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144 - 'Cruel'

07:27 de la noche, había pasado toda la tarde encerrado en la habitación, escuchaba de fondo cómo Rose reía y jugaba con Algodón, pero no me sentía con el ánimo suficiente para verla, sentía que solo lograría gritarle cosas peores a mi hija, y ella no merecía pagar el precio de mis amarguras, tal vez Robert sí, pero ella no.


Voltee al oír cómo alguien abría la puerta de repente, se trataba de Teresa, quien me miró algo apenada y sin saber qué decirme.


— La cena está lista.


— Iré en un minuto — respondí mientras me sentaba en la cama y me rascaba la nuca, todo me daba vueltas, supongo que fue a causa de que, en mis dos días de guardia, no ingerí algo que no fuera café y un sándwich de pavo, y eso empezaba a pasarme factura.


Me levanté y salí de la habitación con ambas manos en los bolsillos, mirando en el suelo del departamento varios juguetes y peluches regados sin más, además de varios rayones en las paredes, era normal que un departamento donde habitara una criatura de cuatro años estuviera en tales condiciones, así que en ese momento no quise cuestionar, mucho menos con el humor tan agrio que me cargaba encima.


Cuando llegué al comedor, pude ver a Robert y a Rose comiendo, ella me miró con algo de temor, mientras él me observaba con desdén, desdén al que correspondí sin dudarlo dos veces.


— ¿Qué tal la guardia, Taylor? — preguntó Teresa, quien al parecer quería romper las tensiones entre nosotros.


— Agotadora — admití pesadamente, no quería dar muchos detalles sobre lo que me había ocurrido, lo sentía innecesario.


— Lo imagino, en las noticias siempre informan sobre accidentes y casos graves, no es de extrañarse que los hospitales sean un desastre.


— Nunca creí que vería a tanta gente drogadicta llegar tan de golpe — murmuré de mala gana, mirando cómo Rose le daba a Robert los vegetales de su comida — ¿No piensas comerte eso?


— Comió vegetales temprano, si no quiere más no tiene porqué comerlos — dijo Robert mientras me miraba con severidad.


— Los vegetales de azúcar no cuentan — respondí de mala gana, ¿qué carajo me estaba pasando?


Me alertó ver cómo Rose tomaba de nuevo los vegetales y se los metía de golpe a la boca, para levantarse de la mesa e irse corriendo a su habitación.


— ¡Roselyn! — clamó Robert, para luego voltear a verme con molestia — ¿Qué carajo ocurre contigo?


— ¿Qué carajo te ocurre a ti?


— ¡Basta! — clamó Teresa — ¡Están actuando como idiotas los dos, y eso solo afecta a la pobre de Rose!


Ambos miramos a otro lado con molestia, pero Teresa nos tomó del cráneo y nos obligó a vernos de frente.


— ¡Van a hablar como adultos y resolverán estas diferencias, y hasta que no lo hagan, ninguno hablará con ella!


— ¡¿Qué?! — clamamos al unísono, pero ella nos observó con severidad, en serio agradezco que Teresa estuviera con nosotros en esos momentos.


— ¡Ambos y sus berrinches solo le hacen daño a Rose, ella no tiene porqué ver y oír cómo sus padres gritan y se reclaman cosas entre sí! ¡actúen como adultos, por Dios santo!


Dicho esto, ella se apartó de nosotros para ir a ver a Rose, dejándonos solos a Robert y a mí. Ninguno dijo ni media palabra por un largo tiempo, solo nos dedicamos a comer, aunque de vez en cuando nos dedicábamos una mirada curiosa y ligeramente seria.


Estuve a punto de hablar, no obstante, sentir cómo mi celular vibraba de repente, hizo que mis intentos por arreglar las cosas con mi esposo, se vieran truncados de golpe.


— ¿Hola? — hablé al contestarlo, sintiendo una cruda mirada de decepción de parte de Robert.


— Doctor Dawson, el doctor Danville lo manda a llamar, dice que necesita ayuda con algunos casos — habló una enfermera al otro lado de la línea, haciéndome gruñir pesadamente.


— ¿Qué? ¡p-pero yo entregué guardia esta tarde!


— Él dice que las jornadas laborales en hospitales grandes son muy largas y extenuantes — dijo ella, entendí rápidamente a lo que se refería con eso, por lo que solté un pesado gruñido de molestia.


— Voy en camino — dije para colgar el celular y levantarme de la mesa — Maldita sea.


— ¿Te vas de nuevo? — preguntó Robert.


