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141 - 'Estupendo'

— Listo — dije mientras terminaba de suturar la herida en el abdomen de un sujeto, quien iba acompañado por su esposa y su hijo, tal parece que habían sufrido un accidente pescando, o algo así me dijeron — La herida no es profunda, pero igual trátese adecuadamente para que no haya infección, evite lavar con agua oxigenada o con alcohol.


— Se lo agradezco mucho doctor — dijo el sujeto mientras se bajaba la camisa y se levantaba de la camilla junto a su esposa.


Miré de reojo hacía el reloj de pared del área de emergencias, 06:48 de la tarde, había pasado el día suturando personas, no fue tan emocionante como imaginé, pero igual fue muy bueno el hecho de empezar a atender pacientes, ¿lo malo? era que aún me faltaba un día de guardia, y yo ya extrañaba a mi esposo y a mi hija como nunca.


— ¡Un doctor por aquí! — clamó una enfermera rápidamente, logrando que yo volteara y viera cómo traían una camilla en la que estaba una mujer aparentemente inconsciente.


Fuí corriendo hacía ellas para tomar un estetoscopio y revisar a la paciente.


— Presenta un paro cardiorespiratorio, los paramédicos han intentado reanimarla, pero parece tener algo obstruido en su garganta y ello no le deja respirar.


— A ver — dije mientras abría la boca de la paciente, y usando una linterna, ví algo blanco al final de su garganta — ¿Qué es esa cosa?


— ¿Qué ocurre aquí? — habló el doctor Cornell mientras llegaba con nosotros.


— Parece tener algo obstruido en la garganta — dije apagando la linterna — Hay que hacer una laringoscopia, y luego una broncoscopia.


— ¿Sabes hacer esos procedimientos?


— Así es — asentí rápidamente, aún no me consideraba experto, pero me sentía capaz de hacerlos.


— Adelante doctor — dijo él mientras me miraba tomar el control del asunto, admito que fue muy estresante esa situación, pero como pude me mantuve calmado, no entré en pánico ni nada, solo pensé en que debía actuar rápido, y tratar de que todo saliera bien para esa paciente.


-


Con asistencia del doctor Cornell y de unas enfermeras, practiqué ambos procedimientos con naturalidad, resulta que la paciente se estaba ahogando con una cantidad obscena de pastillas para dormir, incluso se le tuvo que practicar un lavado estomacal para prevenir una sobredosis, si su esófago estaba lleno de pastillas, lo lógico sería que su estómago también lo estaría, o eso fue lo que yo pensé mientras le practicábamos el lavado estomacal (lo cuales por cierto, detesto bastante hacer por lo estresantes que son).


— Parece que ya no hay nada — dije terminando de revisar la garganta de la paciente por última vez, su pulso y respiración ya había logrado restablecerse afortunadamente, de hecho todo se tornó fácil en cuanto despejamos sus vías respiratorias.


— ¿No tiene irritación o alguna hemorragia en la garganta? — preguntó el doctor Cornell.


— No, no veo nada fuera de lo normal — explicaba mientras observaba detenidamente la laringe de la paciente con ayuda de un laringoscopio, qué emocionante fue entrar a quirófano en mi primer día, y lo mejor, ¡no haber perdido al paciente en el intento!


— Bien, terminen de asistirla y llévenla a recuperación — dijo el doctor mientras se apartaba de la mesa de operaciones para caminar a la salida del quirófano; tomé aire para ir retirando el aparato del cuerpo de la paciente.


— Por favor llévenla a recuperación — dije mirando a las enfermeras a mi alrededor — Si presenta alguna reacción por la anestesia no duden en avisarme.


— Entendido doctor Dawson — dijo una de las enfermeras, sonreí de lado con emoción cuando la escuché llamarme de tal forma, afortunadamente usaba un cubrebocas para ocultar mi excesiva emoción de novato.


Entré al área del quirófano donde nos quitamos el uniforme esterilizado y nos lavamos las manos, me costaba creer que había logrado entrar a quirófano en mi primer día, se sentía como un estupendo y excitante sueño.


— Doctor Dawson ¿no es así? — escuché a alguien hablarme de repente, y al voltear la mirada, pude ver al doctor Cornell quitándose un cubrebocas y mirándome con detenimiento.


— Ah, s-sí — asentí mientras terminaba de lavarme las manos.


— Eres el que vino recomendado desde Inglaterra.


— Sí, ese mismo.


— Graduado con honores, impresionante — dijo mientras se lavaba las manos — Creí que serías el típico nerd engreído que se desmaya al minuto de ver sangre, pero admito que fue muy impresionante verte realizar dichos procedimientos en tu primer día.


