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142 - 'Desean Vivir'

Cuando finalmente acabó mi guardia, fuí casi corriendo a casa, moría por ver a mi esposo y a mi hija, necesitaba verlos y abrazarlos luego de esas últimas horas tan pesadas que tuve, y de los comentarios despectivos e idiotas de Danville.


— ¡Ya llegué! — dije al entrar al departamento, aunque me pareció curioso llegar y ver todo vacío, al igual que un ensordecedor silencio llenaba los alrededores, algo que ya de plano me parecía enteramente sobrenatural al tratarse de mi esposo y de mi hija.


Caminé rumbo a la habitación que compartía con Robert, y al abrir la puerta, pude ver a Robert y a Rose tendidos en la cama profundamente dormidos, con la televisión encendida y varios crayones y dibujos alrededor suyo.


Reí con ternura al verlos a ambos en tales condiciones, "qué bien se siente volver a casa" pensé mientras caminaba a la cama para tomar el control de la tv y apagarla para que no siguiera haciendo ruido.


Me recosté junto a ellos en la cama, sonriendo de lado y bostezando un poco, estaba realmente cansado, y ambos se veían tan tranquilos que no quise despertarlos en absoluto.


-


No sé por cuánto tiempo me dormí, solo sé que cuando finalmente abrí los ojos, ya era de noche, y Rose estaba sentada a mi lado viendo la televisión y comiendo helado en un tazón.


— Eso se ve bueno — murmuré alzando la cabeza — ¿Me das un poco?


— ¡Papi Ty! — clamó para colgarse de mi cuello — ¡Despertaste!


— Hola nenita — le saludé riendo por debajo.


— ¡Papi Rober! — clamó levantándose de la cama para ir corriendo a llamar a mi esposo, me fue imposible no reír al verla actuar con tanto entusiasmo.


Me senté en la cama para seguir comiendo el helado que ella dejó abandonado, escuchando de fondo cómo Rose jalaba a su padre a nuestra habitación para que finalmente pudiera saludarme.


En cuanto ambos llegaron a la habitación, le dediqué una sonrisa coqueta a mi esposo, mientras él me sonreía con ternura y calidez, me sentía completo cuando él me miraba de esa forma.


— Ahí está mi hermoso doctor — dijo mientras se acercaba hacía mí para tomarme de los hombros y besarme con ternura — Mgh, y con labios sabor a menta.


— Es el helado — dije pícaramente.


— ¡Papi Ty, papi Ty! — decía Rose mientras subía a la cama y me agitaba la camisa — ¡Cuéntame cómo te fue hoy! ¡dime dime dime!


— Jajaj, bien bien, ya te diré — dije alborotándole el cabello — Pero primero, ¿porqué no vas y me traes algo de beber? estoy sediento.


— ¡Voy corriendo! — exclamó con entusiasmo para irse de la habitación, y apenas nos quedamos solos, tomé del cuello a Robert para besarlo de forma hambrienta, besos a los que me correspondió sin cuestionarme.


— Te extrañé tanto — decía entre besos.


— Mgh, y yo a ti — respondí mordiéndole el labio inferior — Tengo tanto que contarte.


— Ya hablaremos cuando Rose se duerma.


— Le diste helado para cenar, dormirá pasado mañana — le reclamé, logrando que mi esposo riera cínicamente para darme un fuerte abrazo y volver a besarme con ternura y delicadeza.


-


— ¿Quién se cree ese tipo que es? — dijo Robert de mala gana mientras caminaba rumbo al baño, yo le escuchaba hablando mientras acariciaba los mechones negros de Rose, quien finalmente se había quedado dormida, luego de escucharme hablando por horas sobre cómo ayudé a una señora a curarse la rodilla, y cómo ayudé a una granjera a quitarse una astilla del dedo (eran historias suaves y no muy gráficas que inventé para no abrumar a mi pequeña con casos reales y sangrientos, ya le iría contando todo con lujo de detalles a medida que fuera creciendo) — Y como siempre, tú no dijiste nada.


