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146 - 'Emoción'

— ¡Y la mujer no paraba de gritar, y apretaba mi mano como si quisiera arrancármela! — decía con emoción mientras caminaba detrás de Robert, quien preparaba tranquilamente la cena al mismo tiempo que escuchaba cómo me había ido ese día.


— Me alegra que por fin tuvieras un caso bueno, amor.


— ¡¿Caso bueno?! ¡ha sido el mejor caso que he tenido jamás! d-digo, jamás imaginé que sería tan emocionante ayudar a darle vida a alguien, l-la mujer no quería pujar, pero yo le dije que debía hacerlo para que su bebé naciera, ¡y lo hizo! aww, y hubieras visto lo hermosa que era su bebé, me recordó mucho a Rose — me abrumó oír una risa tierna salir de los labios de Robert, cosa que me hizo mirarle con recelo — ¿De qué te ríes?


— Nada, solo... me alegra mucho verte tan emocionado, cariño — explicó mientras se acercaba hacía mí y me acariciaba las mejillas dulcemente — es hermoso que finalmente disfrutes tu profesión.


— A mí también me alegra — dije sonriendo ampliamente — L-La doctora Astron dijo que podía ayudarla mañana también, atenderé la cesárea de dos gemelos, dice que será un proceso largo, ¡ya quiero que sea mañana!


— Wow, calma gatito entusiasta, ¿porqué no me ayudas primero con la cena, y después piensas en eso?


— Bien — dije mientras iba a una alacena para tomar algo de la misma, aunque me alertó sentir cómo me abrazaban desde atrás y empezaban a besarme el cuello lentamente — He-Hey.


— Perdona, ¿te asusté? — murmuró coquetamente.


— No, en absoluto — susurré volteándome para besar hambrientamente a mi esposo, mientras sus manos acariciaban cada rincón de mi espalda — ¿Crees que deba especializarme en obstetricia?


— Wow, ¿no es algo pronto para pensar en eso? — preguntó entre risas.


— Sí pero nada me ha emocionado tanto hasta ahora.


— Ty, ser ayudante no es lo mismo que ser tú quien atienda un parto, ¿si quiera has visto una vagina alguna vez en tu vida?


— Ser gay no implica que no pueda ver una vagina sin vomitar — renegué, logrando sacarle a Robert una carcajada algo brusca.


— Ahh, amo tanto tus ocurrencias — dijo abrazándome de las caderas para volver a besarme — Especialízate en lo que quieras, mi cielo, igual te apoyaré, y lo sabes bien.


— Lo sé — respondí entre besos — Mgh, tu boca me encanta.


— Terminemos de cocinar para que puedas probarla a tus anchas — dijo mientras me acariciaba las caderas, aunque ambos brincamos al oír un brusco ruido provenir de la sala.


— ¡¡Paapii!! — gritó Rose mientras iba corriendo con nosotros.


— ¡¿Qué pasó?! — dijimos Robert y yo al unísono.


— ¡¡Hay un monstruo en el televisor!!


— ¿Monstruo? — dijo Robert con curiosidad, para caminar hacía la sala a investigar, mientras yo me agachaba para consolar a Rose.


— Ya, respira linda, ya pasó ¿de acuerdo?


— ¡¡Roselyn por el amor de Dios!! — gritó Robert desde la sala, cosa que me hizo ir corriendo al sitio en cuestión, y al llegar, ví con preocupación cómo el control remoto de la tv estaba literalmente incrustado en la pantalla del mismo, y aún así, el aparato seguía funcionando, transmitiendo una película de terror de los ochenta.


— Wow, qué puntería — bromee, aunque ver la expresión seria de mi esposo me hizo tragarme de golpe mis chistes — Rose ¿en qué estabas pensando?


— Es que me asusté — murmuró mientras se acurrucaba en mi pecho, Robert y yo suspiramos con pesar mientras nos mirábamos el uno al otro sin saber qué hacer.


— Bien, no importa — dijo él mientras tomaba aire para intentar calmarse, y se acercaba a Rose para besarle el cráneo — No importa, cariño, no pasa nada.


— ¿Puedo dormir con ustedes hoy? — preguntó inocentemente, logrando que Robert echara la cabeza hacía atrás con decepción.


— Bien, pero solo por hoy — le amenacé, admito que también me frustraba que no pudiéramos estar solos esa noche, pero en cierto modo me causaba gracia toda esa situación.


