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101 - 'Insaciable'

Ambos brincamos al sentir cómo abrían de repente la puerta del armario, se trataba de Mónica y de Yelena, quienes nos miraban con algo de diversión y recelo.


— Es un poco cliché encontrarlos en un clóset, ¿saben? — dijo Yelena mientras extendía su mano hacía Robert, quien la tomó de mala gana para levantarse y apartarse de mí, mientras Mónica me jalaba del brazo y me sacaba de dicho sitio también.


— Llevo rato buscándote, Ty, la despedida de soltero está por empezar — me dijo Mónica mientras me palmeaba el hombro.


— La tuya igual, Boby — dijo Yelena mientras apretaba las mejillas de mi prometido.


— Sí sí, ya escuché — dijo él con fastidio mientras se volteaba hacía mí para tomarme de las caderas y darme un hambriento beso al que no dudé en corresponder — Mucho cuidado con alocarte ¿entendido?


— Me portaré bien, lo prometo — susurré mientras lo veía a los ojos con detenimiento — Sólo si tú te comportas también.


— Lo haré, es una promesa — susurró besando mi frente con ternura, aunque me alertó notar cómo Yelena lo jalaba del brazo y lo apartaba bruscamente de mí para sacarlo de la habitación, acción que Mónica replicó conmigo, pero seguramente yo no me enojé por ello tanto como Robert debió de hacerlo.


Bajamos a la sala de aquel espacioso hogar, donde me sorprendió totalmente ver tantas caras conocidas.


— ¡Ty! — clamó cierta chica de cabello castaño que fue corriendo hacía mí para abrazarme con fuerza, mientras sus melones chocaban contra mi pecho de repente, algo que me causó algo de incomodidad.


— ¿Raquel? — dije mientras me apartaba para verla de frente — ¿Y-Ya llegaste?


— Claro que llegué, ¿creíste que faltaría a tu despedida de soltero? — dijo mientras me apretaba la mejilla, yo no pude terminar de hablar, porque de repente sentí cómo alguien me abrazaba abruptamente desde atrás.


— ¡Taylor cariño!


— ¡Agh, Sh-Shawn bájame! — reclamé mientras lograba zafarme de su agarre, pero apenas lo hice, sentí un repentino golpe en mi brazo — ¡Auch!


— ¿Listo para alocarnos, Detroit? — dijo el tigre, me sorprendía muchísimo que todos estuvieran ahí presentes esperando por mí, y ahí me di cuenta de que tenía más amistades de las que pude llegar a imaginar alguna vez.


-


Todos me llevaron hasta un bar que no quedaba muy lejos de la casa de mis suegros, bar que estaba algo concurrido, pero que igual no interfirió en absoluto con el objetivo principal de mis acompañantes, el cual era, emborracharme.


— ¡Un brindis, por Taylor! — clamó Mónica mientras alzaba el tarro de cerveza que tenía en la mano, acción que replicaron todos los presentes — ¡Porque su matrimonio esté lleno de felicidad, y porque no haga alguna tontería que logre arruinarlo!


— ¡Salud! — gritamos todos al unísono, ¿cómo pretendían que me ofendiera? Ella no estaba proclamando ninguna mentira.


— Sigo sin creer que vayas a casarte — dijo Raquel.


— ¿Crees que yo sí? — dije incrédulamente mientras daba un trago a mi bebida — Siento que un día de estos voy a despertar en Detroit otra vez, y que todo esto solo fue un sueño muy largo.


— Entonces goza del sueño mientras dure — dijo Shawn mientras me guiñaba el ojo, sonreí de lado al oírme, él tenía razón, ¿qué ganaba mortificándome al pensar que todo podía irse al demonio un día? es el mal que siempre me ha atormentado desde que vivo por Robert, el ser incapaz de disfrutar el momento, por miedo a lo que podría suceder mañana, es bastante frustrante, en realidad.


