143 - 'Una vida Más'
— Esa es una masa cancerígena enorme — decía Danville mientras me iba indicando qué hacer, aunque a veces me obligaba a adivinar por mi cuenta qué era lo que yo debía hacer, no se imaginan lo estresante que fue ese procedimiento para mí.
— Está por todos lados — murmuré con pavor, mientras trataba de retirar con cuidado todo el contenido maligno del cuerpo de la paciente.
— Esta señora tiene más cáncer que vida — dijo Danville con incredulidad, me incomodaba la manera en la que hablaba de su paciente — Seguramente sabía que lo tenía, pero no se trató a tiempo.
— ¿Quién haría algo tan imprudente? — dijo el anestesiólogo, quien parecía ser un muy buen amigo de Danville.
— Gente idiota, Josh, gente a quien su vida no le importa en absoluto — le miré con absoluta severidad en cuanto él dijo eso, pero el sujeto solo siguió trabajando en el abdomen de la paciente, mientras yo me ahogaba en la rabia y la impotencia, al mismo tiempo que en mi mente empezaban a brotar los recuerdos de los últimos días de mi madre, quien se negó a recibir tratamiento para su enfermedad, pero no lo hizo por "idiota" o "porque su vida no le importara en absoluto" lo hizo porque no tenía los medios para tratarse a tiempo, (o al menos eso quiero creer yo).
Todos nos alertamos al oír cómo las máquinas enloquecían, avisando que la paciente se estaba quedando sin pulso, cosa que alertó a todos los presentes.
— Carajo — dijo Danville mientras me miraba atentamente — ¡Reanímala!
— P-Pero— murmuré mirando a los lados sin saber que hacer, aunque rápidamente tomé aire y pensé "cálmate, respira, actúa y no te asustes" pensamiento que me sirvió para reaccionar ante esa tensa situación — Carguen a 150.
En cuanto un enfermero me dió el desfibrilador, yo lo usé en el pecho de la paciente, aunque el mío casi se detiene al ver que ella no reaccionó ante mi intento por reanimarla.
— ¡250, rápido! — demandó Danville — ¡De prisa, London, la mujer se muere!
Volví a usar el aparato contra el cuerpo de la paciente, y al ver que seguía sin reaccionar, mi respiración se agitó de golpe.
— No, no no — murmuré pensando qué hacer — Carguen a 300.
La enfermera hizo lo que le pedí, por lo que yo usé de nuevo el aparato contra la paciente, pero de nuevo, esta no reaccionó en absoluto.
— No puede ser — jadee para dejar de lado las paletas e iniciar compresiones manuales, mirando con preocupación el monitor cardiaco, no daba ni la más mínima señal de que iba a reaccionar, pero aún así, yo trataba de mantenerla viva, para no tener que dar una mala noticia, como la que me dieron a mí hace tiempo.
— Basta, London — dijo Danville de manera incrédula.
— ¡No, a-aún hay esperanzas! — clamé mirando atentamente el monitor, mientras mi respiración se agitaba y mis ojos se cristalizaban en seco — No puede, luche por favor.Jadee al sentir cómo me tomaban del brazo y me apartaban abruptamente del cuerpo de la señora, y al hacerlo, el doctor Danville me dedicó una cara de desdén y decepción que solo terminó de hacerme sentir aún peor.
— Declárala — demandó, yo negué con la cabeza mientras luchaba por contener las lágrimas — ¿A esto viniste? ¿a ser un maldito cobarde debilucho que no puede lidiar con la muerte de un paciente?
— Aún se puede hacer algo— murmuré débilmente, pero él me interrumpió en seguida.
— Ya no hay nada que se pueda hacer, hemos hecho todo. Ahora declárala o te enviaré a casa y no te permitiré entrar a un quirófano en lo que te queda de vida.
Dichas palabras me hicieron voltear a ver la mesa de operaciones con pesar, no podía dejar de pensar en cómo reaccionaría su familia, su nieta, sus hijos, todos esperaban buenas noticias de esa operación, ¿con qué cara les iba a decir que el ser al que amaban había muerto? no tenía la fuerza suficiente para hacer eso, pero lamentablemente, fue precisamente eso lo que tuve que hacer.
— ... Hora de la muerte, 04:27 — murmuré con pesar, y en cuanto dije eso, el doctor Danville le dijo a otro interno que estaba ahí con nosotros que se encargara de cerrar a la paciente; yo estuve a punto de irme, pero él me detuvo para verme con seriedad.
— Vé y habla con la familia — dijo rápidamente, palabras que me hicieron mirarlo con frustración y molestia.
— ¡N-No, no puedo hacerlo!