— Tengo qué — dije de mala gana, para ir a buscar mis cosas a la habitación, Robert y yo no nos dijimos nada hasta que me fuí, algo que solo empeoraba terriblemente el malestar en mi pecho, moría por acurrucarme en su regazo a llorar y decirle todo lo que me había pasado, pero el pensamiento de "te va a regañar por no defenderte" me lo impedía, sobre todo porque, en cierto modo, yo también me sentía muy frustrado por no poder defenderme de ese sucio sujeto que me arruinaba la carrera de mis sueños.


-


"Hora de la muerte", "lo siento mucho", "hicimos todo lo que pudimos", esas fueron las frases que más repetí las dos semanas siguientes, fueron los días más pesados y tensos en toda mi vida, un caso terminal tras otro, y cualquier accidente grave, era yo quien debía atenderlo, por orden directa de Danville, quien cada día me trataba peor, y me repetía cada que podía "eres un inútil", y dado que yo tenía una racha mortal abrumadora, empecé a creer que ese tipo tenía la razón (aunque la muerte de los pacientes no era directamente mi culpa, Danville siempre lograba maquillar la situación para echarme la culpa, como en el incidente de la paciente del colapso pulmonar y el tubo, donde yo no tuve nada que ver, pero fuí el que pagó las consecuencias del error de Helen, mientras ella seguía siendo la favorita de Danville, ¿porqué? ya les diré porqué).


En esas semanas fueron muy pocos los días los que estuve en casa, y cuando estaba, Robert me alejaba de Rose para evitar que yo desquitara mi mal carácter con ella, agradezco mucho que haya hecho eso, aunque en aquel entonces tal actitud de parte de mi esposo solo me hizo detestarlo con creces, aunque claro, no más de lo que yo me odiaba a mí mismo.


— Oye parca — habló un compañero interno que se acercaba a la mesa donde yo estaba comiendo, después de todas esas semanas donde yo estuve involucrado en casi todos los casos terminales del hospital, empezaron a apodarme "la parca", apodo que yo detestaba, pero que no podía darme el lujo de decir "no me llamen así, no me gusta" si de todos modos no tenía moral alguna para quejarme.


— ¿Qué quieres? — pregunté de mala gana.


— Estamos haciendo una apuesta entre todos — dijo aquel sujeto mientras se sentaba frente a mí — Estamos apostando cuánto tardarás en matar al paciente de hoy, yo digo que máximo llegas a los diez minutos, los más optimistas dicen que tardarás una hora.


— ¿Porqué mejor no vas a hacer tu trabajo y me dejas en paz? — dije mirándole con odio absoluto, logrando que ese tipo se riera en mi cara y luego se marchara, dejándome solo con el amargo cóctel de emociones en mi pecho, llevaba días enteros sin dormir, no porque no tuviera oportunidad, simplemente no lograba conciliar el sueño luego de ver tanta muerte.


Sentí cómo mi localizador vibraba de repente, por lo que sin siquiera revisarlo, me levanté de la mesa para caminar a urgencias, no tenía prisa en llegar, "de todas maneras cuando llegue, encontraré las maneras de hacer que muera mi paciente" pensaba amargamente, un pensamiento muy doloroso, pero por culpa de Danville, empezaba a creer que era cierto.


En cuanto llegué al área de donde me estaban llamando, una enfermera me dió un expediente, me pidió que lo revisara y que le diera un diagnóstico al paciente, "ojalá esta vez no sea cáncer" pensé para mis adentros mientras tomaba la carpeta y caminaba nuevamente hacía el comedor para revisar de mejor manera esos papeles.


Llegué de nuevo al comedor, y me senté en una de las mesas para leer detenidamente aquellos expedientes, el paciente presentaba síntomas muy exactos que no eran nada difícil de confundir, desde la pérdida considerable de peso hasta la aguda neumonía y la baja en sus defensas, un agudo dolor llegó a mi pecho en cuanto leí todo eso, al mismo tiempo que la imágen de mi propia madre se dibujaba en mi mente muy claramente, "¿porqué?" pensé con dolor, luchando por contener algunas lágrimas, al principio lo tomé como una cruel y misteriosa coincidencia, pero luego entendí, qué era lo que estaba pasando en realidad.


Suspiré pesadamente y me levanté para ir a la habitación del paciente, mis piernas hormigueaban y mi pecho dolía, hace cuatro años yo estaba al otro lado del muro, era yo el que esperaba un diagnóstico positivo para mi ser amado, y ahora, era yo quien debía de avisarle a una persona y a sus familiares que su salud estaba muy afectada, y que probablemente perdería la vida, "¿porqué me está pasando esto a mí?" pensé amargamente, creía que mi suerte con los casos lúgubres no podía empeorar, vaya que fuí todo un idiota ingénuo.


