13 - 'Mejor O Peor'
— ¡Ah, Robert! — grité al sentir una fuerte estocada contra mi piel, me enloquecía la manera en la que Robert memorizó cada centímetro de mi piel, conocía bien mis puntos débiles, qué tocar y de qué forma hacerlo, era por ello que el sexo era tan satisfactorio.
— Sí, gime así cariño — murmuró echando la cabeza hacía atrás y continuando con su vaivén.
Nuestros gemidos llenaron aquella espaciosa cocina, el sonido del televisor en la sala era el único sonido (a parte de nuestros alaridos de pasión) que resonaba alrededor, era muy tarde ya, y a diferencia de lo que muchos creen, Londres es una ciudad muy tranquila durante la noche, a veces incluso me apenaba gritar tanto en la madrugada.
— ¡¡Ahh, d-duele!! — exclamé arqueando la espalda y alzando una pierna, miraba fijamente los dilatados ojos azules del señor Dawson, quienes me devoraban con una lujuria que me enloquecía, la manera en la que me miraba de arriba a abajo era increíblemente excitante, como me dejaba claro que me deseaba, sin decir ni media palabra, es un don innato que adoro de mi pareja.
— Taylor — gimió alzando mi pierna para morderla y dejar marcas en mi piel, cosa que me hizo gritar y estremecerme sobre aquel mesón en el que me estaban follando.
— R-Robert, ¡c-cálmate por favor, n-no tan fuerte! — le rogué mientras lo observaba con sumisión y algo de vergüenza, esa mirada hizo a mi novio relamerse los labios y tomarme del cuello para apretarlo con algo de fuerza, ¿ya les he hablado de que mi pareja era un animal salvaje a la hora del sexo, verdad?
— Querías esto, no entiendo de qué carajo te estás quejando — gruñó entre jadeos roncos que me hicieron mover mis caderas de forma muy vergonzosa, miraba fijamente sus ojos azules mientras trataba inútilmente de gemir, ya que aquel agarre en mi cuello me estaba dejando sin aire, pero por alguna jodida razón, no quería que se detuviera.
Abracé las caderas ajenas con mis piernas, disfrutando la sensación brusca y nada sutil de las embestidas de mi prometido, cada una más profunda y certera que la anterior, mi cuerpo entero temblaba cada que él si quiera rozaba mi punto sensible, y era esa la zona que Robert más amaba maltratar.
— ¡¡Ahh, ahí!! — grité sacando la lengua y poniendo los ojos en blanco, admito que mis expresiones eran muy vergonzosas, pero al señor Dawson parecían enloquecerle, porque sus posiciones sexuales favoritas eran siempre en las que podía ver fijamente mi cara de placer.
— ¿Toqué tu punto, gatito? — murmuró con voz ronca, azotándome con fuerza contra la tabla de mármol, yo me aferré a su cuerpo mientras asentía con la cabeza y seguía gimiendo como toda una actríz porno.
— ¡¡Ahh, R-Robert no pares, no pares!!
— ¿Quién ha dicho que planeo parar? — murmuró tomándome de las caderas para hacerme levantar un poco el torso y de esta forma, darme un hambriento beso de lengua al que correspondí sin dudarlo, jadeando entre besos y gozando del cómo mi prometido me movía gracias al brusco vaivén que estaba dando contra mi cuerpo.
— ¡Ah, e-estoy cerca! — dije pegando mi frente con la de él — ¡Robert mi amor, m-me encanta esto!
— A mí también — murmuró sujetándome de los muslos para levantarme y cargarme entre sus brazos para cogerme sin ayuda de la tabla para apoyarme, admito que esa posición me fascinaba, ya que de esa forma Robert llegaba mucho más profundo que de costumbre, además de que podía aferrarme a su cuerpo mientras él devoraba el mío.
— ¡Ah, Robert mi amor! — grité echando la cabeza hacía atrás, dejándole espacio para morderme el cuello y dejarme muchas más marcas vergonzosas; solté un fuerte alarido de placer al sentir sus dientes sobre mi piel, tal fue mi éxtasis, que me fue imposible contener el orgasmo — ¡Me-Me estoy viniendo amor!
