20 - 'Hermosa Paz'
Acariciaba con suavidad el cabello de mi prometido mientras él seguía sollozando sobre mi pecho, me sorprendía mucho que él accediera a mostrarse de tal forma conmigo, pero al mismo tiempo, lograba conmoverme muchísimo.
— ¿Te sientes mejor? — pregunté mientras le tomaba de la mejilla, él me sonrió de lado calmadamente, su rostro estaba húmedo, pero lucía mucho más tranquilo que antes.
— Sí, te lo agradezco — dijo Robert mientras rozaba sus labios con los míos suavemente — Gracias por dejarme llorar, en verdad no me gusta hacerlo, pero... mi pecho se sentía muy duro, necesitaba desahogarme de alguna manera.
— No agradezcas, por algo soy tu prometido — dije tomándole de las mejillas y besándolo con ternura — Siempre que me necesites, aquí estaré.
— Gracias Ty — dijo mientras me besaba de igual forma — Te amo.
— Yo también te amo — respondí mordiéndole suavemente la mejilla — No dejaré que vuelvan a golpearte, lo prometo.
—Yo puedo defenderme solo, cariño — dijo mi prometido con algo de tranquilidad.
— ¿Y por eso te dejaron la cara así? — dije de mala gana para abrazarlo y besarlo nuevamente — Nada de eso, yo te cuidaré a partir de ahora.
— Mh, me gusta como suena eso — murmuró jalándome de los brazos para hacerme acostarme en su pecho — ¿Sabes cómo se me terminaría de bajar el malestar, amor?
— ¿Ambos estamos desnudos y gimiendo en los planes que tienes en mente? — pregunté mirándole pícaramente, él sonrió alzando sutilmente sus hombros, esa mirada me hizo irme sobre él para besarlo dulcemente.
— Es posible.
— En verdad me encantas — le dije pegando mi frente con la suya — Quiero hacer todo lo que pueda para compensarte ese mal rato que tuviste que pasar.
— Con estar conmigo haces más que suficiente — susurró tomándome del cuello para besarme hambrientamente, correspondí a esos besos acariciando el pecho de mi pareja con dulzura — Mgh, tengo una idea — dijo apartándose del beso — Vamos a salir.
— ¿De qué hablas?
— No quiero pasar toda la semana encerrado, Ty, ¡estamos en Suiza! ¿no quieres salir a conocer este hermoso país?
— L-La verdad sí, pero... ¿crees que esté bien que salgamos sin tu familia?
— Mi familia tiene mejores cosas que hacer que preocuparse por nosotros — dijo cínicamente mientras alzaba los hombros y me abrazaba por la cintura — Vamos amor ¿qué dices? aún es algo temprano.
— Pues... — sonreí apenado para tomar las mejillas de mi prometido y besarle los labios con dulzura — ¿No te molesta tener la cara así?
— No, ¿porqué? ¿a ti te molesta?
— Me molesta lo que implican estos golpes, me molesta que arruinen tu hermoso rostro, me molesta que hayan osado tocarte, pero... quitando todo eso... admito que te ves... sexy — murmuré apenado mientras me mordía el labio inferior, él me sonrió con malicia para sujetarme las caderas y hacerme pegarme a su cuerpo considerablemente.
— Es hermoso que aún en mi faceta más deplorable, sepas verme con cara de deseo.
— ¿Qué puedo decir? estoy enamorado de ti, y también ayuda el hecho de que eres muy sexy — susurré besándole con deseo, él correspondió a mis besos mientras me cargaba con fuerza y se levantaba de la cama conmigo en brazos.
— En verdad te adoro, Taylor — murmuró entre besos, a los que yo correspondí mientras acariciaba suavemente el rostro de mi pareja.
-
Luego de esa hermosa ronda de besos que sirvieron para que mi pareja se calmara por completo, ambos nos arreglamos y salimos sigilosamente de la cabaña, Robert ya conocía un poco aquel poblado, pero yo, como siempre, era totalmente ignorante del entorno que me rodeaba.
