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23 - 'Chispa'

— Perdonen la demora — dijo él mientras regresaba a la mesa con nosotros — ¿De qué me perdí?


— De nada — dije de forma algo seria mientras daba un sorbo a mi jugo de uva, Robert me miró divertido y algo curioso ante mi tono de voz poco amistoso.


— Iremos al spa — dijo Catherine mientras daba una mordida a su sandwich de jamón.


— Las tardes de spa no son lo mío, madre; mejor me voy con George y con Sandro al bar.


— Negativo — dijo George algo frustrado — Debemos ir con ellas.


Robert suspiró algo frustrado cuando escuchó eso, su madre y Molly empezaron a reír y a conversar tranquilamente sobre la ida al spa, yo me dispuse a comer sin más, ignorando totalmente la mirada tierna y algo curiosa que me dedicaba mi prometido.


— Alguien luce molesto — murmuró llevando su mano a mi barbilla.


— Estoy bien — respondí de forma cortante mientras apartaba su mano de mi rostro, él me miró muy extrañado en cuanto hice eso.


— ¿Taylor qué ocurre?


— Nada — dije dando otro sorbo a mi jugo, él me miraba atentamente con curiosidad, esa mirada me estaba empezando a poner nervioso, pero ni siquiera por ello dejé de lado mi expresión de molestia — Disculpen un segundo, debo ir al baño — dije mientras me levantaba de la mesa y caminaba rumbo a los sanitarios, sabía que alguien iba a seguirme, pero igual fui a dicho lugar, tal vez discutiendo a solas se me quitaría ese amargo sabor de boca que me dejó pensar de más sobre mi novio y el sujeto pelirrojo al que yo tanto odiaba.


Apenas entré al baño, caminé hacía los lavabos para mojarme la cara, rápidamente escuché la puerta del baño abrirse, ni siquiera alcé la mirada, sabía muy bien quién había entrado detrás de mí.


— ¿Puedo saber lo que le pasa, señorito Atwood? — dijo mientras se acercaba a mí de brazos cruzados.


— Es hipócrita que me digas "señorito" — dije cínicamente mientras lavaba mis manos.— Ya Taylor, dime qué te ocurre.


— Me ocurre que no soy idiota, señor Dawson — dije volteando a verlo con una sonrisa cínica, él frunció el ceño con confusión al oírme.


— ¿De qué carajo estás hablando?


— ¡De que sé que quien te llama es el maldito pelirrojo ese infeliz! ¡y si no es él debe ser algún amante en la oficina, porque no veo razón para que te escondas a hablar por teléfono lejos de mí! — él me miró algo frustrado cuando dije eso.


— Ahh, a veces olvido quién es mi novio — dijo mientras caminaba al lavabo para enjuagar sus manos también — okey Ty, seré franco contigo, no era una llamada del trabajo la que atendía.— ¡Ajá! ¡lo sabía! ¡¡no quieras verme la cara de imbécil, Robert Dawson!!


— Era una organizadora de bodas — dijo tranquilamente mientras cerraba la llave, yo me quedé helado al oírle, él me miraba con severidad y algo de incredulidad, la misma expresión que hacía cuando yo me equivocaba en algo.


— ... ¿O-Organizadora de bodas? — pregunté entre jadeos, estaba muy confundido.


— Sí, una organizadora de bodas, Taylor, te recuerdo que soy padrino de mi hermano — un sentimiento de decepción llegó a mi pecho cuando escuché tal explicación, era tan obvio, sé que desde fuera se ve aún más obvio de lo que ya era de por sí, pero yo me había hecho ilusiones en cuestión de segundos, por lo que fue agridulce haber recibido una respuesta de ese tipo.


— Oh... e-entiendo — murmuré agachando la mirada con vergüenza — P-Perdóname, no debí sacar conclusiones adelantadas.


— Descuida, es parte de tu naturaleza, solo que a veces debes aprender a controlar tu genio — dijo mientras tomaba mi barbilla y alzaba mi mirada para que chocara con sus bellas joyas azules — Y ya te dije que no agaches la mirada, mucho menos frente a mí.


— Claro — dije sonriendo algo apenado, él arqueó una ceja ante mi reacción.


— ¿Ahora porqué tan decaído?


— Nada — mentí, no por gusto, sino que realmente no quería admitir "creí que organizabas nuestra boda en secreto" era estúpido decir algo así, aunque si hablamos de cosas estúpidas, yo soy el rey indiscutible.


