129 - 'Valentía'
A partir de aquel punto, mi vida parecía correr con una velocidad abismal, los días solo se me hacían eternos durante mis horas en la escuela, pero cuando llegaba a casa con Robert y Rose, el tiempo parecía irse volando; enserio me costó dividir mis horarios entre estudios y paternidad, a veces incluso le leía libros de anatomía a Rose para que se durmiera, era muy agotador, gracias al cielo que tenía a Robert y a Teresa para ayudarme, y claro, a veces venía la familia de mi esposo para brindarnos apoyo, apoyo que yo agradecía enserio.
— ¿Lo hago bien? — pregunté mientras sujetaba a Rose con cuidado y le daba el biberón.
— Estupendo — dijo Molly mientras sonreía tranquilamente — Yo tuve que amamantar, pero también me tocó darle fórmula a Charlie cuando empecé a trabajar.
— He oído que la leche materna es mucho mejor, lástima que bueno... su madre la odiaba — dije con frustración, no me gustaba desquitarme de esa forma, pero era difícil contener mi odio hacía alguien que abandonó a esa criatura tan frágil así como si nada.
— No sigas pensando en eso, dale gracias a quienquiera que sea esa chica, por ella tienes una hija hermosa — dijo Molly mientras me palmeaba el hombro para levantarse del sofá — Ya me voy, cielo, te veo luego ¿sí?
— Claro, gracias Molly — murmuré mientras la veía marcharse.
Sus palabras me hicieron sentir algo apenado, y en cierto modo, me di cuenta de que ella tenía mucha razón, aunque tenía un conflicto interno muy severo sobre qué habría sido mejor para ella, estar con su madre real, que probablemente iba a tratarla fatal, o con un par de extraños, que la amaron y cuidaron desde el segundo en que la conocieron, me gustaría responderles con franqueza, pero sigo lidiando con ese cuestionamiento.
— Bien Roselyn — murmuré quitándole el biberón para ponerla en mi hombro y empezar a sacarle los gases — Seremos tú y yo hasta que papi Robert llegue del trabajo, ¿qué quieres hacer hoy? — reí al oírla quejarse por debajo — Lo sé, a mí también me aburren los sábados, sobre todo porque mami Teresa no está.
Me levanté para caminar por la sala con ella en brazos, sacándole los gases y arrullandola con una canción de Luis Miguel, Robert no quería creerme que la niña amaba su música tanto como yo, creía que yo la adoctrinaba ¿lo pueden creer?
Cuando me quedaba solo con la bebé, me sentía algo nervioso, me daba miedo dejarla caer o que llorara y no supiera cómo consolarla, o bueno, eso fue los primeros meses, ya después adopté cierta "seguridad" ligada con soberbia, un sentimiento de que yo era el único que sería capaz de cuidar de manera eficáz a mi hija, que nadie la cuidaría con el mismo nivel de ternura y atención con el que la cuidábamos mi esposo y yo, porque si creen que yo era sobreprotector, jaj, no imaginan cómo estaba Robert.
-
— Voy a matar a tu padre por comprarte esa maldita leche — me quejaba mientras terminaba de ponerle el pañal a Rose, al principio me daba mucho asco, ya después me fui adaptando, algo que me sirvió a la hora de empezar mi internado, Roselyn me enseñó a ser tolerante con los olores fuertes — Debería ahorcarlo por comprarte esas cosas caras y de mala calidad.
Ella reía con inocencia al oírme hablar, sentía que le gustaba el sonido de mi voz, eso o le gustaba oírme soltando pestes sobre su padre.
— ¿Te causa gracia que regañe a papá? — pregunté con voz algo "infantilizada" — Pues te vas a divertir mucho a partir de ahora, siempre tengo razones para regañarlo; el otro día olvidó a Algodón en casa de la vecina, no sabes cómo le grité por eso.
Voltee al oír cómo alguien abría la puerta de la habitación de Rose, se trataba de Robert, quien sonrió con gusto mientras se acercaba a nosotros.