Robert pidió un auto y nos fuimos a un pequeño poblado que estaba cerca del lugar donde nos estábamos hospedando, sonreí maravillado al ver a las personas transitar tranquilamente por aquel pequeño pero muy concurrido poblado lleno de nieve y muchas cosas para ver y oler, y desde luego, comprar.
Bajé del auto junto a Robert para avanzar alegremente por aquel sitio, me sentía emocionado, sentía que estaba en un hermoso sueño.
— ¿Qué te parece? — preguntó mi novio amablemente.
— Hermoso — dije apegándome a él para abrazar su brazo mientras caminábamos.
— ¡Lleven fruta bonita y barata! — gritó un vendedor ambulante, logrando captar la atención del señor Dawson.
— ¿Tiene melocotones? — preguntó él mientras veía cómo el vendedor le mostraba muchos melocotones hermosos, apenas los vi, se me hizo agua la boca — Deme algunos, y también algunas fresas.
En cuanto el hombre le dio la bolsa, Robert pagó y nos retiramos de aquel local, él de inmediato sacó un melocotón y me lo dio, sonreí por inercia en cuanto tuve dicha fruta en mis manos.
— Gracias — dije sonriendo embobado.
— No me agradezcas, mi trabajo es consentirte — murmuró gruiñándome el ojo mientras tomaba una fresa y le daba una mordida, me mordí el labio inferior al ver lo sexy y refinado que era Robert hasta para comerse una fruta.
— ¿Ahora qué hacemos? — dije volteando a verle.
— Mgh, no sé, veamos qué podemos hacer por aquí — dijo mirando todo a su alrededor, yo me quedé un rato pensando alguna buena dinámica para hacer juntos, aunque ver un enorme animal pasar frente a mí, hizo que mis pensamientos se nublaran en seco.
— ¡Dios santo! — exclamé mientras iba hacía aquel hermoso cachorro de abundante pelaje, quien me vió curioso mientras yo me arrodillaba frente a él y empezaba a acariciarle las orejas, ¿les he dicho lo mucho que amo a los perros?
— Ty — dijo Robert acercándose a mí, mirando curioso y divertido cómo yo me disponía a acariciar a la hermosa criatura frente a mí.
— ¡Mira esto! ¡¿no es lo más hermoso que has visto en tu vida?! — dije mientras rascaba el cuello de aquel hermoso San Bernardo, notando cómo una chica rubia se acercaba a nosotros sujetando una correa que colgaba del cuello de mi nuevo amigo.
— Veo que Pastor le cayó bien, señor — dijo amablemente aquella chica, yo asentí mientras seguía acariciando al pequeño gran animal.
— Es precioso — dijo mi prometido — Ha logrado causarle una buena impresión a mi pareja.
— Él tiene ese efecto — dijo ella mientras acariciaba la cabeza del animal — ¿Son turistas?
— Así es, buscamos alguna actividad para hacer, ¿sabe dónde podríamos ir?
— Mh — miró a los lados pensativa, para señalar al final del camino — De aquel lado hacen paseos en coche, muchos turistas pasan por allá.
— Se lo agradezco mucho — dijo mi prometido mientras me miraba de reojo y extendía su mano para llamarme — Vamos amor.
— Claro — me levanté con cuidado del suelo, dando una última caricia al cachorro para irme junto a Robert, sonriendo juguetón mientras observaba el semblante extrañado de mi pareja.
— No sabía que te gustaran los perros.
— Los amo, mi vecina tenía un hermoso Husky, jugaba con él cada que ella me cuidaba, aunque fueron muy pocas veces — suspiré sonriendo con algo de pesar — Nunca me dejaron tener mascotas.
— ¿Nunca? — preguntó mi prometido con pesar.
— Nunca, Peter odia a los animales, y Teddy es alérgica al pelo de perro así que... — alcé mis hombro sutilmente, Robert me miró con pesar para acariciar mi mejilla suavemente.
— Lo lamento, cariño.
— Descuida — dije sonriéndole cálidamente — Es un poco frustrante, pero... aprendes a vivir con ello — sujeté su mano con fuerza, él me miraba con algo de pesar, no me gustaba verlo de esa manera, así que rápidamente busqué algún pretexto para distraerle — Mira, la gente te está viendo como si fueras un criminal — dije risueño, él miró a los lados con curiosidad.