— Solo trato de aprender y dar lo mejor de mí — murmuré sonriendo de lado con timidez, el sujeto me miraba con algo de orgullo e intriga, miradas que me sorprendían bastante.


— Pues veo que tienes potencial — afirmó terminando de lavarse las manos — Buen trabajo, Dawson, sigue así.


— ¡G-Gracias! — clamé al verle irse del quirófano, sonreí con emoción al oír las palabras ajenas, tal parecía que el asunto de mis calificaciones no había sido sólo suerte, yo realmente tenía vocación, o al menos eso fue lo que sentí en mi primer día, sobre todo por los elogios otorgados por mi superior.


-


Pasé toda la noche cuidando pacientes que estaban en observación, me vomitaron dos veces y tuve que ayudar a una mujer mayor a ir al baño, pero fue muy emocionante estar de guardia, claro, fue estresante, pero la emoción lograba cubrir el cansancio y el estrés.


Caminaba por los pasillos revisando expedientes y vigilando a los pacientes, era tarde, pero aún así había gente merodeando por el lugar, algunos entraban y salían del quirófano, mientras que otros solo vigilaban a los pacientes en observación, y atendían uno que otro accidente que llegaba de repente.


Pasé junto a una habitación, aunque al hacerlo, sentí cómo alguien chocaba abruptamente contra mi cuerpo, algo que me sacó por un segundo de mis pensamientos.


— ¡D-Disculpe! — dije mientras volteaba a ver a aquel sujeto de bata blanca, cabello rubio y semblante incrédulo, quien al verme de frente, me dedicó una mirada de odio absoluto sin igual.


— ¡¿Acaso estás ciego?! — reclamó.


— O-Oiga doctor disculpe, n-no quise— traté de hablar, pero él me interrumpió de inmediato.


— ¿Qué se supone que hace un enfermero con los expedientes de un doctor?


— No soy enfermero — dije con algo de seriedad — Soy doctor, b-bueno, interno.


— Mh, ¿eres una de las nuevas mascotas, eh? bien, vé y tráeme un café, y que sea doble.


— ¡O-Oiga! — clamé yendo detrás de él — ¡Yo no vine aquí a servir café, yo vine a atender personas!


— La fatiga es un mal, atiéndeme trayéndome café — gruñí de mala gana al escuchar las palabras de ese sujeto, ¿quién se creía que era?


Repentinamente ví cómo el doctor Cornell salía de la habitación de un paciente, y al ver cómo yo seguía al sujeto en bata, avanzó hacía nosotros para hablar con él.


— Danville, creí que estabas en cirugía.


— Acabé hace poco — dijo el rubio — Por cierto, ¿ya viste que tenemos mascotas nuevas? Maldije para mis adentros al oír tales palabras, qué ganas tenía de insultar a ese tipo, pero sabía de sobra que no podía pasarme de listo con un superior, o ahí acabaría mi carrera, y eso haría que Robert me estrangulara sin dudarlo.


— Veo que ya conociste al doctor Taylor Dawson — dijo el doctor Cornell mientras ojeaba un expediente — Él es el chico del que te hablé hoy.


— ¿Este? — dijo el rubio de manera despectiva, mirándome de arriba a abajo como si yo fuera un mono entrenado, no sé de dónde saqué la fuerza para no gritarle un par de verdades a ese imbécil.


— Hizo una laringoscopia y broncoscopia a la perfección, vale la pena ponerle atención.


— Por favor, esos son procedimientos simples, no entiendo porqué alabas de más a esta mascota — dijo de manera incrédula para apartarse de nosotros y marcharse del pasillo, el doctor Cornell suspiró con fastidio luego de escuchar su sermón.


— Dígame por favor que él no es el jefe de residentes — dije con algo de preocupación.


— Lamentablemente... — murmuró mientras cerraba el expediente y me miraba con atención — ¿La mujer de las pastillas como se encuentra?


— Bien, ya para mañana podrá irse — dije rápidamente, mientras la frase "carajo" rebotaba por mi mente al escuchar que ese rubio odioso sería el encargado de darme órdenes.


— Perfecto. ¿Qué estás haciendo justo ahora?


— Vigilo a los pacientes.


— Ven conmigo, tengo a un herido de bala, y necesito ayuda para extraerla.


— ¡¿E-Enserio?! ¡c-claro! — dije con emoción, aunque rápidamente le bajé un poco a mi entusiasmo, no quería parecer enfermo y alegrarme por el mal ajeno, aunque era realmente excitante recibir a pacientes con traumas y heridas graves, con el pasar del tiempo fuí perdiendo tal emoción tan aguda, y solo empecé a sentir pesar por las personas que añoraban ser salvadas, pero que no tenían manera alguna de obtener sanación sobre sus males.


