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10 - 'Débil'

— ¿Hace cuánto eres pareja de Robert? — preguntó ella mientras caminaba a su escritorio.


— Pues, hace cuatro meses, cinco próximamente — admití con algo de vergüenza, me sorprendía mucho decir el tiempo que llevábamos juntos, dado que para mí, esos meses se sintieron como años, y vaya que fueron de lo más felices de mi vida (exceptuando la semana gris, obviamente).


— Vaya, ¿y ya viven juntos? — preguntó mientras anotaba algunas cosas en una libreta que tenía ahí.


— S-Sí, pero llevamos apenas mes y medio viviendo juntos — admití mordiéndome levemente el labio inferior.


— Ya veo — murmuró volteando a verme con atención — ¿Puedo preguntarte tu edad?


— Veintiuno — respondí soltando un leve suspiro, el tema de la edad seguía escandalizando a mucha gente.


— Vaya, eres muy jóven — dijo ella mientras inclinaba un poco la cabeza, yo me rasqué la nuca mientras pensaba en qué decir — ¿Qué dijo Catherine al conocerte?


— ¿Catherine? — murmuré mirándola con curiosidad — ¿La conoce?


— ¿Conocerla? querido, ambas éramos muy buenas amigas — admitió sonriendo calmadamente.


— ¿En verdad?


— Así es, ¿o cómo crees que Robert conoce a un dinosaurio como yo? lo ví nacer prácticamente, su madre y yo hemos sido amigas toda la vida.


— Vaya, no tenía idea — murmuré mirando cómo esa mujer caminaba a un estante para tomar un viejo álbum de fotos y sacudirlo un poco.


— Ella siempre ha sido una mujer muy dulce, algo obstinada, pero de gran corazón — admitió mientras se acercaba a mí y me entregaba dicho álbum de fotos, lo abrí con cuidado, y lo primero que ví fue unas fotos de las versiones jóvenes de aquella dama de cabello negro y mi suegra, ambas abrazadas y en algunos bares de la ciudad.


— Caray, Catherine era—


— Muy hermosa — interrumpió mis palabras mientras sonreía calmadamente — En su juventud era idéntica a su hija Alice.


— Ya lo creo — dije cambiando la página, viendo una foto de mi suegra con un enorme vientre de embarazo.


— Supongo que ya imaginas quién estaba ahí dentro — murmuró ella mientras cambiaba la página y me mostraba una foto de Robert cuando era pequeño, sonreí con ternura al verle.— Dios, era tan tierno — dije mirando atentamente dicha fotografía.


— Lo sé, heredó lo mejor de su madre — susurró mirando con melancolía una fotografía de Catherine que estaba al lado de la de Robert, observé algo extrañado la reacción de ella, entendía que el amor entre amigos es muy puro y sincero, pero su mirada no reflejaba un amor de amigos exactamente — Por eso te pregunto, ¿qué opina ella de ti?


— Pues... le caigo bien — dije cerrando el álbum de fotos para entregárselo a su dueña, quien me miró algo extrañada y divertida ante mi reacción.


— ¿"Le caes bien"? ¿solo eso?


— Me quiere, la verdad sí le caigo muy bien, pero trato de pasar desapercibido, es que... a-aún no soy muy bienvenido en casa de Robert.


— Adivinaré, John es el primero en verte con mala cara — dijo de forma algo incrédula.


— Él y Alice, de resto me llevo bien con todos, pero ellos son quienes hacen más peso así que, considero que lo mejor es mantener mi distancia.


— Cariño, nadie hace más peso en la familia Dawson que Robert y Catherine, creeme; Robert es el más hábil y respetado entre sus hermanos, y por más que John quiera proclamarse el "macho alfa" de la familia, él siempre hará lo que Catherine diga, es una ley universal.


— Vaya, suena a que los conoce desde hace mucho — dije llevando uno de mis mechones tras mi oreja, ella sonrió de forma algo cínica para cruzarse de brazos y caminar hacía su escritorio nuevamente.


— Los conozco más de lo que piensas — admitió mientras dejaba el álbum de fotos en su escritorio — Así que Catherine te quiere mucho ¿eh?


