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102 - 'Esposos'

Me duché y nos fuimos de la casa de mis suegros, todos ya habían tomado rumbo a la playa donde sería la boda, no sabía que debíamos viajar durante tres horas en auto para llegar allá, y lo peor del asunto fue tener que aguantar las miradas recelosas y burlonas de las personas que viajaban conmigo, quienes no dejaban de ver las mordidas y chupetones en mi cuello, pero poco o nada me importó lo que decían, yo estaba satisfecho, esa definitivamente fue la mejor despedida de soltero que alguna vez pude imaginar.


— ¡Al fin llegamos! — dije de mala gana mientras bajábamos del auto, y apenas lo hicimos, Raquel y Mónica me empujaron hacía el sitio donde me iban a arreglar, la boda sería al atardecer, por lo que teníamos que darnos prisa.


-


— Luces hermoso, Ty — dijo Moni mientras terminaba de usar la rizadora en mi cabello, yo miraba mi propio reflejo sin poder creer que era yo el sujeto al que estaban arreglando, no podía ser ese Taylor Atwood, era un chico demasiado encantador para ser él.


— Robert va a volverse loco cuando te vea — dijo Raquel mientras maquillaba un poco los chupetones en mi cuello, el traje blanco que llevaba puesto no tenía el cuello tan largo, por lo que sí o sí debían maquillar las marcas de lujuria que Dawson dejó en mi piel.


— Ustedes dos hacen magia sin duda — murmuré sonriendo tímidamente, sin dejar de ver mi propio reflejo en el espejo.


— Oh por Dios — murmuró mi suegra mientras llegaba al lugar, y veía cómo terminaban de arreglarme — Ay cariño, estás precioso.


— Gracias, Catherine — dije mientras me levantaba para abrazarla — ¿Robert ya se—


— Así es — dijo ella mientras se apartaba un poco de mí — Ya todo está listo, solo faltas tú.


— Sin presión — dije sonriendo con algo de nerviosismo, aunque me calmó sentir cómo llegaba mi madre desde atrás y me entregaba el ramo de flores blancas y rosadas (color que no me agradaba del todo, pero todo el mundo insistía que era de buena suerte, así que no tuve manera de objetar al respecto).


— Todo estará bien, cielo — dijo mi suegra mientras me palmeaba la mejilla, para después apartarse y marcharse del lugar.


— ¿Solo soy yo, o a ustedes también los pone nerviosos esa mujer? — dijo mi madre con cinismo, yo reí por debajo mientras miraba con atención el ramo de flores entre mis manos.


Voltee a ver mi propio reflejo en el espejo, "me voy a casar" apareció de golpe en mi mente, como una verdad de la que yo no era consciente todavía, hasta que finalmente llegó el momento de la verdad, y de nuevo, me sentí asustado.


— Bien, es hora de salir — dijo Mónica mientras me empujaba hacía la puerta de aquella habitación donde me estaban arreglando, yo caminaba mientras todo a mi alrededor empezaba a darme vueltas, afortunadamente no había querido comer nada temprano, menos mal que fue así, o habría terminado por vomitar mi traje.


Al salir de aquella enorme casa vacacional (que era el lugar donde se estaba llevando a cabo tal evento) vi frente a nosotros el sitio donde se llevaría a cabo la ceremonia, una pequeña carpa y muchas sillas alrededor suyo, donde un montón de personas estaban a la espera de verme llegar, eso hizo que mi nerviosismo se multiplicara, y que me fuera imposible dar un paso más hacía adelante.


— Bien, dama de honor, vé a tu lugar — dijo un sujeto mientras se acercaba a nosotros, parecía ser el organizador del evento o algo así.


— Mucha suerte — murmuró Mónica mientras me besaba la mejilla y se iba junto con Raquel al lugar que le correspondía, yo me quedé petrificado viendo a las personas a mi alrededor, el sujeto me hablaba para tratar de hacerme entrar en razón, pero yo no era capaz de darme cuenta de lo que estaba sucediendo a mi alrededor.


— Taylor — habló Teddy mientras me palmeaba el brazo, pero yo rápidamente me aparté de ella para dar un paso atrás.


— P-Perdón, yo— traté de excusarme, pero de pronto comencé a perder el aliento, mientras miraba a mamá y al sujeto observarme con algo de seriedad — S-Solo denme un minuto.


— ¡Debes salir ahora! — dijo el sujeto, yo miré a los lados sin saber qué hacer, mi pecho empezó a latir con muchísima fuerza, me sentía muy angustiado, y lo peor, es que ni siquiera sabía bien el porqué.


