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09 - 'Cobarde Inseguro'

Leía algunas cosas en mi celular mientras seguía esperando que llegara el señor Dawson, me abrumaba lo mucho que se estaba tardando, tal vez le había detenido el tránsito, Londres a medio día era un desastre absoluto.


— Disculpe — habló nuevamente aquella recepcionista, quien ahora era acompañada por un hombre de traje y aspecto de pocos amigos, quien tenía en su saco una etiqueta que tenía escrito "gerente", tal vez era el gerente del lugar.


— ¿Sí? — hablé con cinismo mientras me cruzaba de brazos.


— Le voy a pedir que se retire, señor — dijo aquel hombre con seriedad, sonreí de forma incrédula al oírle, aunque me tomó por sorpresa sentir cómo ese hombre me tomaba del brazo y me jalaba para sacarme del local.


— ¡Ay, oiga no haga eso! — me quejé tratando de zafarme de su agarre, sintiendo cómo me llevaban casi arrastras fuera de aquel local, hasta que, estando ya frente a la puerta, una persona entró al lugar, y apenas miró cómo me tenían agarrado, le fue imposible no poner el grito en el cielo.


— ¡¡¿Qué clase de atención al cliente es esta, Thomas?!! — reclamó aquel sujeto de ojos azules mientras se acercaba hacía ese gerente, quien me soltó de repente y se quedó helado al ver al caballero que se le estaba acercando.


— S-Señor Dawson — murmuró mientras pensaba qué decir — P-Perdone que ver esto lo haya incomodado, e-es que este chico lleva una hora molestando dentro de la tienda, y me vi forzado a sacarlo.


— ¿"Molestando"? — preguntó con seriedad mientras me miraba de arriba a abajo y luego miraba a la recepcionista — ¿Y qué hizo exactamente?


— Pues, pidió que se le hiciera un traje a la medida, y afirmó ser amigo íntimo de la familia Dawson, cosa que evidentemente es una mentira — dijo aquella mujer mientras se cruzaba de brazos, Robert volvió a verme de reojo, usando su dedo índice para hacerme alzar la mirada y verle fijamente a los ojos.


— Admito que en eso sí mintió — murmuró mientras mantenía sus hermosos ojos azules clavados sobre mi silueta, y acto seguido, me apegó a su cuerpo para darme un beso nada sutil, dejando totalmente perplejos al gerente y a la recepcionista junto a nosotros.


— P-Perdone, n-no entiendo que— habló ella, hasta que Robert le interrumpió.


— El señorito es mi pareja, Taylor Atwood, un invitado más a la boda de mi hermano George, me parece que mi hermana Alice les informó que yo vendría con mi pareja ¿no es así? — preguntó mientras rodeaba mi cuello con su brazo y me pegaba su cuerpo, mientras yo me limpiaba algo de excedente de saliva de los labios.


— S-Sí, la señorita Alice nos informó, pero... c-creímos que usted vendría con la... s-señorita Collins — arquee una ceja al escuchar tal afirmación, pero nada supera la cara colérica que mostró Robert en cuando le dijeron eso — Pe-Perdone señor Dawson, e-es que nosotros supusimos—


— ¡Su trabajo es atender y hacer lo que les pidan sus superiores, no sacar conclusiones estúpidas! — exclamó mi novio con seriedad, mirando a los dos sujetos con odio absoluto para después verme a los ojos — Vámonos de aquí.


— ¡E-Espere señor Dawson! — dijo el gerente — ¡E-En verdad lo sentimos mucho, por favor quédese, la señora Paula lo está esperando!


— ¡Dígale que no serán necesarios sus servicios, que le de gracias a su útiles empleados! — ambos estuvimos a punto de irnos, hasta que Robert escuchó una voz femenina que le hizo frenarse de golpe.


— ¡Robert Dawson! — exclamó una mujer de cabello plateado que llegó a aquel salón de forma repentina, y empezó a caminar hacía nosotros de forma lenta y muy elegante, el sonido de sus tacones resonaba por toda la habitación — Tan impuntual como siempre, querido.


— Lamento quitarte tu tiempo, Paula, pero ya no necesitaré de tus servicios, espero puedas entender.


