123 - 'Milagro Navideño'
— ¡Niños dejen de correr, por Dios santo! — reclamó mi suegra mientras caminaba por la sala cargando algunos platos entre sus manos, yo le ayudaba a poner la mesa para la cena, aunque a veces me tocaba repartir licor para los invitados, qué horrible era ser el anfitrión de la fiesta navideña ese año, sobre todo porque, a los Dawson les dió por invitar a varios de los socios de mi esposo, y entre ellos, estaban Greene padre e hijo, ya se podrán imaginar el humor que yo tenía esa noche.
— Esto es increíble — gruñí de mala gana mientras ponía algunos platos en la mesa.
— Relájate cariño, me encargaré personalmente de que él no se acerque a Robert — dijo mi suegra mientras me palmeaba el hombro —¿Porqué no vas y te vistes? yo termino aquí.
— Bien — murmuré quitándome el delantal para caminar hacía la habitación, aunque apenas llegué, ví con burla cómo mi esposo luchaba por calmar a Rose, quien no dejaba de llorar a gritos.
— Por favor Rose, ¿qué te ocurre? — dijo él con frustración.
— ¿Todo bien por aquí? — pregunté acercándome a ellos — Alguien parece molesta.
— No sé si es el ruido o que no ha dormido bien.
— Probablemente solo tenga hambre — dije mientras la sujetaba en brazos y la recostaba en mi hombro — Ya ya bebé, ¿no ves que asustas a papá con tus berrinches? — dije burlonamente, pero eso no hizo que Robert me mirara con desdén, su mirada de desdén se debió a que, apenas sujeté a la niña, ella dejó de llorar.
— ¿Cómo es que lo logras? Llevo un buen rato tratando de calmarla, y juraría que solo logré alterarla más.
— No lo sé — admití riendo por debajo, para acercarme a Robert y besarle la mejilla — No te sientas mal, eres un amor con Rose, no es tu culpa que ella se sienta algo irritable a veces.
— ¿Irritable eh? sospecho que cuando me quede solo con ella tendré que ir a buscarte a la universidad para que pueda dormirse — renegó mientras se daba vuelta y caminaba a la cama, para tomar una corbata y atarla en su cuello.
— Ajá, ahora trata de decirlo sin que suene a que estás celoso — afirmé burlonamente para acercarme a él y besarle de nuevo la mejilla.
— No estoy celoso, simplemente no entiendo porqué parece quererte más a ti que a mí.
— Estás celoso — insistí, haciendo al señor Dawson chasquear la lengua y verme con fastidio — Relájate Robert, solo es una bebé, te garantizo que en cuanto crezca te va a adorar, y a mí me va a detestar.
— ¿Cómo estás tan seguro?
— Tú eres el consentidor, no me hace falta ser mago para adivinar cómo serán las cosas aquí en casa — él rió finalmente en cuanto me escuchó decir eso.
— Y yo que temía que te pusiera celoso que le cumpla más caprichos a ella que a ti.
— Para nada, es nuestra bebé, cumplele todos los caprichos que quieras, pero si la dejas conducir el auto cuando crezca, te ahorco — le amenacé, dando ligeros golpes en la espalda de Rose.
— ¿Estás loco? ninguno tocará mi auto.
— ¿Cómo puedes amar tanto un maldito auto? — gruñí, logrando que él riera de nuevo.
Me alertó escuchar cómo sonaba mi celular, rápidamente me acerqué a la mesa de noche para tomarlo y revisarlo, pero al leer el identificador de llamada, un nudo se formó en mi garganta, y un dolor brusco se acentuó en mi pecho.
— ¿Qué ocurre, Ty? — preguntó acercándose hacía mí.
Rápidamente colgué la llamada y volví a dejar el teléfono en su sitio, mientras un semblante de odio y frustración se mostraba en mi rostro.
— ¿Quién te llamó, Taylor? — insistió.
— ... Teddy — murmuré con voz tensa, Robert me miró con absoluta preocupación, debió creer que había enloquecido.
— ¿Taylor de qué estás—
— Los muertos no hablan, ¿verdad? — pregunté incrédulamente mientras lo volteaba a ver — Es el número de la casa de Teddy, no me es difícil deducir quién es la maldita escoria que intenta llamarme entonces.
— ¿Insinúas que tu padrastro te está llamando?
— A menos que Teddy tenga teléfono en el más allá, es lo más probable — clamé con ironía, mientras sentía mis ojos cristalizarse.