— Disculpa — dijo un sujeto que se acercó a la parte de la barra donde estábamos nosotros, fijando su mirada sobre mí, cosa que me hizo verle con algo de curiosidad — ¿Eres el chico de la revista?


— Ah sí, soy yo — asentí con la cabeza mientras veía atentamente a aquel chico que parecía ser de mi edad, y que, lo admito, era muy bien parecido, no tanto como Robert, pero era guapo.


— ¿Te molesta si te pido un autógrafo? — dijo mientras me daba una pluma y una servilleta, miré algo curioso dicho trozo de papel.


— Am, ¿no quieres mejor que firme la revista?


— Con darme tu número tengo suficiente — dijo él, yo sonreí algo incómodo al oírle decir eso, Mónica me miró de reojo con asombro y algo de recelo, y Raquel me miraba pícaramente, mientras que Shawn me hacía un gesto severo, y el tigre, como siempre, me hacía una mirada muy sugestiva.


— Gracias, pero estoy comprometido — dije con franqueza, el sujeto sonrió para seguir viéndome con atención.


— ¿De corazón, o solo es un compromiso?


— ¿Qué clase de pregunta es esa? — dije de mala gana, él rió para tratar de acariciarme la mejilla, pero yo rápidamente tomé su mano y la aparté de mi rostro — Disculpa si la coquetería en mis fotos te confundió, pero lo único fácil en mí es hacerme enojar, amigo.


— Lo certifico — dijo mi hermana cínicamente, el sujeto chasqueó la lengua con fastidio para apartarse de nosotros al fin, y apenas se fue, tuve que tolerar un seminario de sermones de parte de cuatro personas con opiniones totalmente contrarias la una de la otra.


— Si Robert se entera te va a matar — dijo Shawn.


— No tiene porqué enterarse — dijo Raquel.


— ¡¿No tiene porqué?! ¡si se lo oculta todo será peor! — replicó él.


— Descuiden, estoy segura de que aún diciendo la verdad, Robert no tendría porqué enojarse, él confía plenamente en Taylor — dijo Mónica, cuya voz era más sabia para mí, todo lo contrario de Richard, a quien no se le ocurrió otra cosa que decir, sino una absoluta idiotez.


— ¿Y qué tal si sales con él? — dijo el tigre, logrando que todos volteáramos a verlo con odio absoluto — ¿Qué? solo fue una idea.


— ¿Exactamente porqué te invitaron a la boda? — dijo Mónica de mala gana.


— Porque ayudé a limpiar el nombre de Detroit el otro día — ella me miró algo recelosa cuando dije eso.


— Luego te explico — dije tomando una gran bocanada de aire, al mismo tiempo que daba un sorbo a mi bebida.


— Bien, hora de sacar la verdadera diversión de la noche — dijo Shawn mientras alzaba un pequeño maletín, yo le miré con pavor en cuanto él mostró el maletín, ya imaginaba lo que había en su interior.


— Dime por favor que no es lo que yo creo que es.


— ¿Qué despedida de soltero puede estar completa sin algunos juguetes? — dijo cínicamente.


— ¡¿Trajiste juguetes sucios a un bar?! — reclamé, pero mis palabras fueron totalmente ignoradas por mi hermana y por mi mejor amiga, ya que ambas tomaron el maletín y empezaron a registrarlo, importándoles poco la cantidad de personas que nos rodeaban.


— Con algo así Robert se volvería loco, Ty — dijo Mónica de manera burlona mientras alzaba una lencería transparente y me la mostraba, yo le miré con fastidio absoluto ante esto.


— Escuché que por aquí habrá una boda — dijo el sujeto de la barra, al mismo tiempo que llegaba con una ronda de margaritas para nosotros — La casa invita.


— Wow, gracias — dije mientras tomaba una de estas y me preparaba para beberla, aunque me detuve al escuchar de repente cómo el tigre alzaba la voz.


