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27 - 'Tonto Berrinche'

— ¡¡Ahh, Robert, para ya, me duele!! — grité apretando con fuerza las sábanas de la cama, mientras mi prometido mantenía mis piernas alzadas y azotaba mi cuerpo contra el colchón de manera intensa; habían pasado varias horas, horas en las que ambos solo podíamos dedicarnos a follar como un par de indecentes, no tenía idea si la familia de Robert había llegado o no, la atmósfera era demasiado buena para querer arruinarla de repente solo para averiguar esa tontería.


— ¡Sí Taylor, así! ¡grita mi nombre! — demandó agachándose a mi altura para verme fijamente a los ojos.


— ¡¡Robert, Robert, Robert mi amor!! — grité sacando la lengua y mirando con dificultad los bellos ojos de mi prometido, todo a causa de la poca iluminación en la habitación, ya que la única fuente de luz era la débil llama de la chimenea que fue testigo de los feroces arrebates de pasión desenfrenada de dos amantes enloquecidos el uno por el otro, como si su único propósito en la tierra fuera hacer el amor entre ellos.


— ¡Sí, así! — dijo mientras hacía más brusco su vaivén, tomándome de las mejillas y obligándome a verle a los ojos mientras me seguía follando — ¡Di mi nombre, Ty, dilo, quiero oírte decirlo mientras te corres!


— ¡¡Ahh, R-Robert, Rob-ahh!! — grité sacando la lengua y empezando a venirme de golpe, mientras mi prometido me azotaba las caderas con fuerza y empezaba a venirse al igual que yo.


— Ahh, Taylor — gruñó entre jadeos mientras se seguía moviendo de forma algo lenta encima mío — Sí, bueno chico — murmuró mordiéndose el labio inferior — Mgh, Dios, hace mucho quería follarte así, amor.


— Dios, siento que moriré — dije entre risas mientras mantenía las piernas separadas.


Robert se acomodó sobre mí para recostarse en mi pecho, empezando a juguetear con mi cabello mientras me sonreía tranquilamente.


— ¿Cómo te sientes? — preguntó mirándome atentamente.


— En el cielo — dije embobado mientras inhalaba y exhalaba pesadamente, Robert rió al escuchar mis palabras.


— No hablo de eso, cielo — susurró pasando su dedo por mis labios — Hablo de... todo el día de hoy, ¿estás más tranquilo?


— Sí — respondí rápidamente para sonreírle a mi prometido con ternura — Tenerte conmigo es suficiente para calmarme.


— Me alegra que sea así — susurró acercándose a mi boca para besarla con ternura — Eres todo lo que quiero en esta vida, ¿si sabes eso, verdad?


— Sí, lo sé perfectamente — murmuré frotando mi nariz con la suya — Y tú eres todo lo que quiero tener en la mía, sin ti no soy nadie, Robert.


— No digas eso, claro que eres alguien, eres un chico talentoso, capaz de lograr todo lo que se proponga — murmuró mirándome fijamente a los ojos, yo reí en cuanto me dijo eso.


— Creo que hablas de otro sujeto.


— Para nada, estoy hablando de mi futuro esposo, Taylor Atwood — mi sangre se heló en cuanto me llamó de tal forma, "Atwood" rebotaba por mi mente sin cesar, y de inmediato las horribles miradas de desdén del viejo y de Marcela aparecían en mi mente para atormentarme.


Miré a otro lado con pesar, Robert me tomó de la barbilla rápidamente y me hizo voltear a verlo, mientras un semblante curioso se mostraba en su rostro.


— ¿Sucede algo? siempre sonríes cuando te digo "mi esposo" — sonreí apenado en cuanto dijo eso, rápidamente reaccioné, "debes decírselo" rebotó por mi mente, en verdad odiaba romper la atmósfera, pero sabía que Robert me cortaría lo que me lamió hace unas horas si no le confesaba lo que había pasado.