— Sí, dice que soy buen chico, y le agrada que Robert tenga a alguien como yo en su vida — admití alzando sutilmente los hombros, mientras un leve rubor de vergüenza inundaba mis mejillas al recordar las palabras que mi suegra siempre insistía en repetirme.


— Ya veo, pues, si a ella le agradas, debe ser porque realmente eres alguien bueno — dijo ella mientras me sonreía calmadamente — Y para que Robert te adore tanto, realmente debes ser alguien bueno, porque tu novio no tolera a los engreídos.


— Lo sé, me lo repite casi siempre — admití alzando sutilmente mis hombros, ella empezó a reír al ver mis gestos.


— Eres una ternura — murmuró acercándose hacía mí para tomarme de la mejilla — Y muy hermoso, por cierto.


— G-Gracias — murmuré sintiéndome algo incómodo por la cercanía de dicha mujer, rogaba porque Robert llegara pronto para que pudiera entretenerla y yo no fuera el foco principal para ella.


— Robert debe estar muy orgulloso de tener a una pareja como tú.


— No sé si sea motivo de orgullo, pero... c-creo que sí le agrada — ella empezó a reír al oír mis palabras.


— Vaya que eres modesto — dijo mientras me apretaba la mejilla y me seguía viendo atentamente — Deberías dejar de lado la modestia cariño, no está mal, pero estás en un mundo donde debes demostrar seguridad.


— Lo sé — dije algo frustrado, me habría hecho rico si me dieran una moneda por cada vez que alguien me daba ese sermón de "deja de ser un cobarde tan modesto y empieza a actuar acorde a tu situación" la propia Mónica trataba de insinuarme eso cada que podía, sé que debía cambiar mi actitud un poco, pero me costaba ser tan "confiado" luego de que luché durante veinte años por ser invisible.


— No trato de sermonearte, solo es un consejo, porque muchas chicas están locas por tu hombre, y no dudarán en quitártelo — "otra moneda a la bolsa" pensé, ya era frustrante que cada persona cercana a los Dawson me diera el mismo sermón, es decir, podían decirme otra cosa ¿no? como que Robert era alérgico a los conejos, o que odiaba la comida italiana, cosas que tuve que averiguar por mi cuenta más adelante.


— Agradezco sus advertencias, pero estoy bien así — dije sonriendo algo incómodo — Robert no parece incómodo con quien soy, y realmente dudo que quiera dejarme por alguien más — fruncí el ceño al notar una ligera risa salir de los labios de la mujer en cuestión, quien me miraba con ternura y algo de pena, odiaba que me miraran así.


— Querido, conozco a Robert desde que estaba en el vientre de su madre, y sé que él no es de los hombres que cambian de pareja como calcetines, pero muchas mujeres lo desean, y debes de lucir fuerte, o querrán jugar contigo por ser un chiquillo tan débil — un escalofrío recorrió todo mi cuerpo al escuchar esas últimas palabras, miré de forma algo confusa e incrédula a esa mujer, "¿débil?" ¿tan solo unos minutos a solas le bastaron para decir eso de mí? sé que la pregunta es un poco estúpida, dado que a mí en aquella época se me salía la timidez por los poros — Lamento si sueno brusca, pero Robert siempre fue de carácter fuerte, y merece que su pareja también lo sea.


— Llegué — dijo mi prometido al abrir la puerta, la mujer sonrió calmadamente y se acercó a él para recibir su bebida.


— Gracias querido — murmuró dando un sorbo a su trago, yo agaché la mirada pensando en lo que acababan de decirme, Robert merecía a una pareja que estuviera a su altura, y obviamente yo no lo estaba, dolía admitirlo, pero era la verdad.


Me alertó ver cómo colocaban un vaso de café frente a mí, lo tomé con ambas manos para voltear a ver a mi novio y sonreírle con ternura, él seguro notó la melancolía en mis ojos, porque no dudó en tomarme de la mejilla y acariciarla suavemente.


— ¿Qué tienes? — preguntó con gentileza.


— Nada — dije sonriendo calmadamente — Tengo un poco de hambre, eso es todo.


— Descuida, cuando acabemos aquí iremos a cenar, ¿qué dices?


— Teresa hizo comida, es descortés comer fuera si ella nos está esperando.