— Sí, ya lo noté — murmuró entre roncos gemidos de placer que me hicieron estremecerme — Maldición, se siente increíble cuando te corres así — murmuró acelerando más sus estocadas, sacándome estruendosos gemidos de dolor y placer, Robert amaba maltratarme durante el sexo, le fascinaba que yo le dijera que me causaba dolor, y admito que ello fue algo chocante al princípio, pero después fue sumamente placentero para mí.
— ¡¡Ahh, R-Robert, m-me lastimas!!
— ¡Taylor! — gimió echando la cabeza hacía atrás y empezando a venirse dentro de mi cuerpo, sacándome roncos gemidos de placer, aunque yo trataba de no gemir muy alto para poder oír los increíbles gemidos de placer que el señor Dawson daba cuando llegaba al orgasmo, ellos hacían que valiera la pena todo el dolor — Mgh, a-ay Ty, cariño.
— Ah, cielos — susurré exhausto sintiendo los últimos ápices de placer recorrer mi cuerpo, abracé el cuello de mi prometido y hundí mi cara en su hombro — Fue increíble.
— ¿Me excedí? — preguntó entre jadeos mientras me sujetaba de los muslos con fuerza.
— No, fue grandioso — murmuré entre suaves suspiros de cansancio, Robert empezó a repartir suaves besos por mi hombro mientras empezaba a caminar hacía nuestra habitación.
— Tómalo como una disculpa, por todo lo que dije hace un rato.
— Disculpa aceptada — murmuré con la voz exhausta, acariciaba el cabello de mi prometido mientras él nos guiaba a nuestra habitación para poder dormir.
— Tratemos de no hacerlo hasta irnos a Suiza, ¿de acuerdo? — dijo mientras llegábamos a la habitación y me recostaba en la cama con cuidado.
— Será complicado lograrlo — susurré coquetamente mirando cómo mi prometido se sentaba a mi lado para acariciarme la mejilla con dulzura — Lamento todo lo que yo dije también.
— Descuida, admito que estar juntos me ha dado mucho en qué pensar, mucha alegría, pero también me ha traído mucha preocupación.
— ¿Qué te preocupa tanto? — pregunté recostándome boca abajo y usando mis brazos para apoyar mi cabeza y ver a mi novio con atención.
— Perderte, Ty, eso me preocupa — admitió con tranquilidad y algo de pena, eso hizo que mi pecho latiera con fuerza — Me aterra que la vida de pareja te agobie, ya perdí una relación por mi culpa, no quiero cometer los mismos errores y perderte a ti también — me conmovió mucho que mi prometido dijera eso, y sus palabras me hicieron darme cuenta, de que yo no era el único que parecía estar asustado por el futuro, ambos estábamos igual de angustiados, eso me ayudó a sentirme un poco mejor conmigo mismo.
— Ya te lo dije amor, es mucho más probable que tú me dejes a que yo lo haga, yo te adoro, mi vida sin ti no tiene sentido — admití sonriéndole a mi pareja con ternura, él me sonrió de igual forma para tomarme de la barbilla y plantarme un cálido beso en la frente.
— ¿Crees que te sobreprotejo?
— No, solo me cuidas, tratas de darme el amor que no tuve jamás, y eso es lo que más amo de ti, que a pesar de todo me sigues consintiendo y dando amor que no merezco — murmuré levantándome un poco para pegar mi frente con la de él.
— ¿Cómo no vas a merecerlo, Ty? mereces mucho más, mi cielo.
— ¿Lo ves? es eso a lo que me refiero — dije entre sutiles risas para tomarle de las mejillas y besarlo con ternura, repentinamente pasó por mi mente la situación de la boda, las advertencias de Teddy, y las palabras de frustración de mi prometido, ello me hizo apartarme del beso y verle con atención, mostrando un semblante tranquilo — ¿Y lo que dijiste sobre Teddy no fue enserio, verdad? — la mirada seria de mi prometido hizo que mi pecho se estremeciera, él suspiró pesadamente al notar que mi semblante tranquilo pasaba a ser uno muy confuso y nervioso — ¿En verdad piensas todo eso de mi madre?
— Ya te lo dije, Taylor, te amo, no tolero verte sufriendo, y me está empezando a hartar que tu madre solo llame para hacerte sufrir — comentó mirándome atentamente, yo tragué en seco sin saber qué decir — No tengo nada contra Teddy, la quiero mucho, es la madre del chico al que amo, obviamente no puedo odiarla, pero sí odio que ella te haga sufrir con sus comentarios Ty.
