, si sigo aquí a solas contigo, acabaré dejándote sin poder caminar de nuevo.
— Tal vez cuando regresemos — murmuré sonriendo coquetamente, sonrisa que mi prometido me correspondió para tomar mi mano y besarla cariñosamente, sonreí fascinado en cuanto hizo eso.
— Ponte el saco y vámonos — dijo apartándose un poco de mí para ir a apagar la luz del baño, yo hice lo que me dijo, colocándome el saco y mirando curioso mi propio reflejo, me veía muy diferente, me veía guapo, me veía contento, feliz, eso me hizo sonreír con gusto, amaba ver que mi nueva vida me estaba ayudando a sanar, que Robert estaba creando una mejor versión de mí mismo, eso solo me hacía amarlo más.
-
Llegamos al lugar donde sería la cena, un salón no muy lejos de la cabaña, donde había mucha gente reunida, me sorprendía que tanta gente estuviera presente.
— Adivinaré, todos aquí son parientes tuyos — dije de forma burlona, él me miró risueño cuando dije eso.
— No, son familia de Molly también, y varios amigos suyos, de George, y... varios amigos de mi padre — murmuró mirando los alrededores.
— ¿Osea que puedo encontrarme con alguno de tus socios aquí? — pregunté con algo de frustración.
— No lo creo, el que podría estar presente es Greene, pero dudo que estén aquí, Arthur mencionó que tenían mucho trabajo pendiente — empecé a sentir algo de presión en mi garganta de repente, no por náuseas o vómito, sino por celos.
— Mh — bufé mirando a los lados con molestia, hasta que un beso en mi mejilla me hizo voltear con semblante incrédulo.
— Gato celoso — murmuró mirándome coquetamente, yo miré a otro lado con molestia, aunque un leve rubor empezó a llenar mis mejillas.
— ¡Muchachos! — gritó mi suegra mientras se acercaba repentinamente hacía nosotros, yo la recibí con un fuerte abrazo y un beso en la mejilla — ¡Al fin llegan, vengan, quiero que Ty conozca a todos!
— Mamá no empieces — dijo Robert con fastidio.
— Con gusto, Catherine — dije sonriendo ampliamente y siguiéndole el juego a mi suegra, Robert me miró algo frustrado cuando dije eso.
— ¿Lo ves Robert? Taylor tiene espíritu festivo.
— Veamos cuánto le dura — dijo mi prometido incrédulamente, yo le hice caso omiso y me fui junto a mi suegra, siendo seguidos por él, como si tuviera miedo de que su madre me usara para hacer un trueque o algo así.
Me abrumaba ver que había una cantidad razonable de gente ahí reunida, no tanta para ser una multitud, pero vaya que había mucha.
Mi suegra me presentó a varias personas que trabajaban con su esposo, todos me miraban raro, algunos incluso no dudaron en preguntar "¿tu hijo es homosexual?" comentarios que a mí me irritaron pero a mi suegra como tal, la enfadaron muchísimo.
— Pues sí, lamento que mi hijo no cumpla los estándares que ustedes tienen en su machista mente — dijo de forma brusca para apartarse de ese grupo de hombres y jalarme del brazo con ella.
— Te dije que era mala idea — dijo Robert mientras caminaba a su lado.
— Trabajan con tu padre, obviamente son igual de cerrados que él, no sé ni porqué pierdo mi tiempo.
— Tranquila, son cosas que pasan — dije tratando de que mi suegra se calmara.
— Mejor vamos a presentarte a la familia de Molly — dijo jalándome del brazo, me abrumaba la forma en la que me guiaban de un lado a otro como si fuera un cachorro con correa, pero yo solo me dejé llevar, en verdad mi suegra se veía entusiasmada por presumir a la pareja de su hijo, ¿quién era yo para quitarle ese gusto?
-
— Eres todo un encanto — dijo una señora que apretaba con fuerza mi mejilla, se trataba de una tía de Molly, irónicamente, fue la familia de ella quienes tomaron de mejor forma que hubiera una pareja gay en la familia, entre americanos nos entendemos dicen por ahí, pero admito que me aliviaba oír un acento yankee fresco en medio de tantos ingleses.
— Ya sé ¿no? — dijo mi suegra mientras me apretaba los hombros, me presumía como si yo fuera un bolso de diseñador, era raro, pero me sentía muy halagado.
— ¿Cuánto tiempo lleva con tu hijo?
— Cinco meses, y espero que sean muchos más ¿verdad Ty? — dijo Catherine mirándome atentamente.
— Eso espero — murmuré sonriendo algo apenado, Robert había ido por champaña hace rato, pero no lo veía por ninguna parte, ¿dónde se había metido?
— Qué conmovedor, espero que sí logren estar tanto tiempo juntos como lo han estado George y Molly.
— Yo también lo espero, en verdad quiero que mis hijos tengan una vida feliz — dijo mi suegra mientras apretaba mi hombro — Y sé que Robert con Taylor será muy feliz, es que este es un chico muy encantador y tierno.
— B-Bueno, n-no hace falta exagerar — murmuré apenado mientras miraba a los lados con vergüenza, no imagino lo rojo que debí ponerme por las palabras de mi suegra.
— Además es muy modesto, qué ternura, ¡los felicito! — clamó la tía de Molly mientras volvía a apretarme la mejilla, no me quedó de otra más que sonreír y dejar que me tocaran la cara, aunque ya empezaba a sentirla dormida.
— ¡Madonnaaa! — gritó una aguda voz que reconocí rápidamente, se trataba de Charlie, quien fue corriendo hacía mí de repente, esquivando a todos los adultos que se interponían en su camino.
— Oye ¿porqué gritas así? — preguntó la señora que estaba conversando animadamente con mi suegra.
— Perdona tía Ruth — dijo el pequeño mientras se acercaba a ella y la abrazaba, para acto seguido, ir hacía mí y sacudirme del brazo — ¡Hay salchichas con patatas en el bufette!
— ¿Enserio? — dije algo risueño y extrañado, mirando abrumado cómo él me jalaba del brazo también.
— ¡Sí, ven!
— Oye pero-¡Charlie! — clamé mientras él me jalaba de forma brusca, miré de reojo a mi suegra, ella reía mientras me hacía unas señas para que me fuera con él, no me quedó de otra que ceder e irme detrás suyo, ¿porqué todos parecían querer llevarme arrastrado por todo el salón esa noche?
Continuará
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