113 - 'Tragedia'
— La paciente sufrió un paro respiratorio — explicaba el doctor mientras nos miraba a Robert y a mí con seriedad, aunque era mi esposo quien hacía frente a las noticias médicas, yo estaba abrumado por el nerviosismo y la desesperación — Su estado de salud es grave, logramos reanimarla, pero se encuentra muy débil todavía.
— ¿Qué tan grave está? — preguntó Robert, el doctor suspiró mientras nos miraba con atención — Ella ha estado recibiendo tratamiento, ¿eso no ha causado alguna mejoría?
— Los medicamentos solo retrasaron el efecto, pero el daño ya está hecho — escuché eso sin saber exactamente qué decir, mi pecho latía con mucha fuerza, mis manos temblaban, fue un milagro no haberme colapsado en el suelo en ese instante.
— ¿E-Ella se pondrá bien? — pregunté tratando de aferrarme a una pequeña fibra de esperanza, esperaba cualquier respuesta mínimamente positiva para abrazarla con fuerza, pero solo obtuve miradas penosas y abrumadas de parte de Robert y del doctor, miradas que me recordaron muchísimo aquel día en suiza, donde inocentemente pregunté por la madre de un animal que probablemente ya estaba muerta, y tanto Robert como el hombre que se llevó al corzo, me miraron de la misma forma en que lo hicieron mi esposo y el doctor en ese momento.
— La neumonía está en etapa avanzada, me temo que— el doctor trató de hablar, pero la voz de Robert le interrumpió en seco.
— Gracias, doctor — dijo mientras estrechaba la mano ajena, y me tomaba del hombro para alejarme de ese hombre, el deja vu que sentí fue abrumador, ocurrió exactamente lo mismo que pasó con la madre del corzo, Robert trataba de protegerme de una amarga noticia, aunque al hacerlo, sentí que me miraba como si yo fuera débil, tal y como ocurrió con el pequeño corzo; de momento me ví tan reflejado en aquel pequeño animal al que cuidé por una noche, me sentía solo, con frío, totalmente abrumado y sin saber qué esperar de mi alrededor, y sin tener idea sobre si volvería a ver a mi madre o no, sentimiento que no le deseo en vida a absolutamente nadie.
— ¿Crees que no puedo aguantar un simple diagnóstico médico? — pregunté con frialdad, mientras él me guiaba a un banco y me sentaba en el mismo para agacharse frente a mí y apretar mis manos sutilmente.
— No estás bien, y lo que diga ese doctor no te ayudará a sentirte mejor — sonreí incrédulamente al oírle, mientras una lágrima rodaba por mi mejilla — No sabes el dolor que sentí al ver tu cara de angustia y dolor cuando subimos a Teddy al auto, Taylor; creí que te daría un ataque o algo así.
— ¿Y eso te da el derecho de tratarme como si yo fuera un niño?
— No te veo como un niño, pero no por eso dejaré que tu corazón sufra sin razón alguna.
— Mi madre está internada en el hospital, ¿crees que dejaré de sufrir solo por un par de palabras que diga un maldito doctor burocrático y sin empatía? — clamé mientras me levantaba de golpe de aquel banco y trataba de alejarme de Robert, aunque él me abrazó con fuerza y me impidió hacerlo, mientras yo forcejeaba con él y gritoneaba para intentar apartarlo de mí, admiro tanto que Robert no me haya abofeteado en ese instante, yo sí lo habría hecho sin dudarlo.
Me abrazó con fuerza para repartir besos por mi rostro, acariciando mis brazos y rogándome que me calmara, y sus besos surtieron efecto, porque yo poco a poco empecé a bajar la guardia, y solo me quedé aferrado a su cuerpo mientras miraba a la nada con pesar, mi garganta y mi pecho dolían, y ni hablemos de la pesadez en mi cuerpo, sentía que en cualquier momento caería al suelo desmayado.
-
Las horas eran eternas, cada movimiento de las agujas del reloj en aquella sala de espera era cada vez más angustiante para mí, sobre todo porque había mucha gente que entraba y salía del lugar, pero a nosotros aún no nos daban noticias de mi madre.
La mano de Robert acariciaba la mía con suavidad, ambos mirábamos a la nada con pesadez, mirábamos a la nada sin saber qué decirnos, imagino que él pensaba en qué podía decirme para darme confort, pero igual yo no lograba prestarle atención a nada en esos momentos.