-


09:29 de la noche, hace un buen rato que habíamos ido a dormir, y admito que yo enserio estaba cansado, pero tenía un raro sentimiento de inquietud que no me dejaba conciliar de todo el sueño, era tan agobiante, sobre todo porque al estar Rose con nosotros, no podía desahogar mis ganas de irme sobre mi esposo y dejarlo que me hiciera el amor.


— ¿Sigues despierto? — me susurraron al oído, yo estaba en medio de Rose y de Robert, y él aprovechó esto para besarme el cuello desde atrás y acariciar mis caderas suavemente.


— Muy despierto — admití con voz ronca, volteando a ver a mi esposo con algo de deseo — ¿Tú igual?


— Sí — respondió con voz ronca, mirando de reojo hacía la pequeña que dormía profundamente junto a nosotros — ¿Crees que note que nos levantemos un rato?


— Duerme como tronco, no lo notará — dije sentándome de golpe en la cama para ver a Robert con deseo — ¿Podemos ir a calmarnos?


— Por supuesto — susurró tomando mi barbilla para besarme hambrientamente, y acto seguido, me cargó entre sus brazos para irnos de esa habitación, dejando dormir a Rose mientras nosotros resolvíamos ese "pequeño inconveniente".


Gimoteaba entre besos mientras que él me guiaba al sofá de la sala, había varios crayones y juguetes en este mismo, pero Robert solo los apartó para recostarme en dicho sitio y empezar a besarme el cuello con deseo.


— Ay mi amor — gemí echando la cabeza hacía atrás — Por favor metemela ya, no aguanto.


— Mgh, carajo Ty — gruñó mientras me bajaba el pantalón junto con la ropa interior, para arquear mis piernas y empezar a frotar su bulto contra el mío, sacándome jadeos ahogados de desesperación.


— ¡Ah, n-no!


— Shhh, vas a despertar a Rose — me regañó abriéndome más las piernas para seguir frotándose contra mí, sin siquiera haberse quitado la ropa primero — Estoy tan cachondo que creo que te haré sangrar de nuevo.


— Adelante, hace mucho que no eres tan brusco conmigo, y muero porque me hagas temblar de dolor — rogué mirándole con sumisión, esa mirada solo terminó por desquiciar completamente a mi esposo.


— Carajo, Taylor — gruñó mientras se bajaba un poco la ropa, separaba bien mis piernas, y me daba una brusca embestida que me hizo chillar de forma brusca.


— ¡A-Ahh, a-ay por Dios! — clamó sacando la lengua — ¡Ah, ay mi amor!


— Mgh, mierda — gimoteó haciendo un gesto de placer que me hizo sonreír con deseo — Cómo me aprietas, Ty.


— M-Muévete — rogué mientras movía sutilmente mis caderas — Por favor.


— Jaj, qué gatito tan cachondo — murmuró para hundirse por completo en mi cuerpo y empezar un brusco vaivén contra mi cuerpo, que me hizo poner los ojos en blanco y morderme la muñeca para evitar gritar como un maniático.


— ¡Mgh, mhh! — chillé mirando a Robert con deseo, él me miraba totalmente embelesado, mientras jadeaba mi nombre y su cuerpo se hundía contra el mío como si fuera la primera vez.


— Ah, ay carajo, qué bien se siente — jadeó mordiéndose el labio inferior, amaba ver a Robert tan sumido en el placer.


— ¡Ah, d-duele! — chillé moviendo más las caderas — D-Duele, p-para.


— Ni se te ocurra pedirme parar ,Taylor — gruñó abriéndome las piernas de golpe y empezar a embestirme de manera muy brusca, no pude evitar gemir de dolor e intenso placer ante la bestialidad con la que mi esposo me follaba.


— ¡Ah, ah, para, para por favor! — rogué mientras él se iba sobre mí para morderme el cuello, dejándome clavar mis uñas en su espalda — ¡Ah, Robert, ay por Dios!


— Sí, grita así, Taylor — me demandó al oído — Grita mi nombre.


— ¡Ah, Robert, a-ah! s-si sigues moviéndote así me vas a-¡a-ah!


— ¿Te voy a qué? ¿Enloquecer se placer? — preguntó alzando mis piernas para embestirme con más fuerza, vaya que no mintió cuando dijo que iba a ser brusco conmigo.


— Bésame — le rogué, y al hacerlo, logré que él me diera un hambriento beso de lengua muy húmedo y sensual, que evitó que nuestros bruscos gemidos salieran a relucir por toda la habitación.