— ¡Tú fuiste el responsable de esto, vé y dile a la familia de esa mujer que ella murió porque confiamos en un bueno para nada que no sabía lo que estaba haciendo! — dichas palabras hicieron que un agudo dolor inundara mi pecho, al mismo tiempo que un nudo terrible se formaba en mi garganta.
Danville se apartó de mí para salir del quirófano, mientras yo miraba de reojo el cuerpo sin vida de la mujer, "tiene razón, fue mi culpa" pensé, ¿porqué pensé eso? es decir, ¡yo era el interno ahí, y él el maldito jefe de cirugía! ¡él tenía mucha más experiencia, no yo! ¡¿entonces porqué tuvo que culparme a mí?! sé que la respuesta es fácil, "porque te odiaba", pero a mi yo de aquel entonces le costó mucho comprender lo que estaba pasando, y sí, adivinaron, creyó todas y cada una de las idioteces que salieron de la boca de Danville, y eso solo logró que sus inseguridades y su ansiedad con respecto a su profesión, tocaran su punto más alto hasta la fecha.
-
Luego de asearme, caminé a la sala de espera, donde todos los familiares de la paciente estaban esperando por recibir respuestas, cada fibra de mi cuerpo se estremeció cuando recordé mi propia experiencia, en la que yo esperaba impaciente que me dieran noticias de mi madre, y las noticias que me dieron, fueron las peores que jamás hayan podido darme.
— ¡Doctor! — clamaron al verme llegar — Mi madre ¿está bien? ¿cómo se encuentra?
— Yo... — murmuré tratando de hallar las palabras correctas para decir eso, pero por más que lo intentaba, no lograba la forma de decir suavemente "la paciente está muerta" — Hicimos todo lo que pudimos...
En cuanto dije eso, todos jadearon y me miraron horrorizados, me llevó mucho tiempo poder quitarme ese recuerdo de la mente, aún de vez en cuando me perturba, pero he aprendido a usarlo como un incentivo, para esforzarme en el futuro a no perder nunca a otro paciente, lamentablemente no estoy exento a la regla de "al menos un fallecido en mi turno", pero al menos me queda el consuelo de que me esforcé por darle la vida, un consuelo leve, pero es lo único que me ayuda a dormir por las noches.
— ¡No, no es verdad! — clamó una chica rubia con desesperación — ¡No me digan eso, por favor!
— ¡Pudieron haber hecho más! — clamó una mujer mientras me miraba con odio absoluto — ¡A ustedes no les importan los adultos mayores, seguramente la dejaron morir en el quirófano!
— Le garantizo que yo... — traté de hablar, pero lo quebradiza que estaba mi voz, me impidió poder pronunciar al menos una débil palabra más.
— ¡Púdrase! — clamó la chica rubia que horas antes también me estaba soltando reproches — ¡Púdrase, sucio bastardo burócrata! ¡no hicieron nada para ayudarla! ¡me encantaría que usted sintiera el mismo dolor que nosotros, y que la conciencia no lo dejara dormir por lo que le ha hecho a mi abue!
No pude decir nada más, solo me di la vuelta y me alejé de ellos, escuchando de fondo cómo la chica rubia me gritaba y reclamaba sin más, no la juzgo por su manera de reaccionar, yo también habría reaccionado de esa forma si un ser amado hubiera muerto en igualdad de circunstancias.
Caminé hacía los vestidores, para dejarme caer en el suelo del mismo y empezar a sollozar sin más, el pecho me dolía como no me había dolido en años, apenas y podía mantener controlada mi respiración, supongo que estaba teniendo un ataque de ansiedad o algo así, porque no lograba poner orden a mis sentimientos ni a mis impulsos, el dolor y la pena eran más grandes que cualquier impulso bobo de querer levantarme y seguir con mi labor, ¿con qué cara iba a hacerlo? seguramente ya todos en el hospital sabían lo que yo había hecho, la manera tan idiota en que dejé morir a un paciente, y esa no era la peor parte, la peor parte era que aún me faltaba un paciente más, un quirófano más, una vida más.
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Como pude tomé fuerzas para levantarme e ir a prepararme para la siguiente operación, ni siquiera tenía ganas de comer o de beber algo, sé que era descuidado entrar a quirófano en tus peores condiciones físicas, pero en mi defensa, pasar hambre y sed no era una molestia para mí, me sentía totalmente capaz de desenvolverme de buena manera, quiero creer que lo ocurrido a continuación solo fue obra de mi mala suerte, y no del hecho de no haberme alimentado como se debe.