— Siéndote sincero, le tengo desconfianza a la comida mexicana — dijo mientras reía sutilmente, le miré algo incrédulo en cuanto dijo eso.


— Bien, ahora trata de decirlo sin que suene clasista — ambos empezamos a reír en cuanto dije eso, Robert me besó la frente con ternura, yo miré de reojo hacía Marinne, quien me sonreía de forma algo incrédula, era curioso, no era tan hostil como Colette o Giselle, pero tampoco era muy amigable que digamos, tal vez esa era la forma en la que hablaba naturalmente la gente en Inglaterra, y yo era el hyper sensible que veía insultos donde no los había, ¿cómo podía ser tan "débil" como todos decían, aún cuando crecí en un entorno lleno de insultos y agresión? no lo entendía, no me entendía a mí mismo en absoluto.


-


Luego de un rato, Marinne llamó a algunos asistentes y empezaron a tomar nuestras medidas, empezaron con Robert, él lucía relajado, como si ya estuviera adaptado a ese tipo de situación, y es que era obvío, vivía rodeado de diseñadores, era tonto pensar que era primera vez que se mandaba hacer ropa a la medida.


— Vaya, has aumentado de peso — dijo Marinne mirándole de forma risueña.


— Tener sexo engorda, o al menos eso dicen — admitió sin pena alguna, como ya era costumbre en él, me sonrojé bastante al oírle decir eso.


— El sexo adelgaza, querido — corrigió ella con una sonrisa cínica, mi prometido soltó una leve carcajada para apartarse de ella y caminar hacía mí.


— ¿En serio? es curioso, Taylor siempre me hace engordar en ciertas zonas — dijo alzando sutilmente sus hombros, me levanté de golpe y le di un ligero empujón en cuanto dijo eso.


— ¡Robert! — le reclamé mirándole con vergüenza, él empezó a reír al ver mi reacción.


— Bien Taylor, tu turno, ven por favor — dijo ella mientras hacía un gesto con su mano para que me acercara, yo obedecí, sintiéndome algo nervioso por alguna razón.


— Soy celoso, Marinne, cuida donde pones tus manos — advirtió el señor Dawson mientras se sentaba en el sitio donde yo estaba, para ver atentamente cómo usaban unas cintas métricas en mi cuerpo.


— Trataré de controlarme — dijo ella mientras tomaba una cinta y se paraba detrás de mí — Separa las piernas y extiende los brazos, por favor.


— Claro — dije mientras hacía eso que me pedían, sintiendo cómo rodeaban mi cintura con dicha cinta.


— Vaya, tienes buenas caderas — dijo Marinne.


— Me consta — dijo Robert de forma coqueta, voltee a verlo con seriedad, seriedad que le hizo reír y lanzarme un beso al aire.


— Tienes buen cuerpo, podrías ser modelo si quisieras — dijo ella mientras usaba dicha cinta para medir mis brazos y la masa muscular en estos mismos.


— N-No, ni loco — dije entre risas — Mi cuerpo es horrible.


— ¿Horrible? el hombre por allá opina lo contrario — dijo ella mientras señalaba a mi prometido.


— ¡Es lo que siempre le digo! — dijo Robert cruzándose de brazos.


— Sí pero no es igual ¿de acuerdo? — chasquee mi lengua con frustración — N-No hablemos más del tema — Robert arqueó una ceja al oírme, yo miré a otro lado con vergüenza, en verdad odiaba el tema de mi cuerpo, sé que mi prometido lo amaba, pero a mí me desagradaba como nada.


Escuché unos pasos acercarse hacía mí, y en cuanto voltee, pude ver los hermosos ojos azules de mi pareja junto a mí, me miraban con ternura, como si me intentaran consolar de aquello que me ocasionaba dolor.


Me alertó sentir cómo me tomaba de la cintura y me besaba hambriéntamente, aún cuando Marinne le dijo que debía mantenerme quieto, a él le dio igual, solo se dispuso a besarme y acariciar mis caderas de arriba a abajo, y obviamente, yo no pude evitar corresponder dichos besos tan dulces y adictivos, ellos me hicieron olvidar todo lo malo de aquel día, amaba esa forma tan tierna en la que Robert lograba consolarme.