-


Cuando se hizo de mañana, fui a recepción para tomar expedientes y firmarlos, al igual que debía firmar el alta de varios pacientes, a algunos los atendí yo personalmente, y otros eran pacientes del doctor Cornell, pero él me dejaba a cargo de vigilarlos y monitorear su evolución, parecía que yo era el alumno en el que más quería enfocarse, adivinen quién se sintió muy tenso y fue blanco de burlas y malos gestos por ser la "mascota del profesor" los próximos siete años.


— ¿Café, doctor Dawson? — me preguntó la recepcionista.


— Sí por favor — dije mientras terminaba de firmar los expedientes, aunque me alertó escuchar una aguda voz pronunciar mi nombre de repente.


— ¡Papi Ty! — clamó una pequeña que llegó corriendo al lugar, yo dejé un momento los expedientes y fuí hacía ella para cargarla entre mis brazos, por suerte ya me había lavado el vómito del cuerpo.


— Hola nenita, ¿qué haces aquí?


— Moría por verte, y no era la única — resonó la voz de mi esposo, haciéndome voltear a verle y sonreír cálidamente.


— Ay cariño, no se hubieran molestado — murmuré acercándome a él para besarle suavemente los labios, admito que pude excederme un poco al besar a mi esposo ahí en medio de la recepción del hospital, donde las recepcionistas, enfermeras, y cualquier otro especialista que pasara en el lugar iba a vernos, pero no miento al decir que la época en que yo consideraba un tabú ser homosexual había acabado para mí, ya no me avergonzaba ser amoroso en público con Robert, me daba igual lo que pensaran de nosotros, lamentáblemente esa "libertad" me ocasionó muchos problemas las semanas siguientes.


— ¿Cómo te fue en tu primer día, amor?


— ¡Genial! Hice muchas suturas, hice una laringoscopia, una broncoscopia, también un lavado estomacal, le saqué una bala a alguien del hombro — hablaba con emoción mientras Robert me sonreía cálidamente, y Rose me miraba sin entender ni media palabra de lo que yo estaba diciendo.


— ¿Curaste gente, papi Ty? — preguntó mi nenita, haciéndome reír sutilmente.


— Sí cariño, curé a mucha gente ayer, y hoy será así también, llegaré un poco tarde a casa hoy — dije con decepción.


— No te preocupes por eso — dijo Robert mientras me acariciaba la mejilla — Yo estaré algo ocupado también, el teletrabajo es más tenso de lo que imaginé.


— ¿Y quién te cuida a ti mientras tu padre trabaja? — dije mirando a Rose.


— Teresita — dijo ella, Robert y yo reímos por igual al oírla llamar de esa forma a Teresa, era un apodo de cariño, sí, pero Rose lo decía de una manera muy cómica.


— Como sea, solo pasábamos a saludar — dijo Robert mientras me acariciaba la barbilla — Imagino que estás algo ocupado.


— La verdad sí, debo ir a revisar a unos pacientes ahora — murmuré sacando un localizador de mi bolsillo para revisar que no tuviera ningún mensaje o llamado de emergencia.


— Aww, mi gatito está de guardia — dijo Robert con emoción, haciéndome sonrojar de golpe — Te dije que serías un doctor estupendo.


— No te equivocaste — murmuré tomando su barbilla para darle un cálido beso en los labios, y acto seguido, le di un beso a Rose en la frente para entregársela a Robert — Puedo ir por la cena cuando salga del trabajo si quieren.


— ¡Quiero pollito! — dijo ella.


— No no, yo iré, Ty, es injusto que salgas del trabajo a comprar comida.


— No me pesa, en serio — insistí riendo por debajo, pero al oír el ruido del aparato en mi bolsillo, me di cuenta de que era hora de volver al trabajo — Ay, perdón amor, debo irme.


— Adelante cariño, ten un buen día.


— Gracias — dije para besarle los labios rápidamente, seguido de un beso en la frente para Rose, y luego me tuve que ir rápidamente a urgencias, era pesado tener que dejar a Robert así como así, pero debía enfocarme en mi labor, algo que él mismo quería que hiciera, y no estaba en mis planes decepcionar a mi esposo, mucho menos al ver lo emocionado que estaba por mi nuevo puesto de trabajo.


-


Corrí hasta que llegué a urgencias, donde había un par de pacientes con heridas graves, pero uno en específico parecía estar en paro, así que fue a quien atendí primero.