Entré a la habitación que me habían indicado, y al hacerlo, pude ver a dos hombres platicando alegremente, uno estaba postrado en la camilla, mientras el otro acariciaba su mano y le sonreía cálidamente, casi vomité de la impresión que esto me generó en el primer instante.


— Oh, hola, ¿usted es el doctor? — preguntó el sujeto sentado junto a la camilla, logrando que yo tragara en seco y sacudiera la cabeza para tratar de centrarme en lo que estaba pasando.


— A-Así es; s-soy el doctor Dawson, me pidieron que viniera a darles el resultado de los análisis de sangre del paciente.


— Espero que todo haya salido bien, este encanto y yo iremos a canadá por nuestro aniversario — dijo el chico junto a la camilla, mientras su pareja le sonreía cálidamente, tal parecía que aún era ignorante de lo que le ocurría, eso solo me hacía sentir aún peor.


— Amm, señores yo... — balbucee tratando de hallar las palabras correctas para darles el diagnóstico, me sentía tan apenado y nervioso, y más nervioso me puse cuando me vieron con algo de seriedad.


— ¿Le incomoda que nosotros seamos pareja? — preguntó el paciente, yo rápidamente alcé la mirada para verles con curiosidad.


— ¿Qué? ¡n-no! e-en absoluto.


— Jaj, ¿ves cariño? por eso te dije que era mala idea venir a esta porquería de hospital — dijo el sujeto rubio junto a la camilla, yo carraspee para tratar de armarme de valor.


— Oiga, créame que no hay una persona menos homofóbica que yo en esta ciudad, ¡lo digo en serio! p-pero justo ahora no es eso lo que estoy tratando de decirles, sino que—


— Siempre dicen eso, y cuando escuchan que somos pareja nos ven con asco — dijo el tipo en la camilla, su prepotencia empezaba a sacarme de quicio, ¿porqué algunas personas solo se sientan y creen que los demás los estamos atacando?


— Raymond, tu salud está muy afectada — dije con seriedad, tratando de callar finalmente sus reproches — Me temo que tú... t-tú estás — jadee cubriendo mi boca con mi mano, de haber sabido que tendría que pasar por una situación de ese tipo, no me habría levantado de la cama ese día.


Tomé aire para verlos a ambos con seriedad y algo de pena, me era imposible no sentirme reflejado con ellos en ese instante, por más de una razón.


— ... Tienes sida avanzado — dije finalmente, y al hacerlo, ambos se vieron el uno al otro con terror, ver sus caras solo me hizo sentir aún más culpable — N-Necesitas entrar en tratamiento lo más pronto posible, y-y tu pareja necesita hacerse exámenes de sangre para prevenir que— traté de hablar, pero el paciente me interrumpió de inmediato.


— ¿Cómo es posible? — dijo él con pesar — ¿Cómo? n-no puede ser.


— Cariño — dijo el rubio a su lado mientras le apretaba la mano, yo no pude soportarlo más, tuve que salir casi corriendo de dicha habitación, al mismo tiempo que secaba algunas lágrimas que rodaban por mis mejillas sin más.


Jadee ahogadamente mientras apoyaba mi espalda contra un muro, mirando a la nada con dolor mientras recordaba amargamente mi propia experiencia con mi madre, era una herida que aún seguía latente en mi pecho, solo que había aprendido a vivir con el amargo sentimiento de que ella no estaba, pero eso no calmaba en absoluto el ardor que sentía al estar expuesto a una situación de ese tipo nuevamente.


— ¿Doctor Dawson? — preguntó una enfermera que llegó al pasillo, y que me hizo limpiar mi rostro y verla con atención.


— ¿S-Sí? — murmuré con la voz entrecortada.


— El doctor Danville le pide que vaya y atienda este caso también — dijo ella mientras me entregaba un expediente, el que abrí para revisarlo detalladamente.


— De acuerdo — asentí para empezar a caminar lejos de ella, leyendo abrumado ese otro expediente, síntomas similares al anterior, esto tenía que ser un chiste de muy mal gusto.


-


— Buen día — saludé al entrar a esa otra habitación, mirando abrumado que esta se encontraba vacía, sin un solo visitante, solo el paciente que leía atentamente un periódico de ese día.


— Buen día, doctor — dijo el sujeto mientras bajaba el periódico para verme, se notaba que era un hombre mayor, de sesenta y tantos años — ¿Viene a decirme finalmente de qué voy a morir?


— Señor ust-usted está consciente de que padece— traté de hablar, pero él me interrumpió en seco.