— Bien, todo parece estar en orden — murmuré débilmente, Danville estaba frente a mí nuevamente, mientras que su "niña estrella" era quien nos estaba apoyando ahora, supongo que lo hizo así para que, en caso de que yo volviera a equivocarme, ella tomara el control de la situación, y de esta forma, yo quedaría doblemente humillado por ellos.
— ¿Estás seguro? — preguntó incrédulamente, yo le miré con algo de duda y temor, al principio lo miraba con desdén, pero luego de lo ocurrido con la mujer mayor, mi soberbia rebajó casi por completo, y solo quedó un terrible sentimiento de "voy a arruinarlo todo" que no me dejaba mover el bisturí sin temer cortarle algún nervio o arteria importante al paciente.
— Doctor Dawson, se está acumulando mucho líquido en los pulmones — dijo uno de los enfermeros que me estaban asistiendo, y al oírle, yo jadee de golpe y miré con preocupación dicha situación.
— Oh no — murmuré dejando de lado el bisturí — Ahh... ha-hay que drenarlo.
— ¿Me estás diciendo o pidiendo permiso? — dijo Danville con severidad, yo tragué en seco mientras pensaba qué responder, pero la voz de la enfermera me alertó de golpe.
— ¡Hay mucho líquido, doctor!
— Ha-Hay que ponerle una sonda — murmuré tomando un tubo que estaba en la mesa de los instrumentos, pero antes de poder hacer algo, la voz de Danville me detuvo.
— ¿Seguro que puedes hacer eso?
— S-Sí, y-yo puedo— no pude terminar de hablar, ya que él me interrumpió.
— Mírate cómo estás temblando, es obvio que no podrás.
— C-Claro que puedo— murmuré débilmente, pero repentinamente llegó la chica que estaba con nosotros para quitarme abruptamente el tubo.
— A un lado, idiota — dijo ella de mala gana, para disponerse a insertar el tubo en medio de la cavidad torásica, logrando que empezara a drenarse el líquido torásico, sin embargo, me llamó la atención ver una cantidad de sangre aún mayor cerca del tubo en cuestión.
— ¿Esto qué es? — preguntó un enfermero — C-Creo que chocó con el pulmón.
— ¿Qué? — dijo Danville mientras revisaba el área en cuestión, y al revisarlo de mejor manera, pudimos notar que, claramente, la señorita sabelotodo introdujo mal el tubo, y provocó una lesión en el pulmón, junto con una hemorragia muy notoria.
— No puede ser — dijo la enfermera con preocupación.
— Hay que resolver esto — dijo Danville, yo traté de ayudar, pero él me miró con desdén absoluto — ¿Crees que quiero tu ayuda después de ser tan incompetente?
— ¿Qué? ¿p-pero yo qué he—
— ¡De no ser porque no sabes hacer algo tan simple como colocar una sonda, Helen no habría tenido que hacer esto!
"Por amor de Dios" pensé con frustración, pero mi frustración rebajó de golpe cuando vimos cómo las máquinas enloquecían de golpe, vaya deja vu sentí en ese instante, al intentar reanimar nuevamente a una paciente, pero todos mis intentos fueron totalmente en vano.
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— ¡Doctor! — clamó aquel sujeto al verme llegar a la sala de espera, yo le miraba con absoluto pesar, el dolor en mi pecho se multiplicó terriblemente luego de haber perdido a mi segunda paciente, me costó mucho trabajo salir del quirófano para ir a darle la noticia al esposo — D-Dígame ¿está todo bien? ¿cómo se encuentra ella?
— Lo lamento mucho, señor — murmuré con la voz apagada, él me miró con horror y dolor, una mirada que logró estrujar mi corazón casi por completo — Hicimos todo lo que se pudo.
— No... no, ¡n-no puede ser! ¡us-usted dijo que era un procedimiento sencillo, us-usted dijo que ella estaría bien!
— Enserio lo siento, señor.
— ¡No me diga nada! — reclamó mirándome con odio absoluto, mirada que me hizo agachar la mirada con pesar — ¡Usted le garantizó a mi esposa que ella estaría bien, y ahora ella está muerta! ¡¿acaso usted sabe lo que es eso?!
Cerré los ojos tratando de tomar aire y aguantar las ganas de llorar, mientras aquel hombre drenaba su dolor gritándome y deseándome la muerte, admito que no fue la primera vez que alguien me decía algo así, pero el contexto de la situación hizo que me dolieran bastante sus palabras, sobre todo porque en mi mente, no dejaba de rebotar la frase "por tu culpa murió su esposa, tiene el derecho absoluto de gritarte".
