137 - 'Sobreprotector'
— Debes ponerte en control lo más pronto posible — hablaba con Mónica mientras subía las escaleras principales que daban a la sala, y apenas llegamos, ví la alta silueta de mi esposo sentado en el sofá viendo un partido de fútbol en la televisión.
— ¡Papi! — gritó Rose al verlo, por lo que yo la bajé y le dejé ir con Robert, quien la recibió con un beso y un abrazo en cuanto la vió.
— Hola mi pingüinita, ¿te divertiste hoy con papi Ty y la tía Mónica?
— ¡Me pedi! — dijo con emoción e inocencia, haciéndome tragar en seco con preocupación.Robert volteó a verme con absoluta severidad, como si yo me hubiera atrevido a decir que la reina Isabel solo era una zorra con corona, o que Freddy Mercury estaba sobrevalorado (lo último logró que yo durmiera con Algodón dos días seguidos).
— ¿A qué se refiere Roselyn con eso, Taylor? — preguntó mientras se levantaba del sofá y me miraba con severidad, yo tragué en seco mientras sonreía con nerviosismo.
— E-Es que yo... l-la perdí de vista un segundo— murmuré entre dientes, logrando que Robert gruñera con molestia y se fuera hacía la habitación de la bebé.
— ¡Eres increíble!
— ¡P-Pero tengo una excusa perfecta! — dije mientras iba tras él y lo tomaba del brazo — ¡Mónica está embarazada!
— ¡¿Qué?! — clamó volteando a verme con asombro total, y luego miró a Mónica, ella sonrió tímidamente en cuanto dije eso — Oh por Dios, querida, ¡qué excelente noticia!
— Gracias, aunque sigo algo nerviosa.
— No tienes porqué estarlo — dijo mientras bajaba a Rose y caminaba hacía Mónica para abrazarla con fuerza — Muchas felicidades, tesoro.
— Gracias Robert; ah y por favor no te enojes con Taylor por lo de la bebé, él la perdió de vista porque me estaba acompañando a hacerme la prueba de embarazo.
— Descuida, ya arreglaré cuentas con Taylor más tarde — afirmó volteando a verme de forma filosa, mirada que me hizo tragar en seco con preocupación.
-
— Y el dragón mágico escupió arcoiris multicolor en todo el cielo estrellado — leía atentamente y con algo de sueño un libro infantil que le habíamos comprado a Rose, y que ella adoraba que le leyeran antes de dormir, sin ese maldito libro, y el peluche de panda que mis sobrinos le obsequiaron, era incapaz de dormirse.
Miré de reojo cómo ella dormía plácidamente en su cuna, por lo que me levanté con cuidado de no despertarla, apagué las luces y salí con cuidado de la alcoba, su habitación estaba llena de hermosas estrellas que brillaban en la oscuridad, así que ella no le temía a que le apagaran la luz para dormirse, de hecho le gustaba que estuviera apagada, así podía ver de mejor manera su habitación estrellada.
— Hola — hablé al acercarme a Robert, quien seguía sentado en el sofá viendo el fútbol — ¿Mónica sigue hablando con Spencer?
— Así es — respondió jalándome del brazo para hacerme sentar a su lado y apegar mi cuerpo al suyo — ¿Ya vas a explicarme cómo carajo perdiste a Rose?
— Se me escapó un momento — admití con pesar — Mi amor, lo siento mucho ¿sí? te prometo que no volverá a suceder.
— ¿Dónde estaba cuando la encontraste? — cuestionó con seriedad.
— En el... consultorio del doctor Louis — dije con fastidio, afortunadamente él suspiró aliviado para volver a ver el televisor.
— Bueno, al menos la encontró alguien de confianza.
Me recosté en su hombro para ver atentamente el televisor, no entendía la mecánica o la "diversión" del fútbol, solo eran hombres de shorts cortos persiguiendo un balón, ¿qué podía haber de divertido en eso?