— Tengo una idea — dijo él burlonamente — Te reto a que te bebas todas estas margaritas tú solo.


— Nada de eso — dijo Shawn — Debes estar sano y sin resaca para mañana.


— ¡Ay por favor! unas margaritas no le harán daño.


— Bueno ya — dije mientras trataba de relajar la tensión, ¿porqué mis amistades debían ser tan diferentes entre sí? — Puedo beber algunas margaritas, y estaré bien para mañana.


— ¿Estás seguro? — preguntó Mónica.


— Por supuesto — afirmé tomando una de estas margaritas para beberla de un solo golpe, admito que empezaba a sentirme en ambiente, lástima que la diversión me duraría poco.


-


— ¡Vivan las vegas! — dije con la lengua algo trabada mientras sentía que Richard y Shawn me guiaban a la habitación donde yo estaba quedándome, al mismo tiempo que Mónica caminaba frente a nosotros junto a Raquel.


— ¡Me dan ganas de patearte el trasero! — me reclamó Shawn, pero yo solo podía reír como todo un idiota mientras él me regañaba sin más.


— Shh, el que se casa soy yo, tengo derecho de embriagarme.


— ¡Así se habla, Detroit! — dijo el tigre, ganándose una mirada asesina de parte de Shawn y de Mónica.


— ¡¿Podrías cerrar la boca por dos segundos?!


— ¡Uy disculpe señor perico!


— ¡No le digas así, maldito tigre! — dije de mala gana mientras me zafaba de ellos para ir hacía Mónica y colgarme de su cuello — Llévenme con Robert, se la quiero chupar.


— Ahora no, Ty — dijo ella mientras me guiaba a la puerta de mi habitación, mientras Raquel reía cínicamente ante las idioteces que yo estaba diciendo.


— ¿Cómo que ahora no? — renegué mientras sentía cómo me guiaban al interior de mi habitación, recostándome en mi cama y tapándome con una gruesa manta.


— Duérmete ya, Ty — dijo Raquel mientras me palmeaba la pierna — Si te duermes le diremos a Robert que venga y te cante las mañanitas.


— Mejor "suave" esa me gusta mucho — dije mientras me tapaba por completo con la manta, empezando a balbucear la letra de la canción que estaba diciéndoles, pero mi amiga y mi hermana poco o nada de atención me prestaron, apenas me dejaron en la cama, se marcharon del lugar, dejándome solo con mi borrachera a flor de piel, afortunadamente el alcohol me hizo quedarme dormido rápidamente.


Las horas pasaron lentamente, yo estaba recostado en la cama durmiendo como un tronco, las margaritas son un somnífero excelente, por si desean intentarlo alguna vez.


Alcé la mirada al oír cómo tocaban con insistencia la puerta de mi habitación, yo me levanté y caminé a la puerta con algo de flojera, "¿qué se les habrá olvidado?" pensé de inmediato, al creer que se trataba de Mónica o de Raquel, pero quien tocaba la puerta no era una mujer, era un hombre.


Jadee al abrir la puerta y sentir cómo me estampaban contra una de las paredes de la habitación, el aliento de aquel sujeto apestaba a alcohol, y ni hablemos de su respiración agitada y tosca, que en vez de aterrarme, me puso bastante caliente.


— ¿Qué crees que haces? — dije burlonamente, yo también estaba algo ebrio todavía — Si mi novio te vé, va a enojarse mucho.


— No aguanto las ganas de hacerte chillar, Niki — murmuró frotando su cuerpo contra el mío, cosa que me hizo jadear suavemente.


— Ah, R-Robert no, p-para — murmuré pegando mi frente con la suya, él me abrazó para empezar a besarme el cuello — S-Si alguien nos vé—


— ¿Qué interesa? — reclamó mientras me guiaba a mi propia cama para recostarme en ella, y verme a los ojos con malicia, amaba ver cómo sus joyas azules reflejaban deseo, y un apetito insaciable por mi cuerpo — Vas a ser mi esposo, no tengo porqué esperar a que alguien me dé permiso de cogerte o no.