— Ella solo se preocupa por mí, porque me ama — dije mirando a mi novio con algo de seriedad, mi madre nunca fue la mejor, nunca fue la más atenta, o siquiera la más cuerda, pero era mi madre, quien a pesar de todo me amaba, por ello me dolía que Robert actuara tan receloso con ella.
— Eso lo sé, Taylor, pero recuerda que también es la mujer que te dejaba de lado porque su marido te odiaba — miré con seriedad a Robert en cuanto me dijo eso, entendía su punto, pero igual me dolía que fuera tan poco sutil para tocar dicho tema — Sé que mis palabras son bruscas, pero debo hacerte entrar en razón Taylor, seremos esposos, solo quiero lo mejor para ti.
— ¿Cuándo? — Robert me miró curioso en cuanto pregunté eso — ¿Cuándo se supone que seremos esposos? — él sonrió de mala gana para levantarse de la cama y caminar hacía la puerta de la habitación.
— Ha sido una larga noche, duérmete ya — comentó volteando a verme con atención, yo le miré con molestia y algo de pena, logrando que él suspirara pesadamente — ¿En verdad quieres casarte tan pronto?
— Solo quiero saber cuándo sucederá, porque de no ser así, siento que nuestra boda solo es una ilusión — agaché la mirada con pesar, escuché cómo Robert chasqueaba su lengua para desahogar su frustración.
— En verdad que tu madre me causa problemas — dicho esto, abrió la puerta y salió de la habitación, dejándome solo con el amargo cóctel de emociones que me generó esa última conversación, recordé amargamente un día en el que me pregunté quién era más importante en mi vida, quién me apoyaba más, o quién me daba más afecto, colocando en una balanza a Robert y a Teddy, dicha comparación me dolía muchísimo, porque yo amaba a mi madre, pero también amaba a Robert, de formas diferentes, pero igual era amor, y eso me hacía sufrir cuando ambos se disponían a tratar de hacerme ver de mala manera a la otra parte, ¿y la ironía del caso? fácil, a pesar de que Teddy me dió la vida, Robert llevaba ventaja de sobra, porque él no me abandonó por petición de su esposo, y no me gritaba e insultaba cada que bebía con él, maldije para mis adentros el hecho de que nuevamente, Robert tuviera la razón.
-
El resto de la noche la pasé dando vueltas en la cama, pensando en mi vida, en mi madre, en mi prometido, en ambos, en mí mismo, una molesta migraña empezó a aquejarme de tanto pensar cosas sin sentido, los amaba a ambos por igual ¿porqué debía debatir entre quién era mejor o peor? ambos eran humanos con defectos, ambos me amaban a su manera, maldije para mis adentros que aún cuando mi única preocupación era "ser felíz" la ironía inundaba mi vida y me hacía sufrir de manera considerable.
Me levanté con desgane de la cama, tallaba mis ojos mientras todo a mi alrededor daba vueltas gracias a la molestia propiciada por la migraña, si logré dormir tres horas fue realmente un logro excepcional. Caminé hacía el baño de la habitación, al verme al espejo de dicho baño, noté cómo mi cuello estaba lleno de marcas púrpuras y rojizas, me fue fácil saber porqué las tenía, pero ello no me hizo sentir mejor, estaba molesto, frustrado, odiaba saber que Robert tenía algo contra mi madre, y que seguramente querría limitar las llamadas que yo le hacía a ella y viceversa, ¿porqué casi todos los hombres tenían algo contra sus suegras? yo adoraba a la mía, y aún hoy en día la adoro.
Asee mi cuerpo y salí de la habitación, usando unos jeans descuidados y un suéter negro con el dibujo de un gato blanco en medio, Robert me lo compró a los pocos días de volver a casa, decía que combinaba bien conmigo, e irónicamente (como todo en mi vida) yo no lo usaba mucho, no porque no me gustara, sino que prefería usar la ropa de Robert.
— Buenos días Taylor — me saludó Teresa desde la cocina, parecía estar preparando el desayuno.
— Buenos, Teresa — murmuré con desgane mientras llegaba y me sentaba en la isla de la cocina, apoyando ambos brazos sobre aquella tabla de mármol en la que me cogieron la noche anterior — ¿Qué hora es?