— No se trata de eso — dije mientras empujaba un poco a Robert para sentarme frente a frente con él, sentía que era mejor hablar así, aunque el dolor en mis caderas me empezaba a hacer cambiar de opinión.


— ¿Qué ocurre? — preguntó acariciando mi hombro, yo miraba hacía la chimenea mientras pensaba de qué forma suavizar el golpe.


— ... Hablé con mi padre — murmuré con la voz algo apagada, Robert me miró totalmente abrumado cuando dije eso — Lo ví hoy en el spa, estaba con Marcela.


— ¿En qué momento?


— Cuando fuiste a gritarle a la recepcionista — dije algo risueño mientras alzaba los hombros, actuaba de forma relajada, principalmente para no alterar a Robert, si hubieran visto la cara de preocupación y estrés que puso, entenderían porqué no quería decírselo.


— ... ¿Qué te dijo ese hombre?


— Se sorprendieron de verme — dije alzando los hombros — Algo obvio, así como también era obvio que no me recibirían con los brazos abiertos, me dejaron muy en claro el odio que me tienen, e insinuaron que soy un prostituto que folla con hombres adinerados para que me traigan a este tipo de lugares — sonreí cínicamente al decir esto, para voltear a ver a Robert con detenimiento — Y ambos aseguran, que solo me ves como un bastardo con el cual tener sexo fácil.


— Malditos infelices — gruñó con molestia mientras pasaba su mano por su frente — Taylor lo lamento tanto, de haber sabido que ellos estarían aquí, no me atrevo a dejarte solo jamás.


— No te disculpes, no tenías forma de saber que ellos estaban aquí — murmuré acercándome a él para apoyar mi cabeza en su hombro, mirando a la nada y sintiendo la mirada de Robert detallarme atentamente — Amenazó con arruinar mi vida, por haber arruinado su negocio contigo.


— Que lo intente, así lograré desahogar todo el odio que le tengo.


— No te precipites, no quiero problemas con esa porquería de persona — susurré pasando mi mano por el pecho de mi prometido mientras me acurrucaba en su hombro — Le dije que yo ya no era Taylor Atwood, que ahora me llamo Taylor Dawson.


— ... ¿Por eso te incomodó que te llamara así? — preguntó rodeándome con su brazo y acariciando mi cuerpo suavemente.


— Siempre odié mi apellido, pero hoy, el odio ha llegado a un nivel insostenible — susurré con pesar mientras disfrutaba del trato que me daba mi prometido, cuyo corazón latía de forma lenta y muy reconfortante.


— Lo lamento mucho, Ty.


— No te disculpes amor, no tienes nada de culpa en todo esto — dije mirando atentamente sus hermosos ojos azules, quienes brillaban de forma cálida para mí — Estás conmigo, has hecho mi vida mejor, te debo todo lo que soy actualmente, y todo lo que seré en el futuro será gracias a ti también.


— A nosotros, amor; no puedo hacer nada si no eres tú el que quiere cambiar en primer lugar, así que date cuenta, de que nuestro futuro no depende solo de ti o de mí, depende de los dos — sonreí apenado cuando me dijo eso.


— Tienes razón — dije mientras me acercaba a sus labios para besarlos con suavidad — Mientras estés conmigo, mi futuro estará completo siempre — dije entre besos a los que Robert me correspondió sin dudarlo, esa noche fue muy bella, pero recordarla hace que logre darme cuenta de que, yo estaba equivocado, muy equivocado, de hecho, Robert y yo lo estábamos, ambos perjuramos que nuestra vida era perfecta y plena tal y como estábamos en aquel entonces, pues bien ¿estábamos en lo correcto? hasta cierto punto, no me malentiendan, nuestra vida era increíble, pero, cuando llegó el "momento cumbre" de nuestra vida, ese pequeño punto de quiebre que cambió nuestras vidas por completo, yo rápidamente noté que siempre hubo un hueco entre nosotros que no sabíamos cómo llenar, pero me estoy adelantando a los hechos.