Mis piernas se sentían adormecidas, y el intenso cosquilleo en mi vientre me hacía temblar y sonreír lascivamente, amaba sentir el calor corporal de Robert en mi interior, cómo llegaba hasta el lugar más recóndito de mi interior y lo hacía suyo sin siquiera preguntar, simplemente me desquicia de placer.


— ¡A-Ah, ay no aguanto! — grité separando las piernas — ¡Más, d-dame más por favor!


— ¿Más? — preguntó tomándome de las piernas para azotarme contra el sofá y verme a los ojos con deseo — ¿Quieres más?


— ¡Ah, me-me vengo! — clamé arqueando la espalda y moviéndome por inercia, gestos muy vergonzosos y lascivos que hicieron a mi esposo gruñir de placer.


— Mgh, ven acá — murmuró para pegar su frente con la mía y seguir con aquel salvaje vaivén, haciéndome jadear con algo de fuerza, no sé cómo Rose no se despertó con todo el escándalo que estábamos haciendo.


Ambos gemimos al unisono al sentir la fuerte corriente del orgasmo atacarnos, corriente que nos hizo retorcernos y empezar a besarnos lujuriosamente, al mismo tiempo que aquel delicioso cosquilleo iba desapareciendo de nuestros cuerpos poco a poco.


— Dios, cómo necesitaba esto — dijo mientras pegaba su frente con la mía — ¿Crees que ella nos haya oído?


— No creo — murmuré entre suaves jadeos, notando lo ronca y algo afónica que estaba mi voz — Enserio espero que no lo haya hecho.


— Ojalá, porque será raro explicarle porqué papi Ty me pedía tanto que parara — murmuró coquetamente en mi oído mientras me besaba el cuello con sensualidad, dejando algunas marcas en el mismo.


— ¡Jajaja, Robert! Si eso llega a pasar tendremos que pagarle la terapia.


— Iré firmando el cheque — bromeó con malicia, logrando que yo le mirara con seriedad, pero mi seriedad solo le hizo reír suavemente — Vamos a verla — dijo mi esposo para levantarse del sofá y cargarme entre sus brazos para irnos juntos a la habitación donde estaba durmiendo Rose; mis caderas dolían considerablemente, y apenas sentía las piernas, estos eran síntomas que bajo otro contexto me habrían mortificado a morir, pero en ese momento, solo me hicieron sonreír gustosamente.


En cuanto llegamos a la habitación, vimos a Rose profundamente dormida en medio de la cama, con los brazos y piernas extendidos, y roncando igual que un cachorro con gripe, cosa que nos hizo a Robert y a mí reír por igual.


— Mira eso, podría caerse el edificio y ella seguiría durmiendo — bromeó mientras me llevaba a la cama y recostarme en ella con cuidado.


— Debo darme una ducha — susurré con la voz algo adormilada — ¿Me ayudas?


— Desde luego, aunque no te saldrá barato — murmuró mientras me apretaba una de las nalgas para cargarme de nuevo e irse conmigo al baño de la habitación, en donde hicimos el amor un rato más, hasta que finalmente nos sentimos cansados y decidimos ir a dormir, aunque cuando eso pasó, ya el reloj marcaba las 05:27 de la mañana, y no se imaginan lo vergonzoso que fue para nosotros buscar una excusa razonable para explicarle a Rose sobre porqué nosotros estábamos tan cansados y con enorme ojeras en nuestros rostros.


-


El tiempo empezó a correr con una velocidad abismal, el tiempo en el hospital volaba cuando yo estaba con la doctora Astron y el doctor Cornell, ambos me enseñaron muchas cosas que yo puse en práctica lo más pronto posible, desde el inicio vieron mis intenciones de especializarme en obstetricia, al principio se les hizo curioso que un hombre (y además homosexual) quisiera especializarse en dicha área, pero de todas maneras me ayudaron a llevar a cabo mis planes, y vaya que me sentía como pez en el agua en dicha rama de la medicina, no me iba mal en las demás, pero considero que soy el amo de obstetricia.


— Bien Taylor, haz el corte en el área que te expliqué — decía la doctora Astron, mientras yo realizaba el corte que ella me indicó, no me temblaba el pulso en absoluto, de hecho, me sentía muy confiado, pero no aburrido.


— ¿Cree que sea niño o niña? — bromee, logrando que la otra interna que nos acompañaba rodara sus ojos con fastidio.


— Seguramente será una niña — dijo la doctora.