— 08:15, Robert dijo que tal vez despertarías algo tarde hoy — rodé sutilmente mis ojos al oírle.— ¿Él ya se fue a trabajar?
— No, está abajo hablando con una muchacha morena que vino a verle.
— Yelena, es su mejor amiga — dije mientras mantenía los ojos entrecerrados y cabeceaba de vez en cuando.
— No no no, esta tenía facciones latinas, ya vi a la tal Yelena, no es nada parecida a esta chica — dichas palabras me hicieron fruncir notoriamente el ceño y ver atentamente a Teresa, quien me miró algo dudosa y extrañada — ¿No sabes quién es?
— ... ¿Debería saber quién es? — pregunté con algo de molestia.
— Pues, no lo sé, se veía que se conocían — murmuró Teresa mirándome con pena, aunque sus palabras se interrumpieron abruptamente al oír unas pisadas llegar a la cocina, yo fruncí el ceño y miré en dirección contraria al sitio del que provenía el ruido de las pisadas, yo era un cretino cuando no dormía, ahora imagínenme celoso y con insomnio.
— ¿Está listo el café, Teresa? — preguntó el señor Dawson mientras llegaba a la cocina — Ah Ty, ya despertaste.
— Así parece — murmuré evitando mirarle, él me alborotó el cabello mientras miraba fijamente cómo Teresa le servía café en su taza de pingüinos.
— Gracias Teresa — dijo el señor Dawson mientras tomaba la taza y le daba un sorbo, y acto seguido, empezó a pasar su dedo índice por mi mejilla, eso me hizo ruborizar un poco — ¿No pudiste dormir, verdad?
— ¿Te parece? — bufé de mala gana, Teresa se dispuso a servir el desayuno, parecía que le daba vergüenza estar en medio de nuestra discusión marital.
— Sé reconocer tu cara de insomnio cuando la veo — murmuró tomándome de la barbilla y haciéndome voltear a verlo, dedicándome una mirada atenta, algo seria, pero igual de intensa y preciosa que siempre — ¿Tiene que ver conmigo?
— No creo que importe — murmuré mirando a otro lado — Creí que ya te habrías ido al trabajo.
— Voy saliendo para allá, solo quería recordarte que nos vamos mañana, así que si quieres puedes dormir todo el día, pero necesito que tengas listo tu equipaje; por cierto, mi familia vendrá esta noche, todos nos quedaremos aquí para irnos juntos mañana.
— Lo tendré en cuenta — dije de forma incrédula para levantarme de mi asiento y caminar rumbo a la sala, escuchando las pisadas del señor Dawson avanzando detrás de mí.
— Veo que sigues molesto por lo que dije.
— ¿Lo de que mi madre era una cretina? ¡no, para nada, estoy tan feliz como un escocés en un bar! — exclamé volteando a verle de forma incrédula, él sonrió cínicamente al ver mi reacción.
— Es curioso cómo conmigo te defiendes con uñas y dientes, y dejas que los demás te traten peor que a un trapo viejo, tu madre incluída en esa lista.
— ¿Qué puedo decir? soy un masoquista de primera, estas marcas son prueba de ello — señalé mi cuello con mi dedo índice, sacándole a Dawson una sonrisa de orgullo que logró irritarme más — ¡¿Qué sigue?! ¡¿vas a prohibirme hablar con Teddy?!
— No soy un controlador y lo sabes, habla con tu madre todo lo que quieras, solo te sugiero que no tomes tan en serio lo que ella dice, solo te hace daño y lo sabes — afirmó dando un sorbo a su café, me sorprendía mucho lo calmado que estaba, tal vez debía actuar un poco más histérico para que me prestara más atención.
— ¡¿Quieres que no me tome enserio a mi madre?! ¡¿y tú no dejas pasar nada de lo que dicen tus hermanos y tu padre?!
— ¡Es diferente!
— ¡¿Porqué?! ¡¿porque mi madre es alcohólica y no tiene un título universitario, solo por eso sus delirios dramáticos son menos relevantes que los de tu familia?!
— Empiezas a pelear sin razón, Taylor — dijo mirándome con fastidio.