Rose de repente empezó a agitarse un poco, por lo que seguí arrullándola y dándole golpes en la espalda, aunque mi pecho empezó a latir con mucho pánico y nerviosismo, ¿qué quería ese tipo conmigo? no lo sabía, y no quería saberlo, en realidad.
— Deberías salir ya — dije con voz algo apagada — Tu familia te está esperando.
— Mi familia está aquí — respondió para acercarse a mí, y besarme suavemente la frente — No pienso irme si te está ocurriendo algo.
— No me ocurre nada — murmuré viendo de reojo a Rose — Solo... no quiero hablar con él, ese sujeto mató a mi madre, lo menos que quiero ahora es tener que dirigirle la palabra.
— Puedo hablar con él, si quieres.
— No amor, enserio, por ahora solo quiero que nos enfoquemos en Rose, olvidemos por completo a ese idiota ¿de acuerdo?
— ¿Y si sigue insistiendo al llamar? no puedes tener el teléfono apagado para siempre, y no quiero que en un viaje que hagamos a Detroit quiera ir a buscarte.
— Eso no pasará — dije tratando de sonar confiado, pero la verdad, era que mi mayor preocupación de volver a Detroit era esa, encontrarme con el maldito que arruinó toda mi vida, el culpable de toda mi miseria, quien aún cuando ya me había arrebatado a Teddy, no pretendía dejarme en paz.
— Te creo, pero si el sujeto sigue insistiendo yo personalmente voy a lidiar con él, Taylor, y no quiero objeciones de tu parte.
— No te busques problemas ¿sí? mucho menos ahora que tenemos a alguien a quien cuidar — dije tratando de sonar melodramático, él sonrió para acercarse a nosotros, besar la frente de Rose, y luego besar la mía, era tan amoroso con ambos, amaba la forma en la que se dedicaba a mimarnos a la bebé y a mí.
— No pienso dejarlos solos, es una promesa — susurró estando a punto de besarme los labios, pero el ruido de la puerta nos detuvo en seco.
— ¡Robert, Samuel Greene ya llegó! — resonó la voz de mi suegro, voz que me irritó bastante, pero más me irritó el mensaje que transmitía.
— Te darán el beso de año nuevo antes de tiempo, ¿eh? — murmuré incrédulamente, ganándome una mirada seria de parte de mi esposo — Tienes historial delictivo, Dawson; no quieras parecer inocente frente a mí.
— Estaré a tu lado en todo momento de la noche, así si él quiere propasarse, mi esposo podrá golpearle la cara como hizo la primera vez.
— Debí golpearlo un poco más — murmuré palmeando la espalda de la bebé, haciendo que Robert riera cínicamente, esa risa casi me hace abofetearlo, no sé exactamente porqué.
-
— Es una nena hermosa — decía mi suegra mientras arrullaba a Rose, quien sonreía inocentemente a todo el que la cargaba, aunque ella ya parecía familiarizada con su entorno, porque cuando nos veía a Robert y a mí, a Yelena (sorprendentemente) o a los niños, su risa se volvía mágica y muy entusiasta — A veces me cuesta mucho creer que es adoptada, tiene tanto parecido a Robert que fácilmente puede ser su hija.
— Ya lo es, madre — dijo mi esposo, logrando que un hermoso calor abrazara mi corazón, irónico ¿no? el sujeto que no quería hijos ahora era una mamá gallina, nunca renieguen de nada en sus vidas muchachos, les puede salpicar en la cara como a mí.
— ¿Puedo cargar a la bebé de Madonna, abuelita? — preguntó Charlie, yo no pude evitar reír al oírle decir eso.
— Se llama Rose, Charlie — Will le corrigió.
— Bebé de Madonna suena lindo — dijo mi esposo, quien luchaba sobremanera por no voltear mucho, ya que cerca suyo estaba cierto chico pelirrojo que me ponía los nervios de punta, y quien (por obvias razones) ni siquiera me dirigía la mirada, mucho menos al ver que Robert y yo gozábamos de un calor de familia envidiable, sobre todo al tener ya una pequeña bebé a nuestro cuidado, pero como siempre, los comentarios venenosos no se hicieron esperar.
— Así que, la encontraron abandonada, y a los pocos días decidieron adoptar — dijo un sujeto de traje que estaba sentado ahí con nosotros, era un socio de Robert, pero era más amigo de John que suyo.