— Lamentablemente no — dijo ella cruzándose de brazos y mirando a Robert de forma incrédula — ¿Dudas de mi talento para la costura?


— No se trata de talento, se trata de modales básicos — dijo Robert con seriedad — Tus empleados no gozan de tal virtud.


— ¿Enserio? — dijo ella mirando a los dos sujetos con seriedad — ¿Puedo saber qué sucedió exactamente? — repentinamente le llamó la atención la persona que estaba apegada al cuerpo del señor Dawson, a quien le dedicó una sonrisa cínica mientras hacía la pregunta más indiscreta posible — ¿Y este chico quién es? es un encanto, ¿es tu sobrino?


— No — dijo Robert con seriedad mientras me apegaba más a su cuerpo — Él es mí— estuvo a punto de hablar, hasta que la voz de ella le interrumpió en seco.


— Por cierto Robert, ¿porqué Giselle no vino contigo? — mi sangre se heló por completo al oírle, Robert soltó una ácida carcajada para ver a esa mujer con odio absoluto.


— Veo que sigues siendo una imbécil, Paula.


— ¡Robert! — traté de callar sus insultos, pero mi prometido me hizo caso omiso.


— ¿Disculpa? — dijo ella mientras arqueaba una ceja.


— Giselle y yo no somos nada desde hace meses, eso todo el mundo lo sabe, y aún si no lo supieras, Alice tuvo que habertelo dicho.


— Tu hermana no me dijo nada, querido — dijo ella con severidad igualmente — Dijo que serían tú y tu pareja, de inmediato asumí que se trataría de Gis— detuvo en seco sus palabras al verme de frente y empezar a atar cabos internamente, Robert rodó sus ojos de forma incrédula al ver el semblante confundido de aquella mujer — ¿E-En verdad él es—


— Sí, lo es, y nos vamos — dicho esto, Robert se dio media vuelta y me sujetó del brazo para empezar a caminar hacía la puerta, aunque la voz de la mujer le hizo frenarse nuevamente.


— ¡Robert aguarda! ¡en verdad yo no sabía nada sobre ti y... esto — esa última palabra fue la gota que derramó el vaso, "¿esto?" ¿cómo podía llamarme así? sé que era sorpresiva la noticia, pero yo tampoco era un maldito tumor maligno para que me trataran así.


Robert miró con desprecio total a aquella mujer, era obvio que no estaría contento con todo lo que ella estaba diciendo.


— Lamento que mi situación sentimental fuera toda una sorpresa para ti, pero no es tu problema ni el de nadie, Paula; si me disculpas, tus diseños no me logran convencer, así que mejor me marcho — dijo él para jalarme del brazo y finalmente poder salir de dicha tienda, dejando un silencio en el aire que solo era callado por el ruido de los tacones de las mujeres que caminaban en el salón viendo qué comprar.


— Siento que exageraste — dije en cuanto salimos de aquel local.


— Uno de los dos debe ser el fuerte aquí ¿no? el que nos defienda, ese es mi trabajo.


— Aunque así sea, no debiste actuar así, Robert.


— ¿No? ¿entonces cómo debí actuar, según tú? ¿agachar la cabeza y fingir que no pasó nada? — preguntó de forma tosca mientras volteaba a verme con seriedad, yo me quedé helado sin saber qué decir, era obvio que mi forma de actuar ante los conflictos era muy diferente a la forma en la que Robert actuaba, él no tenía miedo de lo que dirían o no de él, yo por otro lado, tenía miedo hasta de alzar la voz en presencia de personas elegantes — Sube al auto, nos vamos — demandó de forma brusca mientras caminaba al lado del piloto, yo solté un pesado suspiro mientras caminaba a paso lento hacía el asiento del copiloto, Robert en verdad se veía molesto, tal vez debía de callarme y dejarlo actuar a su manera, es decir, las cosas siempre se ponían peores cuando yo pretendía actuar sin consultárselo primero, sin contar que, el hecho de que nombraran a cierta mujer pelirroja, era algo que mi prometido no iba a pasar por alto en absoluto.


