28 - 'Locos Escandalosos'
Salí del baño con el celular en manos y con el corazón hecho pedazos, odiaba sentir que le había hecho daño a mi madre, sobre todo porque una parte de mí decía "ella también te ha hecho mucho daño, ¿porqué te castigas sintiéndote miserable?" pero de igual forma, ignoré por completo ese lado mío, y solo pensaba en lo mucho que quería llamarla para disculparme, y lo intenté, sí, pero ella había apagado el celular, quise creer que era porque Peter había llegado, pero igual, eso no lograba quitar el dolor.
Caminé hacía la cama para recostarme de lado y abrazar a Robert desde atrás, pegando mi frente de su espalda mientras varias lágrimas empezaban a rodar por mis mejillas, quise llorar en silencio, no quería que él me viera así, le daría completamente la razón sobre lo que él pensaba de Teddy, y lo que menos necesitaba, era seguir tachando a mi madre de lo peor.
— Nada como reproches maternales para empezar el día del asco — murmuró con la voz algo adormilada, yo apreté más su torso al oírle.
— ¿Me escuchaste? — murmuré con la voz algo apagada.
— Con esos gritos, creo que hasta Mónica te escuchó — dijo cínicamente mientras se acomodaba para acostarse boca arriba, usando sus brazos de almohada y volteando la mirada hacía mí, observándome con atención y algo de pena — ¿Cómo te sientes?
— Mi madre cree que dejé de quererla por un hombre, ¿cómo crees que me siento? — susurré cerrando los ojos, sintiendo un par de gotas rodar por mis mejillas — Siento que mientras más trato de ser feliz, más infeliz la hago a ella.
— Eso no es tu culpa, es ella quien prefiere ser infeliz por su propia cuenta.
— Ella solo quiere que yo la tome más en cuenta, Robert, odia que yo me ausente, detesta que yo esté lejos, ¿cómo podría ser eso su culpa?
— Ella no te tomó en cuenta cuando su esposo te echó de su casa — murmuró de forma algo ácida, me dolía cuando Robert se ponía en ese plan, pero lo que más dolía, era que él tenía la razón, bueno, algo de razón, ya que mi "ida de casa" sí fue en gran parte por Peter, pero fue una mezcla de factores que se le escaparon de las manos a mamá.
— Olvídalo, Robert, lo hecho, hecho está, ella me odia, ¿qué más puedo hacer? solo la dejaré en paz hasta que se calme.
— ¿Y si pasan días y sigue sin querer saber nada de ti? — esas palabras me hicieron sonreír con dolor, en verdad odiaba que mi vida fuera un sinfín de situaciones dolorosas e incómodas, "¿cuándo podré vivir tranquilo?" pensaba mientras una lágrima rodaba por mi mejilla.
— ... Cumplir su voluntad — dije mientras me volvía a sentar en la cama dándole la espalda a mi prometido — No espero que lo entiendas, son cosas muy complicadas.
— ¿Porqué no habría de entenderlo? tú viste cómo es mi relación con mi padre, apenas y lo tolero, ambos sabemos lo que es tener padres problemáticos.
— Pero tu madre y la mía no son iguales — murmuré volteando a verlo con pesar — Teddy no es una madre modelo como la tuya; pero aún así, yo la amo a pesar de que pasó ebria la mitad de mi vida, hablo enserio — suspiré sutilmente al decir eso — Olvídalo, no creo que sepas entenderme — dicho esto, me levanté de la cama para caminar al baño nuevamente, me sentía terriblemente mareado, necesitaba un baño caliente para intentar relajarme.
-
Pasé una hora en la ducha lavándome el cabello y pensando en todo lo que le dije a mi madre, "idiota" pensaba con frustración, no debí hablar de más, "¿porqué con otros te quedas callado, y con tu madre sí quieres ser un león?" pensaba igualmente, logrando solamente que me sintiera aún peor.
Escuché la puerta del baño abrirse, asumí que se trataba de Robert, así que no le di mucha importancia, me sentía muy apagado y abrumado, no quería ni siquiera que él me viera así. Voltee al ver cómo abrían la puerta transparente de la ducha, me sorprendió un poco ver que él ya estaba vestido, usaba un pantalón blanco junto a un suéter cuello de tortuga color negro, por alguna razón le encantaban dichos suéteres.
