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22 - 'Conclusiones Apresuradas'

Unos suaves besos en mi cuello fueron quienes me hicieron despertar de repente, sonriendo por inercia mientras dejaba que esos labios rozaran mi piel suavemente.


— Buenos días amor — dije adormilado mientras lo dejaba besarme suavemente.


— Buenos días, gatito — murmuró mordiendo mi hombro suavemente — ¿Cómo dormiste?


— Increíble — admití acariciando suavemente su piel, para alzar la mirada y tomar a mi prometido de las mejillas para besarlo con deseo — Mgh.


— Mgh, Ty — susurró entre besos mientras me pegaba a su cuerpo para seguir besándome, aunque nos detuvimos en seco al escuchar un leve "ladrido" que soltó aquel animal al que estábamos cuidando.


Voltee rápidamente al oírle, mirando atentamente al pequeño que trataba inútilmente de levantarse, Robert sonrió al ver mi reacción.


— Pareces una mujer primeriza, Ty — bromeó mirando cómo me levantaba para ir a ayudar al pequeño.


— Tus chistes son de muy mal gusto — dije mirándole con severidad, él sonrió para levantarse también y caminar hacía Bambi junto a mí.


— ¿Crees que esté mejor? — preguntó mientras se agachaba para acariciar su cabeza.


— No estoy seguro, de por sí considero mala idea haberle dado primeros auxilios, según lo que me dijo Mónica.


— Cálmate, estará bien — dijo mientras cargaba al pequeño en sus brazos y caminaba hacía la salida, yo le seguí, bostezando y rascándome un poco la cabeza mientras caminaba detrás de mi prometido.


Cuando bajamos a la sala, todos ya estaban despiertos, parecía que estaban desayunando, rápidamente voltearon a vernos cuando Robert y yo llegamos con ellos, yo saludé a todos, notando que mi suegro me miraba de reojo con frialdad, frialdad que correspondí como si fuera el mismísimo viejo quien me estuviera viendo, maldigo haber pensado en ese anciano en ese momento, porque bien dicen que el diablo asoma cuando se le nombra, pero me estoy adelantando.


— Buenos días — dijo mi prometido mientras acariciaba el lomo de Bambi — Vaya, se nota que ustedes son muy madrugadores.


— Lamento no haber ido a despertarte cielo, asumimos que Taylor y tú querrán... dormir hasta tarde — dijo Catherine juguetonamente, haciéndome sonrojar un poco.


— ¡Mamá! — murmuró Alice de mala gana mientras miraba de reojo a los niños.


— Me parece injusto que tú puedas comer hasta tarde, y yo deba estar en ayuno por la absurda tradición prenupcial — dijo George entre risas.


— ¿No has comido nada, papá? — preguntó Charlie de forma inocente haciendo que los presentes empezaran a reír.


— Sí, ya comí, gracias por preguntar hijo — comentó alborotando el cabello del pequeño, quien estaba más abrumado que yo cuando Robert me hablaba de finanzas.


Ambos volteamos al oír la puerta de la cabaña ser tocada con insistencia, por lo que fuimos a ver quién era, se trataba de los hombres de control de animales, quienes tomaron a Bambi y se la llevaron para atenderla, le rogué al hombre que me diera noticias sobre cómo seguía, estaba muy preocupado por la salud de ese pequeño animal.


— No se preocupen, lo atenderemos bien — dijo aquel sujeto mientras estrechaba la mano de mi prometido.


— ¿Creen poder buscar a la madre? — dije mirándole con pena, el hombre me miró sin saber qué decir, aunque sentir la mano de Robert acariciando mi hombro me hizo darme cuenta de que estaba actuando como un niño.


— Dudo que logremos hallarla, si el pequeño estaba solo es posible que un depredador los haya—


— Entiendo — dijo Robert de forma algo abrupta, interrumpiendo en seco las palabras de aquel hombre, le miré extrañado cuando hizo eso — Le agradezco mucho que haya podido venir, buen hombre — dijo mi prometido mientras sacaba algo de dinero de su bolsillo y se lo entregaba al hombre — Tenga algo por las molestias.


— Se lo agradezco, señor; que pasen buen día — dijo aquel sujeto mientras se apartaba de la puerta y se marchaba, mientras algo de pesar inundaba mi pecho, Robert notó esto, por lo que se acercó hacía mí y me besó suavemente la frente.


— ¿Todo bien, gatito? — preguntó rodeando mi cuello con su brazo.


— No hacía falta que dijeras eso — murmuré con algo de pesar, él me miró curioso cuando dije eso, en el fondo yo ya sospechaba el porqué mi novio se comportaba así.


— ¿De qué hablas? — cuestionó.