— Yo digo que será niño — explicaba mientras terminaba de hacer el corte, y al hacerlo, aparté el bisturí y me dispuse a sacar al bebé del cuerpo de la paciente, mi piel se erizaba siempre que llegaba esa parte, es difícil de explicar con palabras, solo puedo decir, que amo mi trabajo.


— Perfecto — dijo la doctora Astron — Oh vaya, sí fue niño.


— Se lo dije — bromee mientras le entregaba el bebé a una de las enfermeras.


— Excelente como siempre, Ty — dijo ella mientras se apartaba de la mesa de operaciones — Te encargo lo demás ¿de acuerdo? lleven a la paciente a observación y llámenme si sucede algo más.


— Sí doctora — dijimos todos al unísono mientras la doctora se marchaba, al mismo tiempo que yo me disponía a coser a la paciente.


Miré de reojo a Helen, quien me miraba con odio absoluto, siempre me miraba así, y más lo hizo desde el día en que la encontré teniendo sexo con el doctor Danville en los dormitorios del hospital, anécdota que yo siempre trato de olvidar por lo incómoda que fue, y que yo nunca mencioné en el hospital, pero como su fama de zorra ya era notoria, ella creía que yo diría algo, aunque poco o nada me importaba que ella se ganara los méritos y las operaciones abriendo las piernas, me parecía repugnante, en realidad.


— Ya tengo todo bajo control — le dije ácidamente — Lárgate de aquí, me estorbas.


Ella me miró con odio absoluto en cuanto yo le dije lo mismo que ella me dijo en mi primera semana en el hospital, no saben lo gratificante que era desquitarme con esa perra luego de todos los malos tragos que pasé por culpa suya y de su "adorado jefe", y claro, yo iba a aprovechar al máximo mi estatus de "consentido" para desquitarme aún más con ella, habría sido muy idiota de mi parte no haberlo hecho.


-


Al día siguiente, fuí al aeropuerto acompañado de Rose, iba a recibir una visita muy especial, y que me moría por ver desde hace ya bastante tiempo.


— ¡Si tú me hubieras dicho siempre la verdad! — cantaba mi nenita mientras sujetaba mi mano y esperábamos a que la gente saliera del avión que acababa de aterrizar, Rose empezaba a ser toda una esponja, repetía todo lo que veía y escuchaba, y yo obviamente aproveché esa etapa para inculcarle toda la música de Luis Miguel que a mí tanto me fascinaba.


Sonreí con emoción al ver a cierta chica rubia salir del área de abordaje, cargando una maleta y usando un grueso suéter para cubrir su cuerpo considerablemente ancho.


— ¡Moni! — clamé con emoción al verla acercarse.


— ¡Tía Monii! — dijo Rose para ir corriendo hacía ella y abrazarla con fuerza — ¡Tía Moni, tía Moni!


— Ty, Rossie — decía ella mientras cargaba a Rose y luego se me acercaba para abrazarme con fuerza — Qué alegría me da verlos.


— Oh por Dios, estás enorme — dije mientras acariciaba su vientre, ya ella tenía nueve meses de embarazo, en cualquier momento el bebé podría nacer, ¿y qué se le ocurre al imbécil del esposo (porque sí, Moni se casó en febrero, no enfatizo mucho en dicha ceremonia porque realmente fue muy pequeña, pero igualmente memorable) de mi mejor amiga? irse a casa de sus padres y dejarla sola, cuando supe eso no dudé dos segundos en decirle que viniera a Nueva York conmigo y con Robert, ¿y así Spencer quiere que lo tome enserio?


— Aidan no deja de patear — murmuró sonriendo apenada — Ha estado muy inquieto desde que subí al avión.


— Es normal, mejor vamos a casa para que descanses — dije mientras le quitaba a Rose de los brazos y la guiaba a la salida del aeropuerto, realmente me emocionaba tener cerca a Moni, así podría cuidarla y vigilar que no le pasara nada en esas últimas semanas que le quedaban de embarazo.


Conduje hasta que llegamos al departamento, Robert ya me esperaba ahí, se quedó platicando con Yelena (quien después de la boda de Mónica, se quedó un tiempo en estados unidos, siento que lo tomó de excusa para estar cerca de nosotros, sobre todo porque su novio Gerald había viajado nuevamente a Francia, y ella odiaba estar sola durante tanto tiempo).


— ¡Ya llegamos! — clamé al entrar con Moni y Rose al departamento.