-


— Vendré por los trajes pasado mañana — dijo Robert mientras me sujetaba de la mano, yo posé mi cabeza en su hombro mientras le escuchaba hablar con Marinne, empezaba a ganarme el sueño, pasar tanto tiempo en casa me había hecho todo un holgazán.


— Te garantizo que quedarán hermosos — dijo Marinne calmadamente.


— Te lo agradezco de corazón, Marinne, cuídate mucho.


— Tú igual querido — murmuró ella acercándose a mi prometido para besarle la mejilla, después volteó a verme para tomarme la mejilla suavemente — Fue un placer haberte conocido, Taylor.


— I-Igualmente — murmuré sonriendo algo incómodo, me reconfortó sentir cómo Robert (como el territorial posesivo que siempre ha sido) me tomó del hombro y me besó la mejilla.


— Eres muy territorial ¿sabes? — dijo ella de forma risueña, él alzó sus hombros sonriendo de forma cínica.


— Solo cuido lo que me pertenece.


— Sí claro — dijo ella mientras se acercaba hacía mí para darme un suave beso en la mejilla — Recuerda lo que te dije ¿de acuerdo? — susurró en mi oído antes de apartarse de mí, me erizó la piel que me dijera eso, la miré algo curioso y extrañado, ella me guiñó el ojo para darse vuelta y caminar a su escritorio nuevamente.


Robert y yo salimos de su oficina y caminamos al ascensor por donde llegamos, yo seguía pensando en las palabras que aquella mujer acababa de decirme, ¿a qué se refería con eso?


— ¿Estás bien? — preguntó mi novio mientras oprimía el botón y lograba que el ascensor se cerrara, dándonos algo de privacidad al fin.


— S-Sí — dije alzando la mirada — Esa Marinne... es algo especial.


— Lamento si te hizo sentir algo incómodo, ella es algo excéntrica — admitió soltando un pesado suspiro — Pero es la única que conozco que podría hacernos trajes con tanta prisa.


— Lo sé cariño, y lo entiendo, solo digo que es algo... especial — dije sonriendo de forma algo forzada, Robert arqueó una ceja al oír mis palabras.


— ¿Acaso te dijo algo? — me quedé helado sin saber qué decir, sentía que debía ser honesto con mi prometido, pero ya tuvimos muchos dramas ese día, no quería más discusiones, pero como siempre, Dawson lograba hacerme ceder — Taylor, dime la verdad por favor.


— No dijo nada amor, enserio, solo... me recomendó lo mismo que todos — alcé sutilmente mis hombros — Que debo cambiar mi actitud, porque tú mereces una pareja que esté a la altura, no alguien "débil" — él bufó al escuchar mis palabras.


— ¿Y tú te quedaste callado? — un escalofrío desagradable recorrió mi cuerpo, entendía lo que mi novio quería decir con eso, por lo que solo me quedó agachar la cabeza sin saber qué decir — No puede ser Ty, ¡es precisamente eso lo que yo quiero evitar, amor!


— ¡N-No lo dijo con mala intención, enserio! empiezo a creer que todos en Londres hablan así, y que yo lo tomo a mal porque soy un llorón.


— No, lo tomas a mal porque eres una persona racional a quien no le agrada que lo insulten, o al menos eso creo — voltee a verlo algo extrañado cuando me dijo eso.


— ¿Qué quieres decir?


— Amor, ya tuvimos esta conversación hace una hora, ¡deja de permitir que la gente te trate mal, por Dios santo! si alguien te ofende ¡devuélvele el favor!


— ¡¿Ofendiendo a una amiga de tu madre?! ¡¿eso quieres que haga?!


— ¡Si te hace sentir incómodo pues sí, eso quiero! ¡mamá lo entenderá, nadie te defiende más que ella y lo sabes!


— Y-Ya lo sé, solo— chasquee la lengua sin saber qué decir, Robert me tomó de la barbilla para besarme la mejilla con ternura.


— No quiero enterarme de que volvieron a insultarte y tú te quedaste callado, o yo tendré que interceder, ¿de acuerdo?


— ¿Golpearás a quien me ofendió, o a mí? — pregunté algo frustrado, él sonrió para volver a besarme la mejilla.