— Así es, lo sé desde hace tres años — admitió cínicamente — Ahh, supongo que fue mala idea coger con ese lindo chico que me topé en ese bar aquella noche de año nuevo, mi único consuelo es que fue un sexo sin igual.


Tragué en seco mientras caminaba hacía él para revisar sus signos vitales, mientras él me observaba de forma algo incrédula y juguetona.


— ¿Es usted de esas personas que discriminan los gustos ajenos?


— En absoluto — respondí revisando los aparatos — Se podría decir que yo... no tengo cara con la cual criticar su homosexualidad.


— Jaj, al fin un doctor que no es prejuicioso — dijo mientras tomaba mi mano y la estrechaba con fuerza — Puedes llamarme Eddie, es un placer conocerte, hijo.


El sujeto empezó a toser de forma algo descontrolada de repente, afortunadamente actuó rápido y cubrió su rostro con su brazo para evitar toserme en la cara, ello me hizo verle con pesar, sus síntomas eran muy claros, y esa tos brusca solo terminó por confirmarlo.


— Señor, usted presenta un caso agudo de tuberculosis miliar, la agresividad de la enfermedad es demasiado obvia, y me temo que sus bajas defensas solo empeoran la situación.


— Jaj, ¿tuberculosis, eh? siempre creí que sería cáncer — dijo aquel hombre ácidamente, yo le miraba sin saber exactamente qué decir, lo notaba resignado, de cierta forma "entregado" a la muerte, algo que me recordó mucho a cierta mujer obstinada que ya no estaba conmigo, me parecía tan crudo e irónico el cómo los casos de ese día me recordaban tanto a Teddy.


— Me temo que ya no hay tiempo para someterlo a un tratamiento — expliqué mientras leía el expediente — ¿Porqué esperó tanto para venir a que se le atendiera?


— Vivo solo, hijo; lo más cercano a una familia que tengo es un chico de mi calle, que se deja follar por dinero — aclaró de manera despectiva y algo incrédula, mi piel se erizó abrumadoramente al oirle decir eso — No te preocupes por mí, ya he tomado mis precauciones, ahora solo me queda esperar pacientemente a que la muerte venga por mí.


Apreté mis dientes con fuerza al oírle decir eso, y tomé de excusa que el paciente empezó a leer de nuevo para irme rápidamente de esa habitación.


Fuí al baño del hospital para encerrarme en un cubículo, me agaché frente al inodoro y empecé a vomitar a causa de los nervios y la ansiedad, mi mente era un huracán de recuerdos amargos, y ni hablemos de aquel tenso dolor que presionaba mi pecho, por un instante creí que moriría de lo mucho que me dolía y ardía el corazón.


Pasé unos minutos sentado en el suelo del baño, mirando a la nada mientras recordaba con dolor los últimos días junto a mi madre, al mismo tiempo que pensaba en todas esas vidas que pasaron por mis manos y que ya habían muerto, al igual que esas vidas que estaban frente a mí, una estaba resignada, mientras que la otra parecía querer aferrarse a seguir de pie, "si tan solo hubieras pensado igual que él" pensé con dolor, regañando mentalmente a mi pobre y difunta madre.


-


Al acabar de vomitar y de meditar mi situación, decidí que lo mejor era hacerle frente a mi realidad, me hice doctor para, como diría mi hija "curar personas", por ello decidí que lo mejor era tragarme los amargos recuerdos de mi pasado, la cruda paranoia que se generaba inconscientemente sobre mi futuro, y tratar de hacerle frente a mi realidad, por más que mi "suerte mortal" de esas últimas semanas era espantosa, solo me quedaba ponerme de pié y tratar de hacer lo mejor para mis pacientes, ayudarlos hasta donde pudiera, por más que mi mente me gritaba "no puedes, no podrás hacerlo".


— Estos son los medicamentos que debe ingerir — dije mientras escribía una receta y se la entregaba al paciente, mientras él me miraba de reojo con desdén, mirada que me hizo fruncir receloso el ceño — ¿Ocurre algo?


— No quiero recibir nada de un doctor prejuicioso como usted — escupió de mala gana, reí con incredulidad al oírle decir eso, empezaba a perder la paciencia con la actitud absurda de ese tipo.


— ¿Estás consciente de que tu actitud no tiene fundamento alguno, verdad? — dije con severidad, mientras él y su novio me miraban con recelo.


— No queremos que nos atienda un doctor que mira con asco nuestra vida.