— Robert — susurré besando hambrientamente sus labios, jadeando al notar cómo tomaba mis piernas y las empezaba a abrir para su deleite — Espera, s-solo un poco.


— ¿Qué ocurre? — preguntó mirándome con malicia, aún en mi borrachera había algo de claridad, y gracias al cielo que fue así, porque sino, habría pasado toda la noche haciendo el amor con él, y nuestros planes de una "luna de miel genuina" se habrían ido por el caño.


— Quiero hacerlo mañana — admití, tomando sus mejillas para acariciarlas suavemente.


— ¿No estás excitado?


— Como nunca, pero quiero que tengamos una buena noche de bodas, n-no solo sexo normal y ya — me excusé pobremente, pero aún así, logré convencer al semental que estaba encima mío que se contuviera, algo que no lograba casi nunca.


Él rió por debajo para tomarme de los brazos y seguir besándome con deseo, acariciando mi cuerpo y frotándose contra mi intimidad, algo que me hizo gemir de forma ronca, él temblaba cada que me oía gemir, eso era un claro indicio de que estaba enloqueciendo de las ganas de tomarme.


— Déjame marcarte — me rogó al oído, yo le miré confundido ante esto.


— ¿De qué hablas?


— Quiero que mañana, mientras te visten para la boda, vean tu cuello lleno de mordidas, y se den cuenta de que, aún cuando trataron de alejarte de mí, no lograron hacerlo — susurró en mi oído mientras frotaba su intimidad contra la mía, sacándome ahogados gemidos de placer.


— Robert — chillé sintiendo cómo me empezaba a bajar el pantalón, para comenzar a frotar su hombría contra la mía — Ah, n-no, ¡Robert, no!


— Shh — susurró mientras me recostaba en la cama y se colocaba encima mío para seguir atendiéndonos con su mano — No entraré, te lo prometo.


— Cariño — murmuré al sentir cómo empezaba a besarme el cuello — A-Alguien podría entrar y vernos.


— Lo sé, es eso lo que más me excita — admitió mordiendo con fuerza mi cuello, sacándome gemidos agudos de placer.


Aquellos instantes fueron muy sofocantes, sobre todo porque mi cuerpo moría porque Robert me penetrara, pero sorprendentemente, ambos tuvimos un poco de autocontrol, solo nos dedicamos a besarnos y a masturbarnos para tratar de calmar nuestras ansias, y, lo admito, dejé que él me marcara tanto como quisiera, iba a ser mi esposo ¿creen que tenía voluntad para negarme a algo que él me pidiera?


— Robert, mi amor — gimotee al sentir cómo me mordía y lamía los muslos, al mismo tiempo que usaba su mano para atenderme.


— Abre las piernas, Ty — murmuró con voz ronca, yo hice lo que él me pidió, empezando a temblar al ver cómo juntaba su hombría con la mía para seguir frotándonos de manera lenta y muy desesperante.


— ¡Ah, p-para, para por favor!


— ¿Que pare? pero si va voy a— gimió suavemente, aunque no pudo terminar de hablar, porque un orgasmo se lo impidió — ¡Ah, a-ay Taylor!


— ¡Ah, Robert! — clamé al sentir un fuerte orgasmo que me hizo venirme junto a él, empezando a temblar por inercia al ver mi semilla y la de mi prometido mezclándose sobre mi piel — Van a matarnos en la mañana.


— Moriré feliz entonces — dijo con malicia, mientras se agachaba para dejar varios chupones y marcas en mi pecho, mientras yo jadeaba suavemente su nombre — Y se nota que tú también lo harías.


— Moriría feliz, con tal de hacerlo en tus brazos — admití, tomando su cuello para besarlo de manera hambrienta, quejándome al notar cómo él empezaba a apartarse de mí — No te vayas.