— ¿Hablan de alguien que conozco?
— Hola amor — dije al recibirlo con un fuerte abrazo y beso en los labios, para después dejar que fuera a cargar a nuestra hija.
— Hola mi pingüinita — dijo con una voz cálida y dulce, mientras la tomaba en brazos y la alzaba para frotar su nariz con la de ella, hacía muy a menudo ese truco, y siempre hacía a Rose reír — ¿Me extrañaste mucho hoy? ¿tú y papi Ty se divirtieron?
— No la agites mucho, comió hace poco y debe seguir algo— no pude terminar de hablar, ya que cuando Robert volteó a verme, le cayó en el rostro una cantidad razonable de vómito de parte de Rose.
Él apartó a la bebé de su rostro, mientras inhalaba profundamente tratando de no gritar o alterarse, eso se le notaba en la cara.
— Déjame... te ayudo — susurré tomando a Rose en brazos, aguantando con todas mis fuerzas las ganas de reírme.
— Iré a bañarme — dijo en seco con molestia, dando varias arcadas mientras se marchaba al baño, y apenas se fue, reí cínicamente y tomé un pañuelo para limpiar el vómito en la boca de la bebé.
— Te amo tanto ¿sabías? — le dije a ella mientras seguía riendo, no me crean cretino, pero enserio me mataba de la risa cuando el karma y la ironía jodía a alguien que no era yo, aunque claro, ya después me tocaría a mí ser la víctima de los ataques escatológicos de Rose.
-
— Es tan linda — murmuré mientras la veía durmiendo junto a nosotros, acariciando suavemente su cráneo mientras mi esposo le acariciaba una mejilla — Sigo sin creer que sea nuestra.
— Será la reina de nuestras vidas — dijo Robert con algo de cansancio en su hablar — Quiero darle una buena vida, al igual que a ti.
— A veces siento que tú nos adoptaste a ambos — bromee, él rió cínicamente al oír mis palabras.
— Tus exámenes empezarán pronto, quiero pedir días libres en el trabajo para cuidar de ella mientras tú estudias.
— ¿Seguro que puedes hacer eso?
— ¿Qué harán, despedirme? — bufó incrédulamente, yo reí por debajo para acurrucar a Rose en mi pecho, estaba haciendo frío, así que quería protegerla del clima terrible que estaba haciendo.
— Papi y yo te vamos a cuidar, cielo, te lo prometo — susurré mientras me recostaba boca arriba para mantener cómoda a la bebé, Robert se apegó a mi cuerpo para abrazarnos a ambos al dormir.
— Soy afortunado de tenerlos — murmuró en mi hombro con gentileza, haciéndome sonreír con ternura y emoción — Duerme ya ¿sí? debes estudiar mañana.
— De acuerdo — dije mientras cerraba los ojos y me disponía a dormir, suspirando con alivio al notar que Robert colocó su brazo alrededor de Rose y de mí para evitar que alguno pudiera caerse de la cama sin quererlo, ¿he mencionado lo sobreprotector que era Robert con nosotros?
Al llegar la época de exámenes, Robert hizo lo que prometió, pidió días libres en el trabajo para ayudarme con Rose, así mi única distracción eran los libros, llegaba de la universidad y me encerraba a estudiar, aunque claro, me tomaba algo de tiempo para ver y mimar a Rose, a veces con el permiso de Robert, y a veces a escondidas, creanme que quería concentrarme, pero era difícil hacerlo al oír a mi bebita llorando por atención.
— ¿Qué ocurre, cielo? — murmuré al entrar con sigilo a su alcoba, ella lloraba y pataleaba desde su cuna, así que yo sin dudarlo dos veces fuí de mi habitación a la suya, para cargarla y verificar que estuviera bien — ¿Papi Robert te dejó sola?
