124 - 'Familia'
Navidad y año nuevo pasaron volando, ambas fiestas las pasamos en casa, rodeados de la familia y socios de mi esposo, era odioso estar cerca de esos adinerados hombres machistas, la ventaja era, que ya yo había aprendido a nadar entre esos tiburones hambrientos, me llevó mucho tiempo y muchas humillaciones, pero finalmente me estaba adaptando a mi nueva vida, formando parte del clan Dawson.
Cuando enero llegó, Robert y yo empezamos a prepararnos para los trámites de adopción legal, en cualquier momento podía llegar una visitadora social, por lo que tratábamos que la casa siempre estuviera limpia, presentable, el problema era, que nuestro principal impedimento para llevar a cabo nuestros planes, y que todo saliera bien con respecto a la adopción, era la propia Rose.
— Roselyn por favor para de lloraar — me quejé mientras caminaba por toda la sala tratando de arrullarla, llevaba horas en eso, pero por más que lo intentaba, a mi pequeña no se le antojaba dormirse todavía.
— Trata de darle de comer de nuevo — dijo Robert mientras se me acercaba con un biberón en mano, tenía el cabello revuelto y unas ojeras muy pronunciadas en su rostro, por primera vez en toda mi vida, ví al señor Dawson igual de desaliñado que como yo solía lucir de vez en cuando, imaginen a qué punto debió llevarnos Rose para lograr eso.
— Veamos — murmuré tomando el biberón para ofrecérselo, pero ella no quería comer — No tiene hambre, ¡¿entonces qué le pasa?!
— Déjame intentarlo — dijo él mientras tomaba a la niña en brazos y la recostaba en su hombro, dándole suaves golpes en la espalda mientras murmuraba una canción de cuna para tratar de arrullarla, aunque el que se sentía a punto de caer rendido era yo, pero era más por el cansancio y el sueño que por otra cosa.
— Es todo, voy a llamar a Teresa — dije para ir hacía el teléfono de la sala.
— ¡Déjala Taylor, está resfriada! por favor, nosotros podemos con ella.
— Ya intentamos de todo, Robert — me quejé — ¡Hasta Algodón se quedó dormido primero!
— Algodón ya no es un cachorro — renegó mientras paseaba por la sala con ella en brazos — Duerme bebita, duerme ya.
— ¿Crees que se sienta mal? — pregunté mientras me acercaba a él para palpar la frente de la bebé, quien dejó de llorar un momento mientras me veía con detenimiento, eso me hizo sonreír por inercia — Hola, ¿porqué no te quieres dormir aún?
— Bien, al menos ya no llora — dijo Robert suspirando suavemente — Eso es bueno, ahora solo hay que...— de repente Robert dejó de hablar, mirando curioso a Rose.
— ¿Qué pasa? — pregunté, aunque un aroma que llegó a mi nariz respondió rápidamente mis dudas — ¡Ay por Dios!
— Es tu turno — dijo mientras intentaba darme a la niña.
— ¡Yo la cambié la última vez!
— La última vez el pañal estaba limpio, eso no cuenta; además yo tuve que bañarla ¡y me vomitó el cabello!
— Te advertí que la leche descremada le afectaría — dije burlonamente, mientras ella empezaba a reír sin más — Jaj mira, tal parece que le divierte vernos discutir.
— No me cambies el tema, Taylor — me regañó mientras me entregaba a la bebé — Iré por ropa limpia, vé y cámbiala.
— ¿Porqué yo? — me quejé con frustración, para sujetar a Rose con cuidado e ir a la alcoba para cambiarle el pañal a ese pequeño zorrillo al que debía llamar "mi hija".
-
— Bien, todo listo — murmuré mientras terminaba de ajustarle el pañal — Oficialmente me quedé sin olfato gracias a ti.
Ella rió ligeramente al oírme, su risa esa música para mis oídos, me alegraba el corazón aún cuando yo solo me sentía exhausto, nunca creí que podría amar tanto a un ser humano que no compartía mi sangre, pero cada día que pasaba junto a Rose, sentía que podía morir por ella, y lo haría con gusto.