Repentinamente mi mirada chocó con una silueta que estaba parada al final de aquel sendero de rosas, específicamente en el altar donde se llevaría a cabo la ceremonia; mis mejillas ardieron de golpe cuando lo vi, más hermoso que nunca, con aires relajados y soberbios, dando a entender que nada ni nadie podría igualarsele, y es que, la verdad era esa, nadie igualaría la galantería y el porte del hombre con el que iba a casarme, eso es algo de lo que yo nunca iba a sentirme inseguro jamás.


Sonreí de lado en cuanto lo vi, y de inmediato todo mi miedo y mi angustia se esfumó, "¿porqué estás tan aterrado? es Robert quien te está esperando" pensé, al mismo tiempo que tomaba una gran bocanada de aire y sonreía con entusiasmo, era absurdo tener miedo, sobre todo al pensar que era el amor de mi vida quien me estaba esperando para casarnos, esa fue la verdad que rebotó en mi mente de golpe, y que me hizo avanzar sin miedo finalmente.


Caminé de nuevo hacía mamá, para extender mi brazo y dejarla que lo sujetara con firmeza, logrando que ella me mirara con detenimiento y algo de curiosidad.


— Perdona, un pequeño ataque de pánico — me excusé, sin siquiera dejar de mirar al caballero de ojos azules y larga cabellera negra que me estaba esperando en el altar para convertirme en su esposo, pensar en eso me hizo sonreír y morderme sutilmente el labio inferior.


— Creí que te irías corriendo — dijo mi madre de manera burlona, reí por debajo al oírla decir eso.


— ¿Y dejar plantado al hombre guapo que me espera en el altar? ni loco — dije con algo de cinismo mientras alzaba la cabeza y escuchaba las instrucciones que me dió el sujeto junto a nosotros.


Me sorprendió mucho ver que, al empezar la ceremonia, los sobrinos de Robert fueron los que empezaron a regar las flores por el sendero de arena en el que yo debía caminar, creía que los hermanos de mi prometido no se atreverían a ir, tal parece que ellos no eran tan crueles como pensábamos.


— Aún recuerdo cuando naciste — murmuró Teddy mientras observaba a Charlie regar las flores — Eras tan pequeño, tan frágil, sentía que tu estancia en este mundo no sería muy larga, pensar eso me dolía bastante; y ahora, estás casándote — sonreí de lado al oírla decirme eso — La vida es un misterio absoluto, ¿no crees?


— Ya lo creo que sí — murmuré mientras apretaba con fuerza la mano de mi madre, aún me sentía nervioso, pero, al ver a Robert, adquirí de inmediato la fortaleza que necesitaba para caminar con orgullo hacía el altar, porque sí, no podía sentirme más orgulloso y feliz de poder casarme con Robert Dawson, casarme con él hacía que cualquier cosa en mi vida valiera completamente la pena, me daba igual lo que pudiera venir en el futuro, con tal y lo tuviera a él a mi lado, yo aceptaría cualquier cosa, con los brazos abiertos (oh, maldita ironía, ¿porqué no me dejas en paz?).


De repente empezó a sonar una suave melodía lenta y dulce, al mismo tiempo que el sujeto me hacía una seña para que empezara a caminar junto a Teddy, ella me sujetaba para evitar que me fuera corriendo al altar, el paso debía ser pausado, y yo detestaba caminar con lentitud.


Las personas me miraban con detenimiento, algunas con recelo, otras conmovidas y emocionadas, y algunos me miraban de manera burlona, algo que no terminaba de entender, pero poco o nada me importó, había esperado ese momento desde hace meses, ni loco iba a permitir que unas personas odiosas lo arruinaran.


Estando a pocos pasos del altar, empecé a recordar pequeños fragmentos de mi historia con el señor Dawson; la primera vez que nos vimos, el primer café, el primer beso, la primera vez que le pedí que me hiciera el amor, la tarde en el parque, el día que me mudé con él, la propuesta de matrimonio; cada momento a su lado había sido muy especial para mí, hasta los instantes donde solo nos dedicábamos a pelear, fueron de los más bellos y especiales de toda mi vida, vida que yo no cambiaría por nada del mundo, ni en un millón de años me atrevería a cambiar todo lo que me tocó vivir, y si debía de morir y de reencarnar en otra piel, indudablemente correría a buscar a Robert para robarle un beso, y así poder enamorarnos una vez más.