— Como quieran — dije de mala gana mientras cerraba el expediente y los miraba incrédulamente — No tengo porqué tolerar que un par de idiotas que ni siquiera me conocen digan cosas de mí, sus insultos me dan igual, ¡yo tengo una vida estupenda, la cual no cambiaría por nada, y no dejaré que dos bastardos quieran hacerme ver como su "enemigo" cuando yo estoy en igualdad de condiciones que ustedes! — reclamé de forma tosca, admito que desahogué malamente un poco de mi rabia con ellos, logrando que ambos me miraran con asombro y algo de curiosidad.


— ¿O-Osea que usted— trató de hablar el sujeto rubio, pero yo le interrumpí en seco.


— ¡¿Quieren dejar de hablar de mi maldita vida sexual y poner atención al maldito tratamiento que va a salvarles la vida sí o no?! — ambos asintieron con preocupación en cuanto yo dije eso, era un alivio poder maldecir un poco para relajarme, no era correcto insultar pacientes, pero estaba harto de oírlos cacarear sinsentidos, y quería que me pusieran atención sobre el tratamiento de una buena vez.


— ¡Doctor Dawson! — clamó una enfermera que entró de golpe a la habitación — Tenemos una emergencia, y el doctor Danville mandó a que se le llamara a usted.


— Con un demonio — gruñí dejando de lado el expediente de Raymond para irme corriendo a urgencias junto con la enfermera, ya empezaba a temer cuál sería el nuevo caso que Danville me tendría preparado, sobre todo al ver lo crueles que fueron los dos últimos.


Apenas llegué a urgencias, ví que varios enfermeros trataban a una mujer que parecía haber tenido un accidente de tráfico, tenía traumas severos y se encontraba en paro.


— ¿Alguien llamó a Danville?


— El doctor Danville dijo que usted debe hacerse cargo.


— Maldito imbécil — escupí sin siquiera darme cuenta, unas enfermeras me miraron con asombro en cuanto dije eso, pero admito que fue muy liberador poder soltar pestes finalmente hacía aquel sujeto tan arrogante y odioso.


Empecé a aplicar técnicas de reanimación con la paciente, quien no parecía reaccionar de ninguna manera, aunque algo en mi pecho me decía que aún no era el fin.


— Carguen a 150 — le dije a la enfermera, quien rápidamente hizo lo que le pedí, y apenas me dió el aparato en cuestión, lo usé contra el pecho de la paciente, y un enorme alivio inundó mi pecho en cuanto ví que su pulso se restablecía.


— Tenemos pulso.


— Gracias al cielo — murmuré dejando de lado las paletas y suspirando sutilmente — Hay que hacerle exámenes y verificar que no tenga heridas graves.


— De acuerdo doctor — dijo la enfermera para empujar la camilla de la paciente al área de observación. Sonreí de lado al darme cuenta de que logré revivir a un paciente después de días enteros de lidiar con fallecidos y carne muerta, era como dar una gran bocanada de aire luego de estar días enteros conteniendo la respiración, lástima que el respiro me duró muy poco. Mi localizador empezó a vibrar de golpe, y al revisarlo, mi sangre se heló por completo, y sin dudarlo dos veces, me fuí corriendo a la habitación en la que solicitaban mi apoyo.


-


En cuanto llegué al lugar en cuestión, ví cómo trataban de reanimar al paciente al que estaba atendiendo temprano, quien ya se encontraba totalmente resignado y preparado para recibir a la muerte.


— No, no no no — repetía mientras me acercaba a la camilla para tratar de reanimarlo también, usando las paletas y viendo con preocupación que sus signos vitales estaban inertes — Por favor, Eddie, ¡¿enserio te vas a ir sin luchar?!


Clamé con desesperación mientras iniciaba compresiones, varias lágrimas empezaron a brotar por mis mejillas de repente, al mismo tiempo que los recuerdos del momento en que Teddy falleció, brotaron de golpe e inundaron por completo mi mente.


— No, no puedes, ¡no te vayas! — clamé algo abrumado, jadeando pesadamente mientras seguía con las compresiones, mi mente se nubló de inmediato, por un momento sentí que no era a él a quien le estaba hablando, sino a alguien que ya llevaba muchos años fallecida, pero que su ausencia seguía taladrando mi pecho como nunca.


— Doctor Dawson — escuché que una enfermera trató de detenerme, pero yo me negué a que me alejaran de él.


— ¡No, él aún debe pelear, aún tiene qué! ¡ella aún tiene que hacerlo! — clamé con algo de desesperación, pero al oír cómo dije "ella" sentí un sudor frío bajando por mi frente, y un escalofrío asqueroso que me hizo quedarme totalmente estático.



Continuará


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- Gema


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