Le besé la mejilla para darme vuelta e intentar salir con ella en brazos, aunque me quedé helado al ver la silueta de mi esposo parada en la puerta, con el cabello recogido en una coleta de caballo, un delantal puesto, y un biberón en su mano.
— Holaa — sonreí ampliamente al verle — N-No es lo que tú crees, ¡R-Rose fue gateando a nuestra habitación!
— ¿Me quieres ver la cara de idiota, Taylor? — dijo con molestia, para acercarse hacía mí y sujetar a Rose entre sus brazos — Lo siento, nena, pero papi Taylor debe estudiar.
— ¡Por favor! ¡por quince minutos con mi hija no voy a reprobar un parcial!
— ¿Quieres apostar? — dijo con cinismo, recostando a Rose en su hombro para caminar a la puerta de la alcoba y abrirla, una señal obvia de que quería que me marchara de aquel sitio.
— Siento que quieres que me vaya — murmuré incrédulamente con burla, él me miró con severidad en cuanto yo dije eso — ¡Bien, me largo! ¡que conste que si Rose crece y no me conoce, será tu culpa!
— Unos días sin que le des el biberón no hará que te olvide — explicaba mientras me veía caminar a la puerta.
— Más te vale, porque si mi hija no me conoce, ¡no volverás a tocarme en toda tu vida!
— Yo personalmente me encargaré de mostrarle fotos tuyas a menudo — afirmó sonriendo con malicia — Despídete, amor.
— Adiós, mi nenita — murmuré besando el cráneo de la bebé, quien me tomó un mechón de cabello y empezó a jalarlo — ¡Auch auch auch! ¡¿ves!? ¡ella no quiere que me vaya!
— Roselyn por amor de Dios, ¡no cooperes con este loco! — renegó mientras sacaba mi cabello de la mano de la bebé, y acto seguido, me sacó de la habitación y me miró con severidad — ¡Vé a estudiar, Taylor!
— ¡Bien! ¡maldito mandón! — reclamé con molestia, pero antes de poder irme, él me jaló del brazo para darme un apasionado beso que no dudé en corresponder, y que, al terminar, me hizo decir bobamente — Ay mi amor, cómo te amo.
— Vé a estudiar, hermosura — murmuró con voz ronca y sensual, voz que me hizo asentir con la cabeza de forma sumisa e irme sin dudar a nuestra habitación, pero, apenas entré, noté el truco que usó Dawson conmigo, al besarme y hablarme de forma cautivadora para lograr su cometido, "¡soy un imbécil!" pensé con frustración, para ir a mi escritorio y hundir la cara en mis estudios, aunque de vez en cuando murmuraba maldiciones hacía mi esposo por ser todo un manipulador de primera.
-
Leía un grueso libro mientras mordía el bolígrafo con el que estaba haciendo mis anotaciones, y aprovechando que tenía toda la cama para mí, dejé varios de mis libros y mis cuadernos regados por todo ese espacio acolchonado, Robert no iba a dormir aún, así que no me preocupaba que llegara y quisiera dormir.
— Ahh, carajo — gruñó al entrar a la habitación, lucía exhausto, aún usaba el mismo mandil de la tarde, aunque varias manchas de vómito y leche lo estaban adornando.
— ¿Cómo te fue? — pregunté mientras seguía leyendo.
— Esa niña es literalmente tu hija — afirmó mientras se desataba el cabello, se quitaba el delantal y caminaba a la cama para sentarse a mi lado — Apenas y logré que se durmiera, cada vez que la dejaba en la cuna empezaba a llorar de nuevo, es como lidiar contigo, pero en versión pequeña, y más propensa a vomitarme en la cara.
— Ja-ja — me burlé cínicamente, logrando que él me tomara de las mejillas con fuerza para hacerme voltear y besarme los labios con deseo, besos de los que me aparté en seco — ¡Oh no, nada de eso!
— ¿Qué pasa?
— "Estoy muy ocupado para ver a Rose" bien, pues igual estoy demasiado ocupado para lidiar contigo, Dawson — dije burlonamente, él rió por debajo con algo de cinismo, cinismo que, lo admito, me aterraba.