— ¿Qué ocurre? — dije mientras me acercaba a la camilla.


— Choque de auto, los dos pasajeros presentan graves heridas en todo el cuerpo.


— Alguien llame al doctor Cornell — dije mirando con preocupación sus signos vitales, eran muy débiles, eso no me gustaba en absoluto.


Empecé con los métodos de reanimación correspondientes, me preocupaba que el sujeto no parecía responder en absoluto, aún cuando usé el desfibrilador un par de veces, creí por un minuto que no podría hacer nada, pero rápidamente decidí ignorar a esa parte de mi cuerpo que me decía "ríndete".


— Oh vamos — dije mientras empezaba compresiones en el pecho ajeno — ¿Te irás así como así, amigo?


— Preparando la carga doctor — dijo una enfermera — ¿250?


— 300 — rectifiqué, y en cuanto ella me dió de nuevo las paletas, las usé contra el pecho del paciente, sintiendo un gran alivio al ver cómo su pulso se restablecía.


— Hay pulso, doctor.


— Ay qué alivio — suspiré mientras veía de nuevo el monitor, para después revisar el cuerpo del paciente, tenía varias hemorragias y algunos huesos rotos, significaba que debía ir a quirófano sí o sí.


— ¿Qué ocurre aquí? — habló el sujeto rubio que me estuvo molestando la noche anterior, al verlo solo quise salir corriendo, pero lamentablemente estaba en horario laboral, debía aguantar lo más que pudiera.


— Accidente de auto, acabo de reanimarlo y— traté de hablar, pero el tipo me interrumpió en seco.


— ¿Quieres una estrellita dorada por hacer tu trabajo, London? — escupió el sujeto de mala gana, mientras se acercaba a una enfermera para que ella le informara sobre la situación; yo tomé aire para tratar de calmarme, pero empezaba a sentir una fuerte rabia contra aquel odioso tipo que no dejaba de molestarme sin una razón aparente, pero eso no fue nada, comparado con todo lo que me hizo ese maldito en cuanto tuvo razones para molestarme.


-


Llevamos al paciente al quirófano, resulta que el señor "odio a todo y a todos" era el jefe del área de traumatología, osea que cada vez que sucediera algo interesante, debía lidiar con él, qué pesado era eso.


— Vaya que se hizo daño este chico — decía mientras reparaba el daño interno en el paciente, yo miraba atentamente sus acciones, el sujeto era un idiota, sí, pero era un maldito génio en su trabajo.


— Es increíble — murmuró una chica que estaba junto a mí, ella atendió al segundo paciente, pero como solo tenía algunos moretones superficiales, el doctor Danville solicitó su ayuda para atender al chico, mientras yo me esforzaba por no darle razones al tipo para odiarme más de lo que ya lo hacía de por sí.


— Bien, parece que no hay más nada que hacer por aquí — decía el sujeto mientras se apartaba de la mesa de operaciones — Helen querida, cierra al paciente y encárgate del historial clínico, manténganlo vigilado y llámenme si ocurre algo más.


— Sí doctor — dijimos todos al unísono.


El sujeto caminó hacía la puerta del quirófano, pero se detuvo para voltear a verme con incredulidad.


— Ah, por cierto London, cuando necesite alguna laringoscopia, creeme que iré a verte, pero deberías considerar dejarle el trabajo serio a verdaderos profesionales.


Le miré con seriedad en cuanto el tipo dijo eso, me costó mucho controlarme y no decir algo que pudiera hacer que me expulsaran, pero fue muy sofocante tener que tragarme todos mis insultos hacía aquel odioso sujeto, sobre todo cuando me di cuenta de la manera burlona y algo despectiva en la que me miraban algunos enfermeros y la chica que atendía al paciente.


— Tengo todo bajo control, tenerte aquí solo me estorba — dijo ella de la manera más ácida posible.


Me aparté de la mesa para irme del quirófano como alma que llevaba el diablo, mi sangre empezó a hervir como nunca, las ganas de gritar y de insultar a cualquiera se me cruzara en mi camino eran inminentes, pero tuve que morderme la lengua como nunca, y tratar de mantener la calma, aunque fue más frustrante de lo que imaginé.


-


Pasaron un par de horas desde aquel incidente, la recepcionista me dijo que podía tomarme unos minutos de descanso, por lo que tomé un café, comí un sándwich y me fui al dormitorio general para recostarme un rato, aunque no logré dormir, solo miraba fijamente al techo mientras recordaba con odio las palabras de ese doctor despreciable, "así es el mundo laboral, Taylor, ¿creíste que todo sería color de rosas?" pensé rápidamente, y hacerlo no me hizo sentir mejor en absoluto, pero me ayudó a regular un poco mi rabia, y a no querer ir a golpear al primero que se cruzara en mi camino.