— ¿Aún no saben nada? — preguntó la odiosa voz de Stan, quien venía llegando a la sala de espera junto con su esposa; yo negué con la cabeza mientras alzaba los hombros, recostándome del cuerpo de mi esposo mientras él seguía acariciando mi mano con ternura.
— ¿Tienes hambre? — me preguntó al oído, yo negué con la cabeza sin siquiera alzar la mirada — Necesitas comer, mi amor.
— No tengo hambre — respondí en seco, apretando su mano mientras pegaba mi frente en su hombro — ¿Tú tienes hambre?
— No — admitió mientras apretaba mi mano igualmente, Stan nos miraba con frialdad y algo de desdén, pero a mí me dió totalmente igual, Robert era la única fuente de consuelo a mi alrededor, no iba a guardar apariencias en una circunstancia de ese tipo, mucho menos para complacer a gente tan cuadrada y odiosa como él.
Mi corazón latió con fuerza al ver llegar a una enfermera, cuyos tacones resonaban casi tanto como debía de resonar el fuerte palpitar de mi pecho.
— Familiares de Teddy Brown — dijo ella, logrando que todos nos pusiéramos de pie al instante — ¿Quién de ustedes es Taylor?
— S-Soy yo — respondí con rapidez.
— Ella quiere hablar contigo — escuchar aquello me emocionó, pero al mismo tiempo me aterró, porque algo dentro de mi ser, me decía que esa probablemente sería la última conversación que yo llegaría a tener con mi madre.
— N-No puedo — murmuré mientras daba un paso atrás, aunque las manos de Robert me sujetaron y me impidieron caer al piso sin más — ¡Yo no puedo hacerlo, por favor no me hagan ir!
— Taylor — me habló Robert con firmeza, al mismo tiempo que tomaba mis mejillas y me observaba con pesar — Cariño ella quiere verte, debes ir.
— No quiero, tengo miedo.
— Debes ser fuerte, Taylor — respondió mientras tomaba mis manos y las sujetaba con cuidado — Ella está grave, Ty, si no vas y hablas con ella te vas a arrepentir después.
Apreté mis dientes al oír a Robert decirme eso, "tiene razón" pensé de inmediato, pero aún cuando mi mente estaba de acuerdo con las palabras de mi esposo, mi corazón no estaba listo para afrontar tal situación.
Robert me tomó de los hombros y me guió a la habitación de Teddy, nunca le tuve tanto miedo a una puerta como lo sentí al estar frente a la puerta de aquella gélida habitación, y mayor fue mi miedo al ver que Robert daba un paso atrás al estar frente a ella, dándome a entender que él no entraría conmigo.
— Respira — me repitió, cosa que hice, al mismo tiempo que me dispuse a abrir la puerta, y con más terror que el que sentí al irme a Inglaterra, entré a la habitación en cuestión, donde mamá estaba tendida en una de esas camas, rodeada de varios aparatos que medían sus signos vitales, y no es por hacer alarde de mi conocimiento en medicina, pero con ver dichos aparatos supe que mamá estaba considerablemente débil.
— Hola — susurró al verme llegar, mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro. Su voz estaba ronca y débil, se notaba que apenas y lograba respirar.
— Hola mami — murmuré mientras me acercaba a la camilla para sentarme a su lado, y apenas me tuvo cerca, mamá me tomó de las mejillas y las acarició suavemente.
— Te veo triste — murmuró, yo sonreí con pesar al oírle decir eso.
— Lo estoy — admití, luchando por no derramar una lágrima frente a mamá, eso siempre la ponía mal.
— No tienes porqué estarlo, yo me busqué esto, ya te lo dije.
— Anciana necia — renegué sonriendo con pesar — Deja de regañarte por esto ¿sí?
— No es regaño, Ty, solo admito que esto no es culpa tuya, ni nada por el estilo, no quiero que te sientas culpable si algo grave llegara a pasar.
— ¿Cómo quieres que no me sienta culpable? s-si tan solo hubiera llegado antes, o-o si no me hubiera ido en primer lugar, t-te habría dado el tratamiento con tiempo, ¡y nada de esto habría pasado!