— La niña casi no tiene suéters — dijo Robert al entrar a la habitación de Rose, era bastante grande y hermosa, pintada de blanco y rosa, con juguetes y adornos alrededor, y un móvil bellísimo sobre la cuna.
— ¿Es chiste? — dije incrédulamente.
— No te miento, apenas y conseguí este conjunto.
— ¡Robert esta niña tiene más ropa de la que yo tenía cuando te conocí! ¡que a ti no te guste que repita conjuntos es otra cosa!
— Hace mucho frío, ¿quieres que se congele mi pingüinita? — reí de lado cuando le escuché decir eso, nunca creí ver a Robert tan complaciente y sumiso, ni siquiera conmigo actuaba así, pero en vez de disgustarme, me encantaba, era tierno, además de que podía burlarme de él.
Robert vistió a Rose con calma y paciencia, ella lo miraba con curiosidad, ¿habrá creído que él era mujer por su cabello y por la gentileza con que la trataba? No lo sé, pero me causa gracia y ternura imaginarlo.
— Bien linda — susurró mientras la cargaba con cuidado, aunque apenas la recostó en su hombro, ella empezó a llorar otra vez — Ay por Dios ¡¿ahora qué hice?!
— Déjame ver — murmuré tomándola en brazos, y apenas la recosté en mi pecho, ella dejó de llorar, cosa que hizo que Robert suspirara y me mirara con pesar.
— Deberías meterte en la cuna con ella, tal vez eso dé resultados positivos.
— Ay Robert — murmuré acercándome a su mejilla para besarla suavemente — No te pongas celoso por esto, ella es demasiado jóven para tener preferencias ¿no crees?
— No son celos, Ty; solo... — tomó aire mientras pasaba su mano por su rostro — No lo sé, a veces siento que ella me odia.
— No te odia, solo está cansada, eso es todo.
— Ella siempre se emociona al verte, a mí solo se me queda mirando como si no supiera quien soy.
— Creeme, ella te conoce — susurré frotando mi nariz contra la suya, noté un puchero en el rostro del señor Dawson, eso me mató de ternura, de hecho toda esa situación se me hacía sumamente tierna, nunca imaginé ver a Robert así, aunque claro, si él añoraba ser padre, lo menos que debía esperarme era que esa situación sacara sus mayores nervios e inseguridades a flote, yo entendía cómo se sentía eso, por eso traté de ser empático con él.
-
11:27 de la noche, Robert y yo seguíamos sin poder pegar un ojo, Rose no se quedaba quieta en absoluto, por más que le dábamos leche tibia y la paseábamos por toda la casa, simplemente nada resultaba, ahora el que quería llorar era yo.
Miraba fijamente la televisión junto a Robert, meciendo a la bebé en mis brazos para que se durmiera, pero ella solo se nos quedaba viendo fijamente con curiosidad.
— Tengo una idea — dije volteando a ver a Robert, quien cabeceaba tratando de no quedarse dormido en el sofá mientras veíamos los pitufos.
— Te escucho.
— Deberíamos ponerles sedantes en la leche— dije en tono burlón, pero mi broma no logró persuadir el semblante agotado y serio de mi esposo, cosa que me hizo suspirar pesadamente y verlo con timidez — ¿Te arrepientes?
— ¿De qué? — preguntó volteando a verme, yo mantuve silencio por un rato, pero él intuyó rápidamente lo que yo trataba de decir — ¡No, Taylor por supuesto que no! ¿cómo crees que podría arrepentirme de esto?
— Es que te noto cansado y muy molesto, y-y como dijiste que tal vez Rose te odia... — murmuré mirando a otro lado, pero él rápidamente me tomó de las mejillas para hacerme verlo a los ojos.
— Ella y tú han sido lo mejor que me ha pasado — recalcó — S-Solo estoy algo cansado, y... lo admito, me frustra pensar que, desde hace años he querido ser padre, y ahora ni siquiera soy capaz de hacer que ella logre dormirse.
— No te sientas mal, nadie dijo que esto sería fácil — afirmé besándole la mejilla — Es normal cometer errores, pero para eso somos un equipo ¿no? si uno rompe algo, el otro lo repara.