— Y amm... — murmuré tratando de hallar las palabras correctas para decirle a Robert lo que me había pasado con ese odioso doctor — Pasó algo más con el doctor Louis.
— ¿Te invitó a salir? — preguntó tranquilamente, me sorprendió mucho que lo dijera, pero más me sorprendió la tranquilidad con la que lo dijo.
— ¿C-Cómo lo sabes?
— Rose me dijo que "su doctor coqueteó con papi Ty" — suspiré con fastidio al oírle, "le voy a cortar la lengua a esa niña" pensé, pero afortunadamente, la habilidad de mi amada hija de espiar y luego contarlo, me fue útil a mí también un par de veces.
— ¿Estás enojado?
— ¿Aceptaste salir con él?
— Por supuesto que no — negué rápidamente — Robert yo te amo a ti.
— Bien, entonces no tengo porqué enojarme — murmuró volteando a verme con algo de seriedad — Pero eso no quita el hecho de que estoy celoso.
— Y... ¿cómo desahogarás esos celos? — pregunté pasando mi mano por su pierna, él arqueó una ceja con severidad, tomado mi mejilla para apretarla.
— Lo lamento, pero hoy no.
— ¡¿Qué?! ¡¿p-porqué?!
— Taylor perdiste a la bebé, ¿crees que te voy a recompensar con sexo? — cuestionó cínicamente, haciéndome fruncir el ceño con molestia.
— ¡¿Es chiste?! ¡ya me disculpé!
— Ahorra tus palabras, no te voy a tocar hasta mañana — dijo de manera incrédula, haciéndome gruñir con molestia y voltear la mirada hacía otro lado, pero por más pucheros que yo estaba haciendo, él no me prestaba atención en absoluto, eso solo me sacaba aún más de quicio.
— ¡¡¿Enserio vas a ignorarme toda la maldita noche?!! — clamé volteando a verle.
— Shh — susurró sin dejar de ver la televisión — Hubo falta, habrá saque a favor de Manchester.
— ¡¡A mí no me importa el maldito Manchester!! — grité levantándome de golpe del sofá, él seguía viendo atentamente el televisor, ignorando totalmente mi pataleta — ¡¡¿Ni siquiera vas a voltear a verme?!!
— Tráeme un poco de whisky y lo pensaré — maldije entre dientes al oírle decir eso, quería gritar y abofetearlo, pero como yo ya había cometido muchos errores ese día, opté por mejor callarme e ir a servir su whisky, aunque claro, no dejé de quejarme mientras lo hacía.
— Bien — habló Mónica mientras llegaba conmigo a la cocina, yo rápidamente voltee a verla con atención — Ya hablé con Spencer.
— ¿Y qué dijo?
— Dijo que... — inhaló profundamente mientras unas lágrimas brotaban por sus mejillas, eso me abrumó bastante — D-Dijo que— trató de hablar, pero un jadeo ahogado se lo impidió.
— ¡Voy a matarlo! — gruñí de golpe, y estuve a punto de ir a la sala a tomar el teléfono celular y gritarle al maldito infeliz, nadie hacía llorar a mi Moni sin pagar las consecuencias.
— ¡N-No, Ty! — dijo tomándome de la muñeca para impedir que me fuera — N-No pasó nada malo, él se puso muy feliz — admitió sonriendo con emoción — E-Estoy llorando de la alegría.
— ¿Lo prometes? — cuestioné tomando sus mejillas para verla con preocupación — No debes ocultarme nada, lo sabes.
— ¡No, no no! hablo en serio ,Ty; él está muy feliz, quiere que pase unas semanas aquí contigo, dice que me hará bien, y-y quiere que al volver nos...
— ¿"Nos" qué? — dudé, ella me sonrió muy emocionada cuando yo dije eso.
— Me pidió matrimonio, Ty; ¡me voy a casar!