— Igual iba a pasar, Taylor — dijo mientras me acariciaba la mejilla — Con o sin ti aquí conmigo, igual iba a reunirme pronto con Tyrone.
— ¿Eso crees? — dije mientras le apretaba sutilmente la mano — Siento que exageras.
— No exagero, más bien afirmo que, de haberte quedado conmigo, solo te habría causado dolor — sonrió cálidamente mientras limpiaba una lágrima que bajaba por mi mejilla — No llores, mi amor, eso te hace daño.
— Mamá— traté de hablar, pero ella no me lo permitió.
— No me arrepiento en absoluto de haberte dejado irte a Londres, cariño; con verte a los ojos sé muy bien que tomé la decisión correcta, con verte, me doy cuenta de que finalmente tienes una vida, plena y llena de felicidad, mientras que aquí, tu solamente existías, pero no sabías lo que era vivir feliz.
— ¿Y tú qué? te abandoné por un hombre, soy el peor hijo del mundo — dije con pesar, mis inseguridades empezaban a salir a flote.
— No Ty, te fuiste por amor, por tu propio bien y tu propia felicidad, eso no te hace un mal hijo; además, yo también puse a un hombre por encima de mis hijos por mucho tiempo, y no hay nada de lo que más me arrepienta justo ahora, que de eso.
Jadee al sentir cómo mamá apretaba mi mano con fuerza.
— Perdóname, Taylor, perdóname por todo, cariño; por no haberte protegido como debí, por no haber estado cuando más me necesitaste, por haberte dejado de lado por Peter y por cuidar de Tyson, no sabes cómo lo lamento, cariño.
— Basta — le rogué mientras le sonreí con dolor — No tengo nada que perdonarte.
— Sí tienes, y no me iré tranquila hasta escuchar que realmente mi hijo no me odia.
— ¿Odiarte? qué cosas dices; yo jamás podría odiarte, ¡te amo, lo sabes! — clamé mientras apoyaba ambos brazos sobre el regazo de mamá y apoyaba la cabeza en el mismo, para verla con pesar — Ya te perdoné hace muchísimo tiempo, no me debes nada.
— Ni tú a mí — murmuró sonriéndome con ternura, mientras pasaba su mano por mi cabello suavemente, recordé de inmediato una tarde de mi niñez, en la que estábamos exactamente en la misma posición, solo que estábamos echados en el patio de nuestro hogar, gozando de la suave brisa otoñal — También quiero pedirte otra cosa, Taylor.
— Dime, te escucho.
— Sé feliz, mi cielo — susurró con ternura — Sé feliz con tu esposo, sé feliz en tu nueva vida, no guardes rencor en tu corazón, yo lo hice por décadas, y eso no me favoreció en absoluto.
— Lo haré, lo prometo — dije mientras varias lágrimas rodaban por mi rostro, odiaba llorar frente a Teddy, pero me dolía mucho estarnos despidiendo de esa forma tan cruda.
— Eres un buen chico, Ty; de corazón muy puro, siempre lo has sido, no dejes que nadie te haga sentir menos jamás ¿de acuerdo?
— Mamá — murmuré mientras alzaba la mirada y la veía con pesar — No te vayas, te lo ruego.
Ella me sonrió con culpa para tomarme de las mejillas y darme un suave y gentil beso en la frente, casi sentí mi pecho detenerse ante la calidez y ternura que demostró en aquel beso, cargado de tanto sentimiento como las lágrimas que rodaban por mis mejillas.
— Perdóname Ty, pero estoy cansada — admitió mientras alzaba los hombros — Tyrone me debe estar esperando, tengo muchas ganas de verlo.
— ¿Me llamas "Ty" en honor a él, verdad?
— Sí — admitió pasando su mano por mi espalda — Sé que puede ser abrumador, pero yo lo amaba mucho, al igual que a ti, solo quería que, aún cuando no eras su hijo, tuvieras un pedacito de él.
— Nunca te pregunté porqué me llamo "Taylor", ¿es por él, también?
— No, es un lindo nombre, y se parece al mío, el apodo solo fue algo que pensé ocasionalmente — admitió mientras alzaba los hombros.
— Estás loca — dije riendo por debajo, para tomar su mejilla y acariciarla suavemente — Y te amo por eso.