— Lamento actuar como un idiota, cariño — susurró tomándome de la barbilla para besarme los labios, pero rápidamente se detuvo al ver a Rose — Oye, mira.
Agaché la mirada de golpe, sintiendo un alivio tremendo al verla profundamente dormida en mis brazos.
— Ay por fin — jadee entre susurros — Creí que pasaría la noche aquí.
— Hay que llevarla a la cuna — dijo Robert mientras nos levantábamos con cuidado de despertarla, no queríamos ni respirar por miedo a que eso la hiciera levantarse.
Dejamos a la bebé en la cuna, apagamos las luces y salimos de su habitación para ir a la nuestra, teníamos un radio que nos permitía escuchar cuando ella despertaba, así que estábamos confiados al dejarla sola en su propia habitación.
— Estoy muerto — murmuré arrastrándome hacía la cama — Siento que podría morir de sueño.
— Yo igual — respondió Robert mientras se recostaba conmigo en la cama, nos pesaba todo el cuerpo, es increíble la energía que parecen tener los bebés a ciertas horas de la noche.
Ni siquiera pudimos despedirnos el uno del otro, porque nos quedamos dormidos en seco, prácticamente nos desmayamos en la cama, seguro creyeron que tendríamos sexo esa noche, la verdad planeábamos hacerlo si Rose se quedaba dormida temprano, irónico, ¿no? hasta daba la impresión de que la diablilla se había quedado despierta a propósito, o tal vez solo es la falta de sueño hablando por mí, menos mal que Rose y Robert me entrenaron para aguantar largas horas sin dormir ni siquiera un poco.
Lamentablemente, al cabo de un par de horas, nuestro sueño se vió forzosamente interrumpido por el agudo llanto de Rose, el cual nos despertó a Robert y a mí por igual.
— No puede ser — me quejé — ¿Qué le pasa a esa niñaa?
— Yo iré — murmuró con voz apagada y somnolienta, arrastrándose a la puerta de la habitación, yo sentía que debía ir con él, pero estaba tan cansado, que por más que intenté ponerme de pie, inevitablemente me quedé profundamente dormido en la cama otra vez, no dudo haber roncado bastante, debido a todo el cansancio acumulado que tenía, porque esa no era la primera noche en la que Rose nos tuvo despiertos hasta tarde, me atrevo a jurar que los primeros meses de vida de Rose, ni Robert ni yo dormimos más de cuatro horas por día.
-
Abrí los ojos con dificultad, notando que ya había salido el sol, finalmente. Voltee a los lados en busca de mi esposo, pero la cama estaba totalmente vacía, eso me pareció muy raro, tan raro como el silencio que se respiraba en el aire esa mañana.
Me levanté de la cama casi corriendo, y sin dudarlo salí de la habitación, la puerta de la habitación de Rose estaba abierta, imaginé que Robert habría ido a verla, aunque igual me llevé una sorpresa muy tierna apenas entré.
— ¿Mi amor? — dije al entrar, y apenas lo hice, pude ver a mi esposo sentado en una mecedora que estaba junto a la ventana de la habitación con la bebé en sus brazos, ambos estaban profundamente dormidos, ver esa escena me hizo sonrojarme y sonreír con emoción.
Me acerqué para cargar a Rose con cuidado, y después le besé la frente a Robert con ternura, tal beso le hizo despertarse alerta y ver sus propias manos con preocupación, debió creer que la bebé se había caído o algo así, porque suspiró con alivio al aclarar la vista y ver que ella estaba en mis brazos.
— Hola Ty — respondió levantándose de la mecedora para estirarse — Lamento no haber ido contigo anoche, descubrí por fin cómo lograr que Rose se durmiera.
— ¿Enserio? — dije riendo por debajo — Y veo que ella también te ayudó a dormir.
— Creo que me dormí primero que ella — admitió pasando su mano por su cuello, daba la impresión de que le dolía, sonreí apenado al verle así.
— Oh cariño — murmuré acercándome a él para besar su mejilla con ternura — Buen trabajo, papi.
— Gracias — respondió sonriendo de lado — Estoy exhausto.
— Vé y duerme un poco, yo tomaré el turno de la mañana.