— Es el jefe de residentes Robert, ¡si discuto con él me echarán a la calle! — reclamé mientras lo veía salir del baño, había aprovechado que Rose se durmió para contarle sobre lo que me había sucedido con Danville, y como podrán adivinar, eso no le cayó en gracia a mi esposo en absoluto.


— ¿Porqué no lo acusas con recursos humanos?


— Un poco de hostigamiento no es excusa para ir a acusar ¡al jefe de residentes con recursos humanos! — dije con molestia, amaba a Robert por preocuparse por mí, pero que me dijera "¡defiendete, maldita sea!" solo me hacía sentir mucho más culpable.


— ¿Y qué harás? ¿tolerar que el sujeto te siga molestando hasta que tú te acostumbres o él se canse?


— No, le demostraré a ese sujeto que puedo ser un doctor muy bueno, y que no logrará intimidarme con sus idioteces psicológicas — dije mientras me colocaba de pie con Rose en brazos — ¿Recuerdas la historia que me dijiste sobre tu profesor de la universidad que no te dejaba en paz? ¡pues esto es lo mismo! el tipo solo quiere eliminar al eslabón débil de la cadena, ¡y creeme que yo no seré ese!


— ¿Seguro que puedes con todo eso, Ty? — preguntó con preocupación.


— Vamos amor, ¡claro que sí! he llegado muy lejos para dejarme intimidar por lo que diga un imbécil de su tipo — afirmé con orgullo para besar los labios de mi esposo y caminar hacía la puerta de la habitación, aunque me detuve para verlo de manera suplicante — ¿Rose puede dormir aquí hoy? es que la extrañé mucho, y quiero abrazarla un poco más.


— Claro — dijo con una sonrisa tranquila.


Nos metimos a la cama para cubrirnos con una manta gruesa, ambos abrazamos a Rose (quien estaba en medio de nosotros) y cerramos los ojos para intentar dormir, aunque de vez en cuando nos quedábamos mirándonos el uno al otro cálidamente, era lindo volver con mis seres amados luego de dos días del infierno.


-


Los días en el hospital se me hacían eternos, y por ende, los días en casa se me iban volando, mis días de descanso se fueron de golpe, y tuve que volver al trabajo un día después del cumpleaños de Rose (cumpleaños que pasamos en un parque de diversiones y paseando por la ciudad, fue muy agotador, pero al mismo tiempo fue lindo pasar un día tranquilo con mi esposo y mi hija).


— Hola señoritas — saludé al llegar a recepción con un bowl en mis manos — Ayer fue cumpleaños de mi hija, así que traje algo de pastel y gelatina para que lo prueben.


— Oh, qué considerado doctor Dawson — dijo la chica de recepción mientras tomaba el bowl y revisaba su contenido.


— ¿Todo en orden por aquí? — pregunté, pero antes de que pudieran responderme, escuché la odiosa voz de cierto sujeto rubio que no dejaba de arruinarme la existencia.


— Ah, ahí está, el doctor Taylor Dawson — dijo mientras se acercaba a mí con semblante incrédulo.


— Buen día, doctor Danville — le saludé con fastidio.


— Qué bueno que llegas, tengo algunos casos especiales para ti que me gustaría que revises.Lo miré con asombro total en cuanto él dijo eso, me parecía muy raro viniendo de él,y no me inspiró confianza la cara de vergüenza que puso la chica de recepción al oírlo.


— ¿Lo dice enserio? — pregunté con recelo, él rió cínicamente al oírme.


— ¡Desde luego! — insistió mientras tomaba algunos expedientes del escritorio y me los entregaba — Tu primer paciente está en la habitación 6-B, está esperando un diagnóstico, confío en que sabrás decirle lo que padece.


— S-Sí pero— traté de hablar, pero el sujeto rápidamente se alejó y me dejó con la palabra en la boca.