— ¿Quieres deshacerte del Atwood? — preguntó mientras pegaba su frente con la mía.— ¿Es eso posible? — pregunté algo extrañado.


— Por supuesto — murmuró acariciando mis mejillas suavemente — Planeaba cambiar tu apellido en la boda, pero si tienes prisa, puedo empezar el trámite legal cuando volvamos a casa.


— No lo sé, apenas obtuve mi pasaporte inglés, ¿no será mucho papeleo reorganizar todos mis documentos otra vez?


— Déjame esas preocupaciones a mí, cariño; mi trabajo es garantizar tu tranquilidad y bienestar, tal y como le prometí a tu madre — susurró tomando mi mano para besarla con dulzura, sonreí por inercia en cuanto me besó de tal forma.


— Gracias — susurré pegando mi frente con la de él, empezando a besarnos suavemente, mientras las manos de Robert acariciaban mi cuerpo con ternura.


— Prometo que cuidaré de ti, y lucharé por hacerte todo más fácil, Ty.


— No hace falta, no quiero que me vuelvas un holgazán.


— Serlo o no, depende de ti, de nadie más — esas palabras me abrumaron bastante, pero de cierta forma, entendí lo que Robert quiso decirme con ello, estaba en mí la decisión de qué hacer o no con mi vida, fuera lo que fuera que yo decidiera, Robert me apoyaría incondicionalmente, porque sí, a pesar de que yo me estaba haciendo el idiota para volver a clases, él lo sabía, y no hacía más que algunos regaños ocasionales y ya, de resto, me apoyaba, siendo así, ¿porqué yo no podía apoyarme a mí mismo? mi prometido tenía razón, debía empezar a ser más empático conmigo mismo.


— Te amo — dije mientras volvía a besar los labios de mi prometido, empujándole suavemente en la cama para ponerme encima suyo y seguir con la ronda de besos, mis piernas ya no daban para más, pero aún así, mi cuerpo y mi pecho querían seguir haciendo el amor con mi pareja.


— ¿Alguien parece querer más? — dijo juguetón, yo reí ante sus palabras.


— ¿Está mal que quiera hacerlo otra vez? — pregunté con falsa inocencia.


— Por mí no hay problema, pero no seré yo el que acabe con las caderas maltrechas y sin poder sentarme mañana — murmuró maliciosamente, yo reí al oír sus palabras.


— Adelante, no le tengo miedo a tus alcances — dije de forma algo retadora y sexy, aunque me alertó ver cómo Robert me azotaba contra la cama y se colocaba sobre mí.


— Creeme, cariño, aún no tienes idea de todo lo que yo soy capaz de hacerte — dijo con voz ronca, haciéndome sonreír embobado.


— Enséñame — murmuré abriendo las piernas, Robert me miró pícaramente en cuanto hice eso.


— ¿En verdad te gusta provocarme, eh? — dicho esto, me abrió más las piernas para penetrarme de golpe, sacándome un fuerte gemido de dolor de los labios.


— ¡¡Ahh, Robert!!


— Cállate, tú querías esto — dijo tomando mis manos y sujetándolas con fuerza sobre mi cráneo, acelerando su vaivén y tomando una de mis piernas con su mano libre para extenderla y abrirse paso en mi cuerpo, cosa que admito, se sentía muy bien.


— ¡¡Ahhh, Robert!! — grité sacando la lengua mientras varias lágrimas brotaban de mis ojos — ¡¡No tan rápido, p-para!!


— Taylor, ni creas que te dejaré dormir hoy — murmuró azotándome con fuerza contra el colchón, sacándome fuertes gemidos de dolor e intenso placer, y así fue el resto de la noche, cambiaba de posición como si no fuera nada para él, a pesar de que yo me sentía que en cualquier momento podía caer muerto, pero no me importaba en absoluto, me encantaba estar de esa forma con mi pareja, ser un solo ser envuelto en sábanas suaves y finas, es algo que aún hoy en día, me sigue fascinando.