Gruñí al oír cómo vibraba mi localizador, lo tomé para revisarlo con detenimiento, al mismo tiempo que me levantaba de la cama y trataba de ignorar el intenso cansancio que empezaba a sentir en mis brazos y piernas, no recordaba haber pasado tantas horas sin poder dormir, desde que Rose tenía tan solo unos meses de vida.


Salí de los dormitorios para ir a la sala de emergencias, al llegar, una enfermera llamó mi atención para hacerme ir hacía una camilla donde estaba una pareja jóven, con una bebé de aparentemente un año de edad.


— Buenas tardes — les saludé cordialmente — ¿En qué puedo ayudar?


— Quisiera que revisara a mi hija, por favor — dijo la madre, logré identificar de inmediato ese tono de voz angustiado e inquieto, era el típico tono de un padre primerizo que no tiene idea de lo que le ocurre a su bebé.


— De acuerdo — dije para acercarme a la bebé, era rubia y de ojos claros, aunque de todas formas me recordó mucho a Rose cuando era más pequeña — Hola tesorito, ¿qué síntomas tiene? — pregunté viendo a los padres.


— Vomita mucho, anoche le dió fiebre— hablaba la madre, aunque el padre le interrumpió.


— Y defeca cada dos segundos — dijo con asco, ella le miró con incredulidad, reí por debajo al oírles.


— Mh, ¿presenta dolor abdominal? — pregunté mientras tomaba la linterna para ver los ojos de la bebé, era rutina, aunque ya empezaba a deducir lo que estaba pasando.


— Sí, lo noté porque se queja cuando le toco el abdomen.


— Pobrecita — dije mientras me apartaba un poco para ver a la madre — ¿Ha estado expuesta a comida en mal estado, o probablemente contaminada?


— ¡¿Contaminada?! — dijo ella, por lo que rápidamente me corregí.


— Llena de moscas o insectos — dije rápidamente — A-A mi hija una vez le pasó que comió algunas galletas quemadas, vomitó como por tres días seguidos.


— Bueno, p-preparé una receta nueva de puré de verduras — dijo ella, "oh vaya, qué sorpresa" pensé con ironía, al mismo tiempo que sacaba papel y lápiz de mi bolsillo para empezar a escribir.


— Parece ser una indigestión leve, es normal, pero igual mandaré a que le hagan algunos exámenes de heces; por ahora recomiendo que le den suero para mantenerla hidratada, y algunos medicamentos para prevenir la fiebre.


— ¿Puede recetar algo para parar el vómito? — dijo el padre.


— Honestamente les recomiendo que dejen que se limpie el estómago por sí sola, sólo vigilen que no se deshidrate.


— ¿Todo bien por aquí? — habló de repente un sujeto de bata blanca que se acercó a nosotros, mirándome de arriba a abajo con desdén, pero yo le ignoré totalmente, y solo me enfoqué en seguir atendiendo a mis pacientes.


— Todo bien por aquí, doctor Danville — dijo la enfermera, pero ni eso logró que el sujeto se largara, solo se quedó viéndome con recelo, seguro trataba de intimidarme para que me equivocara.


— Ah, también les recetaré un jarabe para el dolor de estómago, se nota que le molesta el dolor; pueden dárselo con algo de jugo o de fruta, así no le asquea tanto el sabor fuerte.


— Es usted muy atento, doctor — dijo la madre.


— Descuiden, sé lo que es tener a tu hija enferma — explicaba mientras tomaba la hoja y se la entregaba a la madre — Mi esposo y yo nos volvíamos locos cada que tenía malestar de algo.


— Ella igual — dijo el padre de la bebé, logrando que su esposa lo mirara con absoluta severidad.


En cuanto terminé de atender a la pareja de primerizos, avancé a recepción para firmar algunas cosas, aunque me abrumaba sentir las pisadas de Danville detrás de mí.


— ¿Es casado, doctor Dawson? — preguntó mientras caminaba junto a mí.


— Así es, doctor Danville — dije con algo de molestia, "¿qué pretende?" pensé, sin darme cuenta de que ese sería el inicio de una tortura muy cruel de parte de ese sujeto.


— No sabía que el matrimonio gay era legal en britanicolandia — dijo de forma despectiva para adelantarse y alejarse de mí, dejándome con un sentimiento muy raro en el pecho, sentimiento que me decía, que ese sujeto tramaba algo, y vaya que sí lo hacía.



Continuará


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- Gema


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