Maldije para mis adentros mientras observaba receloso dichos expedientes, "¿qué está tramando?" pensé de inmediato, pero no tuve tiempo de pensar en lo que me estaba ocurriendo, solo tomé dichos expedientes con firmeza y me fuí a leerlos con atención, esperaba encontrarme con algo muy complejo que requiriera un gran esfuerzo de mi parte, pero para mi sorpresa (y muy mala suerte) supe reconocer dichos síntomas apenas los ví.


-


Me senté en el comedor a leer atentamente los expedientes, era abrumador darme cuenta de lo que significaban esos síntomas tan claros, desde el sangrado en las heces hasta la baja de peso en la paciente, quien acababa de cumplir setenta años de edad.


— Carajo — suspiré pesadamente mientras pasaba ambas manos por mi rostro, "¿porqué debo ser yo quien da este tipo de noticias?" pensé amargamente, odiando con el alma haber tomado la absurda decisión de estudiar medicina, no saben cómo odié mi trabajo en esos tiempos, todo por culpa del maldito de Danville.


Al terminar de revisar el expediente médico, fuí hasta la habitación de la paciente, y apenas entré, ví a muchas personas sentadas alrededor de una mujer de larga cabellera blanca, su sonrisa apagada pero llena de amor hacía sus seres amados, causó un profundo dolor en mi pecho, más que nada porque me recordó bastante a cierta mujer de cabello negro a quien ví morir hace varios años.


— Ah, doctor — dijo una chica rubia — ¿Ya tiene los resultados de mi abuela?


— Y-Yo... — titubee mientras caminaba hacía ellos con ambas manos sujetando los expedientes, no tenía idea sobre cómo decir eso, sobre todo frente a todos los familiares que esperaban buenas noticias, pero que no iban a conseguirlas, qué deja vu tan agridulce estar en una situación así nuevamente, solo que ahora, yo pasaba de ser el familiar en espera, al mensajero de las malas noticias.


— ¿Está todo bien, doctor? — preguntó la mujer, yo tragué hondo mientras agachaba la mirada y me disponía a leer los expedientes nuevamente.


— S-Señora yo... m-me temo que usted... u-usted tiene cáncer de colon — admití finalmente mientras alzaba la mirada, todos los presentes me vieron con absoluto pesar, mientras que la mujer miraba a la nada con algo de melancolía — Me temo que ya está muy avanzado, e-es operable, pero corre el riesgo de morir en el quirófano.


— ¿Qué? — murmuró la chica rubia — ¿M-Mi abuela morirá?


— Cielo— la mujer trató de frenarla, pero ella empezó a sollozar sin más.


— ¡No, no es posible! — clamó entre lágrimas, un nudo tremendo se formó en mi garganta al verla actuar así, y mayor fue el nerviosismo cuando la ví que se me acercó para tomarme de los brazos — ¡Tiene que hacer algo, doctor!


— L-Lo lamento pero, y-yo no puedo— traté de hablar, pero ella me interrumpió.


— ¡Hay algo más que se pueda hacer!


La familia la tomó de los brazos para tratar de detenerla y apartarla de mí, mientras yo solo la miraba sin saber exactamente qué decirle, entendía ese sentimiento de desesperación, de querer buscar algo para mantener con vida a tu ser amado, pero yo sabía (para mi mala suerte) que por más que quisieran mantener viva a esa señora, sus posibilidades de vivir eran muy pocas, y meterla a un quirófano solo adelantaría lo inevitable.


— Hija, por favor cálmate — decía un sujeto al lado de ella, mientras otra mujer iba con la paciente y tomaba sus manos para verla con pesar, mientras que la mujer mayor solo sonreía con dolor, yo conocía muy bien esa mirada, se estaba despidiendo.


— Descuiden, todo estará bien — decía la paciente mientras palmeaba las manos de sus seres queridos, ver tal escena me hizo sentir un nudo terrible formarse en mi garganta.


— Doctor Dawson — habló una enfermera mientras entraba a la habitación, al verla rápidamente la tomé de excusa para salir de aquella habitación, empujándola fuera del lugar, sin si quiera despedirme de los pacientes, aunque dudo mucho que a ellos les haya importado algo así en un momento como ese.