— No puedo quedarme, si me quedo, perderé el poco autocontrol que me queda.


— Pero— traté de hablar, pero él me dió un beso para evitar que yo siguiera hablando.


— Descuida, solo debes pasar unas horas solo, para que pasemos el resto de nuestra vida juntos.


— Eso suena bien para mí — murmuré mientras veía cómo se levantaba de la cama para empezar a vestirse, era todo un deleite verlo pasear desnudo frente a mí — Te veré mañana.


— Claro que lo harás — dijo con esa soberbia tan suya, se notaba que ya no estaba ebrio — Vas a casarte conmigo mañana.


— Lo sé — dije entre risas mientras me recostaba en la cama boca arriba y lo veía con atención — Al fin seré tu esposo.


— Y yo al fin seré el tuyo — murmuró mientras se acercaba hacía mí para darme un último beso en los labios, lento y lleno de pasión y romance, imagino que quiso que fuera así, porque ese sería nuestro último beso como personas solteras.


Luego de aquel embriagante beso, se apartó de mí para apagar de nuevo la luz y marcharse de mi habitación, dejándome solo con aquella sensación embriagante y algo sucia de que había hecho algo que no debía hacer, pero lo hice con el hombre al que amaba, así que, para mí, eso valió totalmente la pena.


-


En medio de la paz post-orgásmica, logré quedarme dormido finalmente, en mi mente rondaban sin cesar imágenes mías y de Robert en medio de un jardín de rosas blancas, besándonos como si no tuviéramos otra cosa que hacer, el aura en ese sueño fue muy hermosa, deseaba que mi boda fuera igual de bella que en mis sueños, aunque una parte de mí sabía que, al estar Robert al frente, nuestra boda sería perfecta, en cada aspecto posible.


— ¡Buenos días! — clamó de repente una voz femenina que entraba a la habitación donde yo dormía, logrando que yo me quejara y ocultara mi cara bajo una almohada, menos mal que cubrí mi cuerpo con una manta a mitad de la madrugada, o de lo contrario habrían visto mi cuerpo totalmente desnudo — Hora de levantarse, cielito.


— Estoy cansado — me quejé, pero ni eso logró frenar a mi hermana y a mi mejor amiga, quienes me quitaron la almohada de la cara, incluso trataron de quitarme la manta, pero yo rápidamente entré en razón, y la jalé para impedir quedarme desnudo.


— ¡¿Taylor qué te pasa?!


— ¡R-Raquel espera! — me quejé, tratando de que no me dejaran sin ropa, aunque repentinamente sentí el aura de mi madre pararse junto a mí, para verme con seriedad mientras se cruzaba de brazos.


— ¿Porqué estás desnudo?


— ¿C-Cómo sabes que yo— traté de hablar, pero ella señaló la ropa que estaba tirada en el suelo de la habitación, y al hallarme totalmente atrapado, no me quedó otra opción que tomar aire, y admitir mi crimen sonriendo con malicia — No les incumbe.


— ¡¿Que no nos incumbe?! — reclamó Raquel, al mismo tiempo que yo me rodeaba con la manta para caminar hacía el baño de la habitación, tarareando una hermosa melodía mientras mi hermana me regañaba, mi madre me miraba con fastidio, y mi mejor amiga reía de manera incrédula.


— Debí encerrarte con llave — dijo Teddy mientras me veía entrando al baño.


— ¿Porqué les molesta tanto? Robert será mi esposo, es normal que quiera hacer estas cosas siempre — dije mientras cerraba un poco la puerta y me quitaba la manta, observando con asombro todas las marcas que se atrevió a dejar en mi cuerpo, "maldito salvaje" rebotó por mi mente, mientras una sonrisa cínica se dibujaba en mi rostro, era odioso, sí, pero miento si digo que no me volví adicto a que Robert Dawson me marcara de esa manera tan poco sutil, tan típica de él.


Continuará


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- Gema


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