— Mh — bufó mirándome atentamente, yo traté de persuadirlo tomándole de los hombros y besándolo con ternura, aunque el pecho aún me dolía tan solo de recordar la pequeña chispa de ilusión que se creó al pensar en mi improbable y muy lejana boda.


— Volvamos con tu familia — dije mientras le sonreía con ternura, él me miraba con algo de pesar, seguramente había notado lo que me pasaba — ¡Cariño vamos!


— ¿Seguro que te sientes bien, Ty?


— Sí, ya vámonos, antes de que Will y Charlie se coman mi sandwich de queso — dije jalando a mi prometido del brazo para sacarlo de los sanitarios, "será una tarde muy larga" pensé mientras caminaba fuera de dicha habitación, recordando con frustración y vergüenza la manera en la que reaccioné ante la confesión de mi pareja.


-


Luego de comer y de seguir hablando un rato, todos fuimos rumbo a un hermoso y muy grande spa que no quedaba muy lejos de la cabaña, mucha gente entraba y salía como si nada, ver aquello me hizo asombrarme considerablemente.


— Bien, vamos a registrarnos — dijo Catherine mientras guiaba a todos al recibidor, yo sujetaba la mano de Robert con firmeza, él de vez en cuando me besaba y me sonreía, me dolía ver que trataba de reponer el daño que había hecho en mí (porque si en algo Robert ha sido bueno siempre, es en notar que algo me pasa) aunque él realmente no era el culpable, fui yo solito quien empezó a fantasear de más con nuestro lejano matrimonio.


Nos indicaron que fuéramos a cambiarnos a los vestidores, me avergonzaba quitarme la ropa frente al hermano y al padre de Robert, pero afortunadamente él no me dejó solo en ningún momento, o bueno, casi.


— Odio cuando este sitio se llena de turistas — dijo mi prometido de mala gana.


— Amor, nosotros somos turistas — dije divertido mientras lo veía abrir el casillero que le asignaron.


— Pero no somos idiotas que le sacan fotos a todo y pretenden tener servicio hasta para rascarse la nariz — dijo con molestia mientras se quitaba el suéter, sonreí embobado al ver el pecho desnudo de mi pareja.


— Qué pena — dije risueño sin dejar de verle el pecho, él sonrió cínicamente mientras doblaba el suéter y lo metía al casillero.


— Ni lo sueñes — dijo algo amenazante — Te perdono lo del vestidor, pero aquí no podemos jugar a ser lujuriosos, Ty.


— ¿Yo? ¡pero si de los dos yo soy la víctima!


— ¿Lo dice el que me la chupó sin mi consentimiento? — dijo de forma tosca y risueña, haciéndome reír mientras trataba de abrir mi casillero.


— Pero— me quejé al no poder abrirlo, Robert me quitó la llave para intentar abrirlo, y al no poder lograrlo tampoco, leyó atentamente la etiqueta de la llave.


— 35, este es el 22 Ty — dijo mirándome con atención — Debes ir a cambiarte a otro lado.


— ¡¿Qué?! — me quejé con frustración, y más frustrado me sentí al ver a un grupo de sujetos de dudosa heterosexualidad pararse junto a Robert para cambiarse frente a él también — Me niego a irme — dije de mala gana, él empezó a reír mientras me jalaba del brazo y me guiaba hacía la hilera que me correspondía.


— Celosito — dijo risueño mientras rodeaba mi cuello con su brazo.


— ¿A ti no te importaría que yo me cambie frente a otros tipos? — dije mirándolo de forma incrédula.


— Tienes razón cielo, mejor me quedo a cuidarte — dijo mientras me apegaba a su cuerpo, sonreí algo frustrado en cuanto dijo eso.


Cuando llegamos a dicha hilera, noté que el padre de Robert estaba terminando de colocarse una bata blanca, yo le miré con frialdad, frialdad que mi prometido también le dedicó, aunque obviamente él debía disimular más, ya que él sí compartía lazos sanguíneos con ese hombre.


— Vamos — dijo mientras me tomaba del brazo y me guiaba a mi casillero, aunque nos detuvimos en seco cuando su celular empezó a vibrar.


— ¡No puede ser! — dije de mala gana.


— Perdona Ty, esto si es del trabajo.


— ¿Del trabajo o es una excusa de esas que tanto te gusta inventar?


— ¡Del trabajo, señor inseguro! — dijo algo frustrado mientras sacaba el celular y se alejaba un poco de mí.