— ¡Ahí está mi pequeña embarazada! — dijo Yelena mientras caminaba hacía Moni y la abrazaba con cuidado — Qué emocionante, ya podremos conocer a ese hermoso chiquillo rubio.


— ¡No toquen! — clamó Rose mientras apartaba a Yelena y abrazaba el vientre de Moni — Mi primo Aidan está durmiendo.


Los tres reímos con ternura al oírla decir eso, creo que no hace falta decir lo mucho que todos estábamos emocionados por el embarazo de mi mejor amiga.


— Qué bien te ha sentado el embarazo, cariño, estás muy linda — dijo Robert mientras se acercaba para abrazar a Mónica igualmente.


— Gracias Robert.


— ¡Bueno bueno, suficiente! — dije mientras los apartaba el uno del otro — Suficiente atención, ahora ella va descansar, ven Moni, te prepararé ensalada de fruta.


La guié rápidamente al sofá en cuanto dije esto, Robert rió con cinismo al verme actuar de esa forma, no crean que me puso celoso ese abrazo de Robert hacía Mónica, no realmente, o bueno, no de manera convencional, simplemente no quería que sofocaran a mi mejor amiga después de un viaje tan extenso, lo admito, me volví todo un sobreprotector para con ella.


-


— ¡Panqueques! — clamaba Rose mientras me veía preparando el desayuno para todos, era emocionante tener la casa llena de visitas, aunque lo tedioso era que eso nos impedía a Robert y a mí hacer algo de ruido por la noche.


— Shh, no grites, despertarás a tus tías y a papá — dije sutilmente, logrando que ella se cubriera la boca y me mirara con inocencia.


— Perdón — murmuró suavemente, haciéndome reír por debajo.


— Mgh, buenos días — escuché la ronca voz de mi esposo acercarse a la cocina, haciéndome sonrojar y sonreír de lado al verlo con el cabello revuelto y la ropa arrugada, dejando totalmente claro que acaba de levantarse.


— Buenos — respondí, y al ver cómo se acercaba hacía mí, le besé los labios con ternura — ¿Dormiste bien?


— Sí, aunque sigo algo cansado — admitió suspirando y volteando hacía Rose para tomarle la barbilla y besarle la frente — Buenos días, pingüinita.


— Hola papi — dijo ella con emoción.


— ¿Vas al hospital hoy? — preguntó mientras iba a servirse café.


— Pedí el día para ir a ver la escuela que te mencioné.


— Ah, cierto, ¿quieres que te acompañe?


— No lo sé, ¿no tienes mucho trabajo? — hablábamos tranquilamente sin percatarnos del semblante curioso que se dibujó en la cara de nuestra hija tan repentinamente.


— Papi — dijo ella, logrando que ambos volteáramos a verla con atención — ¿De dónde vienen los bebés?


Robert y yo nos miramos con preocupación en cuanto ella preguntó eso, yo siempre supe que tarde o temprano lo preguntaría, pero, que lo hiciera tan de golpe, me dejaba sin palabras.


— Amm, ¿a-a qué viene la pregunta, cielo? — murmuré sonriendo con nerviosismo.


— Es que tía Moni tendrá un bebé, y quería saber porqué ese bebé está en su estómago.


— Ah, v-verás cielo— traté de hablar, pero Robert me interrumpió rápidamente.


— Verás, Rose — habló tratando de darle él una explicación razonable, pero se notaba en su mirada que no estaba seguro sobre cómo abordar el tema — L-La verdad es algo un poco serio, que entenderás mejor cuando seas mayor.


— ¿Pero de dónde salen los bebés, y porqué no puedo saberlo? ¿es asqueroso?


— La verdad sí — dije rascándome la nuca — Es un poco desagradable, claro, cuando crezcas no lo verás igual, pero justo ahora no te parecerá muy lindo que digamos, lo que sí puedes saber es, que los bebés se forman del amor que se tienen un papá y una mamá.


— ¿Papá y mamá? — murmuró curiosa, creí que había logrado que entendiera, pero solo logré confundir aún más a mi pequeña — ¿Y porqué yo no tengo una mamá?


Miré a Robert con algo de pánico en cuanto Rose preguntó eso, él suspiró pesadamente para sentarse frente a ella y acariciarle la mejilla.


— Tu caso, Rose, es un poco más "diferente" por así decirlo — explicaba mientras tomaba aire — ¿Sí recuerdas que la abuela Teddy, mamá de papi Ty, está en el cielo, no es así?