Grité de golpe cuando la escuché decir eso, y de inmediato la cargué en mis brazos y empecé a darle varias vueltas, Robert fue corriendo a ver lo que me ocurría, pero yo le ignoré totalmente, estaba muy ocupado celebrando y sintiendo mucha felicidad por mi mejor amiga.
— ¿Qué ocurre? — preguntó mientras se acercaba a nosotros.
— ¡Mónica se va a casar! — clamé con alegría, él sonrió conmovido y fue también a felicitarla, yo me sentía muy eufórico, saber que la chica a la que tanto amaba había logrado la felicidad igual que yo, era demasiado hermoso y reconfortante, por mucho tiempo añoré que Mónica encontrara a alguien que la amara tanto como Robert me amaba a mí, al principio tenía mis dudas, sí, pero he aprendido a entender que Spencer (por más que yo lo halle cuestionable) es el Robert de Mónica.
— Muchas felicidades, linda — dijo Robert mientras la abrazaba.
— Gracias Robert — dijo ella mientras nos veía atentamente — ¿L-Les gustaría ser mis padrinos?
— ¡Dalo por hecho! — dije para volver a abrazarla, aunque ella jadeó para vernos con abrumada.
— ¡Oh, le diré a Yelena que sea mi dama de honor!
— Sé que lo hará encantada — dijo Robert — Solo llámala mañana ¿sí? hoy traté de hablarle y no pude.
— ¿Y eso porqué? — pregunté con curiosidad.
— No me contesta, supongo que tiene un maratón de sexo con Gerald, antes de que él se vaya a Francia a ver a su familia.
— ¿Y porqué ella no lo acompaña? — preguntó Mónica.
— Es más fácil llevarme a mí a Nueva York que llevar a Yelena a París, no sé porqué, ella detesta esa ciudad, y la ironía del caso es que se enamoró de un francés.
— Mh, irónico — murmuré cínicamente, era raro ver que la ironía atacaba a alguien más que no fuera a mí mismo.
-
Las semanas siguientes fueron bastante abrumadoras y tensas, al menos lo fueron para mí, y para Robert y Mónica (quienes tenían que tolerar mis ataques de sobreprotección y paranoica obsesiva). Luego de saber que Mónica tendría un bebé, me volví todo un obsesivo compulsivo con respecto a su salud, las semanas siguientes investigué y la ayudé a llevar el control con respecto a sus síntomas y su salud, aunque el tema de la boda era lo que más tenía ocupada su mentecilla, y la entendía, las bodas eran emocionantes y estresantes, pero odiaba que descuidara la salud de mi sobrino por andar al pendiente de qué maldito vestido comprarse.
— ¡Te dije que dejaras ese maldito aparato hace horas y vinieras a comer! — le regañé, pero ella hizo caso omiso a mis palabras, solo estaba recostada en el sofá junto a Rose viendo vestidos de novia en línea — ¡Mónica por amor de Dios!
— No tengo hambre, Ty — dijo con fastidio.
— ¡No me importa! no comes hace tres horas, y ahora que tienes dos meses la placenta empezará a formarse y empezará a pasar nutrientes de tu cuerpo al de el bebé, ¡y no voy a permitir que mi sobrino pase hambre por tu estúpida obsesión con un vestido!
— Bien doctora mamá pato — dijo con fastidio para tomar el plato de fruta que yo le di, empezando a mordisquearla y a darle algunos cubos a Rose.
— Nada de "doctora mamá pato" — le regañé con seriedad — Que a ti no te importe tu hijo no significa que no me importe a mí.
— Claro que me importa mi bebé, Ty — murmuró entre risas, qué alivio que Mónica se tomara de buena manera mi obsesión-compulsión con su embarazo, cualquiera me habría mandado al demonio por reclamarle como yo hice con ella.