— A quien te ofendió, y a ti, pero no te golpearía de la forma en la que piensas — dicho esto, sentí un fuerte golpe en uno de mis glúteos, golpe que me hizo quejarme y mirar a mi novio con total seriedad.


— ¡¡Aghh basta ya con eso, carajo!! — grité mirando severamente a Robert, él empezó a reír a causa de mi reacción.


— En verdad amo hacer eso — dijo mientras veíamos cómo el ascensor se abría finalmente.Ambos caminamos a la salida de dicha tienda tomados de la mano, subimos al auto de Robert, y nos fuimos de aquel lugar, el día empezaba a morir, me sorprendía habernos tardado tanto en dicha tienda.


— ¿Quieres oír algo sobre Marinne, Ty? — preguntó Robert de forma juguetona, le miré curioso mientras subía mis piernas al asiento y las abrazaba sutilmente.


— ¿Qué cosa?


— Marinne y mi madre eran muy buenas amigas en su juventud, creo que eso ya lo sabes.— Sí, ella me mostró un álbum de fotos, por cierto, eras un encanto de bebé — dije sonriendo embobado, él se sonrojó considerablemente cuando dije eso.


— Gracias — murmuró entre suaves risas — ¡Pero ese no es el punto! el punto es, que ambas eran muy buenas amigas, o eso creía mamá.


— "¿Creía?"


— Así es, la verdad es Ty, que Marinne tenía otras intenciones con mamá, y es esa la razón por la que todos en mi familia la odian, así que no le digas a nadie que no sea mamá que vinimos a comprar los trajes aquí ¿de acuerdo?


— Bien — hice un gesto con mi boca como si esta fuera una cremallera a la que estaba cerrando — ¿Qué intenciones tenía Marinne con tu madre?


— Marinne es bisexual, Ty; está enamoradísima de mi madre — abrí mis ojos por completo al oírle.


— ¡¿Qué?!


— ¿Shockeante, no? — preguntó él de forma risueña — Marinne siempre ha estado enloquecida por mi madre, mamá obviamente no le correspondía, ella amaba demasiado a mi padre, irónicamente fue Marinne quien los presentó.


— Pobre, imagino que no fue fácil para ella.


— Sí, en verdad la compadezco, si yo estuviera en su situación... caray, no podría ni siquiera ver a los ojos al infeliz que se quedó con la persona que amo.


— Yo tampoco, sería muy doloroso — murmuré mirando a través de la ventana cómo algunas gotas de lluvia empezaban a caer, "tal vez por eso ella me dijo que debía ser fuerte" pensé, arqueando confundido una ceja ante tal pensamiento — ¿Crees que por eso me lo dijo?


— ¿Qué cosa?


— Ella me insistió en que debo dejar de ser tan débil, actuar a la altura de la situación, porque hay muchas mujeres interesadas en ti ¿crees que basada en su experiencia fue que me advirtió eso?


— Su caso y el nuestro no es igual en ningún aspecto, Ty; tal vez solo te dijo eso porque se ve a kilómetros que eres una ternurita, y las mujeres que me rodean son arpías.


— ... Ella tiene razón, debería empezar a cambiar — murmuré mirando a través de la ventana la lluvia caer.


— Oye, yo no quiero que cambies quien eres ¿de acuerdo? solo quiero que seas más seguro de ti mismo, corazón, no dejar que la gente te pise, solo eso quiero, no que cambies tu esencia, eso es lo que más amo de ti.


— Te lo agradezco — dije sonriéndole cálidamente — Pues sí, ya viene siendo hora de que actúe como el Ty de Detroit, no como el Taylor llorón de Londres.


— Mi amor — me tomó de la barbilla para hacerme verle a los ojos — Te amo en todas tus facetas, llorón, idiota, dolor de cabeza; te amo así como eres, solo quiero que no te hagan sufrir más ¿de acuerdo?


— Lo sé — admití sonriendo calmadamente, Robert me guiñó el ojo para seguir conduciendo con tranquilidad, manteniendo su otra mano en mi rostro y dándome suaves caricias en las mejillas, adoraba que me tratara tan bien, nadie jamás había sido tan atento conmigo, y es que, nadie nunca me trató como Robert lo hizo durante toda mi vida, aún hoy en día sigue siendo así, y me encanta. 



Continuará


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