— No creo haberte preguntado — murmuró con voz ronca, apretándome las mejillas para hacerme verlo a los ojos.
— Date una ducha fría, tengo que estudiar — murmuré de mala gana, supongo que al principio él sólo estaba bromeando conmigo, pero que yo me atreviera a decirle eso, provocó que se tomara mi rechazo de manera personal.
Rió de nuevo para jalarme de los brazos y estamparme contra la cama, colocándose encima mío y sonriéndome con malicia.
— Un poco de ejercicio te ayudará a tener la mente activa para el exámen, además, necesitas despejarte, tener la mente tanto tiempo en esos libros te va a volver loco.
— Eres un maldito manipulador — gruñó mirando a otro lado, dejando que él me besara lentamente el cuello, sacándome suaves jadeos de placer, estaba enojado, sí, pero miento si digo que no estaba necesitado — Ah, q-que sea rápido, mañana debo madrugar.
— Tranquilo, será rápido — susurró mientras me bajaba la ropa interior para separarme las piernas — Me excita cuando te portas tan salvaje, Ty; que te portes tan salvaje me hacer querer cogerte tan duro que no te queden fuerzas para renegar o quejarte.
— Eres un infeliz — murmuré mordiéndome el labio inferior, mientras él se frotaba contra mi cuerpo — A veces al verte cuidar tan bien de Rose, o-olvido lo hijo de perra que eres en verdad.
— Jaj, qué lengua tan sucia — afirmó mientras se me acercaba para besarme con deseo — Bien, si lo sueles olvidar, permíteme recordártelo.
Dicho esto, entró de golpe a mi cuerpo, haciéndome gritar y estremecerme sobre la cama, mientras él reía por debajo y hacía gestos muy lascivos que me enloquecían.
— M-Mierda — gruñó sacando la lengua — Me mata no poder coger tan seguido como antes.
— ¡Ah, d-duele! — chillé arqueando la espalda — ¡N-No te muevas!
— ¿Que me mueva? — preguntó cínicamente mientras comenzaba un vaivén brusco contra mi cuerpo, vaivén que me hizo morderme la muñeca para no hacer ruido y así no despertar a Rose.
— ¡Mgh, m-mgh! — gemía ahogadamente, mientras él agachaba la cabeza hacía mí para sonreírme con picardía.
— Taylor, ¿te gusta?
— ¡Ah, me duele! — chillé al soltar mi propia muñeca — ¡M-Me lastimas!
— Deja de gritar, apenas y logré dormir a la bebé — me regañó mientras gemía de forma brusca en mi oído — No quiero que nos interrumpan.
— ¡Ah, ah, no pares! — rogué doblando mis piernas, ya estaba totalmente resignado y entregado al placer, no quería hacerlo, pero era inútil resistirme, Robert me enloquecía por completo, en todos los aspectos posibles.
Robert me besó con deseo para evitar que mis gemidos hicieran mucho eco en la casa, su lengua se frotaba contra la mía de forma nada sutil, me enloquecía la forma en la que me tocaba, en la que me hacía suyo sin piedad, en la que jadeaba mi nombre entre besos mientras seguía aquel vaivén tan bestial que me desquiciaba, mis piernas temblaban con cada roce de nuestra piel, y sentir cómo su voz y su cuerpo temblaba también, me dejaba claro que yo no era el único necesitado de los dos.
— ¿Te duele? — pregunté con voz sumisa, él me tomó del cuello para apretarlo con algo de fuerza.
— Me duele no poder oírte, por favor grita, Taylor.
— No puedo — gimotee sacando la lengua — Ah, m-me asfixias.
— Ay carajo, T-Taylor — gruñó soltando mi cuello para hundirse de golpe en mi cuerpo y empezar a venirse de golpe, haciéndome venirme a mi también.