-


— ¡Ah, no puedo más! — murmuré sintiendo los últimos ápices del orgasmo dentro de mi ser, mientras miraba desde arriba los hermosos y exhaustos ojos azules de mi prometido.


— Está bien, Ty, ven — murmuró tomándome de los brazos para jalarme y hacer que me acostara en su pecho, los tenues rayos del sol entraban ya por la ventana de la habitación, salía algo de humo de la chimenea que nos vió hacer el amor toda la noche, y cuya llama se consumió por completo justamente en el momento en que la llama de la pasión entre ambos se consumió igualmente, irónico ¿no?


— Dios santo, Robert, ¿cómo pudimos hacerlo tanto tiempo? — susurré adormilado.


— No lo sé, solo sé que esta se volvió la mejor noche de toda mi vida — reí apenado en cuanto dijo eso.


— Deberíamos dormir un poco, ya es de día.


— Sí, hay que dormir — dijo Robert mientras se recostaba de lado y me rodeaba con su brazo para pegarme más a su cuerpo, amaba dormir de esa forma con él, me hacía sentir tan protegido — Duérmete, gatito lujurioso.


— Descansa, perro en celo — dije entre risas mientras cerraba los ojos, después de esa noche se me quedó el hábito de llamar a mi prometido "perro" por su gusto de estar mordiéndome y marcar territorio constantemente, y ni hablar de lo mucho que parecía un cachorrito regañado cuando yo me enojaba con él.


Recuerdo que caí muerto en los brazos de mi prometido, disfrutando de su calor corporal al mismo tiempo que disfrutaba de la paz post-sexual, esos bellos momentos donde sientes que tu vida es plena, y que nada puede arruinarla, tal vez por eso a Robert ya mí nos encanta tanto hacer el amor, lástima que, aún en el sexo, llega el punto de tu vida, donde debes despertar.Pasé otro rato dormido junto a Robert, profundamente dormido, hasta que, el ruido de su celular empezó a resonar por toda la habitación, maldije entre dientes mientras ocultaba mi cara en su cuello.


— Calla esa porquería — murmuré con la voz algo adormilada, él estaba igual de exhausto que yo, e igualmente, oír el celular le causó molestia.


— Con un demonio — gruñó sin siquiera abrir los ojos, solo estiró su mano hacía la mesa de noche junto a la cama, tomando dicho aparato y abriendo de a poco los ojos, frunciendo el ceño por culpa de la luz — Teddy.


— ¿Qué? — dije algo abrumado mientras alzaba de golpe la mirada, Robert me dio el teléfono para recostarse de lado dándome la espalda — ¿Cómo es que Teddy tiene tu número?


— Yo se lo dí el día que fui a verla — murmuró con la voz algo apagada — Vé y contéstale, maldición.


— Bien — bufé de mala gana para levantarme de la cama, aunque las piernas me hormigueaban bastante, apenas y podía mantenerme de pie, creo que no es necesario decirles el porqué.


Avancé hacía el baño para no molestar a Robert, y de cierta forma, no quería hablar con Teddy frente a él, sentía que ella podía decirme algo hiriente, yo le respondería de mala gana, y él como siempre me diría "tu madre solo llama para mortificarte" ¿se equivoca? para nada, pero como ya sabrán, odio darle la razón a mi amado novio.


— ¿Hola? — murmuré apoyándome del lavamanos mientras miraba con los ojos entrecerrados mi reflejo en el espejo del baño, mi cuello y mi pecho estaba lleno de marcas y mordidas, parecía que un vampiro me había chupado los pezones de lo enrojecidos que estaban, daba gracias a Dios porque no tuviera que estar sin camisa frente a los Dawson después de esa caótica pero muy hermosa noche.