— ¿Qué ocurre? — pregunté con la voz algo temblorosa, empezaba a sentirme sumamente tenso.


— ¿Está usted bien?


— Sí, todo bien, ¿qué necesitas?


— El doctor Danville me pidió que le trajera otro expediente para que lo revise y le dé el diagnóstico al paciente.


— No me digas — murmuré con desdén, tomando dicha carpeta y abriéndola, esta vez era una mujer de cuarenta años, la edad de mi esposo, ¿me estaban cayendo encima todos mis miedos y ansiedades o qué?


-


Fuí a la habitación de la paciente en cuestión, quien estaba acompañada de un hombre un poco más jóven que ella; ambos parecían estar tranquilos, "al menos este caso no es tan grave" pensé para mis adentros, vaya que debí controlar mis pensamientos impulsivos.


— Buen día — les saludé al entrar a la habitación, ambos rápidamente me pusieron atención.


— Oh, doctor — dijo ella tranquilamente — ¿Ya están listos los resultados de mis rayos x?


— Así es señora Glasgow, aunque me temo que sus exámenes son algo preocupantes — expliqué para acercarme a ella y mostrarle las placas que estaban con el expediente médico — Tiene un colapso pulmonar.


— ¿Y-Y eso es grave? — preguntó el hombre junto a ella.


— Está cubriendo por completo los pulmones, es tratable, pero requiere cirugía.


— Carajo — dijo ella de mala gana — ¿Y si no me opero qué pasará, doctor? porque yo odio con el alma los hospitales, solo vine porque mi extremista esposo quería que me atendiera.


— Si no se opera su salud solo se agravará — expliqué mientras le mostraba las placas — La operación es el método más rápido para que pueda mejorar.


— ¿Y-Y la operación será difícil?


— Un proceso rutinario, nada muy complejo — dije tranquilamente, la verdad no era un proceso complicado, o eso era lo que yo tenía entendido hasta los momentos.


— ¿Lo ves cariño? vale la pena operarte — dijo el esposo mientras apretaba la mano de ella, quien miró a otro lado con incredulidad, se le notaba en la mirada que no quería someterse al procedimiento, ¿porqué algunas personas le temen a algo que literalmente va a salvarte la vida? no lo comprendo, tal vez si yo estuviera en una situación similar, yo actuaría igual, no sé, y espero no averiguarlo.


Luego de darle las indicaciones a la paciente sobre su operación, fuí al comedor para poder ingerir algo de alimento, había sido un día terriblemente largo (y eso que apenas era mediodía), lidiar con tantos familiares preocupados me daba muchos recuerdos amargos, que solo hacían que mi pecho doliera y que mi respiración se quebrara.


Caminé a una mesa para comer ahí, pero antes de poder sentarme, sentí mi localizador vibrando, cosa que me hizo maldecir entre dientes y caminar como alma que llevaba el diablo hacía el sitio donde me llamaban ¿y mi almuerzo? pues se lo tuve que regalar a dos internos que estaban ahí conversando tranquilamente, si antes estaba frustrado, imaginen ahora que estaba con el estómago vacío.


Fuí al área en el que me estaban llamando, era el tablero donde anotaban las próximas operaciones, mis dos pacientes estaban en ella, una primero que la otra, eso me sorprendió, pero lo que de plano me dejó abrumadísimo, es que en ambas operaciones, yo estaría en el quirófano.


— ¡Doctor Danville esto es injusto! — demandó la chica de cabello castaño que antes había intentado humillarme, me habría burlado de ella en otras condiciones, pero al ser Danville quien asignó dichas operaciones, y quien me puso a cargo de ambos casos, solo podía sentir que algo muy raro estaba pasando.


— Ya has tocado muchos quirófanos esta semana, Helen, debemos dejar que alguien más opere — dijo aquel sujeto mientras volteaba a verme con tranquilidad y algo de cinismo, expresiones que no me agradaban en absoluto — ¿O acaso la "estrella" londinense a quien Cornell no deja de idolatrar es en realidad un fraude?