Miré curioso a Robert en cuanto él usó a mi propia madre como ejemplo, "¿qué tramas?" pensé, observando curioso el cómo Rose asentía con la cabeza y miraba inocentemente a mi esposo.


— Pues, la verdad, cariño, es que tu madre... e-ella también está en el cielo — mi sangre se heló cuando escuché a Robert decir eso, creí que esas palabras afectarían a Rose, pero ella solo inclinó la cabeza con curiosidad mientras escuchaba las palabras de su padre.


— ¿Está con la abuela Teddy?


— Sí, ella se fue al cielo cuando tu naciste, fue por eso que tu papi Taylor y yo te cuidamos desde que eras pequeña.


— Entonces sí tengo mamá, pero se fue al cielo — murmuraba ella mientras agachaba la mirada, me dolió verla así, pero sorpresivamente ella alzó la mirada y nos dedicó a mí una larga sonrisa que llenó mi pecho de emoción — Qué bueno que la abuela Teddy la acompaña.


— Exacto — dijo Robert mientras acariciaba la mejilla de ella — ¿Te molesta no tener a tu madre aquí?


— No lo sé, creo que no — admitió alzando los hombros — En televisión dicen que es feo no tener mamá, pero yo tengo a mis papis y a mis tías, así que creo que no me molesta.


— Es bueno saberlo, linda — dijo Robert mientras le sonreía cálidamente — Papá y yo te amamos, nunca olvides eso ¿de acuerdo?


— ¡De acuerdo! — asintió rápidamente para bajarse de su asiento y caminar hacía su habitación — ¡Iré a despertar a la tía Moni!


En cuanto Robert y yo nos quedamos solos, no dudé dos segundos en hablar con él sobre lo que acababa de suceder.


— ¿Y esa idea de matar a la ausente de dónde salió?


— Ella igual no existe para Rose, ¿qué diferencia hay entre matarla o no? — murmuró con frialdad — Siento que es mejor decir eso, a decirle abiertamente a Rose que su madre la abandonó en un callejón oscuro.


— Lo entiendo, pero tarde o temprano debemos decirle la verdad.


— Claro que sí, pero lo haré cuando sea capaz de entender, o de si quiera asimilar que su madre no quiso cuidar de ella — dijo él con algo de molestia, se notaba que aún tenía rencor contra la madre de nuestra hija, y lo entendía de sobra, yo aún tiemblo de la rabia cuando recuerdo la noche en que encontramos a Rose.


Me acerqué a él para abrazarlo del cuello y besar sus labios con suavidad, dedicándole una sonrisa tierna y serena.


— Manejaste bien la situación — susurré pegando mi frente con la suya — Yo casi vomito cuando preguntó lo de los bebés.


— Siento que nuestra explicación fue muy ambigua, y que volverá a preguntar con insistencia más adelante.


— Tendremos tiempo para pensar en eso, pero mientras tanto... — murmuré tomándole del cuello para besar delicadamente los labios de mi esposo, besos a los que él me correspondió con cariño y sensualidad, mientras sus manos masajeaban delicadamente mis caderas.


— ¡¡Papi Rober, papi Ty!! — gritó Rose mientras iba corriendo hacía la cocina con nosotros — ¡¡La tía Moni tendrá un bebé!!


— Sí sí hija, ella sí— balbuceaba sin dejar de besar a mi esposo, prestándole poca o nula atención a las palabras de nuestra hija.


— ¡No, hablo enserio! ¡escúchenme!


— Cinco minutos, Rose — dijo Robert mientras volteaba a verla y le hacía una seña con la mano para que se fuera, cosa que hizo a la pequeña fruncir el ceño con fastidio.


— ¡No, la tía Moni tendrá un— trató de explicarnos, aunque un agudo grito logró que Robert y yo finalmente nos separáramos el uno del otro y fuéramos corriendo a ver lo que estaba pasando.


— ¡¿Mónica, estás bien?! — pregunté al entra con Robert a su habitación, y al ver cómo ella se levantaba de la cama con dificultad masajeando su propio vientre, me quedó claro lo que estaba ocurriendo.


— Se me rompió la fuente, ¡voy a tener al bebé!


— ¡Ay por Dios! — clamé cubriendo mi boca con mi mano mientras la miraba con asombro.


— ¡Eso fue lo que les dije! — replicó Rose detrás de nosotros.


— Iré a encender el auto — dijo Robert mientras se iba corriendo a la puerta del departamento, al mismo tiempo que yo iba hacía Mónica para ayudarla a mantenerse de pie.