— Vaya, hasta que al fin oigo la voz de mi hijo, si es que sigue siendo mi hijo — habló mi madre con tono de voz cínico e incrédulo, "maldición" pensé mientras pasaba mi mano por mi rostro, pensando cómo evitar sus comentarios ácidos, era tonta la pregunta, no había forma de evitar el cinismo de Teddy, nunca la hubo.


— Hola mamá, yo también me alegro de oírte — dije de mala gana mientras me rascaba el cuello — Lamento no haberte llamado, estoy de viaje y—


— Sí sí, tienes una hermosa vida que no puedes dejar de lado para hablar con tu tonta madre, eso lo sé — gruñó con frustración al oírle — Solo dime algo, Taylor, ¿ya Robert sacó las uñas, no es así?


— ¿Disculpa?


— Pasé toda la tarde de ayer tratando de llamarte, y tú simplemente no me contestabas el celular, dime, ¿ya Robert te prohibió hablar conmigo, es eso?


— ¿Qué? ¡no! ¡¿Teddy de dónde sacas esas cosas?! y-yo solo perdí mi celular ayer, no tengo idea de dónde está ¡por eso no te he hablado!


— Sí claro, no quieras verme la cara de idiota, Taylor, estoy muy segura de que Robert ya no quiere que sepas nada de tu familia, déjame adivinar, ¿le dijiste algo sobre nuestra conversación acerca de tu boda? — mi sangre se heló al oír sus palabras, pero solo me limité a rodar mis ojos de mala gana y apretar con algo de fuerza el celular de mi prometido.


— En verdad te hace falta medicación, Teddy — murmuré incrédulamente — Robert te quiere mucho, y contrario a lo que puedas creer de él, no me ha prohibido nunca hablar contigo.


— Solo te diré una cosa, Taylor, hombres hay millones en el mundo, pero madre siempre tendrás una sola; por más que creas que ese hombre es tu mundo, puede que él en algún momento decida que lo mejor es separarse, ¿y quién estará ahí contigo entonces, eh?


— Teddy, acabo de levantarme ¿sí? déjame digerir tus comentarios odiosos después de desayunar ¿correcto?


— Bien, hazte la vista gorda todo lo que quieras, pero sabes que tengo la razón.


— No, no la tienes, Tedd; Robert me ama, sería incapaz de abandonarme, mucho menos de prohibirme hablar contigo — un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando dije eso, esa odiosa sensación de que, por más que lo decía, las palabras que salían de mis labios sonaban vacías, como si yo no estuviera totalmente seguro de lo que decía, ¿realmente creía capaz a mi prometido de prohibirme hablar con mi madre? mi corazón gritaba que no, pero mi mente solo podía recordar esa odiosa noche donde empezamos discutiendo por idioteces, pero me enteré de cosas que hubiera preferido nunca saber.


— Veamos cuánto tiempo seguirás siendo feliz mientras vivas bajo esa nube de negación.


— Yo también te amo — dije ácidamente mientras miraba con seriedad mi propio reflejo en el espejo, no quería ser grosero, pero mi madre realmente lograba sacarme de quicio, sobre todo con sus constantes actitudes bipolares y paranoicas, aunque bueno, por algo ella era mi madre ¿no?


— Bastardo tonto — escupió, logrando que apretara mis dientes con fuerza — ¿Cómo puedes estar tan ciego? ¿todo por un hombre?


— Tú también dejaste de lado muchas cosas por un hombre, ¿y quién te juzgó? ¿quién te lo reprochó? ¡yo me hice a un lado para no ocasionarte problemas! ¡solo te pido que por una vez en mi maldita vida me apoyes! ¡¿podrías tan solo fingir que estás feliz por mí y que no odias que yo me haya alejado de ti buscando una vida mejor?!


— ¡¿Vida mejor?! ¡¿sexo y viajes caros, eso te parece una vida mejor?!