Maldije para mis adentros mientras caminaba a dicho casillero, lo abrí y miré de reojo hacía el sujeto de ojos azules que me observaba con odio y frialdad, "¡¿qué me miras, maldito anciano?" rebotaba por mi mente, pero yo como pude me tragué mi veneno, y me dispuse a sacar mis pertenencias de mis bolsillos, mi celular y mi billetera, mi pasaporte lo tenía Robert, pero igual yo siempre llevaba conmigo una billetera con algo de dinero extra por si me perdía, mi identificación americana, y una foto mía y de mi prometido, específicamente del día que fuimos a la rueda de la fortuna y él me enseñó a fumar.


Miré algo curioso mi anillo, obviamente no podía usar prendas para una sesión de spa, pero no me lo queria quitar, tenía miedo de perderlo; "no seas cobarde" resonó en mi mente, por lo que suspiré sutilmente y me dispuse a quitarme dicha prenda para ponerla sobre mi teléfono.


— Qué idiota — murmuró la molesta voz de mi suegro, yo voltee a verlo con semblante incrédulo.


— ¿Disculpe?


— Mi hijo, vaya que es todo un idiota para dejar que un bastardo como tú le hable de esa forma — un nudo de rabia y frustración se formó de golpe en mi garganta, sonreí de manera incrédula mientras me metía ambas manos en los bolsillos y le miraba con frialdad.


— Debería aprender a meterse en sus asuntos, señor Dawson — dije con seriedad mientras me cruzaba de brazos.


— ¿Y dejarte el camino libre para dejar a mi hijo como un monigote? Sí claro.


— Aquí el único que pretende pintar a Robert de monigote es usted, con la manera en la que lo humilla y pretende que él haga ciegamente su voluntad, ¡él es un hombre, no un niño idiota al que puede manejar a su gusto!


— ¿Lo dice el que le grita cada que quiere? — dijo observándome de arriba a abajo — Ya quiero ver la cara de Catherine cuando sepa la clase de plaga que eres, bajo esa piel de borrego a medio morir.


— Creo que no soy el único borrego en su familia, señor — dije de forma incrédula mientras lo miraba fijamente con frialdad, hasta que sentí la mano de Robert sobre mi hombro de repente.


— Se te hará tarde, cámbiate ya — dijo mirándome con seriedad, asentí para voltear a mi casillero y empezar a sacarme los zapatos pisandome los talones, me daba flojera desatarlos, aunque Robert muchas veces me reprendió por ello.


Miré de reojo cómo el padre de Robert se iba, dejándonos a ambos totalmente solos, pero con un aura muy tensa alrededor nuestro.


— Deja de seguirle el juego a ese anciano de mierda — me reclamó volteando a verme con seriedad.


— Él me busca, no es mi culpa — dije quitándome la camiseta y arrojándola dentro del casillero sin más.


— Aún así, Taylor, no quiero que él te siga envenenando la mente — dijo mientras tomaba mi camisa y la doblaba, me daba ternura lo obsesivo-compulsivo que era mi prometido.


— Creí que querías que me defendiera.


— Defender, pero con mi padre ya es algo diferente, ¿o acaso quieres que te haga esto también? — dijo señalando su propio ojo morado, eso me hizo mirar a otro lado con pesar — Cariño yo ni muerto dejaré que te pongan una mano encima, pero mi padre es muy bruto, ¡si te hace algo yo me volveré loco!


— Tienes razón, e-estoy actuando como si tu padre fuera el viejo, y es precisamente por eso que yo tenía tantos problemas con ese maldito anciano; perdóname amor, te prometo que no buscaré más problemas con él.


— Te lo agradezco cielo — dijo besándome la frente para apartarse de mí — Debo ir a cambiarme, te veré en un rato.


— De acuerdo — dije sonriéndole de lado, él se apartó de mí y fue a cambiarse también, me incomodaba quitarme la ropa en un lugar como ese, pero recordar que tuve sexo público dos veces, me hizo despojarme de esa vergüenza finalmente.


-


Luego de cambiarme, fui al lugar donde hacían los tratamientos físicos, faciales, exfoliación, y demás cosas que yo nunca creí que me haría en mi vida.


Sonreí al ver que tenían a mi prometido recostado en una de esas sillas que le permitían recostarse hacía atrás, estaba con el cabello atado, con la cara llena de algo verde, y con un par de rodajas de pepino sobre sus ojos.