— ¡Ay perdóname, es la herencia de la mujer a la que no soportas! — exclamé entre risas cínicas, él arqueó una ceja con severidad al oír mis palabras, me empezaba a asustar lo serio que se veía.
— ... ¿No vas a dejarme en paz hasta que me retracte, verdad? — preguntó cínicamente mientras me miraba con atención, yo no supe qué responder, me preocupaba cuando ese acento inglés se tornaba incrédulo y algo indiferente, cualidades que mi prometido poseía y utilizaba a la perfección — Bien, ¡lamento todo lo que dije de tu madre! ¡¿contento?!
— ¡¡No quiero que lo digas para complacerme, maldición!! ¡¿cómo carajo quieres que esté tranquilo sabiendo que odias a mi madre?!
— ¡Te dije que no la odio, solo odio que te llame solamente para alterarte los nervios! cosa que es muy fácil ¡pero ella ya lo convierte en un arte!
— ¡De ella heredé muchas cosas Robert, si odias algo de ella entonces me odias a mí también! — él rodó sus ojos con molestia al oírme decir eso.
— Santo Dios, debí solo cogerte cuando me lo pediste y callarme — murmuró pasando su mano libre por su rostro, yo le miré incrédulamente mientras me cruzaba de brazos — Taylor, ¡yo no te odio, ni a ti ni a tu madre! ¡pero es precisamente esto lo que quiero evitarnos! ¡¿o acaso tú quieres discutir cada que tu madre llame preguntando porqué no hemos hecho algo de pareja que sí vamos a hacer, pero a su debido tiempo?!
— ¡Cuándo, maldita sea, solo eso quiero saber! ¡solo quiero que me digas que realmente eso va a pasar, así callo a mi madre y ella no debe seguir molestándote con sus comentarios, señor Dawson! — él suspiró de forma brusca mientras sujetaba con fuerza la taza de café en su mano.
— No puedo seguir con esto — dijo mirando la hora en su reloj de muñeca — Se me hace tarde, ¡y si se me hace tarde será mi padre quien me grite en vez de ti!
— ¡¡Adelante, lárgate, vete a tu maldito trabajo en vez de asumir las jodidas responsabilidades de tus palabras!! — reclamé mirando cómo mi prometido iba a la cocina para dejar la taza de café sobre la isla.
— Cuida de mi lunático, Teresa; si no toleras los gritos échale un cubo de agua encima.
— ¡¡¿Acaso soy un maldito chiste para ti?!! — reclamé acercándome a él, aunque mis gritos fueron callados por un brusco beso que Robert me dio en los labios, beso que se volvió sumamente salvaje en cuestión de segundos, era como un beso lleno de rabia y lujuria, que irónicamente, me hizo jadear sutilmente.
En cuanto nos apartamos de ese beso, mi prometido me miró con seriedad y algo de deseo, esa mirada me hizo ruborizarme por completo, y ver fijamente a Robert con una expresión más sumisa.
— Continuaremos nuestra discusión cuando vuelva, por ahora no le des problemas a Teresa, ¿te acuerdo? — asentí con la cabeza mientras agachaba apenado la mirada, Robert me tomó de forma brusca de la barbilla para acercarse a mi cuello y empezar a morderlo — En verdad me encanta cuando te pones altanero, me dan unas ganas tremendas de follarte para que sepas quién es el que manda aquí — susurró en mi oído con voz muy ronca y dominante, voz que me hizo jadear y mirarlo con algo de deseo, él me besó la mejilla nuevamente y se apartó de mí para caminar hacía las escaleras principales, dejándonos solos a Teresa y a mí.
— Vaya, ya veo porqué te cuesta tanto dormir — dijo ella de forma algo burlona y cínica mientras limpiaba un plato con un pañuelo, agaché la mirada con algo de pena mientras acariciaba la parte de mi cuello que él acababa de besar, mientras un pronunciado sonrojo inundaba mi rostro, al pensar en lo afortunado que era de tenerlo, a pesar de todo lo malo, a pesar de que yo era un dolor de testículos, a pesar de que yo dejaba que la inseguridad me controlara, él seguía ahí, dándome amor y demostrándome que quería tenerme con él a pesar de lo ya mencionado, si eso no es estar enamorado, entonces no tengo una maldita idea de lo que sea el amor en verdad.
Continuará
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