— Exacto — afirmó mi esposo, rodeando mi cuello con su brazo.
— Vaya, una decisión algo precipitada — afirmó tal sujeto, logrando que un aire de tensión enorme invadiera la habitación.
— Oh tonterías — dijo mi suegra — Es muy noble que quieran darle un hogar a una pequeña que está tan sola.
— Acaban de casarse, ni siquiera saben si se entenderán a largo plazo, ¿porqué atarse con una hija entonces, y además condenar a la niña a una vida de confusión y angustia? — afirmó otro de los socios de mi esposo, quien los miró a ambos con absoluta severidad.
— Es un buen punto — afirmó Greene, ¿porqué los ancianos opinan sin que nadie les haya pedido hacerlo? es tan odioso que me da asco.
En cualquier otro momento, en cualquier otra situación de mi vida, me habría callado y me habría ido a encerrar junto con la bebé, pero esos días mis nervios estaban de punta, así que, sin que yo lo pudiera controlar, mi lado sociópata salió a saludar, y a dar su opinión igualmente.
— Vaya que no saben disimular ¿eh? — dije cínicamente, ganándome que el padre de Robert me mirara con severidad, mi esposo no me dijo nada, imagino que le agradó que yo no me quedara callado — Supongo que esta es una decisión que nos concierne solo a Robert y a mí, las opiniones externas solo sirven para hacer ruido de fondo.
— ¡¿Cómo se atreve a respondernos así?! — reclamó Greene, quien obviamente tenía diferencias sin resolver conmigo, luego del golpe que le di a su hijo en la cara, pero él sabía que si se me venía encima, Robert iba a interceder, y no creo que haga falta decir de qué lado se va a inclinar mi adorado esposo.
Repentinamente escuché una voz resonar en el lugar, voz que creí, iba a ponerse de lado de ellos y regañarme, pero, sorprendentemente, esa voz no se dispuso a atacarme, sino a defenderme.
— Caballeros, están ahogándose en un vaso de agua — habló aquella mujer con la finura y el talento oratorio digno de la familia Dawson — El sueño de mi hermano siempre ha sido tener una familia, es entendible que él quiera tener a su propia hija, ¿y qué mejor forma de hacerlo cuando encuentran a una criatura que necesita a una familia que vele por ella? Además, Taylor tiene razón, está de más que quieran dar un punto de vista, sobre algo que ya se ha decidido.
Parpadee un par de veces tratando de distinguir si era real lo que veían mis ojos, Alice Dawson, mi mayor detractora, estaba ¡¿poniéndose de nuestra parte?! algo en sus palabras sonaba bastante hipócrita, pero hey, ¡nos estaba defendiendo!
— Mi hija tiene razón — dijo mi suegra — Por favor caballeros, ¿qué ganan con este tipo de preguntas? saben cómo es Robert, cuando toma una decisión, no hay poder humano que lo haga cambiar de parecer.
— Lo dices como si yo fuera una mula terca, madre — murmuró mi esposo con ironía, reí por debajo mientras le pellizcaba la mejilla.
— No es muy falso que digamos, amor — canturree, notando de reojo cómo Greene me observaba con desdén, mirada que me hizo sonreír con malicia, y tomar las mejillas de mi esposo para plantarle un beso en medio de todas esas personas, sonriendo para mis adentros al notar cómo su hijo (que estaba sentado junto a su padre, bastante lejos de mí) miró a otro lado con molestia, ahh, qué bien se siente marcar territorio.
— Ahh, amor jóven — habló una voz femenina que venía llegando, con muchas bolsas de regalos en sus manos.
— Llegas tarde, Yel — dijo Robert apartándose del beso.
— Santa no aparece hasta después de medianoche, cariño — dijo con aquel cinismo tan característico en ella, noté que uno de los hombres rodó sus ojos con fastidio, al parecer a aquellos hombres machistas no les agradaba la extravagante personalidad de Yelena, pero desde luego, a ella eso le daba muy igual.
-
Al empezar el intercambio de regalos, todos estaban entusiasmados abriendo cajas y obsequios, los niños más que nada estaban enloquecidos con todo lo que los adultos les estaban dando, fue muy tierno a decir verdad, y me mató de ternura cómo Yelena trajo muchas cosas para mis sobrinos y para Rose, se notaba que ella era igual de extremista que Robert a la hora de dar regalos.