— Sabes de lo que hablo, no dejaste que el sujeto dijera abiertamente que la madre del corzo está muerta, ¿porqué insistes en tratarme como un débil?


— No te trato como a un débil, Ty, solo trato de ahorrarte dolor, sé lo sensible e impresionable que eres, y no quiero que empieces la mañana con un mal sabor de boca — admitió pasando su mano por mi rostro — Mi intención no es humillarte, mi cielo, lo sabes bien.


— Sí, pero igual es frustrante ser el niño de la relación — murmuré con frustración, él sonrió cínicamente cuando dije eso.


— No eres el niño de la relación, solo eres muy impresionable, está en tu naturaleza cariño, y es muy tierno.


— Como sea — murmuré con frustración mientras me abrazaba a mí mismo, Robert me sonrió para besarme suavemente el rostro — Deberíamos ir a comer ¿no?


— Tienes razón — comentó tomando mi mano para irse conmigo a la cocina de vuelta, aunque nos detuvimos en seco al ver a la madre de Robert frente a nosotros con una gran sonrisa en su rostro.


— Vayan a vestirse, vamos a salir.


— ¿Salir? — dijimos Robert y yo al unísono, ella asintió y nos empujó para que fuéramos a cambiarnos, cosa que ambos hicimos, sin dejar de preguntarnos "¿adónde nos llevan?".


-


Luego de cambiarnos, todo el clan Dawson marchó rumbo a la puerta, y nos fuimos al centro de la ciudad, yo ya lo conocía un poco, gracias a que Robert y yo habíamos ido la tarde anterior, cosa que nadie sabía, y prefería no mencionar en voz alta para no generar discordia.


— ¡Ay, miren chicos, vamos para allá! — dijo Catherine mientras nos guiaba a una tienda de ropa.


— Molly y yo iremos a comprar helado para los niños, los alcanzamos en un minuto — dijo Alice mientras se iba en dirección contraria a la que íbamos todos, Robert sujetaba mi mano con firmeza entre aquella multitud de personas, como si tuviera miedo de que alguien llegara corriendo y me alejara de su lado.


Entramos a la tienda de ropa, todos empezaron a rebuscar en los aparadores, mi prometido buscaba ropa para ambos, aunque yo estaba seguro de lo que él realmente buscaba, era ropa para mí en específico.


— Hmm — hizo un gesto mientras colocaba un suéter color durazno frente a mí, detallando fijamente mi anatomía, y el cómo me quedaría dicha prenda — Nah, este color no te queda.


— ¿Puedo opinar? — dije sonriendo de forma algo cínica.


— No, no puedes — dijo mientras volvía a rebuscar en el aparador, me fue imposible no reír con sutileza, desde que vivíamos juntos, Robert amaba comprarme cosas, principalmente ropa, yo era como su "muñequito consentido", al que llenaba con regalos y compraba ropa bonita para presumirlo, él amaba que yo me viera bien, "debes resaltar tu belleza" me recalcaba, y por ello era tan metódico para comprarme cosas, aunque a mí me daba flojera ser tan obsesivo a la hora de comprar, solo compraba lo primero que veía, y listo.


— Me aburro mucho cuando compramos ropa — dije haciendo un puchero.


— Ya nos vamos, solo espera — dijo mientras movía sutilmente su mano, me sentía engañado cada que me decía eso, salir a comprar con el señor Dawson no era una simple cuestión de "ya nos vamos", podíamos pasar horas escogiendo, siempre era así.


— Odio cuando dices eso — dije cruzándome de brazos, él empezó a reír mientras me apretaba sutilmente la mejilla.


— Relájate, ya nos iremos, mientras tanto vé a probarte esto — dijo mientras me entregaba una camisa blanca muy elegante y formal, junto a un pantalón color café que era algo ajustado.


— Bien — dije tomando dichas prendas para irme a los probadores con algo de flojera, era lindo sentirme mimado, pero tal y como Robert me decía yo era un "gato vago que odiaba si quiera que lo acariciaran" por lo que eso de ir a probarme ropa todo el día, era muy odioso para mí.


-


Me miraba al espejo con curiosidad, detallaba cada centímetro de mi cuerpo, la ropa me quedaba ajustaba, los pantalones hacían que mi trasero se viera muy pronunciado, esto me sorprendía, yo siempre usaba ropa holgada, ponerme algo ajustado me hizo darme cuenta de que Robert no hablaba por hablar, engordar realmente me había sentado bien.


— ¿Cómo vas? — dijo entrando al probador con algunas cosas en sus manos, y apenas me vió, sonrió con deseo y empezó a silbar de forma lujuriosa — Dios bendiga norteamérica.