— ¿Tan mal me veo? — preguntó riendo sutilmente.
— No tanto, solo pareces salido de una película de boxeo — dije de forma algo burlona.— Ja-ja — murmuró tomándome de la mejilla para apretarla sutilmente, y de esta forma, irnos rumbo al lugar que la chica rubia le indicó a mi prometido.
-
— Buen día — saludó Robert mientras nos acercábamos a un hombre que daba de comer manzanas a un par de hermosos caballos cafés con crines blanca y negra respectivamente, yo sigilosamente me acerqué a ellos para acariciarlos, ¿creen que mentía cuando dije que adoraba a los animales? — Perdone buen hombre, ¿está usted haciendo viajes en coche?
— Claro, ¿adónde quieren ir?
— Solo queremos dar una vuelta — dijo mi prometido mientras se metía ambas manos en los bolsillos, sacando varios billetes para entregárselos al hombre, y acto seguido, volteó a verme para extenderme la mano — Vamos cielo.
Caminé hacía mi prometido para tomar su mano y subirnos al coche, se me hizo raro que el hombre no nos viera con recelo o curiosidad, tal vez los prejuicios de la familia de Robert me estaban volviendo más paranoico de lo habitual, porque parecía que a nadie más le importaba nuestra orientación sexual.
El hombre hizo que los caballos avanzaran por la nieve con calma y tranquilidad, yo sonreí mirando las montañas que estaban a nuestro alrededor, mientras las manos de Robert apretaban las mías.
— Recuerdo que mi primera navidad en Suiza me enfermé — dijo él calmadamente, yo le miré asombrado cuando dijo eso — Una fiebre muy alta, admito que creí que iba a morir — murmuró empezando a reír — Tenía la edad de Charlie, mamá pasó esos días encerrada en su habitación cuidándome, pasé la víspera de navidad con fiebre, afortunadamente para año nuevo ya me sentía mejor, pero me sentí muy avergonzado por enfermarme esos días.
— Ay amor, no era tu culpa — dije tomándole de la mejilla suavemente.
— Sí, pero... admito que desde niño siempre fui muy obstinado, y mi padre pues, nunca dudó dos veces en hacerme ver que me estaba equivocando en algo, según él — rodó sus ojos con cinismo — Me ha golpeado con rabia desde que tengo memoria, y aún hoy en día, sigo sin entender el porqué — murmuró mientras suspiraba pesadamente, el frío hacía que el aliento de mi prometido se lograra distinguir a simple vista cada que exhalaba, yo besé suavemente la mejilla ajena para intentar darle confort.
— Eres un hombre increíble — murmuré suavemente, él volteó a verme curioso cuando dije eso — Sin importar lo que diga el odioso de tu padre, sin importar cuánto te golpee, para mí no habrá un mejor hombre que tú, Robert, te lo juro de corazón — él me sonrió tímidamente cuando le dije eso, amé tanto hacer que mi prometido me mirara de tal manera.
Poco a poco entramos a un bosque de pinos, donde no había mucha iluminación, por lo que Robert y yo aprovechamos la situación para comernos a besos de forma muy lenta y cálida, mientras él sujetaba mis caderas y mi cuello con firmeza, dejándome saber que yo le pertenecía, aún suspiro cada que recuerdo ese mágico momento, donde la nieve caía sobre nosotros, y a ambos nos daba totalmente igual.
Me aparté un momento de aquellos besos por falta de aire, Robert me miró risueño en cuanto observó mi reacción.
— Eres tan tierno — dijo apretando mi mejilla suavemente, sonreí de lado dejándole tocarme a sus anchas, cerrando mis ojos y disfrutando de la hermosa paz que tuve en aquel instante.— ¿Sabes qué haría mejor esto? — dije con los ojos cerrados.
— ¿Música de Luis Miguel? — preguntó él entre risas incrédulas, yo rápidamente asentí, acercándome a su oído para empezar a cantarle suavemente, él siempre me cantaba, así que por primera vez, yo quise hacerlo también.