— Yo también te amo, y te amaré por siempre, Taylor — murmuró mientras se recostaba cuidadosamente en la cama otra vez — Dile a Robert que cuide mucho de ti ¿de acuerdo?
— Lo hará, te lo prometo — afirmé mientras apretaba con fuerza la mano de mamá, no quería alejarme de ella, aún tenía un pequeño gramo de esperanza de que estaría bien, así que me quedé sentado viéndola con atención, recordando todas las veces en las que me quedé solo, y lo único que podía pensar, era en el calor de los brazos de mi madre, en mi juventud sentí mucho rencor y repudio por mi figura materna por haberme dejado solo, pero en ese momento, en el que cualquiera habría optado por largarse y abandonarla, tal y como ella hizo conmigo, yo preferí quedarme, cuidar de ella hasta el último minuto, hasta el último instante, hasta el último aliento.
— Taylor — habló una voz conocida detrás de mí, voz que me hizo voltear, y al ver que eran Stan y mi esposo, solo pude tragar en seco sin saber qué decir.
— Hola amor — le respondí mientras me levantaba de la camilla, soltando un momento la mano de mamá, para ir hacía Robert y sonreírle con dolor — Está cansada, hay que dejarla dormir un poco.
Me causó curiosidad ver la expresión de preocupación que se dibujaba en el rostro de Robert y de Stan, este último fue corriendo a la camilla donde estaba mamá, viendo con preocupación aquellas máquinas que empezaban a hacer un ruido muy desesperante.
Robert me jaló del brazo para sacarme de ahí, al mismo tiempo que varias enfermeras corrían a atender a mi madre, yo miraba todo eso mientras mi mente no lograba procesar lo que estaba pasando, me sentía perdido, muy aturdido, y más aturdido me sentí al oír el agudo pitido de la máquina que medía el ritmo cardíaco de mamá.
Finalmente Robert logró sacarme de aquella habitación, de la que entraban y salían doctores con desesperación, empezaba a angustiarme ese sentimiento apagado en mi pecho, era como tener un objeto incrustado en mi pecho, que no me permitía sentir el inquietante dolor de la hemorragia, una hemorragia grave y densa, con ver los ojos de preocupación y dolor de mi esposo era fácil deducir eso.
— Taylor, respira — murmuró mientras acariciaba mi mejilla suavemente, yo le miraba sin saber exactamente qué decir, me sentía en piloto automático, no lograba darme cuenta de lo que estaba ocurriendo a mi alrededor, aún cuando una lágrima bajó por la mejilla del propio Robert — Taylor, cariño, lo lamento tanto.
Voltee al ver una silueta conocida caminando hacía nosotros, se trataba de Stan, quien jadeaba pesadamente mientras una lágrima rodaba por su mejilla también.
— Puedes volver a irte a Londres, Taylor, tu madre ya está muerta — escupió de mala gana mientras me miraba con odio absoluto, Robert se levantó de golpe para tomar a Stan del cuello de su camisa, y de no haber sido por un jadeo que salió de mis labios, él sin duda lo habría golpeado con todas sus fuerzas.
Jadee mientras me abrazaba a mí mismo y miraba a la nada con terror, mi garganta se cerró de golpe, mi respiración y mis latidos se agitaron como nunca, al mismo tiempo que de mi boca solo salían pesados jadeos de desesperación, era un ataque de pánico, o al menos eso creo.
Apreté con fuerza los brazos de Robert en cuanto él fue a auxiliarme, me aferré a él y hundí mi cara en su hombro para finalmente romper en un lastimoso y muy escandaloso llanto de pena y dolor absoluto, al mismo tiempo que un frío cruel y denso rodeaba mi cuerpo por completo, era igual al frío que sentí cuando me alejé de Robert, solo que ahora era más crudo y tenso, tanto así, que ni siquiera los brazos de mi esposo lograron darme confort, no sentía nada, solo sentía dolor, angustiante y aparatoso dolor, acompañado de un ardor que me hizo creer que caería muerto al piso junto con mi madre.
-
Me es difícil recordar con exactitud cosas concretas de esos días en los que Teddy falleció, lo más que recuerdo es el frío y el dolor que sentí, pero hechos concretos, son pocos los que logran saltar a mi memoria.