Ambos subimos al auto y nos fuimos de aquel lugar, el silencio reinó dentro del vehículo gran parte del viaje, yo no sabía qué decir, me sentía como un cobarde sin autoestima, aún cuando me miraron y dijeron cosas feas, yo le insistí a Robert que hizo mal al defendernos, ¿cómo pudo el yo del pasado ser tan imbécil?


— ¿Adónde vamos? — pregunté con la voz algo apagada.


— Necesitamos resolver hoy lo de los trajes — respondió Robert de forma algo seca, recordé amargamente los días en que nos conocimos, en que mi mayor pensamiento era que si yo iniciaba una relación con el señor Dawson, me esperaba una vida llena largos silencios en el auto sin que ninguno quiera hablarle al otro, sé que con que pase una vez no es válido decir que tu vida estaría plagada de ello, pero en verdad era doloroso recordar el pasado y darme cuenta de que seguíamos estancados en nuestra actitud boba de "no quiero hablarte" aún cuando ya llevábamos meses conviviendo juntos.


Me alertó escuchar cómo Robert tomaba la palabra nuevamente.


— ... ¿Cómo logras hacer eso? — dijo de forma algo incrédula, yo le miré con curiosidad en cuanto dijo eso.


— ¿Disculpa?


— ¿Cómo logras escuchar tantas cosas insultantes, y puedes actuar como si nada? incluso nombraron a Giselle, y ni siquiera miraste feo a Paula, me reclamaste a mí por defender nuestro honor como pareja ¿qué sucede contigo, Taylor? — sonreí de forma incrédula al oír las palabras de mi prometido.


— Veo que no tienes tolerancia alguna — dije de forma algo cínica, copiando lo mismo que él me dijo hace algo de tiempo ya, la tarde en la que yo le grité a mi profesora de neurología y él mismo me regañó por ser tan "agresivo". Robert me miró con seriedad en cuanto dije eso, me fue imposible no sonreír de lado mientras suspiraba pesadamente — No lo sé, ¿de acuerdo? y-yo siempre me he considerado alguien que no se calla las cosas, pero... cuando se trata de ti y de mí, m-me vuelvo débil, y-y realmente me sorprende que tú reacciones así, porque siempre has sido un témpano de hielo imposible de derretir, o... a-al menos así te he visto yo siempre.


— ... Solo logro entrar en calor cuando se trata de ti — admitió volteando a verme de forma mucho más calmada — No pretendo criticarte, Ty, solo me duele que dejes que la gente abuse de ti, sé que hace tiempo te recomendé tener tolerancia, pero esto ya no se basa solamente en la tolerancia Taylor, ¡se basa en no permitir que la gente abuse de ti cada que se le venga en gana! yo no quiero que cada vez que alguien te trate mal por ser mi pareja agaches la mirada, ¿quién ha visto alguna vez a un Dawson agachar la cabeza?


— Yo — murmuré de forma juguetona, quería romper la burbuja de tensión que nos estaba rodeando — Cada vez que tú me haces sexo oral — mi corazón latió con fuerza al ver cómo mi pareja empezaba a reír calmadamente, y un pronunciado rubor inundaba sus mejillas.


— A parte de eso, gatito cachondo — murmuró guiñándome el ojo — No me gusta que te traten mal, Taylor, no lo tolero, y no tolero que tú te dejes tratar mal, ya te lo he dicho muchas veces, ahora tú eres mi pareja, pronto serás mi esposo, ya es tiempo de que actúes como tal — la amargura volvió a mi pecho cuando escuché la palabra "esposo" y recordé las advertencias de mi madre — No quiero que seas grosero, pero tampoco quiero que permitas que te fastidien, Ty, ¿comprendes eso, mi cielo?


— Lo comprendo Robert, pero tampoco me gusta que te alteres tan fácilmente cuando hablan de nosotros, cariño, osea ¡somos una pareja gay! date cuenta de que estamos destinados a que nos miren mal.