-


— ¡Yo les dije que tía Moni tendría un bebé! — seguía replicando Rose mientras Robert y yo llenábamos la ficha del hospital, al mismo tiempo que Yelena acompañaba a Mónica para que se sintiera tranquila.


— ¡Agh! ¡¿porqué duele tanto?! — clamó Moni mientras apretaba la manta de la camilla.


— Aguanta cariño, todo estará bien — dijo Yelena mientras le palmeaba la mano — ¿Cuánto falta para que dé a luz?


— Necesita dilatar diez centímetros — dije mientras terminaba de llenar el papeleo junto a Robert, aproveché mis "influencias" con la doctora Astron para internar a Mónica y que le dieran un buen trato, además de que tuve la oportunidad de ir a cambiarme para ayudarla a asistir el parto de mi amiga, ¿enserio creían que yo dejaría sola a Mónica en eso?


— ¡¡¿Diez centímetros?!! — gritó con desesperación — ¡¡¿Te parece que soy de goma?!!


— ¡Aidan ya viene, Aidan ya viene! — repetía Rose mientras corría por toda la habitación, pude notar en la expresión de Yelena y de Robert que empezaban a desesperarse por los gritos de Moni, eso me causó algo de gracia, pero admito que, de no ser porque yo ya había aprendido a lidiar con ese tipo de situaciones, yo habría gritado del estrés.


— Rose linda, ¿porqué no vas a comer helado con papá? — dije mientras tomaba el brazo de Rose para evitar que siguiera saltando como un colibrí por todos lados.


— ¡No hay tiempo para helado, papi Ty! ¡Aidan ya viene!


— Ay por Dios, ¡de haber sabido que esto era tan complicado solo adoptaba y ya!


— Déjame ver — dije mientras le daba a Robert el expediente y me iba a revisar a Mónica, no me animaba a revisar cuánta dilatación tenía, no por ser mujer, sino por ser mi mejor amiga — Am, ¿quieres que llame a la doctora?


— Taylor, ¡haz lo que sea con tal que pueda terminar pronto con esto!


— Bien bien, relájate — dije para caminar a la puerta de la habitación, Robert rápidamente tomó a Rose del brazo para salir conmigo, se notaba que quería un respiro.


— Admiro tu paciencia — me dijo mientras cargaba a Rose en brazos — Yo ya me habría vuelto loco.


— He lidiado con mujeres histéricas toda la vida, supongo que las entiendo, y compadezco el dolor por el que están pasando.


— ¿Cuánto falta para ver a Aidan, papi Ty? — preguntó Rose.


— Al menos unas doce horas — respondí tranquilamente, logrando que tanto Robert como ella me miraran con asombro.


— ¡¿Qué?! — clamaron al unísono.


— Moni es primeriza, su parto va a ser muy tardío.


— ¡Qué aburridoo! — dijo Rose con fastidio — ¿Porqué tardará tanto? tía Moni solo debe vomitarlo y ya.


— De hecho, cariño, los partos son un poco más difíciles — dijo Robert entre sutiles risas.


— ¿Difíciles? — cuestionó, aunque yo le besé la frente para sonreírle con ternura.


— Te lo explicaré cuando crezcas.


— Aburrido, vamos por helado papi Rober.


— Como diga mi princesa — dijo Robert entre suaves risas, y antes de irse con Rose, me tomó la mejilla para besarme los labios con dulzura — No tardo.


— De acuerdo — respondí mirando cómo se iba del pasillo junto a Rose, mientras una sonrisa tierna se dibujaba en mi rostro, "amo tanto tener familia" pensé de repente, pensamiento que me hizo sonrojarme de golpe, al mismo tiempo que mi pecho empezaba a latir con mucha fuerza.


-


Siempre creí que las mujeres exageraban sobre el dolor de parto, pero luego de oír a mi pacífica amiga gritar y sollozar de dolor, entendí claramente que el dolor de parto era de los peores males que podía haber en la tierra, ¿quién diría que para traer vida, las mujeres debían de sufrir tanto? otro motivo para respetar considerablemente al sexo opuesto.


— Puja cariño, ya falta poco — decía la doctora Astron, mientras Mónica hacía lo mejor posible para traer al mundo a su hijo, al mismo tiempo que Yelena y yo hacíamos lo mejor posible para aguantar el apretón que ella daba a nuestras manos.


— ¡Si vuelvo a embarazarme ahórcame! — clamó ella mientras me miraba de frente, yo asentí con la cabeza mientras la miraba con algo de preocupación y nerviosismo.