— "Hasta que me olvides voy a intentarlo" — murmuré sutilmente mientras le tomaba del cuello, Robert empezó a besarme el hombro en cuanto me escuchó cantar — "No habrá quien me seque tus labios por dentro y por fuera, no habra quien desnude mi nombre una tarde cualquiera; hasta que me olvides tanto que, no exista mañana ni después, no no".
— "Hasta que me olvides voy a intentarlo" — murmuró mi prometido mientras pegaba su frente con la mía, sonriéndome cálidamente — "No habrá quien desnude mi boca como tu sonrisa, y voy a rodar como lágrima entre la llovizna; hasta que me olvides tanto que, no exista mañana ni después".
— "¡Hasta que me olvides!" — susurramos al unísono, empezando a cantarnos el uno al otro mientras nos mirábamos con ternura absoluta — "Voy a amarte tanto tanto, como fuego entre tus brazos, hasta que me olvides; ¡hasta que me olvides, y me rompa en mil pedazos, continuar mi gran teatro! hasta que, ¡me olviiides!" — dijimos entre risas mientras nos apartábamos un poco, mis mejillas empezaron a arder como nunca, jamás idealicé una relación, jamás idealicé un romance, jamás llegué a creer siquiera que alguien llegaría a amarme, pero, estar así con Robert, me hizo darme cuenta, de que él era todo lo que yo añoraba en esta vida, todo lo que yo necesitaba, y en cierta forma, sentía que yo significaba lo mismo para él.
Luego de dar una vuelta más en coche, ambos decidimos bajarnos, Robert agradeció al hombre y nos fuimos a una parte cercana del bosque por el que habíamos pasado, no quedaba muy cerca del poblado, así que mi prometido lo vió como algo poco riesgoso.
— ¿Qué pretendes, Dawson? — dije entre risas mientras sentía cómo me jalaba de la mano.
— Mi padre interrumpió algo, y quiero compensarlo — murmuró volteando a verme con malicia, yo le miré aterrado cuando dijo eso.
— ¡No vamos a coger en la nieve, Robert Dawson! — él empezó a reír en cuanto escuchó mi reacción.
— ¡No, tontito! solo quiero que nos acostemos en la nieve — le miré curioso cuando dijo eso.— ¿Está bien hacer eso?
— ¿Qué tendría de malo? — dijo sentándose estilo indio en el suelo para luego dejarse caer boca arriba, usando sus brazos como almohada — Ahh, perfecto.
Reí sutilmente al verle actuar de tal forma, el Robert refinado me encantaba, aunque el Robert loco y poco ético igual me fascinaba. Me acerqué a él para acostarme a su lado y poner la bolsa de fruta en medio de ambos.
— Estás loco ¿sabes? — dije mientras me disponía a ver el cielo, disfrutando el suave sonido del silencio a nuestro alrededor.
— Tal vez, pero tú no estás muy cuerdo tampoco que digamos — le jalé del cabello en cuanto dijo eso — ¡Auch, eso duele! — reí para colocarme encima suyo y recostarme en su pecho, mirando atentamente los ojos azules de mi prometido.
— Eres hermoso — murmuré mirándole atentamente.
— ¿Eso piensas? — dijo tomando mi mejilla y acariciándola suavemente.
— Así es — asentí tomando una fresa para colocarla en los labios de mi prometido — Eres el hombre más hermoso que he visto jamás.
— Y el único con el que haces el amor — dio mientras mordía dicha fruta sutilmente, reí embobado cuando dijo eso.
— ¿Porqué tu manía por remarcar lo evidente?
— Tú también me haces marcar lo evidente, así que deja de quejarte.
— ¿Cuándo te he—
— ¿"Robert, me veo gordo"? — jadee con horror dramático en cuanto me dijo eso, él empezó a reír en cuanto me escuchó.
— Eres un maldito.
— ¿Pretendes que mienta? Ty estás más gordo que cuando llegaste, no llegas a obeso, pero sí has aumentado unos kilos — dijo apretando mi abdómen sutilmente — Pero eso no me disgusta, y lo sabes.