— Tía Moni tendrá bebé — dijo Rose mientras abrazaba el abdomen de Mónica, cosa que hizo a mi amiga reír y acariciar el cabello de mi pequeña, mientras yo sonreía de lado y me cruzaba de brazos.
— Rose cariño, tu papi Robert llegará pronto, ¿quieres ir a esperarlo abajo?
— ¡Sii! — clamó levantándose del sofá para ir corriendo al recibidor, yo reí para irme detrás de ella ,pero antes de hacerlo, le hice una seña amenazante a Mónica para que comiera, ella rió por debajo para asentir con la cabeza, era lindo que ella me permitiera cuidarla, aunque admito que yo llegué a excederme un poco.
Bajé con Rose a la entrada de nuestro hogar, y nos sentamos juntos en los escalones de la entrada para esperar a Robert, últimamente habíamos adoptado dicha costumbre, principalmente porque a Rose le gustaba ver a las personas que transitaban por nuestra calle.
— ¿Cuántos años tiene Algodón, papi Ty? — me preguntó mientras acariciaba el cráneo del animal del que hablaba.
— Pues... tiene un año más que tú, si mal no recuerdo — dije arqueando una ceja mientras sacaba cuentas — Eso en años de perro significa que... pues, tiene más o menos la edad de tu padre.
— ¡¿La edad de papi Rober?! — clamó con asombro, reí por debajo al verla abrir los ojos de tal forma.
— Así es — dije riendo por debajo — Tu papi Robert es más viejo de lo que crees, amor.
— ¿Tiene la edad de santa?
— De hecho, tu papi Robert es más viejo que santa — dije burlonamente, a veces me gustaba bromear con respecto a la edad de mi esposo, era cruel mentirle a mi nena, sí, pero no saben cómo me divertía cuando ella le preguntaba de frente a él "¡¿eres igual de viejo que una momia?!" y cosas así.
— ¡Haa! pero papi ¿poque te casaste con mi papi Rober si es más viejo que tú? — un gran rubor llegó a mis mejillas cuando la escuché decir eso, no encontré palabras para responderle, por lo que solo reí con nerviosismo mientras me rascaba la nuca.
— Jaj, ¿eres buena preguntando, eh? — dije mientras le apretaba la mejilla, Rose ya había llegado a la mágica edad de las "preguntas difíciles de responder" edad que a mí me preocupaba mucho, principalmente porque yo no sabía cómo responderlas aún.
Ambos volteamos al ver el auto de mi esposo estacionarse en la entrada, cosa que hizo que mi pequeña se levantara corriendo y fuera a recibir a su padre con un fuerte abrazo, mientras Algodón corría detrás de ella y ladraba con emoción.
— ¡Hola hermosa! — dijo él mientras la alzaba en brazos para sonreírle con ternura — ¿Me extrañaste mucho hoy?
— ¡Sipi! — asintió con emoción — ¡¿Papi eres igual de viejo que santa?!
Reí con fuerza al ver la expresión abrumada y seria que puso Robert al oír las palabras de Rose, aunque mi risa me delató, e hizo que mi esposo volteara a verme con incredulidad.
— ¿Te divierte confundir a nuestra hija?
— No, me divierte tu cara, ancianito — bromee mientras me acercaba a él para darle un cálido beso en los labios, al que me correspondió pasando su mano por mi mejilla.
— ¡Besito! — dijo con mientras reía cálidamente, a veces me apenaba mostrar afecto de esa forma frente a ella, pero a Rose parecía gustarle ver que sus padres realmente se amaban, su mente inocente no tenía espacio para perversiones, ni para pensamientos de índole homofóbica o prejuiciosa, ella solo entendía que esos dos sujetos que se estaban besando eran sus padres, quienes se amaban con locura, y su amor hacía que su vida fuera mucho más feliz y disfrutable, es eso, o yo solo estoy sacando de contexto la risa inocente de una pequeña de casi cuatro años.