Esa noche es casi inexistente para mí, lo digo porque no recuerdo prácticamente nada, solo recuerdo que no paré de llorar ni por un segundo, aún cuando Robert trataba de darme confort, ni siquiera sus brazos me brindaban calor, nunca creí que los brazos de mi esposo serían tan helados algún día, pero la culpa no era de ellos, la culpa fue mía, fuí yo el que dejó de sentir, porque ellos seguían tan cálidos como siempre.
Recuerdo que esa noche Robert me llevó a la casa de Mónica, no tengo idea qué tipo de discusión habrá tenido con Stan, que quiso alejarme totalmente de ese sujeto lo más que pudo, así que pasé la noche llorando en la cama de Mónica, mientras ella y Robert trataban de darme consuelo con su compañía, aunque nada lograba consolarme en absoluto.
Cuando el día llegó, pude notar que Robert hablaba por teléfono con algo de misticismo, imagino que fue él quien hizo los arreglos fúnebres, y agradezco tanto que lo hiciera, porque yo me sentía totalmente indispuesto.
Mónica me ayudó a vestirme, y entre ambos me llevaron al auto de Robert para irnos al sitio donde se llevaría a cabo el funeral, yo solo me dejé llevar sin más, mientras varias lágrimas seguían rodando por mis mejillas.
— Solo estaba cansada — susurré con pesar, ambos voltearon a verme con asombro, eran las primeras palabras que me animé a pronunciar en horas enteras — Ella solo quería dormir un poco, nada más.
— Lo lamento tanto, Ty — dijo Mónica mientras me acariciaba la mejilla suavemente, yo miré por la ventana cómo el cielo se tornaba gris, y varias gotas de lluvia comenzaban a mojar la ventana del auto.
Apenas llegamos al cementerio, Robert me tomó del brazo y me guió al lugar en cuestión, a medida que nos íbamos acercando yo iba frenando el paso, no quería ver el ataúd, y mucho menos quería ver a la persona que estaba dentro de él.
— No — jadee mientras caminaba hacía atrás — No quiero.
— Ty — dijo Robert mirándome con pesar.
— Te lo ruego, no quiero ver eso — dije mientras apretaba con fuerza las manos de mi esposo, él me observó atentamente sin saber qué decirme, solo inhaló profundamente para tomar mi mano y guiarme por aquel sendero de flores y rocas, él le hizo una seña a Mónica para que se adelantara, tal parece que quería que estuviéramos unos minutos a solas.
— Ella fue una gran mujer — murmuró mientras apretaba mi mano y me veía con atención — Y te amó como nadie, ¿sí sabes eso, verdad?
— Sí — asentí con la cabeza mientras veía fijamente el suelo lleno de rocas y lápidas, tratando de no pisar ninguna de estas.
— La muerte no es fallecer, Ty, morir es ser olvidado, mientras la tengas presente en tu corazón, tu madre vivirá por siempre — apreté con fuerza mis dientes al oírle decir eso, entendía bien porqué me decía esas palabras, y lo amaba por eso, pero yo no quería sermones, no tenía paciencia para tolerarlos en ese instante.
— Está muerta, Robert — reclamé mirándole con seriedad — No va a volver, aunque la lleve en el corazón, ¿o sí?
Él inhaló profundamente para tomarme del hombro y abrazarme con fuerza, abrazo al que me aferré mientras hundía mi cara en el hombro ajeno.
— Normalmente sé qué decirte, pero hoy... me cuesta trabajo hallar palabras para reconfortante, lamento mucho no saber cómo brindarte confort en un momento como este, cielo.
— No hace falta que digas nada — susurré aferrándome más a su cuerpo — Con que estés aquí conmigo es más que suficiente para mí.
— Siempre estaré para ti, lo prometo — murmuró mientras me daba un cálido beso en la frente, beso que me hizo verle a los ojos mientras varias lágrimas rodaban por mis mejillas — Le prometí a Teddy que te amaría y te cuidaría bien, y pienso cumplir con esa promesa.
— Ella lo sabía, lo sabía muy bien — admití mientras abrazaba a Robert del cuello para hundir mi cara en su hombro, mientras él acariciaba mi espalda y trataba de consolarme, aunque sus caricias no lograban apagar el ardor en mi pecho, por más que enserio lo intentó.
Continuará
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- Gema
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