— Cretino — murmuré para acercarme a él y besarlo con deseo, besos a los que mi prometido correspondió sin dudarlo dos veces.
Jadee al sentir algo frío en mi nuca, por lo que rápidamente alcé la mirada, notando que se trataba de algo de nieve que había caído de uno de los pinos sobre nosotros.
— No sabía que los gatos odiaran la nieve — dijo incrédulamente.
— Ni yo que los ingleses dijeran "qué".
— ¿Qué? — preguntó un tanto abrumado, pero cuando terminó de hablar, yo tomé un puño de nieve y se lo puse en la cara, para acto seguido, levantarme del suelo y salir corriendo, Robert rápidamente se levantó para ir detrás de mí — ¡¡Mocoso malcriado!! — gritó yendo detrás de mí, yo empecé a correr por aquel bosque tratando de que no me atrapara, soltando varias carcajadas mientras corría.
Me detuve en seco al ver un pequeño bulto oculto entre la nieve, cosa que me hizo arquear una ceja extrañado, sobre todo al ver ciertas manchas rojas que había alrededor de dicho bulto.
— ¡Te tengo! — clamó mi prometido mientras llegaba desde atrás y me echaba un montón de nieve en la cabeza — ¡¿Creíste que te escaparías de mí tan fácilmente?!
— ¡Agh maldito! — me quejé volteando a verle con algo de seriedad, para después voltear de nuevo hacía el pequeño bulto en la nieve.
— ¿Qué pasa? — preguntó Robert mientras me miraba avanzar hacía dicho sitio con cuidado, me acerqué con cautela, temía encontrarme algo tenebroso, sin embargo, lo que encontré sí fue muy crudo, pero me dio mucha ternura también.
Jadee al ver lo que parecía ser un pequeño ciervo bebé, que temblaba entre la nieve con una herida muy pronunciada en su pata, parecía una mordida, me fue fácil asumir que lo habían atacado.
— Dios mío — murmuré agachándome para acariciar suavemente su frente — Robert, mira — murmuré mirando a la pequeña criatura, Robert se agachó junto a mí para verlo con detenimiento.
— Parece ser un corzo — dijo él.
— Es un ciervo — le corregí, él empezó a reír suavemente al escuchar mis palabras llenas de ignorancia — ¡¿Qué?! — clamé de mala gana.
— Un corzo, mi cielo, es un animal de la familia de los ciervos, solo que más enano y con cuernos de forma diferente — afirmó señalando la cabeza del pequeño, donde aún no le salían sus cuernos — Debe tener un par de meses, no estoy del todo seguro.
— Debemos atenderlo, míralo, el pobre está muy mal — dije mirando con atención a mi prometido, quien detallaba pensativo la herida del pequeño animal, quien temblaba del frío mientras mantenía la cabeza agachada.
— Bien — dijo Robert mientras sujetaba al pequeño con fuerza, no era muy grande, eso me hacía pensar que tal vez era solo un pobre bebé que fue cruelmente separado de su madre — Si el bebé está herido, capáz su madre esté muerta.
— ¡No digas eso! — dije jadeando con horror, el me miró curioso en cuanto dije eso — T-Tal vez está extraviada, o-o buscando al bebé.
— Ty— Robert trató de callar mis palabras, aunque yo no se lo permití.
— ¡No asumas cosas antes de tiempo! — le reclamé, él suspiró pesadamente mientras sujetaba con firmeza al pequeño animal que trataba inútilmente de zafarse, Robert sabía que yo era un manojo de nervios y sensibilidad, era por eso que me estaba mirando con pesar.
— ... Bien — murmuró acercándose a mí para besarme la frente con suavidad — Solo trata de prepararte para lo peor ¿de acuerdo? — dichas palabras me dolieron, odiaba sentir que vivía en una burbuja de felicidad ficticia, de la que Robert de vez en cuanto debía de hacerme entrar en razón, sé que no lo dijo con esas intenciones, pero me costaba mucho no sentirme un débil mental, luego de deprimirme solamente por pensar en un ciervo muerto.
Continuará
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