— Disculpe señora ¿ha visto usted a mi novio? — dije mientras me paraba a su lado.


— Ja-Ja — dijo mientras se quitaba una rodaja de pepino y me miraba atentamente — Luego no te quejes cuando tenga mejor piel que tú.


— Adelante, igual nada te quitará lo gay ni a ti ni a mí — dije entre risas a las que él me correspondió.


— ¡Taylor! — escuché la voz de mi suegra, rápidamente voltee a verla, estaba sentada algo lejos de donde estaba Robert, así que no me quedó más opción que ir al lugar donde estaba ella.


— ¿Es buen momento para confesar que jamás he hecho algo de esto? — dije mientras llegaba y me sentaba junto a Catherine, quien empezó a reír ante mi comentario.


— Relájate cariño, lo principal de estos sitios es que te relajes, si te sientes tenso no estamos haciendo nada — comentó mientras tomaba una rodaja de pepino y le daba una mordida, yo le miré curioso en cuanto hizo eso.


— Bien, si tú lo dices — murmuré recostándome y mirando atentamente al techo, aunque me alertó ver cómo llegaba una delgada dama de cabello negro junto a mí.


— Tatiana, él es mi yerno Taylor Atwood, trátalo bien por favor — dijo Catherine mientras mordía de nuevo una rodaja de pepino y me miraba atentamente — Mmm, debemos trabajar en esas ojeras, y también te vendría bien un tratamiento facial.


— Y manicure — dijo la chica mientras tomaba mi mano y la alzaba para verla atentamente, empecé a sentirme asfixiado de repente, vaya que Robert no miente ni exagera cuando compara mis habilidades sociales con las de un gato.


— Dale un tratamiento completo por favor — dijo Catherine mientras me palmeaba el brazo, yo les miré preocupado en cuanto mi suegra dijo eso.


— Sí señora Dawson — dijo la dama mientras hacía unas señas a otra chica para que se acercara al lugar donde yo estaba, sentía que iban a extirparme un riñón en ese momento.


No sé cuánto tiempo pasó, pero esos momentos para mí fueron eternos. Las chicas se encargaron de hacerme masajes faciales, exfoliación, me pusieron una máquina rara que te da electrochoques muy sutiles en el rostro, también me cubrieron la cara con una máscara verde al igual que a Robert (maldito karma) y me pusieron pepino en los ojos mientras empezaban a cortarme las uñas de las manos, admito que fue muy raro, pero me hizo sentir muy relajado.


— ¿Cómo te sientes? — preguntó Catherine.


— No sé cómo explicarlo — dije algo adormilado mientras sentía que las chicas me colocaban esmalte reparador en las uñas, más gay no me pude sentir ese día.


Mi suegra empezó a reír mientras miraba cómo las damas se retiraban y nos dejaban solos unos minutos, minutos que mi suegra usó para hablar conmigo de forma mucho más íntima de lo usual.


— Me alegra mucho que estés aquí, Taylor.


— A mí también me alegra, me siento honrado de que hayan decidido invitarme — dije mientras me quitaba las rodajas de pepino de los ojos.


— ... Lamento mucho lo que pasó con John — dijo con pena.


— No te preocupes por eso, son cosas que ocurren.


— No sabes cómo odio que eso haya sucedido de nuevo, y que tú hayas visto a Robert así me duele bastante — dijo con pesar mientras miraba a otro lado, me dolía verla así.


— Calma Catherine — dije sonriéndole tranquilamente — Fue algo que nadie pudo prevenir.


— Yo sí, yo sé cómo es mi esposo de temperamental, sobre todo con Robert, y ahora que él te trae a todos lados, y que les exijo que te traten como a un miembro más de la familia, ¡d-debí saber que era cuestión de tiempo para que explotara!


— No te eches la culpa de todo, y-yo también tiendo a ser muy poco reservado, si alguien tuvo la culpa de todo ese fui yo, no tú.


— Para nada querido, tu única culpa es amar a mi hijo con locura, ¿y cómo yo podría reprocharte algo así? ¡si tú haces a mi hijo feliz con tan solo existir! no sabes el gusto que me da de que ustedes dos estén juntos, Taylor, nadie ha hecho tan feliz a Robert como tú.


— ... No Catherine, la cosa es al revés, nadie me ha hecho más feliz que Robert en toda mi vida — admití sonriendo tímidamente, ella me sonrió de igual forma mientras palmeaba mi mano suavemente.