— ¿Cómo te sientes? — preguntó con voz suave y tranquila, yo miré a otro lado mientras pasaba mis manos por mis brazos.
— Como un mal nacido — dije de forma algo ácida, me sorprendió ver cómo Robert cerraba la llave y entraba conmigo a la ducha para abrazarme con fuerza, acariciando mi húmedo cabello mientras repartía besos por mi cabeza.
— Tienes razón, mi vida ha sido muy diferente a la tuya, aún soy ignorante de todo lo que has tenido que pasar y prefieres callarte por vergüenza, pero eso no implica que no te apoye, que no quiera entenderte, o que no quiera ayudarte — susurró de una forma tan gentil y conmovedora que me fue imposible no derramar unas lágrimas otra vez.
Me aferre a su ropa mientras comenzaba a sollozar en su hombro, él acariciaba mi espalda mientras repartía besos por mi cráneo nuevamente.
— Me duele todo lo que ella asume de mí — murmuré con mi frente en su hombro — Cree que tú quieres alejarme de ella.
— Tu madre es igual que tú de sentimental, tal vez solo se siente sola sin ti.
— Lo sé pero ¿c-cómo puedo arreglar eso? e-ella fue quien puso un muro entre nosotros por culpa de ese maldito de Peter.
— Trepa el muro, cielo — susurró besándome la mejilla — Aprovecha cada oportunidad para hablarle, llámala, dile lo mucho que la amas y que la extrañas, tal vez es eso lo que quiere oír.
— ¿No te molesta que ella siempre diga cosas de ti?
— Es tu madre, Taylor, solo quiere que estés a salvo, es normal que me tenga recelo — murmuró tomando mi barbilla con una sola mano y apretando un poco mis mejillas — Es mi deber esforzarme por demostrar que puedo ser un esposo ejemplar, solo no discutas con ella, podría malinterpretar todo de nuevo.
— Es un poco tarde para darme ese consejo — dije entre risas dolorosas.
— Nunca es tarde para enmendar las cosas con alguien a quien amas en verdad — susurró sonriéndome cálidamente — Vé a vestirte, desayunemos, e intenta llamarla, déjale en claro lo mucho que significa para ti.
— ... Gracias — murmuré sonriendo con pena, Robert me sonrió de vuelta para darme un cálido beso en la frente que logró reconfortarme bastante.
— No tienes nada que agradecer — susurró abrazándome con fuerza — Soy tu prometido, mi trabajo es apoyarte.
— Me alegra mucho que lo seas, a pesar de todo — susurré con algo de dolor, muchas cosas pasaban por mi mente, mi familia, su familia, nuestros problemas en conjunto, pero, todo eso me daba igual, nada calmaba mi corazón de la misma forma en la que lo hacían los abrazos de mi prometido, no quería volver a quedarme sin él, realmente moría por quedarme a su lado, sin importar lo que fueran a decir de nosotros, sin importar lo tormentoso que pudiera ser el futuro.
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Luego de terminar de bañarme y de vestirme, Robert me llevó abajo a desayunar, aunque me sorprendió ver que todos estaban en un pequeño patio que quedaba detrás de la cabaña, todo el clan Dawson ya estaba reunido, incluídas algunas personas más a las que no conocía, y uno al que empezaba a odiar con intensidad.
— Buen día a todos — saludó mi prometido con esa hermosa sonrisa que le caracterizaba, mis caderas y mis piernas dolían como nunca, pero yo lograba disimular mi dolor físico y emocional con una tímida sonrisa, igual todos me miraban de arriba a abajo, seguramente escucharon el escándalo sexual que armamos en la madrugada, y por ello me miraban con recelo.
— Buen día chicos, al fin despiertan, creí que saldrían a medio día de su cuarto — dijo Catherine mientras nos miraba amablemente.