— Eso lo sé, Ty, pero no se trata de eso, las personas que me conocen nos critican más que nada porque... bueno — chasqueó la lengua con frustración — Es lo mismo de siempre, son personas frívolas que sienten que deben llenar estándarse, y quienes no llenan dichos estándares ya son tachados de lo peor, y son el blanco de sus burlas y comentarios odiosos, Taylor no quiero que actúen de esa forma contigo, no quiero que les permitas ser su diversión.


— Entiendo tu preocupación Robert, pero... seamos sinceros, yo no soy un chico de sociedad como esas personas con las que acostumbras a lidiar, ¡mírame! aún tratando de lucir decente me tacharon de vago, ¿realmente crees que pasaré desapercibido en alguna reunión de tu familia?


— ¿Porqué insistes en tener ese concepto tuyo tan malo? — preguntó mirándome con algo de melancolía, yo agaché la mirada sin saber qué decir — ¿Sabes qué veo cada que te miro?


— S-Sé que para ti soy hermoso pero eso no significa que— mis palabras fueron calladas por los labios de mi pareja, quien aprovechó que llegamos a un semáforo para comerme a besos como solo él sabía hacerlo — Mhg.


— Veo a un chico tímido, que trata de pasar desapercibido de los ojos de los demás, pero por más que lo intenta, todos siempre terminan admirándolo, eso me mata de los celos, pero luego de analizarlo bien me doy cuenta de que es imposible que no te miren, si tú tienes un encanto natural, Taylor — mis mejillas empezaron a arder al escuchar las palabras ajenas, y esa mirada tan coqueta que Robert me dedicó, hizo que mi cuerpo se estremeciera por completo.


— Mi amor — murmuré mientras me acercaba con intenciones de besarlo, pero me frenó que Robert posara su dedo índice y medio en mis labios para detener mis acciones, ya que el semáforo había cambiado y él debía seguir conduciendo.


— Es hermosa la forma en que susurras cuando te excitas — dijo juguetonamente mientras conducía.


— Y-Yo no me excité — dije mientras miraba a otro lado con vergüenza.


— El pene no miente, mi amor, y el tuyo es el más honesto que he visto en toda mi vida — admitió mirando de reojo cómo un bulto empezaba a formarse en mi pantalón, junté mis manos y las oculté entre mis piernas para tratar de cubrir la hinchazón causada por las hermosas palabras del señor Dawson — Nikita es bastante sensible — murmuró de forma burlona.


— ¡Nikita te va a patear el trasero si le sigues diciendo así! — reclamé volteando a verle con total severidad, él se echó a reír apenas escuchó mis palabras.


— Me encantas, ¿lo sabes? — dijo mientras volteaba a verme con una cálida sonrisa que me dejó totalmente embobado, mi pecho latió con fuerza al verle, sé que es tonto decir que los gestos de Robert me estremecían aún después de tanto tiempo conviviendo juntos, pero no puedo mentirles, aún hoy en día ese hombre me sigue enloqueciendo por completo.


-


Llegamos a una tienda un poco más grande que la anterior, donde muchas personas entraban y salían como si nada, personas muy bien arregladas de una elegancia indiscutible, me lograron intimidar mucho más que las personas del local anterior, de no ser porque Robert me sujetó del brazo y me guió a la puerta, yo ni me atrevía a poner un pie ahí.


— Cálmate — murmuró en mi oído mientras entrábamos a dicho local, yo miraba todo con curiosidad y asombro, era un local mucho más bello que el anterior, debo admitirlo.Caminamos hacía el recibidor, donde una mujer se acercó a nosotros y cordialmente nos dio la bienvenida.


— Bienvenidos caballeros; señor Dawson, es bueno tenerlo de vuelta.


— Buen día, Tonya, ¿está Marinne?


— Claro, pasen por aquí, por favor — dijo la dama mientras nos guiaba al ascensor, Robert me sujetó de las caderas para llevarme consigo al lugar en cuestión.


En cuanto subimos al ascensor, mi prometido me tomó del cuello desde atrás para hacerme echar la cabeza hacía atrás y de esta forma, darme un hambriento beso que me tomó totalmente desprevenido, ni siquiera le importó la presencia de la dama que nos estaba haciendo compañía.


— Basta — gimotee apartándome de ese beso por falta de aire, Robert sonrió maliciosamente para apegarme de nuevo a su cuerpo y darme un cálido beso de piquito en los labios.