— Al menos piensa que será lindo — dijo Yelena.


— ¡Si termina siendo igual que Spencer voy a ahorcarme!


— Deja de pensar en ahorcarte, Moni — le rogué, aunque jadee al senti cómo me dió un último apretón bastante fuerte, al mismo tiempo que ella pujaba una última vez, logrando que finalmente escucháramos aquel llanto que estuvimos esperando por doce horas.


— Miren, qué tenemos aquí, a un hermoso caballerito — dijo la doctora mientras envolvía al bebé en una manta para limpiarlo un poco.


— ¿P-Puedo verlo? — murmuró Moni mientras estiraba sus brazos para que le entregaran al bebé.


En cuanto la doctora le dió a la criatura, todos nos quedamos embelesados viendo a la criaturita que lloraba y se aferraba al pecho de mi amiga, era todo un angelito, y afortunadamente, Aidan no se parecía físicamente a Spencer, era la copia exacta de Mónica (con pene, por supuesto).


— Hola mi cielo — dijo Moni entre lágrimas.


— Hola Aidan, es un placer conocerte — murmuré tomando la manita del bebé para acariciarla suavemente, mi pecho latía con fuerza a causa de la emoción que tenía en ese instante.


— Es idéntico a ti — dijo Yelena mientras acariciaba el hombro de Moni — Muy buen trabajo, querida.


— Rose se volverá loca cuando lo conozca.


— Yo aún no puedo creer que sea mío — murmuró mi amiga de manera tímida, haciéndome reír por debajo y besarle la frente suavemente.


— Iré a avisarle a Robert, ¿quieres que llame a Spencer?


— Sí por favor.


— Te acompaño, Ty — dijo Yelena.


— De acuerdo — dicho esto, me aparté de la camilla para salir de la sala de parto junto a Yelena, quien sonreía de lado mientras una expresión melancólica se notaba en su rostro.


— Ella hizo un buen trabajo — murmuró — Es toda una guerrera.


— Así es — respondí rápidamente, y al ver la expresión pensativa de Yelena, me tomé el atrevimiento de preguntar — Y tú, amm... ¿c-cómo va tu relación con Gerald?


— ¿Quieres saber si hemos hablado sobre tener hijos? — cuestionó rápidamente, vaya que esa mujer es igual de suspicaz que mi esposo.


— N-No, b-bueno... ¿l-lo has pensado? — ella rió por debajo mientras me miraba atentamente.


— El milagro de la vida es hermoso, Ty, pero algunas personas no nacemos con el don innato de ser madres, creeme, vengo de una larga descendencia de mujeres que no supieron cuidar a sus hijos, solo quiero salvar a un ser inocente de pasar por el amargo suplicio de ser hijo de una mujer que no sabe demostrar amor — me sorprendió bastante oír a Yelena decirme eso, lo hizo con la misma sinceridad de siempre, pero con una sensibilidad que yo nunca había visto en ella hasta el momento — Apenas y puedo sobrellevar mi relación con Gerald sin agobiarme o que él se agobie, un bebé desequilibraría la balanza por completo.


— Lo entiendo — respondí mirándole con algo de pesar, pero ella me miró cínicamente cuando yo dije eso.


— Deja de sentir pena por mí, Ty; tengo cuarenta años y soy tan sexy como una mujer de veintitrés, me siento dichosa y contenta, uno cuantos embrollos románticos no lograrán derribarme, así deba mudarme contigo y con Boby para superar mis males.


— Eres bienvenida con nosotros, aunque claro, no hace falta que yo te lo diga.


— Claro que hace falta, cuñado, y me honra que tú me quieras tanto como Boby.


En cuanto llegamos a la sala de espera, ví con ternura a mi esposo y a mi hija profundamente dormidos en uno de los sillones, se notaba que estaban exhaustos.


— Tienes una familia muy linda — me dijo Yelena al oído, cosa que me hizo sonreír con tranquilidad y algo de orgullo.


— Sí, lo es — respondí manteniendo esa larga sonrisa en mi rostro, al mismo tiempo que mis mejillas se ruborizaban y mi pecho comenzaba a saltar con mucha fuerza a causa de lo bien que se sentía darme cuenta de que yo finalmente tenía una familia, una que no cambiaría por nada en el mundo, y una que me hacía tener el pensamiento de que, la vida podía ser complicada en ocasiones, pero vaya que valía la pena vivirla.


Continuará


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- Gema


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