— Ty tiene hambre, aunque si fuera por mí, nos quedábamos ahí el resto del día — dijo mi prometido mientras me apegaba a su cuerpo y caminábamos a unas sillas vacías, aunque nos detuvimos frente a esas personas a las que yo no conocía — Ah, Taylor, déjame presentarte al resto del clan Dawson.
Miré a aquellas personas tímidamente, había un par que se notaba que eran muy mayores, otros eran contemporáneos con los padres de Robert, y había una chica que sí era contemporánea con él.
— Ty, ellos son mis tíos August y Helen Dawson — dijo señalándome hacía dos personas, el sujeto tenía el cabello negro y ojos azules igual que John, era abrumador ver a tanta gente que se parecía; mientras que la mujer, era una dama de corto cabello café y ojos oscuros — Aquella de allá es mi prima Rebecca Dawson, aunque puedes decirle Beca — dijo señalándome hacía la chica que estaba sentada junto a Alice conversando animadamente, tenía el cabello negro también, solo que tenía varios mechones púrpura bastante escandalosos, sus ojos eran oscuros igual que los de su madre.
— Es un placer conocerlos, me llamo Taylor Atwood — dije sonriendo tímidamente mientras estrechaba las manos de los dos adultos en cuestión.
— Es un placer, hijo — dijo el tío de Robert, mientras su tía me miraba de arriba a abajo algo curiosa, mirada que yo me esforcé por ignorar.
— Y por acá — murmuró mi prometido llevándome hacía los dos adultos mayores de la mesa, una dama de abundante cabello grisáceo y ojos azules, junto a un caballero de ojos oscuros y cabello negro, solo que varias canas ya lo adornaban — Te presento a Mervin y Judy Dawson, mis abuelos.
— Es un honor conocerlos — murmuré apenado mientras les extendía la mano.
— ¿Quién es esta preciosura, Robert? — preguntó la mujer de cabello canoso.
— Se llama Taylor, es mi pareja — pude notar cómo el abuelo de Robert me miraba con asombro, mientras la señora me miraba muy confundida y algo divertida, eso se me hizo muy extraño.
— Oh, es encantadora, aunque tiene facciones muy masculinas ¿verdad? — hubo silencio en el lugar ante el comentario perdido de la mujer, me dieron ganas de reír, pero dado que estaba rodeado de lobos, preferí solo mostrar mi mejor cara tranquila, y sonreírle a la situación.
— ... Soy hombre, señora Dawson — le corregí amablemente, ella me miró perpleja en cuanto hice dicha confesión, admito que sus gestos eran muy tiernos.
— ¿Hombre? Robert hijo, creí que te gustaban las mujeres.
— Es bisexual, querida Judy — dijo Catherine mientras sonreía de forma pasivo-agresiva, logré reconocer esa expresión con rapidéz.
— Vaya Robert, no tenía idea de que tenías... esa clase de gustos — dijo su tío mientras le miraba curioso, Robert sonrió cínicamente mientras rodeaba mi cuello con su brazo.
— No vienes muy seguido, tío; es normal que no sepas mucho de nosotros, como que George quiere ser chef, o que Alice sacará una colección de trajes de baños en otoño — dijo mientras tomaba una silla vacía y la corría hacía atrás para que yo me sentara, cosa que hice, sintiendo las intensas miradas de todos los Dawson sobre mis hombros, era abrumador.
— Bueno, yo estoy muy feliz por ti, primo — dijo la chica de extensiones mientras alzaba una copa con jugo de naranja — A tu salud y la de Tyler.
— Taylor — le corregí sonriendo con algo de dificultad, odiaba que dijeran mal mi nombre.
— ¿Qué edad tienes, hijo? — preguntó el abuelo de Robert, de todos los presentes, él era quien más me causaba nerviosismo, después de todo, él era quien más inspiraba a mi prometido, era su modelo a seguir, temía causarle una mala impresión y que eso hiciera enojar a Robert.
— Veintiún años, señor Dawson — murmuré con pena, me alivió verlo sonreírme de lado.
— Dime Mervin, estamos entre demasiados Dawsons para decirnos así ¿no crees? — todos empezaron a reír en cuanto él dijo eso — Además, si mi nieto te trajo hasta aquí, es porque ya tú eres un Dawson también, ¿me equivoco?