En cuanto nos detuvimos frente al altar, Teddy me besó la mejilla para apartarse de mí e ir a sentarse junto a la madre de Robert, mis ojos se cristalizaron de golpe en cuanto ella me dejó en el altar, pero apenas me dejó, el hombre de traje negro y sonrisa hermosa tomó mi mano y me hizo pararme a su lado, para escuchar atentamente las palabras del hombre que estaba dirigiendo la ceremonia.


Miré de reojo a las personas que estaban paradas junto a mi prometido, se trataba de Yelena y de George, realmente me asombraba que él estuviera ahí, y más asombroso era que Robert lo dejara ser su padrino después del desplante que le habían hecho, "familia es familia" deben estar pensando, pero mi novio era rencoroso, y mucho, costaba mucho obtener que él olvidara un desplante, solo conmigo era condescendiente, y no lo era todo el tiempo.


— Queridos hermanos, estamos aquí para unir a esta jóven pareja en sagrado matrimonio — habló el hombre que estaba frente a nosotros, esas palabras que dijo erizaron completamente mi piel, cada fibra de mi cuerpo temblaba, me estaba esforzando abismalmente para no empezar a llorar como todo un idiota, enserio no quería hacer eso, se podía malinterpretar mucho que yo llorara en mi propia boda.


— Estás precioso — me susurraron suavemente cerca del oído, cosa que me hizo ver de reojo al hombre a mi lado, quien me dedicó una cálida sonrisa mientras de fondo el padre decía el típico sermón matrimonial, al que poco o nada de atención le dediqué, todo por ver los hermosos ojos del hombre con el que me estaba casando.


— Ahora escuchemos los votos, por favor; tengo entendido que ustedes escribieron sus propios votos.


— Así es — dijimos al unísono, el drama de los votos hizo que Robert decidiera que lo mejor era ser originales, el problema era, que yo no era bueno con las palabras, sobre todo frente a él, que le salían de manera tan fluida y natural.


Robert tomó mi mano para verme a los ojos con detenimiento, la suave brisa de la playa hacía que su cabello perfectamente peinado se moviera ligeramente, aquel suave movimiento de su cabello me hizo pensar en el día en que hicimos el amor en la playa, y mis mejillas se ruborizaron de golpe ante tal imágen mental.


— No planeaba enamorarme cuando te conocí — empezó a hablar tranquilamente — Pero tú hiciste que eso cambiara en cuestión de segundos; me llevó solo unos días darme cuenta de lo mucho que me gustabas, después me llevó una semana saber que quería que fueras mi pareja, luego me llevó unos meses saber que quería casarme contigo, y ahora, sé de sobra que eres la persona con la que quiero pasar el resto de mi vida, Taylor; jamás amaré a alguien como te amo a ti, nunca volveré a enamorarme de la misma manera en la que te amo a ti, aún cuando amarte no estaba en mis planes a futuro; ahora no imagino, y tampoco quiero un futuro sin ti.


— Robert... — murmuré sonriendo con vergüenza, juro que quería hincarme en el suelo y abrazar sus piernas cuando lo escuché decir eso, pero tuve que controlarme, y vaya que me costó mucho trabajo hacerlo.


— Tu turno, Taylor — habló el ministro, yo tomé aire para tratar de poner orden a todo lo que estaba pensando en ese momento.


— Ay por Dios — murmuré mientras tomaba algo de aire, cosa que hizo reír a mi pareja — ¿Qué puedo decirte que no te haya dicho antes? las palabras no son lo mío, eso lo sabes bien, has tenido que lidiar con eso este último año; sé que no ha sido fácil, y me disculpo por eso, yo... s-solo quiero que sepas que, a partir de ahora, prometo que me esforzaré por encontrar las palabras correctas cada día de mi vida, así me lleve años hacerlo, pero prometo que trataré de recordarte a diario lo mucho que te amo, porque tú con cada mirada me recuerdas siempre el porqué me enamoré de ti, y sé que aunque pasen los años, eso no va a cambiar, así como tampoco va a cambiar el hecho de que yo daría mi vida por ti.


Él me sonrió con ternura cuando me escuchó decir todas esas idioteces, tal parece que sí logré convencerle con mi pobre discurso falto de galantería y clase, aunque, él iba a casarse conmigo, así que poco o nada le importaban las cosas sin clase, me imagino.


Miré de reojo cómo se acercaba Lorenzo hacía nosotros con una almohada sobre la que reposaban dos anillos dorados, yo tomé uno y Robert tomó el otro, y mientras el padre recitaba algunas cosas, ambos nos dedicamos a ponernos dicha prenda el uno al otro, era raro quitarnos nuestros anillos de compromiso para ahora llevar esas argollas pequeñas y sencillas, pero que tenían más peso sentimental del que podían aparentar.