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El resto de mi guardia se me hizo eterno, pasé la noche en urgencias recibiendo personas que tuvieron accidentes graves, y también uno que otro caso de sobredosis, no sé si era la suerte lúgubre que me perseguía en ese entonces, pero esa noche perdí a tres pacientes más, creo que no hace falta decirles lo mal que eso me tenía, ¿y qué se me ocurrió para desahogar mis penas? exactamente, desquitarme con mis seres amados, como el maldito imbécil que siempre he sido.
— ¡Ya vine! — hablé al finalmente entrar a casa, los pies me estaban matando, moría por tocar mi cama y dormir una larga siesta.
— ¡Papi Ty! — escuché una voz desde la cocina, se trataba de Rose, quien al oírme llegar se fue corriendo hacía mí para colgarse de una de mis piernas — ¡Papi Ty, papi Ty!
— ¡Agh, R-Roselyn con un demonio! — me quejé, aunque mi queja se detuvo al oír unas pisadas lentas que se acercaban al lugar donde yo estaba parado.
— Creí que llegarías más tarde — habló él, con ese acento tan fino y esa voz tan ronca que me erizaba la piel, pero que en ese instante solo me hizo suspirar con fastidio.
— Terminé temprano — dije entre pesados suspiros, mirando con frustración cómo Rose se colgaba de mi pierna, y Algodón llegaba para ladrar de manera muy aguda — ¡Shh, cállate rata escandalosa!
— ¡Papi no le digas rata a Algodón!
— ¡Es una rata, Roselyn, ahora quítate de encima por favor! — en cuanto dije eso, ella se apartó de mí para ir a ocultarse detrás de Robert, quien me dedicaba una expresión de odio absoluto luego de haberle gritado a nuestra hija de esa forma, no lo culpo, si pudiera volver en el tiempo yo también me habría visto de tal manera.
— Veo que alguien llegó de mal humor.
— Aguanta cuarenta y ocho horas de pié, y veamos si llegas queriendo oler flores — dije de mala gana para caminar hacía la habitación, dejando atrás a mi esposo y a mi hija, a quienes yo me moría por ver para abrazarlos y besarlos como nunca, y cuando finalmente llego a casa ¿qué hago? les grito y los trato como si los odiara, de todas las idioteces que he hecho en toda mi vida, esa es una de las que más me avergüenzo y siento decepción, no miento cuando digo lo mucho que me odio a mí mismo, y mi odio propio aumenta cuando recuerdo ese día.
Me dejé caer en la cama para ver fijamente el techo de la habitación, estaba cansado, pero no me sentía capaz de dormir, sobre todo al recordar todo lo que los familiares de los pacientes me dijeron en su desesperación, admito que estaban en su derecho de reprocharme, pero vaya que el ser humano es hábil a la hora de insultar y maldecir a otros.
Voltee de reojo al oír cómo Robert entraba a la habitación con una cara de decepción total, que en ese instante solo me hizo rodar mis ojos y voltear a otro lado con indiferencia.
— ¿Me quieres explicar cuál es tu maldito problema?
— Estoy cansado — recalqué de mala gana.
— "Cansado", ¿es esa tu excusa para actuar como un idiota, Taylor? ¡¿es esa tu excusa para gritarle a tu propia hija, quien solo quería demostrarte su afecto al recibirte luego de dos días enteros sin verte?!
— ¡No quise gritarle a Rose! ¡¿de acuerdo?!
— ¡Oh, pues vaya que eso se notó! — reclamó con severidad, dedicándome una cara de odio absoluto — ¡Entonces iré a decirle que su padre no le gritó, que solo "está cansado" de dejarse pisotear por otro idiota en su trabajo!
— ¡¿Cuál es tu maldito problema, Dawson?! — reclamé levantándome de la cama para verlo con seriedad — ¡No me has visto en dos días, y cuando llego sólo quieres gritarme por una idiotez! ¡¿qué carajo te pasa?!
— ¿Quieres que te trate bien luego de que le gritas a Rose de esa forma sin razón? ¡es una niña por Dios santo, se alegró de verte llegar! ¡¿y tú qué hiciste?! ¡la espantaste!
— La malcrias demasiado — escupió de mala gana el bastardo infeliz que no dejaba de tirarle pestes a su propia familia, no saben cómo odio lo imbécil que me comporté ese día.
Robert me dedicó una expresión de odio absoluto, pero no me dijo nada más, solo dió media vuelta y se alejó de mí, dejándome solo en aquella enorme habitación.
Al quedarme solo, tomé una almohada y la arrojé con fuerza contra uno de los muros, al mismo tiempo que gruñía y suspiraba pesadamente, tratando de controlar el amargo cóctel de emociones que estaba sintiendo, pero por más que lo intentaba, no lograba poner orden en todo lo que estaba sintiendo y pensando en ese momento.
Continuará
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- Gema
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