— No empieces — dije entre risas mientras volteaba a verle.


— Lo lamento, siempre me consideré poco espiritual, pero ver ese cuerpo hace que quiera hincarme de rodillas a darle gracias a quienquiera que te haya creado.


— Vaya, rompiste tu récord de exageraciones — dije mientras me acercaba a él para besar sus labios dulcemente, aunque me alertó sentir cómo apretaba mis glúteos con fuerza —¡Oye, oye no empieces!


— ¿Empezar a qué? — preguntó con falsa inocencia.— ¡Robert Dawson por el amor de— no pude terminar de hablar, cuando un hambriento beso calló por completo mis quejidos de molestia, reemplazandolos con suaves jadeos de placer.


— Amo cuando dices mi nombre — gruñó cargándome y siguiendo con los besos, "al carajo" me dije a mí mismo mientras correspondía a los besos de mi prometido, amaba que la pasión entre nosotros fuese algo inagotable, por más que podíamos hacerlo día y noche, siempre sentíamos la necesidad de comernos a besos, fuera el momento que fuera, frente de quien fuera, de la forma que fuera, una ronda de besos nunca estaría de más.


— Mgh, tengo una idea — dije apartándome del beso para verle juguetonamente.


— ¿Qué tienes en mente? — preguntó sonriéndome con picardía.


Me bajé de su agarre para empujar suavemente a mi prometido contra la pared, la frase "debes pagar lo que me hiciste en la playa" rebotaba por mi mente, qué divertido es tomar venganza en el momento menos apropiado.


— T-Ty — murmuró al ver cómo me agachaba frente a él, mirándolo coquetamente mientras empezaba a desabrochar su pantalón, un gran sonrojo inundó el rostro de mi prometido, eso me fascinó por completo.


— Qué lindo dices mi nombre — dije mientras le bajaba un poco el pantalón y masajeaba su intimidad por encima del bóxer, Robert se mordió con fuerza el labio inferior, sabía que no podíamos gemir, y él gemía mucho durante el sexo oral, ¿ya ven cuál era la trampa de mi venganza?


— Pequeño infeliz — gruñó de forma ronca, haciéndome reír mientras le bajaba el boxer y empezar a repartir besos por toda su intimidad, ¿les he comentado lo mucho que me gusta hacer gemir a mi pareja?


— ¿Qué pasa amor? ¿no te está gustando? — pregunté con falsa inocencia mientras mi lengua recorría de punta a punta la hombría de Robert, quien se mordía con fuerza el labio inferior mientras me miraba con enojo y mucho deseo.


— Te haré sangrar cuando lleguemos a casa — dijo entre gruñidos toscos, eso me hizo sonreír, para acto seguido, meter la punta de su hombría en mi boca — ¡Mgh, n-no puede ser!


— Cálmate amor, harás que nos descubran — dije metiéndome entero su miembro a la boca para hacer lo propio con ella, sonriendo al sentir cómo Robert empezaba a temblar, no imagino lo excitado que estaba en tal situación.


— Taylor — gimió por debajo mientras acariciaba mi cabello — Eres increíble.


Aproveché que estaba distraído para llevar mis manos a sus glúteos, aunque apenas las puse, él las quitó de inmediato, le miré de reojo con molestia, él sonrió cínicamente entre jadeos ante esto.


— ¿Qué? ¿crees que esto basta para dejar que me toques ahí?


Gruñí con molestia para empezar a mover mi lengua a la par que movía un poco la cabeza para mejorar la experiencia, sacándole a mi prometido gemidos muy roncos y algo sutiles, y a juzgar por la forma en la que temblaba, imaginé que estaba a punto de venirse.


— Ty para por favor — rogó mirándome con deseo, esa mirada me enloqueció.


Aceleré un poco mi vaivén y llevé mis manos a los testículos del señor Dawson para masajearlos un poco, él era muy sensible en dicha zona, y yo como todo un cretino, amaba maltratarlo ahí.Abrí los ojos con asombro al sentir una corriente espesa bajando por mi garganta, luché por tragarme todo lo que recibía, pero aún así se escurrieron algunas gotas por la comisura de mis labios, amaba el sabor de mi prometido, y ni hablemos de las caras que hacía durante el orgasmo.


— Mgh, Taylor — gruñó entre gemidos mientras se mordía con fuerza el labio inferior para tratar de contener el orgasmo, sonreí con malicia para levantarme y empezar a limpiar mi cara con mi propia mano.


— Supongo que estamos a mano, señor Dawson — dije lamiendo mis dedos y mirando de forma muy lasciva a mi prometido, él me observaba embobado, amaba cómo me miraba después de hacerle sexo oral, una combinación de éxtasis con cansancio incomparables.— Te amo tanto — dijo entre jadeos que me hicieron sonreír.