Robert me tomó del brazo y me llevó a una parte más apartada de la casa, esto me hizo sonreír con malicia, creí que sus planes tenían fines sexuales, me sorprende mucho haberme equivocado.
— Oye — canturree entre risas — Si los niños nos escuchan nos vas a meter en problemas.
— No oirán nada — susurró mientras me acorralaba contra la pared — Nuestra fiesta empezará cuando todos se vayan.
— Me gusta cómo suena eso — murmuré tomándole del cuello para intentar besarlo, pero él me interrumpió interponiendo sus dedos índice y medio — ¿Qué ocurre?
— Quiero darte algo — afirmó coquetamente.
— Oh Robert, ¡ya te lo dije, no quiero regalos! siempre me haces quedar mal con las cosas que— no pude terminar de quejarme, dado que mi esposo sacó su celular y puso frente a mí un mensaje de texto que le había llegado ese día, donde le informaban que para enero tendríamos una reunión con la abogada, para iniciar el trámite de adopción legal — ¿E-Eso es—
— En enero empezamos el papeleo, calculo que para cuando te reintegres a clases, Rose ya será legalmente nuestra hija — sonreí con emoción al oírle decir eso, y sin dudarlo me colgué en su cuello, riendo con emoción y sintiendo mis ojos cristalizarse en seco.
— ¿Te he dicho cuánto te amo? — pregunté tomándole de las mejillas, él asintió con la cabeza para darme un lento beso en los labios, al que correspondí derramando una lágrima de emoción.
— Le daré un aumento a Teresa, no podemos arriesgarnos a perderla ahora que la necesitamos tanto.
— Sin Teresa esta casa se cae — bromee.
— Sin Teresa me voy a morir de hambre — correspondió a mis burlas, haciéndonos a ambos reír por igual.
Tomó mi mano y la besó con dulzura, provocando un gran rubor en mis mejillas, y que una sonrisa se dibujara de nueva cuenta en mi rostro.
— ¿Sabes? agradezco mucho que Rose llegara a nuestras vidas, siento que ella te ha ayudado a sanar bastante.
— Así es — asentí con la cabeza mientras sonreía tímidamente — Pero tú también lo hiciste, no quiero que lo olvides jamás ¿está bien?
— Está bien— asintió con la cabeza mientras me tomaba del cuello para besarme sutilmente, beso al que correspondí acariciando los brazos de mi esposo.
Ambos nos alertamos al oír un llanto proveniente de la sala, llanto que reconocimos al instante, y por el que fuimos casi corriendo a la sala.
— ¿A quién voy a matar? — dijo Robert mientras llegábamos a la sala, provocando que los presentes empezaran a reír sutilmente.
— Qué papi tan sobreprotector — canturreó Yelena, logrando que Robert le mirara con severidad.
Me asombró ver que era Alice quien sujetaba a Rose en brazos, arrullándola para que dejara de llorar, hasta el momento mi cuñada no se le había acercado a la bebé en ningún momento, por eso me asombró muchísimo que la tuviera en brazos.
— Descuida cariño, la bebé solo lloró porque yo la solté, es todo — dijo mi suegra mientras se nos acercaba para apretarle la mejilla a mi esposo — Qué lindo verte actuando tan sobreprotector con tu nenita.
— Pobre de la criatura cuando sea mayor, Robert le pondrá un rastreador cuando vaya a la secundaria — dijo George, haciéndonos a todos reír, excepto a Robert, quien mostró un semblante pensativo, como si la idea de su hermano le agradara.
— ¿Es chiste, no? — le dije en forma amenazante.
— ¿Qué? no puedo confiar en los hombres — afirmó de forma incrédula mientras iba al sofá a sentarse, Yelena y yo lo miramos con molestia.
— Hipócrita — dijimos ella y yo al unísono, logrando que George riera de forma algo tosca, imagino que él conocía las "mil y un anécdotas" sobre la vida amorosa del señor Dawson en sus años de juventud.
— Mami déjame cargar a la bebé de Madonna — pidió Lorenzo, cosa que me hizo reír por debajo mientras me acercaba a ellos.
— Lo siento cariño, pero la bebé tiene sueño — dijo Alice mientras alzaba la mirada para verme con detenimiento — Deberías acostarla ya, debe descansar.