Esas ácidas palabras erizaron totalmente mi piel, miré al sujeto sin saber exactamente qué decir, su semblante era de desdén, incrédulo, algo petulante y burlón, ahí entendí claramente lo que estaba sucediendo, el tipo trataba de probarme, o de poner a prueba mis verdaderas habilidades, como si en cierto modo detestara los elogios que me dió el doctor Cornell, qué abrumador y tedioso fue sentir ese nivel de presión sobre mis hombros tan de golpe.


— Iré a prepararme para entrar a quirófano — dije mientras me daba media vuelta, pero escuchar unas palabras de parte de Danville, me hizo frenarme en seco.


— Espero que sepas cómo hacer estos procedimientos, las familias de estas pacientes las quieren ver con vida, y qué decepcionante sería que después de tanto pregonar que eres un "prodigio" ahora resulte que solo eres otro asesino patológico de Londres.


Tragué hondo para seguir mi camino sin siquiera voltear a verle, aunque mi piel empezó a arder a causa de la rabia, mi respiración se agitó y mis manos empezaron a temblar por inercia, no tenía idea de porqué ese tipo me odiaba, supongo que a veces no necesitas una excusa viable para actuar como cretino con las personas.


-


Me arreglé para entrar al quirófano, usando todo lo estrictamente necesario para entrar a esa área esterilizada, y mientras terminaba de hacerlo, miraba a la nada con un amargo sentimiento de frustración e impotencia, no solo por la actitud de Danville para conmigo, también sentía impotencia por ver esos casos tan graves, y saber que probablemente las cosas no saldrían del todo bien para los pacientes, la mujer con cáncer no tenía muchas esperanzas, y aunque la mujer del pulmón colapsado tenía más probabilidades de vivir, temía que el proceso terminara alargándose y volviéndose más complicado, y ahí, la imágen de mi profesora en Detroit apareció en mi mente, señalándome con su dedo índice y gritándome "eres un inútil, no puedes, no puedes hacerlo".


— Doctor Dawson — escuché a una enfermera entrando al lugar donde yo me estaba preparando, y al oírla, voltee de golpe con algo de curiosidad — Alguien le llama por teléfono.


Escuchar eso me sorprendió bastante, normalmente yo dejaba mi teléfono en mi casillero, precisamente para no distraerme a la hora de trabajar, pero vaya que fue sorpresivo enterarme de que alguien me estaba llamando al número del hospital, pero admito que, fue un alivio oír la voz de esa persona.


Salí un momento del vestidor para tomar el teléfono que me ofrecía la enfermera, y apenas lo puse en mi oído, escuché un par de voces que alegraron por completo mi estresado corazón.


— ¡Papi Ty!


— Hola mi cielo — murmuré sonriendo por debajo del cubre bocas — ¿Cómo estás? ¿ya comiste?


— ¡Sí! papi Rober hizo pizza casera, quedó muy rica.


— Qué bueno, linda, ¿y tu papi Robert dónde está?


— Aquí conmigo — dijo rápidamente — Dice que te quiere mucho, y que te extraña.


— Dile que también lo quiero, y que también lo extraño.


— ¿Cómo va todo por allá, cariño? — escuché la encantadora voz de mi esposo al otro lado de la línea, al igual que algunos murmullos inaudibles de Rose, tal parece que tenían el celular en altavoz.


— Bien, amm... entraré al quirófano en unos minutos, operaré a una mujer con cáncer — expliqué mientras miraba de reojo cómo la enfermera a mi lado leía unos expedientes, moría por decirle a Robert sobre mi situación con Danville, pero no era conveniente hablar mal de uno de los titulares de manera tan abierta, así que, al estar junto a la enfermera, preferí no darle muchos detalles a mi esposo, ya lo haría cuando llegara a casa.


— Oh, vaya, no sabía que estarías ocupado, ¿te llamo después?


— No, descuida, no pasa nada — murmuré rascándome la nuca — No te molestes, amm... tengo algunos minutos para hablar.