— Es hermoso estar enamorado, Taylor; sé que es difícil cumplir lo que voy a pedirte, sobre todo con lo "bruscos" que son mis hijos y mi esposo, pero... por favor olvídate de todo eso, ignoralos a todos, y enfócate en ser felíz con Robert ¿de acuerdo? — Sus palabras lograron asombrarme casi por completo, pero no me cayeron mal, ni me ofendieron en absoluto, todo lo contrario, me llenaron el pecho de un hermoso sentimiento de tranquilidad y emoción.


— Trato de hacerlo — admití algo apenado — En verdad, últimamente solo trato de que no tengamos tanto problemas, aunque sí es difícil porque yo soy muy paranóico, pero Robert me apoya, y es lo más hermoso de todo el asunto.


— Ya me lo imagino — dijo ella mientras me sonreía con ternura, sonrisa que le devolví mientras daba un sorbo a la botella de agua que estaba junto a mí — ... ¿Y qué opinaste sobre ella? — dijo mi suegra, yo le miré algo curioso en cuanto dijo eso.


— ¿Disculpe?


— Marinne, ¿qué te pareció cuando la conociste? — un escalofrío recorrió mi cuerpo al recordar lo que Robert me dijo sobre el pasado de mi suegra y de aquella mujer tan excéntrica, tomé aire mientras pensaba en qué decir.


— ... Especial — dije algo dudoso, no tenía idea alguna sobre qué decirle a mi suegra — Es un poco excéntrica, pero es muy agradable.


— Jajaj, sí, ella es así, veo que no ha cambiado nada — murmuró mirando a la nada con algo de melancolía, el tema me avergonzaba un poco, pero sentía que ella quería hablar conmigo al respecto, así que decidí darle pié a mi suegra para que se desahogara un poco.


— ... Robert me dijo que ustedes eran... muy buenas amigas.


— Éramos inseparables — murmuró mientras sonreía con pesar, poco a poco su sonrisa se fue borrando — No me di cuenta en su momento, pero... Marinne no compartía mi forma de pensar, mi forma de ver la vida, mi forma de querer afrontar el futuro — tomó aire para voltear a verme — Yo quería una familia, ella añoraba una vida sin responsabilidades, y todo cambió por completo cuando empecé a salir con John, ella no lo tomó muy bien que digamos.


— Robert mencionó que ellos eran amigos también.


— Así es, y se distanciaron por completo cuando ella supo de mi relación con John, yo traté de mantener las cosas como antes, pero ella empezó a actuar de forma brusca conmigo, eso me hizo sentir muy mal, es decir, era mi mejor amiga, y que no me apoyara era... horrible — admitió mirándome con pesar, yo sentí algo de dolor en mi pecho al verla de esa forma, no comprendía bien aquel sentimiento, dado que en mi caso, Mónica adoraba verme con Robert, con la que más tenía recelo era con Yelena, y ella siempre me dejaba claro que Robert era como su hermano, así que no podía ponerme en una situación como la de Catherine.


— Imagino que fue muy duro.


— Lo fue — afirmó entre suspiros — Me miraba como si no me conociera, y cuando supo de mi embarazo, pues... las cosas se tornaron mucho más densas, aún hablábamos, pero ya todo se había quebrado por completo; nos distanciamos por completo cuando me mudé a Cambridge, Robert tenía apenas cinco años. Desde entonces no he vuelto a hablar con Marinne.


— Lamento escuchar eso — dije mirando atentamente a Catherine, quien me sonrió de lado y llevó su mano a mi rostro para acariciarlo suavemente.


— No te preocupes por eso, es algo que sucedió hace muchos años, y de cierta forma es algo tonto; por ello te digo que debes enfocarte en tu relación con Robert, Ty; pensar solamente en lo mucho que eres feliz con él, por más que tus seres amados quieran hacerte creer que tu relación está mal, si tú te sientes bien con ella, es lo único que debe importarte.


Me quedé helado ante el consejo de mi suegra, se notaba que le dolía haber perdido a su amiga, y la entiendo, yo sufriría mucho si perdiera a Mónica, pero aún así, ella lucía tranquila, serena, totalmente satisfecha con su decisión, ahí me di cuenta de que, el don de mi novio de ser un témpano de hielo ante las dificultades no fue algo que heredó de su padre odioso y temperamental, sino de su madre, quien tenía heridas en su corazón, pero prefería mantener la frente en alto y vivir su vida junto a sus seres amados, en verdad tenía mucho que aprender de esa mujer. 



Continuará


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