— ¡Sí, mamá, es mi vida ahora! ¡prefiero esto a seguir siendo un pobre vago en Detroit al que sus padres siempre echaban a la calle! ¡y no, no te estoy reprochando lo que pasó, pero entonces no me reproches tú la vida que estoy llevando! ¡si Robert me abandona ese será mi problema, ya veré yo cómo me las arreglo solo!


— ¡Pues entonces vé pensando bajo qué maldito puente vas a vivir allá en Londres, Taylor, porque ese hombre tarde o temprano mostrará su verdadera naturaleza!


— ¡Ay por favor Teddy! ¡te dio su palabra de que cuidaría de mí! ¡¿porqué entonces te haces la paranoica?!


— ¡¡Tu padre también prometió a los del servicio social que cuidaría de ti!! ¡¿acaso lo hizo?!


— ¡¡No compares a Robert con esa escoria asquerosa!! — empecé a alzar la voz sin darme cuenta, mi respiración estaba algo agitada, mi voz estaba ronca, obviamente por haber gemido tanto en la noche — ¡Robert vale más que él y que tu marido, eso lo sabes bien!


— ¡Pues discúlpeme señor "tengo un marido perfecto"! ¡lamento que tu idiota madre no haya tenido la misma suerte que tú para escoger esposo!


— No quiero creer que envidias mi suerte, Teddy, pero en verdad suenas a que te enoja que yo haya conseguido a alguien especial y tú no.


— ¡¡¿Cómo te atreves a decirme algo así?!! ¡¡¿quién te has creído que eres?!! ¡¡yo no tengo porqué envidiarte nada, al contrario, siento pena porque te hayas ido con el primer sujeto al que le abriste las piernas!!


— ¡¡Sí, lo hice, y lo hice con gusto, y volvería a hacerlo las veces que fueran necesarias!! — reclamé entre risas algo toscas — ¡¡Porque él me ha alegrado mi miserable vida por completo, Teddy, entiende eso por una buena vez, maldición!!


— ¿Sabes algo Taylor? ¡bien, deja que él sea tu mundo entonces, si te hace tan feliz en verdad, entonces quédate con él, y olvídate de tu pobre y tonta madre!


— Teddy ya tuvimos esta conversación hace tiempo — murmuré de mala gana — ¡Robert te dejó en claro que me hará muy feliz! ¡¿entonces porqué te molesta tanto que yo esté con él?!


— ¡¡¿Cómo que porqué?!! ¡¡por amar más a un hombre que a tu propia madre!! — gritó de forma brusca, haciéndome callar finalmente, mientras un escalofrío espantoso recorría por completo mi cuerpo — ¡Me alegra que seas felíz, amo que él te haga feliz! ¡¡¿pero tienes una maldita idea de lo que se siente que tu hijo adore más a un completo extraño que a su propia madre?!! — me rompió el corazón oír cómo la voz de Teddy empezaba a quebrarse de a poco, no me di cuenta, pero inconscientemente, dejé expuesta mi feroz dependencia hacía Robert, y obviamente, Teddy la malinterpretó.


— ... ¿Cómo puedes decir algo así? — murmuré con la voz apagada, todo mi ser empezó a temblar al notar cómo mi madre me colgaba abruptamente la llamada.


Jadee con frustración mientras llevaba mis manos a mi cabeza y apretaba con fuerza mi cabello, odiaba tanto que esa mujer fuera tan histérica y tan sensible como yo, era como debatir contra un espejo, donde uno de los dos siempre iba a salir irremediablemente roto, y prefería ser yo el que acabara herido, ya yo sabía vivir con el dolor, pero mi madre llevaba años de dolor acumulados, y eso empezaba a quebrarla, lo que yo menos quería, era terminar de romper a mi madre por culpa de un tonto berrinche, y era precisamente eso lo que estaba logrando; Teddy, perdóname por favor, dondequiera que estés. 



Continuará


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- Gema

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