— Gracias cielo — susurró tomando mi mejilla para besarme la frente dulcemente — Tomaré solo una siesta para venir a ayudarte.
— Descuida, duerme cuanto gustes, yo puedo lidiar con tu pingüinita — él sonrió al oírme decir eso, y acto seguido, se marchó a nuestra alcoba para poder dormir un poco, en serio se veía exhausto, y dado que yo pude dormir plácidamente mientras él estaba postrado en la mecedora con la bebé en brazos, sentí que debía premiarlo por sus esfuerzos.
En cuanto Robert se durmió, arreglé a Rose y salí con ella de casa, planeaba comprar algunas cosas para hacerle a Robert un desayuno especial, a modo de premio por haber hecho un buen trabajo durante la guardia nocturna; a él y a mí aún nos ponía nerviosos salir con Rose, pero me sentía confiado, y en cierto modo, me gustaba salir a la calle y presumir a la preciosidad de hija que tenía.
— Buen día — saludé al pasar por una tienda algo grande, solo necesitaba huevos y algo de leche, pero también quería comprar chocolate, a mi esposo le encantaba la leche con chocolate, ¿y ya mencioné que mi intención era premiarlo, no? así que planeaba caminar un poco para conseguir el chocolate en polvo, creerán que era fácil conseguirlo, pero en Londres si no es Earl Grey o el té de la reina, te costaba encontrar ciertas cosas (al menos en mi caso esa así, tal vez era yo el que no sabía dónde buscar).
Caminaba por la acera con Rose en brazos, hace rato que se había despertado ya, pero estaba de lo más tranquila, solo veía todos los colores brillantes que la rodeaban, desde pequeña se notaba que mi hija sería muy lista al crecer, Robert y yo lo sabíamos de sobra, y estábamos muy emocionados y orgullosos de ello.
— A ver, si mal no recuerdo, papá siempre dice que en esta tienda venden de todo — murmuré estando a punto de entrar a un enorme supermercado, aunque de repente sentí cómo alguien chocaba desde atrás conmigo, choque que me hizo voltearme con semblante odioso.
— ¡Oh disculpa! — resonó una voz cínica que me revolvió el estómago, y más fue mi incomodidad al ver una larga cabellera pelirroja y unos enormes pechos rebotando sin más, casi se salían de ese ridículo escote de corazón — Oh, ¿Tyler?
— 'Taylor' — le corregí, me hubiera encantado usar el "maldita bruja" que rebotó por mi mente cuando lo dije, pero era muy temprano para querer discutir, además iba con la bebé, no quería darle un mal ejemplo.
— Oh por Dios, cuánto tiempo sin verte — clamó en un tono algo hipócrita que me estaba reventando el tímpano — Ay cariño, te ves fatal.
— Gracias por notarlo — dije de mala gana con una sonrisa irónica, sabía que no me veía bien, pero me daba igual — Perdona Giselle pero ya debo— traté de desligarme de esa odiosa conversación, pero la exmujer de mi esposo tenía otros planes.
— ¡Oh por Dios! ¿y ese bebé? no me digas que tuviste un hijo.
— Algo así — afirmé mirando con recelo cómo ella parecía tener la intención de cargar a Rose.
— Vaya, eso debió ser muy decepcionante para Robert.
— ¿Porqué habría de serlo? — afirmé con una sonrisa tranquila — Robert añoraba tener hijos, lo sabes de sobra.
— Hijos suyos, no hijos de alguien más, que quién sabe con quién tuviste a esta criaturita tan— menos mal que detuvo sus palabras en seco al detallar los ojazos azules de Rose, porque de no haberlo hecho, creanme que yo la habría abofeteado con muchísimo gusto.
El horror en su cara fue ridículamente gratificante, observaba a Rose como si fuera una mutación rara de tigre con elefante o algo por el estilo, imagino que sus ojos azules la llevaron a pensar que mi nena realmente tenía sangre del señor Dawson, me gustaba que pensara eso, de hecho, le ayudé a creerlo con más fuerza.
— ¿A-Acaso él—
— Te dije, Robert moría por hijos — afirmé sonriendo con gusto.