— Ven Algodón — llamé al perro al apartarme de ese beso, para cargarlo y caminar junto a Robert hacía la puerta de nuestro hogar — ¿Pudiste hablar con Yelena hoy?
— No, empieza a preocuparme, ella no suele faltar tanto al trabajo, sé que dijo que era solo un malestar estomacal, pero comienzo a creer que oculta algo.
— ¿Porqué crees eso?
— Ella y yo no tenemos secretos entre nosotros, Ty; ella no faltaría al trabajo a menos que en serio le esté pasando algo grave, y cuando hablé con ella me perjuró que no era nada serio. No lo sé, siento que no está siendo honesta.
— ¿Qué crees que pueda tener? — pregunté mientras entrábamos a casa para bajar a Rose y Algodón.
— No lo sé, a ella no la detienen ni sus alergias al polen en primavera, así que no tengo idea de qué pueda ser tan grave para faltar tanto tiempo al trabajo.
— Tal vez es algo que no quiere que sepas — dije mientras me quedaba un rato pensativo, y reflejando mi propia experiencia personal con Mónica, afirmé — Tal vez está embarazada, y no quiere darte la cara.
Me irritó escuchar una risa incrédula salir de los labios de mi esposo, a medida que subíamos las escaleras principales que daban a la sala.
— ¡Jaj! Taylor cielo, nevará en el infierno el día que Yelena se embarace, te lo garantizo.
— ¿Porqué? es una mujer con útero, vagina, ¡y una vida sexual muy activa! que se embarace sería normal.
— Yelena tiene cuarenta años, Taylor, estoy seguro de que preferiría colgarse antes que dar a luz a su edad.
— Solo estoy suponiendo posibles respuestas — dije alzando los hombros — Igual es muy raro que ni a ti te quiera dar la cara.
— Tal vez solo está deprimida por estar sin Gerald, creeme, la ausencia de ese tipo le afecta más de lo que crees.
— Con más razón deberías ir a visitarla — dije mientras caminábamos juntos hacía la sala.
— ¡Hola Robert! — le saludó Mónica.
— Hola querida, ¿cómo va ese bebé?
— El bebé estupendo, es el tío lo que me saca de quicio — bromeó, cosa que me hizo verla con seriedad.
— ¡Perdóname por preocuparme por tu hijo!
— Te adoro, Ty, y lo sabes, pero siento que estás exagerando un poco.
— ¡¿Exagerar?! — clamé incrédulamente — ¡¿Preocuparme por tu salud es exagerar?!
— La manera en la que tú lo haces, sí — afirmó ella de manera burlona, Robert rió por debajo mientras yo gruñía con fastidio.
— ¡Papi Rober! — clamó Rose mientras se acercaba hacía mi esposo con un dibujo entre sus manos — ¡Ira lo que hice!
— Oh, veamos — murmuró tomando el papel para verlo detalladamente, se trataba de un dibujo donde estaba lo que parecía ser una pequeña niña (hecha con un círculo, cuatro líneas que formaban su cuerpo, y dos líneas que formaban su cabello negro) rodeada de dos personas más, uno de cabello rizado, y otro de cabello largo también, nos fue fácil deducir quién era quién.
Robert sonrió conmovido al ver dicho dibujo, yo lo había visto temprano, y reaccioné igual que él, aunque derramé una pequeña lágrima o dos.
— Oh cariño, está hermoso — dijo mi esposo mientras se agachaba para cargar a nuestra hija — Parece que tenemos a una pequeña artista como hija ¿no Ty?
— Vaya que sí — respondí tomando la mejilla de Rose para besarle la frente, sacándole una risilla inocente, Robert no mentía, Rose desarrolló abruptamente un enorme gusto por el arte, aunque ese mismo gusto le ocasionó varios dolores de cabeza a mi esposo, sobre todo cuando a nuestra hija le dió por ser "creativa y dejar volar su imaginación" sobre los muebles y las paredes.
Continuará
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- Gema
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