— Deberíamos salir, tu familia nos espera — dije acercándome a él para darle un hambriento beso de lengua, a veces me asqueaba besarnos luego del sexo oral, pero Robert estaba demasiado embobado para pensar en ello, y obviamente yo lo hacía para molestarle.


— Cuando lleguemos a la cabaña te voy a violar, Taylor — gruñó en mi oído mientras me acariciaba el cuello, sonreí juguetonamente al oírle.


— No espero menos de ti — dije copiando su tono sensual para deslizarme por su hombro y darle algunos chupones y mordidas en el cuello, amaba marcar a Robert como mío, así como él amaba marcarme como suyo casi siempre.


— ¡Robert! ¡¿dónde estás?! — habló Catherine cerca de donde nosotros estábamos, por lo que mi prometido y yo decidimos apartarnos el uno del otro y caminar fuera del probador, no sin antes llevarme mi ropa conmigo, si llegaba a perder ese suéter negro de gatito, Robert iba a matarme.


-


Luego de pagar la ropa, todos fuimos a un local no muy lejano para comer, yo me dediqué a jugar y a bromear un poco con los niños mientras esperábamos la comida, el resto del clan Dawson hablaban tranquilamente, a excepción de mi prometido, quien estaba apoyado de la mesa mirando a todos lados algo embobado y risueño, me daba ternura verlo así, siempre he amado el cómo una "ayudita oral" logra que mi prometido se sienta totalmente renovado y tranquilo.


— ¿Estás bien, Boby? — preguntó George mientras miraba curioso a su hermano.


— Sí, solo estoy algo cansado — dijo pícaramente — Ty me ayudó con algo hace rato — le miré seriamente cuando él dijo eso, él solo reía mientras George me miraba con asombro, eso me hizo ruborizar totalmente de la vergüenza, es increíble lo desvergonzado que puede ser mi amado prometido de vez en cuando.


— No me imagino con qué — dijo George entre risas algo nerviosas, lo notaba algo incómodo, eso me avergonzaba demasiado, pero a Robert parecía darle igual (como siempre).


Me alertó escuchar cómo el celular de mi prometido sonaba de repente, él lo revisó y al hacerlo, mostró un semblante algo serio y pensativo, me miró de reojo con una sonrisa tranquila que me dió muy mala espina.


— Vuelvo en un minuto — dijo mientras palmeaba mi mano y se levantaba de la mesa.


— ¿Todo bien? — pregunté arqueando una ceja.


— Sí, es algo del trabajo, no tardo nada — dicho esto, se apartó de nosotros y fue a contestar el celular, su semblante misterioso y el cómo fue a hablar por teléfono tan lejos de nosotros, no me dio confianza en absoluto.


— Deberíamos ir a esquiar, Madonna — dijo Will mientras me palmeaba el brazo.


— ¿Estás loco? los americanos no esquiamos, eso es cosa de pingüinos y de esquimales.


— ¡Ay por favor! no seas aburrido — dijo Charlie.


— Soy responsable, ni loco me romperé una pierna por seguirle el juego a ustedes — dije seriamente, aunque me extrañó oír una sutil risa de parte de mi suegra, quien miraba atentamente mi interacción con los niños.


— ¿Saben una cosa? deberíamos ir a una tarde de spa en familia — dijo Molly sonriendo sutilmente.


— ¿Spa? — dijeron los niños de mala gana.


— Para ustedes no, tontitos, ustedes pueden ir al arcade mientras nosotros estamos en el spa.


— Música para mis oídos — dijo Will.


— ¡Esa es una idea estupenda, Molly! muero por un baño de algas y una exfoliación — dijo mi suegra mientras masajeaba sus pómulos.


— Esto es algo más de mujeres, así que yo iré con Robert y con Sandro al bar — dijo George.


— ¡De eso nada! iremos todos — dijo Molly mirándole atentamente de forma juguetona, George soltó un ligero gruñido al oírle, dicho gesto me dio mucha gracia.


Miré de reojo hacía el lugar donde Robert aún hablaba por teléfono, en verdad me intrigaba la manera tan misteriosa en la que actuaba, él siempre hablaba por teléfono frente a todos, sobre todo frente a mí, ¿porqué tan de repente quería ocultarme lo que hablaba por teléfono, y con quién hablaba por el mismo? inconscientemente, la imágen de cierto pelirrojo pecoso se dibujaba en mi mente cuando dicho cuestionamiento se planteaba en mi cabeza, y vaya que no era bonito que mi cabeza sacara conclusiones apresuradas, eso es algo con lo que aún hoy en día debo seguir luchando.



Continuará


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