— No es posible, ¡¿c-cómo es que—
— Cuando quieres conseguir algo, no te rindes hasta que lo consigues — agaché la mirada para ver a mi bebé — Vámonos Roselyn, papá nos espera.
Dicho esto, me di vuelta y la dejé con mil incógnitas en su mente, qué gratificante fue poder presumirle a la mujer que me presumía lo "mucho que enloquecía a mi esposo" cómo yo logré darle a Robert eso que él tanto añoraba tener, y que ella jamás fue capaz de darle, todo por culpa de sus frívolas estupideces.
-
Al terminar mis compras, volví a casa con Rose, y a diferencia de las otras veces que me escabullí para sorprenderlo, Robert ya se había levantado cuando llegué, estaba en la cocina bebiendo té, con un semblante angustiado y serio que me causó gracia.
— Hola — le saludé al llegar.
— ¡¿Dónde demonios estabas?! — me reclamó — ¡¿Te llevaste a la bebé?! ¡¿planeabas conducir con ella en el auto?!
— Relájate, tomé un taxi — dije de lo más tranquilo, me sentía tan feliz luego de refregarle en la cara a esa pelirroja imbécil la estabilidad familiar que teníamos — ¿Quieres cargarla mientras preparo el desayuno?
— De acuerdo — suspiró sujetando a Rose en brazos, besándole la mejilla mientras la detallaba con atención — ¿Adónde te llevó ese lunático, mi pingüinita?
— ¡Oye soy su padre también! — clamé entre risas.
— Seguro estabas muy asustada — murmuró ignorando mis palabras — Descuida no dejaré que él te vuelva a secuestrar así jamás.
— Payaso — renegué entre risas mientras me ponía un delantal y sacaba las cosas de la bolsa de compras — Por cierto, de camino a casa pensaba en que, no hemos decidido un segundo nombre para Rose.
— Yo sí — dijo mientras la detallaba con atención, cosa que ella hacía también, se notaba que ambos se querían por más que Robert creía que ella lo odiaba, los ojos de ella se iluminaban al verle.
— ¿Enserio? ¿y qué, cuál es, "Adele"? — pregunté entre risas burlonas.
— Nope — afirmó en seco, mirándome con picardía, dicha mirada me hizo tomar una cuchara de madera y amenazarlo con ella.
— ¡Robert Oliver Dawson, le pones "Nikita" a mi hija y te juro que voy a cortarte el pene!
— Ese tampoco, el nombre que le quiero poner es— estuvo a punto de hablar, pero el ruido del timbre le interrumpió en seco, y nos hizo vernos el uno al otro con curiosidad, no esperábamos visitas ese día, y de haber sido Yelena, habría entrado sin tocar.
— Yo iré — dije quitándome el delantal para ir escaleras abajo a ver de quién se trataba.
Al llegar a la puerta y abrirla, miré con algo de nerviosismo que se trataba de un par de mujeres que vestían de forma muy elegante, y llevaban algunas formas entre sus manos; una era rubia, y transmitía un aura cálida y tranquila, me recordaba mucho a Mónica, la otra era un poco mayor, de cabello oscuro y mirada severamente filosa, ella en especial ,e hizo tragar en seco con preocupación total.
— B-Buen día — les saludé — ¿L-Les puedo ayudar?
— Buen día, somos del departamento de servicios infantiles — dijo la chica rubia, yo casi me desmayé al oírla — Supimos que solicitaron adoptar a una bebé que tienen aquí a su cuidado, y vinimos a hacer la inspección necesaria.
— ¡A-Ah, c-claro! — clamé sonriendo con nerviosismo — P-Pasen por favor.
Les cedí el paso a casa y me fuí detrás de ellas, inhalando profundamente y rogando para mis adentros que todo saliera bien, mi mente empezó a inundarse de los amargos recuerdos de cuando servicios infantiles fue a casa de Teddy, para alejarme de mi madre para siempre, no quería que la historia se repitiera, no quería que Rose tuviera que pasar por el mismo infierno que yo tuve que pasar, por culpa del bastardo que me arrebató a mi madre.
Continuará
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- Gema
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