— No abuelo, no te equivocas en absoluto — dijo Robert mientras tomaba mi mano y la apretaba con fuerza, un gran rubor inundó por completo mis mejillas en ese instante.
— ¿Y Giselle, querido? — preguntó la mujer mayor, mi cuerpo entero se estremeció, ¿qué acaso nadie en esa familia conocía la discresión?
— Muerta, abuela — dijo mi prometido de forma ácida.
— ¡Robert! — dije algo avergonzado, ella no me agradaba, pero de ahí a jugar con la muerte, era demasiado para mí.
— ¡Eres un grosero! — reclamó Alice.
— ¡Ah, lo siento, está en Londres cogiendo con algún otro tipo! ¡¿felices?! — bufó incrédulamente.
— Ahh, ya extrañaba nuestras reuniones, familia — dijo el sujeto que me estuvo acosando en el spa, quien estaba sentado frente a Robert y frente a mí, maldije para mis adentros mientras miraba a otro lado para tratar obviamente de ignorarlo.
— Bueno ya, no sigan discutiendo — dijo Catherine — Comamos, todo está muy delicioso para dejar pasar la oportunidad de probarlo.
— Tu acento es particular — dijo la chica de extensiones púrpura — Eres americano, ¿verdad?
— Sí, de Detroit — afirmé sonriendo de lado y tomando un bollo de la mesa para metérmelo a la boca, moría de hambre, el sexo siempre me dejaba hambriento.
— ¿Dónde se conocieron? — preguntó la tía de Robert.
— En Detroit, fui a cerrar un trato con un socio, y ahí lo conocí — mis mejillas empezaron a arder al recordar ese bello momento, donde las joyas azules de mi prometido me observaron por primera vez, amaba pensar que ese hermoso caballero que tanto me intimidaba, logró convertirse en mi futuro esposo.
La familia de Robert siguió haciéndole preguntas sobre nosotros (principalmente sus tíos y su prima), eran preguntas básicas, "¿dónde se conocieron?", "¿cuánto llevan juntos?", "¿porqué te volviste gay, hijo?", hasta que llegó un punto donde Catherine les pidió de forma pasivo-agresiva que nos dejaran comer, y así fue, admiro el don de mi suegra para controlar a esa manada de lobos.
— Se los agradezco, todo estaba muy bueno — dije al terminar de comer, y acto seguido, tomé el celular de Robert y me levanté de la mesa, todos me miraron curiosos en cuanto hice eso.
— ¿Adónde vas? — preguntó Molly.
— Perdónenme un momento, debo hacer una llamada importante — murmuré apartándome de la mesa con el celular en mano, aunque me regresé para acercarme a mi prometido y besar su frente con ternura, me sentía muy emocional esa mañana, y mi forma de sentir confort era gracias a los mimos de mi prometido, y también dándole mimos a él, desde luego.
Caminé al interior de la cabaña marcando el celular de Teddy, me enviaba a buzón sin parar, eso empezaba a desesperarme.
Caminé a la sala para sentarme en uno de los sofás mientras marcaba nuevamente el número de mi madre, y al oír cómo me enviaba al buzón, no me quedó de otra que dejar un mensaje en la contestadora.
— Hola Ted, emm... supongo que no quieres hablar conmigo, y-y no te culpo, fuí muy grosero contigo, pero... ¿q-qué quieres que diga? m-me pones muy nervioso, no pretendo echarte la culpa, solo... — suspiré pesadamente tratando de organizar mis ideas, me sentía muy abrumado, repentinamente las palabras de Robert aparecieron en mi mente, y decidí tomar su consejo — Teddy yo te amo, te amo más que a mi propia vida, te amo a pesar de todo, ¿sabes? y-yo no me imagino viviendo sin ti, ¿e-entonces porqué asumes cosas sin si quiera consultarme? yo amo a Robert, ¡con mi alma, pero no de la misma forma en la que te amo a ti por Dios! t-tú eres mi madre... — murmuré eso último con dolor, mientras mi voz se quebraba sutilmente.
Tomé aire mientras luchaba por contener el llanto, no quería que Teddy me escuchara llorar.