— Lamento haberte regañado hace rato.


— Descuida, no lo hiciste con mala intención — murmuré mirando fijamente las piedras azules de mi prometido — Además, tienes razón en lo que dices, debo darnos a respetar, lo merecemos.


— Solo quiero que te sientas cómodo, cariño — dijo mi pareja mientras me acariciaba la mejilla suavemente — Mereces felicidad, Ty, y te prometí dártela.


— Ya me la estás dando — dije sonriéndole calmadamente, estuvimos a punto de darnos otro beso, pero el ruido del ascensor nos interrumpió de golpe.


— Por aquí caballeros — dijo la dama mientras nos guiaba por un pasillo lleno de puertas, hasta que finalmente llegamos al final del mismo, donde había una puerta blanca que tenía el mismo logo que las vitrinas externas de dicho local, asumí que debía ser una puerta importante.


La chica tocó la puerta un par de veces, hasta que finalmente le cedieron la entrada, y nos indicó entrar junto a ella.


Apenas entramos, vimos una enorme habitación llena de maniquíes y percheros rodantes con ropa, alrededor había varias mesas de costura, y un escritorio donde una mujer de cabello canoso bebía café y leía una revista de moda.


— Buen día, Marinne — habló mi prometido con esa voz tan galante que le caracterizaba, la mujer alzó de golpe la mirada, sonriéndole ampliamente al verlo.


— ¡Robert! — exclamó acercándose a él para besarle la mejilla suavemente — Querido, qué alegría verte, qué sorpresa verte por aquí, ¿y este encanto que te acompaña quién es? — preguntó aquella mujer mientras fijaba su mirada sobre mi cuerpo, sonreí apenado mientras sentía cómo las manos de mi pareja se posaban sobre mis hombros.


— Marinne, te presento a Taylor Atwood, mi pareja; Taylor cariño, ella es Marinne Alessandro, de las mejores modistas de Inglaterra.


— Está mal que digas eso — murmuró ella golpeando suavemente el brazo de mi pareja — Tu hermana se enojará si dices eso.


— Tú eres la primera generación, Alice es de las mejores en la nueva generación.


— Es un placer conocerla madame — dije de la forma más elegante que se me ocurrió, la mujer me sonrió ampliamente y estrechó mi mano con fuerza.


— Igualmente cariño, en verdad eres un encanto, ¿dónde conociste a un angelito como este, Robert?


— Es secreto — dijo con una maliciosa sonrisa que me hizo sonrojar.


— Egoísta — dijo ella con una sonrisa tranquila — Y dime, ¿en qué les puedo ayudar? imagino que no viniste solo a saludar, considerando que eres un hombre tan ocupado igual que tu padre.


— Mi hermano George renovará sus votos matrimoniales, así que Taylor y yo necesitamos trajes para la ocasión.


— Pan comido — dijo ella calmadamente.


— El detalle es, Marinne, que deben estar listos para pasado mañana — la mujer hizo un gesto de preocupación en cuanto escuchó las palabras de Robert.


— Dios mío — murmuró mirando alrededor mientras se mordía levemente el labio inferior — Dos trajes para pasado mañana, mh... sí, creo que puedo hacerlo.


— Sabía que podías, por eso eres la mejor, Marinne — dijo mi prometido sonriendo calmadamente.


— ¡No creas que te saldrá barato, jovencito! quiero que me traigas un café ahora mismo ¿entiendes?


— Por supuesto, lo que sea por ti — dijo Robert mientras me tomaba de la mejilla y me besaba los labios con ternura — Espérame aquí, vuelvo en un minuto.


— ¿Quieres que te acompañe? — pregunté.


— No, está bien, no tardaré nada — dicho esto, apretó un poco mi mejilla y caminó hacía la puerta de dicha habitación, dejándonos solos a Marinne y a mí, ella me miraba de arriba a abajo de forma coqueta, yo sonreí apenado mientras miraba los alrededores de dicha oficina, tratando de no hacer mucho contacto visual con ella, me ponía muy nervioso por alguna razón.



Continuará


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