— C-Claro — asentí con la cabeza, asombrándome al ver cómo ella se levantaba de su asiento para caminar conmigo a nuestra habitación, la alcoba de Rose aún no estaba lista, así que ella debía seguir durmiendo con nosotros, aunque ya Robert le había conseguido su propia cuna.
Guié a Alice a la habitación, ella dejó a la bebé con cuidado en la cuna, pasando suavemente su mano por la mejilla de ella, se notaba que era buena con los niños, yo aún tenía mucho que aprender.
— Debes cuidarla mucho, es una bebé muy linda y dulce, pero también es frágil.
— Lo haré — asentí, mientras ella no dejaba de ver atentamente a la bebé.
— Debió ser aterrador perder a su madre — murmuró, yo sentí un nudo en mi garganta cuando la escuché decir eso — Yo no sé lo que haría si perdiera a mamá, y definitivamente me volvería loca si alejaran a mi hijo de mí.
Volteó a verme con detenimiento, mirada que me puso nervioso, pero más nervioso me puso sentir su mano en mi mejilla.
— Debe ser muy difícil para ti, cuidar de ella sin una madre que te guié por el buen camino.
Mi respiración se agitó en cuanto la escuché decir eso, apreté los dientes para evitar llorar, pero igual sentí una pesadez enorme en mi pecho.
— ... Me habría encantado que la conociera — admití, mientras sonreía tímidamente — E-Ella nunca imaginó tener nietos, imagino que se habría emocionado bastante.
— Seguramente — susurró suavemente — Cuando tuve a Lorenzo, no tenía idea sobre qué hacer, mamá me enseñó todo lo que sé, y creeme, sin ella todo se me habría complicado muchísimo.
Rápidamente tomó mi mano y la apretó con gentileza, tacto que me abrumó muchísimo.
— Sé que nada de lo que haga o diga cambiará todo lo que les hice pasar a mi hermano y a ti, Taylor, pero... quiero remediar mis errores, tratando de actuar de mejor forma en el presente y futuro; por ello, siempre que necesites algún tipo de ayuda o consejo sobre la niña, o simplemente quieras hablar con alguien, yo te puedo escuchar, te prometo que no actuaré con incredulidad, seré la cuñada que debí ser desde el principio contigo.
— Alice yo... — jadee con asombro al oírle — Y-Yo, e-esto... ¿l-lo dices enserio? p-pero t-tú me—
— Eso quedó atrás — me interrumpió en seco — Te he juzgado muy mal, Taylor, el año pasado me dí cuenta de ello, sobre todo la noche de año nuevo, cuando todas mis amigas me juzgaron, pero tú no lo hiciste.
— Eso no importa.
— Sí importa, al defender a Giselle antes que a ti, me di cuenta de que luchaba contra la persona equivocada, quien le brinda felicidad y calor de hogar a mi hermano eres tú, no ella; le diste un hogar a Robert, por Dios santo, ¿cómo podría odiarte después de esto? si con ver el brillo en los ojos de mi hermano, me doy cuenta de que nada logrará hacerlo más feliz, que estar a tu lado, Taylor.
Sonreí tímidamente al oírla decir eso, y no sé si fue un milagro de navidad o la presión del momento, pero ella me abrazó con fuerza, abrazo que al principio me aterró, pero ya después me sentí con la confianza suficiente para corresponderlo.
— ¿Cómo siguen las cosas con Sandro? — pregunté suavemente.
— Bien, gracias por preocuparte — murmuró — Hemos ido a terapia, todo ha mejorado considerablemente entre nosotros.
— Es bueno saberlo, me alegro mucho por ustedes y por Lorenzo — dije mirando de reojo hacía la cuna, sonriendo al ver a la bebé que dormía en ella — Necesitaré aprender muchas cosas sobre bebés.
— Yo te ayudaré con gusto, aunque creo que te va a sobrar ayuda, con mi madre y con Yelena, además de tu amiga americana, tu empleada, y tu hermana.
— La ayuda nunca estorba — murmuré apartándome un poco para sonreírle tímidamente — Muchas gracias, Alice.
— No hay de qué — me sonrió de vuelta con tranquilidad, para acto seguido, caminar a la puerta de la habitación y salir de esta misma, dejándome con un raro sentimiento de asombro y alivio, me costaba creer lo que acababa de pasar, pero al mismo tiempo, era tan gratificante sentir que finalmente podía dejar de temerle a mi cuñada, eso sí que fue un verdadero milagro navideño.
Continuará
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- Gema
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