— Robert Dawson, ¿aceptas a Taylor Brown como tu legítimo esposo, para vivir junto a él en sagrado matrimonio; y también para amarlo, honrarlo, respetarlo; cuidar de él en la riqueza y en la pobreza, en la salud y enfermedad, en el idilio y en la aflicción, guardándole fidelidad hasta que la muerte los separe?


— Acepto — afirmó con franqueza, sin dudarlo ni un solo segundo, cosa que me hizo temblar y sonreír con emoción.


— ¿Y tú, Taylor Brown, aceptas a Robert Dawson como tu legítimo—


— Acepto — dije de forma algo apresurada, me sentí como todo un idiota al darme cuenta de que no dejé que el hombre terminara de hablar, creí que esto enfurecería a mi novio, pero él solo rió por debajo y me besó la mano con ternura.


— Perdónenlo, está entusiasmado — me excusó, al mismo tiempo que acariciaba mi mano y volteaba a ver al padre, quien empezó a recitar otras cosas más, pero lo que más llamó mi atención, fueron las últimas palabras con la que finalmente culminaba la ceremonia.


— Y es así, por el poder conferido a mí, que yo los declaro a ambos, oficialmente esposos. Ya puede besar al— ahora fue Robert quien no dejó al sujeto terminar de hablar, porque al escuchar la palabra "esposos", me tomó con firmeza de las caderas para darme un cálido beso en los labios al que no dudé dos segundos en corresponder, escuchando de fondo cómo las personas se ponían de pie y empezaban a aplaudir con fuerza, aunque nosotros no les prestamos nada de atención, estábamos ocupados consolidando nuestro matrimonio con un voraz y apasionado beso, muy similar a aquel beso que nos llevó a tales instancias.


— ¡Vivan los novios! — gritó Yelena de repente, logrando que ambos finalmente nos apartáramos de aquel beso y viéramos a nuestro alrededor con curiosidad, me abrumaba la cantidad de personas que había ahí, y sobre todo me sorprendía la cantidad de gente que realmente quiso asistir a nuestra boda, aunque fue lindo ver a mis seres queridos ahí parados mostrándonos su apoyo a mi pareja y a mí, dando a entender que estaban muy felices de que Robert y yo finalmente lográramos llevar nuestra relación al siguiente nivel, algo que a mí también me emocionaba bastante.


-


Al caer la noche, empezó la recepción de la boda, había muchas mesas puestas en los alrededores del jardin de aquella casa, había una mesa enorme llena de comida y licor, y ni hablemos de las decoraciones, se notaba a kilómetros que fue Yelena quien se encargó de tal organización.


— ¿Me permiten su atención? — dijo mi esposo mientras se levantaba de la mesa con su copa de champaña en mano, mirando a todos con atención — Quisiera agradecerle a todos por habernos acompañado a Taylor y a mí en este día tan especial; y Ty, cariño, gracias por no irte corriendo, significa mucho para mí.


Reí apenado al oírle decir eso, y no fuí el único, todos en la mesa empezaron a reír sutilmente.


— Idiota — murmuré con pena al sentir cómo se sentaba de nuevo y me besaba cálidamene la mejilla.


— Quisiera hacer un brindis también — dijo Yelena mientras se levantaba de la mesa en la que estábamos, al mismo tiempo que alzaba su copa de champaña, acción que todos replicamos — Por Robert y Taylor, porque sigan juntos por muchos años más, o al menos hasta que Taylor lo interne en un asilo de ancianos.


Todos reímos al oírla decir eso, Robert la miró con una sonrisa frustrada, se notaba que no le hacía enojar, pero tampoco era un chiste que lograra matarlo de la risa.


— Admito que empecé a creer que nunca te casarías, Boby; pero más feliz no puedo estar de que hayas encontrado el amor en alguien tan dulce como Taylor, y cuya personalidad encaja perfectamente con la tuya.


— ¿Qué significa eso? — murmuré al oído de mi prometido.


— Básicamente dice que somos agua y aceite — dijo cínicamente mientras le daba un sorbo a su champaña, acción que yo repliqué mientras observaba cómo Yelena se sentaba de nuevo.


— ¿Y ahora qué sigue? — preguntó George.


— No creo que haga falta decirte lo que pasa después de una boda, Georgie — dijo Robert de manera burlona mientras deslizaba su mano por mi pierna, gesto que me hizo sonreír tímidamente.


— Hablan de la luna de miel, ¿adónde planean ir? — preguntó Teresa.


— Ah, bueno, yo... no lo sé — admití, volteando a ver a Robert con curiosidad — ¿Tendremos luna de miel?