— Hemos pasado por cosas muy fuertes, sabes que yo jamás he sido bueno demostrando tanto afecto, ¡y tú tampoco, si somos honestos! ¡pero maldición, eso no implica que tú no me ames, ni tampoco significa que yo no te ame a ti! — murmuré pasando mi mano por mi rostro — Lo que quiero decir, Teddy, es... perdóname, por favor, tienes razón, soy un desconsiderado, p-pero solo quiero que sepas, que mi relación con Robert no tiene porqué afectar mi relación contigo, él no trata de alejarme de ti — tomé aire mientras unas lágrimas se juntaban en mis ojos — Lamento todo lo que te dije hoy, no me he sentido bien últimamente, s-supongo que me hace falta verte cada domingo — admití sonriendo con pesar.
Limpié una lágrimas que bajaba por mi rostro en ese momento, empezando a temblar por inercia, me habría encantado decirle todo eso a mamá en persona.
— ... En verdad te extraño, como no tienes una idea, cada día que pasa solo te puedo extrañar más, y-y— mis palabras se detuvieron al oír el tonillo que indicaba que ya no me dejaban grabar un mensaje tan largo, así que solo terminé la llamada y me quedé mirando a la nada con pesar, en verdad esperaba que mamá oyera el mensaje, era primera vez en mucho tiempo que era tan franco sobre mis sentimientos con ella, ¿porqué? no lo sé, siempre me costó ser cariñoso, demostrar afecto, ella y yo eramos muy similares en dicho aspecto, un par de locos escandalosos que eran incapaces de mirarse a los ojos y decirse "te amo" mutuamente, tal vez por vergüenza, de mi parte por ser un hijo tan cínico y poco empático, y ella, por haber sido una madre poco atenta y muy despreocupada, aún con todos nuestros errores, ambos nos amábamos, lamento tanto no haberlo repetido con más frecuencia cuando pude, en verdad me duele no haberlo hecho.
Repentinamente escuché unos pasos cerca de mí, voltee creyendo que se trataba de Robert, y efectivamente vi unos ojos azules, pero no eran las hermosas joyas de mi prometido, eran las piedras sin brillo de mi suegro.
— Empiezo a sentirme acosado, señor Dawson — dije sin pelos en la lengua, aquel hombre me miraba con desdén, obviamente yo le correspondí a dicha expresión.
— ¿Te molesta que alguien sepa las cosas en las que andas metido? — rodé mis ojos de mala gana al oírle, ya me fastidiaba escuchar la voz de ese odioso anciano.
— Señor, opine lo que quiera de mí — dije levantándome del sofá para caminar a la puerta trasera de nuevo, pasando junto al señor Dawson y mirándolo de reojo con frialdad — A mí no me importa su opinión.
— Me da asco que Robert esté consciente de que le eres infiel.
— Vaya que usted está obsesionado con las infidelidades — dije cínicamente mientras volteaba a verlo de mala gana, ¿incluso cuando hablaba con mi madre era capaz de tacharme de un perro infiel? ese anciano estaba loco — Gracias al cielo que sus hijos no se parecen en nada a usted.
— Por supuesto que no, si mis hijos fueran igual a mí, Robert nunca hubiera salido contigo.
— Si Robert fuera igual que usted, yo jamás me hubiera metido con él — escupí de mala gana para darme vuelta y caminar al patio otra vez, aunque escuchar otras palabras de su parte, me hicieron detenerme en seco.
— Hoy acabará por fin todo tu teatro.
— ¿Perdón? — dije incrédulamente volteando a verlo.
— Hoy mi hijo se dará cuenta de quién eres en verdad, ya quiero ver su cara cuándo sepa lo que eres.
— Señor, tome sus medicinas y déjeme en paz — murmuré incrédulamente para caminar a la puerta otra vez, sintiendo un raro escalofrío al meditar las palabras de ese hombre, pero no dejé que me afectaran mucho, Teddy era lo único que rondaba por mi mente en ese momento, ni las palabras ácidas y sin sentido de mi suegro lograron olvidar el dolor que inundaba mi pecho al pensar en mi conversación con mi madre.
Continuará
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