— ¡Papi Ty! — habló Rose — ¿Recuerdas los aretes que perdí? ¡Algodón los vomitó hoy!


— Oh por Dios — clamé algo abrumado — ¿El perro los vomitó?


— Descuida, lo llevé al veterinario y me dijo que todo está en orden, acabamos de llegar — dijo Robert.


— Menos mal — suspiré suavemente — Rose por favor mantén tus cosas en orden, o el perro se las seguirá comiendo.


— Pero yo las tenía guardadas — murmuró de mala gana, gesto que me hizo reír por debajo con suavidad.


— ¿Ya comiste algo? — preguntó Robert.


— No, no he podido comer — admití pesadamente — He tenido un día ocupado, pero te prometo que comeré en cuanto salga de cirugía.


— ¡No te saltes la comida, papi Ty! — me regañó mi hija, regaño que me hizo sonreír ampliamente.


— Perdón, nena, te prometo que comeré en cuanto— traté de hablar, pero escuchar una voz cerca de mí, me hizo voltear de golpe.


— ¡Oye London! — reclamó aquel rubio de la manera más soberbia posible — ¡¿Estás aquí para hablar por teléfono o para operar personas?!


Maldije para mis adentros al escuchar esa voz tan odiosa, y mi sangre se heló en cuanto oí la voz de Robert al otro lado de la línea.


— ¿Taylor quién es ese sujeto que te está gritando de esa forma?


— El jefe de cirugía — susurré para apartar un momento el teléfono de mi oído — ¡Voy de inmediato, doctor Danville!


— ¡Apresúrate o llamaré a alguien que sí esté comprometido con su deber! — reclamó para caminar de vuelta hacía los vestidores. Gruñí por debajo luego de escuchar sus odiosas palabras, sé que es irresponsable de mi parte atender el teléfono estando en horario laboral, pero igual sentía que ese sujeto me armaba una tormenta en un vaso con agua, y su actitud solo sirvió para hacer eso que yo tanto quería evitar, alterar el génio del señor Dawson.


— Debo irme, amor — dije rápidamente.


— ¿Te regañaron, papi Ty? — preguntó Rose apenada.


— No cariño, e-estoy bien.


— Debemos colgar, Rose, despídete de papá — dijo mi esposo con la voz algo seria, "estoy en problemas" pensé rápidamente, era exactamente el tipo de voz que ponía cuando estaba enojado por algo, lo sabía de sobra, lo conocía demasiado bien para poder deducir eso con solo escucharlo.


— Lo siento, cariño — dije con algo de pesar.


— Adiós papi Ty — murmuró Rose — Te quiero mucho.


— Yo también te quiero, linda, dale un beso a papi de mi parte ¿de acuerdo?


— Lo haré — dijo mi pequeña con algo de tristeza, se notaba que me echaba de menos.


— Hablamos cuando vuelvas — dijo Robert con seriedad.


— De acuerdo — murmuré pesadamente — Te veré mañana.


— Nos vemos — dicho esto, pude oír cómo mi esposo colgó rápidamente la llamada, cosa que me hizo sonreír con decepción, afortunadamente tenía puesto el cubrebocas, y eso impedía que se notara a leguas la cara de decepción y pena que se formó en mi rostro al oír cómo mi esposo me colgaba la llamada, sin si quiera pronunciar un leve "te amo" de fondo.


Devolví el teléfono a la enfermera y caminé rumbo al quirófano, donde me esperaban todas esas personas que añoraban verme fracasar, la única que seguramente quería que todo saliera bien, era la paciente, y desde luego que ella quería que todo saliera bien, era su vida con la que estábamos lidiando, siempre he odiado cuando los doctores quieren arreglar riñas entre ellos usando a los pacientes como sus conejillos de indias, me parece tan monstruoso y desagradable que usen a las personas como carne de cañón, y no como lo que realmente son, personas que están ahí porque desean sanar, porque desean vivir. 


Continuará


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- Gema


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