— ¿Quién ha dicho lo contrario? — murmuró maliciosamente mientras apretaba mi mejilla y se levantaba de la mesa para ir hacía un grupo de personas que estaban paradas no muy lejos de nosotros.


— ¿De qué me perdí? — dije mirando con recelo a Yelena, ella alzó los hombros mientras sonreía cínicamente.


— Tu esposo es bastante extraño — dijo ella mientras daba un sorbo a su trago, yo sonreí con ternura cuando le escuché decir eso, "mi esposo", me encantaba cómo sonaba eso.


La noche estuvo llena de cosas por hacer, primero nos tomamos varias fotos de pareja, y algunas con nuestros familiares, mi favorita sin duda fue la que nos tomamos con nuestras madres, Teddy y Catherine se veían tan felices por nosotros, era muy conmovedor. Luego nos dispusimos a cortar el pastel, no sé si era porque ese era 'mi' pastel de bodas, pero vaya que ese pastel estaba delicioso.


— ¿Puedo comer otro poco? — preguntó Charlie de manera inocente, yo le sonreí de lado para darle otra rebanada, mientras Robert tenía a Lorenzo en brazos y le limpiaba algo de crema del rostro.


— Ten, amiguito — dije mientras le daba el postre en cuestión, todo mientras mi madre y mi suegra nos veían con diversión.


— Son muy buenos con los niños — dijo Catherine.


— Solo porque no son nuestros — dijo Robert mientras besaba la mejilla de su sobrino, sus palabras me hicieron reír, pero rápidamente me quedé helado al ver a cierta dama de cabello negro caminar hacía él, no se nos había acercado en toda la noche, y no sé si se le acercó a Robert antes de la boda, pero imagino que debió hacerlo, porque su hijo fue quien nos dió lso anillos de bodas.


— Felicidades — murmuró ella, manteniendo un semblante serio y algo penoso.


— Gracias — dijo Robert con cinismo, mientras le entregaba a su hijo y la veía con atención — ¿Cómo están tú y Sandro?


— Bien, agradezco tu preocupación.


— Creí que no vendrías.


— Eres mi hermano — dijo ella mientras tomaba aire y veía fijamente los ojos azules de mi esposo, yo miraba todo sin saber qué hacer o qué debería decir, gracias al cielo que llegó Yelena para romper el hielo.


— ¡Boby! — clamó al acercarse a nosotros — Ven, tu abuelo te está buscando.


— Ah, claro — dijo mientras volteaba hacía mí para tomarme de la muñeca y llevarme con él, aunque primero se detuvo frente a Alice para verla con seriedad — Hablaremos después.


— Claro — respondió ella mientras agachaba la mirada, y acto seguido, Robert y yo nos fuimos al centro de aquella fiesta, donde muchas personas querían hablar con nosotros (o bueno, con Robert, porque yo no conocía ni a la mitad de estas personas).


En cuanto llegamos con el abuelo de mi esposo, él nos felicitó a ambos por nuestro compromiso, me sorprendía bastante que un hombre de su edad estuviera tan feliz por una boda entre dos hombres, creo que el único con exceso de prejuicios en su cabeza siempre he sido yo.


— Felicidades, muchachos — dijo él mientras nos palmeaba los hombros — Me alegra mucho que al fin te hayas casado, Robert.


— Dicen que lo bueno tarda en llegar, abuelo, y me alegro mucho por haber sido paciente — dijo mientras me tomaba de la mejilla y la acariciaba sutilmente tacto que me hizo sonrojarme y sonreírle con ternura.


— Ví a Bernard Write por aquí, no sabía que habías logrado asociarte con él nuevamente.


— Oh no no, es solo un invitado más, viene con un amigo de Taylor, pero ¿quién sabe? tal vez logremos convencerlo de invertir de nuevo en las industrias Dawson.


— Lo dudo mucho, tu padre lo ofendió bastante, y sabes cómo es él, sus prejuicios no lo dejan pensar con claridad — me sorprendía mucho que Mervin se atreviera a hablar de tal manera de su hijo, ya me quedaba más que claro de dónde heredó mi esposo su naturaleza cínica y algo incrédula.


— No me gusta dar las cosas por sentado, abuelo, además, yo amo los desafíos — dijo plagado de soberbia mientras daba un sorbo a su bebida, al mismo tiempo que su mano pasaba por mi espalda baja, tacto que me hizo sonrojarme y sonreír cálidamente, entendía bien a lo que se estaba refiriendo al decir eso.



Continuará


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- Gema


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