— ¡Ah, ay Robert! — grité de forma brusca, sonriendo con satisfacción después de aquel brusco orgasmo del que fuí víctima, y luego de esos quince o veinte segundos de disfrute absoluto, besé el cuello de mi esposo y lo abracé con fuerza — Ay por Dios, qué rico fue.
— ¿Ahora quieres que me dé una ducha fría? — preguntó burlonamente, yo le miré con fastidio para tomar sus mejillas y besarlo de manera lenta y apasionada, últimamente Robert casi no fumaba por Rose, eso se notaba en su aliento, extrañaba un poco el toque amargo en sus labios, pero amaba el ligero sabor a menta que le quedaba luego de masticar tanto chicle para quitarse las ganas de fumar, así que se podría decir que el hecho de que Robert dejara de fumar, era un ganar-ganar en todo sentido.
-
— ¡Sí, sí sí sí! — clamaba mientras entraba de golpe a casa y subía corriendo las escaleras, siendo recibido por los agudos ladridos de Algodón — ¡Hola pequeña ratita, qué feliz estoy de verte!
— Hola amor — habló mi esposo desde el sofá, sitio donde estaba sentado dándole un biberón a la bebé y viendo las noticias — ¿Cómo te fue?
— ¡Aprobé con honores! — clamé para acercarme a él y sonreír con emoción mientras le enseñaba mis notas.
— Oh por Dios, Taylor, ¡qué alegría! — dijo mientras me sonreía con orgullo — Te dije que lo ibas a lograr, cariño.
— ¡Te amo tanto! — dije sentándome a su lado para besarlo con ternura — Te amo, gracias por ayudarme.
— Siempre te voy a ayudar, cariño, es una promesa — sonreí de lado para pegar mi frente con la suya suavemente — Ya falta poco para que tu sueño se cumpla.
— Uno de mis sueños — murmuré acariciando su mejilla — Porque mi vida entera contigo ya es un sueño hecho realidad.
— Amo cuando te pones cursi — reí por debajo para besarle los labios nuevamente, y al apartarme del beso, me acerqué a la bebé en sus brazos para besarle la frente dulcemente.
— ¿Sabes lo que eso significa, nena? ¡al fin puedo cuidarte!
— Es cierto, tenla — dijo Robert mientras le quitaba el biberón para dármela — Cuídala un minuto ¿sí?
— Oh, claro — respondí mientras tomaba a Rose y la recostaba en mi hombro, aunque me extrañó ver cómo Robert se levantaba del sofá para caminar a nuestra habitación — ¿Adónde vas, amor?
— Te cedo el turno, voy a dormir.
— ¿Qué? o-oye... ¡Robert!
— Querías cuidarla ¿no?
— ¡Pero acabo de llegar de la escuela, estoy exhausto! ¡y ya huele a que necesita un cambio!
— Hay pañales en el baño y tapones para la nariz con el talco — dicho esto, Robert se marchó a nuestra habitación, dejándome totalmente solo con Rose en brazos.
— Cretino — renegué mientras agachaba la mirada y le sonreía a mi nenita, quien me miraba con curiosidad y una sonrisa juguetona — ¿Me extrañaste, Rossie? porque yo te extrañé bastante.
Empezó a balbucear mientras mordía su propia mano, sus acciones me hicieron sonreír con ternura, mis sueños se estaban realizando, sí, pero ello no era lo único que me hacía sentir a gusto conmigo mismo, la sola presencia de esa pequeña me daba la fortaleza suficiente para levantarme y afrontar cada día con coraje y valentía, aún cuando de vez en cuando mi pecho dolía al recordar todo lo que me había sucedido con mi madre, ella y Robert me daban motivos de sobra para querer seguir adelante.
Continuará
Voten y comenten si les ha gustado el capítulo, también recuerden apoyar el libro en las plataformas Alphanovel y Manobook para poder seguir publicando capítulos gratuitos con más frecuencia <3
Y no te olvides de dejar un comentario de apoyo, enserio te lo agradezco <3
- Gema
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro